Title: Descripción Geografica, Histórica y Estadística de Bolivia, Tomo 1.
Author: Alcide Dessalines d' Orbigny
Release date: September 16, 2004 [eBook #13479]
Most recently updated: December 18, 2020
Language: Spanish
Credits: Produced by Larry Bergey and the Online Distributed Proofreading Team. This file was produced from images generously made available by the Bibliothèque Nationale de France (BnF/Gallica) at http://gallica.bnf.fr
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[Nota del Transcriptor: Este texto digital ha conservado las irregularidades en las puntuación, acentuación y ortografía del libro original.]
1843
Habiendo nacido con muy particulares disposiciones para las ciencias naturales, debo á los consejos y á las doctas lecciones de un padre, cuyo nombre es digna y honrosamente conocido entre los sabios, el temprano desarrollo de ese instinto poderoso que al estudio de ellas me impulsaba. Vine por último á París, en donde, fiel á mi vocacion, pude seguir estos mis estudios predilectos de una manera mas especial, procurando iluminar mi inteligencia y beber la instruccion en esta fuente, verdadero emporio de las luces y del saber. En 1825 presenté á la Academia de ciencias mi primer ensayo, el cual fué muy favorablemente acogido, mereciendo la aprobacion del Instituto, como él lo manifestó en su informe.
Tuvo á bien mi gobierno elegirme, en el mismo año, para efectuar por la América meridional un viage de exploracion, que fuese útil á las ciencias naturales y á sus numerosas aplicaciones. Semejante propuesta despertó en mí la aficion por correr mundo, al mismo tiempo que me llenó de regocijo; mas este fué mi luego moderado por el convencimiento en que yo estaba, de que aun no habia llegado mi instruccion á la sazon debida, para poder llenar, tan dignamente como convenia á mis ambiciosos anhelos, una mision de esta naturaleza. Queria pues dedicarme al trabajo por algunos años mas, con el fin de obtener, á lo ménos en parte, los diversos conocimientos absolutamente indispensables para el viagero, que desea examinar y dar á conocer un pais bajo todos aspectos.
Nombrado formalmente á fines del citado año de 1825, tuve que activar mis tareas para hacerme acreedor á tan honrosa prueba de confianza, siendo ciertamente mi cargo tanto mas difícil de llenar, cuanto que yo no contaba entónces sinó veintitres años. Por otra parte, la sola idea de recorrer la América bajo tan lisonjeros auspicios me alhagaba sobremanera, y encendia mi ardiente imaginacion, ofreciéndome de antemano mil cuadros á cuales mas seductores. Merced á los benévolos consejos de los señores Cuvier, Brongniart, Cordier, Isidoro Geoffroy Saint-Hilaire, y del célebre viagero baron de Humboldt, me fué dado entrever cual seria el circulo de mis investigaciones. Las ciencias naturales eran el objeto principal; mas considerando como complemento indispensable la geografía, la etnología y la historia, me propuse no desechar nada, cuando estuviese en aquellos lugares, para traer conmigo el tesoro mas completo de materiales relativos á estos ramos importantes de los conocimientos humanos.
El 29 de julio de 1826 me embarqué en Brest á bordo de la Meuse, fragata del Estado, y dí principio á mi peregrinacion trasatlántica. Hice escala en las Canarias, en donde durante algunos dias pude estudiar, á la vista del famoso pico de Teide, las producciones de la isla de Tenerife, así como sus crestas desgarradas. Dos meses despues divisábamos las costas del Brasil, y un ambiente embalsamado con el perfume de mil flores llegaba ya hasta mi, haciéndome gustar inefables y dulces emociones. Iba yo al cabo á echar pié sobre el mundo de Colon, sobre esa tierra de prodigios, cuya exploracion habia siempre ansiado aun en medio de los sueños de mi infancia. Tomé finalmente asiento en América por espacio de ocho años.
El Rio Janeiro con sus montañas de granito y sus bellas y vírgenes selvas fué el primer teatro de mis exploraciones. Montevideo, Maldonado y toda la república oriental del Uruguay, ocupada entónces por los Brasileros, me enseñó luego sus campos, que se asemejan á los de Francia. Atravesando la Banda oriental pasé á Buenos-Aires, y me embarqué en seguida en el Paraná, para trasportarme á las fronteras de la provincia del Paraguay, declarada hoy dia Estado independiente. Subi como trecientas cincuenta leguas por este inmenso rio, cuya magestuosa corriente es de esperar que algun dia se verá surcada por centenares de embarcaciones, las que impulsadas por el vapor ascenderán hasta Chiquitos, haciendo así mas inmediata la comunicacion de Bolivia con la Europa.
Las ondas de este caudaloso rio, que tiene mas de una legua de ancho, corren sobre un lecho cuyas márgenes é innumerables islas se ven adornadas de vistosos boscages, en donde la graciosa palmera entretege su follage con el de los árboles mas variados y bellos.
Recorrí durante un año entero todos los puntos de la provincia de Corrientes y de Misiones, y despues de haber penetrado en el Gran-Chaco, dí la vuelta por las provincias de Entre-Rios y de Santa-Fé. De regreso á Buenos-Aires, quise encaminarme á Chile ó á Bolivia; mas calculando lo difícil que me seria atravesar el continente con toda seguridad, por las turbulencias que, despues de la paz con el Brasil, minaban aquel estado, me decidí á pasar á la Patagonia, tierra misteriosa, cuyo solo nombre encerraba en ese entónces un no sé que de mágico. Me transporté pues allí á fines de 1826, y permanecí en ella durante ocho meses.
Pude efectuar mis primeras investigaciones con bastante sosiego, por mas penoso que fuese el recorrer un pais de los mas áridos, y en donde la falta de agua se hace sentir á cada paso en el corazon de esos monótonos é interminables desiertos; pero los indios Puelches, Aucas y Patagones se sublevaron inopinadamente contra la naciente colonia del Cármen, situada á orillas del rio Negro, y me ví entónces precisado á reunirme á sus habitantes para cooperar á la defensa comun. Habiendo vuelto por segunda vez á Buenos-Aires, hallé este pais en tan completa anarquia, que, reconociendo la absoluta imposibilidad de pasar á Chile atravesando las pampas, tomé el partido de doblar el cabo dé Hornos. A mi llegada á Valparaiso encontré tambien á la república Chilena en un estado de agitacion nada propicio para los viages científicos, y provisto entónces de las recomendaciones del cónsul general de Francia en este Estado, pasé á Bolivia, de cuyo gobierno debia yo esperar una buena acogida, y los medios de proseguir mi exploracion continental.
Cobija, puerto de Bolivia, me saludó desde luego con el imponente aspecto de las montañas que lo coronan. Poco despues me desembarqué en Arica para dar principio á mis viages por tierra. Abandonando bien pronto las costas, me encaminé á Tacna, y en seguida emprendí mi ascension á las cordilleras por el camino de Palca y de Tacora; mas, en vez de tropezar allí con esas empinadas y agudas crestas, que se ven figuradas en los mapas, me encontré sobre una dilatadísima planicie, colocada á la altura de cuatro mil quinientas varas sobre el nivel del mar, y en la que únicamente se apercibian de trecho en trecho algunas moles cónicas cubiertas de nubes. Atravesando este encumbrado llano, vine á encontrarme luego en la cima de la cadena del Chulluncayani. Al contemplar desde allí la dilatadísima extension que se desplegaba ante mis ojos, y la tan grande variedad de objetos que las miradas alcanzaban á dominar á la vez, yo saboreaba un sentimiento de indefinible admiracion. Es cierto que se descubren paisages mas pintorescos en los Pirineos y en los Alpes; pero nunca ví en estos un aspecto tan grandioso y de tanta magestad. El llano Boliviano, que tiene mas de treinta leguas de ancho, te dilataba á mis piés por derecha é izquierda hasta perderse de vista, ofreciendo tan solo pequeñas cadenas paralelas, que parecian fluctuar como las ondulaciones del Oceano sobre esta vastísima planicie, cuyo horizonte al norueste y al sudeste no alcanzaba yo á descubrir, al paso que hácia el norte veia brillar, por encima de las colinas que lo circunscriben, algunos espacios de las cristalinas aguas del famoso lago de Titicaca, misteriosa cuna de los hijos del sol. De la otra parte de tan sublime conjunto se divisaba el cuadro severo, que forma la inmensa cortina de los Andes, entrecortados en picos agudos, representando la figura exacta de una sierra. En medio de estas alturas se levantaban el Guaina Potosí, el Illimani y el nevado de Sorata mostrando su cono oblicuo y achatado, estos tres gigantes de los montes americanos, cuyas resplandecientes nieves se dibujan, por sobre las nubes, en el fondo azul oscuro de ese cielo el mas transparente y bello del mundo. Hácia el norte y el sud la cordillera oriental va declinando poco á poco hasta perderse totalmente en el horizonte. Si me habia yo sentido lleno de admiracion en presencia del Tacora, aquí me hallaba transportado, y sin embargo no era esta sino una de las faces de aquel cuadro; pues volviendo hácia otra parte, se me revelaba un conjunto de no menores atractivos. Yo descubria aun el Chipicani, el Tacora, y todas las montañas del llano occidental, que acababa de trasponer, y sobre las que mi vista se habia tantas veces detenido durante los tres dias de mi tránsito por la cordillera.
Bajé al llano Boliviano, situado aun á la altura de cuatro mil varas sobre el nivel del mar, y que es la parte mas poblada de la república. Llegué á la ciudad de La-Paz, la antigua Choquehapu (campo de oro), nombre que, por su abundancia de minas en este metal, le dieron los Aymaraes. Este valle favorecido por la proximidad de los Yungas, y que se encuentra á tres mil setecientas varas de elevacion, ostenta á un mismo tiempo en sus mercados todos los frutos de los paises frios, de los templados y de la zona tórrida. Escribí inmediatamente al gobierno, remitiéndole mis cartas de recomendacion. En respuesta me ofreció él su proteccion, y fondos si los necesitaba, proponiéndome ademas un oficial del ejército y dos jóvenes para acompañarme. No queriendo abusar de tan generosas ofertas, acepté, con la mayor gratitud, solamente los dos últimos, así como las facilidades de trasporte por toda la república; y desde aquel instante, me consideré ya seguro de poder recorrer con fruto esta bella y rica parte del continente americano.
Impaciente por ver la provincia de Yungas, de la que se me decian tantas maravillas, dirijíme á Palca, y una vez puesto sobre la cumbre de la cordillera oriental, me sentí deslumbrado de tal manera por la magestad del conjunto, que desde luego no vi sinó la extension inmensa, sin poder darme cuenta de los detalles. Ya no era una montaña nevada la que yo creia asir, ya no era un dilatado llano, sin nubes como sin vegetacion activa…. Todo era aquí distinto. Volviéndome hácia el lado de La-Paz aun vela las áridas montañas y ese cielo siempre puro, característico de las elevadas planicies. Por todas partes, al nivel en que me hallaba, alturas vestidas de hielo y de nieve; mas qué contraste por el lado de los Yungas! Hasta quinientas ó seiscientas varas debajo de mí, montañas entapizadas de verde terciopelo, y que parecian reflejarse en un cielo transparente y sereno á esta altura, una cenefa de nubes blancas, que representaban un vasto mar azotando los flancos de las montañas, y por sobre las cuales se desprendian los picos mas elevados, figurando islotes. Cuando las nubes se entreabrian, yo descubria á una inconmensurable profundidad debajo de esta zona, límite de la vegetacion activa, el verdor azulado oscuro de las vírgenes selvas, que guarnecen por todas partes un terreno tan accidentado. Lleno de regocijo al verme rodeado de una naturaleza, tan diferente de la que me habian presentado la vertiente occidental y los llanos de la cordillera, quise, ántes de ocultarme bajo esta bóveda de nubes, vagar libremente algunos instantes por sobre la region del trueno.
Visité sucesivamente Yanacachi, Chupi, Chulumani, Irupana, etc., pasando alternativamente del lecho de los rios á la cumbre de las montañas. La pomposa vegetacion del Rio Janeiro se vé reproducida en estos sitios, pero con mas esplendor; una caliente humedad fomenta en ellos, hasta sobre las mas escarpadas rocas, plantas prodigiosas. Despues de haber estudiado detalladamente esta provincia, tan abundante en producciones, seguí por la misma vertiente occidental, recorriendo el terreno desigual, pero rico en minas de plata, de las provincias de Sicasica y de Ayupaya, pasando por Cajuata, Suri, Inquisivi, Cavari y Palca hasta trepar nuevamente la cordillera oriental, de donde cayeron de repente mis miradas, á algunos millares de piés, sobre los ricos valles de Cochabamba y de Clisa. Qué singular contraste aquel con el de los riscos donde me encontraba! Era la imágen del caos al lado de la mas grande tranquilidad: era la naturaleza triste y silenciosa en presencia de la vida mas animada. Yo veia pues, en medio de áridas colinas, dos extendidos llanos cultivados y guarnecidos por todas partes de casuchas y bosquecillos, entre los que se distinguian gran número de aldeas, y una grande ciudad á la que hacian sobresalir sus edificios como á una reina en medio de sus vasallos. Nada puede efectivamente compararse á la sensacion que produce el aspecto de esas llanuras, cubiertas de caseríos, de plantaciones y de cultura, circunscriptas por una naturaleza montañosa y estéril, que se extiende á mas de treinta leguas á la redonda perdiéndose confusa en el horizonte. Se creeria ver allí la tierra prometida en el seno del desierto. Si habia yo probado ántes vivísimas impresiones en presencia de las bellezas salvages de esa naturaleza grandiosa del llano Boliviano, y de la cordillera oriental, en donde la vida no entra para nada en el conjunto, pues que nada se encuentra allí de lo que respecta al hombre, cuánto mayores no serian ellas, al descubrir yo estos lugares animados, estas llanuras sembradas de edificios, esos campos ricos y abundosos que despertaban en mi mente la imágen de mi patria!
Cochabamba y sus cercanías fueron por algun tiempo el teatro de mis investigaciones; prosiguiendo luego mi marcha hácia el este, traspuse cien leguas de montañas bastante áridas, pero cortadas por fértiles y profundos valles. Durante este viage reconocí sucesivamente las provincias de Clisa, de Mizqué y del Valle-Grande, siguiendo por el camino de Punata, Pacona, Totora, Chaluani, Chilon, Pampa-Grande y Samaypata (el poyo del descanso), último punto habitado de las montañas, de donde solo distaban treinta leguas las fértiles pampas del centro continental. Pocos dias despues se descubria, de la cumbre de la cuesta de Petaca, el extendido horizonte de unos llanos calurosos cubiertos de bosques, en cuyo centro se ve sentada la tranquila ciudad de Santa-Cruz-de-la-Sierra.
El estudio de esta ciudad y de sus notables contornos ocupó mi atencion por algunos meses: pasados estos, me resolví á penetrar mas adentro en las tierras habitadas. Me encontraba ya como á trecientas leguas del mar; pero anhelando tambien conocer las poblaciones puramente indígenas, volví mi marcha al este, hácia la provincia de Chiquitos, atrevasando el Monte-Grande, cuya espesa frondosidad cubre una extension de mas de sesenta leguas, y en donde vanamente se buscarian otros huéspedes que los animales salvages.
La provincia de Chiquitos, colocada en el centro del continente americano, tiene mas de diez y ocho mil leguas de superficie, y siendo muy fértil su terreno, pueden cultivarse en ella todos los frutos de los paises cálidos, al mismo tiempo que en las montañas de Santiago pudieran sembrarse trigos y plantarse la viña. Visité sucesivamente San-Javier, Concepcion, San-Miguel, Santa-Ana, San-Ignacio, San-Rafael, San-José y Santiago, y precisamente vine á encontrarme sobre esas montañas, en la primavera de aquellas regiones.
En tanto que un sol abrasador tostaba las llanuras circunvecinas, algunas benéficas nubes, posándose sobre la cima de las montañas, habian operado un cambio total en el aspecto de la naturaleza. Los árboles se cubrian de un tierno follage y de diversidad de flores; la campiña desplegaba lujosamente sus primorosos ropages. En nada absolutamente pudiera compararse la bella estacion de Europa á un tal momento bajo las zonas tórridas. En Francia, por ejemplo, las hojas van brotando poco á poco, y el frio y la ausencia de dias hermosos se hacen frecuentemente sentir aun despues de bien entrada la primavera. En aquellos lugares, esta no es sino el cambio súbito de una decoracion. La naturaleza se halla muerta, inanimada; un cielo demasiado puro ilumina un campo triste y casi desolado; pero sobreviene un aguacero, y al punto, como por encanto, todas las cosas toman una vida nueva. Bastan pocos dias para esmaltar los prados de verdura y de flores olorosas, y revestir los árboles con esas hojas de un verde tierno, ó con las flores que las preceden, dando á cada uno de ellos un color vivo y uniforme. Si la campiña, ostentando su bella alfombra, embalsama el aire con los mas suaves perfumes, los bosques presentan otro carácter no ménos halagüeño de belleza y variedad. Aquí un árbol cargado de largos racimos purpúreos contrasta con las copas, ya celestes, ya del dorado mas puro; allá sobresale una cima blanca como la nieve junta al rosado mas tierno. Con cuánto regocijo trepaba yo por esas laderas, donde tan lindos vegetales se engalanaban, con sus joyeles, ó recorria los prados sin saber á que sitio dar la preferencia, pues que cada uno de ellos me ofrecia un encanto que le era particular, un tipo diferente. Confieso que nunca me habia sentido tan maravillado en presencia de las bellezas de ese suelo, cubierto por un dosel tan espléndido.
Dejando muy luego el pueblecillo de Santiago, y atravesando bosques inmensos y el rio de Tucabaca, destinado probablemente á suministrar ricas minas de oro, llegué á Santo-Corazon, que es el punto mas oriental de los lugares habitados de la república. Santo-Corazon era efectivamente por aquella parte el extremo del mundo, pues que nadie podia entónces pasar mas adelante. Así pues, calculando las grandísimas ventajas que resultarian de la navegacion del Paraguay para el tráfico comercial y para la civilizacion de la provincia de Chiquitos, y anhelando ser el primer instrumento de esta gigantesca empresa, recogí todos los datos posibles de los indígenas acostumbrados á recorrer las florestas, é hice abrir un camino hácia las ruinas del antiguo Santo-Corazon, en donde corre el Rio Oxuquis, formado de los rios San-Rafael y Tucabaca, llegando á cerciorarme que los altos ribazos de esta corriente podrian proporcionar, en todas estaciones, un puerto cómodo y situado á muy poca distancia del Rio Paraguay, en el cual desemboca un poco mas arriba del fuerte de la Nueva-Coimbra. En 1831 comuniqué estos importantes datos al gobierno de Bolivia, haciéndole ver el cambio favorable que, para aquella provincia y para toda la república, resultaria de una nueva via de comunicacion, por el Rio de la Plata, con el Oceano atlántico.
Deseoso de recorrer otro punto de Chiquitos, atravesando bellas selvas me puse en la mision de San-Juan, y retorné en seguida á San-Javier, de donde me aparté diciendo tambien adios á la provincia, al cabo de seis meses que me habia dedicado á su estudio.
En medio de las inmensas y sombrías selvas que separan las vastas provincias de Chiquitos y de Moxos, y en un espacioso recinto, que se halla indicado en nuestros mejores mapas como desconocido, corre un rio tambien ignorado aunque navegable: este rio es el San-Miguel. Sus orillas cubiertas de una vegetacion tan lujosa como activa, están habitadas por una nacion muy notable; tales son los Guarayos, que realizan en América, por su franca hospitalidad y por sus costumbres sencillas y enteramente primitivas, el poético ensueño de la edad de oro. Entre estos hombres de la simple naturaleza, á quienes jamas atormentó la envidia, el robo, esta plaga moral de las civilizaciones mas groseras como de las mas refinadas, tampoco es conocido. Si algunas veces habia yo suspirado viendo yacer en el abandono campos magníficos, miéntras que en Europa tantísimos infelices labradores perecen de miseria, cuánto mas agudo no debió ser mi sentimiento en presencia de aquellos lugares, los mas abundosos que yo habia encontrado hasta entónces, y en donde una naturaleza tan prodigiosa, y de un lujo de vegetacion extraordinario, parece estar pidiendo brazos que vengan á utilizarlos por medio del cultivo productor!
Al dejar el pais de los Guarayos, me embarqué y anduve ocho dias bogando sobre las aguas del San-Miguel, cuyas márgenes se ven cubiertas ya de altos bambúes ya de palmas motacúes. El rio se halla bien encajonado por todas partes; así es que las embarcaciones de todo tamaño pueden navegar allí fácilmente en todo tiempo. De este modo me puse en la mision del Cármen de Moxos, y visité esta vasta provincia, donde, sobre una superficie de trece á catorce mil leguas, treinta y tres rios navegables estan ofreciendo al comercio y á la industria vias ya trazadas en medio de una sola llanura, que da orígen á todas las grandes corrientes meridionales, tributarias del famoso Rio de las Amazonas. Viven allí, divididos en diez naciones diferentes y que hablan distintas lenguas, unos pueblos, todos ellos dedicados á la navegacion, y que conocen perfectamente las mas pequeñas vueltas y revueltas de esos canales naturales, diariamente cruzados por ellos en canoas hechas de un solo tronco de árbol, el cual es ahuecado á fuerza de hierro y de fuego.
Navegando por el Rio Blanco y el Rio Itonama, y atravesando sobre una canoa llanos inundados, hasta llegar al Rio Machupo, pude visitar sucesivamente Concepcion, Magdalena, San-Ramon y San-Joaquin, restos del esplendor pasado de los jesuitas.
Cerca del último punto encontré unas minas de hierro, las que abrazando un espacio de dos leguas, han sido colocadas por la naturaleza como para facilitar su laboreo y dar vida á aquellas regiones, no léjos del rio, é inmediatas á grandísimos bosques.
Bajé por el Machupo hasta el Itonama, su confluente, y desemboqué luego en el Guaporé ó Iténes, por el cual suben los Brasileros desde el Rio de las Amazonas hasta Mato-Groso, llevando en sus gariteas las mercancias procedentes de Europa. Encontré efectivamente dos de esas barcas en el Forte-do-principe-de-Beira, donde hay una guarnicion brasilera. Tiene el Guaporé en este punto mas de media legua de ancho; sus aguas corren magestuosamente en medio de bellas márgenes y por entre islas guarnecidas de árboles muy pintorescos. Descendiendo por él, yo comparaba mentalmente esos desiertos, hoy dia tristes y silenciosos, con lo que llegarán á ser cuando una poblacion industriosa venga á animarlos y á sacar un provecho de sus dones, y cuando el comercio con los Europeos, puesto en plena actividad, cubra esas aguas de barcos de vapor destinados á llevarles la abundancia y la vida intelectual.
Llegué finalmente á la confluencia de los rios Guaporé y Mamoré, y colocado en la punta misma del ángulo formado por la reunion de los dos mas grandes rios de aquellas regiones, yo abrazaba de una sola ojeada las corrientes de uno y otro. Existe entre ámbos el mas prodigioso contraste. A un lado, presenta el Guaporé el símbolo de la quietud: bosques sombríos se extienden hasta el borde de sus cristalinas aguas, las que corren con lentitud y magestad: al otro, me ofrecia el Mamoré la imágen del caos y de la instabilidad de las cosas. Sus rojas aguas, sumamente agitadas, arrastraban, borbollando, innumerables trozos de vegetacion, y hasta troncos gigantescos, arrancados violentamente á los ribazos por la corriente. Nada hay estable sobre su paso. Si una de sus riberas está cubierta de terromoteros casi desnudos de vegetacion, y en donde crecen algunas plantas anuales, la otra, pertrechada de barrancas arenosas, se desmorona de tiempo en tiempo minada constantemente por las aguas, arrastrando en su caida árboles que cuentan siglos, por lo que se ven las ensenadas llenas de troncos, que las crecientes estraordinarias han ido amontonando.
El Mamoré, tan ancho como el Guaporé, me enseñó sobre sus riberas y sobre las de sus tributarios, en el curso de una navegacion como de cien leguas, las hermosas misiones de la Exaltacion, de Santa-Ana, de San-Xavier, de la Trinidad y de Loreto.
Las comunicaciones que existian entre Cochabamba y Moxos eran largas, y sobre todo muy arriesgadas, siendo esto un grandísimo obstáculo para el comercio establecido entre ámbos puntos. Así pues me propuse buscar, para obiar tales inconvenientes, un camino mas abreviado, ó una via de navegacion por en medio de selvas y montañas, persuadido de que con esto haria yo á Bolivia un servicio capaz de dar á su gobierno un testimonio de mi gratitud, por las muchas favores de que le era justamente deudor.
Un poco mas al sud de la Trinidad, habia yo notado sobre la orilla occidental del Mamoré la embocadura del Rio Securi, no marcado en los mapas, y cuyo curso hasta en el mismo pais era desconocido. Este caudaloso rio, que viene mas directamente de las montañas del este de Cochabamba, debia ayudarme á poner en práctica mi proyecto; mas quise ante todo asegurarme por mí mismo, de si no eran exageradas las dificultades de la comunicacion existente hasta entónces.
Abandoné en efecto los llanos abrasadores de la provincia de Moxos, inundados una parte del año; y embarcándome en una canoa, ayudado por los indios Cayuvavas, los mejores remeros de la comarca, subí por el rio Mamoré hasta su confluencia con el Chaparé, y por este, en seguida, hasta su union con el Rio Coni. Finalmente, á los quince dias de una penosa navegacion, durante los cuales no habia yo visto otra cosa sinó bosques, y la pequeña parte de cielo correspondiente al profundo surco abierto por los rios en medio de ese oceano de perenne verdor, vine á encontrarme con la nacion de los Yuracarees, al pié de las últimas faldas de la cordillera oriental.
Las florestas vírgenes del Brasil, que con tanta perfeccion y gracia ha trasladado al lienzo el pincel de uno de los mejores artistas franceses, en nada se parecen á las de los lugares donde yo me hallaba. En estos, ayudada la naturaleza por un temperamento cálido y constantemente húmedo, ha tomado un desarrollo tal, que no hay cosa que pueda comparársele. El todo de la vegetacion cuenta allí cuatro ánditos diferentes. Arboles de ochenta á cien varas de elevacion forman una perpetua bóveda de verdura, frecuentemente esmaltada con los mas vivos colores ya de las flores purpurinas, de que algunos árboles se hallan enteramente revestidos, ya de las enredaderas, que caen como cabelleras hasta el suelo. Allí es donde infinitas especies de higueras, de nogales, y de moreras se confunden con una muchedumbre de árboles, cada uno de los cuales representa un verdadero jardin botánico por las plantas parásitas que los cubren. Debajo de este primer rango, y como protegidos por él, se elevan á la altura de veinte á treinta varas los troncos delgados y derechos de las palmeras, cubiertas de un follage muy vario en sus formas, y de racimos de flores ó de frutos que cortejan á porfía los pájaros mas bellos. Mas abajo, todavía, crecen, como de tres á cuatro varas de alto, otras palmas algo mas delgadas que las primeras, y á las que el menor soplo de viento echaria por tierra; pero los aquilones solo agitan la cima de los gigantes de la vegetacion, los que rara vez permiten que algunos rayos de sol puedan llegar basta el suelo, el cual se halla tambien adornado con las plantas mas variadas, miscelánea de helechos elegantes á hojas recortadas, de pequeñas palmas con hojas enteras, y sobre todo de marrubios de una levedad y delicadeza extraordinarias. No se halla un tropiezo debajo de esta sombra perpetua, pudiendo uno recorrer todos los puntos sin ser molestado por los espinos y las zarzas. ¿A quién le fuera dado pintar este admirable espectáculo, y exprimir las sensaciones que él infunde? El viagero se siente transportado, su imaginacion se exalta; pero, si despertando de su arrobamiento desciende dentro de sí mismo, y osa medirse en cotejo con una creacion tan imponente, cuán nulo y exiguo se encuentra! ¡Y cuánto entónces, por la conciencia de su pequeñez y de su debilidad en presencia de tamañas grandezas, viene á desmayar su orgullo!
Dejando estas bellísimas comarcas, dí principio á mi ascension sobre las montañas por entre mil precipicios, y á medida que me levantaba, veia cambiar rápidamente á la naturaleza de forma y de aspecto. Los árboles que se encumbraban hasta el cielo, las elegantes palmeras, y demas plantas arbóreas iban desapareciendo poco á poco: unos y otros eran reemplazados por los zarzales, luego por algunas plantas gramineas, y finalmente la nieve habia sucedido á los encantadores sitios de las regiones cálidas, que alborozan con su algazara mil pintados pajarillos. Tres dias despues de haber dejado la zona tórrida, pasaba la noche tendido sobre la nieve, en un punto que está casi al nivel del Monte-Blanco.
Doce leguas de crestas enmarañadas, separadas por gargantas profundas, detienen frecuentemente al viagero en medio de sus riscos; y cuando cae la nieve en abundancia por la noche y llega á encubrir los desfiladeros, es necesario aguardar á que el sol de algunos dias serenos la derrita para ver despejados los senderos que, aun entónces, solamente en fuerza de la habitud pueden encontrar los guias. La famosa gruta de Palta-Cueva, colocada entre dos crestas que era preciso traspasar, manifiesta bastante, por las osamentas de mulas que se ven por todas partes en sus alrededores, lo peligroso que es el detenerse en ellos; peligro difícil de evitarse por lo muy largo del tránsito y por lo escabroso del camino. Palpando pues los daños á que se expone el negociante, aventurándose á pasar, para transportarse á Moxos, por un tal camino, el solo conocido á no ser que se anden como trescientas leguas tocando de paso en Santa-Cruz-de-la-Sierra, formé seriamente el proyecto de buscar nuevas y ménos arriesgadas comunicaciones.
Bajé rápidamente á los valles de la vertiente meridional, y atravesando las lugares habitados por los indios Quichuas, me puse en la ciudad de Cochabamba, donde á la sazon se hallaba el gobierno, al que presenté el proyecto que acababa de concebir. Aprobó el plan que me habia yo propuesto, haciéndome sin embargo entrever las dificultades que habria que allanar, y los peligros á que yo me exponia en el corazon de regiones desconocidas, en donde tendria que luchar á la vez con los obstáculos de la naturaleza y con las naciones salvages. Pero inflexible en mi determinacion, y hechos mis preparativos, emprendí un mes despues este viage de descubrimiento.
El 2 de julio de 1832 salí de Cochabamba, dejando otra vez la civilizacion de un pueblo para aventurarme nuevamente en el seno de los desiertos, donde debia encontrarme solo conmigo mismo. Me acompañaban en esta expedicion, mandados por el gobierno, un religioso encargado de convertir á la fe cristiana á los salvages que encontrásemos, y el señor Tudela, que debia seguir mis instrucciones para abrir el camino proyectado, y entenderse en quichua con los indios conductores de víveres.
Subí por la cuesta de Tiquipaya y llegué á unas altas planicies de donde me encaminé, por un llano que ocupaba la cumbre de la cordillera oriental, hácia el punto culminante, que traspusé fácilmente, y comencé á bajar dirigiéndome al lugarejo de Tutulima. Yo habia pues pasado sin obstáculos la cordillera, y ya una de las dificultades de mi empresa quedaba allanada. Comparando este camino con el de Palta-Cueva y con todos los puntos de mi tránsito anterior, me pareció que, si podia continuar por tal senda hasta Moxos, esta nueva direccion reemplazaria á la otra, con la grande ventaja de no exponer á tantísimos peligros, ni al hombre ni á los animales.
El 8, despues de muchas dificultades, nacidas de la mala voluntad de mis indios, dejé Tutulima, último punto habitado, para internarme en el desierto y pisar una tierra virgen todavía. Conociendo, que me seria imposible trepar por las escarpadas laderas, y que, con la variacion este de 8 grados 28 minutos, la quebrada de Tulima, dirijida al nornorueste de la brújula, me ofrecia un buen camino, me dirijí por él. Caminé durante seis dias consecutivos por la misma quebrada, variando mi direccion de norte á nornorueste, pero haciendo apénas cuatro leguas por dia. Aumentábanse los obstáculos á cada paso, y no teníamos ni el tiempo necesario ni los medios para allanarlos; era por tanto indispensable el vencerlos. Tan pronto el torrente se hallaba de tal suerte encajonado que nos veiamos forzados á trepar por las laderas y á andar de precipicio en precipicio; tan pronto el desagüe de nuevos rios venia á engrosar de tal modo ese mismo torrente, que teníamos que pasarlo y repasarlo, luchando contra la corriente mas impetuosa y metiéndonos en el agua hasta la cintura. Aquí, era preciso construir una balsa para atravesarlo, acullá, abrirse paso con hacha en mano por entre bosques enmarañados.
Hasta entónces bien podia yo creerme sobre uno de los tributarios del Mamoré, y la direccion tomada era buena; mas de repente se presenta delante de nosotros una cadena de elevadas montañas, y el rio por el que seguíamos, recibiendo un otro curso de agua, que venia del estesudeste, dió vuelta bruscamente hácia el nornorueste. Creí pérdida toda esperanza; pues indudablemente aun debia ser este un tributario del Beni. Así es que al siguiente dia, determiné pasar la cordillera, y al cabo de una penosa jornada y de muchas detenciones forzadas, llegué al punto mas encumbrado de aquellas montañas; mas cuál fué mi desesperacion al encontrarme envuelto entre nubes, que nada de cuanto me rodeaba me dejaban ver! Mi única esperanza de suceso dependia de la eleccion que yo hiciese de una corriente de agua, la cual solo me era permitido reconocer desde la altura en que me hallaba: dejé que mi tropa se adelantase y me quedé esperando. Una hora de inquietud se me hizo un siglo y empezaba ya á desalentarme, cuando, por una dicha inesperada, se entreabrieron las nubes un momento, y se me reveló un horizonte inmenso: los últimos repechos de las montañas, como surcos irregulares cubiertos de árboles, bajaban serpenteando lentamente hácia un mar de verdura sin límites, el cual era formado por las florestas de la llanura, que contornean las montañas en un espacio de mas de cuarenta leguas. Seguia yo avidamente con la vista, lleno de ansiedad, la direccion de las profundas quebradas, buscando el punto de su reunion, para ver si hallaba en él una via de agua navegable. Un rayo del sol vino á revelármela, haciendo brillar á una apartada distancia, y en la direccion del norte 15 grados este, las sinuosidades de un rio en medio de la selva. Era este, como el puerto que aparece al navegante al cabo de una prolongada travesía; era el resultado de mis cálculos, el triunfo de mis ideas, un tributario en fin del Rio Securi, que yo habia dejado cerca de la Trinidad de Moxos.
Por el espacio de dos dias continué, pero en descenso, por la cresta de las mismas montañas, bajo una bóveda perpetua de ramas entrelazadas que forman una masa de veredura impenetrable al sol, y llegué á la poblacion de los salvages Yuracarees, quienes me acogieron perfectamente en sus cabañas, manifestándose decididos á cooperar á mis proyectos. Partí con ellos luego, ántes que este celo se enfriase, y me interné en el corazon de la selva mas hermosa del mundo en busca de un árbol, que bastase él solo para construir una canoa. Mis salvages, que conocian uno por uno todos aquellos árboles, me llevaron en derechura hasta el mas grueso de ellos, cuyo tronco, de veinticinco piés de circunferencia, quizas habia visto pasar muchos siglos. A los golpes del hacha saltan luego sus astillas, pero al llegar la noche solamente, y á impulsos de un trabajo tenaz, cae por fin haciendo estremecer la tierra, derribando todo cuanto encuentra por delante, y empujando unos objetos á otros, lleva la destruccion á mas de doscientos pasos. Los golpes redoblados del hacha hicieron resonar el bosque durante siete dias consecutivos; dirigia yo entre tanto los trabajos de los indios y trabajaba á la par de ellos para animarlos con mi ejemplo, hasta que el soberano de los árboles de aquellos contornos se vió trasformado en una lancha bastante espaciosa. Hubo despues que allanar, por entre el bosque, los obstáculos que se oponian á su marcha, de cerca de un cuarto de legua, hasta lanzarlo sobre el rio; lo que se efectuó victoriosamente. Me felicitaba ya del buen éxito de mis deseos; pues que para llenar la mision que me habia yo impuesto, no me faltaba otra cosa que hacer sinó bogar hácia Moxos.
Mis promesas determinaron á tres Yuracarees á seguirme hasta Moxos, sirviéndome de remeros; y sin mas provisiones que algunas yucas y otras raices, nos pusimos en marcha, abandonando las selvas. Las aguas estaban demasiado bajas y el rio lleno de saltos: en cuatro dias, solo pudimos andar tres leguas hasta la confluencia del rio Icho. Metidos siempre en el agua para arrastrar la canoa y casi descalsos, durante el dia éramos devorados por las picaduras ponzoñosas de los quejenes, á los que reemplazaban, por la noche, enjambres de mosquitos mas encarnizados todavía. Finalmente, en la confluencia en que los dos rios reunidos forman el rio Securi, siempre navegable, me fué preciso abandonar del todo los lugares habitados, y entregarme, casi falto de provisiones, á las contingencias de una navegacion cuyo término y obstáculos no me era dado prever; sobre todo acompañado de gentes inexpertas, que, por no saber guardar solamente el equilibrio, exponian á volcarse á cada paso nuestra débil embarcacion. La abundancia reinó desde luego, gracias á los buenos resultados de la pesca y de la caza; pero, á medida que adelantábamos, la selva se hallaba cada vez mas y mas desierta, y bien pronto nos vimos reducidos al pescado, sin sal, por todo alimento. En fin, despues de haber visto muchos rios considerables, todos ellos desconocidos, reunirse al que surcábamos, y al cabo de tres dias de una navegacion penosa, continuamente al rayo abrasador del sol, ó expuestos á las lluvias tan abundantes en las regiones calurosas, se presentó nuevamente delante de nosotros el Mamoré en toda su grandeza. Entónces me olvidé de los pasados sufrimientos. Me encontraba en Moxos, blanco de mis afanes, y á la mañana siguiente, despues de una ausencia de cuarenta dias, volvi á ver la capital de la provincia, donde apénas me reconocieron, tal era la alteracion que los trabajos habian causado en mi semblante.
Trazado el plano de este último itinerario me daba ménos camino que por el Chaparé, y á mas, habia yo descubierto un tránsito no tan arriesgado como el de Palta-Cueva. Mis votos, en esta ocasion, se veian tambien cumplidos; y me era permitido ofrecer al gobierno de Bolivia, en la delineacion de una nueva via para sus transaciones comerciales, un presente digno de sus beneficios; sin creerme por esto exento de la imprescriptible obligacion de conservarle mi eterno reconocimiento.
Terminadas pues mis investigaciones en la provincia de Moxos, me embarqué nuevamente y volvi á subir por el Mamoré hasta su confluencia con el rio Sara, y en seguida por este hasta su reunion con el rio Piray, el cual me condujo, al cabo de una molesta navegacion de quince dias, al puerto de los Cuatro-Ojos, situado á treita leguas de Santa-Cruz-de-la-Sierra. El 17 de noviembre de 1832, á los cincuenta dias de permanencia en esta ciudad hospitalaria, me separé de ella penetrado de reconocimiento por los muchos favores de que sus habitantes me habian colmado. Dirigíme de nuevo á las montañas, y trepando hasta Samaypata me encaminé á Chuquisaca, que distaba ciento catorce leguas. Visité de paso las bellas comarcas de Valle Grande, donde terminan los últimos ramales de la cordillera oriental, y bajé luego hácia el Rio Grande, que recibe todas las aguas de las provincias de Cochabamba, Mizqué, Arque, Chayanta, y de una parte de las de la Laguna y de Yamparaes en los departamentos de Cochabamba, de Potosí y de Chuquisaca. Atravesando las montañas y los fértiles valles de las provincias de la Laguna y de Yamparaes, y pasando sucesivamente por el Pescado, por Tomina, Tacopaya, Tarabuco y Yamparaes, llegué finalmente á la capital de Bolivia, antiguo asiento de la audiencia de Charcas, hoy dia residencia de una corte suprema y de una universidad. La ilustrada ciudad de Chuquisaca ó La-Plata, circundada de montañas y de campos cultivados, ofrece enteramente la misma temperatura de la Provenza, en Francia, y podria producir los mismos frutos.
Dejando esta ciudad, atravesé el Cachimayo y el Pilcomayo, y bien pronto elevándome cada vez mas sobre las montañas llegué á Potosí, ciudad de riqueza proverbial; la que por el producto extraordinario de sus minas de plata, ha dado á la España una parte del lustre de que esta ha gozado durante los últimos siglos. Admiré en ella sus grandes lagunas artificiales, sus numerosos ingenios, su casa de moneda, y trepé luego sobre su cerro cribado de boca minas, de las que han salido tantísimos millares de pesos, sin que haya esto mejorado la condicion de los pobres indígenas, instrumentos indispensables de esos penosísimos laboreos. En la cumbre de este cerro, me hallé ochenta varas mas arriba del nivel del Monte-Blanco.
Despues de haber escrupulosamente examinado los alrededores de Potosí, me dirigí á Taropaya, á Yocalla, y á la garganta de Tolapalca: en seguida bajé al profundo valle de Ancacato, que desemboca en el Lago de Pansa, y continuando por el valle de Cóndor-Apacheta, me encontré en unas llanuras espaciosas que me condujeron hasta Oruro, la segunda Potosí, cuyas minas, ricas tambien en otro tiempo, cesaron mas pronto de producir sus tesoros. La ciudad, bien decaida al presente, no suministra ya sinó metales de estaño, ó algun poco de oro arrancado, dirémos así, á sus vecinas montañas.
Me encontré de nuevo sobre el llano Boliviano, la parte mas poblada de aquellos parages. Allí es en donde el cultivo de las papas, por una parte, y la cria de las llamas y de las alpacas por otra, han sido los elementos de esa gran sociedad, que dominada por los Incas, civilizó á todos los pueblos montaraces. En un viage que hice á la provincia de Carangas, vi por todas partes, en medio de unas colinas paralelas, abundantes en minas de cobre, los vestigios de la poblacion antigua: jamas habia yo encontrado tantas pucaras (antiguas fortalezas), y tantos grupos de tumbas (chulpas) todavía en pié. Noté sobre todo las inmediatas al Crucero, cerca de Totora, y las de Pataca-Chulpa (las cien tumbas) cerca de Huaillamarca.
De regreso á Oruro, continué mi exploracion por el llano, y me encaminé por Caracollo, Sicasica y Calamarca hasta La Paz, de donde pasé á visitar Tiaguanaco, tan célebre por sus ruinas. Allí he visto edificios inmensos que testifican una civilizacion tal vez mas adelantada que la de los Incas, y que ciertamente debe serle anterior. Estos monumentos son notables, sobre todo, por las enormes dimensiones de los pedruscos tallados de que se compone su fábrica. En medio de una vasta llanura, donde se eleva un túmulo á mas de cuarenta varas, se ven, rodeados de pilastras colosales, los restos de algunos templos cuadrados mirando hácia el oriente, que tienen como ciento ochenta varas de frente á cada lado, y cuyos pórticos están cubiertos de bajos relieves chatos representando el sol, y el cóndor su mensagero: se advierten tambien allí, todavía, algunos fragmentos de estatuas gigantescas. Todos estos monumentos, colocados muy cerca de las orillas del famoso lago de Chucuito, cuna de Manco-Capac, son bien diferentes de los que se notan en las islas de Coati y de Titicaca, donde fueron estos últimos edificados por los Incas, despues que llegaron ellos á verse dueños, por la conquista, de los paises que habitaba la nacion Aimará, primera simiente de la civilizacion de los Andes.
Habiendo recorrido con exámen los contornos del inmenso lago de Chucuito, que, situado á la altura de cuatro mil varas sobre el nivel del Oceano, se extiende á mas de treinta y tres leguas geográficas de largo sobre quince á veinte de ancho, presentando el aspecto de un pequeño mar, volví á pasar por la postrera vez la cordillera occidental, dirigiéndome al puerto de Arica. Mas de tres años habia yo pues empleado en la exploracion de la república de Bolivia, y me aparté de esa bella y rica parte del continente americano llevando conmigo, no solamente materiales inmensos y de todos géneros para hacerla conocer bajo sus diversos aspectos, sinó tambien el mas vivo agradecimiento hácia su gobierno y hácia sus habitantes, que me habian siempre colmado de civilidades, y dádome, junto con la hospitalidad, finas pruebas de estimacion.
Despues de haber visitado los puertos de Islay y del Callao (Perú), me embarqué definitivamente en Valparaiso para pasar á Francia, en compañía de seis jóvenes bolivianos, nombrados por su gobierno para estudiar en Europa la metalurgia. Nos dimos á la vela en los primeros dias de octubre de 1833, y á principios de 1834 volví á ver mi patria despues de una ausencia de ocho años[1].
[Nota 1: En la parte histórica de mi obra, Voyage dans L'Amérique méridionale, puede verse mi itinerario completo.]
Pasé inmediatamente á París, en donde me apresuré á someter al juicio del Instituto un álbum de mas de quinientas planchas iluminadas, que habia yo dibujado en aquellos lugares, copiando de la misma naturaleza; gran número de manuscritos; é inmensas colecciones geológicas, zoológicas y botánicas. Se nombró una comision compuesta de los señores de Blainville, Geoffroy Saint-Hilaire, Adolphe Brongniart, Savary y Cordier, y el 21 de abril de 1834 presentó esta, sobre dichos materiales, una relacion de la que copiaré aquí algunos pasages.
ZOOLOGIA.—Relatores, los SS. de Blainville y Geoffroy.
«Por los detalles en que acabamos de entrar, detalles que habríamos podido doblar y triplicar, siendo tan copiosos los materiales puestos á nuestra disposicion, la Academia habrá visto sin duda que las observaciones zoológicas del señor de Orbigny, ya redactadas en parte y frecuentemente acompañadas de figuras iluminadas, copiadas de lo viviente, así como las colecciones de animales en apoyo, deben llenar muchos vacíos que habia en nuestra coleccion; lo que adelantará notablemente la zoologia de muchos puntos de Sud-América, muy mal conocidos hasta el presente, como la Patagonia, las provincias del Paraguay y las del alto Perú.
«Reconocemos que el señor de Orbigny ha tenido un acierto completo en los espaciosos límites de su mision, de una manera tan importante para nuestras colecciones como para la ciencia misma.»
BOTÁNICA.—Relator, el Sr. Adolphe Brongniart.
«En fin, la tercera region que él ha explorado con un cuidado muy especial, comprende toda la república de Bolivia y algunos puntos del Perú; ella abraza, entre los grados 13 y 22 de latitud sud, una extension mayor que la de la Francia entera, y presenta las alturas mas variadas, desde el nivel del mar al oeste y las llanuras inundadas de la provincia de Moxos al este, hasta las cimas cubiertas de nieves perpetuas de la parte mas elevada de los Andes.
«Tres años ha pasado en esta interesante comarca, la que ha recorrido por todas partes. En medio de las investigaciones de toda especie, á las que este laborioso viagero se habia entregado, ha podido hallar todavía el tiempo suficiente para recoger y preparar con cuidado mas de mil seicientas especies de plantas, de entre las cuales muchas serán de un grande interes para la ciencia.
«Esa inmensa cordillera de montañas, que costea el gran oceano Pacífico, desde el cabo de Hornos hasta el istmo de Panamá, está bien léjos de haber sido estudiada en toda su extension con respecto á sus producciones naturales; Mutis, Ruiz y Pavon, Dombey, Haenke, y mas recientemente los señores de Humboldt y Bonpland han explorado su parte norte, desde Panamá hasta Lima, es decir, hasta los 12 grados de latitud sud. Por otra parte, Ruiz y Dombey antiguamente, y en los tiempos modernos el infortunado Bertero, muchos botánicos ingleses y alemanes, y nuestros compatriotas los señores de Urville, Lesson, Gaudichaud y Gay habian estudiado con cuidado las riquezas vegetales de Chile desde los 30 hasta los 38 grados de latitud sud; pero todo el espacio comprendido entre los 12 y los 30 grados de latitud austral, no habia sido visitado por botánico alguno conocido. Es en esta parte sin embargo en donde se encuentran las alturas mas elevadas de la cordillera de los Andes; es en ella en donde las vastas planicies, vecinas al límite de las nieves perpetuas, se extienden sobre una grande superficie. Es de esta region, casi desconocida para los naturalistas, que el señor de Orbigny ha visitado una grandísima parte, comprendida entre los 12 y los 22 grados de latitud. Mas él no se ha limitado á recorrer solamente esa cadena de montañas tan notable por sus producciones vegetales, ha estudiado igualmente la vegetacion de las partes bajas y abrasadoras que se extienden hasta las fronteras del Brasil; y si sus investigaciones sobre otros ramos de historia natural no le han permitido, como nos lo dice él mismo, recoger todas las innumerables plantas que encontraba en esos parages, mas de mil seiscientas especies distintas, colectadas de un modo muy inteligente en los sitios que podian presentar mayor interes á la geografía botánica, testifican á un mismo tiempo su celo activo para todos los puntos de las ciencias, y el tino que lo guiaba en aquellas de que él no habia hecho un estudio especial.
«Muchas plantas recogidas, sea en las provincias centrales ó sobre las cordilleras, son evidentemente nuevas; y aunque seria preciso entrar en un exámen mas escrupuloso que el nuestro para fijar el número con exactitud, pueden contarse, sin riesgo de mucho engaño, mas de trescientas ó cuatrocientas especies totalmente desconocidas, que ha recogido en esta parte de su viage; y todas, nuevas ó ya conocidas, serán de un grande interes para la geografía botánica, suministrando un eslabon que faltaba para unir la vegetacion de Chile con la del Perú y con la de Colombia.
«Lo que da todavía mas valor á estos objetos, son las notas precisas sobre las localidades, las alturas y los carácteres fugitivos de todas esas plantas que ofrecen los catálogos del señor de Orbigny. Estas notas y la atencion escrupulosa con la cual se ve que, en los lugares importantes, este celoso viagero ha recogido las especies mas pequeñas y ménos aparentes, prueban que el señor de Orbigny, aunque no habiéndose ocupado especialmente de botánica, no era estrangero á esta ciencia. Pero réstame señalar un verdadero trabajo científico, emprendido y continuado por este naturalista con una perseverencia y un talento que merecen los mayores elogios: quiero hablar de sus investigaciones sobre las palmeras.
«La imposibilidad de conservar como corresponde en herbario, á manera de las otras plantas, esos inmensos vegetales, habia hecho, hasta estos últimos tiempos, que su conocimiento fuese imperfecto; solamente los frutos de algunos de ellos se registraban en nuestras colecciones, y habian podido ser estudiados por nuestros botánicos. Para formarse una idea de sus otras calidades era necesario recurrir á las obras de algunos antiguos naturalistas, que habian dibujado estos árboles, tomando copia de la naturaleza, tales como Rumphius, Rheede, Plumier: estas nociones eran bien imperfectas á causa del poco adelanto de la botánica en la época en que esas obras se ejecutaron.
«Se ha dado un gran paso en estos últimos tiempos con la publicacion de la magnífica obra del señor Martius sobre las palmeras del Brasil; pero esta obra apénas estaba publicada y aun no existia en Francia cuando partió el señor de Orbigny. Muchos botánicos le aconsejaron que diese toda su atencion al estudio de esta hermosa familia, y que aprovechase de sus talentos en el dibujo y de su habilidad en imitar la naturaleza con una rara exactitud, para traer á Europa los materiales mas completos que le fuese posible recoger, durante su largo viage, para una historia sobre las diversas especies de esta hermosa familia.
«Nuestra esperanza á este respecto ha sido mas que colmada, y una serie de dibujos de cuarenta y ocho especies de palmeras, representadas, no solamente en entero para hacer conocer su porte, la forma de sus troncos y la disposicion de sus hojas, sinó tambien en los menores detalles de sus flores y de sus frutos, son unos materiales importantísimos; si se considera sobre todo que estos dibujos están acompañados, para todas las especies, de una description muy detallada hecha en los mismos lugares, y de notas sobre su uso y su distribucion geográfica; y para la mayor parte de entre ellas, de porcion de tallos, de hojas secas, de frutos y de flores que ayudarán á verificar y completar lo que los detalles de los dibujos del señor de Orbigny dejasen por desear. Mas zoologista que botánico, en medio de investigaciones y observaciones de toda especie, este sabio viagero ha hecho lo que muchos botánicos habian descuidado, por la dificultad que presenta el estudio de estos vegetales tan notables. Merced al señor de Orbigny las palmeras de Bolivia son mejor conocidas que las de la Guayana.
«Por todo lo que precede se ve que las colecciones botánicas del señor de Orbigny, junto con las notas y los dibujos, que las acompañan pueden extender muchísimo nuestros conocimientos sobre la vegetacion de la América meridional. Permítasenos, al concluir, manifestar un deseo que sentimos vivamente: este es de que no se dejen tan preciosos materiales guardados por largos años en las colecciones públicas, ó en los cartapacios del autor, para publicarse luego por fragmentos que les quitarian todo el interes del conjunto geográfico.
«Cuando se ve que las bellas colecciones, hechas antiguamente por Commerson y por Dombey en paises vecinos á los visitados por el señor de Orbigny, están todavía en gran parte inéditas, y que algunas porciones solamente han sido descriptas en veinte obras diferentes, no es nada estraño el temor que manifestamos.
«Si se reflexiona, por otra parte, en la suerte que cabe al mayor número de jóvenes doctos á quienes la pasion por el estudio de la naturaleza arrastra á esos viages peligrosos; si se recuerda que en diez y ocho años corridos desde que la paz general ha vuelto á abrir los mares, sobre ocho viajeros naturalistas del Museo de historia natural que han emprendido largas espediciones, cinco, Godefroy, Havet, Plée, Duvaucel, y ha muy poco todavía, el infortunado Jacquemont, han perecido léjos de su patria; que Lalande y Leschenault sucumbieron al cabo de pocos años á las enfermedades contraidas en sus penosísimos y largos viages, y que por tanto el señor de Orbigny es acaso el único, entre los que han vuelto á Francia con sus colecciones, que tiene la posibilidad de hacer conocer por si mismo los resultados de sus investigaciones, se convendrá en que es muy justo esforzarse, cuanto sea posible, para hacerle gozar de la recompensa mas dulce que él debe esperar despues de tan larga peregrinacion; tal es la publicacion de materiales conseguidos á costa de tantos riesgos y fatigas; sobre todo, cuando una profunda y vasta instruccion de parte del viagero anuncia de antemano toda la utilidad que las ciencias habrán de sacar de tan importante trabajo.»
GEOGRAPHÍA.—Relator, el señor Savari.
«Es bien raro que un naturalista viagero dé su atencion, con el mismo interes que á los objetos tan variados de sus estudios especiales, á un asunto de investigaciones no ménos útil, pero mas árido, la configuracion exacta y detallada de los parages que recorre. Es mas raro que este viagero extienda así voluntariamente el circulo de sus tareas, cuando sin preparacion, sin guia y casi sin instrumentos arrostra nuevas dificultades. Esto es lo que con un celo infatigable ha hecho el señor de Orbigny.
«A la llegada de este señor á Bolivia da principio en cierto modo su segundo viage. La república de Bolivia, compuesta de la mayor parte del antiguo alto Perú, es un pais poco mas ó ménos igual á la Francia en superficie: pais notabilísimo bajo su aspecto geográfico. Un lago inmenso; grandes ciudades casi tan elevadas sobre el nivel del mar como la cima de las mas altas montañas de Europa; montañas que dominan este lago como el Monte-Blanco domina el Ródano y Ginebra; sobre esas montañas, ricas minas y las mas encumbradas de cuantas beneficia el hombre: de la otra parte de las cordilleras, vastas llanuras cruzadas por grandes rios, navegables en una extension de unas de doscientas leguas, y cuyas corrientes, poco conocidas hasta de los habitantes mismos, en nada se asemejan á las representaciones trazadas al acaso en nuestros mapas; un clima frio en la proximidad del ecuador: sobre una vertiente de las montañas, tempestades periódicas cada dia durante una parte del año, en el resto de él un cielo constantemente despejado; sobre la otra vertiente, una humedad perpetua; tal es el pais para la formacion de cuyo mapa detallado el señor de Orbihny ha recogido allí mismo los elementos minuciosos.
«Estos elementos son reconocimientos ejecutados, para las direcciones, con ayuda de la brújula, para las distancias recorridas, con el relox en la mano. Las formas del terreno, dibujadas sobre una grande escala, han sido hechas á pincel con un talento admirable. No trepido en comparar estos reconocimientos con lo que el depósito de la guerra posee de mejor, en este genero, sobre muchos puntos de España.
«Para dar, en cuanto á la configuracion del pais, una idea de las rectificaciones que, segun el señor de Orbigny, requieren los mapas actuales mas desparramados, bastará citar la posicion de una grande ciudad (La Paz) trasportada de un lado de la cordillera principal sobre el lado opuesto. Esto es lo mismo, poco mas ó ménos, que si un mapa de Europa presentase á Turin sobre la vertiente de los Alpes que mira á la Francia.
«Un asunto de investigaciones, que toca ménos directamente á la Academia de ciencias, pero que será siempre de un interes general, esto es, el estudio de las lenguas y de las antigüedades del pais, ha dado resultados muy curiosos al señor de Orbigny: mas de treinta y seis vocabularios distintos; rastros de sistemas de numeracion, cuya base es unas veces el número cinco, otras el doce; singularidades sorprendentes y características, tales como una lengua hablada en una extension considerable del pais, y en la que cada objeto tiene dos nombres exclusivamente empleados, el uno por los hombres, el otro por las mugeres: todos estos datos, de los que muchos se ligarán tal vez á las conexiones y á las grandes emigraciones de los pueblos, darán probablemente mas realce á la narracion que debe esperarse del señor de Orbigny. La historia de las artes encontrará tambien en ella algunos documentos preciosos.
«Volviendo al objeto especial de este informe, y para hacer apreciar en una palabra el trabajo que me ha sido sometido, diré que los materiales topográficos del señor de Orbigny unidos á las posiciones determinadas por el señor Pentland, harán que pueda construirse el mapa detallado de un pais, que es tan grande como la Francia, con una exactitud comparable á la de nuestros mapas de la España; yo expresaré el deseo de que las minutas de este trabajo, que acaso no volverá á ejecutarse jamas, sean conservadas en una de nuestras colecciones nacionales: el autor se encuentra en el caso de terminar la redaccion y el dibujo, de publicar en fin sobre una escala reducida, aunque bastante grande todavía, el mapa de las regiones que ha recorrido. Semejante publicacion seria ciertamente la mejor y mas propia demostracion de agradecimiento que la Francia dirigiese al gobierno de Bolivia, por la proteccion ilustrada que ha prestado este al señor de Orbigny, poniendo constantemente á su disposicion todo genero de recursos[1].»
[Nota 1: Se nombró igualmente una comision en la Sociedad de geografía, la que segun el informe de sus comisarios, tuvo á bien acordarme, en 1834, la medalla de oro del gran premio annual de 1832.]
GEOLOGÍA.—Relator, el señor Cordier.
«Los materiales geológicos presentados por el señor de Orbigny, se componen, de un itinerario detallado que encierra buen número de observaciones y de consideraciones generales; de un átlas de ocho hojas, mostrando por medio de recortes figurativos la disposicion de los terrenos; y de mas de seiscientas muestras de rocas, escogidas con dicernimiento y acompañadas de catálogos circunstanciados.
«Estos materiales nos hacen conocer de una manera satisfactoria la constitucion de dos grandes regiones de la América meridional, cuya extension reunida es tres veces mayor que la de la Francia; y á mas, sus resultados puestos en combinacion con las observaciones anteriormente recogidas en esa parte del mundo por otros viageros, nos dan las probabilidades mas justas sobre la naturaleza, hasta entónces ignorada, de los terrenos de las otras regiones, que componen el interior de ese inmenso continente. Entrarémos en algunos detalles que justifiquen esta asercion….
«Para apreciar los variados y numerosos resultados de las investigaciones del señor de Orbigny en las provincias de Bolivia, seria preciso seguirlo en sus itinerarios, sea cuando traspasaba por repetidas veces la doble cordillera de los Andes, sea cuando costeaba las montañas, que parten desde los Andes, atravesando casi sin interrupcion el interior de la América, para ir á reunirse con las del Brasil, sea cuando recorria las pampas de Moxos y de Madeira.
«Puede juzgarse por lo que antecede, del alto interes que ofrecen las investigaciones geológicas del señor de Orbigny. Seria bien sensible que de tantos materiales preciosos, adquiridos á costa de tan grandes esfuerzos, de fatigas, perseverancia y sacrificios, no quedase otra cosa sinó una coleccion de fragmentos de rocas que existe depositada en el Museo. Es pues de desear que el señor de Orbigny redacte sus observaciones, para deleitar con ellas al mundo ilustrado, publicándolas junto con un mapa geológico que resuma los resultados mas importantes.»
«La Academia ha oido sucesivamente los informes, que los miembros de la comision estaban encargados de presentarle sobre los diferentes puntos de las investigaciones, á que se ha entregado el señor de Orbigny durante su apartada y laboriosa expedicion. Resta solo hacer conocer las conclusiones generales de la comision.
«La comision tiene la honra de proponer á la Academia:
«1° De expresar al señor de Orbigny su alta satisfaccion por el número y la importancia de los materiales y de las observaciones que ha traido de su viage;
«2° De declarar que seria utilísimo para la ciencia el que los resultados de este viage se publicasen;
«3° De decidir que ella contribuirá por su parte á fomentar y facilitar esta publicacion;
«4° De enviar al señor ministro de la instruccion pública una copia del presente informe, manifestándole cuán importante seria que él tomase las medidas necesarias para facilitar dicha publicacion;
«5° De llamar la atencion del señor ministro sobre los títulos, que tiene el gobierno de Bolivia, para ser acreedor al reconocimiento de todos los amigos de las ciencias, y particularmente al de los sabios franceses, por la proteccion tan ilustrada, tan generosa y eficaz que ha prestado al señor de Orbigny, durante su viage por los diferentes lugares que dependen de la república.»
El señor ministro de la instruccion pública tuvo á bien acordar, por tan favorables informes, la publicacion de mi viage, principiada muy luego bajo los auspicios del señor Guizot.
Me puse pues á trabajar con toda la actividad posible; pero me parecia que un complemento á mis estudios americanos era indispensable, para que mi obra fuese tan útil como yo lo deseaba. Me era necesario establecer, por una comparacion positiva, las conexiones ó las diferencias que podian existir entre la configuracion orográfica, la composicion geológica, y sobre todo las posibilidades agrícolas é industriales de las cordilleras de Bolivia, y nuestras montañas de los Pirineos y de los Alpes. Deseaba recorrer tambien, bajo estos mismos puntos de vista, los campos del norte, del oeste y sobre todo del mediodía de la Francia, á fin de poder señalar con conocimiento de hecho, al tratar de cada provincia americana, las mejoras que en ellas podrian introducirse. Bien se concibe que era preciso invertir mucho tiempo en investigaciones de esta especie, tanto mas cuanto que, sin ser ayudado en manera alguna á este respecto, debí imponerme toda clase de sacrificios para conseguir mi objeto. Finalmente á fuerza de perseverancia y armado de una firme voluntad, pude vencer poco á poco las dificultades, y estos viages de exploracion, hechos á mi costa, y reiterados en todos los puntos de Francia, en Saboya, en Suisa, en Alemania y en Bélgica, me han permitido el poder fijar mi juicio sobre una multitud de cuestiones, concernientes á la mejora de los paises que yo habia recorrido, y principalmente de Bolivia, á la que sobre todo deseaba ser útil, sin que ella soñase en la tarea penosa que me habia yo impuesto en su favor. Estos han sido los motivos que me han hecho suspender por tanto tiempo la publicacion de la narracion histórica de mi viage, relativa á las montañas bolivianas. Pero, á pesar de todos estos atrasos, mi obra[1] está ya para terminarse. Ella se compone de una serie de volúmenes que contienen:
1° La parte histórica ó la narracion de mi viage;
2° La geografía;
3° La geología;
4° La paleontología;
5° El hombre americano;
6° Los mamíferos;
7° Las aves;
8° Los peces;
9° Los moluscos y los caracoles;
10° Los crustáceos;
11° Los insectos;
12° Los foraminíferos;
13° Los polipos;
14° Las palmeras;
16° Los criptógamos.
[Nota 1: Historia intitulada Voyage dans l'Amérique méridionale (le Brésil, la république orientale de l'Uruguay, la république Argentine, la Patagonie, la république du Chili, la république de Bolivia, et la république du Pérou.)]
Tal era el estado de cosas relativo á mis publicaciones sobre el nuevo mundo, cuando S.E. el general don José Ballivian, presidente de Bolivia, animado del mas ardiente celo por el adelanto y la mejora de su bella patria, tuvo á bien acordarse de mí, encargándome de dar á luz una completa descripcion geográfica, estadística é histórica sobre aquella república. Honrado con esta nueva prueba de confianza de parte de un gobierno al que deseaba ser útil, acepté gustoso semejante tarea, á pesar de mis otros trabajos científicos, aprovechando esta ocasion, que yo anhelaba, para dar á Bolivia un testimonio público de mi gratitud, haciendo conocer su suelo, y las principales y mas útiles producciones de este, al mismo tiempo que el provecho que podria sacarse, conforme á nuestra industria y agricultura, de sus diversos modos de beneficio. Tenia pues la posibilidad de publicar muchísimos y muy preciosos documentos recogidos en mis exploraciones trasatlántica y Europea, diversidad de aplicaciones muy importantes para la industria local y para el comercio; todo lo cual, siendo de un interes demasiado especial para Bolivia, no me habria sido permitido imprimirlo en la obra general de mi viage.
Al emprender esta particular, totalmente exenta de preocupaciones políticas, habré conseguido el objeto que me propongo, siempre que pueda cooperar á los nobles pensamientos de mejora y de progresos para Bolivia, que ocupan incesantemente á S.E. el general Ballivian, como tambien si alcanzo, con este largo trabajo, á dar á los Bolivianos una prueba de mi agradecimiento y de mi adhesion á todos.
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Una descripcion geográfica, estadística, é histórica de Bolivia puede considerarse de dos modos diferentes: ó debe darse principio á ella por la exposicion de las generalidades relativas al conjunto, entrando luego en los detalles parciales y peculiares á cada departamento y á cada provincia; ó seguir una marcha inversa, describiendo primeramente las especialidades, es decir, las provincias, para dar en seguida el resúmen por departamentos, y terminar la obra por consideraciones generales que pueden deducirse de todos los hechos particulares. Este segundo método de redaccion es el que adoptaré para mi trabajo, por ser mas apropiado que el anterior, así como tambien el mas lógico; pues que de deducciones en deducciones viene á resumir las circunstancias de hechos ya conocidos, agrupándolos para sacar las consecuencias.
Adoptado este plan, trazaré primeramente la circunscripcion de un departamento; luego me ocuparé detalladamente de cada provincia dando á conocer su situacion geográfica en latitud y longitud, su extension en superficie, sus límites, su configuracion, sus accidentes orográficos; la direccion, la forma y la composicion geológica de sus montañas, las de sus valles y llanuras: haré despues una descripcion completa de los rios que la cruzan, de los lagos y pantanos que la cubren, de la naturaleza de sus terrenos y de su temperatura. Para completar mi cuadro, procuraré por último dibujar á grandes rasgos el conjunto de su fisonomía animal, vegetal y mineral, segun sus diversas regiones.
Despues de dar á conocer el pais bajo el aspecto de sus caracteres naturales, principiaré la historia. La primera época contendrá, segun los primeros escritores y conforme á mis observaciones, los detalles sobre las naciones americanas que ántes de la conquista del nuevo mundo habitaban la provincia. Describiré sus límites antiguos, sus divisiones, sus emigraciones, sus costumbres, procurando escudriñar lo que respecta á la parte verdadera ó fabulosa de su historia y de su religion.
Delineado este primer cuadro, pasaré á la historia de la conquista. Seguiré en sus excursiones á esos atrevidos y valerosos aventureros españoles, que sedientos del oro cruzaban el pais por todas partes, haciendo conocer á las hordas salvages, ó á pueblos medio civilizados, el poder de las armas europeas. Acompañaré tambien á los perseverantes apóstoles de la fe evangélica, que no temian arrostrar, con tal de conseguir el objeto de su mision religiosa, tantos peligros como á cada paso veian brotar bajo sus piés. Procuraré, á mas, dar una descripcion de esas nacientes colonias, señalando sus progresos, y su tránsito del yugo de la España á la independencia nacional: finalmente, atravesando todas las épocas y los diferentes grados de civilizacion, llegaré al estado actual, que merece un mas amplio desarollo.
Habrá primero un capítulo que trate de la poblacion segun las divisiones políticas y las castas, y en el cual se dará una ligera reseña de los usos, de la manera de vivir de los habitantes, de sus diversiones, de sus costumbres en general y en particular. En seguida haré una descripcion de todos los lugares habitados, tratando de sus recursos, de su comercio, de las vias de comunicacion que unen á los unos con los otros. Considerando la provincia en su conjunto, me ocuparé de los productos de su industria actual, de las producciones naturales que podrian utilizarse en los reinos animal, vegetal y mineral.
Otro capítulo indicará las mejoras agrícolas, industriales y comerciales de que cada provincia es susceptible, haciendo conocer en lo possible, por medio de la comparacion con las diferentes regiones de la Europa, qué procederes debieran aplicarse de preferencia á cada ramo, en los puntos de Bolivia que se asemejan mas á aquellas, á fin de aprovechar todos los recursos locales tan multiplicados, y en gran parte desconocidos hasta el presente. En estas últimas consideraciones, que son las mas importantes, analizaré la cuestion de las grandes vias de comunicacion, y la de los conductos para el tráfico comercial, dando el mas amplio detalle sobre la navegacion interior, y sobre la posibilidad de entablar una correspondencia directa entre Bolivia y la Europa, ya sea bajando por los rios Madeira y el de las Amazonas, ya sea por los rios Pilcomayo, Paraguay y el de La-Plata; abriendo así un manantial inagotable de riquezas tanto para Bolivia, como para el gobierno europeo que quisiere emprender esta obra gigantesca, tan digna de un siglo de progresos.
Despues de haber hecho la descripcion sucesiva de todas las provincias, conformándome al órden que acabo de indicar, terminaré la obra por las generalidades de conjunto, que bajo los mismos puntos de vista abrazan toda la república. Este último resúmen comprenderá la historia y la geografía antigua de los Incas, cuya misteriosa cuna sobre las riberas del lago de Chucuito pertenece igualmente á Bolivia. Es en Tiaguanaco, entre la nacion Aymará, en donde se ha desarrollado desde luego la vida agrícola y pastoral, en donde las ideas sociales han germinado, en donde ha nacido el primer gobierno monárquico y religioso del Perú. Es tambien en Bolivia (en La-Paz) donde se dieron los primeros gritos de la libertad y de la independencia de Sud-América, el 16 de julio de 1809.
Dos circunstancias me determinan á empezar la descripcion de Bolivia por los departamentos del Beni y de Santa-Cruz-de-la-Sierra, ó diré mejor por las provincias interiores de Caupolican, de Yuracáres, de Moxos y de Chiquitos. Consiste la primera en que las provincias del centro del continente son las ménos conocidas por la masa de la poblacion boliviana, y en que es importantísimo para el gobierno como para los especuladores el saber las ventajas que ellas ofrecen, á los diversos géneros de beneficio ó á sus transaciones comerciales, independientemente del interes que inspira siempre al ciudadano amante de su patria, el conocimiento de una parte de su propio pais, que acaso nunca se verá en el caso de visitar. Confio en que se comprenderá igualmente el segundo motivo; él estriba sobre el deseo bastante natural que yo experimento, de hacer que la obra que he sido llamada á redactar, sea lo mas completa posible. Si me son familiares todos los detalles concernientes á las provincias de Moxos, Chiquitos, Santa-Cruz-de-la-Sierra y Yuracáres, estoy bien léjos de poseer todos los datos que yo quisiera sobre los departamentos de Chuquisaca, de La-Paz, de cochabamba, de Potosí, de Oruro y de Tarija. Doi pues principio á la obra por las provincias interiores esperanzado en que podré obtener, durante su publicacion, por la cooperacion activa de tantos hombres instruidos como posee Bolivia, el complemento indispensable de mis particulares observaciones.
Con el objeto de dar á luz una obra mas completa, hago desde hoy un llamamiento general al patriotismo de los Bolivianos, pidiéndoles:
1° Documentos antiguos ó modernos sobre la historia, consistiendo, ya en manuscritos, ya en notas que contengan los datos precisos de los cambios de gobierno bajo el régimen español, durante las guerras de la independencia, ó despues de la gloriosa batalla de Ayacucho.
2° Indicaciones relativas á los antiguos restos de la civilizacion de los indígenas; todos los objetos de aquellos tiempos, como vasos, armas, ornamentos, etc. Sera preciso adjuntar algunas notas sobre el estado y demas circunstancias en que dichos objetos se hubieren recogido.
3° Descripciones parciales ó generales de las provincias, ciudades y pueblos, y finalmente todos los datos pertenecientes á la geografía, á la estadística, á la agricultura y á los productos de las diferentes comarcas.
4° Detalles especificados sobre todas las minas, ya beneficiadas ó por beneficiarse, de oro, plata, estaño, cobre, plomo, etc. Muestras de minerales, á fin de hacer los análisis químicos, y poder indicar, segun los actuales conocimientos metalúrgicos de la Europa, si deben aplicarse nuevos métodos para su laboreo. En fin, todos los documentos sobre la direccion y riqueza de las vetas, y sobre los productos antiguos y modernos de las minas.
5° Me atrevo á reclamar aun, entre los objetos que pertenecen á los tres reinos, aquellos que pudieran presentar algun resultado útil, ó interesar á la curiosidad por su naturaleza, formas y colores.
Cuidaré entre tanto durante el curso de la obra, de inscribir siempre en las correspondientes páginas, los nombres de todos aquellos que se hicieron acreedores al reconocimiento público, suministrándome cualquier clase de datos, ó objetos antiguos y de historia natural. A este respecto que desde ahora me sea permitido nombrar á Don Antonio Acosta, quien ha tenido la bondad de proporcionarme documentos muy preciosos sobre las provincias de Esquivel, de Muñecas, de Caupolican y sobre otros muchos puntos de la República.
Ayudado pues por el generoso é ilustrado concurso de todos los Bolivianos amantes de su patria, no dudo que mis esfuerzos lleguen á verse coronados, haciendo que esta obra sobre Bolivia, sea un monumento nacional digno de la riqueza prodigiosa de esta bella parte del continente americano.
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Teniendo que hacer uso de un idioma que no es el mio, debe prestarme su cooperacion en la parte literaria de este trabajo el joven Boliviano DON RICARDO BUSTAMANTE, cuya solicitud recomiendo muy particularmente á la consideracion de sus compatriotas, en atencion al noble deseo que lo anima de servir á su pais. DESCRIPCION GEOGRÁFICA, HISTÓRICA Y ESTADÍSTICA DE BOLIVIA
Hay casos en que la dependencia política de un pueblo influye considerablemente sobre la marcha progresiva de su civilizacion. Cuando Moxos, por egemplo, que dista mas de doscientas leguas de Santa-Cruz-de-la-Sierra, pertenecia al departamento de este nombre, no hay duda que estaba condenada á no poder salir de su condicion estacionaria; bastaba para ello la sola circunstancia de no comunicarse con otro punto sinó con su capital, lo cual hácia que, tanto sus necesidades, como la abundancia de sus recursos, fuesen totalmente ignoradas por el gobierno. Para cambiar este estado lamentable de cosas, para cortar los abusos y aplicar un remedio á tantos males, para utilizar, en fin, los cuantiosos bienes con que la naturaleza ha dotado á esta provincia, el general Don José Ballivian, presidente actual de la república, tomó el partido de formar de ella, bajo el nombre de Beni, un departamento separado, reuniéndola con los territorios de Caupolican y de Yuracáres.
[Nota 1: Beni, significa viento, en la lengua tacana.]
La creacion de este departamento, en 1842, es una de las numerosas medidas que anuncian la entrada del pais en la senda del progreso, al mismo tiempo que el celo ardiente, por el bien general, que anima á su actual gobierno.
Acrecer el valor intrínseco de un pueblo, y realzarlo á sus propios ojos es darle ciertamente una existencia nueva, es infundirle el ánimo necesario para que pueda salir de su funesto adormecimiento, y encaminarse rápidamente hácia las mejoras de toda especie. Esperemos pues que semejantes previsiones no dejarán de cumplirse, y que estas tres comarcas, que se veian reducidas á un estado medio salvage, constituyendo hoy en dia el nuevo departamento del Beni, mudarán enteramente de condicion: yo, por mi parte, confio en ello tanto mas, cuanto que, por la próxima apertura de su navegacion con la Europa, por sus minas de hierro, y por mil otros recursos naturales que las caracterizan, estas tres provincias han de llegar á ser, indispensablemente, el centro de grandes especulaciones comerciales, y quizas el foco de industria mas considerable que tendrá Bolivia.
El departamento del Beni encierra, en su circunscripcion, esa inmensa superficie de llanos y de montañas, que compone la estremidad norte de la república. Bajo una forma oblonga, esta superficie, que se dirige de nordeste á sudeste, viene á limitarse al oeste y al norueste en las provincias de Guancané y de Carabaya, pertenecientes al Perú; al norte, siguiendo los antiguos límites con el Brasil, en la reunion del rio Beni con el Mamoré, como á los 10 grados de latitud sud: sírvele en seguida de límite el curso del Mamoré hasta su confluencia con el Guaporé, como asimismo el rumbo de este, dirigiéndose hácia sus cabeceras, hasta el punto en que el rio Verde deposita en él sus aguas. Dejando la frontera del Brasil, el departamento se halla separado de la provincia de Chiquitos (comprendida siempre en el departamento de Santa-Cruz-de-la-Sierra) y tambien de la provincia de Santa-Cruz, por una línea ficticia, que atraviesa los lugares inhabitados de la parte sud y sudeste de las llanadas de Moxos.
La vertiente de la cordillera oriental de las provincias del Valle-Grande y del departamento de Cochabamba lo limitan al sud y al sudeste, así como, mas adelante, el rio de los Mocetenes: finalmente, las montañas que están al norte de Muñecas lo separan de las provincias de Yungas y de Muñecas, pertenecientes al departamento de La-Paz[1].
[Nota 1: Véase el mapa general de Bolivia.]
Circunscripto pues, de la manera que acabamos de ver, el departamento del Beni, tiene una superficie oblonga como de veintiuna mil leguas cuadradas (de á veinticinco el grado de superficie) comprendidas entre los 64 y 73 grados de longitud occidental del meridiano de París, y entre los 10 y 16 de latitud sud. Esta superficie se compone, al este y al norte, de vastas llanuras bañadas por innumerables rios navegables, todos ellos tributarios del rio Madeira, y por consiguiente del rio de las Amazonas; y al oeste ó al sudoeste por las montañas de la vertiente oriental de las Cordilleras, montañas, que se ven siempre revestidas de la vegetacion mas prodigiosa del mundo.
Este departamento se divide en tres provincias: la de Caupolican, que ocupa la raya norueste, en las montañas y los llanos que están al pié; el pais de Yuracáres, que no es sinó la continuacion meridional de las mismas montañas y llanuras; la de Moxos, en fin, que solo comprende la llanada del nordeste. Diferenciándose estas tres comarcas acerca de muchos puntos, quiero dar de ellas, por separado, una descripcion bastante detallada.
Circunscripcion y estension.
Como dejo dicho, la provincia de Caupolican ocupa la parte norueste del departamento comprendida entre los 10 y los 16 grados de latitud sud, y entre los 70 y 73 de longitud occidental del meridiano de París. Ella forma una superficie oblonga, dirigida de nornordeste á sudsudoeste, que tiene ciento veinte leguas marinas de largo, y sobre sesenta de ancho, tomado el término medio. Esta superficie es tambien, poco mas ó ménos, de seis mil doscientas cincuenta leguas cuadradas, de veinticinco el grado[2].
[Nota 1: Los materiales, de que compongo la relacion concerniente á esta parte de la república, son debidos, primeramente á los preciosos é interesantes datos que me ha suministrado el señor don Antonio Acosta, quien ha recorrido la provincia como observador inteligente; 2° á un opúsculo manuscrito, sin nombre de autor é intulado Descripcion de la provincia de Caupolican, que encontré en La-Paz en 1833; 3° á otro de la misma condicion, cuyo título es Adiciones por un ciudadano residente en Caupolican; y finalmente á los datos que he podido recoger yo mismo. Pero el señor Acosta es ante todo acreedor al reconocimiento público, por los documentos muy positivos que me ha dado sobre la geografía, los cuales me han servido para rectificar y formar el plano de la provincia, contenido en el mapa general de Bolivia.]
[Nota 2: El tamaño de las leguas de camino, en las montañas, es ordinariamente doble que el de las leguas marinas, y en los llanos, solo una tercera ó una cuarta parte mayor.]
Límites.
Los límites de la provincia de Caupolican son: al sud, la cadena trasversal de montañas, que la separa de la provincia de Muñecas (departamento de La-Paz); al oeste y al sudoeste, la gran cordillera oriental, que la circunscribe netamente por la parte de las provincias de Guancané y de Carabaya (república del Perú); hácia el norte, ella no tiene otro límite, por el lado del Brasil y del Perú, que los inmensos desiertos todavía desconocidos, y habitados solamente por algunas tribus salvages; finalmente, el curso del rio Beni la limita al este por la parte de Moxos.
Montañas.
La provincia de Caupolican es una de las mas curiosas bajo su aspecto orográfico. Su territorio empieza en esas nevadas y agudas cimas que forman, al oeste y sudoeste, la cordillera oriental. En efecto, esta imponente cadena de montañas, entre las que figuran las dos mas encumbradas de América, el Illimani y el Ancco-unca ó Nevado de Sorata[1], cuyos picos se elevan á la altura prodigiosa de mas de siete mil seiscientas noventas y seis varas sobre el nivel de los mares, va, de norueste á sudeste, desde La-Paz hasta traspasar los límites de Bolivia, circunscribiendo la provincia al sudoeste. Otra cadena situada al sud, mucho ménos alta y trasversal á la cordillera, parte como un estribo de esta, y se dirige al estenordeste, declinando progresivamente hasta terminarse al norueste de Apolo y á poca distancia de este lugar. Una tercera cadena de montañas, paralela á esta segunda, y que sirve tambien de estribo á la cordillera oriental, continúa girando hácia el norte de la provincia. De estas tres cerranias principales resulta una vertiente central, trasversal á la direccion de la cordillera, y que viene á formar el gran valle de Pelechuco y del Tuyche, hácia el cual convergen las pendientes y los ramales laterales de las otras dos cadenas. Efectivamente el declive del valle central está al nordeste, el de la falda del sud al norueste, en tanto que el de los repechos del norte se encuentra al este. Todas estas montañas van gradualmente en descenso hasta terminarse un poco al este de Aten y de Apolo, donde hay todavía un eslabon independiente y elevado; este es el Altuncama, cuyo temperamento, muy apropiado para el cultivo de las papas, indica que su altura sobre el nivel del oceano es de mas de dos mil quinientas varas. Mas allá de esta gran mole desprendida de las otras montañas, y que ya se encuentra sobre un suelo mas bien ondeado que montañoso, comienzan las llanadas que sin interrupcion se estienden hácia el norte sobre todo el resto de la provincia, y en cuyo espacio apénas se descubren de vez en cuando algunas simples colinas.
Exceptuando el Altuncama, que es una especie de muro, todas estas montañas cuanto mas contiguas están á las cordilleras son tanto mas escarpadas. Cerca de Pelechuco, no se ven sino pendientes rapidísimas, paredones, diremos así, perpendiculares, crestas agudas ó precipicios horrendos formados por la dislocacion del terreno, lo cual es un efecto de las revoluciones geológicas del globo. A medida que uno se aleja de esos lugares tan imponentes, las montañas van siendo ménos riscosas, hasta llegar al cabo á ser reemplazadas hácia el este por insignificantes collados.
[Nota 1: El señor Acosta ha tenido ocasion de contemplar, de un punto muy inmediato, situado al sudoeste de Apolo, esta montaña, que domina todo el llano boliviano y el lago de Chucuito.]
Geologia.
Aunque no poseo dato alguno positivo sobre la geología de la provincia de Caupolican, por lo que he visto en sus inmediaciones sobre la cordillera, hácia el norte de La-Paz, debo creer que la parte contigua á Pelechuco pertenecer á la misma edad geológica, de lo que serian tambien una prueba los numerosos lavaderos de oro de aquellas regiones. Creo, pues, que los dos lados de la cordillera, en toda la parte de Suches y de Pelechuco, y aun hasta los lugares adyacentes á los rios Motosolo y de Moxos, dependen del terreno siluriano, representado por pizarras y por filados de un color azulino. Creo todavía que mas abajo, lo mismo que en Yungas, las montañas, compuestas de una materia arenisca, pertenecen ó al órden devoniano ó al órden carbonifero, así como pudiera tambien creerse que las llanadas, ni mas ni ménos que en Moxos, están cubiertas de aluviones modernos, ó de terrenos diluvianos[1].
[Nota 1: Véase, para todas estas comparaciones, la geología general de la república.]
Rios.
De la configuracion orográfica de un pais depende siempre la direccion de sus rios, siendo las cadenas de montañas las que determinan los grandes valles, y las pendientes de estos los valles secundarios. Tengo ya dicho que el declive general, partiendo de la cordillera, daba orígen al valle de Pelechuco y de Tuyche, que se estiende hácia el nordeste; esta es igualmentente la direccion del rio de este último nombre. Este rio, que es el mayor de todos los de la provincia de Caupolican, arranca, bajo el nombre de rio de Pelechuco, desde las cumbres nevadas que están al este de Suches, y formándose de muchos pequeños torrentes, desciende hasta el valle que lo denomina. Hácia la izquierda recibe el tributo de algunos arroyuelos, en tanto que por la derecha vienen á arrojarse en él los torrentes de Santa Ana y de Pilcobamba: algo mas abajo, y por este mismo lado, se le reunen el rio del Puente Grande, bastante caudaloso para ser atravesado por medio de un puente, y el rio de Amantala, mas considerable todavía, y que toma su orígen, lo mismo que el rio de Pata, en la cadena del norte. Vienen tambien á desaguar en él, por la ribera izquierda, el riachuelo de Motosolo, célebre por sus minas de oro, y mas adelante el rio de Moxos. Desde el punto en que el rio de Pata se arroja en el Pelechuco, este es ya bastante caudaloso para que no se le pueda pasar sinó en balsas, de las que á lo ménos es indispensable hacer uso en la época de las crecientes. Es tambien en ese punto donde él toma el nombre de Tuyche, y baja en seguida haciendo mil rodeos, pero llevando siempre su direccion general hácia el estenordeste. Poco á poco vase engrosando aun, recibiendo, por la derecha, ricos tributos del rio de Santa-Cruz y del rio Tupili, sobre todo de este último, que es el mas considerable. Hácia el este, á una gran distancia, llega luego, por el lado izquierdo, á reunirse con la corriente del rio de Chupiamonas. Finalmente, despues de haber acaudalado casi todas las aguas de la region montañosa de la parte habitada de la provincia, acaba por incorporarse, como á cinco leguas del este de San-José, al rio de los Mocetenes, y forma entónces el rio Beni.
Cuando este rio pasa cerca de San-José, se encuentra ya depositario de todos los raudales de las provincias de Muñecas, de Yungas de Sicasica y de Ayupaya, de las cuales me ocuparé mas tarde: sigue luego majestuosamente por la llanura, hácia el norte, dando numerosos giros y acreciéndose todavía, por su izquierda, con las aguas del riachuelo de Tumupaza, y con las de los rios Itaca y Tequije, cerca de Isiamas; y en Cavinas, con el tributo del rio Madidi que nace en la provincia de Carabaya, perteneciente al Perú, y que corre en una direccion paralela á la del rio Tuyche. El Beni continúa en seguida, corriendo por el llano, inclinándose al nordeste hasta los 10 grados de latitud, en donde se une finalmente al Mamoré, formando el rio de Madeira, que es uno de los principales tributarios meridionales del rio de Las Amazonas.
El riachuelo que pasa por Aten es el único que no desagua en el rio
Tuyche: él se dirije hácia el sud hasta caer en el rio Mapiri.
Lagos.
Si se esceptúan algunos muy pequeños, que se encuentran sobre los puntos mas encumbrados, hácia el oeste de la cordillera, bien pudiera decirse que la provincia de Caupolican carece de lagos. El mas espacioso de todos, situado en las inmediaciones de Suches, solo tiene una legua de largo, y como un cuarto de legua de ancho. Se ven otros dos, mas pequeños, cerca de Cololo: las aguas de todos ellos son muy heladas y enteramente desprovistas de pescado.
Temperatura y clima.
La provincia de Caupolican, primeramente por su situacion entre los trópicos, y en segundo lugar por sus montañas, las que elevándose hasta el nivel de las nieves perpetuas van luego declinando considerablemente hasta igualarse con los llanos, encierra en sí todos los temperamentos y todos los climas. Efectivamente, si se desea una temperatura la mas fria, y bajo de la cual caigan noche por noche fuertes heladas, acompañado todo esto de una sequedad grandísima, no hay mas que fijarse en Suches. Si se desea estar en un clima, al mismo tiempo que muy frio, lleno de nieblas y cerrazones, ó cubierto de esas nubes húmedas que se ven constantemente detenidas por la cordillera, no hay mas que encaminarse á Pelucho. A mas de estos dos estremos del frio seco y del frio húmedo, que resultan de la rarefaccion del aire, debida tambien esta á la demasiada elevacion de las montañas sobre el nivel de los mares, allí se encuentran, si se quiere, todos los temperamentos intermedios entre los ya mencionados y la zona tórrida, hasta llegar á los calores mas insoportables partiendo de los frios mas rigurosos. Así pues, Santa-Cruz, Aten, Apolo, Pata y Moxos participan de la temperatura de los límites tropicales, es decir, que hace en ellos todo el calor de los climas cálidos; pero al mismo tiempo se respira un aire templado por la elevacion de las montañas. No sucede así mas al interior, en los distritos de Tumupaza, de Isiamas y de Cavinas, en donde se esperimenta un calor tanto mas sofocante, cuanto que no hay en ellos sino llanuras uniformes y horizontales.
Si uno puede á su antojo encontrar en la provincia de Caupolican, ora el frio de los polos, ora el calor de las zonas tórridas, si ella participa en fin de todos los temperamentos, ofrece tambien, en cuanto á las lluvias, una grande variabilidad, segun la distinta posicion de los lugares. En Suches, por ejemplo, que está al oeste de la cordillera, reina un cielo enteramente raso; su temperatura es seca, y en el verano solamente, desde el mes de diciembre hasta el de marzo, caen algunos aguaceros ó un poco de granizo. Entretanto, si se pasa al otro lado de la cordillera, se halla, poco mas ó ménos á la altura de tres mil varas sobre el Oceano, un nivel permanente de nubes. Allí, lo mismo que en Pelechuco, hay casi siempre una especie de neblina que encapota el aire; y las lluvias en aquel punto son muy frecuentes. Mas abajo, en donde ya el cielo se despeja del todo, llueve principalmente en un período fijo, que cuenta desde diciembre hasta marzo. Sucede otro tanto en los llanos, donde aun se observa mucha mas regularidad acerca de las estaciones lluviosas.
Los vientos que reinan en la provincia son generalmente el norte ó el nordeste, que traen consigo un aire húmedo y caliente, muy favorable en todo para la naturaleza; pero si llegan despues de alguna tempestad á ser súbitamente reemplazados por el viento del sud, que sopla entónces con mucha violencia, baja al punto la temperatura de 10 grados por lo ménos; lo que es tan pernicioso para el hombre y los animales, como puede serlo para la misma vegetacion.
Fisonomía vegetal y animal.
Como era de esperar, en razon de las diversa» zonas de temperamento y de altura, las producciones naturales y el aspecto de la provincia varian segun esas zonas, y segun los climas que estas determinan. En Suches, al oeste de la cordillera, el suelo, que aun participa de la gran planicie boliviana, es seco y bastante árido, y su vegetacion pobre y desmedrada por consiguiente. La zoologia y la botánica ofrecen allí un aspecto de particular tristeza, análogo y muchas veces idéntico al de la Patagonia [1].
[Nota 1: Ocuparéme á fondo de la descripcion de esta zona, al hablar mas adelante del departamento de La-Paz, donde hay dos provincias, la de Pacajes y la de Omasuyos, que se hallan situadas sobre las altas planicies.]
Al este de la cordillera, en un punto superior á la region de las nubes, hay primeramente una zona vestida de menuda yerba [1]. Algo mas abajo empieza á manifestarse la vegetacion leñosa, que poco á poco va cubriendo aun las rocas mas escarpadas: es entónces cuando se descubren, por todas partes, árboles notabilísimos tanto por su follage como por su elevacion, entremezclados ya con las enredaderas[2], ya con infinita variedad de plantas cubiertas de lucidas flores; por otros lados se ven graciosas palmeras, descollando entre los grupos de verdura como para ostentar sus elegantes y ligeros penachos. Donde quiera que se lleve la vista, se admiran los mas prodigiosos contrastes, los paisages mas pintorescos, y sobre todo la animacion constante producida por el movimiento y la algazara de esos seres, tan varios en sus formas y colores, que alegran á la madre naturaleza compitiendo con las flores para ser de ella uno de los mas bellos ornamentos[3]. Hay allí efectivamente una muchedumbre de pájaros á cual mas preciosos: los loros parleros, los tunquís ó gallos de roca de color de fuego [4], el cefaloptero de plumage oscuro, pero de una configuracion muy caprichosa[5], los cotingas, los recamados tangaras[6], los veleidosos picaflores y tantísimos otros que pueblan esas hermosas campiñas. No son ménos abundantes los cuadrúpedos en aquella comarca. Sobre los encumbrados llanos se encuentra la dócil llama y tambien la alpaca, tan útiles ámbos cuadrúpedos á los indígenas de las montañas: hay mas abajo, venados, ciervos, javalíes, gran-bestias, variedad de monos, y una gran multitud de animales que seria demasiado largo el mencionar uno por uno[7].
[Nota 1: Habiendo estudiado en Yungas esta zona y la siguiente, haré su descripcion al tratar de dicha provincia.]
[Nota 2: Véase lámina 1.]
[Nota 3: Véase lo que digo sobre la provincia de Yungas en general, y principalmente lo tocante á los alrededores de Chulumani.]
[Nota 4: Véase la lámina 1.]
[Nota 5: Véase la lámina 2.]
[Nota 6: Véase la lámina 3.]
[Nota 7: Escasamente me ocupo aquí de los animales y de la vegetacion, por no tener, sobre esto, otros conocimientos que los que me suministran las comparaciones con la provincia de Yungas. Al ocuparme de esta, daré una noticia positiva de lo que acerca de estas materias he recogido en ella.]
No es tanta la variedad que se nota en las llanadas bajas, donde se halla el suelo por todas partes entrecortado, ya por espesos bosques tan antiguos como el mundo, ya por estendidos herbazales. Aquí la naturaleza, aunque no tan pródiga, es siempre demasiado rica, y abunda sobre todo en animales selváticos, y en toda especie de plantas[1]. En suma, la provincia de Caupolican reune á la vez, por sus diversas zonas de altura, todas las producciones naturales de Bolivia.
[Nota 1: Siendo este espacio de llanuras muy semejante á Moxos, y participando de las mismas condiciones, con respecto á su vegetacion y á sus animales, puede verse mas adelante la descripcion particular de esta provincia.]
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Primera época, ántes de la llegada de los Españoles.
Si hemos de juzgar por el estado presente y por las tradiciones populares, la provincia de Caupolican parece haber sido en todos tiempos habitada por tres naciones diferentes: los Quichuas, los Apolistas y los Tacanas.
Atraida sin duda por la abundancia de minas de oro, y de pastos para la cria de las llamas y de las alpacas, la nacion quichua habia fundado desde tiempos muy atrasados los pueblos de Suches y de Puyo-cucho[1]. Estos indígenas permanecieron bajo la dominacion de los Incas hasta la llegada de los Españoles, dependiendo sus poblaciones de la provincia de Guancané ó de la de Carabaya[2].
[Nota 1: Que en quichua significa rincon de nieblas: por corrupcion ha venido á llamarse Pelechuco entre los españoles.]
[Nota 2: Véanse, la historia general de los Incas al fin de esta obra; la descripcion particular de los Quichuas en las secciones que tratan de Cochabamba y de Chuquisaca; y sobre todo, el mapa antiguo de estas naciones ántes de la conquista.]
La nacion de los Apolistas ocupaba el lugar llamado por ella, en su idioma particular, Hahuachili[3], el cual se halla situado no léjos del punto en que se encuentran hoy los pueblos de Apolo y de Santa-Cruz. Estos indios eran de un color bastante atezado, de mediana estatura y de facciones muy afeminadas; su carácter era apacible y dócil; nada se sabe por lo demas acerca de sus costumbres ántes de la conquista. El idioma de que hacian uso era enteramente distinto de la quichua y de la lengua tacana.
[Nota 3: Que quiere decir interior.]
La nacion de los Tacanas habitaba, al este y al nordeste de la nacion Apolista, en esas regiones de montañas y de llanos que en su idioma llaman estos indios Irimo[4]. Su territorio se estendia desde Aten hasta mas allá de Cavinas; es decir, sobre una banda que va de norte á sud, y que se encuentra comprendida entre los últimos repechos de las cordilleras y el rio Beni, desde los 11 hasta sobrepasar los 13 grados de latitud sud. Las tribus septentrionales de esta nacion se denominaban Toromonas; su dialecto, llamado lengua tacana, es uno de los mas duros de América.
[Nota 4: Que significa lugar de su orígen.]
La tez de estos indígenas era mas morena que la de los Mocetenes; pero no tanto como la de los Apolistas, y mucho ménos todavía que la de los Aymaraes, los que comparativamente consideraban á los Tacanas como si fuesen blancos. Del mismo modo que los Mocetenes y los Yuracarees, los Tacanas tenian casi todos la piel, por el cuerpo y en el rostro, maculada de pintas blancas. Su estatura los asemejaba á los Yuracarees, ó á lo ménos era idéntica á la de los Mocetenes: habia hombres que tenian cinco piés y dos ó tres pulgadas de alto; pero la generalidad de ellos no pasaba de la estatura ordinaria de cinco piés y una pulgada.
Sus formas eran iguales en todo á las de los Mocetenes; sus cuerpos robustos y bien proporcionados; todos sus miembros redondos y fornidos; su manera de andar era elegante y desembarazada. Por el modo como se halla constituida esta nacion, todavía salvage, debemos creer que en aquellos tiempos estaba tambien dividida en tribus que vivian dispersas, sea en el interior de las húmedas selvas que se encuentran sobre las montañas inferiores, sea en las llanuras que costean á estas. Su principal ocupacion era la de la caza; pero se dedicaban tambien á la agricultura. Cada hombre estaba obligado á construir por sí solo la casa en que debia habitar con su familia; si alguno faltaba á este uso, que para ellos constituia una ley, perdia el título de hombre, y venia á ser el ludibrio de sus conciudadanos.
Las mugeres utilizaban el algodon, haciendo gruesos tegidos, que servian para cubrirles algunas partes del cuerpo; miéntras que los hombres andaban enteramente desnudos, y solo se cubrian la cabeza con una especie de turbante[1] muy vistoso, compuesto de plumas; obra que tambien estaba encomendada á las indias, las que disponian estos sencillos adornos, matizando los colores con una gracia admirable.
[Nota 1: Los que usaban los hombres se llamaban panizas, y los de las mugeres toromayas.]
Cada tribu tenia su gefe para conducirla á la guerra, ó á las espediciones apartadas, así como tambien sus espertos en la cura de las enfermedades; pero estos indios no componian, propiamente hablando, un cuerpo de nacion, aunque todas las tribus observasen entre ellas la paz y armonía mas perfectas.
Existian, á mas de estas tres naciones, algunas otras que nos son desconocidas: entre ellas, los Huacanahuas, los Suriguas y los belicosos Machuis hácia el norte; los Ultume-cuana ó hombres rojos, y los Chuntaquiros hácia el nordeste[2].
[Nota 2: No hago aquí mencion de los Araomos y de los Pacaguaras que habitan las riberas del Beni y dependen de la provincia de Moxos.] Segunda época, desde la llegada de los Españoles hasta nuestros dias.
La provincia de Caupolican, colocada fuera de los caminos transitados por los primeros aventureros españoles que llegaron al Perú, permaneció totalmente ignorada durante largo tiempo. Es probable que los pueblos de Suches y Pelechuco hayan pasado de la dominacion de los Incas al poder de los diversos conquistadores, que con tanta frecuencia se sucedian en medio de las multiplicadas contiendas de aquellos tiempos tempestuosos de la historia de América, y que no cesaron hasta el siglo décimo-séptimo. No es posible penetrar esta parte de la historia de Caupolican, pues en ninguna parte existe un solo documento impreso que nos suministre el mas ligero indicio: debemos creer, sin embargo, que alguno de aquellos, á quienes esta provincia cupo en propiedad en el repartimiento de las tierras conquistadas, se haya internado en ella con la mira de esplorarla y ver si encerraba algunas minas; y que á estas escursiones y trabajos es debida la fundacion, hecha por los indios quichuas, de los pueblos de Pata y de Moxos, sin que podamos fijar la data precisa de estos acontecimientos.
La entrada de los Padres franciscanos es el primer hecho seguro y constante en la historia de esta provincia. Prevenidos sin duda estos religiosos de que existian en ella muchas naciones salvages, se decidieron á ensayar la conquista espiritual; así es que en 1750 penetraron en Caupolican, y fundaron fácilmente con la nacion de los Apolistas, cuya sumision pudieron ganar desde luego, las misiones de Apolo y de Santa-Cruz de Valle-ameno. Fué tal el ascendiente que llegaron á tener sobre estos indígenas, y el buen éxito coronó de tal manera sus esfuerzos, que bien pronto las cabañas dispersas de aquella poblacion salvage se vieron reemplazadas por multitud de hermosos caseríos, que respiraban el órden y la limpieza, y en medio de los cuales se levantó una espaciosa iglesia con su convento.
No limitando sus conquistas á este primer paso, internáronse aun mas los franciscanos, llevados por un celo digno de los mayores elogios; y habiendo logrado reunir en la mision de Aten á los altivos Tacanas, se abrieron un vasto campo para proseguir su trabajosa empresa. Desde luego, acompañados por estos últimos, pudieron adelantar hácia las llanuras, en donde otros Tacanas dispersos los aguardaban. De este modo, y haciendo frente á las mas penosas fatigas, penetraron estos religiosos en el corazon de los desiertos para aumentar el número ya bastante crecido de sus procélitos. Como á treinta leguas largas hácia el este, formaron con los Tacanas la mision de San-José, se encaminaron en seguida por tierra, y crearon sucesivamente las de Tumupaza y de Isiamas. Finalmente, embarcándose sobre el Boni, se trasportaron hasta el confin de las poblaciones salvages, y fundaron todavía la mision de Cavinas.
Aunque no hayan procurado los Padres franciscanos introducir en sus misiones ni el lujo en los templos, ni la industria entre los habitantes, como lo han practicado los Jesuitas en Moxos y Chiquitos, no por eso han dejado de prestar grandes y muy señalados servicios á la humanidad, haciendo pasar á un considerable número de hombres, desde la vida enteramente salvage al principio de la vida social.
La direccion de estas misiones era del cargo exclusivo de la comunidad: el convento de Apolo, que dependia de la ciudad de La-Paz, suministraba los hermanos necesarios para la conservacion y el buen gobierno de estos establecimientos, cada uno de los cuales poseia uno ó dos religiosos, á cuyo cuidado estaba encomendada la administracion de la iglesia y la práctica de sus ritos. Sea que no les fuese posible, ó que no lo creyesen conveniente, no enseñaban estos misioneros á los indígenas otra industria que la de cultivar la tierra; así pues, solamente aprovechaban los productos de esta, que consistian en cacao, coca, y multitud de otros frutos naturales estraidos de las florestas.
Las cargas ligeras que los franciscanos se veian obligados á imponer á los indígenas, á fin de procurarse los medios que eran menester para proveerlos de instrumentos de labranza, y demas útiles, cargas indispensables al bienestar de la sociedad, parecieron no obstante demasiado pesadas á algunas naciones. El hombre enteramente salvage, dueño absoluto de todas sus acciones, con dificultad llega á penetrarse de los deberes que una sociedad en su infancia debe imponerse á sí misma, si desea entrar en la senda del progreso; por eso se impacienta y mortifica cuando pesa sobre él la mas leve contribucion. Habiendo pues los franciscanos llegado á convertir la tribu de los Toromonas, que habitaba de la otra parte de Cavinas, y tambien algunos cuantos Pacaguaras, estos indígenas, injustamente desconfiados, ó porque les fuese muy duro someterse á llenar tal cual imposicion, esparcieron la voz de que los misioneros, so pretesto de enseñarles las doctrinas de la verdadera religion, solo trataban de reunirlos para hacerlos trabajar en beneficio de sus intereses personales: en consecuencia de esto los espulsaron de su nacion, suplicándoles que jamas volviesen á presentarse en ella.
A fines del siglo décimoctavo, habian ya conseguido los franciscanos todo lo que podian pretender en la provincia. Sin embargo hácia la misma época, ántes del año de 1800, esta órden religiosa abandonó su obra, se ignora bajo que pretesto, ó con cual motivo: entónces todas las misiones que con Suches, Pelechuco, Pata y Moxos entraron bajo el dominio español, vinieron á formar la provincia de Caupolican, dependiente de la intendencia de La-Paz. Inmediatamente colocó el mandatario real un cura y un alcalde en cada parroquia ó distrito, y nombró un subdelegado para gobernar y cuidar de los intereses de la nueva provincia, á la que se dió el pueblo de Apolo por capital.
En aquella época, el mas grande mérito que podian contraer los empleados españoles á los ojos de la autoridad suprema, era el trabajar por el acrecimiento de las rentas del estado; todo cuanto concurria á este objeto era especialmente recompensado por ella. El primer subdelegado, D. José Santa-Cruz, padre del general Santa-Cruz que fué mas tarde presidente de la república de Bolivia, al hacerse cargo del mando de la provincia, puso todo su conato en obligar desde luego á los indígenas que hasta entónces se habian eximido de las imposiciones regulares, á que en adelante pagasen una contribucion personal de cinco pesos por cada hombre, á lo cual daban entónces el nombre de real tributo. Esta contribucion, á cuya práctica y cumplimiento estaban tambien sujetas las demas naciones de los altos llanos, fué puntualmente satisfecha por los indígenas de todas las misiones, que se sometieron á ella sin grande resistencia. El subdelegado Santa-Cruz recibió del rey de España, en recompensa de este servicio, el título de Maestre de Campo; pero el principal resultado de semejante medida fué hacer que desde aquel instante las naciones, que ya parecian dispuestas á salir del estado salvage para entrar en el camino de la civilizacion, se apartasen de él, procurando alejarse á lo mas escondido de los bosques, á fin de sustraerse al tributo anual, y sobre todo á las vejaciones de todo género y á las torpes violencias, frecuentemente empleadas por aquellos que estaban encargados de recaudarlo. La mision de Cavinas, en razon de hallarse tan alejada, fué la única que durante la dominacion española se vió exenta de la contribucion personal.
Tal era el estado de cosas hasta el año de 1814, en cuya época, á consecuencia de la lucha encarnizada que existia entre los patriotas, que anhelaban por la independencia nacional, y las tropas españolas, que creian sostener los derechos de su soberano, vino Muñecas á la provincia con el intento de sublevarla en favor de la causa de los libres. Apoderóse de la capital y de algunas otras parroquias; pero bien pronto perseguido por el ejército español que mandaba el capitan D. Agustin Gamarra, presidente años despues de la república del Perú, tuvo que huir de Apolo, y mas tarde de Aten, donde el último resto de sus partidarios prefirió morir ántes que rendirse[1]. Fué en ese entónces cuando un indio tacana, para libertarse de los terribles castigos impuestos por Gamarra á los amigos de la libertad, huyó llevando consigo treinta familias y permaneció siete años escondido, sin que fuese posible dar con él ni con una sola persona de las de su séquito en el seno profundo de las selvas[2].
[Nota 1: Véase lo que digo de esta lucha al ocuparme de Aten.]
[Nota 2: Véase, en la parte que trata de Aten, la relacion especial de esta historia.]
En 1824, despues de la memorable y gloriosa batalla de Ayacucho, Caupolican, bajo la denominacion de provincia, hizo parte del departamento de La-Paz, uno de los seis que compusieron la república de Bolivia. Un gobernador reemplazó al subdelegado; pero la condicion de los habitantes no cambió en lo mas mínimo, quedando ellos sometidos á las mismas imposiciones. En el año de 1830, el acopio de la cascarilla vino á dar una nueva vida á la provincia, por el comercio que este precioso vegetal atrajo á su interior, y solamente desde entónces los habitantes, acostumbrados al simple comercio de trueque, empezaron á conocer el valor del metal amonedado. Repitiendo lo antedicho, señalarémos por último, entre las medidas mas eficaces para la mejora de la provincia de Caupolican, su separacion, en 1842, del departamento de La-Paz, para pasar á ser una de las partes que han compuesto el nuevo departamento del Beni.
* * * * *
Division política.
Con la mira de dar á conocer esta provincia lo mas ampliamente posible, voy á ocuparme por separado de cada una de sus poblaciones.
Se ha divido generalmente la provincia de Caupolican en dos partidos: el primero, que se compone de Suches, Pelechuco, Pata, Moxos, Apolo-Bamba, Santa-Cruz de Valle-Ameno y Aten, es conocido bajo el nombre de Partido-Grande, ó pueblos de Caupolican; el segundo, compuesto de San-José de Chupiamonas, Tumupaza, Isiamas y Cavinas, se llama Partido-Chico, ó pueblos interiores.
Partido grande, ó pueblos de Caupolican.
Esta aldea, que es un anejo de Pelechuco, pertenece á la vertiente occidental de la cordillera oriental, y se encuentra situada sobre la pendiente misma de esta cordillera, entre dos montañas escarpadas, que son el asiento de perpetuas escarchas. Ella es una de esas numerosas colonias, cuya fundacion, tanto entre los Incas como entre los conquistadores, solo pudo ser determinada por la sed insaciable del oro. Su colocacion en medio de los escombros de antiguos é innumerables lavaderos, manifiesta efectivamente que no ha debido su creacion sino á esos laboreos mineralógicos, que han dado tantísimos productos, y que hoy mismo bastan para que mas de treinta y dos familias de indios quichuas, acostumbradas á este género de faenas, puedan procurarse el sustento necesario. El escesivo frio que reina constantemente en aquel parage, y la aridez de las montañas, no dan lugar á ninguno especie de cultivo, así es que la única industria de sus habitantes consiste en saber descubrir y arrancar de las entrañas de la tierra el preciado mineral.
Unas cuantas chozas, colocadas sin órden y agenas de toda comodidad, componen el pueblecillo de Suches, que por otra parte no presenta la mas mínima esperanza de mejora, á no ser que algunos hombres inteligentes vayan allí á beneficiar en grande, y de un modo mas simple y ménos costoso, las riquezas que encierra todavía el suelo frio é inanimado de aquellas regiones.
Viniendo de Escoma para Suches, que como ya se ha dicho es un anejo de Pelechuco, no hay que pasar por este lugar, al cual se deja á la izquierda.
Los arroyuelos que toman su orígen en Suches, se dirigen al rio Cojata.
Este se reune despues al lago de Titicaca, cerca de Escoma.
Pelechuco, cuyo nombre es una corrupcion de puyo-cucho, que en lengua quichua significa rincon de niebla, está situada á siete leguas de Suches, sobre la vertiente este de la cordillera oriental. Esta es entre las parroquias de la provincia la que se encuentra mas elevada sobre el nivel de los mares. Efectivamente, apénas se ha pasado la estrecha garganta de Cololo, rodeada de nieves eternas, cuando en medio de montañas escarpadas, sobre una pendiente rápida y peñascosa y á la derecha de un torrente, se tropieza con el canton de Pelechuco. A mas de que llueve en él frecuentemente, su posicion, tan próxima á las nieves perpetuas, lo hace demasiado frio para que su morada pueda tener el menor atractivo.
Nada tiene de notable este pueblo, edificado sin ninguna alineacion sobre un terreno en declive, el cual se halla regado por un raudal de agua escelente. Una parte de la poblacion se compone de indios quichuas, ocupados sobre las alturas vecinas en la cria y el pastoreo de ganados, que consisten en vacas, ovejas y llamas; ó en cultivar en los alrededores algunos frutos de las regiones frias, como las papas y la cebada, y algo mas abajo, en los valles templados, la racacha, los camotes, los sapallos, la yuca ó mandioca y el maiz: siembran igualmente estas mismas plantas en los valles cálidos, al mismo tiempo que el maní, el arroz, los plátanos, los papayos, la gualuza, el tabaco, la coca, la caña-dulce, el algodon y la piña, conocida mas comunmente fuera de Bolivia bajo el nombre de ananá.
Si el temperamento sano de las dos primeras regiones permite que puedan realizarse en ellas toda clase de mejoras, no se puede esperar otro tanto de la region calurosa, en donde reinan, sobre todo en el fondo de los valles, fiebres intermitentes que atacan con vigoroso encono á todos los que fijan allí su residencia.
Por lo demás, siéndoles dobladamente mas fácil á estos indígenas el ganar mucho dinero, con ir solamente á buscar sobre las montañas de Motosolo, del fuerte de Amantala, de Yuncapampa y de los alrededores de Tapi, la cascarilla en ellas tan abundante, descuidan casi enteramente la agricultura, lo cual hace que los frutos de primera necesidad sean escasisimos y muy caros. Hay otra porcion numerosa de indígenas, cuya ocupacion consiste en conducir las tropas de llamas, con las cuales trasportan los artículos, ya de importacion, como producciones naturales de los otros puntos de la provincia, ya de esportacion como la quina, etc.
La poblacion de Pelechuco, unida con la de Suches y la de los lugarejos adyacentes, es de dos mil quinientas almas poco mas ó ménos.
Hallándose sobre el tránsito mismo de la única entrada de la provincia, su posicion comercial no puede ser mas aventajada. Así pues, todas las mercancias y los objetos de trueque llevados por los comerciantes, como tambien todos los frutos de los demas cantones interiores, pasan indispensablemente por su plaza: razon por la que el gobierno ha creido conveniente colocar en este punto un recaudador de aduanas, dependiente de la administracion principal de La-Paz.
El camino que se trae para venir de Suches á Pelechuco es el siguiente. Se suben primero como tres leguas por los collados hasta el alto de Cololo, en seguida se anda una legua bajando la cuesta por un camino nuevo; despues legua y media de collados practicando al fin una breve ascension hasta Calantica; hay que bajar por último dos leguas y media hasta la Garita, de donde solo falta una legua para llegar á Pelechuco. Este camino muy mal atendido, y por el que se percibe, sin embargo, un derecho de peage, seria muy fácil mantenerlo en un buen estado, por la abundancia de toda clase de materiales, propios para el efecto, que se encuentran allí tan á la mano. De Pelechuco hasta Pata que está al nordeste, hay treinta y tres leguas de camino. Empieza este por la costanera derecha del valle de Pelechuco, y sigue constantemente ya bajando, ya subiendo del lecho de los rios á la cumbre de las lomas que separan á estas dos poblaciones. He aquí para mejor inteligencia los detalles de este camino, junto con sus distancias.
Leguas
Partiendo de Pelechuco, se sigue siempre en descenso por la pendiente de las montañas hasta llegar, despues de haber pasado por Piguara y Lavanara, al rio de Santa-Ana. 6
Del rio de Santa-Ana se sube una cuesta de media legua hasta Gocotica. 1/2
Luego se sigue por la ladera de la montaña hasta Pasto-Grande. 1
Se baja de la montaña por pendientes muy ásperas hasta llegar á Taunaza. 1
De donde solo falta practicar una bajada muy fácil para ponerse en el rio de Pilcobamba. 1/2
Despues de haber pasado el rio, que no es sino un torrente poco caudaloso, se trepa la montaña hasta un sitio llamado Huancapata. 1-1/2
Se baja en seguida por un camino pedregoso hasta Quichara. 1-1/2
Practicando subidas y bajadas de poco tiro, se llega á Chamaljata; 1
Y siguiendo por la ladera de la montaña, á Culi. 1/2
De allí, tan pronto subiendo tan pronto bajando por las mismas laderas, á Mamaljata. 2
De donde solo falta que bajar hasta el rio del Puente-Grande, el cual, mas considerable que los otros, se pasa en efecto por medio de un puente de leños entretegidos y bien afianzados. 2
Dejando el rio del Puente-Grande, se suben algunas cuestas, y se sigue por la ladera hasta Paracorin. 1
Se suben y bajan algunas pequeñas cuestas hasta Huayamacan. 2-1/2
Se sigue despues por la ladera, y por cuestas poco espaciosas, hasta al lugarejo del Fuerte. 1
Hay que subir una pequeña cuesta, y descenderla en seguida, por un sendero de los mas escabrosos, hasta Sampulo. 1
Se suben y bajan otras dos, cuyos caminos son igualmente malísimos, hasta el rio de Amantala, el cual bastante ancho, arrastra siempre un caudal considerable de agua. 1
Del rio de Amantala se trepa una montaña por el espacio de una legua, y se anda otro tanto, siguiendo por su ladera, hasta llegar á Ayapata. 2
Se baja luego á Raqui-Raqui. 1
Despues el collado hasta Santa-Rosa. 1
Hay que subir todavía á Cuquiputa. 1/2
Y á Cruz-Pata ó San-José. 1/2
En seguida se baja, se sube y se anda por la ladera de los collados hasta Petiapo. 2
Despues de haber descendido al valle de Pata, se camina una legua. 1
Y atravesando el rio del mismo nombre, lleno de atolladeros, solo falta que subir otra legua para encontrarse finalmente en el pueblo. 1 _______
Este canton, situado sobre una colina cubierta de plantas gramineas y de tal cual boscage ralo, se compone de unas cuantas chozas puestas en hilera: sus habitantes, que son los indios quichuas, alcanzan apénas al número de ciento sesenta y cinco. Esta pequeña poblacion disfruta, en medio del pais mas fértil del mundo, de un temperamento húmedo y abrigado, muy agradable por lo tanto. A pesar de la carestía de agua que se esperimenta, aun en la misma aldea, los lugares circunvecinos ofrecen inmensos recursos, tanto para la cría de ganados, como para el cultivo de las plantas tropicales. Las anchas playas del rio Tuyche qué está á poca distancia, los bosques de sus orillas, las llanuras de Piliapo, la quebrada de San-Antonio, y otros muchos parages donde los habitantes usurpan á la accion constante de la vegetacion silvestre algunas partículas de terreno para sus labranzas, prueban en efecto la grande feracidad de aquellas regiones casi desiertas. Nada mas que con el cultivo de la tierra, podria mantenerse allí una numerosa poblacion, miéntras que al presente solo hay un puñado de hombres que se encuentran perdidos, por decirlo así, sobre ese suelo virgen todavía.
Hoy los habitantes recogen la cantidad suficiente para ellos, de arroz, de maiz, de yucas, de bananas, de caña dulce y de maní; mas su comercio consiste solamente en un poco de arroz y de tabaco, que suelen cambiar por géneros y vestidos. Hay algunos, sin embargo, que prefieren ir á esplorar las selvas para recoger las producciones naturales, como la cascarilla, la copaiba, el estoraque, el incienso y el copal. Estos indígenas se ocupan tambien en la pesca de sábalos y de bagres que abundan en el rio Tuyche, así como en cazar los innumerables pájaros, los monos de diversas especies, los venados, ó mil otros cuadrúpedos que andan errantes por los bosques.
Las colinas podrian ciertamente proporcionar el alimento necesario para el pastoreo de numerosas tropas de ganado vacuno; pero actualmente no poseen los habitantes arriba de treinta vacas, por los estragos que les causan los tigres[1] tan abundantes en aquellas comarcas, y los que no pudiendo perseguir libremente en la estacion lluviosa sus presas selváticas, se van á los lugares altos, donde para alimentarse tienen que atacar á los ganados.
[Nota 1: Felis onca.]
Pata se encuentra siete leguas al este sudeste de Santa-Cruz de Valle-Ameno: para encaminarse de aquel á este último punto, se toma una senda trazada para las mulas, llevando el itinerario siguiente:
Leguas.
Partiendo de Pata se sube por una pendiente fácil hasta Huichu-huichu. 1-1/2 Se sigue luego la ladera de la montaña hasta Tentacion. 1-1/2
En seguida se baja por un camino muy malo hasta la Palizada. 1/2
Hay despues un llano pantanoso y lleno de hoyos, en el cual han tenido que colocar multitud de troncos atravesados para facilitar la circulacion: sin embargo, la mala construccion de este camino y el poco cuidado que se tiene de él, hacen que su tránsito sea muy dificultoso para las mulas, sobre todo en la estacion de las lluvias. Atravesando este llano se llega á San-Juan-Pampa. 3
De donde no hay sino una mala calzada que andar
para ponerse en Santa-Cruz de Valle-Ameno. 1/2
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TOTAL leguas 7
Doce leguas al norueste de Pata se encuentra su anejo de Moxos: para transportarse á este lugar hay que atravesar el rio Tuyche, siguiendo despues por las montañas hasta llegar á un valle, en el cual está situada la aldea.
Edificada sobre una colina cubierta en partes por plantas gramineas, esta aldea cuyos alrededores son fértiles y muy propios para la labranza de la tierra y para la cria de ganados, sobre todo en los valles y las quebradas, reune por lo visto poco mas ó ménos las mismas circunstancias en que se encuentra su parroquia: pero aunque su poblacion no es tan crecida como la de esta, pues que solo consta de ciento veintidos almas, su posicion es mucho mas ventajosa con respecto á las condiciones de existencia. Colocada efectivamente en un sitio mas elevado, sus valles pueden producir las plantas tropicales, y sus montañas circunvecinas las plantas de las zonas templadas, tales como el trigo, las papas, etc. Los llamas, estos dóciles cuadrúpedos, penetran hasta Moxos llevando las mercaducarías, lo cual es una ventaja mas para el comercio, siendo el costo de las mulas mucho mayor.
Pudieran tambien criarse allí ganados con grande provecho; así como estenderse los trabajos de laboreo y de lavaderos de oro sobre las montañas mas inmediatas á la cordillera.
El pueblo de Apolo, hoy dia capital de la provincia, fué fundado á mediados del siglo anterior por los misioneros franciscanos, que reunieron en aquel punto á los indígenas de la nacion apolista, y formaron una mision, la cual habiendo sido adherida en el año de 1800 á las otras poblaciones comarcanas, vino á componer la provincia de Caupolican.
[Nota 1: Bamba es una corrupcion de Pampa, que en lengua quichua significa llanura.]
Apolo se halla situado en el centro de una llanura ligeramente ondeada y cubierta de plantas gramineas. Esta llanura, limitada al sud por unas montañas á las que sus valles y los recodos que estos forman, dan un aspecto muy pintoresco, tiene como de cinco á seis leguas de ancho, y su largo se estiende de norte á sud, como de doce á catorce, figurando un cuadrilongo. Al este se levanta, semejante á una pared, una grande montaña que se dirige de norte á sud, y á la que por su mucha elevacion se ha denominado Altuncama. Hay al oeste una colina baja, interpuesta entre las llanuras de Apolo y las de Santa-Catalina que vienen á ocupar la parte oeste y sudoeste. Este último valle horizontal, que tiene doce leguas de largo sobre cinco de ancho, está cubierto en parte de pajonales, y lo atraviesa el rio Tupili, cuyas orillas se ven adornadas de anchurosos y espesos bosques, los cuales contrastan de tal manera con lo raso del resto, que parecen haber sido plantados por la mano del hombre.
El pueblo está formado de tres grupos distintos. El primero se encuentra situado ántes de pasar el rio, y se compone de casas diseminadas: en este grupo, que se llama la parcialidad de la Concepcion, es donde se hallan establecidos los mercaderes de toda especie de frutos, y á quienes los habitantes nativos dan en su lengua particular el nombre de mataguas, es decir, forasteros. El segundo grupo, colocado en el centro y sobre un ligero promontorio de greda rojiza, está de la otra parte del rio, y encierra la casa consistorial, la iglesia parroquial y el convento de los franciscanos, cuya fachada que mira al este, da sobre una plaza en la que los lados norte y sud se componen de varios edificios, y la parte del este, frontera al convento, de una serie de casas habitadas por los indígenas: estas casas, cada una de las cuales tiene una sola puerta y como de quince á veinte varas de largo, se hallan colocadas sobre la colina en forma de anfiteatro, de suerte que desde el convento se descubre todo cuanto pasa en el interior de ellas. Tal era el modo como las habian dispuesto los franciscanos, con el objeto de estar á la mira de todos los pasos de los indios, y de poder velar sobre sus acciones. En aquel entónces, los comerciantes que venian á la provincia, estaban obligados á hospedarse en el convento para efectuar sus trueques en presencia de los religiosos. Un arroyo separa esta segunda parte, del tercer grupo que se encuentra situado sobre el camino de Aten, y dispuesto en el mismo órden que acabamos de ver en aquella.
La temperatura de Apolo es agradable y sana; sin embargo, como sus llanuras dejan libre acceso á todos los vientos, el aire viene á ser mas seco que en Santa-Cruz. Allí se cultivan los mismos frutos que en los otros distritos; pero la coca es el solo objeto importante del comercio de trueque. Tambien hay en Apolo como de dos mil á dos mil quinientas cabezas de ganado, y si fuesen sus habitantes algo mas hacendosos y prolijos, tendrian ciertamente todo género de bienes en abundancia. Un solo hecho bastará para justificar este aserto, por lo tocante á la gran procreacion de los ganados. Un indio llamado Pedro Chambi, habia reunido con el producto de su industria unas quince vacas, á cuya cria dedicándose luego con esmero, llegó de tal modo á multiplicarlas, que fuera del gran número vendido por él mientras vivió, aun dejó en 1828, al terminar sus dias, como mil cabezas. Se ve pues que con algun cuidado las llanadas y las colinas podrian fácilmente cubrirse de ganados, tanto vacunos como lanares, y aun acaso de caballares. Seria igualmente posible que las montañas de Altuncama, en vista de su elevacion, produjesen la viña y las papas.
La estraccion de la cascarilla ha modificado algun tanto la manera de ser de estos habitantes, enseñándoles á estimar el valor positivo de las cosas, y dándoles una idea del dinero. Por el comercio de este específico han llegado á conocer tambien otros muchos objetos, que les eran enteramente ignorados, y con cuya posesion disfrutan hoy en dia de mayores comodidades. Si hubiese continuado este comercio, no hay la menor duda que los habitantes de Apolo estarian ya bastante avanzados en el camino de una civilizacion, contra la que luchan incesantemente aquellos que se han constituido en directores de estos indígenas, bajo el necio pretesto de que la relacion comercial con los estrangeros corrompe sus costumbres. Aunque pueda esto verificarse algunas veces, no por eso se han de negar las inmensas ventajas que necesariamente debe traer consigo la frecuencia de estas relaciones. El natural de estos habitantes, indígenas todos ellos de la nacion apolista, y cuyo número no pasa de dos mil setecientos setenta y cinco, es el mas apacible, y dócil: amantes de los placeres, buscan ante todo las diversiones. Las numerosas festividades del cristianismo, aumentadas todavía por los usos locales, les proporcionan frecuentemente la ocasion de reunirse para entregarse á las dansas alegres y jocosas, estimuladas por las repetidas libaciones de aguardiente, del cual abusan algunos hasta privarse de la razon. Tal es el modo como pasan la vida, sin pensar en ocuparse, ni en su porvenir, ni en el de sus hijos, confiados probablemente en la riqueza natural del pais, cuyos productos bastan para la satisfaccion de sus necesidades. Con un carácter vivo y ligero, tienen muchísima habilidad para imitar cuanto se les presenta: así es que reunen todas las cualidades que los hacen susceptibles de civilizarse, mas ántes, quizas que las mismas naciones indígenas de los Andes. Falta únicamente para que pueda esto llevarse á cabo, que algunos hombres benévolos, despojándose de sus intereses particulares, quieran consagrarse al desarrollo de las facultades intelectuales de estos Indios y á su educacion social, gobernándolos moral y físicamente.
Al sudeste de Apolo se encuentra el pueblo de Aten, que dista nueve leguas por el itinerario siguiente:
Leguas.
Saliendo de Apolo, se anda por la llanura hasta Puente-Chico. 1
De aquí hasta Puente-Grande. 2
Y hasta llegar á Pampa-Tupili. 3
Se sube luego la cuesta de Chímasacro-Grande, 1
En seguida se baja, de ella y se toma la falda de la montaña hasta Chímasacro-Chico. 1
Y se anda finalmente hasta Aten. 1
———— TOTAL 9
Su deliciosa posicion le ha hecho merecer á Santa-Cruz el sobrenombre de Valle-Ameno. Nada efectivamente puede haber de mas encantador, de mas pintoresco y alegre que sus alrededores, ni que sea mas apacible y risueño que su morada. Situado en un llano, sobre una pendiente apénas perceptible que se inclina al sud, y al pié de un cerro de forma cónica, este pueblo se halla tambien circundado por colinas bajas, pero que van levantándose gradualmente hácia el norte hasta llegar á formar altas montañas, las que se ven coronadas de palmeras cuyo elegante follage se entremezcla con las copas gigantescas de los árboles mas robustos. El contraste que presentan los llanos con las colinas cubiertas de una vegetacion primorosa y variada, la corriente del rio de Santa-Cruz que atraviesa el conjunto de este cuadro, esparciendo un saludable frescor, todo en fin concurre para hacer que este lugar sea el punto mas agradable de la provincia.
Aunque pequeña, pues que solo contiene novecientos cuarenta y un habitantes, parte de ellos de la nacion apolista, la parroquia de Santa-Cruz es muy aseada, y mirando sus bellísimos contornos, fácilmente se desvia la atencion de la irregularidad de sus calles y edificios. El terreno que la circunda produce con abundancia todos los frutos de la zona tórrida; así es que sus habitantes son todos labradores, y no solamente recogen lo suficiente para su consumo, sino que hacen tambien algun comercio con lo que les sobra; para lo cual ponen á curar al aire y al sol los frutos del plátano, cortándolos primeramente en tiras ó tajadas largas, que despues de secas se trasforman en escelentes orejones. Preparan asimismo el tabaco y la coca, y todos estos productos vienen á servirles para operar sus trueques, á falta del dinero amonedado, que aun no ha entrado allí en circulacion. Se ocupan igualmente los moradores de Santa-Cruz en la cria del ganado vacuno, lo que se consigue con muchísimo provecho sobre las colinas. Hay épocas en que se dedican activamente al acopio de la cascarilla, esplorando los bosques de las montañas vecinas; pero se encuentran estos ya tan destruidos, que al presente se ven obligados á correr diez ó doce leguas para llegar á encontrarla. En cuanto á la pesca y á la caza esta comarca es tan abundante como la de Pata, y sus producciones naturales son enteramente las mismas: se ha descubierto, sin embargo, en los bosques de Santa-Cruz, una infinidad de maderas de ebanistería las mas finas y hermosas, tales como el guayabo, el granadillo, etc.
En resúmen, si esta poblacion quisiese aprovechar todos los recursos de que se encuentra rodeada, dedicándose con mas ahinco, á la cria de los ganados, á la agricultura en el seno de esa tierra tan fértil y en donde la naturaleza le brinda sus tesoros á manos llenas, á la estraccion juiciosamente graduada de la cascarilla y al laboreo, en fin, de las minas de oro y de plomo, que se dice haber en la sierra de Santa-Clara, no hay duda que conseguiría duplicar sus riquezas; mas para esto seria preciso vencer primero esa apatía natural, que conduce á estos indígenas á no trabajar sino lo muy medido para procurarse las cosas indispensables á la existencia. Verdad es tambien que fuera menester, para mover y activar su ambicion, una poblacion mas numerosa y mercados de esportacion mas estendidos.
Santa-Cruz era un lugar muy salubre hasta el año de 1830, en que ya empezaron á sentirse algunas enfermedades, desconocidas hasta entónces, y las que atacaban con rigor á los habitantes. Hoy en dia las fiebres intermitentes han asentado allí su dominio. Algunas personas han creido que provenia esto de la introduccion de árboles pertenecientes á los valles calurosos[1]; pero segun mis observaciones sobre la provincia del Valle-Grande[2], pienso que semejante cambio es mas bien debido al desmonte causado por los incendios, que los habitantes tienen la costumbre de promover cada año con el objeto de renovar la yerba de los llanos y de las colinas. Lo cierto es que muchos lugares, muy sanos en otro tiempo, se hallan al presente invadidos por esa peste destructora, que va en aumento á medida que el desmonte se estiende. Es pues un deber del gobierno el tomar alguna sabia medida para cortar los progresos de semejante mal, y mejorar en lo posible los lugares inficionados.
[Nota 1: Esta es la opinion de uno de los autores de las notas manuscritas, que poseo sobre la provincia.]
[Nota 2: Mas adelante detallaré con amplitud estas observaciones.]
Santa-Cruz está situado al oeste sudoeste de Apolo-Bamba. Para venir á este lugar se andan cinco leguas por el itinerario siguiente:
Leguas.
Se sube la cuesta de Santa-Teresa. 1
Se baja despues esta, hasta Huilipisa. 1
Y se sigue luego por un llano hasta Bacqueria. 1
De donde hay que andar, por un terreno igual, hasta llegar á Apolo. 2 ________
Este pueblo, antigua mision de los franciscanos, se halla situado en medio de montañas, en una hondonada bastante igual, y sus casas, aunque regulares, están desparramadas. Su clima es caliente y húmedo, muy sano por consiguiente, á pesar de las lluvias que caen allí con frecuencia. Su cultivo, sus producciones y su comercio son de la misma naturaleza que en Apolo: críanse tambien algunos ganados en las llanuras herbosas de Tupili.
El número de sus habitantes alcanza poco mas ó ménos á mil treinta y tres; estos indígenas pertenecen á una nacion diferente de la de los Apolistas, y hablan la lengua tacana, tal vez una de las mas chocantes y duras, así como de las mas guturales de América. Su carácter, análogo al lenguaje, es irascible, tenaz, lleno de altanería, y muy poco alegre; son sin embargo mas inclinados al trabajo que los Apolistas, sobretodo á la agricultura y á las correrías escudriñadoras en el seno de las florestas. Cada individuo de esta poblacion, como ya hemos dicho en otra parte, está obligado á construir él mismo, sin ayuda de otros, la casa que mas tarde ha de habitar con su familia; si llega á faltar á esta costumbre, probablemente conservada desde su estado salvage, se llena de oprobio, despojándose de la dignidad de hombre. En estremo pródigos y amigos de la ostentacion, y ansiando siempre poder adquirir ornamentos lucidos para engalanarse ellos y sus mujeres, no hay trabajos, por penosos que sean, que no estén dispuestos á emprender á fin de procurarse tal satisfaccion. Prefieren sobre todo los vasos y demás vajilla de plata, para colocarla como un adorno sobre sus mesas, ó las vestimentas estrañas, cubiertas de galones y de bordados relucientes, con que se componen para salir á las procesiones del culto católico, tratando de distinguirse de los demás por lo brillante y singular de tales arreos.
Las facciones de los Atenianos son bastante toscas, sin que haya en esto diferencia alguna entre ámbos sexos: tienen la nariz corta y chata, la tez demasiado trigueña, y casi todos ellos están salpicados de manchas blancas por el cuerpo y en la cara, lo que contribuye á darles un aspecto muy estraño.
Un episodio de la historia de la provincia, particular á Aten, hará conocer la índole de sus habitantes[1]. En 1811, en consecuencia de haber sido derrotado por los Españoles el destacamento del ejército patriota, que bajo las órdenes del general Pinelo se encaminaba del Cuzco hácia La-Paz, el doctor Muñecas, secretario de aquel jefe y eclesiástico de mucho mérito, se refugió con algunos otros oficiales y patriotas en el valle de Larecaja, donde logró con su influencia sublevar en tropel á los habitantes contra los Españoles. Despues de una lucha larga y encarnizada, despues de haber combatido con un valor heroico por la causa de la libertad y de la independencia, estos soldados improvisados habiendo sido finalmente vencidos por las tropas aguerridas y ordenadas de los Españoles, vióse forzado Muñecas á dejar Larecaja, de donde se encaminó, con algunos de los suyos, por el rio Iuyo hasta Aten. Inmediatamente sublevó á los indios atenianos y logró con ellos apoderarse de Apolo. Los Españoles, que no lo perdian de vista, poco tardaron en mandar tropas para combatirlo. El capitan D. Agustin Gamarra fué comisionado para esta empresa; y habiendo llegado á vencer en todos los encuentros á los patriotas, tan inferiores en número, tan poco aguerridos, y desprovistos enteramente de armas, se aprestaba para la toma de Aten, que debia coronar su triunfo. Doce Atenianos, mandados por el capitan Pariamo, no pudiendo resistir en campo raso á cien soldados de tropa veterana y á quinientos flecheros, se emboscaron á distancia de una legua del pueblo, en un espeso monte[2] que se halla situado sobre una colina, resolviéndose á morir allí ántes que rendirse al enemigo. Despues de un combate de dos horas, el capitan Pariamo fué el único que llegó á salvarse, y Gamarra, que se vió dueño del campo, siguiendo la costumbre de los Españoles, empezó por castigar de la manera mas atroz á todos aquellos que él suponia haber tomado las armas para alistarse en el ejército patriota.
[Nota 1: Este interesante pasage pertenece al señor Acosta, que ha tenido la bondad de comunicármelo.]
[Nota 2: Este bosque, uno de los mas impenetrables, ha recibido por esta circunstancia el nombre de Ecoto-sacho, que quiere decir montón cerrado de árboles.]
Aumentándose las persecuciones de dia en dia, y cada vez con mas rigor, un indígena llamado José Pacha, que era uno de los mas comprometidos, propuso á veinte ó treinta familias el abandonar sus moradas para ir á buscar la quietud en lo mas escondido de las selvas. Esta poblacion emigrante se alejó pues, conducida por Pacha, en busca de un recinto donde no pudiese llegar á ser descubierta; y habiendo traspasado los desiertos, finalmente se detuvo en una hondonada, á la que dio el nombre de Irimo: en este lugar, situado como doce ó catorce leguas al este de Aten, permanecieron estos indios mas de siete años sin que se les pudiese descubrir. Como el cauto Pacha habia tenido gran cuidado de que se tomasen todas las medidas necesarias, nada le faltaba á la nueva colonia. Para poder vestirse plantaron algodon, y mientras que se ocupaban los hombres en la caza y en labrar las tierras, las mujeres tejian y cuidaban de las faenas caseras. Pacha, que se constituyó jefe de la colonia, estableció una policía interior muy severa, distribuyendo los empleos segun la edad y los sexos; y todos los trabajos se hacian en comun, alternándose de modo que los que un dia se ocupaban del cultivo, al siguiente iban á la caza, y vice versa; así es que todos los productos se repartian por igual, como si no hubiese mas que una sola familia.
Para no renunciar á la religion católica, los moradores de esta pequeña república construyeron una capilla, colocando en ella algunas imágenes de santos, que hablan tenido cuidado de traer tambien consigo en su emigracion. Pacha, investido ya de los poderes civiles, quiso reunir á ellos el desempeño de las funciones religiosas: él era quien bautizaba, quien santificaba los matrimonios y enterraba los muertos, siendo á la vez el cura, el juez y el legislador de su colonia. Entre las medidas rigurosas tomadas por él, para no ser descubiertos, habia dictado una ley, la cual mandaba que fueran enterrados vivos todos aquellos que, bajo cualquier pretesto, llegasen á ponerse en contacto con los habitantes de Aten; así es que pudieron vivir ignorados por tan largo tiempo, sin que nadie fuese tan imprudente y audaz para quebrantar una ley de esta naturaleza, y cuya infraccion traia en pos tan horribles consecuencias. Hubo, sin embargo, una circunstancia que vino á ponerlos al cabo en descubierto.
Aconteció que una muchacha de trece años de edad, hija de un Manuel Cito, cuya familia se componia de su muger y de esta sola niña, habiendo muchas veces oído hablar del gusto sabroso que da la sal á los alimentos, concibió el deseo, y con este el proyecto, de procurarse esta sustancia. Sin que sus padres se apercibiesen, escapóse del lugarejo y tomando la direccion de Aten, llegó á este pueblo, donde, sin ser vista, se introdujo en una casa aislada, y apoderándose de toda la sal que pudo encontrar, volvió á Irimo con el producto de su robo. Durante su ausencia, que fué de tres dias, el vigilante jefe no dejó de apercibirse de la falta de la muchacha, practicando mil pesquizas para saber de su paradero, é instando estrechamente á los padres para que le dijesen qué era de ella. En medio de estas investigaciones se aparece la joven fugitiva; y por el contenido de su carga se descubre que venia de Aten, donde, por otra parte, ella misma confesó haber estado. Inmediatamente mandó Pacha que la castigasen con todo el rigor de la ley; pero en el momento de la ejecucion, todos los habitantes reunidos imploraron su gracia con tanta instancia, y la pobre niña hizo tantas protestas, que al fin otorgóle el jefe su perdón. A los seis ó siete meses, enteramente olvidada de que habia escapado á la muerte, tentó una segunda escursion con el mismo fin, y habiéndola hecho espiar Pacha por todas la direcciones con la órden terminante de aplicarle las terrible pena decretada por él, fué prendida cuatro dias despues, y ni sus lágrimas, ni su desesperacion pudieron enternecer á sus aprehensores, que la hicieron pasar incontinenti por el horrendo suplicio de ser enterrada viva.
Los infelices padres, sobrecogidos de horror á la nueva de tal acontecimiento, huyeron precipitadamente de Irimo, y fueron á Aten á quejarse al juez del espantoso castigo que acababa de sufrir su hija; poniendo así en descubierto la mansion de Pacha. Ordenó la autoridad que inmediatamente se aprehendiese á este, lo cual así que se efectuó, se le condujo á La-Paz para ser juzgado; pero se tardó tanto en ajusticiarlo, que en 1823, cuando esta ciudad cayó en poder de los patriotas, Pacha se vió comprendido en el indulto general y pudo entónces volver á su pais.
Irimo existe todavía, y se compone de las mismas familias, sometidas al presente á la jurisdiccion civil y eclesiástica de Aten. Sus habitantes, por la grande fertilidad del terreno disfrutan de todas las comodidades de la vida, bajo un temperamento suave y en una posicion deliciosa.
Las aguas del rio de Aten van á reunirse al Mapiri, uno de los tributarios del Beni: por lo demás, esta es la sola corriente del centro de la provincia que no se dirige al Tuyche.
Bajo esta denominacion reunen generalmente las poblaciones del interior, tales como San-José de Chupiamonas, Tumupaza, Isiamas y Cavinas, separadas todas ellas, por inmensos desiertos, de las que acabamos de examinar. Voy pues á describir tambien estos pueblos, misiones antiguas, fundadas igualmente, como queda dicho, por los padres franciscanos.
Saliendo al estenordeste de Apolo, y atravesando por caminos espantosos, llenos de peligros de todo género, en medio de unos desiertos sin término, y al cabo de treinta y ocho leguas de una marcha penosísima, se llega finalmente á San-José de Chupiamonas, que ha tomado su nombre de un rio cuyas aguas rojizas van á reunirse, no léjos de allí, con las del rio Tuyche. El pueblo compuesto de setenta y tres indígenas, en todo semejantes á los Atenianos, y que hablan la misma lengua, está situado cerca de la confluencia que forma el mencionado rio con el Tuyche, el cual es tan ancho en aquel punto, que es menester pasarlo en balsas: así es que los habitantes son muy útiles á los viageros y á los comerciantes, ocupándose en pasarlos de una banda del rio á la otra. En razon del número tan escaso de sus habitantes, se habia pensado en reunir esta poblacion con la de Aten; pero las justas reclamaciones de los negociantes la han hecho conservar como un punto indispensable para el comercio.
La temperatura de San-José es muy cálida, sin que por esto se conozcan allí en manera alguna las enfermedades: su morada no puede ser mas agradable, pues parece que la naturaleza se hubiese complacido en derramar sus dones en aquellos lugares salvages, con una prodigalidad digna de la tierra de promision. El estrangero que llega á San-José quéda pasmado de admiracion al contemplar una vegetacion tan hermosa, y la variedad infinita de frutos que allí abundan. Efectivamente sus bosques ofrecen por todas partes la vainilla, el aceite de copaiba, recinas, cortezas aromáticas, gomas, la cera y la miel de abeja y multitud de plantas medicinales. Críanse allí espontáneamente los frutos mas esquisitos, y entre ellos el cacao, que sin ser plantado crece silvestre por todas partes dando abundantes cosechas. La caza ofrece cantidad prodigiosa de pájaros y de cuadrúpedos: entre estos pueden citarse la gran-bestia, el oso-hormiguero, los perico-ligeros, muchos venados y javalíes, y una especie de cerdos muy pequeñitos, que llaman en el pais quebo-queres. El Tuyche abunda tambien en pescados. Por último, esta tierra extraordinariamente fértil produce arroz, maiz, yucas, maní, bananas, ananáes, algodon y caña-dulce; mas todas estas producciones sirven tan solo para el consumo de la poblacion, y de ninguna manera para el comercio.
Doce leguas al nordeste de San-José, sobre una ligera colina compuesta de pedregales blanquiscos y en medio de un campo horizontal, cubierto de bosques ó de pequeños herbazales, se encuentra situada la mision antigua de Tumupaza[1], convertida al presente en una parroquia. Cuando por los meses de agosto, setiembre y octubre sube uno sobre las colinas, apercibe á lo léjos, sobre muchos puntos diferentes, la humareda producida sin duda por los fuegos de los salvages, que viven desconocidos hasta hoy, en esos lugares tan fértiles circunvecinos á Tumupaza. Esta parroquia, compuesta de ochocientas-ochenta y cinco almas, reune, con respecto á sus producciones de cultivo y naturales, absolutamente las mismas circunstancias que San-José.
[Nota 1: Tumu-paza, en lengua tacana, significa piedra blanca.]
Estos Indios, pertenecientes á la nacion tacana, son bien constituidos y elegantes de talle, tienen el cabello negro y muy fino, la cara regular y la tez de un blanco pálido; su fisonomía es agradable y espresiva, y todo anuncia en ellos la alegría. Son por lo demás muy sóbrios: todo su vestido consiste en una túnica hecha de un tejido de algodon, la cual les cae hasta las rodillas, y no tiene sino medias mangas: andan siempre descalzos, y tampoco se cubren la cabeza. Las mujeres son muy aseadas, y gustan mucho de los afeites: queriendo sacar á la naturaleza, á este respecto, de sus límites ordinarios, desde su juventud empiezan á ponerse brazaletes y ligas de tejidos de algodon, para modificar por este proceder sus brazos y piernas, y aparecer mejor formadas de lo que son. Tambien se adornan el cuello con corales falsos, y son tan exageradas en este punto, que si les fuera posible llevarian sobre sí un almacén de semejantes atavíos. Vístense lo mismo que los Indios con una túnica de algodon, pero sin mangas, á la que dan el nombre de dapi. Esta túnica, blanca, azul ó roja, la reemplazan, cuando pueden, por un vestido de zaraza floreada á grandes ramages y de fondo punzó: andan igualmente descalzas. Todo el haber de una familia consiste, por lo demás, en una casa, en algunos utensilios de cocina, en instrumentos de caza, como el arco y las flechas, en dos ó tres túnicas, en otras tantas dapis, y en algunas mantas, con que se cubren al acostarse sobre el suelo desnudo.
Los terrenos de Tumupaza son muy productivos; pero la falta de comercio hace que sus habitantes no cultiven sino lo muy preciso para satisfecer sus necesidades. El dinero[1] no es aun conocido entre ellos, reemplazándolo hasta el presente, para procurarse los objetos que necesitan, sus frutos que dan en cambio. El escelente cacao[2], que se cria silvestre hoy en dia por todas partes, puede suministrar lo suficiente para dar abasto á las ciudades mas populosas. Los Españoles creian que, plantado primitivamente este vegetal, habia sido desparramado entre los bosques por los innumerables monos que en ellos abundan: como quiera que sea, él cubre actualmente superficies inmensas, y la sola faena de recogerlo rendiria un producto anual considerable. A pesar de esta abundancia, que va continuamente creciendo por la estension que toman los cacahuales, los indígenas solo recogen lo que les basta para pagar la contribucion personal de seis libras de cacao en pepita por año, para darle su racion de ocho libras al cura, á mas, como de diez á quince libras para trocarlas por los vestidos necesarios á la familia: lo restante, es decir, millares de libras se pierden todos los años, quedando abandonadas á los pájaros y otros animales selváticos. Es muy fácil comprender que hay sin embargo un motivo, para que no quieran los habitantes recoger lo sobrante del cacao: esto es, porque el cura ó el alcalde no los fuercen á llevar sobre las espaldas, por el espacio de sesenta ó ochenta leguas hasta la capital, el acopio de estos frutos. Efectivamente, estos pobres desgraciados son las solas bestias de carga de su pais, y se les fleta de igual modo que á las mulas: cada hombre tiene que llevar, junto con sus víveres, treinta y tres libras de carga, en una cesta llamada chiquito, por un salario tanto mas mínimo cuanto que se paga en mercancias, y que no representan estas sino la mitad del valor real. Cuando hacen estos viajes de transporte, por cuenta del estado ó en servicio del cura ó del alcalde, se les retribuye con la cantidad de catorce reales; y cuando lo hacen por cuenta de los comerciantes reciben tres pesos partiendo de Tumupaza, y tres y medio desde Isiamas.
[Nota 1: Designan la plata bajo el nombre de chipilo]
[Nota 2: Véase la lámina 2]
Es evidente que la onerosa ocupacion que en la actualidad pesa sobre estos infelices, no solamente los entorpece y los hace echar ménos su estado salvage, en el que siquiera se veian libres, sino que contribuye tambien á paralizar uno de los ramos mas productivos del comercio de la república.
Si en el estado actual se ocupasen mas activamente los habitantes en la cosecha del cacao, llegarian á centuplicar sus recursos; pero para esto seria menester, ante todo, abrir caminos practicables para las mulas, ó emprender la navegacion por el Tuyche. Una pequeñísima parte del año invertirian en esta faena, pudiendo dedicar el resto al tejido de los algodones, para no tener que pagar un duro por la vara de esos malísimos géneros de algodon que les llevan los comerciantes.
El pueblo de este nombre, antigua mision de los franciscanos, se halla situado diez y nueve leguas al nornordeste de Tumupaza, en el seno de una inmensa llanura entrecortada por bosques y pajonales. El puesto central que ocupa relativamente á los otros pueblos interiores, le hecho merecer la preeminencia de capital del Partido-Chico, y es por lo tanto un vicariato distinto del de Apolo.
En cuanto á la agricultura y á la caza, Isiamas goza de los mismos privilegios que Tumupaza: hay ademas en su distrito una especie de ciervos muy grandes, y suele ser tambien mucho mayor el producto de su pesca en el rio Beni, el cual solo dista de allí, cuando mas unas trece leguas hácia el este. Todos los años, por los meses de agosto y setiembre, bajan los indios á este rio, para recoger gran cantidad de huevos de tortuga, que se encuentran con prodigiosa abundancia sobre sus orillas. Pescan igualmente en los vecinos rios de Tequije y de Itaca, y en una infinidad de estanques y de charcos que se forman cuando los rios salen de madre.
Los habitantes de esta poblacion, que asiende al total de mil ciento setenta, pertenecen á la nacion tacana, y tanto sus costumbres como sus trajes los asemejan enteramente á los Tumupaceños.
Los bosques de Isiamas están llenos de árboles cuya madera es muy estimada para la ebanistería; podemos citar entre ellos el jacarandá y la caoba: hay tambien allí multitud de árboles resinosos, tales como el sandragon, y de plantas oleaginosas como el tumijojo (nombre equivalente á pepita de piedra) que es una palmera, cuyos cocos sumamente duros, contienen almendras llenas de aceite: este se estrae solamente para alimentar las lámparas de las iglesias, y muy rara vez para el comercio. Sacan tambien el aceite de otras especies diversas de palmeras, como del comoruru, por ejemplo, que tiene la corteza espinosa, y de la tuema y del asajo. Esta última es la que de preferencia plantan, hasta en las mismas poblaciones, cerca de las casas; en donde se suelen ver igualmente algunos tamarindos.
Es poco notable la cria de ganados en Isiamas; se encuentran allí, sin embargo, algunos caballos.
Esta parroquia, situada á una distancia inmensa de Isiamas[1], es la última mision que se encuentra al norte de la provincia. Partiendo del pueblo que acabo de nombrar, se llega á Cavinas navegando por el rio Beni, el cual pasa hácia el este á poco trecho de este lugar. Aunque seria muy fácil entablar por tierra una comunicacion, abriendo un camino en medio de los llanos, no hay duda que la navegacion es preferible, siempre que se sustituyan á esas balsas formadas de troncos amarrados, de que se sirven actualmente, embarcaciones cómodas y regulares.
[Nota 1: El autor de una nota dice que esta distancia es de cien leguas, lo que me parece demasiado.]
El pueblo de Cavinas, habiendo sido reducido posteriormente á las otras parroquias, se halla exento de pagar tributos; su poblacion compuesta de Tacanas, en el número de mil, no tiene mas gefe que su cura, quien está encargado de regirlos tanto en lo espiritual como en lo civil; él es quien conduce sus frutos para cambiarlos por los objetos que ellos desean. Por lo demas, este distrito cuenta con las mismas producciones que Tumupaza, habiendo de particular en él, un árbol gigantesco, que produce cierta especie de almendras contenidas por grupos en una cáscara muy gruesa. Las llanuras servirian ventajosamente para la cria de ganados, si no fuera la inmensa muchedumbre de murciélagos[1] que se ceban por las noches en chupar la sangre á los pobres animales, siendo esto hasta el presente un grande obstáculo para su progreso.
[Nota 1: Especie perteneciente al genero de los vampiros.]
El rio Madidi, que toma su orígen cerca de Carabaya (en el Perú) pasa hácia el norte de Cavinas y no léjos del pueblo, el cual se halla precisamente construido sobre el ángulo muy agudo formado por la reunion de aquel rio con el Beni.
La posicion tan apartada de esta poblacion la pone cuasi en contacto con muchas tribus todavía salvages, pero que se encuentran en las mejores disposiciones para convertirse al cristianismo. Ya en 1830, setenta indios de esas tribus vinieron por su propia voluntad á someterse al régimen providencial de la parroquia; así es que si protegiese el gobierno su conquista, no tardarian todas ellas en constituir nuevas y grandes poblaciones, y esto con tanta mas espontaneidad, cuanto que se sustraerian entónces á las incursiones de los belicosos Machuis, sus implacables enemigos.
Poblacion de la provincia.
Como acabamos de ver, la provincia de Caupolican se compone de diez parroquias, cuya poblacion dividida en tres naciones distintas, es la siguiente, segun las reseñas tomadas en el año de 1832.
+—————————————————————————————-+ | NOMBRES | NOMBRES DE LAS NACIONES, | TOTAL | | | y número de la poblacion | | | de | de cada distrito. | DE | | |—————————————| LOS HABITANTES | | LOS PUEBLOS |QUICHUAS|APOLISTAS|TACAÑAS| de cada distrito.| |——————-+————+————-+———-+—————————| |Suches | | | | | |Pelechuco | 2.500 | | | 2.500 | |Pata | 165 | | | 165 | |Moxos | 122 | | | 122 | |Apolo | | 2.775 | | 2.775 | |Santa-Cruz de| | | | | | Valle-Ameno| | 941 | | 941 | |Aten | | | 1.033 | 1.033 | |San-José de | | | | | | Chupiamonas| | | 73 | 73 | |Tumupaza | | | 885 | 885 | |Isiamas | | | 1.170 | 1.170 | |Cavinas | | | 1.000 | 1.000 | | |————+————-+———-+—————————| | Totales| 2.787 | 3.716 | 4.161 | 10.664 | +—————————————————————————————-+
Esta planilla nos demuestra que la poblacion, enteramente indígena á escepcion del alcalde y del cura de cada distrito, asciende á diez mil seiscientos sesenta y cuatro habitantes, de cuyo número, dos mil setecientos ochenta y siete pertenecen á la nacion quichua, tres mil setecientos diez y seis á la nacion apolista, y cuatro mil ciento sesenta y uno á la nacion tacana. Si se agregan á estas cantidades como tres mil indígenas, todavía salvages, que habitan hácia el norueste, hácia el norte y hácia el nordeste de Tumupaza y de Cavinas, resultará un total general de trece mil seiscientas sesenta y cuatro almas.
Las tres lenguas primitivas de la provincia se hablan aun en ella por todas partes: así en Suches, Pelechuco, Pata y Moxos los habitantes se entienden solamente en quichua; los de Apolo y Santa-Cruz de Valle-Ameno siguen espresándose en apolista; miéntras que en Aten, y en todos los pueblos interiores, la lengua tacana es la sola que está en uso. Como los franciscanos tenian precision de comunicarse continuamente con los indígenas, en cada poblacion se encuentran intérpretes, á mas de que las relaciones comerciales, debidas al acopio de la cascarilla, irán contribuyendo poco á poco á generalizar el uso del castellano entre los indios, que no dejan ya de comprender algunas palabras.
Estos indígenas, generalmente hablando los mas dóciles, se sujetan, sin quejarse jamas, á las leyes que se les impone, siendo al mismo tiempo aptos para todo, tanto por su carácter, como por la facilidad de comprension que es en ellos natural. Lo que dejo dicho en el detalle de cada parroquia bastará para dar una idea de sus costumbres y de sus hábitos; podria solamente añadir que los Caupolicanos son todos pobres, sin que los aflija semejante pobreza, pues que poseen lo necesario para alimentarse á saciedad y para vestirse y procurarse algunos placeres, no pudiendo inquietarlos por otra parte el porvenir de sus hijos, en el seno de esa naturaleza tan fértil. Su pobreza relativa es una verdadera riqueza en el actual estado de cosas; pues ¡como desear los objetos de que no se tiene la menor idea! ¿y porqué trabajar mas de lo que es preciso para procurarse las pocas cosas que les son hoy en dia conocidas? El espíritu de posesion de riquezas, y de ir haciendo acopio de medios para procurarse en el porvenir toda especie de goces, es ya, por decirlo así, un principio de civilizacion desconocido para los pueblos que se aproximan, tanto como el de Caupolican, al estado primitivo. El único modo de remediar esa apatía natural, esa indolencia que se les echa en cara á todas las naciones todavía medio salvages, es hacer nacer entre ellas, por la frecuencia de relaciones comerciales, las necesidades que les son hasta el presente desconocidas. En seguida, el deseo de satisfacerlas, determinará necesariamente los esfuerzos del trabajo, con el que se han de proporcionar los medios.
Debe decirse, en elogio del carácter de estos habitantes, que todos ellos se consideran como si perteneciesen á una misma familia, viviendo en la mas estrecha fraternidad: así, por ejemplo, cuando hay alguno cuya cosecha llega á ser insuficiente para su provision del año, solicita como una cosa muy natural el ausilio de su vecino, quien con la mayor buena voluntad del mundo parte con él todo cuanto posee. Contando pues con los suyos, jamas un indígena pide á los estrangeros la mas mínima cosa. Si dan ellos tan generosamente á sus compatriotas lo necesario á la subsistencia, no se hallan ménos dispuestos á prodigar lo superfluo á los que son sus amigos.
El abuso de las funciones, que con motivo del gran número de festividades religiosas ha introducido el clero en Caupolican, lo mismo que sobre el llano boliviano, es sin duda la causa principal de la ruina y del desórden. Si en semejantes dias los indígenas de los pueblos interiores se contentan con ataviarse grotescamente y llevar sobre sus personas los variados plumages de los pájaros de sus florestas, sin beber otra cosa que la chicha, líquido fermentado, hecho de yucas, el cual ni es muy fuerte ni pernicioso, no sucede así con los naturales de Caupolican, que vestidos con igual estravagancia hacen uso del aguardiente, ocasionándoles esta bebida grandes gastos al mismo tiempo que la pérdida de su salud. Por otra parte, estas festividades religiosas (durante las cuales se ocupan continuamente en beber con sus amigos, pasando así muchos dias consecutivos) son tan multiplicadas, que casi no les queda tiempo para la labranza y demas faenas agrícolas, resultando naturalmente de todo esto grandísimos desórdenes.
Insalubridad de la provincia.
La provincia de Caupolican es generalmente muy sana: jamas se han esperimentado en ella epidemias, y hasta las enfermedades endémicas son raras, ó se hallan confinadas en puntos muy limitados. Decimos esto, porque las dos únicas pestes, que por ahora perjudican al aumento de la poblacion, pueden desaparecer tan luego como se quieran aplicar algunos remedios. La introduccion de la vacuna llegará fácilmente á estirpar la primera de estas pestes, que son las viruelas. La segunda, que hace sus estragos en el interior, es ocasionada por el viento frio del sud. Estraordinaria suele ser la desolacion que causa entre los habitantes de las regiones calurosas la aparicion de este viento, el cual hace bajar inmediatamente la temperatura como de quince á veinte grados, sobre todo cuando sopla despues del viento abrigado del norte. El viento del sud, que trae consigo un frio penetrante, no puede ménos de ser riguroso para unos hombres cuyas vestimentas son siempre las mismas, siendo entretanto muy fácil de concebir que bastaria arroparse un poco mas para moderar sus molestos efectos, cosa que no practican los indígenas, y contraen por ello, como es natural, reumas y pleuresías; ocasionando estas una grande mortandad particularmente entre las criaturas, á las que no se tiene el cuidado de precaver por medio del abrigo contra tan funesto influjo. Hé aquí pues la sola causa de la lentitud con que se acrece la poblacion, á pesar de la fecundidad de las mugeres del pais[1].
[Nota 1: El viento del sur no solamente es pernicioso á los habitantes de los pueblos del interior, sino que destruye tambien algunas veces la cosecha venidera de cacao. Parece que influye igualmente sobre los animales; pues se han encontrado monos muertos de frio, en las actitudes mas singulares y con todas las facciones descompuestas.]
Hay en los llanos una enfermedad llamada espundia, que no es otra cosa que una afeccion sifilítica muy susceptible de propagarse con el contacto. Hasta el presente se ha visto que, cuando ella ataca la boca, la nariz ó otras partes del cuerpo, tanto los naturales como los estrangeros sucumben al cabo de diez ó veinte años de crueles padecimientos. Con la práctica de los métodos curativos, empleados en Francia, llegaria sin dificultad á estinguirse del todo esta dolencia, ó á minorar considerablemente, por lo ménos, sus fatales electos. Algunos rios de las montañas, como el de Amantala, por ejemplo, suelen causar fiebres intermitentes á los moradores de sus orillas, sobre todo en las estaciones lluviosas; pero son contados los lugares donde esto sucede, y el resto de la provincia se halla exento de tales daños. Por lo demás, se ha notado que solamente de pocos años á esta parte, la poblacion de Santa-Cruz de Valle-Ameno se ve infestada por semejantes fiebres, cuya existencia habia sido siempre desconocida. Creo llenar un deber llamando particularmente la atencion del gobierto acerca de este punto. Tambien las provincias de Misqué y de Valle-Grande, que eran muy sanas en otro tiempo, son hoy en dia casi inhabitables; y habiendo observado yo mismo que el mal se aumentaba á proporcion del desmonte ocasionado en las montañas por los incendios, que anualmente se practican para renovar los pastos, estoy persuadido que, haciendo cesar esta práctica, disminuirian desde luego las fiebres intermitentes, y se restituiria su natural y antigua salubridad á esas comarcas.
Productos naturales.
La provincia de que vamos hablando, en razon de sus diversas zonas de temperamento y de altura, y por los accidentes de su terreno ya llano, ya montañoso, presenta los productos mas variados. En Suches y Pelechuco críanse los mismos animales que en el distrito de La-Paz; pero á medida que se baja hácia los valles calurosos, vanse multiplicando las especies. Abundan allí sobre todo los mamíferos: multitud de monos traviesos pueblan los inmensos bosques, ofreciendo á los cazadores indígenas su carne tan sabrosa para estos, y sus pieles no poco estimadas en el comercio[1]: ciervos de todas clases y tamaños[2], gran-bestias[3], javalíes y otros muchos cuadrúpedos, entre los que citaremos el hayupas[4], pueden suministrar una caza abundantísima. Encuéntranse ademas animales muy raros, tales como el perico-ligero[5] y los osos hormigueros[6].
[Nota 1: Mycetes seniculus y Caraya.]
[Nota 2: Cervus paludosus, campestris, rufus, etc.]
[Nota 3: Tapirus americanus.]
[Nota 4: Este es el Paca, Coelogenus fulrus, animal de color obero, bastante parecido al conejo.]
[Nota 5: El Bradypus didactylus y tridactilus.]
[Nota 6: Myrmecophaga jubata.]
A pocos paises ha favorecido la naturaleza tanto como á esta provincia en cuanto á la variedad y belleza del plumage de los pájaros: sus montañas están animadas por millares de ellos, distinguiéndose, entre los mas notables, los brillantes tunquís[1], los cefalopteros[2], los picaflores, los tanagras[3], los ampelies, á cual mas bellos; y una infinidad de loros y de guacamayos habladores[4] que anidan tanto sobre las montañas, como en los llanos. Encuéntranse en estos los surucúes[5] y multitud inmensa de otras especies, admirabilísimas por el lucido matiz de sus plumages. Vecinos á estos, es decir, en las llanuras, se presentan al cazador, como un bocado esquisito, los paujos ó pavas del monte[6], los manacaracos, ó gallinetas montaraces[7], los huangues ó palomas torcazas[8].
[Nota 1: Rupicola peruviana.]
[Nota 2: Cephalopterus ornatus.]
[Nota 3: Una multitud de clases del género Tanagra.]
[Nota 4: Muchas especies del género Ampelis.]
[Nota 5: Especies del género Trogon.]
[Nota 6: Es una especie de Penelope.]
[Nota 7: Es una especie del género Tinamus.]
[Nota 8: Columba.]
Los reptiles son raros en Caupolican, y casi nunca hacen daño á los habitantes.
Entre tanto, cada año se recogen allí en copiosa cantidad los huevos de tortuga de agua dulce[1], tan abundantes en las orillas del rio Beni. Ademas, todos los rios de la provincia están llenos de pescados de diversas especies, entre los cuales los sábalos[2], que suben muy arriba hácia las cabeceras, son los mas numerosos; despues de ellos, el mucie de los Quichuas, llamado tambien velador (pez salpicado de manchas pardas y negras), los bagres[3], los sollos, los suches, y una infinita variedad, que seria demasiado largo mencionar. Hoy en dia pescan los indígenas á flechazos, ó valiéndose de una planta llamada manuno, cuyo jugo difundido en el agua, hace morir inmediatamente los pescados. Por cierto que este último medio puede solo emplearse en un pais en donde no se teme destruir al mismo tiempo la pesca venidera: en Francia, como en otras partes de Europa, tendria buen cuidado la policía de tomar sus medidas para vedarlo.
[Nota 1: Probablemente una especie del género Emys.]
[Nota 2: Paca lineatus.]
[Nota 3: Especies del género Pimelodus y Bagrus]
La vegetacion ofrece en sus variedades infinitas una porcion de plantas utilísimas al hombre. Abundan allí sobre todo las maderas de construccion, y pueden citarse, entre las mas convenientes para la fabricacion de mubles de lujo, el granadillo y el guayabo[1]. Un árbol enteramente parecido al box europeo, tan útil para los grabados, se encuentra entre otras muchas especies, aplicables á diversos objetos y que allí se presentan á escoger. Las numerosas palmeras, á la vez que suministran una madera dura como el hierro, de la que se sirven los indígenas para hacer sus flechas, producen frutas jugosas y cocos aceitosos, susceptibles de utilizarse con grande provecho: hay otros árboles, tales como el que da las almendras apiñadas, de cuyos frutos se estraeria tambien gran cantidad de aceite. El copaibo, y los árboles que crian las resinas mas variadas, como el estoraque, el copal, el incienso, la sangre de drago, la grimilla, el acco-acco, etc., etc., son abundantísimos en los bosques: mencionarémos asimismo los árboles productores de la goma elástica ó cautchuc, y algunos otros, tales como el yusuma ó canelon, que brindan sus cortezas aromáticas, del mismo modo que el campeche y el yarunilas ofrecen sus materias propias para teñir. Finalmente, la inmensa variedad de formas botánicas presenta toda clase de recursos industriales y comerciales.
[Nota 1: Llamado comunmente en Francia palixandre ó palissandre]
Entre los productos de las plantas silvestres, aun podemos citar el cacao, que ha llegado á formar en los pueblos interiores bosques considerables, que se estienden cada dia mas y mas, prometiendo recursos inagotables al comercio: sucede otro tanto con la vainilla, que crece naturalmente en las selvas.
Las plantas medicinales son multiplicadas; colocarémos en el primer rango la cascarilla[1], que abunda sobre todas las montañas vecinas á los pueblos de Pata, Moxos, Santa-Cruz de Valle-Ameno, Apolo y Aten, en donde se acopia solamente la que se cria en los alrededores, mientras que superficíes inconmensurables, tanto al norte como al sud, están vírgenes todavía, sin que jamas se haya efectuado en ellas el corte. Hay otras plantas medicinales, conocidas tan solo en el pais, como el matice[2] de los Españoles, que los indios llaman moco-moco, y cuyas hojas astringentes cierran las heridas, cortan la gangrena, y son antiescorbúticas; el vejuco[3], antídoto famoso en el pais contra la picadura ponzoñosa de las serpientes; el ebacua-ruro, nombre que significa, en lengua tacana, simiente de hijos: esta planta se compone de unos bulbos pequeños, que los indios echan en infusion en el vino, dando á beber el líquido resultante á las mujeres estériles con muy eficaz resultado. El tribi-cirué tiene entre tanto una virtud contraria á la del ebacua-ruro. Los indios del interior de la provincia, en vez de la llipta (pasta dura compuesta de cenizas llenas de potasa) que mascan junto con la coca los indígenas de los altos llanos, se sirven de una planta llamada chimacro. Emplean igualmente el chepereque como un medicamento escelente.
[Nota 1: Especie del género Cinchona]
[Nota 2: Especie de Piperace.]
[Nota 3: Especie del género Aristoloquia.]
Hay tambien allí multitud de plantas venenosas, entre las cuales es muy notable el árbol del manuno, que se cria en las inmediaciones de Pata: cuando se toma del negro, y en una dósis copiosa, es un veneno sumamente activo; pero si se toma del blanco, no es otra cosa que un simple purgante. Se hace mucho uso de esta planta para pescar en los estanques, donde tan luego como se arroja, da la muerte á todos los pescados, sin que la carne de estos llegue con tal motivo á ser dañosa: suelen llevar tambien al interior este vegetal, para emplearlo, ya en la pesca, ya en la destruccion de los gusanos, que atacan á las bestias valiéndose de las heridas que les dejan los sanguinarios murciélagos.
De todos estos productos naturales de la vegetacion, solo se esportan, tal cual madera de ebanistería, cuando expresamente se hacen algunos pedidos de ella; cierta porcion de aceites de coco, de almendra y de copaiba; las recinas del estoraque, del copal y del incienso; y sobre todo, mucha cascarilla y buena cantidad de cacao.
No son menores las ventajas naturales que presenta en aquel pais el reino mineral. El oro abunda particularmente, estendiéndose sobre una superficie considerable: se encuentran muchas minas de lavadero, ó aventaderos de este preciado metal, en las cercanías de Suches, donde los Incas las beneficiaban antiguamente, y siguen hoy beneficiándola los actuales moradores; pero la carestía de agua es un grande obstáculo para este género de laboreos. Hay ademas mineros de veta en el rio Mutu-Solo, sobre las playas de Pelechuco, y mas arriba de la aldea de este nombre. Las montañas de Suni-chuli, en la direccion de Charasani hácia el norte de Pelechuco, encierran las venas mas ricas: las ofrece igualmente el rio de Amantala. Se hallan tambien algunos lavaderos sobre las colinas del rio de Santa-Rosa y en el rio de Aten, sin que se practique el laboreo en ninguno de estos puntos. En todos los lugares donde se encuentran rocas silurianas, representadas por pizarras azulinas, puede afirmarse la existencia del oro; pues que este metal, cuando se halla en el fondo de los valles, proviene de la denudacion geológica de esas rocas. En las montañas de Santa-Clara, cerca de Santa-Cruz-de-Valle-Ameno, se ha descubierto últimamente una mina de plata y de plomo, la que tampoco se beneficia.
Productos industriales.
Tanto en Suches como en los alrededores de Pelechuco se dedican los habitantes de Caupolican á la cria de las llamas. Los otros pueblos poseen cierto número de vacas, algunos rebaños de ovejas y unos cuantos caballos mulas y burros; pero están muy distantes todas estas poblaciones de tener lo suficiente en ganados para proveer á sus necesidades, así es que se ven obligadas á comprar algunos mas á los comerciantes que van á la provincia.
Los productos de labranza son algo mas considerables: en las cercanías de Suches y de Pelechuco cultivanse las papas, la cebada para el pastoreo, el trigo, la quinua, la oca[1] y todas las plantas de las regiones frias. En los demas distritos, donde la temperatura es mas caliente, se siembran, el maiz, el arroz, la coca[2], el café, superior á todos los del mundo, el tabaco, el algodon, la caña-dulce y otros muchos frutos, como el papayo, los sapallos, las sandías, la racacha, los camotes, la gualuza, la yuca ó mandioca[3], juntamente con el maní, los ananáes, la palta, el banano ó plátano y los naranjos. En algunos pueblos del interior se ha introducido ademas el tamarindo.
[Nota 1: Especie del género Oxalis que hoy se planta en Europa.]
[Nota 2: Al ocuparme de la provincia de Yungas hablaré sobre la cultura y el empleo de esta planta.]
[Nota 3: Es una especie del género Janipha]
Estas producciones agrícolas, sirven para el consumo de la misma provincia, esceptuando solamente la coca, el tabaco, el café, el arroz y las bananas de que se hacen orejones; frutos con que los indios efectuan sus trueques por mercancias estrangeras.
Comercio.
Los frutos de toda especie, que se aplican al comercio de la provincia de Caupolican, pueden avaluarse como sigue.
Coca, 20,000 arrobas á 4 pesos. 80,000
Cacao, 10,000 libras á 1 peso en trueque. 10,000
Tabaco, 1,00 mazos á 4 reales en trueque. 5,000
Arroz, 100 quintales á 8 pesos. 800
Diversas drogas, maderas, pieles de monos, loros, etc. 1,000
Cascarilla, 3,000 quintales á 8 pesos[1]. 33,000
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TOTAL 129,800
[Nota 1: Cuando el Gobierno llegue á entablar el Banco de rescate de cascarilla, no hay duda que su producto se verá doblado, pudiendo contar entónces la provincia con una renta anual de 66,000 pesos.]
El presupuesto de gastos de la provincia es el siguiente:
Contribucion personal de los indígenas. 7,800
Derechos de aduana. 16,000
Sueldos de los curas, en frutos y en dinero. 12,000
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TOTAL 35,800
Se ve pues, por la diferencia de ámbos totales, que la provincia dispone todavía de 94,000 pesos; sirviendo esta cantidad á sus habitantes para la adquisicion de las mercadurías que les vienen del esterior.
El comercio de esportacion se practica con las provincias vecinas, situadas sobre la alta planicie del departamento de La-Paz, y con algunos puntos del Perú. Este comercio, como ya se dijo al hablar de las parroquias en particular, es puramente de trueque, arreglado sobre valores ficticios bien inferiores al valor positivo, redundando por lo tanto en pingüe provecho de los mercaderes ambulantes, que van al efecto hasta Caupolican. Los artículos comerciales de importacion son: la carne fresca ó salada, el sebo, los quesos, el pan, la sal, la harina, el aguardiente: toda clase de gruesos tegidos indígenas de lana y de algodon para el uso de los indios, cierta porcion de telas europeas para los empleados: las mulas, los caballos y algunos burros de carga para los trasportes.
Las facilidades de comunicacion son en todo pais el primer requisito para el adelanto del comercio y de la civilizacion. A este respecto, y como debe haberse ya entrevisto por los itinerarios que quedan detallados, los malos caminos han sido siempre en la provincia de Caupolican el principal obstáculo á la propagacion del comercio: este estado de cosas era entretanto mantenido de propósito por los empleados seculares ó religiosos, á fin de conservar esclusivamente para ellos el monopolio de trueques. Habiendo pues el gobierno descuidado del todo y por largo tiempo la reparacion de los caminos, no podia ciertamente existir el comercio sinó á riesgo de los hombres y de los animales; así es que el negociante, al realizar sus ventas, se veia precisado á contar en el presupuesto de pérdidas las mulas que se estropeaban y las que perecian por causa de los malos caminos. Los inmensos espacios de terreno pantanoso, sobre los que se colocaban algunos troncos atravesados para facilitar la circulacion, eran sobre todo los tránsitos de peligro, porque donde llegaba á faltar un tronco caia luego la pobre mula, quebrándose la pierna, ó sumiéndose hasta los encuentros en el profundo lodazal. Felizmente el actual gobierno se aplica ya con mucho conato en mejorar estos caminos, deseoso de dar mayor impulsion al comercio. Se han renovado algunos antiguos, y hase abierto uno nuevo de veintidos leguas, que va de Apolo hasta Guanay.
Entre tanto, los gravámenes personales que pesan sobre los indios del interior, obligados como están á reemplazar á los animales de carga, trasportando sobre las espaldas y por larguísimas distancias toda clase de mercancias, son sin duda alguna, la causa que hace mas tardío el adelanto comercial en aquellas comarcas, paralizando hasta el deseo mismo de cosechar los frutos que la naturaleza ofrece espontaneámente por todas partes.
Mejoras, agrícola, industrial y comercial de que la provincia es suceptible.
Este capítulo deberia ser muy largo, en razon de la variedad del terreno y de las diversas zonas de altura que presenta la provincia; mas como tengo que examinar, al hablar de Moxos, la cuestion concerniente á las llanuras cálidas, y en la seccion de Yungas lo que respecta á las montañas arboladas, calurosas y templadas, así como en la de La-Paz lo tocante á las encumbradas planicies y á las montañas rasas y estériles, me remito á estas diversas provincias para la indicacion de las mejores que les son comunes con Caupolican, siéndome permitido el apreciarlas con tanto mas acierto en aquellos lugares, cuanto que por mí mismo he recogido en ellos notas muy prolijas sobre la materia. Me ocuparé pues, por ahora, solamente de aquellas modificaciones importantes, que me parecen mas especiales á la provincia de Caupolican.
Acaba de verse que hoy en dia, á pesar de la abundancia de pastos escelentes que presenta la naturaleza sobre las alturas de Pelechuco, en las cercanías de Pata, de Santa-Cruz de Valle-Ameno, de Apolo y de Aten, á pesar de los que ofrecen con profusion los llanos de los distritos interiores, la carne fresca y el tasajo se cuentan entre los artículos de importacion comercial.
Si se fomentase la cria de ganado vacuno, es indudable que en vez de recibirlo del esterior, vendria á ser él un ramo importante del comercio de salida: otro tanto sucederia con los rebaños de ovejas, que llegando á multiplicarse suministrarian á la vez su carne y sus lanas en abundancia. Aumentándose en igual proporcion los caballos y las mulas, se activaria considerablemente la esportacion de los frutos, contribuyendo esta circunstancia al acrecimiento de las rentas de la provincia, y á la cesacion de esa penosa y degradante servidumbre que hoy abate á los indios del interior, obligados como están de ir á puntos apartados haciendo el oficio de las bestias; libres ya de semejante cargo estos infelices, emplearian entónces sus jornadas en labrar la tierra, ó en cosechar simplemente las producciones naturales del pais, sin que les asistiese el temor bastante justo que ántes los forzaba á desecharlas.
La dilatada estension de las llanuras del interior seria como en Moxos el centro de la cria de toda especie de ganados; ellas mudarian completamente de aspecto al cabo de pocos años, cubriéndose de millares de vacas y de caballos. Con la posesion de estos, veriase el gobierno de Bolivia hartamente provisto de recursos para su ejército; recursos que están bien distantes de poseer las repúblicas de Chile y del Perú.
Por otra parte, la solicitud en buscar los animales vestidos de hermosas pieles, tales como los marimonos negros y rojos, no dejaria de producir grandes provechos, del mismo modo que la conservacion de las pieles de gran-bestia, que con el curtido se transformarían en cueros los mas convenientes para los arneses de coches; dirémos otro tanto de la piel de los venados, que es tan elástica y suave como el cuero de la gamuza, del que fabrican en Europa los guantes mas estimados, ó el calzado de mayor comodidad.
Los huevos de tortuga que se encuentran sobre las orillas del Beni, darian, por medio de la preparacion empleada en las riberas del Orinoco, la excelente manteca de tortuga, uno de los elementos de la cocina de los indígenas.
Vista la sin igual abundancia de pescado que se encuentra en el rio Beni y en sus tributarios, podria entablarse sobre algunos puntos la pesca en todas reglas; conservando luego por medio de la salazón los productos de ella, de manera que se viniese á crear un nuevo y muy importante ramo de esportacion, el cual no dejaria de ser estimado, sobre todo en las poblaciones de las altas planicies, como las ciudades de Oruro, de La-Paz, etc.
La vegetacion es lo que principalmente ofrece mejoras considerables. Tan luego como la industria de las ciudades se apodere de los productos naturales del interior, llegarán á verse llenas las plazas comerciales de maderas las mas preciosas para la ebanistería, beneficiando así los bosques inmensos que cubren las montañas y los llanos. El box, actualmente tan escaso y tan caro en Europa, y del que no se pueden conseguir grandes planchas, se veria remplazado por esos maderos amarillos, abundantísimos en aquellas comarcas, y que, á mas de ser tan sólidos y compactos como aquel, tienen la ventaja de poder suministrar láminas de todos tamaños á los grabadores.
En cuanto á las paleras, no solamente reportaria de ellas el comercio sus cocos esquisitos y su rica madera para la ebanistería, sinó tambien sus aceites utilísimos á la industria; igual provecho se sacaria de los almendros de cavinas.
Grandísimas ventajas se obtendrian con buscar escrupulosamente las varias y útiles resinas, sobre todo el copal, que es el primer elemento del barniz mas hermoso que se confecciona en Europa.
La importancia de la goma elástica, empleada en el continente europeo para la fabricacion de diversos artículos, como los corsees, las ligas y los tirantes ó suspensores, se aumenta de dia en dia, constituyendo el mas importante ramo del comercio y de la industria de los habitantes de Para, que van esclusivamente á dedicarse á su cultivo en grande, ¿qué impedimento hay para que la rica provincia de Caupolican no pueda hacer otro tanto, siendo tambien poseedora de este vegetal?
La cascarilla, que durante algunos años ha dado millones al comercio, aun no tiene cuando agotarse. Hasta el dia de hoy solo se ha practicado el corte en las inmediaciones de los lugares habitados, y mucho importaría el estraerla de lodos los sitios en donde se encuentra. Segun informes que he podido recoger, los indios dedicados á esta faena se dispersan por las montañas, y así, aislados uno á uno entre los bosques, cortan la preciosa planta sin ningún género de precauciones, sin elegir siquiera la estacion mas apropiada para el caso. Desprovistos ademas de parages donde ponerla en depósito y á cubierto contra las frecuentes lluvias, les acontece muy á menudo el malograr completamente sus acopios, ó el verlos en gran parte averiados. Siendo pues evidente que la cosecha de la cascarilla está destinada á ser uno de los ramos mas seguros de las rentas del Estado, convendria mucho que las autoridades reglasen el modo de practicar el corte, dictando para ello ciertas ordenanzas, cuyo principal objeto fuese poner un término á la destruccion que se generaliza y cunde por todas partes, dejando marcada en algunas la huella de su tránsito, con la ausencia total de los árboles que la mano de la naturaleza habia plantado.
La necesidad de conservar sus maderos de construccion, de carpintería y hasta los que se destinan para servir de leña, ha obligado á la Francia, hace ya mucho tiempo, á crear la Administracion de Bosques, que tiene por objeto cortar los abusos de todo género á fin de conservar recursos para el porvenir. Tiempo es ya tambien de que Bolivia, en donde aun pertenece al Estado mas de la mitad de los terrenos, trate de crear un cuerpo vigilante y activo que tenga á su cargo;
1° Poblar de árboles europeos, tales como el abeto, el abedul ó álamo blanco, etc., las montañas vecinas á La-Paz, á Chuquisaca y á Potosí, á fin de proveer á estas grandes ciudades de leña y de maderas de carpintería;
2° Prohibir, bajo las penas mas rigurosas, el desmonte por medio del fuego; lo cual impidiendo detenerse á las nubes acrecenta de dia en dia la falta de humedad, y priva por lo tanto á los campos de su riego natural, haciéndolos estériles, ó deja que los aguaceros impetuosos, teniendo el paso libre, arranquen y arrastren sobre las alturas la tierra vegetal, á la que suceden rocas desnudas é infecundas en los lugares donde crecian los árboles mas hermosos;
3° Evitar que los indígenas arranquen en vez de cortar los arbustos que suministran la leña y el carbon, para que puedan estos volver á echar renuevos; disponiendo, ademas, que los cortes se afecten por tablones sucesivos, lo cual impedirá la destruccion completa que se hace ya sentir sobre muchos puntos donde crecen plantas leñosas;
4° Practicar la estraccion de la cascarilla en grande, pero con arreglo á ciertas ordenanzas, y fijando ante todo la estacion mas propicia, para que al mismo tiempo que se aproveche en la totalidad el producto de las cosechas anuales, pueda siempre conservarse esta planta para el porvenir. Entre tanto, las medidas mas eficaces que creo deber señalar, para la conservacion y regular beneficiacion de este ramo importante de las entradas del erario, son las siguientes.
1ª Puede el gobierno de la república hacer contratar en Europa un empleado de Bosques, inteligente y versado en el manejo y la aplicacion de mejoras sobre la materia, para confiarle la inspeccion general de los bosques de cascarilla, el cual transportándose de un punto á otro vigile y dirija continuamente á los empleados subalternos colocados en cada provincia.
2ª El empleado subalterno estará encargado de ordenar y dirijir la estraccion de la cascarilla en cada una de las parroquias de la provincia. Para que la cosecha se haga con la perfeccion debida, será preciso empezar desde luego por abrir caminos en direccion á todos los valles donde se cria este vegetal, dividiendo en seguida el territorio en diez secciones, por ejemplo, á fin de no beneficiar sinó una por año, dando tiempo de este modo á las otras de volver á poblarse para cuando les llegue su turno.
3ª La cosecha debe tener lugar solamente en los meses de junio, julio y agosto, que es cuando los tallos se encuentran en un estado mas perfecto de madurez, y cuando la planta contiene mayor cantidad de savia, sin que sea de temer que llegue á secarse en consecuencia del corte.
4ª Es menester dar principio en cada parroquia á la operacion del corte, trazando ante todo un sendero de extraccion, y construyendo una ó muchas barracas en el centro de la seccion que se beneficia, para que los jornaleros dispersos puedan ir depositando en estos sotechados el producto diario de sus faenas, y hacer que se seque allí la cascarilla sin los accidentes de averias ó de completo malogro.
5ª Para no destruir los arbustos al efectuar los cortes, será preciso elegir el momento de su mayor sazon, y cortarlos un poco mas arriba de las raices, sirviéndose para ello de podones; teniendo despues la precaucion, si la cepa no echase retoños, de dejar en reserva algunas plantas de trecho en trecho, las que sembrarán de nuevo y naturalmente sus alrededores, en el trascurso de los diez años intermedios entre cada corte de la seccion.
Si el Gobierno boliviano dictase medidas análogas á las tomadas en Francia para el corte regular de los bosques del Estado, es indudable que nunca se veria en la necesidad de suspender las cosechas de cascarilla, único medio que hoy emplea para impedir la total destruccion de este específico. Todos los años se recogerian productos considerables y de mejor calidad: estos productos conservarian siempre el mismo valor comercial, en ver, de bajar de golpe, como sucede cuando el corte abandonado al arbitrio y discrecion de los indígenas se practica con tal desórden, diriase mejor, con tal desenfreno, que los acopios llegan á sobrecargar las factorías y luego los mercados de Europa, haciendo que se dejen de mano las cosechas en general, durante algunos años.
Finalmente, para que el comercio de la cascarilla tome una estension conveniente, para que pueda, á mas de ser duradero, producir las incalculables ventajas de que es capaz bajo una buena administracion, seria menester que el Gobierno instituyese un régimen severo y bien reglamentado acerca de las cosechas, y que tratase de establecer cuanto ántes el Banco de rescates proyectado, del cual depende la regularizacion de este comercio en el estrangero.
El segundo ramo importante del comercio de la provincia, que tambien puede recibir una inmensa estension, es sin duda alguna el cacao. Se ha visto que cerca de los pueblos interiores de San-José, de Tumupaza, de Isiamas y de Cavinas, los bosques se encuentran poblados de cacahuales, suministrando anualmente abundantísimas cosechas, de que no hacen caso los indígenas por no verse obligados á trasportar su producto sobre las espaldas. Bastaria para poner un término á tal estado de cosas, abolir desde luego esa servidumbre personal, y establecer en cada parroquia, sea factorías particulares al comercio, sea oficinas encargadas de dar á los indígenas, por cuenta del gobierno, un valor equitativo en cambio de las arrobas de cacao que ellos pudiesen recoger. Ademas, haciéndoles familiares ciertas necesidades que aun no conocen, se despertaria entre estos indígenas el deseo de adquirir los medios para la satisfaccion de aquellas, empeñándolos por este medio á no desechar esos productos inmensos y de tanta valía, que todos los años sirven solo para el regalo de los animales de las selvas.
Aunque pudiera la provincia de Caupolican dar incremento á la cultura de su coca, sin llegar por esto y en esto, sea dicho de paso, á competir jamas con las provincias de Yungas y de Muñecas; aunque seria posible fomentar en ella el cultivo del arroz, del café, del maiz y del tabaco, así como ocuparse en el laboreo de las minas de oro que abundan en las montañas, sacando de ellas los especuladores no pocas ventajas; aunque seria dable utilizar tambien el algodon, aplicándolo á la industria fabril para surtir á sus habitantes de géneros de vestimenta, creo que estos ramos comerciales é industriales deben ser de un órden secundario en esta provincia.
Para que cada una de las diversas partes de un territorio rinda el máximum de sus productos, para que el comercio tenga allí un interes, una tendencia especial, es menester dar, en detrimento de los otros ramos comerciales, una amplitud sin coto á el que con ménos trabajo puede producir mas pingüe utilidad; sobre todo cuando no tiene competencia vecina.
En último análisis, diré que fomentando esclusivamente en la provincia de Caupolican, por una parte la cultura de la cascarilla en las montañas, por otra la del cacao en los llanos, los dos solos frutos que presentan un interes de utilidad general á la república, por la estension que pueden recibir en su comercio, se tendria en vista el bien y el adelanto de las otras provincias de las altas planicies, dándoles mayor cabida para el despacho de los productos de su industria particular, ya sea fabril ya solamente agrícola. De este modo los Caupolicanos tendrian tambien un campo libre para dedicarse con estímulo á la cosecha regular y ordenada de la cascarilla, y á la copiosa y activa del cacao.
Si fuese posible acantonar definitivamente los productos por provincias, dejando, por ejemplo, á la industria de los altos llanos de Bolivia, en los departamentos de La-Paz, de Oruro y de Potosí la fabricacion de los tejidos de lana y la cria de ganado lanar; á las provincias de Chiquitos y de Moxos los tejidos de algodon; á las provincias de Yungas y de Muñecas el cultivo de la coca; á los valles templados de Sicasica, de Apupaya, de Cochabamba y de Chuquisaca la siembra del trigo, el fomento de los gusanos de la seda y la plantacion de viñas; á Santa-Cruz de la Sierra, á Moxos y á Chiquitos la cría de toda especie de ganados y el cultivo de la caña de azúcar; finalmente, á Caupolican la cascarilla y los cacahuales, se obligarla, por decirlo así, á sus respectivos habitantes á un tráfico interior, ó comercio mutuo de esportacion, que haria cundir por todas partes, al mismo tiempo que la riqueza, los gérmenes fecundos de la civilizacion.
Los estados europeos tienen necesidad de esta clase de comercio recíproco, para utilizar cada uno sus producciones especiales. A este respecto, y en parangón de lo pequeño con lo grande, las mas altas cuestiones de porvenir comercial pueden aplicarse á la república de Bolivia; presentando ella en sus diversas provincias todas las zonas, todos los temperamentos, y pudiendo producir con el fomento de la industria todo cuanto producen los otros pueblos y paises del mundo.
Entre tanto, la primera medida que debe tomarse para el adelanto y las mejoras de la provincia de Caupolican, y para hacer que ella adquiera prontamente el grado de importancia comercial á que se ve destinada, es el establecimiento de las vias de comunicacion con las provincias del interior, y tambien el de las que deben mediar entre los diversos puntos habitados. Es fácil abrir sobre todas las montañas senderos de no mucho costo para el tránsito de las mulas, pues que las piedras (el material mas preciso) se encuentran á la mano, no exigiendo por lo demás la conservacion de estas vias sinó un ligero cuidado. En los lugares donde se ha establecido al presente, sobre un espacio considerable de leguas, el abominable sistema de palizadas ó de troncos atravesados, se podian construir terraplenes ó calzadas de piedra; y á fin de impedir que, acequiándose estas con el pasage continuo de las bestias, se llenasen de aguas llovedizas, darles una forma convexa y abrir una pequeña sanja á cada lado para el derrame de aquellas, como se practica en la construccion de caminos reales en toda Europa.
Estos caminos que indicamos, no necesitan de una anchura desmedida, y por consiguiente no exigen grandes gastos; á mas de esto, la imposicion de un derecho de peage, nada gravosa por su modicidad á los transeuntes, cubriria fácilmente los desembolsos anticipados del Gobierno. Los ingenieros en el ramo de puentes y caminos, actualmente en ejercicio en la república, podrán por lo demas, en vista de los recursos locales, hacerse cargo de los medios mas económicos que sean menester para establecer cuanto ántes, con la cooperacion y buena voluntad de los indios, esas vias de comunicacion, únicos medios de estimular la industria v el comercio, y de activar la civilizacion de la provincia.
Caupolican es á este respecto quizas la mas favorecida de todas las provincias de Bolivia, hallándose cruzada por rios navegables de cuya utilidad é importancia parece que no se hiciera el menor caso. ¿Como es posible creer, por ejemplo, que desde muy antiguo (mas de sesenta años) se esté haciendo llevar en hombros de los infelices indios, por el desmesurado tiro de cincuenta ó sesenta leguas, hasta la capital de la provincia, todos los frutos de los pueblos interiores de Ysiamas, de Tumupaza y de San-José, siendo tan fácil embarcarlos y hacerlos subir por el Rio-Beni hasta un punto poco distante de Apolo? Ni como será creible que, teniendo á su disposicion un vehículo de tanta importancia, un rio tan caudaloso como el Beni, no se haya hecho uso hasta el presente, para ir desde Ysiamas á Cavinas, sinó de mezquinas balsas, miéntras que se cuenta mas de siglo y medio desde que en Moxos se navega en canoas? Es pues muy probable que semejante estado de atraso en Caupolican, aun relativamente á las provincias vecinas, no provenga sinó de la falta de relaciones comerciales. Y sucede efectivamente que hablar de la provincia de Caupolican, á un Potosino por ejemplo, es ocuparlo de una cosa de que solo conoce el nombre, como conoce los de la China y de la Turquía, sin que ni por pienso esté al cabo de lo que allí se pasa.
Con medios tan sencillos como la navegacion ya puede imaginarse lo que llegarán á ser Cavinas, Ysiamas y Tumupaza cuando embarcaciones de vela ó de vapor trasporten sus productos, en cantidades del mayor peso que se quiera, tanto hasta cerca de Apolo por el rio Tuyche, como hasta un corto tiro de La-Paz por los rios Mocetenes y Bogpi. Bastaria, sin embargo, para hacer cesar desde luego la triste servidumbre de los indios, en entablar la navegacion de barcas; mas, para que la construccion de estas fuese cómoda y no costosa, seria menester que el Gobierno hiciese venir de Europa hombres inteligentes en el arte, á fin de que, economizando gastos inútiles, pudiesen dirigir á los indígenas en la construccion, en el armamento y en la manera de servirse de tales embarcaciones. Sin esta precaucion, la inesperiencia de los habitantes puede todavía retardar, por largo tiempo, la ejecucion de una medida que es de primera necesidad para la mejora de la provincia.
Pudiera yo decir en este lugar una palabra sobre las ventajas que le están reservadas á la provincia con la navegacion del rio Beni hasta el de las Amazonas, bajando en seguida hasta el mar para encaminarse á Europa; mas, como tengo que tocar este punto al ocuparme de la provincia de Moxos, que se halla igualmente cruzada por el rio Beni, dejaré para entónces la esposicion y el exámen de cuestion tan importante.
Réstame hablar de algunas otras mejoras indispensables al bienestar de los moradores de Caupolican. Se conseguirá restituir al pais su salubridad, cortando el mal ocasionado por los frios del viento sud tan mortifero para las criaturas de los pueblos interiores, así como los estragos causados por las viruelas entre las personas de mayor edad, cuando las aulas de medicina de la República suministren un número tal de discípulos, que pueda el Estado colocar en cada provincia un facultativo fija y suficientemente retribuido, para que con el ausilio de los curas trate de preservar á los infantes de la atroz mortandad, y propague la aplicacion de la vacuna, juntamente con los otros preservativos de sanidad.
Misioneros instruidos y llenos de celo podrian igualmente, con el apoyo del Gobierno, tomar á su cargo la conversion de las castas salvages que se encuentran al norte y norueste de Tumupaza, Isiamas y Cavinas, creando pequeñas poblaciones, donde estos indígenas empezasen á gustar de los beneficios de la vida social; lo que contribuirá no poco al bien general del pais.
Actualmente el uso inmoderado de los licores fuertes, tales como el aguardiente, que en las festividades religiosas beben con demasía, trae consigo la ruina pecuniaria de los indígenas, el grandísimo deterioro de su salud, y, como consecuencia indispensable, el desarreglo en las costumbres. Muy fácil seria, sin embargo, remediar males de esta naturaleza, imponiendo fuertes derechos á la introduccion de tan perniciosos líquidos, ó tomando cualquier otra medida que su buen tino le dictase al Gobierno; porque nada hay tan lastimoso como el ver cuanto perjudican semejantes escesos al adelanto social, embruteciendo moral y físicamente á los que se dejan dominar por ellos.
Por último, el establecimiento de una escuela de primeras letras en cada parroquia, medida cuya urgencia ha sido ya juiciosamente sentida por el Gobierno, contribuirá poco á poco á propagar en toda la República el idioma nacional, estinguiendo totalmente las lenguas indígenas, usadas todavía en algunos puntos, donde, por otra parte, la estension de las relaciones comerciales irá alterándolas de dia en dia. En tanto que esas lenguas subsistan, no dejarán de ser un poderoso estorbo para la marcha progresiva de la civilizacion.
Circunscripcion y estension.
La provincia de Moxos, una de las mas espaciosas de Bolivia, pues que abraza ella sola tanto terreno como uno ó dos departamentos de las regiones montañosas, ocupa el estremo norte de la república y del departamento del Beni, representando una superficie oblonga, que se dirige de norueste á sudeste, hallándose comprendida entre los grados 10 y 16 de latitud sud y los 64 y 70 de longitud occidental del meridiano de París. Esta superficie, que tiene poco mas ó ménos veintidos grados cuadrados, ó sean trece mil setecientas cincuenta leguas, de á veinticinco el grado, se encuentra limitada hácia el norte por el Guaporé ó Iténes y por el Beni (rios que trazan los límites entre Bolivia y el Brasil), siendo el último el que la separa de la provincia de Caupolican por la parle norueste. Sus límites naturales hácia el oeste, por el lado del pais de las Yuracarees, son las llanuras desiertas que están situadas al pié de las últimas faldas de la cordillera. Finalmente, la provincia de Moxos se halla circunscripta hácia el sud, sudeste y este por bosques impenetrables ó por inmensos pantanos interpuestos, sin límite determinado, entre ella y las provincias de Santa-Cruz de la Sierra y de Chiquitos.
Montañas.
A pesar de hallarse la provincia de Moxos bastante vecina á las colinas de Chiquitos por el este, así como por el norte á las montañas brasileras, que contornean la orilla derecha del rio Iténes, y por el oeste á las últimas faldas de la cordillera de los Yuracarees, no encierra en su circunscripcion una sola montaña, ni aun siquiera insignificantes colinas, formando por lo tanto una superficie llana, que se reune al sud con las inmensas planicies de Santa-Cruz de las Sierra, y al norueste con las de la provincia de Caupolican. Sobre este horizonte sin límites, apénas se descubren cuatro puntos culminantes que se elevan á la altura de treinta varas sobre lo restante del terreno, y los que, á no hallarse en medio de un pais tan sumamente llano, pasarian acaso inapercibidos. Estos cuatro puntos son unos morones aislados; el primero, que es el cerro del Cármen, está situado como doce ó quince leguas al sudeste de la mision de su nombre, y entre los rios Blanco y de San-Miguel; el segundo, colocado sobre la ribera derecha del rio Machupo, y vecino á la mision que lo denomina, es el cerro de San-Ramon; el tercero es un pequeño morro situado mas abajo de Exaltacion, sobra la orilla derecha del Mamoré: finalmente, el cuarto, que es el cerro de San-Simon, se descubre al este de Magdalena; su reputacion de muy rico me parece dudosa, como debe serlo la de todo lugar inaccesible; se asegura, sin embargo, que está lleno de minas de oro y de diamantes.
Rios.
En un pais montañoso los relieves determinan la direccion de las corrientes; per en Moxos, cuyo territorio no presenta mas que una sola llanura uniforme y sin asperidades, donde las pequeñas eminencias que separan á los rios desaparecen bajo la inundacion en las estaciones lluviosas, permitiendo atravesar en canoas una gran parte de la provincia, todas las corrientes serpentean por la llanura convergiendo del circuito hácia el centro, y encaminándose á la vertiente del Amazonas, despues de haberse reunido en tres principales, que son el Guaporé ó Iténes, el Mamoré y el Beni.
Tributarios del Guaporé ó Iténes.
El Rio Barbados nace en la provincia de Chiquitos[1], á una distancia bastante apartada de Moxos: esta corriente, la principal entre las que dan nacimiento al Guaporé, es navegable hasta mas arriba de Casalbasco. Como ella arranca de un marjal en donde toma tambien orígen el rio Paraguay, seria muy factible unir el primer tributario de este rio con el Guaporé, abriendo para ello un canal de cuatro mil ochocientas varas solamente. De este modo se darian la mano los dos rios gigantes de la América meridional, el Plata y el Amazonas, viniendo á formar un canal natural de mas de mil doscientas leguas.
[Nota 1: Al describir la provincia de Chiquitos hablaré mas estensamente sobre esto rio y los cuatro que siguen.]
El Rio Verde toma orígen al norte de San-Ignacio de Chiquitos, y dirigiéndose hácia el norueste, va á reunirse al rio Barbados, cerca de los 64 grados de longitud y de los 14 de latitud, formando con este el rio Guaporé ó Iténes: barcos de vapor pueden libremente navegar en él y subir muy arriba hácia sus cabeceras.
El Rio Serre nace al norte de Concepcion de Chiquitos, y siguiendo la misma direccion que el rio Verde, se incorpora al Guaporé como veinticinco leguas mas abajo. Es igualmente navegable para barcas de alguna dimension.
El Rio Blanco ó Baures toma su orígen tambien al norte de Concepcion de Chiquitos; y como los dos anteriores se encamina hácia el norueste, pasando inmediato al Cármen y á Concepcion de Moxos, para ir á desaguar en el Guaporé, cerca del fuerte de Beira. Se puede navegar por este rio hasta Chiquitos.
El Rio Itonama recibe, bajo el nombre de rio de San-Miguel, gran parte de las aguas de Chiquitos; se une luego al Huacaré, cerca de Guarayos, y sigue en paralelo al rio Blanco hasta incorporarse al Guaporé juntamente con el rio Machupo, cerca del fuerte de Beira. Los buques de vapor pueden por todas partes navegar sobre sus aguas hasta Chiquitos.
El Rio Machupo acaudala los tributos de muchos riachuelos que parten del seno de las llanuras inundadas de Moxos: estos riachuelos son, el de San-Juan, navegable desde San-Pedro, el Moocho, el Molino, el Machupo y el Chananoca, todos ellos ya reunidos al Machupo cuando este rio pasa por delante de las misiones de San-Ramon y de San-Joaquin, para ir á juntarse con el rio Itonama, y á par de este arrojarse despues en el Guaporé, cerca tambien del fuerte de Beira.
El rio Guaporé, una vez depositario de todos estos caudales de agua, corre en direccion al oestenorueste hasta llegar á incorporarse con el Mamoré, hácia los 12 grados de latitud sud y 68 de longitud occidental del meridiano de París.
Tributarios del Mamoré.
El rio Mamoré recibe todas las aguas de la vertiente oriental de las cordilleras: sus tributarios, empezando por aquellos que se encuentran mas al oriente, son los que siguen.
El Rio Ivary nace en las llanuras inundadas que están al oeste del pais de los Guarayos, y dirigiéndose hácia el norueste, recibe por su izquierda las aguas de los rios Tico y de San-Antonio, yendo á reunirse con el Mamoré un poco mas arriba de la Trinidad de Moxos. Ente rio es navegable casi en todo el largo de su curso.
El Rio Grande reune todas las aguas de las provincias montañosas de Chayanta, de Cochabamba, de Mizqué y de Valle-Grande, descendiendo en seguida á la llanada de Santa-Cruz, y adunándose con el Piray para formar el rio Sara hácia el norte de la provincia. Se puede navegar en sus ondas hasta muy cerca de Santa-Cruz de la Sierra.
El Rio Piray nace en las montañas de Samaypata, provincia de Valle-Grande, desemboca en el llano de Santa-Cruz de la Sierra, y pasa inmediato á la ciudad de este nombre, recibiendo por todas partes pequeños tributos, y continuando en seguida paralelo al rio Grande hasta juntarse con él para formar el rio Sara, muy al sud de los 15 grados de latitud. Siendo muy rápida su corriente en algunas partes, solamente cuando sale de madre pueden navegar en sus aguas los barcos de alguna dimension.
El Rio Ibabo toma orígen bajo el nombre de Yapacany en la cordillera orienta, hácia el este del pais de los Yuracarees, y continúa corriendo, paralelo á los rios Grande y Piray, hasta arrojarse en el rio Sara, unas cuantas leguas mas abajo del punto en que desagua, en este mismo, el último de aquellos. El rio Ibabo es navegable en su mayor parte.
El Rio Mamoré nace al este del rio Ibabo, sobre las montañas de la vertiente oriental de las cordilleras y en el pais de los Yuracarees. Su corriente, que recibe desde luego los caudales del Chimoré, se encamina por la llanura de Moxos hácia el norte, inclinándose unos cuantos grados al oeste. Este rio, recibiendo el tributo de los demás rios de la provincia, conserva el nombre de Mamoré hasta los 10 grados de latitud sud, en cuyo término incorporándose con el Beni, toma la denominacion de rio de Madeiras. El Mamoré puede servir de vehículo á los paquebotes hasta el pié de las cordilleras.
El Rio Chaparé, formado de los rios Coni, San-Mateo, Paracti y otros muchos, nace en el pais de los Yuracarees, al oeste del Mamoré sobre la vertiente oriental de la cordillera, y dirigiéndose al norte se reune al Mamoré hácia el sud de los 15 grados de latitud meridional. Se puede navegar por él casi hasta la confluencia del rio Coni, es decir, hasta el punto donde empieza la llanura.
El Rio Securi, formado por los rios Chipiriri, Samucebeté, Isidoro, Yaniyuta, Securi y Sinuta, navegables todos ellos hasta el pié de las cordilleras, recibe los raudales de la vertiente oriental de estas, desde los 68 hasta los 70 grados de longitud occidental, y se incorpora al Mamoré mas arriba de la Trinidad, hácia el norte de los 15 grados de latitud.
El Rio Tijamuchi que nace en la cordillera oriental, al oeste de los últimos tributarios del rio Securi, recibe las aguas del rio Taricuri y atraviesa la llanura de la provincia por la parte nordeste hasta el Mamoré, al cual se reune como á los 14 grados de latitud, un poco mas arriba de la mision de San-Pedro. Grandes barcas pueden ascender por él hasta el pié de las montañas.
El Rio Aperé toma orígen, al oeste del anterior, sobre las mismas montañas: recibiendo luego el tributo del rio de San José se encamina hácia el nordeste para ir á incorporarse con el Mamoré, mas abajo del Tijamuchi, distante ménos de medio grado el uno del otro. Es igualmente navegable este rio hasta muy arriba de su corriente.
El Rio Yacuma nace tambien al oeste del Aperé y en la misma cerranía;
adunándose luego con el rio Rapulo, pasa inmediato á la mision de
Santa-Ana y va á reunirse con el Mamoré muy al norte de los 14 grados.
Se puede subir por él hasta el confin de las llanuras.
El Rio Iruyani tiene sus cabeceras en la llanura, y recibiendo el caudal del rio Bococa se arroja en el Mamoré hácia el norte de los 13 grados.
El Mamoré, despues de haber atesorado los caudales de estas once corrientes principales, se aduna como á los 12 grados con el rio Iténes ó Guaporé; continúa en seguida su marcha hácia el norte hasta recibir el desagüe del Beni y formar el rio de Madeiras. Tributarios del Rio Beni.
El rio Beni, del que ya se ha hecho larga mension al hablar de Caupolican, arranca de las montañas situadas al nordeste de la cordillera, en las provincias de Cochabamba, de Sicasica, de Yungas, de Muñecas y de Apolobamba; y desembocando en la llanura como á los 14 grados de latitud, recibe por el oeste los tributos del rio Mapiri, del rio Tuyche, etc. Sigue luego corriendo hácia el norte hasta los 11 grados, en donde cambia de rumbo, torciendo al nordeste para ir á incorporarse con el Mamoré á los 10 grados de latitud.
Cuando se consideran en su conjunto las corrientes que cruzan la provincia de Moxos, no se puede ménos de admirar que haya una superficie de diez y ocho grados, ó sean diez mil leguas, surcada por treinta y cuatro rios, navegables casi en todo el largo de su curso, no teniendo entretanto otro conducto para su desagüe que el rio Mamoré. Resulta naturalmente de esta singular disposicion territorial, que en la estacion lluviosa la mayor parte de las aguas de las provincia de Chiquitos, del centro de Bolivia y de la vertiente oriental bajan á la vez, con mas ó ménos ímpetu, á depositarse en el fondo de ese gran receptáculo, diremos así, que forma la provincia de Moxos, en donde no encontrando fácil y natural conducto para su derrame, cunden por la llanura, ocasionando inundaciones periódicas, de que pocos parages están á cubierto: así es que puede recorrerse casi toda la provincia en tal estacion, bogando en canoas que pasan sin impedimento alguno por sobre las pequeñas eminencias que separan á los rios. Mas, si en el tiempo de lluvias hay solamente pequeñas lenguas de terreno, que hallándose al abrigo de las inundaciones forman una especie de islas en donde se crian ganados y se labra la tierra, todo cambia de aspecto en la estacion de la seca: los rios se encajonan en sus cauces, prados magníficos sustituyen á los fangosos bañados, y la provincia presenta por todas partes un suelo virgen que se brinda á la agricultura. Su territorio es un conjunto de llanuras sobre las que se aperciben de trecho en trecho boscages aislados, ocupando terrenos mas altos, á donde no alcanzan las aguas de las crecientes anuales.
La perfecta igualdad del terreno de Moxos determina en esta provincia una disposicion geográfica muy particular. No solamente las pequeñas eminencias que deberian encontrarse entre las diversas corrientes, son enteramente agenas de su territorio, sino que tambien rios diferentes toman orígen en un mismo pantano, como sucede con el rio Machupo y el rio de Huarichona (tributario del Itonama), que nacen ámbos en el mismo lago. ¿No seria esta una ocasion oportuna para preguntar á los geógrafos demasiado sistemáticos, que en todas partes quieren que haya indispensablemente montañas entre cada surco de agua, cómo es que en este lugar no existen?
A mas de los rios que acabo de mencionar hay todavía multitud de arroyos, ramificaciones de esos troncos principales, y de los que no doy aquí la nomenclatura. Sus corrientes solo pudieran servir para la navegacion en las épocas de crecientes: en el resto del año se mantienen casi totalmente secos.
Lagos.
Si en tiempo de crecientes la provincia de Moxos, inundada casi por todas partes, forma, por decirlo así, una sola sábana de agua; en la estacion de seca las llanadas quedan enjutas, y únicamente se ven sobre las partes mas hundidas del suelo, numerosos pantanos, particularmente al este y al oeste de la provincia, sin que se encuentren muchas lagunas permanentes. Pueden citarse algunas sin embargo:
La Laguna de Chitiopa, que está situada mucho mas arriba del Cármen, y en la misma cabecera del rio Blanco, al que da orígen por consiguiente.
La Laguna de Itonama, que se halla colocada sobre el rio del mismo nombre, como veinticinco leguas mas arriba de Magdalena: tiene esta laguna cerca de dos leguas de ancho, sobre cuatro á cinco de largo y está formada por un ensanche estraordinario del rio. Solamente en un tiempo sereno se aventuran los indios á navegar en ella; pero siempre con cierto recelo que no deja de ser fundado, pues las oladas que suele de improviso levantar el viento, sumergiría infaliblemente sus canoas.
Cerca de San-Ramon, se ven dos lagos permanentes, el uno situado á distancia de media legua y el otro á poco ménos de dos leguas. Ambos tienen una forma oblonga y como una legua de diámetro á lo mas. Es muy esquisito el pescado que se saca de ellos; pero la multitud de caimanes estorba mucho á los pescadores. Encuentrase todavía, en las cercanías de la mision de San-Joaquin, otro lago de la misma dimension que el anterior y que tambien contiene pescados en abundancia.
Por el tiempo de la seca se ven finalmente á mas de los citados, sea en medio de la llanura, sea inmediatos á los rios, infinidad de pequeños lagos ó estanques, cuya demasiado estrechez hace que carezcan de importancia: por otra parte, aquellos que se encuentran sobre la orilla de los rios, como por ejemplo los que están sobre las riberas del Mamoré, cambian frecuentemente de sitio segun los terromonteros ó las avenidas de tales rios.
Geologia.
La provincia de Moxos no presenta pues, por lo visto, otro aspecto geográfico que el de una llanura, circunscripta hácia el sud, por las montañas de los Andes y las colinas de Chiquitos, hácia el norte, por los montes brasileros del Diamantino y del Iténes. Esta llanura, en la que vienen á rematar todas las corrientes de la vertiente oriental de las cordilleras y de las vertientes occidental y septentrional de la provincia de Chiquitos y de la Capitania General de Mato-Grosso, se reune con las pampas por medio del Monte-Grande, al paso que prolongándose por la parte norte, establece en aquel punto la comunicacion con la gran fuente del Amazonas: de modo que la provincia de Moxos no es otra cosa que la continuacion septentrional de las pampas, la continuacion meridional de las llanuras del Amazonas, ó mas bien, una prosecucion de ese inmenso bajo que está situado entro las últimas faldas de las cordilleras y los montes del Brasil, y que abraza de norte á sud todo el centro del continente meridional de América, interrumpido solamente, del noveno al decimo grado de latitud, por la cerranía poco elevada que determina las numerosas cachuelas y las cascadas del rio de Madeiras.
Cuando el rio de San-Miguel sale de madre, lo que se verifica todos los años, sus ribazos ofrecen aluviones terrosos, mezclados con arena muy fina ó con una arcilla negruzca, y depositados en capas horizontales. Estos terrenos vanse levantando gradualmente con la adicion de las partículas arrancadas á los lugares altos de la provincia de Chiquitos. Hay entre los rios de San-Miguel y de Baures pantanos considerables, cubiertos de aluviones fangosos modernos, y de arcillas cenagosas rojas que creo tienen alguna relacion con mi terreno pampeano, aunque no haya visto yo en ellas animales fósiles: estas arcillas forman en aquel lugar la capa inferior á los aluviones actuales; pues no se les echa de ver sinó cuando estos aluviones, compuestos de tierra negruzca ó de arena muy fina, llegan á ser arrancados por las erosiones. Estos terrenos son notables sobre todo en el arroyo de San-Francisco y algo mas adelante, en direccion á la mision del Cármen. Segun me aseguraron, estas mismas arcillas se estienden, subiendo hácia el sud, sobre una vasta superficie que se encuentra entre los rios Blanco y de San-Miguel. En medio de ellas se levanta, como á distancia de doce leguas al sudsudeste, un pequeño moron de piedra arenisca de la formacion devoniana, que tiene mucha analogía con la de los Guarayos.
El rio Blanco no atraviesa sinó por sobre aluviones modernos; he hallado sin embargo sobre muchos puntos de las cercanías de Concepcion, y principalmente en los contornos inmediatos á la mision, algunos retazos de terreno pampeano debajo de la arena finísima de recientes aluviones. Todas las llanuras, que se estienden desde Concepcion y desde Baures hasta Magdalena, están formadas de aluviones, á escepcion de los lugares poblados de pequeños boscages en donde se descubre un poco de arcilla cenagosa roja: los ribazos de Guacaraje y varios puntos de los alrededores de Magdalena tambien la manifiestan. Estos pequeños retazos de terreno pampeano,, diseminados por todas partes, me dieron una prueba inequívoca de que ese limo cubre la parte oriental de la provincia, y que si no está visible en otros puntos es porque ha sido tapado. En aquellas planicies, una vara de diferencia en el nivel es bastante para que lo encubran los aluviones, haciéndolo desaparecer totalmente. Hay al este, 20 grados norte de la brújula y como á diez leguas de Magdalena, un morro bastante alto que no alcancé á visitar; pero que, segun me aseguró un Cura que la habia examinado, debe componerse tambien de piedra arenisca.
Entre Magdalena y San-Ramon se ven todavía llanuras cubiertas de aluviones, advirtiéndose solamente cerca de la hacienda de San-Cárlos, y entre los rios Machupo y Huarichona, algunas manchas de arcilla rojiza. En San-Ramon se descubre debajo de esas arcillas cenagosas, una verdadera arcilla que contiene gran número de pepitas de hierro hidratado, y que ofrece en todo la capa de mi terreno guaraniano. Es efectivamente el mismo envoltorio, y entran en su composicion los mismos granos redondos. Puesta la una junto á la otra estas dos rocas no presentan la mas mínima diferencia. Sobre los ribazos del rio Machupo se manifiestan arcillas rojas, cubriendo todos los puntos en seco, de los contornos de San-Joaquin. Sin embargo, sobre el sitio mismo de la mision y en su circuito, así como siete leguas mas al norte, y tambien cerca de la confluencia de los rios Machupo é Iténes, he notado bajo terrenos pampeanos retazos considerables del terciario guaraniano con pepitas de hierro hidratado. Estas arcillas, llenas de negras y lustrosas pepitas de hidrato de hierro, cubren, segun mis particulares observaciones, una superficie de cerca de veinte leguas de largo, en donde el mas rico mineral de hierro se muestra á flor de tierra sin que jamas se haya pensado en beneficiarlo. Al efectuar este descubrimiento el año de 1832, inmediatamente calculé las pingües ventajas que podria reportar á la república el laboreo de estas minas; y no cabe la menor duda en que se operaria un cambio favorable de cosas, proporcionando á sus habitantes el material y los medios para entregarse á todo género de empresas industriales.
La ribera izquierda del Guaporé, cerca del Fuerte de Beira, se compone de terrenos bajos inundados en tiempo de crecientes, ó de retazos de terreno guaraniano con sus pepitas de hidrato de hierro: la ribera derecha, por el contrario, se va levantando en colinas hácia la serranía formada por uno de los ramales del Diamantino, la cual serranía, dirigiéndose en paralelo con la corriente del rio Iténes hácia el oestenorueste y estesudeste, continúa hasta un punto bastante apartado en medio de las selvas, donde viene á determinar las cachuelas y las cascadas del rio de Madeiras. Compónese esta serranía de piedras areniscas desmoronantes, muy ferruginosas y generalmente rojas, análogas en todo á las de la Sierra de San-José de Chiquitos y tambien á las de las últimas faldas de la cordillera, que bajan hácia el norte y nordeste de Cochabamba. Esta piedra arenisca forma un todo compacto de capas que se esconden bajo un ángulo de doce ó quince grados. Estas capas, que parecen estenderse hasta muy léjos hácia el norte, van á rematar cerca del rio Iténes, donde son encubiertas, sobre una anchura de mas de una legua, por conglomeraciones ferruginosas, en vetas perfectamente horizontales, y que contienen mucho hidrato de hierro. Estas conglomeraciones, enteramente idénticas á las de Chiquitos, y aun diré tambien á las de la provincia de Corrientes, representan exactamente mi terreno guaraniano. He hallado pues, en esta parte de la provincia, las conglomeraciones ferruginosas del terciario guaraniano como nivel de los terrenos antiguos; en la arcilla, la capa con sus pepitas de hierro hidratado, análogas á las de Corrientes; y por último, el terreno pampeano con sus limos: todo lo cual se encuentra cubierto por aluviones modernos.
La corriente del Guaporé me ha presentado por todas partes, sobre su ribera izquierda, aluviones modernos, que se estienden hasta un punto que está diez leguas ántes de llegar á la confluencia, en donde he creido notar nuevamente una capa considerable de arcilla cenagosa rojiza, mezclada con aluviones: la orilla derecha se compone entretanto, por el espacio de algunas leguas, de conglomeraciones ferruginosas frecuentemente encubiertas por aluviones, luego de aluviones solamente y de terrenos inundados hasta la confluencia del Mamoré. No me ha ofrecido este sobre sus riberas, durante casi todo el largo de su curso, otra cosa mas que aluviones modernos arenosos. He notado sin embargo, algunas leguas mas abajo de Exaltacion, en medio de un bosque situado á poco trecho del rio, una pequeña colina aislada en el llano, á la que no pude acercarme; pero me aseguraron que se componia de piedra arenisca desmoronable, análoga tal vez á la piedra arenisca carbonífera. Encontré tambien arcillas cenagosas rojizas, debajo de aluviones, en los alrededores de las misiones de Exaltacion, de Santa-Ana, de San-Pedro, de San-Xavier, de Trinidad y de Loreto.
La corriente del rio Chaparé me ha enseñado por todas partes aluviones modernos arenosos; he creido notar sin embargo, sobre muchos puntos, que bajo estos aluviones se ocultaban arcillas cenagosas, pero sucede esto tan solo á una gran distancia de las montañas. Los primeros quijarros se manifiestan en la confluencia de los rios Coni y de San-Mateo. He visto realizado esto mismo en el rio Securi. En todos los parages donde la corriente no transita por sobre los terrenos ya recorridos por las aguas, he visto una espesa capa de terreno de aluvion, formada de arena muy fina ó de arcilla parda, hornaguera, la cual encubre una arcilla cenagosa, amarilla ó rojiza, de una época bien distinta y que anunciaba evidentemente provenir de causas anteriores al actual estado de cosas. Un documento histórico sobre la edad de los aluviones me lo aseguró completamente. Sobre un ribazo del rio Securi, algo mas abajo de su reunion con el rio Sinata, llegué á descubrir una barranca, poco mas ó ménos, de ocho varas de alto, que habia quedado á descubierto por estar las aguas enteramente bajas. Esta barranca se componia; de dos varas de arcilla cenagosa amarilla rojiza, un poco untuosa y en la que no vi resto alguno de cuerpos organizados; de una capa de seis varas de arena muy fina, frecuentemente entremezclada con arcilla y con arcilla hornaguera negruzca. En la parte inferior de estas últimas capas, y en un pequeño trecho lleno de carbon de leña, encontré gran número de fragmentos de vagilla de barro cocido, cuyas formas revelaban aun el uso á que estaban probablemente destinados los vasos y demás útiles que tales tiestos debieron componer. Estos vestigios de una morada antigua de la raza indígena, que descubrí enterrados como cinco varas mas abajo del terreno actual, sobre el cual se alzan hoy en dia árboles corpulentos y que cuentan muchos siglos, dióme un seguro testimonio de que la existencia de toda aquella arena menuda ó de esa arcilla hornaguera debia ser posterior al establecimiento del hombre en aquellos lugares; siéndome permitido por lo tanto, considerar con evidencia esas capas de aluvion como enteramente análogas á las capas formadas por los fenómenos todavía existentes.
La corriente del rio Grande me ha presentado aluviones hasta la confluencia del rio Piray; pero muy luego hame ofrecido este por todas partes arcillas cenagosas, ó levemente pegajosas, amarillentas ó rojizas, las cuales componen todo el álbeo del rio y sus ribazos. Son estas arcillas las que toda vez que las aguas se encuentran bajas determinan esa especie de cachuelas, en donde la diferencia súbita del nivel haciendo que la corriente sea mas rápida, obliga á los navegantes á retirar del agua sus canoas y á trasportarlas por tierra hasta salvar la cachuela, para volver á emprender su marcha por el rio. Esta especie de resaltos de media vara á dos varas de altura se componen totalmente de arcilla amarilleja poco cenagosa y en la que no están muy marcadas las capas. He notado en esta arcilla concreciones calizas, análogas á las de las pampas; y he descubierto ademas, en el álbeo mismo del rio, osamentas de grandes mamíferos fósiles en un estado algo desmenuzable, las cuales me dieron una prueba inequívoca de que todas esas arcillas, mas ó ménos cenagosas, ó los limos de la provincia, pertenecen evidentemente al mismo periodo geológico que el gran depósito de las pampas, y que por lo tanto deben resultar de una causa comun.
Para dar un resúmen sobre la composicion geológica de la provincia de Moxos, voy á pasar sucesivamente en revista las diferentes épocas geológicas, que se ven marcadas en el vasto recinto que ella forma.
En ninguna parte se encuentran allí vestigios de rocas de orígen ígneo.
Los gneiss y los filados de la época siluriana, son igualmente desconocidos.
El terreno devoniano, representado por piedras areniscas compactas, es la parte mas ínfima que allí se advierte. Estos terrenos no presentan grandes superficies: dos pequeños retazos que pertenecen á series ocultas bajo los aluviones, se muestran tan solo, la una inmediata á la mision del Cármen, la otra al este de Magdalena; ámbos dos al este de la provincia.
Los terrenos carboníferos presentan en medio de aluviones, y bajo la forma de piedras areniscas rojas y desmenuzables, dos pequeños morones, el uno cerca de San-Ramon, y el otro no léjos de Exaltacion. Estos terrenos constituyen, por la parte del norte, la cerranía de Beira, inmediata al rio Iténes, y que se dirige de oestenorueste á estesudeste: ellos componen tambien, por el sud, las últimas colinas de la vertiente oriental de la cordillera, que forman la otra estremidad de la provincia. Es ciertamente una circunstancia muy notable el que esas dos estremidades de la gran llanada de Moxos[1] estén formadas par cerranias. La primera de estas, que es la de Iténes, va á perderse hácia el sudoeste, al paso que la otra se inclina al nordeste; de lo cual debiera acaso inferirse que ántes de las dislocaciones que han colocado á estos terrenos en el sitio donde hoy se encuentran, no formaban ellos sino un solo depósito. Dichos terrenos carboníferos se hallan cubiertos, ya por aluviones modernos, ya por conglomeraciones ferriferas pertenecientes á los terrenos terciarios.
[Nota 1: Véase en la lámina 10, fig. 1, el corte geológico trasversal de la provincia, y el mapa geológico de Bolivia.]
Entre tanto no he visto en Moxos una sola capa que pueda corresponder á los rangos, triásico, jurásico, ó cretáceo.
Los primeros depósitos, que han nivelado las dislocaciones del rango carbonifero son conglomeraciones ferruginosas de hierro hidratado ó de arcillas llenas de ese mismo hierro en pepitas. Estos depósitos, de que se ven á descubierto algunos retazos en San-Ramon, San-Joaquin y sobre las riberas del rio Iténes, cerca del fuerte de Beira, me han parecido idénticos á mi terreno guaraniano, que tan desenvuelto se manifiesta en Corrientes sobre el rio Paraná; y en efecto, él se compone tambien de conglomeraciones ferriferas ó de arcilla llena de pepitas de hierro hidratado. Como quiera que sea, estos terrenos forman capas perfectamente horizontales, las que en el fuerte de Beira se sobreponen inmediatamente á las piedras areniscas de los terrenos carboníferos. En todas las otras partes, ellos se encuentran encubiertas por arcillas cenagosas.
La provincia de Moxos carece en su conjunto de todos los terrenos terciarios marinos.
Se diria que las capas pampeanas cubren totalmente la provincia, y efectivamente, en los lugares donde los aluviones se ven arrancados, están ellas representadas por un depósito horizontal, compuesto de limo rojizo, ó de arcilla cenagosa amarilleja, algo pegajosa. El limo parece dominar ménos aligado con otras materias en la parte este de la provincia, mientras que en el sud las arcillas tienen la supremacía. Estas capas me han ofrecido en el rio Piray osamentas de mamíferos fósiles característicos de su época. He tenido ocasion de ver este depósito en varias partes; entre el rio Blanco y el rio San-Miguel, entre este y el Machupo, sobre la corriente y al oeste del último; cerca de la confluencia del rio Iténes en el duodécimo grado, cerca de Exaltacion y de Santa-Ana al oeste del Mamoré; al este del mismo, en San-Pedro, en Trinidad y en Loreto; lo he reconocido luego bajo los aluviones del rio Securi y del rio Chaparé, y en el rio Piray sobre una dilatada superficie. Cuando se hallan á descubierto las capas inferiores se advierte que están sobrepuestas al grado terciario guaraniano. Por todas partes se encuentran tales capas mas ó ménos encubiertas por los aluviones modernos. Los innumerables puntos donde se manifiestan, me indicaron que deben ellas haber venido á llenar las desigualdades y á nivelar las inmensas llanuras de la provincia, tal cual se ve que ha sucedido en las pampas: la superficie que abrazan en aquella, es acaso igual á la mitad de estas. Esta superficie parece hallarse sobre el grado guaraniano en vez de estar sobrepuesta al grado patagoniano, del cual carece la provincia de Moxos.
En la parte superior á las capas pampeanas y en todas las depresiones formadas por las denudaciones de tales capas, son aluviones los que cubren la mayor parte del suelo de la provincia. Estos aluviones consisten ya en arena muy fina, ya en arcilla ó en limo hornaguero, compuesto de despojos vegetales. La estension de estos aluviones, así como su espesor, que es de diez á doce varas, harian presumir que algunas conmociones violentas los hubiesen producido; pero es evidente que se forman todos los años por las avenidas de los rios que bajan rápidamente de las montañas, trayendo consigo partículas terrosas y areniscas que se desparraman por la llanura, y dejan anualmente en ella una nueva capa. No se encuentra un solo guijarro sobre la superficie de la provincia de Moxos, y hasta pudiera yo decir que jamas he notado en toda ella un solo grano de arena un poco gruesa. Es menester acercarse al pié de la cordillera para tropezar con las primeras guijas.
En último análisis, la provincia de que tratamos, representa un grande y profundo receptáculo, una especie de gran lago al cual llegan por todas partes los rios y arroyos, arrastrando materias terrosas ó arrenáseas, que en la época de las inundaciones cunden por la esplanada, y contribuyen á levantar gradualmente el suelo. Estos aluviones parecen venir en mayor abundancia de las regiones occidentales, en donde vierten sus aguas todos los torrentes de los Andes; así es que por tal lado, en poquísimas partes llegan á descubrirse las capas pampeanas, al paso que dichos aluviones son comparativamente de muy exigua importancia.
En las estaciones lluviosas, los innumerables rios que por todos lados se precipitan con ímpetu sobre la llanura, trasforman á esta en un lago, hasta tanto que desparramado por los campos ese volúmen inmenso de aguas, llega á derramese por el único evacuadero natural de la provincia, que es el rio de Madeiras.
Algunos autores, propensos á ver por todas partes riquezas imaginarias, han sentado que los jesuitas habian estraido del cerro de San-Simon cantidades considerables de oro y de diamantes. Otros se han adelantado á creer que se encontraban piedras preciosas en las orillas de los rios Beni, Mamoré y Guaporé. Las investigaciones geológicas que he practicado yo mismo me han asegurado que no pueden absolutamente existir en Moxos materias tales: seria por consiguiente trabajo perdido el ponerse á buscar allí, tanto los diamantes, como el oro, la plata ó todo otro metal de esta naturaleza. Entre tanto, la provincia de Moxos encierra en su seno un tesoro de mucha mas valía; tal puede decirse de las minas de hierro que he descubierto cerca de San-Ramon y de San-Joaquin. Si estos mineros llegan á beneficiarse, es de esperar que sus productos sustituirán ventajosamente á esos preciados minerales, dando al pais una riqueza ménos efímera, y por lo tanto mas positiva.
Temperatura y clima.
El clima de Moxos, como el de todos los lugares situados bajo la zona tórrida, es tanto mas caluroso cuanto que la provincia entera solo consta de una grande llanura, ó por mejor decir, está formada por una fuerte depresion del suelo sin asperidades. Cuéntanse en ella dos estaciones totalmente distintas, que son el verano ó la estacion lluviosa, y el invierno ó la estacion de secas. La provincia de Moxos tiene pues que participar única y esclusivamente ó de la una ó de la otra de esas estaciones. En el tiempo de seca es menester bajar á los rios para encontrar agua, mientras que, durante los seis meses de lluvias, la inundacion abraza de tal modo el territorio, que se puede navegar en canoas casi por todo él, sin hallar el menor embarazo. Presentando entónces la provincia el aspecto de una vasta laguna, con dificultad se descubren sobre ella algunos puntos, que á manera de islas permanecen á cubierto contra la invasion de las aguas. En semejante estacion, sopla contantemente el nordeste, el cielo se muestra de continuo totalmente encapotado, y solo á intérvalos muy distantes asoma de vez en cuando el sol. Hay ocasiones en que llueve á destajo durante dos ó tres dias consecutivos, cayendo perpendicularmente los chorros de agua sin ser desviados por el menor soplo de viento: otras veces, nubarrones colosales se cruzan en tumulto por las bóvedas etéreas, y cuando llegan á entreabrirse, torrentes de lluvia se desploman con tal ímpetu y abundancia por el espacio de algunas horas, que la tierra se ve cubierta, hasta la altura de un pié, de aguas que se derraman luego muy lentamente.
Las misiones de la provincia han sido fundadas sobre los pocos puntos que están al abrigo de las inundaciones; es en ellas donde se han establecido las haciendas para la cria de ganados y para las labranzas. Hay igualmente algunos boscages, que siendo los únicos lugares del centro de las llanuras á donde no alcanzan las aguas, sirven de refugio en la predicha estacion á los reptiles de las cercanías, y á todos los animales salvages que ofrecen entónces fácil y buena caza; pero sucede frecuentemente que los tigres, huyendo tambien de las inundaciones, vienen á buscar allí la segura presa que le brindan las manadas de ciervos de diversas especies, y la cantidad variada de mamíferos; así es que los Indios, careciendo de armas para defenderse, no se atreven á llegar allí cuando están solos, y oyen con espanto los frecuentes bramidos de esos animales feroces. Los pájaros ribereños y acuáticos, qué se ven diseminados á lo largo de los rios todo el tiempo que dura la estacion de seca, se reunen en los periodos lluviosos, los primeros, sobre los terrenos no inundados, los otros, sobre el lago que forma la llanura. Millares de estos seres aligeros pueblan el territorio de Moxos. Encuéntranse en los parages ménos hondos las garzas azules y blancas, los jabirus, etc., y en todos los otros puntos bandadas de patos tan numerosas, que forman una inmensa nube cuando levantan el vuelo.
En el mes de marzo se van ya minorando las lluvias; los terrenos comienzan á orearse; las diversas corrientes naturales arrastran en su curso las aguas que cundian por la llanura, reemplazándolas por toda ella magníficos herbazales. A principios de abril ya no desbordan los rios, y las llanadas ostentan solamente una multitud de lagunillas circunscriptas. Hácia este periodo del año se advierten por los aires, á una altísima distancia, innumerables bandadas de grandes y pequeñas garzotas que se encaminan invariablemente de sud á norte, formando cada bandada dos hileras de la misma dimension, que unidas por un estremo representan la figura de un ángulo. Este es el periodo de una de esas emigraciones generales, en que los pájaros ribereños abandonan las regiones del sud, ya demasiados secas, para ir á buscar los bañados de Moxos y del Amazonas que empiezan á despejarse, dejando sobre la llanura cantidad de pescados, cuya fácil adquisicion presenta pasto abundante á esos volátiles viageros, que llegan allí á millares. Es digno de admiracion el espectáculo que presenta á la vista tanta diversidad de pájaros confundidos; el jabirú de collarin punzó se enmarida graciosamente con la blanca garzota, con la espátula rosada, con los disformes savacúes, con los tántalos, con los esparavanes ó garzas reales y con los socos. Todos ellos se disputan á porfía y metiendo una bulla espantosa la presa que yace en tierra[1]. Auméntase entretanto el número por instantes con la llegada de otras bandadas que se presentan atraidas por esa ralea general; y cuando ya todos se encuentran hartos, el jabirú, sin abandonar el campo, se retira gravemente hácia un lado, miéntras que las garzas blancas y azules y otras aves de la misma familia, levantándose en tropel, van á posarse desparramadas sobre los bosques vecinos. Es tal la abundancia de garzotas en la provincia, que se suelen ver sobre sus campos, bosques enteros blanquando á lo léjos como si estuviesen cubiertos de nieve.
[Nota 1: Véase la lámina 7.]
Cuando los bañados se encuentran enteramente secos, esta numerosa familia los abandonan para ir á tomar su asiento cerca de los rios; así es que las orillas del Mamoré se ven por todas partes animadas por multitud inmensa de pájaros ribereños: allí el tántalo, en bandadas de algunos millares, se pasea con mesurado andar sobre las partes fangosas, acompañado de la espátula rosada, ó de las garzas blancas; al paso que se ven los bancos de arena cubiertos de rayadores y de gaviotas, que hacen rezonar el aire con sus graznidos, si acierta á pasar por allí alguna embarcacion, á la que persiguen unidos con los chotacabras, temorosos acaso de que los navegantes les destruyan sus nidales.
La distribucion de las tormentas segun las varias regiones, no deja de ser un fenómeno curioso. Durante elestío, torrentes de lluvia inundadan la tierra; jamas se oye entretanto el estampido de un trueno, y hasta el viento parece mantenerse quedo. En la estacion del invierno, es decir, desde mayo hasta setiembre, el tiempo es generalmente hermoso, y los vientos varian de norte á nordeste. En tal periodo, las tempestades se forman de repente por la parte del sud: se oye entónces tronar estrepitosamente por todos lados: ruge el viento sud, y á par que cae el rayo, un verdadero diluvio inunda todo el suelo. Es necesario haber presenciado esas tormentas de las regiones tropicales, para tener una verdadera idea de la violencia con que sopla el viento, y de los torrentos de agua que se desprenden sobre la naturaleza espantada. Un frio rígido y penetrante sucede á semejantes borrascas, que hacen declinar súbitamente la temperatura como de veinte grados, manteniéndola en el mismo punto uno ó dos dias, pasados los cuales renace la calma. Estas tempestades son tanto mas singulares, cuanto que son desconocidas sobre las montañas, donde solo reinan en el verano (el cual empieza por noviembre y termina en mayo), siendo entónces casi periódicas como sucede en Chuquisaca. La impetuosidad con que sopla el viento del sud promueve inmediatamente en los grandes rios gruesas oleadas, que obligan á los viageros á suspender su marcha para no verse irremisiblemente sumergidos junto con sus canoas.
La seca acompañada de tempestades se prolonga hasta el mes de agosto, y la provincia, casi enteramente enjuta, no posee mas agua que la correntosa de los rios, ó la muy escasa que se mantiene estancada en lo interior de los inmensos bañados. La tierra se encuentra talmente seca, que se raja por todas partes, y la naturaleza entera parece calcinada con el solo reflejo de un sol abrasador. Por este tiempo se pueden recorrer á caballo todas esas llanuras poco ántes inundadas; los ganados retozan libremente por los verdosos y dilatados campos, y finalmente, la provincia de Moxos muestra con ufanía todo el completo de su vasta superficie.
Una nueva estacion principia en los meses de noviembre y diciembre: la vegetacion, que habia suspendido su crecimiento durante la estacion de seca, desenvuelve un tierno y lucido follage con el fomento de algunos aguaceros de primavera: la naturaleza entera desplega ostentosamente sus mas primorosas galas. ¡Cuán deliciosas son entónces las mañanas bajo la zona tórrida! Al despejarse con los primeros rayos del sol la espesa niebla que cubria las campiñas, con cuánto regocijo se respira el aire fresco de la atmósfera, y el perfume que por todas partes despiden de su seno las flores recien abiertas, ó las hojas que se desarrollan bajo la doble influencia del calor y de la humedad! Los pajarillos celebran alborozados el retorno de la aurora, saltando de hoja en hoja, y cortejando á esas hijas predilectas de la primavera, cuya diversidad de coloridos presenta los mas admirables contrastes. Aquí, matas enteras de la púrpura mas viva ó del dorado de mayor pureza, allí, los acacias cuyo olor es idéntico al de la bainilla, acullá, enfin, la pudorosa sensitiva con sus leves penachos color de rosa, lisongean agradablemente á la vista y sonrien á la imaginacion.
Fisonomía animal.
Las inundaciones hacen que el centro de la provincia caresca algun tanto de mamíferos; pero subiendo los rios hácia todas direcciones, se encuentra multitud considerable de monos[1] que ofrecen pieles magníficas, particularmente los de la especie mas grande: son tambien abundantes y muy notables por la hermosura de su piel los marimonos[2] y los monos chillones[3]. Cerca del Cármen hay muchedumbre de murciélagos que se alimentan de mosquitos[4]. No son nada escasos los tigres[5], sobre todo en las selvas; y al paso que rara vez se ven allí jabalíes[6], abundan prodigiosamente los antas[7] ó gran-bestias, los ciervos[8] y los venados[9]. Suelen tambien encontrarse á veces algunos borochis[10] ó lobos colorados, cuyos dientes, en virtud de una preocupacion popular, se emplean frecuentemente como un antídoto contra la picadura ponzoñosa de las víboras. Los rios se hallan entre tanto llenos de carpinchos[11] y de delfines ó bufeos[12].
[Nota 1: Especies de los géneros Lagothrix, Cebus fulvus, Calitrix antomophagus.]
[Nota 2:Ateles paniscus.]
[Nota 3:Mycetes seniculus y Caraya.]
[Nota 4:Noctilio rufipes affinis, etc.]
[Nota 5:Felis onca.]
[Nota 6:Dicotyles torquatus y labiatus.]
[Nota 7:Tapirus americanus.]
[Nota 8:Cervus paludosus.]
[Nota 9:Cervus campestris, rufus y nemorivagus.]
[Nota 10:Canis jubatus.]
[Nota 11:Hydrochoerus capibara.]
[Nota 12:Inia boliviensis, de Orb.]
Hay allí, en cuanto á los pájaros, mucha ménos variedad que en los paises montañosos. Abundan, empero, en los bosques y cerca de los lugares habitados, cantidad de gallinazos[1] y diversidad de aves de rapiña diurnas[2] y nocturnas[3]. Los carpinteros[4], los varios picaflores y multitud de loros habitan las florestas; así como en los bañados, á la par que los patos[5], muchedumbre considerable de pájaros ribereños, tales como el jabirú[6], los tántalos,[7] las garzas azules[8] y blancas[9], el soco[10], los savacúes[11], las gallinetas de agua[12]. Encuéntranse finalmente, sobre las orillas de los rios, los rayadores[13], las gaviotas[14], los caprimulgus[15] y las espátulas.[16]
[Nota 1: Cathartes urubu y aura.]
[Nota 2: Especies de los géneros Falco, Buteo, Nisus, Maiagua, etc.]
[Nota 3: Especies de los géneros Noctua, Strix y Bubo (sobre todo el Bubo magillanicus).]
[Nota 4: Especies del género Picus.]
[Nota 5: Especies del género Anas.]
[Nota 6: Micteria americana. Véase la lám. 7]
[Nota 7: Tantalus leuculatur. Véase la lám. 7.]
[Nota 8: Ardea americana.]
[Nota 9: Ardea pealei.]
[Nota 10: Ardea violacea.]
[Nota 11: Cancroma cochelaria.]
[Nota 12: Galeonila y Fulica.]
[Nota 13: Ryncops niger.]
[Nota 14: Especies del género Sterna.]
[Nota 15: Caprimulgus arenarius, de Orb.]
[Nota 16: Platalea ajaja.]
Los reptiles terrestres son rarísimos en Moxos, y bien pudieran contarse las ocasiones en que se encuentra una que otra serpiente venenosa: de vez en cuando se ven algunos boas acuáticos, no pocas tortugas[1], y los caimanes de que los rios y bañados están lleños; estos feroces anfibios destruyen el pescado y son el terror de los moradores de la provincia.
[Nota 1: Especies del género Emys.]
Los viageros que costean los rios se hallan espuestos al punzante aguijon de las rayas[1] y aveces á la mordedura de la palometa[2]; pero tambien están seguros de encontrar pesca fácil y abundante para su alimento, pues por todas partes se presentan á la mano del pescador, y casi voluntariamente, los enormes surubies[3], los sustanciosos pacus, considerable número de bagres[4] y sábalos[5], y otras muchas especies de que se ven atestados, diremos así, todos aquellos rios.
[Nota 1: Trygon histrix. Véase la lám. 14, fig. 1.]
[Nota 2: Serrasalmus marginatus. Véase la lám. 5, fig. 2.]
[Nota 3: Platistoma pardalis, y Orbignyanus. Véase la lám. 5, fig. 2.]
[Nota 4: Simelodus maculatus, pati, etc.]
[Nota 5: Paca lineatus.]
Es bastante exigua la variedad de insectos en la provincia de Moxos, y solo se conocen aquellos que afeccionan la humedad. Hay entre tanto muchedumbre de xejenes y de tábanos, que se complacen en torturar durante el dia al pobre viagero, mientras que por la noche enjambres de mosquitos no le permiten gustar un solo instante de reposo.
Por causa de la estension de los bañados, inundados una parte del año, la vegetacion de esta provincia es mucho ménos variada que la de las demás que componen el departamento. Las llanadas se hallan guarnecidas de plantas gramineas muy convenientes para el pastoreo: en los lugares pantanosos crecen los juncos, y esa admirable planta acuática que es el gigante de aquellas comarcas, y cuyas hojas de dos varas de diámetro, se tienden pintorescamente sobre las aguas[1]. Los ribazos ostentan una variedad inmensa de vegetales; y miéntras que los terrenos recientemente abandonados por las aguas se ven cubiertos de cañaverales ó del chuchio de los indígenas, tan útil á estos y á los viageros; miéntras que los puntos un poco mas elevados ofrecen por todas partes á la vista, tan pronto los lisos, tan pronto los sauces; abundan los terrenos mas antiguos, del lambaiba[2] de jugosas frutas; del bibosi[3], cuya corteza suministra la materia principal para los trages de los Moxeños; de diversas especies de nogales, y de infinita variedad de árboles y plantas, tales como el acacia, las mimosas, etc., etc.
[Nota 1:Victoria regina. Véase la lám. 9.]
[Nota 2: Especie de Piperace.]
[Nota 3: Especie de Ficus. Véase lám. 7.]
La palmera es el vegetal que mas abunda. Las llanuras inundadas están pobladas de un árbol llamado carandai[1], cuyas hojas en forma de abanico se columpian con suma gracia sobre su tronco esvelto; crecen entre tanto, en los llanos secos, el totai[2], utilísimo en los tiempos de penuria; el vistoso tarampabo[3]; el cuci[4], de frutos aceitosos. Se ve tambien sobresalir entre los bosques el variado follage de los motacúes[5] mas comunes; el del marayahu[6], cuyos frutos saben muy bien al paladar; el de la chonta[7], de tronco tan duro como el hierro; el de la palma real[8], la mas hermosa que se conoce por la forma de sus hojas; el del vinte-pes[9] de raices muy estrañas; el del empinado sumuque[10]; el de la palma de rosario[11]; el del chuco[12], de hojas lustrosas; y los de la palma chica[13] y de la palma enredera[14].
[Nota 1: Copernicia cerifera. Véase lám. 9.]
[Nota 2: Cocos totai. Véase lám. 6.]
[Nota 3: Oenocarpea tarampabo.]
[Nota 4: Orbignia phalerata.]
[Nota 5: Maximiliana princeps.]
[Nota 6: Bactris maraja.]
[Nota 7: Astrocarium chonta. Véase lám. 12.]
[Nota 8: Mauritia vinifera.]
[Nota 9: Iriartea Orbigniana, Martius. Véase lám. 13.]
[Nota 10: Cocos botryophora.]
[Nota 11: Euterpe precatoria. Véase lám. 6.]
[Nota 12: Thrinax chuco.]
[Nota 13: Mauritia armatum. Véase lám. 6.]
[Nota 14: Desmoncus rudentum.]
A mas de estas plantas leñosas, las llanadas, las selvas y la orilla de los rios están cubiertas de plantas de mediana altura, entre las que se cuentan la pudorosa sensitiva, varias clases de índigo, y cantidad prodigiosa de frutos silvestres.
Primera época, ántes de la llegada de los Españoles.
Los primeros historiadores que han escrito sobre la provincia de Moxos, hacen mencion de un gran número de naciones distintas. El padre Diego de Eguiluz[1] cita las siguientes: los Cunacurees, los Mayumanas, los Huarayus, los Tapacuras, los Baures, los Yuguehuares, los Toros, los Chumacas, los Pudayares, los Fundibularios, los Panuanas, los Punoboconos, los Canacurees, los Casaveones, los Morohionos, los Camies, los Chiriguas, los Humuhuanas, los Canicianas, los Cayuvavas, los Ducricumas, los Curaguanas, los Caridionos, los Marochinas, los Cayapimas, los Suruguanas, los Paririnas, los Barisinas, los Carivinas, los Carecomoros, los Chucucipeonos, los Chuminanas y los Maporoaboconos, es decir, treinta y siete naciones diferentes. Estudiando sus idiomas, haciendo la comparacion de los unos con los otros, y reuniendo todos los dialectos, he conseguido, despues de tantas investigaciones, poder reducirlas á diez: los Moxos, los Itonamas, los Canichanas, los Movimas, los Cayuvavas, los Itenes, los Pacaguaras, los Chapacuras, los Maropas, y los Sirionos, de cuyo exámen vamos á ocuparnos por separado.
[Nota 1: Relacion de la Mision apostólica de los Moxos, publicada en 1696. Choix des lettres édifiantes, t. VII. Missions de l'Amérique, t. I. p. 308: t. II, p. 64.]
He creido deber conservar, por nombre de la nacion mas numerosa de la provincia, el de su tribu principal, que ha tomado de aquella misma esta denominacion de Moxos. Antes de haber comparado los idiomas indígenas entre sí, yo estaba en la persuasion de que los Moxos constituian una nacion diferente de las otras: en igual creencia estaban todos los Españoles que conocen el pais; empero, la comparacion de los idiomas me ha hecho reconocer que los Baures ó Bauros, considerados como nacion enteramente distinta, no son sinó una tribu cuyo lenguage, aunque no tiene arriba de una octava parte de palabras análogas al idioma de los Moxos, no hay la menor duda en que no es otra cosa que una variante de este. Sucede otro tanto con los Muchojeones, que se dicen aliados de los Baures. Los nombres de Baures y Muchojeones son de orígen americano: el de Moxos fué dado á lo que parece, por los primeros Españoles que entraron en la provincia. Cada una de las grandes tribus que voy á mencionar, se subdividen aun, en multitud de secciones que llevan diferente denominacion. Los solos Baures cuentan hasta veinte.
[Nota 2: Todos los detalles relativos á los indios, ántes de la conquista, son tomados de la obra ya citada del padre Eguiluz, que lleva por título: Relacion de la mision apostólica de los Moxos, 1696.]
Esta nacion, segun mis conjeturas particulares, habitaba toda la parte sud de la provincia de Moxos, en medio de esas llanuras, frecuentemente inundadas, que se estienden entre el curso de los rios Guaporé y Mamoré, y que se hallan limitadas por un lado, en la entrada de los bosques del pié oriental de los Andes bolivianos, y por el otro en las selvas de Santa-Cruz de la Sierra y de Chiquitos, ocupando una ancha banda de este á oeste, desde los 13 hasta los 16 grados de latitud sud, y desde los 64 hasta los 69 de longitud oeste. Estos indígenas, los primeros habitantes del sud de Moxos, veianse, hácia esta parte, separados de los otros Americanos, por un centenar de leguas de bosques inundados en tiempo de lluvias, y enteramente inhabitables. Tenian sus moradas en los lugares ménos espuestos á las inundaciones, como por ejemplo sobre las riberas del rio Mamoré, del rio Aperé, del rio Securi y del rio Tijamuchi, hácia el oeste; sobre las riberas de los rios Baures, de San-Simon, y hasta el Guaporé, por el este. Hácia el sud se comunicaban con los Sirionos de las selvas de Santa-Cruz; al sudeste con los Chapacuras; al oeste con los Yuracarees, y hácia el norte con los _Movimas, _los Canichanas y los Itonamas. Separados por inmensos desiertos, los Baures y los Moxos habian cortado sus relaciones desde muy largo tiempo.
La tez bronceada de los Moxos, no tan subida como la de los Chiquitos y de los Chapacuras, tira un poco al amarillo; sin embargo, es tan poco marcada la diferencia, que solamente puede notarse comparando un gran número de individuos juntos.
Su estatura, mayor que la de los Chapacuras, es de cinco piés y seis pulgadas; pero tomado un término medio, queda reducida á cinco piés y dos pulgadas.
Sus formas son en general desvahidas y esveltas, sus cuerpos robustos, todos sus miembros bien fornidos y rollizos, sus espaldas muy anchas, sus pechos graciosamente combados; y tal es la robustez de estos naturales, que suelen ser propensos á la obesidad.
Las mugeres guardan la proporcion relativa ordinaria en cuanto á la estatura, y por lo demás participan de las mismas formas: tienen un aire elegante, y sus anchas caderas revelan en ellas una constitucion de las mas robustas: sus manos y piés son pequeñísimos, y su cintura no tan tosca como la de las Chiquiteñas.
Por lo tocante á las facciones, tienen comunmente estos indígenas una cara ménos redonda que la de naturales de Chiquitos, y el carácter de su fisonomía, aunque abierta y llena de dulzura, es ménos alegre. Hay muchos hombres que pueden pasar por arrogantes mozos, y algunas mugeres son realmente bonitas, sin que cambie por esto el detalle de las facciones. En general los hombres son lampiños.
Su habla difiere esencialmente de la de los Chapacuras y de las otras naciones de Moxos. Léjos de ser dura, pudiera decirse que es eufónica: casi todas las palabras tienen una acentuacion muy fuerte que termina en a, e, i, o, particularmente en las tres primeras vocales. Hay un pequeño número que tiene al fin una consonante; mas estas son la m y la n que casi siempre forman diptongos en on an, am, que no se pronuncian tan fuertemente como en las lenguas derivadas del latin. El sonido gutural de la j española es poco usado, y el de la u nasal muy raro. Las únicas consonantes totalmente desconocidas son la f y la x. La ch francesa, del mismo modo que la de los Españoles, se emplea con frecuencia. Rara vez se encuentra la e muda de los Franceses, como tampoco su z. Hay una particularidad muy notable en el idioma moxo, y es que los nombres de todas las partes del cuerpo principian por una letra determinada, como puede verse en la planilla siguiente.
+——————————————————————————————————+ | | NOMBRES BAURES | NOMBRES MÓXOS | NOMBRES | | NOMBRES |————-+——————+—————-+—————-|MUCHOJEONAS| |ESPANOLES|Escritos |Sacados de | Escritos |Sacados del| escritos | | |por mi |la gramática| por mi |diccionario| por mi | | |en 1831. | manuscrita | en 1831. | | en 1831. | | | | de 1831 | | | | |————-+————-+——————+—————-+—————-+—————-| |Carillo |Ichemira | " |Humiro-raki| Numiro |Ichemira | |Oreja |Ichacaney| Chacané |Huichoca | Nuchoca |Ichacanan | |Ojos |Ikisé | Kisé |Yuki | Nuuqui |Ikise | +—————————-+——————+—————-+—————-+—————-+
He notado ademas que á estas palabras, escritas tal cual lo están en el diccionario, se encuentra unido un pronombre posesivo[1], cosa que debe existir tambien entre las otras tribus. Cada una de ellas tiene algunas palabras que le son peculiares; así pues, sobre cuatrocientos vocablos muchojeones, ciento quince tienen analogía con los de los Baures, y cuarenta y nueve son idénticos; al paso que, sobre el mismo número, cincuenta palabras de los Baures tienen analogía con las de los Moxos, y solamente cuatro son idénticas. El sistema de numeracion, que llegan hasta veinte entre los Baures y Muchojeones, está basado sobre el número de dedos de las manos y los piés. Los Moxos solo cuentan hasta el número tres.
[Nota 1: El pronombre posesivo nu, mi, lo mio, se adjunta sin duda alguna al nombre propio de las partes. Véase al Padre Marban, Arte de la lengua moxa, con su vocabulario: Lima; 1704; págs. 8 y 9.]
La sociabilidad y alegría, y una paciencia imponderable, son las cualidades características que distinguen á los Moxos. Mucho se aman entre ellos mismos, siendo susceptibles de un apego estremado para con los estrangeros. Son enemigos de la indolencia, defecto inherente á los moradores de los paises cálidos; así es que pasan la vida siempre en continua actividad. Sus numerosas poblaciones, compuestas de chozas muy bajas, se hallaban situadas por lo regular, sobre las riberas de los anchurosos rios, al borde de las lagunas, cerca de los bañados, en el centro de las llanuras y en medio de los bosques. Una supersticion religiosa los hácia creerse hijos del rio, del bosque ó del lago inmediatos al lugar donde habian nacido; por cuya razon consideraban á este como sagrado, y jamas se apartaban de él, viviendo siempre reunidos en grandes familias, y ocupándose activamente ya en la agricultura, ya en la pesca ó la caza. Efectuaban sus siembras y plantaciones en medio de los bosques, é iban á cazar y pescar en unas largas canoas, hechas de un tronco ahuecado, de las que tambien se servian para comunicarse, siguiendo el curso de los rios, ó cruzando, en tiempo de lluvias, los llanos inundados. Diestros navegantes, conocian perfectamente esas sinuosidades interminables de los numerosos rios de su territorio; y si guerreaban con sus vecinos, se presentaban al combate en sus canoas, armados del arco, de las flechas y de la pesada macana. En los momentos que les dejaban libres sus graves y laboriosas ocupaciones, gustaban de danzar y divertirse: casi todos ellos eran músicos y tenian unas flautas, semejantes á la zampoña, pero largas de mas de seis piés. El deseo de beber los licores fermentados, preparados de antemano para las fiestas religiosas á que asistian los vecinos y toda la aldea, motivaba casi siempre sus reuniones, que tenian lugar en un recinto comun, reservado para el caso.
Tolerábase entre ellos la poligamia, y no habia sumision recíproca entre los esposos, los que se desuinan, cada cual á su antojo, bajo el pretesto mas fútil, y muchas veces por formar otros lazos. La muger adúltera era castigada entre tanto, no solamente por su marido, sino tambien por todos sus deudos ¡tan grande era la veneracion que se tenia por la pureza de costumbres! Si durante la ausencia de un marido su muger llegaba á serle infiel, se consideraba de suma gravedad semejante falta, y los parientes se veian en la obligacion de vengar el honor de la familia, temerosos (en virtud de una estraña supersticion) de que el marido ó sus compañeros de viage fuesen víctimas de algun animal feroz; de que les sucediese cualquier otra desgracia, ó de que no se viesen favorecidos en el objeto de su espedicion. Si por acaso algo de esto acontecia á los ausentes, á su vuelta indagaban inmediatamente cuál era la culpable que les habia acarreado tal fracaso; y muy á menudo tocábale en suerte á la inocente el ser maltratada, ó verse cuando ménos obligada á divorciarse; empero, como el celibato era una cosa vergonzosa, ámbos esposos volvian desde luego á contraer matrimonio.
Es muy estraño que con un carácter tan apacible, tuviesen los Moxos algunos usos que deben reputarse de sumamente bárbaros. So pretesto de que los animales tan solo daban á luz muchos hijos á la vez, mataban á los gemelos. Habia madres que enterraban vivas á las criaturas porque nacian débiles, porque eran lloronas, y muchas veces solamente por no tener el trabajo de criarlas. Cuando llegaba á morir una india dejando algun hijo en edad tan tierna que necesitase aun del cuidado materno, sus parientes lo sepultaban juntamente con la que le diera el ser. Si alguna muger tenia la desgracia de malparir, sus deudos y todos los habitantes de la aldea conspiraban cruelmente contra la infeliz para arrojarla al rio, y ahogarla sin misericordia, persuadidos de que si así no lo hacian, se verian todos ellos atacados de disenteria: por lo tanto, la pobre muger, á quien tal accidente llegaba á suceder, se veia en la precision de ponerse inmediatamente en salvo, yendo á buscar en otra parte la conservacion de una existencia amagada por sus mismos parientes.
La industria estaba muy adelantada entre estos indígenas: los hombres fabricaban sus armas, iban á la caza, cultivaban la tierra con instrumentos de madera[1], pescaban á flechazos y construian sus canoas. Segun el decir de un autor no muy antiguo, pero recomendabilísimo por su veracidad[2], tenian tambien una especie de escritura. Esprímese á este respecto el mencionado autor, en estos términos: «Un indio moxo escribe los anales de su pueblo en una tabla ó pedazo de caña por medio de varios signos, cuya inteligencia y manejo pide mucha convinacion y una memoria feliz.» Entre tanto, los varones cultivaban la música. Las mugeres hilaban, tegian las vestimentas y las hamacas indispensables en un pais continuamente anegado, confeccionaban la vagilla de barro, y ayudaban á recoger las cosechas, ocupándose al mismo tiempo de las faenas domésticas. En sus festividades se adornaban todos ellos la cabeza con plumas de colores: los hombres se presentaban desnudos, ó cubiertos solamente con una especie de camisa sin mangas; las mugeres vestian la misma camisa, llevaban los cabellos sueltos y se pintaban la cara de negro y de rojo á imitacion de los indios; quienes se agujereaban ademas los labios y la nariz para adornarse con argolletas: un collarin, hecho con los dientes de sus enemigos muertos en el combate, era entre tanto el adorno que ostentaban con mas ufanía.
[Nota 1: Robertson, Historia de América, edic. españ., t. II, p. 104, se equivoca ciertamente cuando dice que los Moxos no conocian la agricultura.]
[Nota 2: Francisco Viedma, Informe general de la provincia de
Santa-Cruz (manuscrito cuyo original poseo), 1787, pág. 89.]
Respecto du su organizacion gubernativa, vivian divididos estos indios en una multitud de aldehuelas, independientes las unas de las otras; y tenian á su cabeza un cacique ó gefe, cuya autoridad no les imponia el menor respeto; así es que en su primitivo estado no componian verdaderamente un cuerpo de nacion.
Su religion era una de las mas complicadas. Creíanse, como tengo dicho, hijos del lago, del bosque ó de la orilla del rio en que vivian, por cuya razon nunca se alejaban de su recinto. Por lo demas, cada pueblo tenia una creencia diferente; confiaban los unos en la merced de ciertos dioses solteros ó casados que presidian á las siegas, á la pesca y á la caza; otros profesaban un respeto temeroso á los dioses del trueno. Las sectas eran variadas en sumo grado. La mas general, y que tenia un culto esterior mas aparente, reverenciaba al tigre, erigiéndole altares cuyos sacerdotes ó Comocois eran aquellos individuos escapados al furor del sangriento animal. Efectivamente, cuando alguno llegaba en sus viages á libertarse de las garras de esta fiera, se le consideraba como un favorito del Dios, y digno por lo tanto de desempeñar en lo sucesivo el cargo de su sacerdote, poseyendo desde luego el don de sanar las enfermedades, y siendo una de sus atribuciones saber el nombre de todos los tigres de la comarca. No obstante, para ser investidos de tan alta dignidad, los nuevos sacerdotes tenian que someterse durante dos años á un régimen de ayunos, de continencia absoluta en sus relaciones con las mugeres, y á la abstinencia de comer pescado so pena de ser devorados por el tigre. Cuando algun individuo mataba un tigre, ó le acertaba un flechazo, tenia que buscar en el instante al sagrado ministro, á fin de saber el nombre del animal muerto ó herido para adoptar este nombre por suyo, dejando el que sus padres le dieran al nacer.
Hacian entretanto pomposas ceremonias á la muerte de un tigre, creyendo que de este modo se mantendrian siempre en la gracia del Dios de estos animales. Cada indio daba principio á un largo ayuno, se cortaba una parte del cabello, y permanecia muchos dias sin traspasar el umbral de su habitacion. Colocábase la cabeza del difunto, adornada con una peluca de algodon de varios colores, en el gran cuarto destinado para beber en comunidad la chicha que se preparaba para el caso, y de la que venian todos á participar en el punto de reunion; donde los sacerdotes del tigre brindaban á los dioses, sirviéndose de vasos especiales, y anunciando que por la noche conversarian con los manes de la fiera.
A mas del Comocois, ó sacerdote del tigre, habia otros sacerdotes llamados Tiarauquis (los de la vista perspicaz). Estos ministros, los mas venerados, eran elegidos entre los Comocois, cuando algun espíritu, invisible para los demas, se presentaba á ellos y los aletargaba por algunos instantes. Tenian finalmente infinidad de sectas, y hasta profesaban estos indios un politeismo que habian recibido de sus padres. En su religion dominaba el temor á la esperanza, por lo que se dejaban llevar del fanatismo, y de mil necias supersticiones que influian sobre las acciones de su vida privada. Los sacerdotes eran reputados por médicos y practicaban succiones curativas. Todos creian en la existencia de otra vida.
Bajo esta denominacion existia una nacion que era de las mas numerosas de la provincia de Moxos. Esta nacion, que probablemente se dió ella misma el nombre que lleva, habitaba la parte nordeste de la provincia, sobre las riberas del rio Itonama, desde la laguna grande hasta cerca de su confluencia con el rio Machupo; es decir entre los grados 13 y 14 de latitud sud, y los 65 y 67 de longitud oeste de París. Desparramados en otro tiempo en varias tribus sobre los terrenos ménos inundados y en medio de las selvas que guarnecen las orillas de su rio, tenian por vecinos, hácia el norte, á los Ites ó Iténes; hácia el este á los Baures; hácia el oeste á los Canichanas; y hácia el sud á los Moxos.
La tez de los Itonamas, mas oscura que la de los Moxos, es igual á la de los Chapacuras. Su estatura parece ser por lo general una de las mas pequeñas de la provincia: los mas altos tienen apénas cinco piés y cuatro pulgadas: las mugeres guardan la proporcion ordinaria.
Los Itonamas difieren tambien muchísimo de las otras naciones de Moxos en cuanto á las formas. Muy léjos están ellos de tener esa estructura herculánea, esa bizarra corpulencia de los otros indígenas; y si bien sus espaldas son bastante anchas, el resto de su cuerpo, flaco y endeble, parece estar revelando la falta de fuerzas. Sus piernas son tan delgadas y con unas articulaciones tan sobresalientes, que fácilmente se distinguiria á un indio de la nacion itonama entre los naturales de las otras naciones. Las mugeres, aunque tambien enjutas, lo son sin embargo en un grado ménos aparente que los hombres: por el contrario, siendo de menor corpulencia, parecen mejor formadas que las de los pueblos comarcanos.
Si se advierte una diferencia muy marcada en la estatura y las formas de los Itonamas, comparadas con las de los Moxos, no es ella tan notable en cuanto á las facciones: no obstante, la cara de los Itonamas, aunque con el mismo detalle de formas, parece ser ménos rolliza y mas larga que la de aquellos naturales; los juanetes del carrillo son mas sobresalientes; la cabeza en general es mas chica y su frente mas estrecha. Tienen los ojos pequeños y horizontales. El aspecto de los varones es afeminado, y su barba, cuando la tienen, sumamente despoblada. Su fisonomía, que anuncia por lo comun la timidez y la tristeza, es vivaz sin embargo, y ofrece el tipo de la falsedad y de la astucia: empero las facciones de los hombres nada tienen de repugnante, y hasta hay algunos que pueden pasar por agraciados. No es dable decir otro tanto de las mugeres, que son generalmente feas.
El idioma de los Itonamas, enteramente distinto de los dialectos de las otras naciones de la provincia, no carece de armonía; y si bien es duro para la pronunciacion de muchas palabras, la gran cantidad de vocales que emplea lo hacená veces eufónico. La mayor parte de los vocablos, que componen este idioma acentuado, terminan en vocales, y los muy contados que se apartan de la regla general, acaban en t, m, s, y en la ch francesa: la j española es poco empleada, y casi siempre toma el sonido compuesto de las letras que la acompañan, como jna, jle, etc.; la u nasal es rara, la f y la x son absolutamente estrangeras; tambien se encuentra la e muda de los Franceses, pero poquísimas veces. No existe, entre tanto, ninguna anomalía con respecto á los nombres de las partes del cuerpo. La terminacion de los adjetivos es inalterable, ya se adhieran á un sustantivo masculino, ya á un femenino. Carecen por lo demas estos naturales de un sistema de numeracion, y solo saben contar hasta dos.
El carácter de los Itonamas, comparado con el de los Moxos, tambien presenta una diferencia notable: en vez de ser como el de estos, franco, leal, sociable y bueno, es un conjunto de todos los defectos contrarios á tales virtudes; los varones abrigan un estremado egoismo, y su astucia para las raterías no admite prioridad.
Vivia esta nacion, poco mas ó ménos como la de los Moxos, repartida en grandes tribus sobre las orillas de esos rios continuamente surcados por sus naturales, los que se ocupaban ya en la pesca ya en la caza ó la agricultura. Sus armas se componian del arco, de las flechas y de una macana de dos filos. Eran estos indígenas muy aficionados á la música, la danza, y mas que todo á los festines, donde reinaba el desórden, fomentado por el abuso de las bebidas fermentadas. En tales reuniones la inmoralidad llegaba á tanto, que se brindaban recíprocamente sus mugeres, obligándolas á prestarse ya al uno ya al otro de los concurrentes.
La sola particularidad que se advertia en cuanto á los trages de estos indios, era la desnudez de las criaturas de ámbos sexos, que hasta la época de su pubertad no llevaban otra cosa que una liga mas abajo de la rodilla, y otra en el empeine del pié; las niñas se ponian ademas un cinturon.
Es de suponer que el régimen gubernativo de los Itonamas no debia diferenciarse del de los Moxos. En cuanto á sus creencias religiosas, se asegura que no tributaban adoraciones á ninguna divinidad bienhechora; que temian sí, y muchísimo, á un espíritu maligno llamado Chukiva: creian, por lo demas, en la existencia de otra vida.
Cuando alguna persona caia enferma, se ponia inmediatamente en camino para ir á buscar asistencia en la casa donde habia nacido, por mucha que fuese la distancia. Si sus parientes presentian la proximidad de su fallecimiento, gran cuidado tenian de cerrarle herméticamente la boca, la nariz y los ojos, á fin de que la muerte no pasase de aquel á los otros cuerpos; y muy á menudo acontecia que, sofocando la respiracion de los pobres enfermos, se les daba la muerte cuando esta no era tal vez llegada.
Esta es la denominacion que se han dado los naturales de la nacion mas guerrera, mas temible y anómala que se encuentra en la provincia de Moxos. Los Españoles que habitan las provincias circunvecinas no los designan bajo otro nombre: los Jesuitas los llamaban Canicianas[1].
[Nota 1: El P. Eguiluz, loc. cit., pág. 35 á 36.]
Si hemos de dar crédito á las tradiciones, la nacion canichana habitaba en las riberas del Mamoré, muy cerca de los raudales que dan orígen al rio Machupo, y tambien sobre el curso de este mismo, estendiéndose hasta el lugar donde hoy se encuentra la mision de San-Joaquin. Todavía se notan en las llanuras del oeste del Machupo, entre San-Joaquin y San-Ramon, las trincheras que estos indios habian construido para resguardarse de sus enemigos. Sus numerosas poblaciones[1] se hallaban comprendidas entre los grados 13 y 14 de latitud sud y los 67 y 68 de longitud oeste de París; y aunque enteremente aislados de todos sus vecinos, se mantenian siempre en guardia contra sus asechanzas: lindaban hácia el este con los Itonamas, al oeste y norte con los Ites, al sud con los Moxos, y al norueste con los Cayuvavas.
[Nota 1: El P. Eguiluz dice (pág. 55) que componian 70 pueblos.]
La tez de los Canichanas, mas morena que la de los Moxos, es poco mas ó ménos como la de los Chapacuras.
Tan altos como los Moxos, su estatura llega por lo regular á cinco piés y dos pulgadas. Las mugeres son pequeñas en proporcion á la altura de los hombres.
Sus formas corporales, idénticas á las de los Moxos, son algo mas rollizas y no tan desvahidas; tienen la espalda ancha, y sus fornidos miembros revelan la fuerza, sin estar espuestos á la obesidad. Las mugeres guardan las mismas proporciones que se advierten entre los Moxos.
Muy léjos están los Canichanas de tener como los antedichos un semblante abierto y revestido de dulzura; su aspecto es feroz y duro; su cabeza muy grande; su cara oblonga como la de los Tobas del Gran-Chaco; tienen los pómulos muy pronunciados; la frente pequeñísima y combada; la nariz ancha, corta y aplastada, y sus ventanas muy abiertas; la boca grande; los labios gruesos; los ojos hundidos, pequeños é inclinados por la parte de arriba á su ángulo estremo; las orejas chicas; las cejas arqueadas; el cabello y la barba lo mismo que los demás indígenas de la provincia de Moxos. Su fisonomía es triste y de una fealdad repugnante; pero en vez de manifestar abatimiento esprime una ferocidad salvage. Las mugeres no tienen el menor atractivo; en ellas se descubren los mismos rasgos característicos que en los hombres: entre los niños tambien se nota la ausencia de la jovialidad y alegría; llevan entre tanto en sus semblantes la enseña de la malignidad é indisciplina.
El idioma de los Canichanas, que no contiene una sola palabra semejante á las de los otros idiomas de la provincia, es musical, muy acentuado, y duro á la audicion algunas veces por los sonidos guturales que resultan de ciertos vocablos compuestos de muchas consonantes juntas, como jl, tz, ts. Casi todas sus palabras terminan en vocal: esceptúanse algunas, cuyas terminaciones en ac, ec, ip, ij y ch son muy ásperas. La j española se emplea frecuentemente y conserva toda su dureza, sobre todo cuando se une con la l, como en la sílaba jla. La u nasal no existe, y los sonidos de la x y de la f son desconocidos, al paso que se hace mucho uso de la ch francesa y de la española. La lengua canichana es acaso la que presenta mas anomalías en cuanto á la manera como principian las palabras. Si en los idiomas de Chiquitos los nombres de las partes del cuerpo empiezan con una letra determinada, nótase la misma singularidad en el lenguage de las Canichanas, como se ve en los nombres eicokena (carrillo), encomete (oreja), culot (ojos), siendo esto comun á todo lo que respecta al físico del hombre. Hay empero una anomalía todavía mas singular, y es que las denominaciones de todos los objetos materiales, pertenecientes á los animales, á las plantas, á los minerales, y tambien á los astros, principian invariablemente por la letra n, como por ejemplo nicolara (mono), nitij (algodon), nisep (lago), nicojli (sol). Las otras consonantes se emplean solamente en los pronombres, verbos, etc. Los adjetivos pertenecen á los dos géneros. El sistema de numeracion solo alcanza al número tres. Finalmente, la pronunciacion se asemeja mucho á la de los Moximas y de los Itonamas.
El carácter de estos indios es tan estraño como sus facciones y su lenguage; léjos de ser sociable y lleno de franqueza como el de los Moxos, ó pusilánime como el de los Itonamas, es atrevido por demás, emprendedor, independiente, frio, disimulado, triste, taciturno, insociable, y sobre todo poco escrupuloso. Inclinados al hurto como los Itonamas, roban con tanta mas osadía cuanto que tienen la conciencia de ser temidos por las otras naciones, hasta el estremo de que se les deje impunemente entrar á saco en sus poblaciones. Debe entretanto hacerseles justicia de una bella prenda, su consecuencia y fidelidad, de que han dado repetidas pruebas. Mas á pesar de esto, no dejará de considerarse como un hecho maravilloso, el que con un tal carácter se hayan sometido tan fácilmente al yugo de los Jesuitas.
Segun los informes que he recogido, sus costumbres debieron ser sumamente guerreras. Tenian fortificaciones rodeadas de fosos, en las que moraba una parte de la nacion, operando de allí sus incursiones en el territorio de sus vecinos, los Itenes, los Cayuvavas y los Itonamas: estos últimos eran sobre todo los mas perseguidos, por ser los que ménos contrarestaban su pujanza. Si hemos de dar crédito á algunas relaciones, los prisioneros que caian en manos de estos indios eran comidos por ellos en solemnes festines. Dedicados principalmente á la pesca y á la caza, descuidaban la agricultura: su industria consistia únicamente en la construccion de canoas y en la fabricacion de armas; eran muy dados á la bebida y hacian uso de licores fermentados. Vestíanse de igual modo que las otras naciones de la provincia.
Nótase de particular en sus costumbres el ayuno riguroso de ocho dias que imponian á las muchachas que entraban en la edad núbil, y el regocijo y las libaciones con que celebraban en seguida este feliz acontecimiento. El temor que les inspiraba un genio maléfico, llamado Yinijama, era la base principal de su religion.
En cuanto á la tez, las formas y la estatura, los Canichanas no se apartan de los Moxos: por lo tocante á las costumbres y á la fisonomía, se parecen mas bien á los Tobas y Mbocobis del Chaco. Las singularidades de su idioma los pone en paralelo con los Moxos y Chiquiteños. Creo, por último, que los Canichanas pertenecen al ramal moxeño, pero que constituyen una anomalía tanto mas estraña, cuanto que se hallan circundados por pueblos que reunen un carácter de notable uniformidad bajo todas sus conexiones físicas.
Por el tiempo de la conquista de la provincia de Moxos, los Movimas habitaban las llanuras del oeste del Mamoré, sobre las riberas del Yacuma, como á los 14 grados de latitud sud, y entre los 68 y 69 de longitud oeste de París. Hallábanse divididos en numerosos pueblos, situados sobre las orillas de los rios, y tenian por vecinos, hácia el sud y sudoeste á los Moxos, hácia el este á los Canichanas, y hácia el norte á los Cayuvavas; separándolos de estas naciones llanos inundados y selvas espaciosas.
La tez de los Movimas es idéntica á la de los Moxos.
Su estatura regular es de cinco piés y dos y media pulgadas; son por lo general de arrogante presencia, tanto los hombres como las mugeres; hay muchachas de diez y seis á diez y siete años que pueden competir con los varones en robustez y bizarría. La estatura ordinaria de las mugeres es de cinco piés, muy superior por consiguiente á la proporcion que debieran guardar con los hombres.
Las formas de los Movimas son por lo ménos tan robustas como las de los Moxos, y enteramente las mismas en cuanto á los detalles, con la sola diferencia de que las mugeres participan algo de las de los hombres. Los rasgos de su fisonomía, llenos de la mayor dulzura, tambien los asemejan á los citados indios: hay empero gran número de mugeres, que no solamente tienen un aspecto varonil, sino que carecen de esas facciones delicadas que caracterizan al sexo masculino de esta nacion: por lo regular la nariz de los Movimas es un poco mas ancha que la de los Moxos.
El idioma de los Movimas, aunque diferente de los otros de la provincia en cuanto al fondo, se parece mucho, por la dureza de sus sonidos y lo difícil de su pronunciacion, al de los Canichanas y de los Itonamas, siendo quizas aun mas duro que estos. Tiene tambien en la composicion de sus vocablos muchas consonantes juntas, como tch, ch, chl, jn, jl, jr, lj y ts, que producen sonidos sumamente ásperos: casi todas las voces terminan en vocal; las muy contadas que se apartan de la regla, finalizan en las consonantes l, n, w, p, s, en ch francesa y en ch castellana. Empléase con frecuencia la j de los españoles: la u nasal y la f son desconocidas. Por lo demas, no ofrece este idioma anomalías aparentes: los adjetivos se acomodan á los dos géneros. El sistema de numeracion no pasa del cuatro, tampoco tiene relacion alguna con el número de los dedos.
El carácter de los Movimas, que en todo se parece al de los Moxos, está animado de una exesiva bondad y del mas pronunciado instinto de sociabilidad. A juzgar por su manera actual de vivir, sus costumbres debieron ser tambien idénticas á las de los Moxos, consistiendo sus ocupaciones en la pesca, la navegacion, la caza y la agricultura. Su industria, su sistema gubernativo y su religion los asemejaban aun á la nacion citada. El genio maléfico, que determinaba sus desgracias, se llamaba Canibaba Kilmo. Temeros de cubrirse de lepra, nunca mataban estos indios una serpiente, y los que enviudaban se guardaban bien de dar muerte á un tigre, persuadidos de que si así lo hacian, sucumbirian ellos tambien.
Finalmente, la total conformidad de circunstancias físicas y morales que existe entre los Movimas y los Moxos, me hace creer que arrancan ámbas naciones de la misma rama, no diferenciándose sino por un lenguage enteramente distinto, y tal vez por la mas ó ménos fuerza corporal.
Habitaba esta nacion sobre la ribera occidental del Mamoré, quince leguas mas arriba de la confluencia de este rio con el Guaporé ó Iténes, en esas llanuras entrecortadas por bañados y pequeños boscages que caracterizan aquellos terrenos. Vivian los Cayuvavas repartidos en pequeñas tribus, cuyas poblaciones se estendian sobre las orillas de aquel grande rio, y sobre los pequeños tributarios de las llanadas del oeste[2], entre los grados 12 y 13 de latitud sud, y hácia los 68 de longitud occidental de París. Tenian por vecinos hácia el sud á los Movimas, á los Itenes hácia el este, á los Maropas de Reyes hácia el oeste, á los Pacaguaras del Rio Beni hácia el norte, hallándose separados, particularmente de las dos últimas naciones, por dilatadísimos desiertos[3].
[Nota 1: Algunos Españoles escriben Cayubaba.]
[Nota 2: Si se ha de dar fé á los materiales con que Brué ha levantado sus mapas de América meridional, los Cayuvavas, segun el de 1826, estendian sus posesiones hasta el duodécimo grado de latitud sud, mientras que en el de 1854 alcanzan basta el décimo.]
[Nota 3: Es en esta nacion donde el P. Eguiluz (pág. 33) ha coleado el gran Paititi, Dorado ó Pais de los Césares de aquellas comarcas.]
Por la tez, el alto porte de los hombres, sus robustas formas, sus miembros fornidos, sus facciones regulares y agraciadas, su fisonomía dulce, los Cayuvavas se asemejan á los Moxos; y si su aspecto general está revestido de un poco mas de seriedad, en cuanto al resto reunen todos los caracteres físicos de esta nacion.
La lengua cayuvava se diferencia de los demas dialectos de la provincia en el fondo de las palabras; pues aunque tiene alguna analogía con los idiomas itonama, canichana y movima por la asperidad de muchos sonidos, es sin embargo mas eufónica. La complicacion del sonido de consonantes reunidas es demasiado frecuente: la de las consonantes unidas dx y dj, antepuestas á vocales, es un poco dura; no obstante, la consonante segunda conserva siempre el sonido suave de la pronunciacion francesa ó castellana. Tambien se advierten, entre los sonidos peculiares á la lengua, la u débilmente nasal, la x, la a muda, la ch y algunas terminaciones en an y ain, las únicas que se notan al fin de un número limitado de voces, pues todas acaban invariablemente en vocal. El sonido gutural de la j española es muy comun, así como la ch de esta lengua, faltando únicamente la l en el alfabeto de este idioma, exento por otra parte de anomalías. Los adjetivos se adhieren á los dos géneros. El sistema de contar no tiene relacion con el número de los dedos; pero presenta una particularidad notable. Los números, que ordinariamente solo se unen á los otros despues del diez, en el sistema de los Cayuvavas empiezan á juntarse desde el seis. Todas las lenguas americanas poseen nombres diferentes para las unidades, y cuenten luego diez y uno, etc., mientras que los Cayuvavas llegan hasta el cinco solamente, y prosiguen diciendo, para el seis, carata ribobo (uno y cinco), para el siete, mitia ribobo (dos y cinco), y de este modo hasta diez; empezando despues las decenas, y contando por todo, solamente hasta ciento.
El carácter de los Cayuvavas tiene muchísima analogía con el de los Moxos, y bien pudiera decirse que es mas noble. En estremo valientes, atrevido», emprendedores, industriosos, francos y leales, eran estos indígenas los guerreros mas temidos por las otras naciones: sus armas consistian en el arco y las flechas; manejaban tambien la lanza, y marchaban al combate organizados en falanges capitaneadas por gefes especiales.
Su religion se fundaba en la creencia de un ser protector de todas las cosas, llamado Idaapa, y de un genio maléfico, autor de todas las desgracias, llamado Mainajé. Admitian estos indios la inmortalidad del alma; y como los Itonamas, creian deber impedir que la muerte se escapase del cuerpo de un agonizante, tapándole bien la boca y la nariz. Los hombres interrumpian sus trabajos durante la indisposicion mensual de sus mugeres, y no se atrevian á emprender cosa alguna mientras permanecian viudos.
A pesar de la diferencia de lenguage, los Cayuvavas se parecen demasiado á los Moxos, en el carácter y otras circunstancias físicas y morales, para que no pertenezcan á la misma rama que estos.
Esta nacion parece haber dado su nombre al rio que baja del este para ir á reunirse con el Mamoré hácia los 12 grados de latitud sud. Los Itenes ocupaban el territorio comprendido entre los rios Iténes y Mamoré, estendiéndose treinta leguas hácia el norte, desde el ángulo formado por la reunion de estos rios: su poblacion se componia de pequeñas aldeas, dispersas en el interior de las tierras, en medio de los bosques, ó sobre las orillas de los arroyos que desaguan en el Mamoré. Circunscriptos entre los grados 12 y 13 de latitud sud, y los 67 y 68 de longitud occidental, tenian por vecinos hácia el sud á los Canichanas; hácia el norueste á los Movimas; hácia el oeste á los Cayuvavas.
En nada se diferencian estos naturales de los Moxos y Cayuvavas; su tez, sus formas y facciones son totalmente idénticas; diriase solamente que su fisonomía está revestida de alguna mas seriedad.
El idioma de los Itenes difiere de los otros idiomas de la provincia en cuanto al fondo y á la pronunciacion; pero algunas palabras de su dialecto y del de los Chapacuras, cuya estrecha analogía no puede ser efecto de la casualidad, me hacen creer que hubo en otro tiempo algun contacto entre estas dos naciones, sin que por esto deje de notarse una diferencia muy marcada en sus respectivos lenguages. El de los Itenes sin duda alguna es el mas lacónico, el mas dulce y eufónico de todos los idiomas americanos; todas sus palabras terminan en una vocal, y no se encuentra una sola que encierre en su composicion consonantes duras. Los sonidos guturales y nasales son desconocidos, y los compuestos de consonantes resultan solamente de la union de la b con la z francesa, pero no hieren desagradablemente al oido. Las letras f, g, j, l, x son del todo estrangeras. No se advierte la menor anomalía en los sustantivos; los adjetivos pertenecen á un mismo tiempo á los géneros masculino y femenino. Finalmente, de todas las lenguas, la iténes es la mas simple en su pronunciacion, así como la mas lacónica en sus formas; frecuentemente una sola emision de sonido basta para designar un objeto. El sistema de numeracion alcanza solamente al cinco, y no tiene relacion con el número de los dedos.
Si el carácter de estos naturales se parece poco al de los Moxos, tiene alguna semejanza con el de los Canichanas. Independientes y altaneros por demas, valientes hasta ser temerarios, guerreros indómitos, no carecian entre ellos de franqueza y de bondad.
Cazadores intrépidos y pescadores infatigables, son al mismo tiempo buenos agricultores. Estos indios nunca fueron antropófagos.
Su industria se limitaba á poca cosa. Sabian teger y pintar, pero su mayor habilidad consistia en la fabricacion de armas: sus flechas tenian en la punta un hueso muy agudo, y estaban adornadas con mil labores curiosas. Sus canoas eran, como hoy en dia, muy largas y angostas; sus trages parecidos á los de los otros indios de la provincia: llevaban la cara pintada, y en los dias de gala se adornaban la cabeza con plumas artísticamente colocadas.
A decir verdad, su gobierno se reducia á nada: los caciques no tenian la menor autoridad, y su cargo se limitaba á capitanear las huestes que se encaminaban al combate.
Toda su religion se fundaba en el temor que les infundia un genio maligno llamado Tumeké.
Las circunstancias físicas de los Itenes son enteramente idénticas á las de los Moxos; sus costumbres los asemejan á los Canichanas; miéntras que su lenguage, el mas suave y sonoro de toda la provincia, contiene, á pesar de la diferencia de pronunciacion, algunas voces análogas al idioma de los Chapacuras. Por último, los Itenes pertenecen evidentemente á la misma rama que los Moxos.
Los Pacaguaras, que habitaban en la confluencia del rio Beni y del Mamoré, hácia los 10 grados de latitud sud, y entre los 67 y 68 de longitud oeste, componian grandes poblaciones situadas en el interior de las selvas que guarnecen las orillas de esos anchurosos rios. Encontrándose fuera, por decirlo así, del territorio de la provincia, pertenecen estos indígenas á esas numerosas naciones diseminadas sobre las riberas del rio Madeira, y sobre las del Amazonas y de sus tributarios. Lindaban por el sud con los Itenes y los Cayuvavas, y solo se relacionaban con los últimos.
Su tez es igual á la de los Moxos; su estatura parece menor; pero sus formas y facciones reunen totalmente los mismos caracteres, aunque por la gravedad que respira su fisonomía tal vez se asemejen mas á los Cayuvavas.
Si su lenguage difiere, en cuanto al fondo, del de estos últimos, tiene sin embargo algunas conexiones con él, por lo tocante á la pronunciacion, así como no deja de tener por su dureza un poco de analogía con los idiomas itonama, canichana y movima. Hay tambien en el pacaguara complicacion de sonidos de consonantes reunidas, tales como tz, ts, dj y jn, ora con la pronunciacion enteramente gutural, castellana, ora con la suave de los Franceses. Encuéntranse con frecuencia la z y ch de estos, así como su u nasal. Casi todas las palabras finalizan en vocal, y solo se esceptuan los sonidos compuestos, terminados en on, an y ch francesa, sin que ninguno de ellos sea duro. Las letras f, l y x son desconocidas. Los adjetivos sirven á la vez á los dos géneros. El sistema de numeracion se estiende solamente hasta diez, y probablemente se aviene al número de los dedos.
El carácter de los Pacaguaras se asemeja al de los Cayuvavas; como estos, practican la hospitalidad, y abrigan benevolencia, franqueza y lealtad, uniendo á estas virtudes la intrepidez y valentía.
Por lo que respecta á sus costumbres, existe tambien entre ellos y los Moxos una grande conformidad. Constantemente ocupados en la navegacion, la pesca, la caza y la agricultura, se mantenian siempre pacíficos, y evitaban toda enemistad con sus vecinos, viviendo con ellos en perfecta armonía. Su industria se limitaba al tegido de géneros para sus vestimentas, á la fabricacion de armas, y á la construccion de canoas semejantes á las de los Moxos.
Sus gefes eran considerados como simples consejeros; su religion les enseñaba á creer en un ser benéfico llamado Huara, y en un espíritu maligno conocido bajo el nombre de Yochina; mas no profesaban un culto esterior.
En resúmen, es de creer que los Pacaguaras pertenecen positivamente á la rama de los Moxos, en razon de la semejanza de caracteres físicos y morales.
Los Chapacuras vivian dispersos sobre las riberas del rio Blanco ó Baures, no léjos de una grande laguna, y en medio de las selvas que separan á las provincias de Chiquitos y de Moxos, mas allá de las últimas colinas de la primera provincia, y poco mas ó ménos hácia los 15 grados de latitud sud, y entre los 64 y 65 de longitud occidental del meridiano de París. Tenian por vecinos (con los que no se comunicaban por la exesiva distancia) á los Chapacuracas y Paiconecas hácia el sud, y las hordas de la tribu de los Baures hácia el norte.
[Nota 1: He encontrado, bajo el numbre de Chapacuras, una nacion, que en 1794 salió de los bosques de las orillas del rio Blanco á poblar la mision del Cármen, en la provincia de Moxos. Usándose actualmente este nombre para designar la citada mision, he creido deber conservarlo, aunque no es tal la denominacion que se daban los naturales, llamándose en su lengua Huachi. Cuando se condujo á estos indios al Cármen se les llamó impropiamente Guarayos, nombre tomado de una seccion de los Guaraníes, vecina á Chiquitos (bajo tal nombre se halla mencionada esta nacion en la sumaria que sobre la fundacion del Cármen levantó el gobernador Zamora, documento que he visto en los archivos de la mision). Mas tarde el cura y el administrador les dieron el de Chapacuras, originado tal vez de los Tapacuras que se encuentran en los autores antiguos. Por el cotejo de los dialectos he llegado á descubrir que los Chapacuras no hablaban el mismo idioma, sinó que se servian del de los Quitemocas de Concepcion de Chiquitos, que segun mis investigaciones, traen su orígen de los mismos lugares; por consiguiente los Chapacuras ó Tapacuras y los Quitemocas deben componer una sola nacion.]
La tez de los Chapacuras es bronceada ó de un moreno verdoso, idéntica por lo tanto á la de los Chiquitos. Su estatura tiene tambien alguna analogía con la de estos: la mediana es de cinco piés y una y media pulgadas; los mas altos no pasan de cinco piés y cinco pulgadas. Las mugeres guardan en su porte una proporcion relativa.
Sus formas corporales son semejantes á las de los Chiquitos; sin embargo el talle de los hombres parece mas desvahido, y aunque tienen los miembros bien fornidos, y sin músculos visibles, el pecho saliente, las espaldas anchas, y todo su cuerpo en estremo robusto, no son propensos á la obesidad. Las mugeres, mejor formadas y mas graciosas que las Chiquiteñas, tienen las caderas y las espaldas anchas, la cintura mas conforme á las proporciones europeas, y unos piés y unas manos admirables por su pequeñez.
Sus facciones son tambien algun tanto diferentes: en ámbos sexos se encuentran, una cabeza grande, una cara ancha, pero ménos llena que la de los Chiquitos, los juanetes de esta mas pronunciados, una frente escasa y ligeramente combada, una nariz corta, chata aunque poco ancha, y sus ventanas muy abiertas, una boca mediana, labios poco gruesos, ojos pequeños y horizontales, orejas chicas, cejas estrechas y arqueadas, cabellos negros, largos, nada finos y muy tiesos. Su fisonomía es melancólica, y ménos animada que la de los Chiquitos. Por lo general, los hombres son feos, y tienen la barba muy negra, poco poblada y lacia, lo mismo que el bozo: entre las mugeres rara vez se encuentra una cara regular, pero no por esto inspiran aversion: entre tanto, el aspecto general de los dos sexos cautiva la confianza, y todo anuncia en ellos la dulzura.
Su idioma es enteramente distinto de las lenguas de Chiquitos en cuanto á la forma de las palabras, y aunque bastante duro, es agradable al oido: tiene muchas voces terminadas en vocal; el número de las que acaban en las solas consonantes n, m, p, t y j es reducido. El sonido gutural de la j española y el nasal de la u se encuentran á menudo. Muchas consonantes, tales como la b, la f, la c y la x, son al parecer totalmente desconocidas; y miéntras que la ch francesa es rara, la castellana se emplea con frecuencia. En esta lengua se observa como en la de los Chiquiteños, una particularidad relativa á los nombres de las partes del cuerpo, que en lugar de principiar por una letra determinada, acaban en una partícula uniforme, como se ve en urutarachi (carillo) taipatachi (oreja), tucuchi (ojos), objetos que los Quitemocas de Chiquitos designan con las palabras urutaraché, tatiataché y cuché. No he notado distincion alguna entre el masculino y femenino en los adjetivos, ni tampoco una forma especial para los plurales. El sistema de numeracion, que alcanza solamente á diez, está basado sin duda sobre el número de los dedos. La tribu de los Quitemocas posee muchos términos enteramente diferentes de los de la lengua chapacura, lo que acaso proviene de antiguas relaciones con alguna nacion estrangera.
Los Chapacuras, aunque dejados por temperamento, tienen un carácter estremadamente bondadoso, y su docilidad los predispone al servilismo; hospitalarios con los estrangeros, son quizas los indígenas mas sociables de la provincia, aun careciendo de la alegría de los Chiquiteños.
Sus costumbres se parecen á las de estos naturales, y vivian como ellos, desparramados por pequeñas tribus, en el interior de los bosques vecinos á las orillas del Rio Blanco ó Baures, ocupándose ya en la caza, ya en cultivar la tierra, ó en construir las pajizas chozas donde moraban sus familias. Sus armas, ni mas ni ménos que las de los Chiquitos, se componian del arco, de las flechas, y de una macana ó clava de dos filos. Construian ademas, ahuecando los árboles, esas canoas con que recorrian el rio Blanco para ir á la caza y á la pesca, sus ocupaciones favoritas despues de la cosecha del maiz. Estos indígenas gustaban tambien de reunirse para beber licores fermentados, siendo esto un motivo perpetuo de danzas y de juegos, ménos animados por cierto que los de los Chiquiteños. Pacíficos en estremo, rara vez se malquistaban con sus vecinos.
Los hombres andaban enteramente desnudos, y cuando mas, se cubrian la parte superior de las piernas con una piel cualquiera. Las mugeres vestian el tipoy, especie de camisa sin mangas que les caia hasta los tobillos. Ambos sexos se dejaban crecer el cabello, bañándoselo constantemente con aceite de motacú.
Hallábanse entre tanto gobernados por gefes, cuya autoridad se limitaba á dar el consejo, y á colocarse al frente de cada tribu en caso de guerra.
Cuando alguno de los suyos fallecia, tenian la precaucion de enterrarlo junto con sus armas, lo que prueba que creian en otra vida: finalmente, respetaban el fallo y pronósticos de sus médicos, y eran esclavos de un sin fin de supersticiones.
Los Maropas ocupaban el gran valle del rio Beni, al pié de las montañas arboladas y húmedas de los últimos repechos de los Andes bolivianos: sus poblaciones estaban situadas sobre el curso mismo del Beni, teniendo por vecinos á los Tacanas hácia el sud y oeste, á los Cayuvavas de Moxos hácia el este, y algunas tribus salvages, poco conocidas, hácia el norte.
Los Maropas tienen poco mas ó ménos la tez de los Mocetenes, tal vez un tanto mas trigueña, sin llegar empero al color característico de los Moxos. Su estatura no sobrepasa la de los Tacanas, siendo, por lo regular, de cinco piés y una pulgada. Sus formas los asemejan tambien á los Tacanas y Mocetenes; y sus facciones, mas afeminadas que las de los primeros, se aproximan mayormente á las de los segundos: su semblante se halla revestido, como el de estos, de una espresion notabilísima de dulzura; su cara es redonda, y el conjunto de su fisonomía nada desagradable.
La lengua maropa me ha parecido bastante suave: algunas palabras, que he llegado á recoger, me hacen creer que es diferente de la de los Mocetenes.
Finalmente, tanto por lo apacible y dócil de su carácter, como por sus costumbres y trages, los Maropas son idénticos á los Mocetenes.
Nada se sabe por lo demás acerca del gobierno y de la religion primitiva de esta nacion, cuyos rasgos fisiológicos la colocan en el rango de los Mocetenes, y por consiguiente en el ramal antisiano.
Esta tribu, ménos numerosa que la de los Guarayos, habitaba en el seno de las sombrías florestas que separan el rio Grande del rio Piray, entre Santa-Cruz de la Sierra y la provincia de Moxos, desde los 17 hasta los 18 grados de latitud sud, y como sobre los 68 de longitud oeste de París. Sus diversas poblaciones ocupaban una grande superficie de terreno.
[Nota 1: Véase la descripcion completa de los Guaraníes en la provincia de Cordillera, departamento de Santa-Cruz de la Sierra.]
No hay un solo historiador que haya hablado de estos naturales, cuyo nombre figura como por acaso en algunos mapas antiguos de los Jesuitas. Por los datos que he podido recoger en el pais, creo que los Sirionos, que despues de la conquista han vivido siempre en las mismas selvas, deben descender de los Chiriguanos, ó no son sino los restos de esta antigua nacion combatida en el siglo quince por el inca Yupanqui[1], y obligada mas tarde, á principios del decimosexto, á ceder el campo á los Guaraníes, que llegaron del Paraguay á usurparles su territorio[2] y acabaron con ellos, segun los historiadores[3]. Sea de esto lo que fuere, debe suponerse que los Sirionos, aun ántes que los Chiriguanos, vinieron tambien del sudeste, y se adelantaron en su emigracion hasta esas comarcas apartadas de la cuna de la nacion guaraní.
[Nota 1: Véase á Garcilaso de la Vega, Comentario real de los Incas, págs. 226 y 244.]
[Nota 2: El P. Fernandez, 1726, Relacion historial de los Chiquitos, pág. 4—El P. Lozano, Historia del Paraguay, cap. II, lib. 11.—Lozano, Historia del Gran Chaco, pág. 57.]
[Nota 3: Lozano, loc. cit., pág. 57, dice que cientoron los Guaraníes mas de ciento cincuenta mil de sus adversarios, lo que sin duda alguna, debe ser exagerado, como muchas alegaciones de este autor: Rui Díaz de Guzman sienta que fueron cien mil.]
Sus condiciones de existencia, así como la pálidez de su rostro, su estatura y demas bellas proporciones los asemejan á los Guarayos: los rasgos de su fisonomía son tambien idénticos en cuanto al conjunto, y solamente difieren por su aspecto salvage y tímido, y por una espresion de frialdad que no tienen los Guarayos.
Su idioma es una corrupcion del guaraní; mas no tan alterado, que dejen de entenderse muy bien con los Chiriguanos.
El carácter de esta nacion es totalmente distinto del de los Guarayos: en vez de ser dulces y afables como estos, son muy poco dados, y viven en el corazon de las selvas mas impenetrables, errantes y divididos en pequeñas familias, sin otra ocupacion que la de la caza. Las chozas en donde moran están formadas de ramas entretegidas, y léjos de tener alguna comodidad, solo revelan el estado salvage mas completo. Su industria se limita á la fabricacion de sus armas, que se componen de arcos de ocho piés de largo, con flechas de igual dimension: hacen uso de tales armas, sentándose en tierra, y sirviéndose de piés y manos para lanzar las flechas con mas violencia. Ambos sexos andan totalmente desnudos, y no llevan adornos de ninguna especie ni se pintan el rostro.
En sus jornadas ordinarias jamas de sirven de canoas: si tienen que atravesar algun rio, lo hacen por medio de un puente colgante, formado para el caso de la manera siguiente. Clavan primero, sobre el ribazo, un grueso horcon destinado á soportar una soga que amarran en varias estacas, oblicuamente clavadas en tierra detras del horcon; terminada esta maniobra, cubren la soga de bejucos, fijándolos, para que no los arrastre la corriente, en esos espigones que suelen encontrarse en medio de los rios. Una vez afianzada la soga en ámbos ribazos, queda bien tirante, y entónces las mugeres y niños agarrándose de los bejucos que cuelgan encima de las ondas, consiguen pasar el rio sin peligro de ser arrebatados por la corriente.
Resúmen.
Todas la naciones de la provincia de Moxos estaban divididas en pueblos: su manera de regirse era uniforme. Cada nacion se repartia en tribus, y cada tribu tenia un gefe, cuya autoridad se limitaba á muy poca cosa: á decir verdad, no formaban todos estos indígenas un cuerpo de nacion. Las únicas atribuciones de los gefes nombrados por cada tribu, consistian en ir al frente de los guerreros que marchaban al combate, en emitir su dictámen en casos arduos, y en servir de médicos ó sacerdotes; pero sin ejercer nunca los dos últimos cargos á la vez.
La religion se diferenciaba, no solamente segun las naciones, sino tambien segun las tribus; todas ellas tenian un sin número de fiestas y solemnidades, cuyo no menor objeto era el reunirse para beber sin tasa licores fermentados. Frecuentemente su culto no era otro que el de la naturaleza.
Por la esposicion que acabo de hacer sobre las costumbres de los naturales que han habitado la provincia de Moxos, ántes de ser conquistada por los Españoles, se ve que todos estos indígenas poseian poquísimos elementos de prosperidad, y sobre todo de civilizacion progresiva.
Segunda época, desde la llegada de los Españoles hasta la entrada de los Jesuitas (de 1562 á 1667).
La oscuridad mas completa reina entre los historiadores acerca del descubrimiento de la provincia de Moxos. Se sabe únicamente que los aventureros españoles, compañeros de Chavez, tuvieron noticia de ella en el año de 1562[1], y que Diego Aleman penetró hasta allí, por Cochabamba[2], en el de 1564.
[Nota 1: Viedma, Informe de la provincia de Santa-Cruz, pág. 39, § 494.]
[Nota 2: Garcilaso de la Vega, Comentario real de los Incas, pág. 242, hablando de una incursion de los Incas en Musu, hace mencion de la entrada de Diego Aleman, por el año de 1564, á la provincia de Musu, llamada Moxos por los Españoles; mas como es probable que confunda este autor dos paises distintos en las denominaciones de Musu y Moxos, no se sabe qué partido tomar. Sin embargo, parece cierto que Diego Aleman emprendió una espedicion á Moxos.]
Empero, lo mas verídico es que despues de la translacion de la ciudad de Santa-Cruz al lugar donde hoy se encuentra, los gobernadores de esta ciudad trataron de someter á los naturales de Moxos. Se vé de manifiesto tal intencion en el acto por medio del cual, el 2 de octubre de 1607, Martin de Almendras Holguin, entónces gobernador, dio en encomiendas la provincia de Moxos á Gonzalo de Solis Holguin y á los suyos, durante dos vidas, con la condicion de fundar en ella una ciudad bajo el nombre de Santísima Trinidad, y de enseñar las doctrinas del cristianismo á sus habitantes[1]. No supieron los Españoles proceder acertadamente en esta empresa, y exasperaron por lo tanto á los indígenas, quienes cortaron toda correspondencia con los moradores de Santa-Cruz.
[Nota 1: Viedma, Informe, págs. 139 y 145, §§ 494 y 520.]
Cuarenta años mas tarde, es decir, en 1647, deseosos los indios Moxos de procurarse algunas herramientas, cuya utilidad habian aprendido á conocer desde el tiempo de sus primeras relaciones, subieron el Piray ó rio Grande, con la mira de ir á buscarlas en las poblaciones de los Chiriguanos; mas habiendo encontrado en el camino á los Cruceños, compráronles estos las plumas y los tegidos de algodon que llevaban para operar el trueque por aquellos utensilios. Satisfechos de esta especulacion comercial, y exhortados á continuarla, no tardaron mucho en volver en mayor número á Santa-Cruz; así es que estrechando mas de dia en dia sus relaciones con los moradores de esta provincia, no solamente dieron al olvido sus antiguos recelos, sinó que llegó á tanto su confianza, que en 1667[1], hallándose en disension con los salvages Canacurees, sus vecinos, apelaron al auxilio de los Cruceños; los que aspirando siempre á tener á los Moxos bajo su predominio, no desecharon ocasion tan oportuna para mezclarse en sus asuntos, y por este medio conseguir tales fines. Acompañados del Padre jesuita Juan de Soto, que desempeñaba el cargo de cirujano, marcharon pues solícitos los naturales de Santa-Cruz contra los enemigos de los Moxos, y no tardaron en regresar triunfantes.
[Nota 1: El P. Diego de Eguilus, Relacion de la mision apostólica de los Moxos(1696), pág. 3.]
Tercera época, desde la entrada de los Jesuitas hasta su espulsion (de 1667 á 1767).
Durante la espedicion de que acabo de hablar, Juan de Soto habia empleado todos los medios de captarse la benevolencia de los Moxos, ofreciéndoles volver á su nacion, junto con otros religiosos, tan luego como le fuese posible. En virtud pues del beneplácito de estos indios, é inmediatamente despues de haber recibido tan favorable nueva, mandó el Padre provincial á los hermanos José Bermudo y Julian de Aller que acompañasen á Juan de Soto que regresaba á Moxos. Entraron á la provincia estos tres religiosos en 1668, y emplearon un año entero en solo tomar las primeras nociones del idioma moxo, sin darse por entendido de sus miras posteriores: apercibiéronse los Indios, sin embargo; y recelosos de verse nuevamente bajo el duro yugo á que los habian sujetado los primeros Españoles, é instigados por sus sacerdotes se sublevaron amenazando de muerte á los Jesuitas; pero por temor á los Cruceños se contentaron con ir á despedirlos hasta Santa-Cruz, declarándoles formalmente que no querian hacerse cristianos.
Habiendo el gobernador de Santa-Cruz encomendado oficialmente en 1671 la conquista espiritual de estos indios[1] á los Jesuitas del Perú, hicieron estos otras dos tentativas tambien infructuosas. Empero al Padre José del Castillo, léjos de ceder á tanta resistencia, se determinó á entrar el solo en Moxos, en el año de 1674, y empezó por hacer cuantiosos presentes á sus habitantes, prometiéndoles muchos mas si consentian en ir á buscar junto con él algunos otros religiosos. Habiendo logrado tal consentimiento, regresó al año siguiente en compañía de los hermanos Pedro Marban, Cipriano Baracé y José Bermudo, quienes recibieron muy favorable acogida[2]. Estos cuatro religiosos visitaron el espacioso distrito ocupado por la nacion de los Moxos, distribuyendo por todas partes regalos y presentes los mas estimados por aquellos naturales, como cuentas de cristal (chaquiras), cascabeles, anzuelos, navajas, cuchillos, etc., regresando de su correría atacados de las fiebres intermitentes. Consagráronse luego dos años consecutivos al estudio de la lengua, y á merecer poco á poco la entera confianza de los indígenas; mas, á pesar de haber llegado á ser absolutamente necesarios para aquella nacion por sus conocimientos en medicina, y de haberse grangeado por sus buenos procederes el afecto de todos los moradores, tuvieron que valerse de la astucia para determinarlos á la conversion. Aseguraron á los gefes de su pronta partida si no consentian en constituirse en pueblos donde se profesase el cristianismo. Semejante amenaza produjo el efecto deseado, haciendo tomar á los indios el partido de la obediencia. Un cuchillo era la recompensa ofrecida á cada individuo que contrajese matrimonio y renunciase á la poligamia. El Padre Marban recorrió en seguida todas las poblaciones, arrancando de los Camacois y Tiaraukis todos los ídolos, para quemarlos publicamente. Encontróse entónces un caliz sustraido tiempos atras á los Franciscanos, y del que por el momento se servian los hechiceros. Los bebederos ó templos donde se colocaban las cabezas de los tigres y de los enemigos muertos en el combate, fueron tambien destruidos.
[Nota 1: Viedma, Informe, etc., pág. 139, § 494.]
[Nota 2: El P. Eguiluz, págs. 5 y 7.]
En 1682 habiendo llegado á Moxos otros muchos misioneros, se dedicaron á dar la última mano á la conversion de los naturales. Administraron el sacramento del bautismo á mas de quinientas almas: un año despues hicieron otro tanto con la poblacion de tres aldeas que deseaban reunir en un solo pueblo. Buscando para realizarlo un lugar á propósito y á cubierto contra las inundaciones, fundaron en 1684[1], al cabo de siete años de infatigables esfuerzos, la mision de Nuestra Señora de Loreto en las llanuras del norte y sobre la ribera sud del rio Mamoré, construyendo con adobes una hermosa iglesia de tres naves y de sesenta varas de largo sobre veinte de ancho.
[Nota 1: El P. Eguiluz, pág. 16.]
Pusieron los Jesuitas su mayor empeño en familiarizarse con el idioma; y fué por ese entónces cuando el Padre Marban redactó su diccionario de la lengua moxo[1], con la mira de generalizarla en la provincia y hacer por este medio desaparecer en lo posible el considerable número de dialectos diferentes; pues sin ir mas léjos, en el mismo canton de Loreto hablábanse varios. Se dedicaron tambien á enseñar á los niños el castellano y la música. Cautivando así mas y mas la voluntad de los indios, poco les faltaba para realizar la conversion general. Con el objeto de completarla, penetraron aun, cincuenta leguas mas adentro, prodigando siempre las seductoras dádivas. En 1687 formaron con la tribu de los Mayumanas la reduccion de la Santísima Trinidad, en la orilla del Mamoré, como doce leguas mas abajo de Loreto, edificando una iglesia de tres naves, larga de sesenta varas y adornada con esculturas. En 1689 fundaron tambien sobre las llanuras de la otra parte del Mamoré, catorce leguas al oeste de Trinidad, la mision de San Ignacio de los Punuanas, poblada por los belicosos Canacurees. Refiere el Padre Eguiluz que el dia de la inauguracion de su iglesia precedian á la procesion mas de cien bailarines, revestidos con los disfraces usados en el Perú para tales ceremonias. Tan grande era la solicitud con que trabajaban los indios, que todo se levantaba, como por encanto, en las nuevos pueblos formados por tribus que hablaban diferentes dialectos.
[Nota 1: Arte de la lengua moxa, etc., impreso en Lima (1701).]
Poco mas ó ménos hácia esta época (1688) los PP. Antonio Orellana y José de Vega emprendieron una peregrinacion por órden del Superior de la hermandad, subiendo por el pais de los Yuracarees, desde Moxos hasta Cochabamba. En esta espedicion lograron pacificar á los Casaveones y á otros pueblos que hablaban el idioma moxo, y aun penetraron hasta el valle del Beni, llegando á la nacion de los Morohionos.
Llevando adelante sus trabajos con toda perseverancia, fundaron en 1689, al oeste del Mamoré, entre la embocadura de los rios Tijamuchi y Aperé y como ocho leguas al norte de Trinidad, la cuarta mision bajo el nombre de San Francisco Xavier, en la que construyeron al rededor de una plaza, como siempre acostumbran hacerlo, una hermosa iglesia, una casa para ellos, y habitaciones cómodas para los indígenas. Tambien fundaron en el mismo año, al pié de la cordillera, con los Maharenos y Churimas, tribus de Moxos, la mision de San José; que colocada sobre las llanuras del nordeste, á diez y seis leguas de San Ignacio y como á setenta de Cochabamba, lindaba por el norte con las naciones salvages de Gumapalca y Tocomanes.
En 1691, el gobernador y capitan general de la provincia de Santa-Cruz de la Sierra, don Benito Rivera y Quiroga, visitando los nacientes cantones para dar cuenta al Virey de Lima de los trabajos de los nuevos vasallos, halló, en las cinco misiones creadas, el número siguiente de habitantes:
En Loreto, 3,822
En Trinidad, 2,253
En San Ignacio, 3,014
En San Xavier, 2,361
En San José. 2,036
Total. 13,486
Con un celo digno de toda alabanza prosiguieron los Jesuitas en su conquista espiritual, y fundaron en 1693, bajo el nombre de San-Francisco de Borja, la sesta mision, compuesta de mas de tres mil indios de la nacion churimana y de los Moporoaboconos que hablaban un dialecto distinto del moxo. El pueblo fué edificado sobre las riberas del rio Maniqui, como doce leguas al norte de San-José, é inmediato á las últimas faldas de la cordillera.
El Padre Cipriano Baracé emprendió, en el mismo año, un viage por las llanuras del este y del sudeste hasta una distancia de sesenta leguas, llegando á visitar á los Guarayos que hablan el idioma guaraní[1], y á los Tapacuras y pacíficos Baures; mas no pudo hacer otro tanto con los Yaguehuares, nacion de un carácter feroz. Encontró este Jesuita, segun lo dice él mismo en su relacion, sesenta y seis poblaciones de Guarayos, cincuenta y dos de Tapacuras, sesenta y cinco de Baures; es decir, el total de ciento noventa y tres[2]. Hizo despues, por el espacio de dos años, muchos viajes consecutivos á este pais, y adquirió la certeza de que existian al este las tribus de los Toros, Chumacacas y Pudayares, y al norte los Fundibularios.
[Nota 1: Véase en la provincia de Chiquitos lo que se dice de la tribu de los Guarayos.]
[Nota 2: Número probablemente exagerado, á ménos que no se haya considerado cada familia como una aldea.]
En 1693, el Padre Agustin Zapata salió de San-Xavier para ir tambien á descubrir otras naciones salvages; y encaminándose veinticinco leguas al norte de esta mision, por los lugares que habitaban los antropófagos Canicianas (hoy en dia Canichanas), visitó cuarenta y ocho aldeas, y los caciques de otras muchas (pues componian setenta y dos poblaciones, del total de cinco mil almas poco mas ó ménos) vinieron á su encuentro. El Padre Zapata les hizo varios presentes, aconsejándoles que cambiasen su manera de vivir; y habiendo sabido que tenian mas al norte unos enemigos llamados Cayuvavas, continuó su marcha hácia esta parte, y encontró mas de dos mil indígenas distribuidos en siete poblaciones, cuyo cacique, llamado Paytiti, se hácia notar por su mucha y muy crecida barba. Volviendo por el norueste, halló á los Duevicumas, los Curuguanas y los Caridionos que consintieron en reunirse para formar una mision. Al siguiente año se dirigió por las llanuras del norte á visitar las naciones de los Cayapimas, Suruguanas, Parinas, Barisinas, Marochinas y Carivinas, que componiendo un total de siete mil almas, convinieron en hacerse cristianos. En 1695 partió nuevamente y conoció á los Canichanas, que se habian reunido, formando un pueblo bastante grande, para llamar la atencion de los Padres jesuitas, con cuyo auxilio deseaban instruirse en la doctrina cristiana y recibir el bautismo, lo que no se pudo llevar á cabo desde luego, por falta de religiosos. Pasando mas adelante, nos dice haber visto pueblos bien edificados, y templos donde se adoraban ídolos vestidos de plumas.
El Padre Juan de Espejo salió de la mision de San José en 1694 para ir á visitar las naciones de los Correcomeros y Chucupupeonos, enemigos mortales de los Moxos, y logró con dádivas ser bien recibido.
Finalmente, en 1696 se contaban ya, en la nacion de Moxos, segun el decir del Padre Eguiluz, diez y nueve mil setecientos ochenta y nueve indios cristianos. Cuando se considera que desde el año de 1674, no habian penetrado en la provincia sino veintitres Jesuitas, no se puede ménos de admirar el resultado á que habian llegado, en el cortísimo tiempo de veintidos años, cambiando totalmente el aspecto del pais y reformando los usos y costumbres de unos hombres enteramente salvages.
Veíanse combinados en esta conquista espiritual dos elementos de prosperidad: el hierro, que por vez primera se ponia en manos de los indígenas, y que llegó á ser la moneda corriente con que se ganaba á los hombres; y esa dulzura, esa paciencia con que se portaban los misioneros, á quienes sus variados conocimientos le permitian hacer al mismo tiempo, de médicos, de cirujanos y de enfermeros, curando indisposiciones y dolencias mortales como la disentería, etc. Era pues muy justo que se grangeasen mas y mas la gratitud y buena voluntad de los indios, que deseaban con ansia convertirse al cristianismo para gozar, como se les prometía, de mayores ventajas que las conocidas. Por otra parte, no habia trabajos manuales, por penosos que fuesen, á los que no se entregasen estos Jesuitas con la mas noble solicitud á fin de instruir á los naturales, ejerciendo en sus misiones los oficios, de arquitecto, de albañil, de carpintero, de pintor, de tornero, de herrero, de cerragero, de sastre, de zapatero, y finalmente, la profesion de todas las artes mecánicas.
Entre tanto, hablan ya logrado su primero y mas esencial objeto, que era modificar las costumbres y cimentar la buena moral. La poligamia habla dejado de existir entre los indígenas, que temian el enojo de Dios: la infinidad de supersticiones de su estado salvage, así como las bárbaras costumbres que á ellas se ligaban, habian tambien desaparecido completamente. Ya no se exedian en el uso de las bebidas espirituosas; y observando religiosamente casi todas las reglas de conducta que los Padres les dictaban, hasta habian llegado á no desear los bienes agenos.
Habiendo sido en el estado salvage fanáticos y crueles en el mas alto grado para guardar la observancia de sus creencias supersticiosas, no pudieron abrazar la religion católica, sin dejarse llevar de igual exageracion; por lo que fué muy fácil sujetarlos á todas la reglas del cristianismo. Los indios que aun no estaban bautizados de dirigian en tumulto á oir los sermones diarios de los misioneros; y los que ya lo estaban, asistian puntualmente á la misa en los dias de fiesta, y alguna vez en los ordinarios, particularmente los sábados para cantar y rezar en coro mañana y tarde, ya en español, ya en moxo. Puede decirse empero, á este respecto, que los Jesuitas dejaron ir muy léjos á los fanáticos Moxos, sometiéndolos á ese régimen severo, reservado únicamente para el claustro. Un inmenso espacio de tiempo era empleado por estos indios en los ejercicios de iglesia, comulgaban á menudo, y por la mas mínima falta religiosa se les azotaba á ruego de ellos mismos como por cualquier delito ordinario[1]. El Padre Eguiluz, hablando de la semana santa, dice que todos los individuos, sin distincion de edad, se confesaban y comulgaban. El viérnes santo, miéntras duraba el sermon de la pasion, dábanse todos «muchas bofetadas y golpes de pechos …» «Luego se ordena la procesion por la plaza, y calles principales, llevando en unas andas la imágen de bulto de Cristo crucificado, y en otras la de la Santísima Virgen, con mas de doscientas luces, en un silencio y compostura tan grande que no se oye una palabra, sinó los azotes de un crecido número de penitentes de sangre, arrastrando sogas y palos pesados, y otros vestidos de nazareno, con cruces á los hombros, cantando los coros de músicos el miserere …» «Varios coros en la iglesia cantan lamentaciones, mientras duran las penitencias y penitentes que van pasando delante del monumento, haciendo reverencia y mas recia disciplina á vista de la imágen de Cristo crucificado[2].» Cuando sobrevenía una peste, inmediatamente se rezaba una novena, acompañada de ayunos y otras penitencias; entónces;—«cada noche hay plática y acto de contricion, y se van siguiendo las parcialidades á hacer disciplina, y si algunos por viejos, ó por la novedad del ejercicio, su dan con poca fuerza, se enojan los oyentes, y le riñen que apriete la mano[3].» Así pues, segun el estado de exageracion religiosa de la España en aquella época, los Jesuitas á mas de los principios de sana moral y de la religion católica, impusieron á los fanáticos Moxos esos castigos corporales, que los ultrajaban, quitándole no poco á su dignidad de hombres.
[Nota 1: Cuando delinquian los indios en lo mas mínimo, ellos mismos pedian el castigo. Se les ponia en el cepo, y recibian sobre el cuerpo desnudo un número de azotes proporcionado al delito.]
[Nota 2: Relacion de la mision apostólica de los Moxos (pág. 62), impresa en 1696.]
[Nota 3: Id., pág. 63.]
No dejaron entre tanto los Padres jesuitas, desde el mencionado año de 1696, de llevar adelante sus conquistas; y aprovechando de la fama, ya muy divulgada, del bien estar de que disfrutaban los Moxos cristianos, formaron sucesivamente, San-Pedro con los Canichanas; Santa-Ana con los Moximas; Exaltacion con los Cayuvavas; San-Joaquin, Concepcion, San-Simon y San-Martin con los Baures y sus tribus; finalmente, Magdalena con los Itonamas. Parece, sin embargo, que la conversion de estas naciones salvages no se efectuó sin que costase la vida á algunos religiosos[1]; pero esto nunca hizo flaquear la constancia de los Jesuitas, que persistieron en su propósito hasta someter la provincia entera.
[Nota 1: El P. Cipriano Baracé fué muerto por los Baures en 1702. (Choix de lettres édifiantes, t. VII, pág. 322.)]
En 1742, los aventureros portugueses de San-Pablo, que ocupaban la provincia de Mato-Groso, hicieron su primera espedicion bajando el rio Iténes ó Guaporé. Entónces, fué cuando Manuel de Lima, acompañado de cinco indios, tres mulatos y un negro, bajó en una canoa por los rios Guaporé, Mamoré, Madeira y Marañon hasta el pueblo de Para[1].
[Nota 1: Corografía brasilica, t. I, pág. 259.]
Poco mas ó ménos hácia la misma época, calculando los Jesuitas la importancia de la navegacion de los rios, habian establecido la mision de San-Simon, muy inmediata al Guaporé; y mas tarde, en 1743, la de Santa-Rosa, en el mismo sitio donde se encuentra hoy en dia el Fuerte de Beira perteneciente á los Brasileros, es decir, sobre la ribera derecha del rio Iténes; pero celosos los Portugueses de semejante empresa, espulsaron en 1752 á los Jesuitas[2], so pretesto de que estos les impedian el paso sobre sus propias posesiones; y don Antonio Rolin, para apoderarse definitivamente del dominio del rio, mandó construir la fortaleza que allí se ve actualmente.
[Nota 2: Corografía brasilica, t. I, págs. 259 y 262.]
Despues de todo esto, el primer cuidado de los religiosos fué consolidar la existencia de sus misiones, introduciendo todas las mejoras posibles: con este fin, trageron de Santa-Cruz numerosos ganados; estimularon á los habitantes á los trabajos de labranza; perfeccionaron el tegido, ya en práctica entre los Baures; enseñaron toda clase de oficios manuales; y multiplicaron las ceremonias religiosas como para dar con ellas un intervalo de agradable reposo á los trabajadores. Enseñáronles la música y á tocar todos los instrumentos europeos, sacando tambien algun partido de los usados en el pais ántes de su llegada. Crearon muchos empleos para premiar con la concesion de ellos, tanto la buena conducta, como los adelantos industriales. Bien pronto, los inmensos campos de cacahuales dieron abundantísimas cosechas, los varios talleres produjeron tegidos y otros objetos de fabricacion, que llevados á Santa-Cruz, y luego al Perú, daban en retorno de mercancias, lo suficiente para abastecer á la provincia. Cada iglesia llegó á ser un templo suntuoso, lleno de ornamentos, de estatuas, y sobre todo de numerosas chapas de oro y plata. Casas de un piso alto brindaban á los religiosos cómodo alojamiento, al mismo tiempo que servian de espaciosos talleres para los artesanos: las viviendas de los naturales, colocadas en hilera alrededor de una plaza, estaban dispuestas del mejor modo posible para la ventilacion. Por último, en los cincuenta años trascurridos desde la entrada de los Jesuitas, las diversas naciones salvages que ocupaban el territorio de Moxos, llegaron á formar quince misiones ó grandes pueblos, en donde florecian la industria agrícola y fabril.
Es menester por tanto que la administracion de los Jesuitas en la provincia de Moxos, cuyas misiones dependian del Perú, haya sido tan progresiva como en Chiquitos que dependía del Paraguay. Desde luego no se consiguió como se deseaba generalizar en ella un solo idioma. Esta provincia tenia, lo mismo que la de Chiquitos, un superior subordinado al colegio de Cochabamba ó de Charcas, y cada una de sus misiones, dos religiosos, encargado el uno del gobierno espiritual, y el otro de la administracion y de los talleres. Empero, léjos de gozar todos los indígenas de igualdad de privilegios, como sucedia en Chiquitos, estaban divididos en dos clases hereditarias; las familias, compuestas de artesanos de todo oficio; y los soldados, encargados de las faenas ordinarias; clase denominada el pueblo y considerada como inferior á la primera. Esta distincion hereditaria, que escluia de los adelantos y empleos de primer órden á una parte de la nacion, debia ser necesariamente un obstáculo para la marcha progresiva de la civilizacion y de la industria.
El órden de las atribuciones respectivas del mando entre los indígenas de cada mision, comparativamente á lo que digo de Chiquitos[1], era como sigue.
[Nota 1: Véase la descripcion de esta provincia.]
El cacique, gefe de la mision, recibia de los Jesuitas instrucciones inmediatas relativamente á todos los ramos de la administracion, y tenia bajos sus órdenes, para hacer sus veces, un alferes y dos tenientes. Ademas de estos empleados, habia dos alcaldes de familia y dos alcaldes del pueblo, dependientes tambien del cacique. Estos ocho magistrados componian el cabildo y se distinguian por el baston con puño de plata que llevaban.
La familia se componia, en cada ramo de industria, de un mayordomo y de su segundo, quienes ocupaban, lo mismo que en Chiquitos, los lugares inmediatos al del maestro de capilla y del sacristan mayor. Habia mayordomos de los oficios de pintor, de carpintero, de tegedor, de tornero, de herrero, de platero, de zapatero, etc.
El pueblo se dividia en parcialidades, cada una de las cuales estaba subordinada á un capitan y su segundo. Estos capitanes eran los comandantes de las embarcaciones, y dirigian en las espediciones á los soldados ó remeros. Habia luego varios otros cargos, como el de alcalde de estancia, individuo comisionado para cuidar las haciendas y atender á la cria de ganados; y el de fiscal, título que se daba al ejecutor de las sentencias dictadas en los juicios. Todos estos empleados subalternos llevaban en señal de distincion una vara negra, y en las grandes festividades religiosas marchaban entre las corporaciones del colegio.
Si se ha de juzgar del estado de industria de Moxos, por lo que aun queda de ella á pesar de los atrasos debidos á la ignorancia y á la negligencia de los curas y administradores que se han sucedido desde la expulsion de los Jesuitas, se vé que á mediados del siglo anterior, no debió quedarse muy atras en sus progresos esta provincia entre los demas pueblos hispano-americanos. Fabricábanse en ella tegidos finos de todas clases y diversidad de otros objetos. La comunidad proveia de vestuario á todos los indígenas; y tanto los hombres como las mugeres llevaban el tipoi de algodon: ámbos sexos tenian la costumbre de dejarse crecer la cabellera. Para el trabajo en comun, sea en los campos, sea en los talleres, todo se hallaba arreglado á la manera que en Chiquitos: era permitido entretanto á cada indio el labrar por su cuenta un campo particular.
Las horas de devocion se sucedian mas á menudo que en la citada provincia; y como ya se dijo, las penitencias corporales iban de par con el fanatismo; de lo que se infiere que los Jesuitas debieron ser mucho mas rígidos para las prácticas religiosas en sus misiones de Moxos. Tambien es verdad que los naturales, estremadamente supersticiosos, se prestaban á ello, como sucede hoy en dia, con una especie de entusiasmo que rayaba en frenesí. Acostumbrados á martirizarse en los ejercicios de su culto primitivo, nada tenia de estraño que al convertirse al cristianismo hubiesen conservado el mismo fervor, y sobre todo la misma insensibilidad física. El hombre que en su estado salvage no trepidaba en sacrificar su muger y sus hijos á necias supersticiones, y en someterse espontáneamente á todos los sufrimientos, no podia tener ciertamente el menor escrúpulo en hacerles aplicar por el fiscal, á la mas leve falta, azotes ó otro género de correccion, y en hacerse castigar él mismo toda vez que creia haber ofendido á la divinidad. Por lo demás, parecerá ménos sorprendente semejante fanatismo, si se considera el estado de aquellos tiempos, en que la inquisicion dominaba en España, y en que los actos esteriores, muy al contrario de lo que sucede actualmente, eran todo en materias de religion[1].
[Nota 1: Aun se ven hoy en dia, en el palacio de la Favorita, cerca de Báden, los instrumentos de suplicio que durante la semana santa se aplicaba voluntariamente la favorita.]
La comunidad suministraba tambien la manutencion á los indios, distribuyendo cada quince dias una racion de carne: cada mision se hallaba provista de los utensilios necesarios para toda clase de trabajos. La buena memoria que los Moxeños han dejado del tiempo de los Jesuitas, entre sus descendientes, nos hace ver que se reputaban por muy felices á pesar de la estrecha dependencia en que vivieron. Los actuales moradores, que conservan religiosamente la tradicion de aquel entónces, suspiran por una existencia que no han conocido, mas venturosa que la presente, y agena sobre todos de las tristes inquietudes del porvenir.
En el año de 1767, la provincia de Moxos se encontraba en el estado mas floreciente con respecto á su industria y á sus monumentos. Sus productos anuales ascendian á la suma de sesenta mil pesos poco mas ó ménos; y en el pueblo de San-Pedro, mision la mas central y capital de aquel vasto territorio, se veia una magnífica iglesia, rica de esculturas y resplandeciente de ornamentos de plata[1] y de piedras preciosas, de que se hallaban cubiertas las imágenes de los santos. Viedma, cuya imparcialidad era conocida, hablando de los Jesuitas, escribia en 1787[2]. «Estos religiosos, á impulsos de una fina política y dedicada aplicacion, consiguieron poner aquellos pueblos en el mayor estado de prosperidad, con los frutos de sus fértiles terrenos cultivados por los indios, é industriosas manufacturas que les fueron enseñando para el beneficio de ellos con maestros hábiles. El sumo grado de felicidad á que llegaron las misiones de Moxos en tiempo de su espulsion, está de manifiesto en la entrega que hicieron de los quince pueblos que componia el todo de ellas.»
[Nota 1: No bajaba ciertamente de veinte quintales el total de la plata invertida en los adornos de esta iglesia.]
[Nota 2: Informe, Descripcion de Santa-Cruz, pág. 140, § 496.]
Tal era el estado de Moxos en el citado año de 1767 en que fueron espulsados los Jesuitas de todas sus posesiones. Obedeciendo á una simple órden que les fué trasmitida por la audiencia de Charcas, retiráronse estos misioneros, un siglo despues de su primera entrada en esta dilatada provincia, dejando en ella, en vez de tribus hostiles y salvages, una poblacion medio civilizada y en las mas completa armonía.
Cuarta época, desde la espulsion de los Jesuitas hasta 1832.
Tan luego como se alejaron los Padres jesuitas, Francisco Ramon de Herboso, obispo de Santa-Cruz, dió un reglamento, aprobado por la audiencia de Charcas, el cual ordenaba que se conservasen todas las instituciones de aquellos religiosos, siendo estos reemplazados por curas, á cuya arbitrio se abandonó el gobierno espiritual y temporal de las misiones. Este reglamento autorizaba tambien la libertad del comercio con los habitantes de Santa-Cruz. La provincia de Moxos recibió ademas, un gobernador escogido entre los capitanes de la real armada, pero sin poderes para intervenir en la administracion de los curas, de donde resultaron naturalmente grandísimos desórdenes. Estos curas, careciendo de una educacion especial para la direccion de los ramos de industria, y sin conocimiento alguno del lenguage, no se ocuparon de otra cosa que de sus intereses personales. En los veintidos años que permanecieron en sus curatos, «los efectos,» como dice Viedma[1], «fueron muy contrarios á las esperanzas de conservar y aun adelantar aquellas misiones, pues en el tiempo que gobernaron los pueblos sus curas, vinieron á quedar un triste esqueleto de lo que habian sido. Los quince de Moxos se redujeron á once, y su opulencia, parte de ella trasplantada á los dominios portugueses, causando los progresos de sus establecimientos que tanto nos perjudican. Los infelices indios perdieron aquella inocencia de su buena educacion. El vicio florecia á la sombra del ocio, con el olvido de las preciosas artes que solo para la utilidad del cura hacian despertar aquellos miserables con el rigor y la violencia. Los gobernadores autorizados testigos de tantos desórdenes, no podian poner remedio por serles prohibido mezclarse en el gobierno económico de los curas, y las quejas y representaciones no alcanzaban la fuerza necesaria.»
[Nota 1: Informe, pág. 140, §498.]
Las misiones de San-José, de San-Borja, de San-Martin y de San-Simon fueron entónces abandonadas por los curas.
Siguiendo adelante los abusos, llegaron á ser intolerables; empero, entre los gobernadores españoles, mudos testigos de tan lamentable estado de cosas, á que no les era dado poner remedio, hubo uno que se atrevió á levantar la voz: este fué don Lazaro de Rivera, quien presentó sucesivamente á la audiencia de Charcas, en 1786 y 1787[1], varias memorias, expresando el voto de los habitantes de San-Pedro, de Trinidad y de Concepcion, que deseaban pagar el real tributo, y sustraerse al estremado rigor con que se veian tratados por los curas, quienes frecuentemente los hacian azotar por mero capricho, en tanto que escandalizaban al pueblo con la depravacion de sus costumbres. En uno de estos actos, los jueces de Trinidad declararon, que su cura habia mandado poner en el cepo, despues de haberle hecho dar cien azotes, á un indio, cuyo delito era haber obedecido, sin su licencia, á una órden del teniente-cura.
[Nota 1: Tengo en mi poder todas estas memorias, de que estraigo las circunstancias referidas.]
Habiendo sido infructuosas las diligencias practicadas por don Lazaro de Rivera para hacer que los indios fuesen sometidos al tributo, logró á lo ménos, en 1789, que se adoptase un nuevo plan de reforma, que consistia en dejar á cargo de los curas el poder espiritual, miéntras que la direccion industrial de cada mision seria confiada á un administrador secular, encargado de servirse para ello de las antiguas reglas establecidas por los Jesuitas. Este nuevo reglamento prohibia el comercio bajo las penas mas rigurosas; por manera que los indios vinieron á verse mas esclavos que lo habian sido ántes, y á tener, en vez de un absoluto señor, dos, cuyas continuas disidencias y mala conducta hicieron mas rápida la ruina de las misiones. No obstante, en el primer año que rigió el nuevo reglamento, todavía pudo la provincia suministrar al Estado la suma de cuarenta y seis mil duros.
Don Francisco Viedma[1], intendente de Cochabamba, movido por los sentimientos mas liberales, quiso sustraer de la esclavitud á los habitantes de Moxos; pidió la emancipacion de esta provincia, y su sometimiento á las leyes que regian las demas posesiones españolas del nuevo mundo; pero la audiencia de Charcas sostuvo el reglamento de Rivera, que en 1832 aun servia de régimen á los administradores.
[Nota 1: Informe, pág. 142, § 505.]
Si la medida tomada por la audiencia de Charcas ha contribuido por una parte á la conservacion de las misiones de Moxos, por otra, la rivalidad entre los poderes religioso y secular, así como la ninguna instruccion de los mandatarios, han sido un manantial de funestos desórdenes. Casi todos los empleados, dejándose dominar por la avaricia, sobrecargaban, en beneficio de sus particulares intereses, las penosas tareas de los indígenas, en tanto que el Estado veia disminuir poco á poco sus rentas, sin poder proveer de lo necesario á las misiones para que llevasen adelante su ya decaida industria; por manera que desde entónces la provincia no hizo mas sino vegetar.
Los primeros gobernadores, elegidos entre los capitanes de la real armada, ensayaron todavía algunas mejoras. En 1792, bajo el gobierno de Zamora se dividió la poblacion de Magdalena para formar San-Ramon; en 1794 se fundó la mision del Cármen con los indios Chapacuras; y en 1796 se transfirió San-Joaquin; pero poco despues ya se contentaron con enviar habitantes de Santa-Cruz para gobernar á Moxos.
Miéntras duró la guerra de la independencia, la provincia de Moxos se vió del todo abandonada, y permaneció fuera de las contiendas políticas que desde 1810 hasta 1824 sacudieron el resto del continente. Acordáronse de ella sin embargo para hacerla contribuir con los tesoros de sus iglesias. Las alhajas de las vírgenes y de los santos habian sido arrancadas anteriormente, y solo quedaban los enchapados de plata de los altares, que acaso no pudieron sustraer por haberse entregado al peso en los inventarios; mas en 1814 el general Aguilera, falto de recursos para sostener las tropas españolas, envió de Santa Cruz á su hermano para que despojase á cada iglesia de una parte de sus ornamentos: la de San-Pedro solamente dió setecientas cuatro libras de plata maciza.
La rigidez del gobernador Velasco suscitó en 1820 la primera pendencia entre los indígenas y la autoridad. Injustamente quejoso este gobernador, del cacique de San-Pedro, llamado Marasa, lo hizo venir á su presencia y le mandó deponer el baston, distintivo del poder. Négose á ello el cacique, alegando que Dios le habia conferido aquel privilegio. Ciego de cólera al verse desobedecido por un indio, mató Velasco al infeliz Marasa de un pistoletazo en el pecho. El hijo de la víctima, atraído por los gritos de los jueces, vino á recoger el cuerpo de su padre, y sublevó inmediatamente á los Canichanas contra el gobernador, que se encerró con sus soldados en el antiguo colegio de los Jesuitas, haciendo de vez en cuando algunas descargas sobre los indígenas, cuya irritacion subiendo de grado, les arrancaba gritos de desesperacion y de venganza. Finalmente, no pudiendo penetrar en el colegio, amontonaron al rededor de él, á pesar del fuego activo de los sitiados, cuanto sebo encontraron en los almacenes, y las llamas no tardaron en apoderarse del edificio. Forzado á salir el gobernador murió á manos de los indios junto con la mayor parte de sus soldados. Los preciosos archivos de la provincia, que contenian todos los trabajos manuscritos de los Jesuitas, fueron enteramente consumidos en este incendio.
Mas tarde se mandaron tropas de Santa-Cruz para sugetar á los Canichanas de San-Pedro, y esta mision, que habia sido hasta entónces capital de la provincia, cedió su rango á Trinidad y fué transferida á otro punto. Moxos ha decaido constantemente, y en 1829 sus rentas no alcanzaban á veinte mil pesos, miéntras que en tiempo de los Jesuitas habian llegado hasta sesenta mil.
En 1830 se hallaba gobernada esta provincia por don Matias Carrasco, hombre instruido y benévolo, que cuidó mucho de reformar los abusos; pero descontento de la comportacion de los empleados subalternos, abandonó su puesto, y de regreso á Cochabamba, su patria, publicó bajo el título de Descripcion sinóptica de Moxos un interesante opúsculo[1] en el que señala infinidad de abusos, y aboga enardecidamente por la libertad en favor de los habitantes de Moxos.
[Nota 1: Este escrito consta de veintiuna páginas impresas.]
En 1831, durante mi permanencia en Chiquitos, propusé al gobierno el entablar entre esta provincia y la de Moxos una permuta de sal por caballos; lo que tuvo á bien acordar desde luego.
Al siguiente año, despues de haber recorrido todo el territorio de Moxos con el objeto de examinarlo circunstanciadamente, volvi á encaminarme por sus llanuras hácia la cordillera, llevado del intento de buscar una via de comunicacion ménos peligrosa que la de Palta-Cueva, y deseoso, al mismo tiempo, de dar alcance en Cochabamba al Presidente de la república, á fin de someter á su exámen mis proyectos de mejora y reformas, aplicables á la administracion general de la provincia de Moxos en beneficio particular de sus moradores. Habiéndome visto en el caso de poder apreciar el excelente carácter y la buena índole de los Cayuvavas, pedí al gobernador que se me diesen algunos remeros de Exaltacion para conducir mis canoas, y preparado para este largo viage de trecientas á cuatro cientas leguas á lo ménos, empecé por subir hasta el pais de los Yuracarees, de donde me encaminé por paises salvages, los mas accidentados del mundo, hasta llegar á Cochabamba en 10 de junio de 1832. Pasé á ver sin pérdida de tiempo al Presidente y le hablé de la provincia de Moxos, dándole parte de los numerosos abusos que allí se cometian, y esponiendo los medios de reforma que me parecian convenientes. Despues de haberme escuchado atentamente me encomendó la redaccion de una memoria detallada, de acuerdo con el señor Carrasco, para que sirviese de guia al nuevo gobernador que iba á mandar, y al obispo de Santa-Cruz, á quien se imponia el deber de visitar la provincia cuidando de reformar los abusos religiosos. Presentéle igualmente mi proyecto de abrir una nueva senda de comunicacion con Moxos, plan que aprobó, manifestando algun recelo por los riesgos á que iba yo á esponerme. Tuve por último la satisfaccion de ver que todo salia al tenor de mis deseos, y que no habia yo interpuesto en vano mis buenos oficios por el bien de los pobres indígenas de estas misiones.
Salí de Cochabamba el 2 de julio para llevar á cabo mi empresa. Trepé primeramente la montaña de Tiquipaya, y hasta Tutulima no encontré obstáculos en mi marcha. Dejando este lugar, el último habitado, traspusé el vertiente del rio de Tutulima y la cerranía del Paracti, encontrando de la otra parte la nacion de los Yuracarees, con quienes hice construir una canoa; continuando en seguida por el rio Securi, llegué, á los cuarenta dias de un viage penosísimo, á la provincia de Moxos, completamente satisfecho del feliz éxito de mi aventurada resolucion.
Entre tanto, mi empresa habia sido mal vista por algunos empleados de Moxos, los que siendo mandados de Santa-Cruz de la Sierra, no dejaban de inquietarse con el establecimiento de una comunicacion mas abreviada por via de Cachabamba. Despertáronse las antiguas rivalidades; y un triste acontecimiento vino entónces á desbaratar todo la proyectado.
El coronel Dávila, á quien yo habia dejado en Cochabamba, ya pronto á partir para Moxos con la mision de operar las numerosas reformas, que de concierto con el señor Carrasco le habiamos indicado en beneficio de los infelices habitantes de esta provincia, acababa de sucumbir á impulsos de un fuerte cólico que le habia sobrevenido en la antevíspera de su salida, á las pocas horas de estar en su casa de regreso de una tertulia. Tal fué la triste nueva traida por las canoas, que habian ido á buscarlo á Isiboro. Vi pues con sentimiento que se inutilizaban tantos esfuerzos como habia yo hecho para conseguir la mejora de la condicion de los indígenas que habitan esas lejanas comarcas.
El 8 de setiembre, siguiendo el curso del rio Piray, encontré al señor obispo de Santa-Cruz, que iba encargado por el gobierno á visitar la provincia de Moxos, para estirpar en ella los abusos religiosos. Un banco de arena nos sirvió de retrete por veinticuatro horas, en cuyo período tuvimos una larga conferencia con el illustrísimo señor Córdova, personage instruido y muy amable, sobre el lamentable estado de la provincia de Moxos, indicándole yo los medios que me parecian as conducentes á la refría de abusos de todo género, que iban diariamente en auento. Probé entónces un momento de satisfaccion, encontrando en este digno prelado un protector solícito de la humanidad, dispuesto á poner en juego todos los resortes para llegar al fin que tanto deseabamos, la mejora de la condicion de los indígenas.
Hallándome en Moxos en 1832, don Carmelo Rivera, gobernador interino de la provincia, trató de reprimir los desórdenes y purgar el pais de esos empleados especuladores y poco honrados, tomando para ello una medida enérgica. Mandó apostarse, sobre todos los caminos, emisarios encargados de apoderarse de las canoas cargadas, para luego verificar en la capital los productos del año que ellas conducian. Esta medida no dejó de producir el efecto deseado. Todos los administradores fueron sorprendidos con mayor cantidad de frutos en su propiedad, que la parte destinada para el Estado; no se necesitaba testimonio mas claro del uso inicuo que hacian de sus funciones, y del partido que sacaban de los pobres indios, valiéndose de la autoridad que tenian sobre ellos para hacerlos trabajar como á esclavos. Convictos plenamente de tamaña culpabilidad, fueron todos destituidos en el acto.
Division política.
Es de creer, por lo acontecido con las misiones del Paraguay[1], que la conservacion de las instituciones de los Jesuitas, bajo los diferentes gobiernos que se han sucedido en el periodo de sesenta y cinco años, ha evitado la destruccion de las misiones de Moxos; así, al visitar yo la provincia en 1832, hallé, con otros hombres por gobernantes, con diferentes costumbres y una prosperidad bien inferior, intactas todavía todas las instituciones administrativas y religiosas que aquellos misioneros habian dejado en 1767, época de su espulsion.
[Nota 1: Véase lo que digo á este respecto al ocuparme de la provincia de Chiquitos, que dependia del Paraguay.]
Con la supresion de cuatro misiones, bajo la administracion de los curas[1], y la creacion del Cármen y de San-Ramon en tiempo de los gobernadores[2], la provincia consta actualmente de trece lugares habitados, que se dividen generalmente en dos partidos, el uno denominado Mamoré y Pampas y el otro Itonamas y Baures. El primero se compone de Trinidad, de Loreto, de San-Xavier, de San-Ignacio, de San-Pedro, de Exaltacion, de Santa-Ana y de Reyes. El segundo encierra las misiones de San-Ramon, de San-Joaquin, de Magdalena, de Concepcion y del Cármen.
[Nota 1: Véase la pág. 192.]
[Nota 2: Véase la pág. 195.]
Partido del Mamoré y Pampas.
La mision de Trinidad, una de las mas antiguas de la provincia, fué fundada por los Jesuitas en 1687. Ella ocupa el centro de una inmensa llanura que se encuentra tres leguas al este del Mamoré, y como á dos del rio Ivari: sus alrededores, muy secos en invierno y anegados en el estío, carecen de arbolado: hay hácia el este un grande lago, distante un cuarto de legua del pueblo. Su poblacion, compuesta de indios moxos, ascendia, en 1691, al número de dos mil doscientos cincuenta y tres[1], y en 1824 vino esta mision á ser capital de la provincia.
[Nota 1: Véase la pág. 178.]
Su iglesia es muy vasta y de bella arquitectura, aunque un tanto recargada de esculturas en madera. La casa de gobierno, que tiene un piso alto, es grande y bastante cómoda. Este pueblo, semejante á todos los demás por lo que respecta á su distribucion, ejerce el mismo género de industria que Concepcion y San-Xavier. Sus habitantes oriundos todos de la nacion moxa, y que llegan á dos mil y cuatro, son bondadosos en estremo, empiezan á civilizarse y se visten ya como en las ciudades del interior. Algunas mugeres han adoptado tambien el vestido de cinturon, ajustado al talle.
Todos los años, por la pascua, dejan los administradores de la provincia sus misiones respectivas, para encaminarse á la capital, conduciendo las producciones del año. Al arribo de cada canoa, multitud de mercaderes, venidos de Santa-Cruz, procuran engañar á los pobres indios, que no se curan de ello ignorando totalmente el valor de los objetos que reciben en cambio del cacao y de otros frutos.
Trinidad es la residencia del vicario general de la provincia, del gobernador, y de un secretario que lleva el título de administrador general.
Camino de Trinidad á San-Xavier.
Hay doce leguas de Trinidad á San-Xavier, que está hácia el norte: para encaminarse á este lugar, es menester atravesar á caballo la llanura sembrada aquí y allí de palmas carondais, miéntras que para la conduccion de mercancias se baja como legua y media, por la llanada del oeste, hasta el rio Ivari por el cual se sigue, llevando los cargamentos en canoas. Este rio nace en el pais de los Guarayos, y cruza por el sudeste toda la llanura, sobre mas de dos grados de largo, recibiendo en su curso muchos tributarios, y pasando luego á cuatro leguas de la mision de Loreto, y no léjos de la mision de Trinidad, para ir á perderse en un brazo del Mamoré; corriendo todavía algun tiempo mas, paralelo á este rio, ántes de reunirse á él definitivamente. La isla que forman estos dos rios, se halla cubierta de hermosas plantaciones de bananos, de mandioca y de otras varias frutas, como el cacao, que tambien se cria silvestre en los boscages de la ribera, dando cada año abundantes cosechas. Despues de haber seguido durante medio dia los innumerables rodeos del Ivari, se llega al Mamoré. La confluencia formada por estos rios es acaso, de todos los puntos de la provincia, el mas peligroso para los navegantes; pues chócanse en él ámbas corrientes con suma violencia, levantando marejadas espumosas y formando remolinos, donde se hunden las endebles canoas: todos los años hay numerosos ejemplos de semejantes fracasos. Desde esta confluencia las orillas del Mamoré se ven guarnecidas de magníficos bosques, y tambien de bañados, hasta el puerto de San-Xavier, que dista como dos leguas de la mision.
Caminos de Trinidad á Loreto.
Loreto dista poco mas ó ménos doce leguas al sudeste de Trinidad. En la estacion de seca se hace este viage cruzando las hermosas llanuras cubiertas de trecho en trecho de palmeras carondais. Primeramente se costea el arroyuelo de Trinidad; se pasa este en seguida por un punto, como una legua distante de una estancia de la mision; se encuentra luego un delgado arroyo que atraviesa por un bañado, y un poco mas adelante la estancia de San-Miguel donde se ven muchos ganados. Dejando este lugar que marca la mitad del camino, se cruza el Curichi de San-Miguel, bañado espacioso, y despues de haber andado dos leguas se presenta el rio Ivari que en todo tiempo es menester pasarlo en canoas: otras dos leguas mas adelante está la estancia de San-Antonio y el arroyo del mismo nombre, en medio de unos matorrales, donde tambien se crian hermosos pastos. Una legua de llanuras es lo que resta de camino desde este punto hasta Loreto.
La distancia que hay de Trinidad á Loreto, yendo por el rio, es tres veces mayor, y generalmente se emplean dos dias en hacer este viage. Se sube primeramente el rio Ivari hasta su confluencia con el brazo del Mamoré. Muy notable es el contraste que en aquel punto se presenta á los ojos del viagero. El Ivari, que baja de los marjales situados al este del pais de los Guarayos, lleva lentamente sus aguas claras, aunque de viso negruzco, en tanto que las del brazo del Mamoré, fangosas y cuasi rojas, corren con exesiva rapidez. Se tiene que andar por este brazo como una legua, atravesando por en medio de campos cubiertos de plátanos, hasta desembocar en el Mamoré. Algunos de sus recodos están llenos de árboles arrancados por la corriente, y que han ido amontonándose poco á poco en aquellos lugares. En la estacion de seca se pasa la noche sobre un banco de arena, teniendo á derecha é izquierda arenosos y escarpados ribazos, que minados continuamente por las aguas, suelen desplomarse con estrépito, promoviendo corpulentas oleadas que si no echan á fondo las embarcaciones, las llenan de agua, averiando los cargamentos; por lo que se ven obligados los indios á velar toda la noche, á fin de evitar semejentes daños. Prosiguiendo el viage se pasa por la embocadora de dos inmensos lagos que están á la derecha, y bien pronto se presenta la boca de un grande rio llamado Securi, que baja de la cordillera de Yuracáres: este rio, tan ancho como el Mamoré, y cuyo álveo es mucho mas encajonado, fué el que descubrí al abrir el nuevo camino de Cochabamba para Moxos. Apartándose de la embocadura del rio Securi, se sigue adelante por el Mamoré has llegar finalmente á un bañado que está á la derecha, y sobre cuya orilla se encuentra el puerto de Loreto, situado unas siete leguas al sudsudeste de la mision.
Compónese dicho puerto de dos casas; la una que no es sino un espacioso galpon para hospedar á los viageros, y la otra destinada al alcalde del puerto. De este punto, al cual, de paso para Santa-Cruz de la Sierra ó Cachabamba, concurren necesariamente los viageros para proveerse de víveres, se va á Loreto atravesando á caballo un estendido cacahual, y luego un cañaveral hasta salir á un bañado cubierto de árboles, donde es menester agacharse á cada paso para evitar los enredaderas, cuidando ademas de no tropezar en las abultadas raices que guarnecen todo el suelo. Luego se presenta una llanura anegada, en la que los caballos se meten hasta las rodillas. A una legua del puerto se ve la estancia de Nieves, donde hay mucho ganado; y despues de atravesar un arroyo bastante hondo, se prosigue por un boscage ralo y lleno de agua, desembocando por último en un pantano inundado, en el cual llega el agua á los encuentros del caballo. Es preciso ir á galope por en medio de los bañados y de los bosques de palmas carondais hasta ponerse en Loreto. Los caballos están de tal manera acostumbrados á estos caminos, que andan por ellos tan seguros como las mulas por las montañas; y es cosa que realmente sorprende verlos salvar con tanta destreza los agujeros que cubren todo aquel terreno. Finalmente, despues de haber atravesado el rio Tico, por medio de un puente de leños, se echa pié á tierra en Loreto.
Nuestra Señora de Loreto, mision la mas antigua de la provincia, fué fundada por los Jesuitas en 1684[1], no léjos del Mamoré y bastante apartada del sitio que ocupa hoy en dia. Compuesta de indios que hablaban los dialectos de la lengua moxa, contaba en 1691 tres mil ochocientas veintidos almas. Habiendo cambiado de lugar por diferentes veces, ha sido definitivamente establecida, despues de la espulsion de los Jesuitas, entre los rios Tico é Ivari, distante como diez leguas de la reunion de este último rio con el brazo del Mamoré, y en el seno de una hermosa llanura guarnecida en parte de arbolados, pero demasiado húmeda en estío.
[Nota 1: El P. Eguiluz, pág. 16.]
Construida como las otras misiones de Moxos, Loreto posee una vasta y bella iglesia, y una capilla colocada en la parte esterior, cerca del cementerio. En paises donde los habitantes se contentan con los frutos silvestres, parece muy raro el encontrar plantaciones de árboles frutales, como sucede en esta poblacion, que tiene una hermosa huerta en la cual se encuentran guaporus, guyavos, chirimoyas y otros arbustos revestidos de las flores mas vistosas. Los moradores, pertenecientes á la nacion de los Moxos, y que actualmente se hallan reducidos al número de dos mil ciento cuarenta y cinco, son muy industriosos y honrados. Por lo demás, esta mision participa de las mismas condiciones que las otras que componen la provincia.
Fundaron los Jesuitas la mision de este nombre en 1690, sobre la ribera oeste del rio Mamoré, entre las bocas de los rios Aperé y Tijamuchi y distante como ocho leguas al norte de Trinidad. Al visitarla el gobernador de Santa-Cruz en 1691, encontró en ella dos mil trescientas sesenta y una almas; número que se acreció mas tarde hasta tres mil. Despues de la espulsion de los Jesuitas, fué transferida esta mision á la ribera opuesta, sobre una dilatada llanura anegada en partes, y donde un pequeño arroyo que comunica con el Mamoré facilita la navegacion en el período de las lluvias. Los edificios de San-Xavier de Moxos son todavía provisorios; el colegio se compone solamente de un piso bajo, y lo único que hay allí de notable, es un cruz de coaba, incrustada con el brillante nácar de las conchas de agua dulce. Su industria, comparada con la de los otros cantones, se halla en muy buen estado: los tegidos son superiores, y las labores de ebanistería y de embutidos de nácar se ejecutan con mucha maestría. Su poblacion, que consta hoy en dia de mil quinientos quince habitantes de la nacion moxa, es tambien agricultora y cosecha anualmente gran cantidad de cacao. Estos naturales son en general de buena índole, pero algun tanto fanáticos. En 1833 tenian por cacique á un indio bastante instruido para desempeñar perfectamente el cargo de administrador, y cuya integridad á toda prueba era las mas estimable de sus prendas. San-Xavier es el lugar mas incómodo por los mosquitos, á cuyos porfiados ataques ya están acostumbrados los moradores, pero que son un tormento para los viageros recien llegados. La abundancia de estos insectos proviene de las inmensas llanuras anegadas, donde se forman pantanos y lagos temporarios cubiertos de juncos.
En 1832 poseia esta mision seis mil ciento setenta y una cabezas de ganado vacuno, ciento cuarenta y tres caballos, ocho burros, ciento cuarenta y seis cabras, cincuenta y un carneros y diez y ocho cerdos.
Camino de San-Xavier á San-Pedro.
San-Pedro se halla situado doce leguas al norte de San-Xavier, en el prolongamiento de las llanadas orientales del rio Mamoré. Este viage que se hace á caballo en tiempo de secas, en la estacion lluviosa y para el transporte de mercancias, es menester hacerlo bajando en canoas por el rio Mamoré. Saliendo de San-Xavier, se toma un arroyo que serpentea en la llanura por entre alamedas de palmas carondais; y despues de haber andado como dos leguas, se desemboca en un bañado en el cual está el puerto, que solo se distingue por su barraca y por el sin número de embarcaciones amarradas en él: de allí se entra inmediatamente al Mamoré. Ofrece este vasto rio en aquel punto, el mismo aspecto que mas arriba; es decir, que sus orillas se componen tambien de terrenos modernos, y están cubiertas de bañados por los cuales se atraviesa muchas veces para abreviar el camino, ó para no tener que luchar contra la corriente cuando se viaja rio arriba. De este modo se llega al puerto de San-Pedro, distante mas de una legua de la poblacion, á donde se va á caballo. En tiempo de crecientes, hay que pasar dos arroyos en balsas de cuero, que un indio desnudo conduce á nado hasta la ribera opuesta. En la provincia de Corrientes, y en casi toda la América, su sirven de esta vacilante embarcacion, en la que no es posible hacer un solo movimiento sin riesgo de volcarla.
Esta mision, que fundaron los Jesuitas en 1689 con los indios Paunanas (tribu de los Moxos), y que es una de las mas hermosas y antiguas de la provincia, contenia ya, en 1691, tres mil catorce habitantes. Edificóse su iglesia en 1694, y el P. Eguiluz refiere que el dia de su consagracion, iba un coro de danzantes á la cabeza de la procesion, como era de costumbre en el Perú. Para encaminarse por tierra, de esta mision á la de Trinidad, que se encuentra al este, se andan como quince leguas. Se puede tambien ir en canoa, subiendo el Tijamuchi, que recibe mas arriba de San-Ignacio el tributo del rio Taricuri, igualmente navegable hasta el pié de las últimas montañas.
El pueblo de San-Ignacio está situado en medio de una espaciosa llanura entrecortada por reducidos boscages: su iglesia y demas monumentos construidos por los Jesuitas aun se conservan en buen estado. Sus habitantes que ascienden al número de mil ochocientos setenta, y seis, pertenecen á la nacion de los Moxos, y reunen á un carácter exelente y á una afabilidad estremada, una actividad la mas industriosa en el ramo de agricultura. Ayudados durante diez años por un buen administrador, los moradores de San-Ignacio han hecho inmensas plantaciones de cacao y de otros árboles productivos. Para demostrarlo, presentaré aquí los números comparativos de varias plantas, entre los años de 1828 y 1831.
NUMERO DE PLANTAS NUMERO DE PLANTAS
EN 1828 EN 1831
Plantas de cacao. 8,704 48,616
Algodoneros. 11,377 24,947
Tamarindos. 38 3,456
Plantas de café. 86 733
Plátanos. 37,850 38,800
Los ganados pertenecientes al Estado se componian, en 1830, de tres mil trescientas noventa y cuatro vacas, cincuenta y cinco caballos, cuatro mulas, sesenta ovejas y veintinueve cerdos.
Esta mision se encuentra situada en una llanura bastante elevada, cubierta en parte de bañados, que dan orígen á los dos primeros tributarios del Machupo, el rio Tamucu y el rio de San-Juan. Los actuales edificios de esta poblacion no son sino provisorios y nada tienen de notable.
Los Jesuitas descubrieron en 1693 la nacion de los Canichanas[1], que habitaba entónces los bordes del Mamoré y del Machupo. Tres años despues, reuniéronse espontáneamente sus naturales para edificar un pueblo, llamando á los religiosos que vinieron á convertirlos al cristianismo. Se ha dicho que eran antropófagos y que continuamente hacian guerra encarnizada á las Cayuvavas y á los Itonamas, para quienes son todavía un objeto de temores tradicionales. Establecieron los Jesuitas la mision de San-Pedro en el sitio donde hoy se descubren sus ruinas: su posicion central la hizo ser bien pronto capital de la provincia; y concentrando en ella los misionero todos sus tesoros y sus grandezas, San-Pedro llegó á rivalizar, por sus monumentos, por el número de sus estatuas de santos, por las alhajas con que resplandecian las imágenes de la Virgen y del niño Jesus, por las chapas de plata que adornaban sus altares, y sobre todo, por las ricas esculturas en madera de su iglesia, no solamente con las catedrales de Europa, sino tambien con los suntuosos templos del Perú. Cuando la mision fué encomendada á los curas en 1767 despues de la espulsion de los Jesuitas se inventariaron ochenta arrobas de plata maciza.
[Nota 1: Véase al P. Eguiluz, págs. 54 y 56, quien los llama Canicianas.]
Bajo la direccion de los curas, y mas tarde de los gobernadores, la iglesia de San-Pedro fué perdiendo poco á poco su esplendor: otro tanto sucedió bajo el régimen de los administradores. En la guerra de la independencia víose despojada todavía de una parte de sus riquezas para sostener al ejército español mandado por Aguilera, quien hizo sacar de ella veinticinco arrobas de plata.
En 1820, esta mision fué, como ya se dijo, el teatro de una pequeña revolucion, ocasionada por la muerte que con su propia mano dió el gobernador al cacique Marasa, y cuyas consecuencias fueron el incendio del colegio y la total destruccion de los preciosos archivos de la provincia. Algun tiempo despues, transferida su poblacion al lugar donde actualmente se encuentra, se instaló provisariamente en casuchas construidas al efecto. El haber dejado de ser capital, despues de la muerte de Marasa, para ceder este rango á Trinidad, tantísimas dilapidaciones, y sobre lodo, el cambio de local, han reducido á esta mision á la mas lastimosa miseria, siendo indudablemente hoy en dia la mas pobre de todas. Sus habitantes que se hallan cuasi desnudos y carecen hasta de víveres, se ven obligados á robar; por lo que son temidos de sus vecinos, cuyos campos devastan y saquean sin hallar quien ponga obstáculo á sus rapiñas. Finalmente la industria de este canton se reduce á muy poca cosa, aunque, desde el tiempo de los Jesuitas, se han reservado sus naturales la fundicion de campanas y de calderas.
Los indios canichanas, moradores de San-Pedro, que alcanzan hoy en dia al número de mil novecientos treinta y nueve, se asemejan en todo á los indios tobas del Gran-Chaco, y algunas de sus costumbres son enteramente idénticas. Su exesiva indigencia, haciéndoles arrostrar á veces los mayores peligros, los induce á salir á la caza de tigres, con cuya carne se alimentan: con este mismo fin persiguen cruelmente á los caimanes. Para apoderarse de uno de estos animales, se echa un indio al agua, nadando con un solo brazo y llevando con el otro una vara bastante larga, en cuyo remate va fijada la estremidad de un lazo de cuero: acercándose luego muy pausadamente al feroz reptil, que se mantiene inmóvil y con los ojos fijos en su presa, procura envolverle el lazo alrededor del cuello; si logra su intento, los indios que están en la orilla teniendo la otra punta del lazo, tiran inmediatamente de él para sacar al animal á tierra; pero si se yerra el golpe, no le queda al cazador otro recurso de salvacion que perseguir al caiman, echándosele resueltamente encima, para asustarlo y tener tiempo de ganar la orilla mientras él se zambulle. Hay otros que cazan el mismo animal con un palo corto, y puntiagudo en ámbas estremidades, en medio del cual está amarrado el lazo: armados dé este modo salen al encuentro del caiman, que abre su horrenda boca para tragar el brazo del nadador, quien aprovechando de este movimiento introduce perpendicularmente su palo, quedando este clavado en las quijadas que cierra vorazmente el animal. En seguida lo sacan á tierra tirando del lazo. Esta caza es sumamente peligrosa, y raro es el año en que no ocasione algunas muertes.
Todas las esculturas de la antigua iglesia de los Jesuitas se conservan amontonadas en un galpon. Hay, entre varios otros objetos, un púlpito y un confesonario todavía enteros, y cuya profusion y riqueza de esculturas los harian distinguir ciertamente como bellísimos adornos en los templos mas notables. Es pues muy sensible que se dejen así perder estas ricas producciones del arte, en vez de hacerlas trasportar á las grandes poblaciones, en cuyas catedrales hallarian muy apropiada colocacion. La iglesia actual de San-Pedro, edificada tambien provisoriamente, está recargada con demasía de imágenes de santos y de ornamentos de plata: se notan empero, entre estos objetos, muchas estatuas de madera, trabajadas en Italia por los mejores maestros del siglo pasado.
Camino de San-Pedro á San-Ramon.
Hay de veintiocho á treinta leguas, hácia el nornordeste, de la mision de San-Pedro á la de San-Ramon, distancia que en tiempo seco se recorre á caballo, tomando la ribera izquierda del Machupo para no tener que atravesar sus innumerables tributarios orientales. Se han colocado de trecho en trecho, sobre todo el largo de este camino, barracas donde se detienen á descansar los viageros.
En la estacion de lluvias, ó cuando se llevan mercancias, se baja por el rio de San-Juan, que se encamina al nornordeste, cruzando las llanuras y recibiendo sucesivamente por el este los rios de Moocho, de Cocharca, de Molino, y en fin el Machupo que le da su nombre. Siguiendo adelante recibe tambien por el mismo lado, cerca de San-Ramon, el randal del rio Chananoca, y ensanchándose tanto como el rio Blanco, lleva su curso por en medio de coposos y altos arbolados. En todo tiempo seria navegable este rio, hasta mas arriba de San-Ramon, para embarcaciones de vapor; pero en la estacion lluviosa, solamente hasta San-Pedro.
Camino de San-Pedro á Santa-Ana.
Hay veinticinco leguas, en línea recta al nordeste, de San-Pedro á Santa-Ana; mas, como allí generalmente se viaja en canoas, los numerosos giros del Mamoré hacen doble la distancia, por cuya razon es menester emplear en este tránsito dos dias cuando se anda rio abajo, y tres ó cuatro cuando se tiene que subir. Saliendo de San-Pedro, se camina hácia el este como una legua de llanuras hasta pasar por un puente el arroyo de Tamucu, no léjos del cual se encuentra el puerto en un bañado bastante grande, sobre cuyos bordes aparece la casucha del guarda: se andan todavía tres cuartos de legua, cruzando por este bañado hasta que se presenta el Mamoré, el cual se costea hasta la embocadura del rio Tijamuchi, situado sobre la ribera izquierda. Este rio, que baja de las cordilleras, tiene como cien varas de ancho y es bastante profundo; circunstancias que lo hacen navegable en todo tiempo hasta para los barcos de vapor. Por ser su giro demasiado tortuoso, se emplean cinco ó seis dias para subir por él hasta San-Ignacio. Algo mas abajo de la embocadura del Tijamuchi, forma el Mamoré un gran recodo, fácil de evitar entrando en un bañado que se presenta sobre la orilla izquierda, y cuyas aguas, casi siempre corrompidas en algunos parages, causan fiebres intermitentes, al paso que ostentan en algunos otros, numerosos grupos de la magnífica planta llamada victoria. A pocas leguas de allí, divídese el Mamoré en tres brazos, que forman islas anegadas, por entre las cuales se transita con muchísima dificultad, tropezando con árboles flotantes, arrancados por las corrientes. Algo mas adelante, se pasa por en frente de la arruinada mision de San-Pedro, de la cual no han quedado mas vestigios que algunos cacahuales. Ya no presentan las orillas del Mamoré en este punto, esa belleza salvage tan notable cerca de la confluencia del rio Iténes. Aparece luego por el este, á una distancia bastante grande, mas abajo de los tres brazos del Mamoré, la embocadura del rio Aperé, apartado como una jornada de navegacion de su tributario el rio de San-José: ámbos rios son navegables para barcos de alguna carga, hasta el pié de las montañas. Por el mismo lado desemboca tres ó cuatro leguas mas abajo el rio Yacuma, tambien navegable como los anteriores, y cuyo profundo álveo tiene como de setenta á ochenta varas de ancho; sus márgenes, guarnecidas de matorrales, no contrastan notablemente con las llanuras circunvecinas, que se hallan cuasi desnudas de boscage: tres cuartos de legua mas adelante, se llega á la confluencia del rio Rapulo, el que no por ser mas angosto deja de ofrecer las mismas facilidades para la navegacion, pues en tiempo de los Jesuitas se subia por él hasta la mision de San-Borja. Finalmente un poco mas arriba de dicha confluencia, se presenta la mision de Santa-Ana, situada entre estos dos últimos rios, un cuarto de legua distante del Yacuma.
En 1700, cuando los Jesuitas fundaban la mision de reyes, no léjos del rio Beni, creyeron conveniente formar al mismo tiempo la de Santa-Ana, para fomentar en lo posible la navegacion de aquel rio. Esta mision, poblada por la nacion movima, tuvo su asiento una legua mas al oeste del sitio que actualmente ocupa; y fué transferida, so varios pretextos, en tiempo de los gobernadores españoles. Al verla tal cuales hoy dia, desde luego se conoce que no ha sido obra de los Jesuitas: empero, á pesar de su colocacion en medio de una llanura, y de la temporaria inundacion de sus contornos, nada tiene de insalubre. Las casas de los indígenas están en desórden, y la puerta de la iglesia en vez de dar sobre la plaza, mira hácia el campo. La industria se encuentra muy poco adelantada; y los terrenos de cultivo están confinados en el interior de algunos bosquecillos, sobre las riberas del Rapulo y del Yacuma; posee sin embargo esta mision hermosos establecimientos para la cria de ganados. Sus habitantes, que en 1831 ascendian á mil ciento cincuenta y seis, son muy notables por sus hermosas proporciones: la vigorosa corpulencia de las mugeres y hasta sus facciones, aun en la juventud, nada tienen de femenino. Entre tanto, el carácter de los Movimas es apreciabilísimo por su bondad y mansedumbre, calidades que llevan pintadas en el semblante con signos inequívocos.
La pobreza de los trages de las mugeres pone en manifiesto la grande miseria de esta mision, donde son rarísimos los terrenos propios para el cultivo del algodon; así es que se ven obligados sus moradores á procurarse tegidos de lana venidos de Cochabamba para confeccionar sus tipois.
Todavía subsisten algunas supersticiones entre estos indios: cuando enviudan, por ejemplo, creen que hallarán la muerte si van á la caza del tigre, y que se cubrirán de lepra si matan una vivora. Cuéntanse allí como once mil cuatrocientas once cabezas de ganado vacuno, pertenecientes al Estado, y tres mil ochocientos cinco caballos.
El rio Yacuma abunda en palometas, pescado de forma ancha y algo chata, esmaltado de colores amarillos muy vivos, y cuyos dientes triangulares y cortantes atemorizan á los indios, que no por ello dejan de tentar la pesca con anzuelos fijados en la punta de un alambre. Desde los tiempos mas remotos, los dientes de la palometa han sido las tigeras de los indígenas de aquellas regiones, y aun se sirven de ellos los tejedores para recortar los hilos[1].
[Nota 1: Véase la lám. 5, fig. 2.]
Camino de Santa-Ana á Exaltacion.
Exaltacion queda al norte de Santa-Ana, distante como quince leguas. En la estacion de seca este camino se hace atravesando la llanura á caballo; pero en la época de lluvias es menester bajar en canoa por el rio Yacuma hasta su entrada en el Mamoré, el cual, muy tortuoso en este punto, enseña sobre sus hermosas riberas infinidad de lagos y bañados, por los cuales se suele pasar para abreviar el camino evitando los rodeos: se llega por último al trapiche de Exaltacion que está unido por medio de un foso al bañado del puerto. Es menester emplear un dia para hacer este tránsito, y dos cuando se sube de Exaltacion á Santa-Ana. Camino de Santa-Ana á Reyes.
Para ir á Reyes, se tiene precisamente que pasar por Santa-Ana, de donde se cuentan doce dias de camino, en direccion al oeste. En la estacion seca y cuando se viaja sin equipage, se va por tierra, atravesando á caballo como setenta leguas por llanadas magníficas, pobladas de ganados salvages; mas en tiempo de lluvias, ó cuando se llevan mercancias, se sube en canoas el rio Yacuma, hasta encontrar sus primeros tributarios; desde cuyo punto solo faltan ocho leguas de tránsito por la llanura para ponerse en Reyes.
Esta mision, una de las últimas que establecieron los Jesuitas, está situada en una espaciosa llanura, distante algunas leguas del rio Beni, y diez y ocho al este de Isiamas, canton de la provincia de Caupolican. Sus moradores, oriundos de la nacion de los Maropas, tienen el rostro afeminado, bastante regular y muy semejante al de los Mocetenes. Estos indios mascan la coca; y llevan una camiseta mas corta que la de los Moxos.
En 1830 su poblacion constaba de mil y una almas; y poseia la mision siete mil setecientas veintidos cabezas de ganado vacuno, mil trescientos noventa y nueve caballos y veintitres cerdos. Sus alrededores abundan en ganados salvages que seria muy fácil domesticar.
Esta mision, que fué fundada por los Jesuitas con los indios Cayuvavas[1], habitantes de las riberas del Mamoré, aun no existia en 1696. Edificada sobre una llanura y en medio de bañados, se ve á cubierto contra las avenidas del Mamoré por un dique circular que hicieron construir aquellos misioneros. La plaza, con sus palmeras, sus capillas y las casas de los jueces, se parece á las de las otras misiones. La iglesia, construida en el estilo de la edad media, está llena de ornamentos y esculturas del mejor gusto, y sus paredes, hechas de adobe, se ven adornadas con pinturas. El colegio que tiene un piso alto, no puede estar mejor distribuido. Los Jesuitas habian trazado sobre las paredes de este edificio el mapa muy detallado de la provincia, que debieron ellos conocer perfectamente; pero años ha que el capricho de un administrador hizo desaparecer este monumento precioso, para que ocupasen su lugar caricaturas groseras, ó la representacion, copiada de grabados europeos, de la caza del jabalí y del ciervo. Exaltacion de la Cruz es, por los productos de su industria, una de las mas ricas misiones; sus tegidos son excelentes, y su cacao no cede acaso en calidad á ningún otro.
[Nota 1: El P. Eguiluz, Relacion de la mision apostólica de los Moxos, págs. 35 y 37, cita esta nacion, como la única salvage en 1696.]
Los indios cayuvavas que pueblan esta mision, son sin réplica los mejores hombres de la provincia, tanto por la franqueza que los caracteriza, como por su sobriedad y amor al trabajo. Sus facciones son regulares, y sus cuerpos robustos. Remeros infatigables, sus pilotos son los mejores prácticos del pais. Entusiastas y atrevidos no dejan por eso de ser circunspectos, respetuosos, dóciles y de una complacencia estremada. Han conservado entretanto algunas supersticiones de su estado primitivo, las que se advierten principalmente entre los hombres encargados de cuidar el ganado: así, por ejemplo, cuando un Cayuvava sabe que su muger se encuentra en cierto estado de salud, nunca monta á caballo, ya sea por temor de dar una caida, ya sea por no comprometer el estado de la enferma. Los que enviudan se encierran durante un mes, y renuncian á montar á caballo miéntras permanecen viudos, temerosos de espantar al ganado.
En 1830, la poblacion indígena de Exaltacion ascendia á dos mil setenta y cinco almas, y estaba dividida en ocho secciones: los Maisimaees, los Maidebochoquees, los Maidepurupiñees, los Mairoañas, los Maiauquees, los Maidijibobos, los Maimajuyas y los Maimorasoyas. El ganado vacuno llegaba, en el citado año, al número de once mil ciento seis, y el caballar á quinientas veintiseis cabezas.
Una calzada de un cuarto de legua conduce de la mision al puerto, especie de bañado en donde se ven amarradas las canoas, confiadas á la vigilancia de una familia indígena. Este es el parage donde van tambien á bañarse diariamente los indios y las indias, seguros de no ser molestados por los caimanes.
En virtud de sus antiguas supersticiones, toda vez que estos naturales salen salvos de algun peligro, echan á tierra un espiga de maiz, como para dar gracias á la providencia de haberlos favorecido con su proteccion.
La mision de este nombre fué fundada en 1792 por órden del gobernador Zamora, con el sobrante de la poblacion itonama de Santa-María-Magdalena: el pueblo, edificado á imitacion de las misiones de los Jesuitas, pero sin ornamentos, ocupa una posicion deliciosa, estendiéndose sobre un terreno sólido, lleno de hidrato de hierro, y bastante elevado para estar siempre á cubierto contra las avenidas del rio Machupo, que pasa no muy léjos de allí. En sus cercanías se ven algunos plantíos de bananos, mientras que las otras partes cultivadas están algo distantes, sobre todo, la perteneciente á los indios, que se avecina mas bien al rio Iténes. La industria de esta poblacion no se diferencia en nada de la de Magdalena.
A distancia de media legua del pueblo hay un hermoso lago; se ve otro de al misma naturaleza á dos leguas: tienen ámbos una forma oblonga, y su diámetro abraza cuando mas una legua. El pescado que se saca de ellos es muy esquisito; pero la multitud de caimanes no deja de ser un grande estorbo para la pesca. Estos feroces anfibios son tambien muy comunes en el rio Machupo, pero el modo de darles caza es diferente del que hemos visto empleado por los Canichanas de la mision de San-Pedro. Los moradores de San-Ramon atan un perro á la orilla del rio, colocando por delante de él una lazada abierta, de manera que el caiman no pueda acercársele sin entrar en ella; dispuesto de tal manera el armadijo, se ocultan á poco pasos, teniendo en la mano la otra punta del lazo. A los aullidos del perro no tarda en presentarse algun caiman, mostrando primeramente sobre el agua las órbitas salientes de sus ojos y la estremidad del hocico: permanece desde luego algunos instantes en observacion, y con la vista clavada en su presa; en seguida se zambulle para reaparecer sobre la orilla, donde se arrastra lentamente hácia el pobre perro, que, magnetizado por tan terrible enemigo, queda sin movimiento, algunas veces tiembla, otras, en fin, hace los mas violentos esfuerzos para romper las cuerdas que lo sugetan, y escapar á la horrenda boca que se abre para tragarlo. Afortunadamente sus temores duran poco[1]; pues los indios se apresuran á tirar del lazo y arrastran al caiman, aturdido talmente de verse capturado, que ya ni siquiera intenta defenderse. Como no puede darse vuelta, acercánsele los indios por detras, y le quitan la vida de dos ó tres hachazos. El tamaño ordinario de estos reptiles es de cinco varas; pero en general son proporcionados á la estension y anchura de los rios en donde moran. Jamas se encuentran grandes caimanes en los riachuelos, ni pequeños en los grandes rios.
[Nota 1: Véase la lám. 6]
La poblacion de San-Ramon, totalmente itonama, se componia, en 1804, de cuatro mil doscientos cinco individuos, en 1808, de cuatro mil cincuenta y cinco; pero una peste de viruelas vino á destruir gran parte de ella reduciéndola á solo mil novecientos ochenta y cuatro. El pueblo está dividido en las nueve parcialidades que siguen: Bechua, Gualane, Guachara, Iaca, Pacasnane, Muchusmo, Morochia, Guacleca y Yaracaca.
En 1830 se contaban allí, ocho mil trescientas cabezas de ganado vacuno y mil cuatrocientos caballos, de la propiedad del Estado. Se recogen igualmente en esta mision, el cacao, la cera, el sasafras, el algodon, y se hacen los mismos tegidos que en los otros cantones de la provincia. Sus producciones dieron al Estado, en el citado año de 1830, la cantidad de mil seiscientos noventa y cuatro pesos. Camino de San-Ramon á Magdalena.
Para ir de San-Ramon á Magdalena, se cuentan veinticinco leguas en línea directa hácia el este; mas como se tienen que hacer muchos rodeos, esta distancia se aumenta de una tercera parte. En la estacion de seca se transitan á caballo las dilatadas llanuras, deteniéndose en diferentes puntos donde se han construido cabañas para hospedar á los viageros: se encuentran ademas, en este camino, varias haciendas establecidas sobre las hermosas llanadas que separan al rio Itonama del rio Machupo. Si ha de emprenderse este viage, en la citada estacion, para conducir mercancias, es menester ir embarcado, y entónces la distancia se duplica; pues hay que bajar el rio Machupo hasta su confluencia con el Itonama, y subir por este en seguida hasta Magdalena, trazando un ángulo agudo.
En tiempo de lluvias este camino se abrevia, atravesando en canoa las llanuras inundadas. Se bajan entónces por el rio Machupo como tres leguas, hasta entrar por la derecha en un arroyo, muy incómodo para la navegacion, por estar guarnecido de árboles, entre los que es menester abrirse paso con hacha en mano y luchando contra una corriente rapidísima: pero muy luego las ondas se aquietan, el arroyo se ensancha, sus ribazos se despejan del arbolado, viniendo por último á formar una laguna de medio cuarto de legua de ancho y de una legua de largo. De la otra parte de esta laguna, las aguas, que se mantienen un momento paradas, cambian de direccion; así es que en vez de proseguir aguas arriba, se sigue el curso natural de la corriente. Se advierte entretanto que el mencionado lago, cuyas ondas se encaminan por un lado al este, en direccion al rio Huarichona, y por el otro al oeste, hácia el rio Machupo, representa la altura de separacion de aquellas dos vertientes; disposicion que es muy notable. Avanzando camino, se bajan todavía cuatro leguas por el mismo arroyo, que primeramente se presenta bastante ancho, y va luego angostándose cada vez mas, hasta verse nuevamente guarnecido de ramages, continuando así para ir á reunirse con otro brazo. Este arroyo, que tiene el mismo nombre del rio Huarichona, es navegable solamente en tiempo de lluvias, y desagua en el rio Itonama, diez leguas mas abajo del punto de su reunion con el nuevo brazo indicado, por el cual es menester subir como dos leguas, prosiguiendo el viage á Magdalena. Los ribazos de este segundo arroyo se encuentran tambien guarnecidos, como los del anterior, de árboles tan inmediatos los unos á los otros, que con dificultad se abren paso las canoas por en medio de ellos, sobre todo, hallándose las aguas casi á la altura de sus copas. Terminado este arroyo, se entra en una llanura inundada, navegando por ella como dos leguas, en cuyo tránsito se descubren cerca de un bosque las chozas de parada de la travesía por tierra. Despues de haber dejado atras dos boscages aislados, escentos de inundacion, se sigue bogando por la llanura en direccion al estesudeste, hasta llegar á un arroyo, llamado Chunanos, por el que se baja hasta la primera encrucijada, atravesando dos bosquecillos cerca de los cuales aparece sumergida en el agua otra choza de alto para la estacion de seca. Hay luego que subir por otro brazo hasta desembocar nuevamente en la llanura, donde el pobre viagero tiene que pasar una jornada, espuesto á los ardores de un sol abrasador ó á los impetuosos aguaceros. La inundacion general de toda esta comarca prueba el perfecto nivel de sus terrenos y la ausencia total de puntos culminantes entre las diversas corrientes: por todos lados no se ve mas que agua; pero sucede muchas veces que no hay la suficiente para poder bogar, siendo entónces forzoso arrastrar las canoas. Estas llanadas están cubiertas en algunos parages de grandes yerbas, cuyas penachos, que salen fuera del agua, sustentan unos pelotones rojizos, formados por las hormigas; las que no pudiendo vivir sodre la tierra anegada, se agrupan de este modo, para esperar durante dos ó tres meses el retorno de la seca: mas al menor choque suelen deshacerse tales grupos, desparramándose las hormigas, cuando no en el agua, adentro de las canoas; lo cual se agrega á las otras molestias del viagero navegante.
Terminada la llanura, se baja por un arroyo hasta llegar á la estancia de San-Cárlos. Apartándose de esta, se continúa en descenso por el mismo arroyo (cuyas orillas empiezan á cubrirse desde allí de matorrales casi enteramente anegados), hasta desembocar en el rio Itonama. Para ponerse en Magdalena es necesario navegar todavía cinco leguas subiendo por este rio, el cual baja con alguna rapidez hácia el noroeste, atravesando una llanura inundada y desnuda de arbolado, para ir á reunirse con el Machupo.
Camino de San-Ramon á San-Joaquin.
Este tránsito por tierra es de ocho leguas hácia el norte, y de doce yendo por el rio Machupo, cuya corriente, tortuosa y muy profunda por todas partes, se halla guarnecida de hermosos boscages: hay en este rio muchedumbre considerable de bufeos. En la estacion de seca se atraviesa á caballo la llanura sin la menor dificultad tomando la ribera izquierda del rio.
Esta mision fué fundada por los Jesuitas al este del rio Blanco y á una distancia muy apartada del sitio que actualmente ocupa, en una época posterior á 1700. En marzo de 1796, so pretesto de que los indios Baures, que componian su poblacion bajo el régimen de los administradores, se veian continuamente perseguidos y robados por los salvages, fué trasferida al lugar donde se encuentra, es decir, sobre una ligera plataforma rodeada de bañados y situada en la ribera izquierda, á un cuarto de legua del Machupo. Los edificios provisorios del pueblo, al que se sube por una calzada, son de construccion sencilla y de un solo piso. Por lo demás, nada tiene de notable esta mision; cuya industria no se diferencia de la de las otras misiones. El punto que ocupa San-Joaquin está cubierto de mineral en pepitas de hierro hidratado. Los campos cultivados por cuenta del gobierno, y que se encuentran á una legua del pueblo, en el interior de un bosque, abrazan un grande espacio de terreno, donde crecen plantas llenas de vigor: el plátano, la caña-dulce, el cacao, la mandioca y el maiz son de exelente produccion. Como media legua distante de la mision hay una hermosa laguna que nunca está seca. Se encuentra tambien á la parte nordeste, despues de haber cruzado un pantano de una legua de ancho, un terreno seco, muy notable por la gran cantidad de pepitas de hierro hidratado que cubren el suelo, y de las que se podria sacar un pingüe provecho para el establecimiento de herrerías catalanas ó de altas fraguas, hallándose poblados de bosque todos sus contornos. Es muy estraño que los Jesuitas, tan sumamente industriosos, no hayan beneficiado estas riquezas mineralógicas que habrian duplicado sus recursos, y dado una grande impulsion al adelanto de aquellas comarcas. Estas capas horizontales y á descubierto, se estudien como dos leguas, siempre circundadas por bosques, como si la naturaleza hubiese colocado de propósito, al lado de las minas, los medios de practicar su laboreo.
La vegetacion de las inmediaciones de San Joaquin es maravillosa. Se ven en los bosques árboles gigantescos y de un follage el mas variado: distínguense allí entre los motacúes y otras plantas conocidas, unas hermosas palmas, llamadas de rosario[1], por servir sus cocos para hacer cuentas de rosarios. Esta palmera, cuyo tronco liso y derecho está coronado de grandes hojas graciosamente arqueadas, es sin disputa una de las mas elegantes. El suelo se ve cubierto por todas partes de magníficos helechos, en tanto que los gajos de los árboles sostienen los tallos crecidos de una especia de Palma christi, cuyo fruto es diez veces mayor que el de la especie ordinaria. Nótanse ademas en las orillas de los bosques otras dos especies de palmas; la una muy elevada y que sostiene sus hojas en una sola línea repartida á los dos lados del tronco, formando un abanico de verde hermosísimo[2] y la otra, espinosa[3] y de hojas semejantes, aunque mas pequeñas, á las de la palma real de Chiquitos. Algo mas cerca de la mision, se cria un fruto silvestre de la forma de una pera, que solo se come cuando está negro de maduro: su sabor es semejante al del níspero, y sus pepitas tienen mucha analogía con las de la pera.
[Nota 1: La Euterpe precatoria]
[Nota 2: La Oenocarpea tarampabo.];
[Nota 3: La Mauritia armata.]
La poblacion de San-Joaquin se componia en 1823 de setecientos sesenta y seis indios baures; pero los estragos causados en 1832 por las viruelas y el sarapion, la redujeron al número de seiscientas noventa almas. El pueblo consta de cinco parcialidades, conocidas bajo los nombres de Paschiono, Caparebocono, Tacarano, Abeabano y Tocono.
El ganado vacuno de la propiedad del Estado ascendia, en 1830, á tres mil ochocientas ocho cabezas, y el caballar á trescientas treinta y cinco. En el citado año el producto de la mision fué de seiscientos setenta pesos.
Caminos de San-Joaquin á Exaltacion.
Para ir de San-Joaquin á San-Pedro, se sigue (como se dijo al hablar de esta mision) el curso del rio Machupo, pasando por San-Ramon. Para ir en tiempo de lluvias á Exaltacion, que está á veintisiete leguas en línea recta hácia el oeste, es menester atravesar en canoa una llanura cruzada en todas direcciones por varios arroyuelos que se encaminan, los unos al rio Machupo, los otros al Mamoré. En tiempos secos se lleva el mismo camino transitando á caballo las magníficas llanadas; mas para la conduccion de mercancias no hay otro vehículo que el de los rios, y el camino se prolonga entónces hasta ciento veinte leguas. Se bajan primeramente treinta por el rio Machupo, hasta su confluencia con el Iténes ó Guaporé; en seguida cuarenta por este hasta su confluencia con el Mamoré, el cual es menester subir, siguiendo sus largos rodeos por el espacio de cincuenta leguas, hasta llegar á Exaltacion. Para hacer conocer mejor estos vehículos de transporte, que son al mismo tiempo los raudales mas hermosos de la provincia, voy á describirlos detalladamente.
Saliendo de San-Joaquin se navega durante dos dias por el Machupo, descendiendo hácia el nornordeste. Las orillas de este rio están guarnecidas de bosques muy tupidos, que revelan el vigor de una vegetacion activa. El aspecto salvage, pero variado, de estas soledades, no carece de cierta grandeza. A un lado, el tinte verdinegro de las selvas, las sinuosidades multiplicadas del rio, las tropas de monos, los numerosos bufeos que viajan á par de las canoas, y al otro la muchedumbre de pájaros ribereños y terrestres, animan el paisage haciéndolo mas interesante. El rio, cuya anchura es de cien varas, recibe los tributos de un sin número de arroyuelos que ayudan al desagüe de las llanuras inundadas. A las doce del segundo dia se pasa por un sitio en donde ámbas riberas se ven cultivadas y cubiertas de plantíos pertenecientes á los indios de San-Ramon y de San-Joaquin. Los ribazos del rio Machupo son bastante altos sobre un largo espacio de su curso, circunstancia que debe favorecer al cultivo de sus orillas, siendo de estrañar por lo tanto que no se haya pensado en situar las misiones á ménos distancia. A poco mas de las dos de la tarde se presenta la confluencia del rio Itonama, bajo cuyo nombre continua corriendo el Machupo hasta reunirse con Guaporé ó Iténes. Entónces se descubre hácia el norte, por encima de los árboles, la prolongacion occidental de la Sierra del Diamantino. Desde este punto empiezan á mostrarse millares de bufeos jugando sobre las ondas, y en el tránsito de algunas leguas, se ven tres hermosas especies de palmas, que no se encuentran en ninguna otra parte[1]. A eso de las cinco se desemboca en el rio Iténes, en cuya confluencia habria sido muy conveniente establecer una poblacion, vista la mucha elevacion de la ribera izquierda del Itonama; pero indudablemente no han dado lugar á ello las interminables discusiones entre Españoles y Portugueses, sobre los límites de sus posesiones respectivas; y queda ya referido que, deseosos estos últimos de conservar el monopolio de la navegacion de esos rios, espulsaron á los Jesuitas que trataban de establecerse sobre sus orillas[2].
[Nota 1: Maximiliana regia. Martius. Bactris socialis, Martius.]
[Nota 2: Corografía brasilica.]
El rio Iténes tiene como un cuarto de legua de ancho en este punto, y sus magestuosas aguas corren con bastante rapidez por entre islas de un aspecto el mas pintoresco. Sobre una de sus orillas, pobladas de arbolados, hay un puesto brasilero: para dirigirse á él, es menester luchar contra la corriente de los rios Iténes é Itonama; que chocándose con fuerza forman una barrera movible, de un aspecto imponente. El puesto se halla ocupado par un sargento y cuatro soldados, que tienen órden de no dejar pasar embarcacion alguna sin el previo consentimiento del comandante del fuerte de Beira, que está situado dos leguas mas abajo. Es pues indispensable escribir de antemano á este mandatario en solicitud de un permiso para pasar por delante del fuerte. Aunque la ribera izquierda pertenece en toda propiedad á la República de Bolivia, los Brasileros se consideran dueños absolutos de todo el curso del rio. Los soldados que guardan el puesto, apénas están vestidos, y viven en la mayor miseria: un puñado de farinha de pao es la racion diaria que se les da para su manutencion, y cada ocho dias reciben algunos cartuchos de pólvora con que cazan los antas y otros animales selváticos cuya carne les sirve tambien de alimento.
Fuerte del Príncipe de Beira.
Cuando se ha conseguido el indicado permiso, se desciende el Guaporé ó Iténes, admirando lo pintoresco de sus márgenes, y las montañas que dominan su ribera izquierda. A dos leguas, poco mas ó ménos, se presenta el fuerte del Príncipe de Beira sobre el cual tremola el pabellon brasilero. Este fuerte, de forma cuadrada y rodeado de fosos, tiene ademas un baluarte en cada flanco. La piedra arenisca carbonífera, de que se componen las montañas adyacentes, es el material empleado en su construccion, la que ha sido muy bien ejecutada por un ingeniero europeo. Su guarnicion se reduce actualmente á treinta hombres. Era este fuerte en su fundacion, un presidio para los asesinos; mas hoy en dia está destinado á servir de destierro á los condenados políticos, que viven privados de todo género de recursos en este lugar apartado, donde gozan sin embargo, de alguna soltura.
El pueblecillo de Santa-Rosa, dependiente del fuerte, y que primitivamente distaba media legua hácia el oeste, se halla colocado al presente háacia el norte y á ménos distancia, componiéndose de una sola hilera de casas, cuyos habitantes, que son todos negros y mulatos, ascienden al número de cuatrocientos. Ocúpase esta poblacion en traficar con los gariteas, que suben desde el Pará, por el rio de Madeiras y en seguida por el Guaporé, hasta Mato-Groso. Estas grandes barcas, toldadas y de fondo plano, son del porte de una chalupa de veinticinco á treinta toneladas; y aunque en proporcion á la profundidad del rio pudieran tener mas capacidad, el sin número de saltos del rio de Madeiras (que toda vez que se presentan obligan á los navegantes á retirar del agua sus embarcaciones para llevarlas por tierra con la ayuda de unos troncos redondos, colocados á guisa de ruedas) hace que se minore su tamaño. Por lo demás esta es la única dificultad que ofrece la navegacion de este rio, el cual tiene por todas partes la hondura suficiente para servir de vehículo á los barcos de vapor de la mayor dimension.
Partiendo del Pará suben las gariteas á la vela ó á remo hasta la embocadura del rio de Madeiras, luego á remo solamente hasta tropezar con las primeras cachuelas, que es menester salvar del modo que dejo dicho; operacion que se renueva mas de veinte veces, y en la que se pierde mucho tiempo[1]. Habiendo salvado la última cachuela se rema con grandísimo trabajo hasta la confluencia de los rios Iténes y Mamoré, y desde este punto, hasta el fuerte de Beira, donde se toman víveres para subir en seguida hasta Mato-Groso. Siendo indispensable emplear un año entero en la ida y vuelta de estas espediciones, se prefiere llevar directamente por tierra del Rio Janeiro ó de Santos las mercadurías de valor; y aunque la distancia que se transita en mulas es de ochocientas leguas, la economía de tiempo no deja de ser considerable; de manera que las gariteas, estando reservadas solamente para el transporte de los efectos de mucho volúmen ó peso, no hacen sino tres ó cuatro espediciones por año del Pará á Mato-Groso.
[Nota 1: Los traficantes, que hacen muy á menudo esta navegacion, siembran algunos de los campos por donde atraviesan llevando sus embarcaciones; así es que á su regreso encuentran abundante provision en los frutos que recogen.]
Los alrededores del fuerte del Príncipe de Beira se hallan poblados de bosques espaciosos, donde sobresalen las palmeras: las colinas inmediatas, colocadas en forma de anfiteatro, se levantan gradualmente hácia el nordeste, viniendo á quedar su punto culminante bastante retirado. El suelo, enteramente compuesto de despojos de piedra arenisca, es infecundo, y únicamente algunos retazos contiguos á la orilla del rio Iténes se prestan á la agricultura y producen muy buenos frutos.
Al dejar el fuerte de Beira, el rio Iténes ó Guaporé[1] tiene cerca de media legua de ancho; sus aguas claras, pero de viso negruzco, corren con lentitud por entre bosques magníficos y de un aspecto mas bien salvage que pintoresco. La naturaleza en este parage es demasiado grande y magestuosa para que puedan comprenderse sus detalles. Entre tanto, muy rara vez llega á perturbar algun viagero esta hermosa soledad, que no ostenta mas adornos que la rica vegetacion de sus sombrías florestas, pues hasta los pájaros solo cruzan por acaso y sin jamas detenerse. Sin embargo, la uniformidad del paisage se ve de vez en cuando interrumpida por algunas islas guarnecidas de árboles, y por las montañas azuladas de la ribera derecha, que resaltan á lo léjos sobre el fondo verdinegro de los frondosos bosques.
[Nota 1: El nombre de Iténes, que le dieron los Españoles, ha sido tomado de los indios salvages que habitan sus riberas en el espacio comprendido entre el fuerte de Beira y la confluencia con el Mamoré. Guaporé es el nombre que le han dado los Brasileros.]
Despues de haber andado una larga jornada, bogando con toda la rapidez de la corriente, se hace alto al anochecer, ó sobre la orilla derecha donde hay una selva muy tupida cuyo terreno debe ser exelente para el cultivo, ó sobre la izquierda que está poblada de magníficos bosques. Los Brasileros del fuerte suelen verse atacados muy á menudo en estos parages por los indios itenes que habitan las dos riberas, y que aprovechan todas las ocasiones de procurarse, por la violencia, las armas y el hierro que les son de absoluta necesidad desde el tiempo de su contacto con los Españoles y Portugueses. Estos salvages, de un carácter independiente y altanero, han conservado su entera libertad, prefiriendo verse diezmados todos los dias desde mas de un siglo, ántes que someterse al celo religioso de los Jesuitas ó al yugo de los Españoles. Hoy en dia son aun lo que eran en tiempo del descubrimiento, y deben la conservacion de su independencia á la estrecha union que parece reinar entre ellos.
Esta nacion ocupa todo al ángulo formado por la confluencia de los rios Iténes y Mamoré. Las tribus que la componen viven diseminadas en el seno de unos desiertos circundados por inmensos pantanos y por selvas impenetrables. Estos indígenas, cuyas costumbres son en extremos singulares, solo hacen caso de la mediana civilizacion que los rodea, para deslizarse astuta y ocultamente con sus canoas en los pequeños tributarios del Mamoré y del Iténes, donde asechan á los indios de las misiones ó á los soldados brasileros del fuerte de Beira, atacándolos al descuido, muchas veces al favor de las sombras de la noche, sin otro intento que el de procurarse algunas herramientas.
En la segunda jornada, aparece el rio tan ancho y hermoso como la víspera, pero mucho mas tortuoso y casi enteramente desembarazado de islotes: se ve entre tanto guarnecida su ribera izquierda de palmeras motacúes, al paso que sobre la derecha se presenta entre multitud de árboles muy variados, una nueva especie de palmas, conocida bajo el nombre indígena de chuco, y notabilísima por sus hojas, cuya figura es igual á la de un sol, pues se componen de infinidad de hojuelas que á manera de rayos parten de un punto céntrico al cual están sugetas[1].
[Nota 1: Este vegetal es el Thrinax chuco.]
Al arribar al ángulo formado por la reunion del Iténes con el Mamoré, un espectáculo el mas imponente se presenta á la vista, la que abrazando de un solo golpe el magestuoso giro de ámbas corrientes puede fácilmente compararlas y admirar el maravilloso contraste[1].
[Nota 1: Véase la Introduccion, pág. xix.]
El rio Iténes, que, como ya se dijo, recibe todas las aguas de la provincia de Mato Groso y del norte y norueste de Chiquitos, y cuyos tributarios, bajando de colinas poco elevadas, corren mansamente por una superficie inmensa de llanuras, donde tienen sólidos ribazos, conserva sus ondas casi siempre puras y jamas acarrea despojos vegetales; al paso que el Mamoré, no solamente se mantiene turbio y fangoso todo el año, sino que arrastra borbollando troncos, hojas, raices, y á veces árboles enteros; pues, á mas de tener sus fuentes sobre las altas cerranías de las provincias de Cochabamba, de Mizqué y de Valle Grande, ó sobre la vertiente norte de las últimas faldas de la cordillera, todos sus tributarios se forman de torrentes impetuosos y cruzan la llanura con tal rápidez que arrancan al pasar los ribazos de uno de sus bordes. Resulta de esta disposicion tan diferente, que el Iténes presenta por todas partes sobre sus riberas un terreno muy conveniente para fundar aldeas estables y florecientes, miéntras que las orillas del Mamoré no dan lugar á establecimiento seguro de ninguna clase, ni aun se prestan siquiera para la agricultura: razon por la que todas las misiones del Mamoré ocupan tan solo las riberas de algunos tributarios laterales.
Las aguas del rio Iténes despues de estar reunidas con las del Mamoré, corren por un largo espacio sin mezclarse y conservando todavía su viso particular.
Del punto de reunion de estos dos grandes rios hay que hacer una navegacion de seis jornadas en canoa para llegar á la confluencia del rio Beni, el cual bajando del oeste viene á incorporarse por la izquierda con el Mamoré, que lleva adelante su magestuoso curso bajo el nombre de rio de Madeiras[1].
[Nota 1: Véase lo que digo de este rio, al hablar de las grandes vias de comunicacion fáciles de entablarse entre la provincia y la Europa por el vehículo del Amazonas.]
Las orillas del Mamoré se encuentran ya desnudas en este parage de selvas antiguas, y por todas partes ofrecen terrenos de aluvion, en donde se cria la planta que los Españoles han llamado chuchio[1], así como el lambaiva, cuyas hojas blanquizcas y recortadas en forma de dedos resaltan sobre el verde tierno de los sauces, ó sobre el verde amoratado de los lisos. Entre las muchas especies de palmas ya conocidas, que cubren los terrenos mas encumbrados, se distingue una nueva, peculiar á este distrito, donde se cria en abundancia, particularmente sobre los ribazos. Este vegetal, al que los Brasileros dan el nombre de vinte pes (veinte piés) es uno de las mas elegantes de la familia de las palmeras; sus raices, que sirven de sosten al tronco, bajan desde la altura de tres varas, separándose unas de otras á proporcion que se aproximan al suelo: esta es la circunstancia que le ha hecho dar el nombre bajo el cual es conocida en el pais. Del remate de su tronco liso y empinado, que generalmente llega á la altura de quince á veinte varas, parten hácia todos lados sus grandes hojas graciosamente recortadas, formando un elegante penacho: sírvense los indios de sus frutos para hacer cuentas de rosarios[2].
[Nota 1: De esta especie, perteneciente á la familia de las cañas, hacen sus flechas todos los indios cazadores.]
[Nota 2: Esta palma es la denominada Iriartea Orbigniana, Martius.]
En esta primera jornada por el Mamoré, se avistan varios campamentos de indios salvages, y á cada paso se notan en las barrancas los angostos senderos por los que bajan al rio, particularmente sobre la ribera derecha, cuyos terrenos son mas elevados.
Viene entre tanto á reunirse al Mamoré, por la izquierda, el rio Iruyani, frecuentemente surcado por los Cayuvavas de Exaltacion, que suben aveces hácia el oeste, hasta muy cerca de la mision de Reyes. Un poco mas arriba, se encuentra tambien la embocadura del Matucaré, sobre cuyas orillas habitan algunas tribus itenes, que han formado en aquel punto una especie de aldea donde se cultivan hermosos plantíos de maiz, de mandioca y de plátanos: estos belicosos indios hacen frecuentes incursiones, por el tiempo de la seca, en el distrito de la mision de Exaltacion con el objeto de procurarse armas y herramientas.
Cuando las lluvias que caen en las fuentes del Mamoré son algun tanto copiosas, se acrecen considerablemente sus ondas, arrastrando consigo mayor cantidad de árboles que de ordinario; por lo que se ven algunos espacios, particularmente en medio del rio, de tal manera cubiertos de despojos vegetales que parecen grandes islas flotantes. Para tener que luchar ménos contra la corriente, se costea siempre la orrilla que le es opuesta; mas las multiplicadas sinuosidades que forma el rio, obligan á los navegantes á cruzar muy á menudo de un lado al otro, lo que no deja de ser sumamente peligroso, pues al mas leve choque contra esos troncos flotantes pueden sumergirse las endebles canoas: empero el tino y la destreza con que los pilotos y remeros ejecutan sus maniobras en los momentos difíciles, triunfan de lodos los obstáculos.
En este tránsito se descubren siempre bosques enmarañados, en los cuales hay un árbol corpulento, que suele tener basta trece y quince varas de circunferencia. Los Españoles le han dado el nombre de higueron[1], por ser una especie de higuera gigantesca; pero en la provincia de Santa-Cruz es conocido mas bien bajo el de bibosi. Emplean los indios la corteza de este árbol para hacerse camisas; y de sus raices chatas, las que se encuentran divididas en láminas verticales, se sacan tablas naturalmente recortadas que sirven para hacer los cajones en que se espiden las mercancias de la propiedad del Estado. Todos estos bosques, poblados de una diversidad prodigiosa de plantas casi desconocidas, abrigan tambien en su seno tigres y otros animales feroces.
[Nota 1: Véase la lám. 8.]
Las orillas del Mamoré presentan á cada paso paisages pintorescos, y á los que la variedad de vegetacion da un aspecto el mas risueño. Los lugares bajos se ven siempre revestidos de sensitivas de flor rosada, miéntras que en los parages algo mas secos abunda una planta, cuyos tallos tienen la forma de un abanico, y están coronados de penachos blanquizcos, que ondeando uniformemente al capricho del viento contrastan con las mimosas en flor, con el lambaiva de azucarados racimos, ó con las enredaderas que cuelgan por todas partes de los gajos entrelazados con las palmeras. Todo maravilla al viagero que transita por en medio de esas encantadoras orillas, donde reposa plácidamente sus ojos sobre una vegetacion tan lujosa, ó se detiene á contemplar con interes esas colonias de martin-pescadores, los que saliendo de sus casillas ocultas en los agujeros de las barrancas arenosas, siguen de léjos el rumbo de las canoas.
En la tercera jornada se tiene que arrostrar una de las mayores dificultades que presenta el Mamoré para su navegacion; pues hay un punto en el que estrechándose mucho su corriente, viene á ser mas impetuosa, y forma unos remolinos en embudo, demasiado rápidos para que las canoas puedan salvarlos sin aventurarse demasiado: es tal la violencia con que azota el agua al pasar por encima de ellas, que la débil embarcacion vacila y se bambolea como si hubiese chocado contra una roca. A un corto tiro de este punto se encuentra el primer campo sembrado de Exaltacion, distante dos jornadas todavía del sitio donde está la aldea: los plantíos de este campo, que vigilan cuatros indios cuya casucha se ve allí cerca, se componen de plátanos y de cacahuales.
En esta parte de las riberas del Mamoré se observa cierta variedad en la vegetacion: de tiempo en tiempo se ven sobresalir entre sus bosques la palma cuchis y las cañas tacuaras, que se presentan algunas veces totalmente aisladas: entre tanto, nada hay allí de tan singular como la sucesion de plantas sobre los terremonteros del rio. Los terrenos que se van levantando hasta quedar fuera de las aguas, se cubren, en el espacio de un año, de lisos que se anticipan siempre á los otros vegetales; pero bien pronto desaparecen sofocados por los sauces, que crecen con mas vigor. A los cuatro años, los sauces, despues de haber protegido el crecimiento de los lambaivas y de las higueras bibosis, desaparecen á su vez, dejando á estos enteramente dueños del campo. Los demás árboles, y particularmente las palmeras, no se manifiestan sino al cabo de muchos años, y cuando el terreno ya bastante elevado, solo llega á inundarse en las crecientes accidentales.
Para abreviar el camino, que seria interminable si no se economizasen de algun modo los grandes recodos del rio, y á fin tambien de tener ménos corriente, se atraviesa por unos bañados que se presentan sobre la ribera derecha. En uno de estos bañados, ó grandes lagos, se cria la planta acuática mas hermosa de América: sus hojas circulares, de dos varas de diámetro, rectamente levantadas en sus bordes, verdes en la parte de arriba y rojas en la de abajo, se estienden graciosamente sobre las aguas á la manera de las hojas del nenúfar de los bañados de Europa, ofreciendo á la vista, con sus magníficas flores de un pié de ancho, ya rosadas, ya blancas, un conjunto maravilloso digno de la vegetacion grandiosa de aquellas regiones[1]. El padre Lacueva, y tambien uno de los intérpretes que me acompañaban en mi espedicion á Moxos, me han asegurado que el naturalista Hainck, al ver esta planta por la primera vez, trasportado de admiracion, se habia puesto de rodillas para dar gracias á la Providencia por una creacion tan prodigiosa[2]; y efectivamente, nada hay comparable á la alta idea que nos da esta planta de la fuerza productiva de la vegetacion.
[Nota 1: Esta planta es la misma que han llamado los Ingleses, en 1836, Victoria regina, la cual fué recogida en la Guayana inglesa por el viajero Chonburk. La especie que encontré en Corrientes en el año de 1827, era conocida en Francia en el de 1829: así pues, soy yo el primero que la haya enviado á Europa.]
[Nota 2: Véase la lám. 9.]
Entre tanto, no deja de ser bastante incómodo el tránsito por los bañados, á causa de los enjambres de hormigas de que ya hemos hablado; así es que se sale de ellos con placer para proseguir la marcha por el rio; en el cual tambien hay que evitar otro peligro que amenaza á las pequeñas embarcaciones. Resulta este del desmoronamiento repentino de las barrancas arenosas, que alterando el rumbo natural de las aguas, promueven fuertes oleadas de proyeccion. En el punto donde se hace alto al anochecer, es menester, ante todo, derribar con el mayor cuidado posible estas frágiles y empinadas barrancas, hasta dejarlas gradualmente en declive, para evitar de este modo que lleguen durante la noche á desmoronarse de golpe, y echen á fondo las canoas. Esta navegacion, á mas de los peligros que hemos señalado, tiene no pocas molestias; la abundancia de mosquitos es una de las principales, sobre todo por las noches, en que no puede el viagero abrir la boca sin tragarse algunas docenas.
Al tocar en la última jornada, los terrenos, siempre removidos por la corriente, van siendo cada vez mas bajos: muy á menudo las avenidas arrastran consigo las plantaciones, y en diversas ocasiones los indios cayuvavas, viendo devastados sus campos de cultivo, han tenido que alimentarse durante un año entero con el tronco de la palma total, que es en los tiempos de penuria, el maná de aquellas comarcas. El puerto de Exaltacion aparece finalmente, al cabo de siete ó ocho dias de navegacion desde la salida del fuerte del Príncipe de Beira.
Esta mision fué fundada por los Jesuitas, en el año de 1700, con la nacion itonama que hablaba una lengua totalmente distinta de las otras lenguas de la provincia. Bajo el régimen de estos religiosos su poblacion se acreció de tal manera, que en 1792 mandó el gobernador Zamora que se fundase con el excedente de ella el pueblo de San-Ramon, cerca del rio Machupo. El pueblo de Magdalena, situado sobre la ribera izquierda del rio Itonama, se ve circunscripto por llanuras anegadas en la estacion de las lluvias, formando entónces un islote, de poco mas de una legua, en direccion al nornordeste. Colocado en la estremidad sud de esta parte no inundada, la que sin embargo, apénas tiene de una á dos varas de elevacion sobre el resto del terreno, está distribuido de la mejor manera posible: su iglesia, construida en el mas bello estilo gótico de la edad media, es muy vasta, y notable sobre todo por sus esculturas en madera. El colegio, que tiene un piso alto, es de forma cuadrada, y está dividido en grandes salas, mas hermosas que cómodas. El resto no difiere en nada de las otras misiones. Una calzada de quinientas varas de largo conduce de la mision al puerto, donde habita con su familia un indio encargado del resguardo.
Aunque la industria de esta mision se halla en general ménos adelantada que la de Concepcion, sus tegidos son mucho mas finos. En el campo vecino á la poblacion, se ven inmensos plantíos, de cañadulce, de algodon, de tamarindos y sobre todo de cacao: indicaremos el modo como se cultiva este último vegetal. Primeramente se planta una huerta de plátanos, y cuando estos están ya bastante crecidos, se siembra el cacao al pié de cada uno de ellos: los cacahuales brotan y van creciendo poco á poco, protegidos en su primera edad por la sombra que les hacen los plátanos, hasta que al cuarto ó quinto año du su plantacion fructifican abundantemente. Estas huertas, que son de la propiedad del Estado, sirven para el abasto del colegio. Los plantíos de los indios están á distancia de cuatro jornadas de camino, bajando el rio Itonama hasta cerca de su confluencia con el rio Machupo. Como los pobres indígenas dependen absolutamente de los administradores, apénas consiguen al año un permiso de quince dias para ir á efectuar las siembras, y de otros quince para recoger sus frutos; pero precisamente la estacion de las cosechas suele ser la del comercio y del transporte de mercancias, por lo que acontece generalmente que no pudiendo ir en el debido tiempo á retirar los productos de sus sembrados, pierden la mayor parte, y pasan un año entero sumidos en la mas profunda miseria.
Esta poblacion se compone solamente de indios itonamas, cuyo lenguage gutural se asemeja por la dureza de sus sonidos á los idiomas quichua y aymará, siendo en todo lo demás enteramente distinto. La estatura dé los Itonamas es bastante elevada, y aunque tienen las piernas muy delgadas, no por eso dejan de ser los hombres mas activos de la provincia.
El egoismo es uno de los rasgos distintivos del carácter de estos naturales, que son incapaces de partir entre ellos ni aun siquiera lo superfluo. Un solo hecho bastará para probarlo. Un indio que habia obtenido una vela, la tenia encendida en uno de esos vastos galpones donde viven muchas familias reunidas; y no queriendo que sus vecinos participasen de la luz, habla colocado á su familia de manera que la ocultase enteramente para todos aquellos. A pesar de esto, son por lo general muy bondadosos, y la grande miseria en que viven casi de continuo, disculpa en cierto modo su propension al robo. Son dóciles hasta el servilismo para con los blancos, á quienes profesan, sin embargo, un odio quizas no injusto. Su manera de vestir nada tiene que los distinga de los naturales de las otras misiones; el color negro es el de predileccion para los tipois que llevan las mugeres.
Bajo el régimen actual empiezan nuevamente los Itonamas á contraer todas las superticiones y costumbres singulares de su estado primitivo: así, por ejemplo, los padres desposan á sus hijos desde que nacen, y considerándolos ya como legítimos esposos, los instruyen, tan luego como atinan á comprender las cosas, de las relaciones recíprocas y mas íntimas que deben existir entre ellos, acostándolos muchas veces en una misma hamaca. Esta costumbre, que se trata de estirpar, obliga entre tanto á los curas á unir en la mas tierna edad á los jóvenes, con el objecto de cohonestar en cierto modo la conducta de estos y la de sus deudos; por lo que se ven niñas de ocho años formalamente casadas con mancebos de doce. El culto religioso de estos naturales no es sino esterior; de modo que su conciencia está enteramente agena de todo género de escrúpulos. Los hombres se franquean espontáneamente sus mugeres, las que por su parte se entregan tambien cuando quieren á todos sus parientes. He hablado ya, en otro lugar, de las supersticiones que los dominan con respecto á las enfermedades, y de la bárbara conducta que estas supersticiones los obligan á observar para con los enfermos.
La poblacion dé la mision de Magdalena ascendia, en 1820, á dos mil ciento y ocho almas, en 1832, á dos mil setecientas ochenta y una; por manera que en el espacio de once años el acrecimiento de ella habia sido solamente de seicientas setenta y tres almas.
En 1832, las haciendas del Estado tenian siete mil setecientas cincuenta cabezas de ganado vacuno, y dos mil novecientos veinte caballos.
Hay al este 20 grados norte de Magdalena, una montaña cuya cima se ve desde muy léjos sobre el horizonte: para encaminarse á ella es menester aprovechar la estacion seca, y cuando no, aquella en que la inundacion general permite la libre navegacion por la llanura.
Camino de Magdalena á Concepcion.
Concepcion de Baúres dista de Magdalena unas veinte leguas hácia el sud. En la estacion de seca se va á caballo, atravesando la llanura; mas en tiempo de lluvias se suben nueve leguas por el rio Itonama, muy tortuoso cerca de Magdalena y que transita por unas praderas anegadas en parte, pero pobladas de millares de ganados pertenecientes á las estancias de San-Antonio y de San-Miguel que se descubren á un lado del rio. De tiempo en tiempo se aperciben tambien sobre el ribazo algunos carpinchos y caimanes que salen fuera del agua. Los bordes de este rio, que es bastante anchuroso, están desnudos de arbolado hasta llegar á su confluencia con el riachuelo del Guacaraje, por el cual se suben tres leguas hasta el puerto de Concepcion, situado sobre la ribera. Este puerto, nueve leguas distante de Concepcion, y en el cual hay un capitan encargado de su vigilancia, es el punto de partida para las misiones de Moxos y del Mamoré, no siendo posible continuar por el rio Blanco cuyos grandes y numerosos rodeos alargarian muchísimo el camino. Al dejar el puerto se sigue por una hermosa calzada de dos leguas de largo, construida por los Jesuitas en medio de un pantano. Esta calzada, hecha nada mas que con tierra, perfectamente trazada, y de un tránsito fácil en todo tiempo, conduce á una selva tambien de dos leguas de largo, y poblada de palmas motacúes y de variedad de árboles muy hermosos, que guarnecen un suelo arenoso, lleno de tierra negruzca, muy conveniente para las labranzas. Pasada la selva, se encuentra otra calzada casi tan larga y bien construida como la primera, luego algunos boscages, y finalmente una llanura, anegada en partes, que conduce hasta el rio Blanco. Pásase este en canoas, despues de haber hecho pasar á nado los caballos, que muchas veces suelen ahogarse espantados por los caimanes, tan abundantes en todos aquellos rios. Una tercera calzada de la misma naturaleza que las anteriores, conduce por último, cruzando en línea recta un hondo pantano, hasta el pueblo de Concepcion.
La mision de Purísima Concepcion de Baúres fué fundada por los Jesuitas, posteriormente al año de 1700, con los indios de la nacion baúres, que eran en aquel tiempo, al igual de los Moxos, los indígenas mas industriosos de aquellas comarcas, pues sabian teger, y fabricarse vestimentas ó túnicas de tegidos de algodon. El pueblo, y los hermosos campos cultivados que lo rodean, ocupan un terreno bastante espacioso y muy parejo, el cual manteniéndose siempre seco y estando rodeado de pantanos, viene á formar en la estacion lluviosa una especie de isla, que dista poco mas de un cuarto de legua del riachuelo llamado Negro, por el cual van los indígenas á los campos sembrados por su cuenta. Una calzada de tierra, que tiene como dos leguas de largo, une á este riachuelo con el rio Blanco.
Entre los edificios de esta mision se distinguen, su iglesia construida con madera y adobes, y su colegio que se compone de muchos patios; en el primero de ellos tiene el edificio un piso alto; las salas bajas que forman la periferia de los otros, sirven de talleres. En cada una de las cuatro esquinas de la plaza, que es bastante espaciosa, hay una capilla; el centro está ocupado por una grande cruz rodeada de hermosas palmeras cuchis; en los costados se ven las numerosas casas de los indios, puestas en hilera y colocadas del modo mas conveniente para facilitar su ventilacion.
Estos indios que son, como ya dije, los mas industriosos de aquellas misiones, hacen unos tegidos de algodon muy finos y de muchísima estimacion en la república: las hamacas que fabrican no pueden ser de mejor calidad; pero tambien es verdad que exigen un trabajo asiduo, y que entre seis mugeres emplean uno ó dos meses en la fabricacion de una sola hamaca. Hay talleres de tegedura, de pintura, de ebanistería, en los cuales se admiran, ya los manteles pintados á la pluma, obra muy original, ya los cofres y cajas prolijamente trabajadas, ya mil otros objetos hechos de jacarandá con embutidos de nácar. Fabrícanse tambien baules, camas de viage, etc. Otros artesanos se ocupan en trenzar hábilmente una paja muy fina y nada quebradiza, con la que hacen sombreros, cofrecillos é infinidad de objetos primorosos. Finalmente, esta poblacion, la mas industriosa de la provincia, sabe sacar partido de todo para sus curiosos trabajos, sin servirse muchas veces de otras herramientas que sus cuchillas, lo que no hace sino duplicar el mérito: allí se utilizan las calabazas, transformándolas en jarras ó vasijas pintadas, que tienen una apariencia tan hermosa como las de China; los cocos, convirtiéndolos en cajitas torneadas; y otros muchos materiales, como las astas, los huesos, los dientes del caiman, etc., en pequeños objetos de lujo y de provecho.
Las plantaciones de la mision son vastísimas, y como están muy bien cuidadas, producen con abundancia algodon, maiz, mandioca, arroz, cañadulce y cacao; frutos que son de la propiedad del Estado.
Las plantaciones pertenecientes á los indios están algo apartadas de la mision, sobre las orillas del riachuelo Negro.
En 1830, las haciendas del Estado encerraban nueve mil trescientas cuarenta y dos cabezas de ganado vacuno, y dos mil trescientos veintinueve caballos.
Concepcion ha variado algun tanto bajo el gobierno de la república. La diferencia de los productos, tanto fábriles como de labranza, que se observa entre los años de 1803 y de 1830, dará una prueba de ello.
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| | 1804. | 1830. |
| |———-+———-|
|Cacao. arrobas. | 118 | 120 |
|Cera virgen. " | 21 | 7 |
|Sebo. " | 80 | 40 |
|Sasafras. " | 11 | " |
|Algodon blanco en pepitas. " | 197 | 925 |
|Algodon despepitado. " | " | 33 |
|Lienzo. varas. | 2,411 | 2,154 |
|Paños de mano. | 60 | 29 |
|Manteles. | 5 | 32 |
|Sábanas. pares. | 28 | 24 |
|Sobremesas. | 18 | 30 |
|Medias. " | 36 | 6 |
|Gorros. | 80 | " |
|Ponchos. | 10 | 62 |
|Servilletas. | " | 32 |
|Pañuelos de pescuezo. | " | 23 |
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Los indios baures, habitantes de Concepcion, unen por lo general á su robustez y fuerza corporal, un carácter muy bondadoso y apacible, pero desgraciadamente tan pusilánime que el solo temor del castigo los determina á ceder y doblegarse á todo. El cacique, cuya autoridad raya en el absolutismo, es el déspota mas rígido, y jamas sale sin ir acompañado de su teniente y del intérprete. Los indios le profesan un respeto servil; así es que cuando le ven venir, se sacan el sombrero desde muy léjos, y cruzan los brazos sobre el pecho: á no hacerlo así tal vez serian castigados severamente como ha sucedido muchas veces. Los administradores y los curas, no ocupándose mas que de sus intereses particulares, abandonan todos sus derechos de autoridad á estos orgullosos caciques, que no tienen el menor escrúpulo en abusar de ella á su antojo; y como hoy en dia ni la religion, ni las costumbres severas de los Jesuitas ponen freno á sus desarreglos, beben continuamente la chicha de maiz hasta embriagarse, administrando entónces la justicia segun sus caprichos. Se ha notado que los individuos de Concepcion viven muy poco tiempo cuando han llegado á obtener el cargo de caciques; circunstancia que resulta necesariamente del abuso brutal que hacen de todos los goces que les proporciona el nuevo rango, el cual al mismo tiempo que destruye su salud, los ensoberbece de tal manera, que no cambiarian ciertamente sus insignias de cacique por un trono imperial.
El mal ejemplo que resulta de la depravacion sin freno de los superiores, engendra la corrupcion en un pueblo que apénas columbra en su horizonte la primera alborada de la civilizacion; así pues los habitantes de Concepcion se han llenado ya de viciosos vergonzosos, y la inmoralidad ha llegado á su mas alto grado.
Las muchachas, enteramente desnudas hasta la edad núbil, no conocen el pudor; por lo que nada puede refrenar mas tarde su mala conducta; sobre todo, habiéndose ya estinguido los principios de sana moral que profesaban ántes estos naturales, y vuelto á dominar entre las mugeres la costumbre de hermosas palmas confundidas con otros muchos árboles de bella apariencia. Como les está prohibido á los indios de todas las misiones de Moxos el ir armados, desde la rebelion que tuvo lugar en San-Pedro, la caza abunda en todos estos parages, aumentándose mas y mas no siendo perseguida. Los monos se presentan á cada paso divirtiendo á los viageros con sus muecas y brincos: hay tambien allí una especie de monos nocturnos. El rio está lleno de bufeos ó delfines de una clase muy estraña que habita constantemente en el agua dulce: su piel es rosada ó salpicada de pintitas. Es una cosa que sorprende realmente el encontrar estos animales á mas de ochocientas leguas del mar, cuando las especies conocidas viven siempre en los oceanos, ó solo suben á unas pocas leguas de la embocadura de los rios.
Cuando la estacion lluviosa se halla muy avanzada, se puede ahorrar una tercera parte de camino saliendo en canoa desde la misma mision, y cruzando la llanura en línea recta hasta llegar á un arroyuelo llamado Oquire, que va á desembocar por la derecha en el rio Blanco, el cual conduce luego hasta el Cármen.
El pueblo de este nombre, que dista, como acabo de indicarlo, quince leguas al sud de Concepcion de Baures, está situado sobre la ribera derecha y á poca distancia del rio Blanco, ocupando el centro de una llanura á donde jamas alcanzan las inundaciones. La iglesia es sencilla: las casas del Estado, lechadas con tejas, son provisorias: las habitaciones de los indígenas que tienen techos de paja se encuentran en muy mal estado. Cuatro palmas totais, que rodean la cruz colocada en media de la plaza, es acaso lo que hay de mas notable en esta mision.
Quizas en ninguna parte haya tantos murciélagos como en el Cármen. Durante el dia permanecen ocultos debajo de los techos, exhalando un fuertísimo olor, semejante al del almizcle. Cuando llega la noche, millares de ellos salen á vagar por el aire persiguiendo encarnizadamente á los mosquitos sin llegar jamas á destruirlos.
Los alrededores del pueblo deben ser pintorescos en tiempo de seca; mas en la estacion lluviosa, solamente las orillas del rio Blanco ofrecen un aspecto agradable por los plantíos de cacao que las guarnecen. Una calzada bastante cómoda conduce de la mision al rio.
En 1792, habiendo sido informado el administrador de Concepcion que cerca de las cabeceras del rio Blanco existia una tribu de indios salvages, dio parte de esta circunstancia al gobernador Zamora, quien dispuso se les fuese á buscar, tomando para ello todas las medidas necesarias[1]. En 1794, haprimitiva de la nacion, de entregarse sin reserva á todos sus deudos.
[Nota 1: Puedo asegurar que todos estos datos son auténticos, pues que los he recogido yo mismo en los archivos de la mision.]
En las misas cantadas que se dicen en la iglesia de Concepcion, celebradas todavía con todo el aparato que empleaban los Jesuitas, la música instrumental es de tal naturaleza, que sorprende realmente, cautivando el gusto á par que la admiracion. Los tonos bajos son producidos por un instrumento de la invencion de los indígenas, especie de zampoña á flauta pastoril, de una ó dos varas de largo y hecha de hojas de palma, ligadas unas á otras, formando trece tubos de diferente tamaño y grosor: nueve de estos tubos están puestos sobre una línea para las notas enteras, y cuatro sobre otra para los medios tonos. Para tocar este instrumento, cuyas notas bajas producen un sonido estraordinario, es menester colocarlo horizontalmente y no en direccion vertical como la zampoña ordinaria. Acabada la misa, algunos indios, coronados de plumas, con las piernas llenas de cascabeles y llevando en la mano un gran sable de madera, ejecutan delante de la iglesia una danza religiosa y guerrera muy monótona; terminada esta, se presentan mas de sesenta músicos, provistos de flautas de todos los tonos, desde las notas mas agudas hasta las mas bajas; y colocándose en dos filas, se ponen en marcha lentamente y al compaz de una música singular, acompañada de tamboras[1]. Cada uno de los músicos hace producir á su instrumento una sola nota particular; y el conjunto de estos acordes enteramente salvages suele lisongear muchas veces al oído por su mucha armonía. Esta tropa de músicos, seguida por el pueblo, se detiene á hacer oracion delante de las capillas que adornan las cuatro esquinas de la plaza.
[Nota 1: Véase la lám. 10.]
En 1830, la poblacion de Concepcion se componia de tres mil ciento veintiseis individuos, y estaba dividida en veinte secciones ó parcialidades, cuyas denominaciones son las siguientes: Gimoboconos, Hompaceboconos, Escrinos, Tirajabanos, Nipocenos, Coriceboconos, Choyinobenos, Itapimuyiros, Taramuinos, Chaquionos, Muchogeonos, Choromonos, Cabiripoyanos, Abejanos, Arayamanos, Amoriciboconos, Paresabanos, Paromoconos, Abenbanos, Joboconos.
Camino de Concepcion al Cármen.
Cuéntanse como quince leguas de distancia de Concepcion al Cármen, que está hácia la parte del sud; ó si se quiere, dos jornadas de navegacion, subiendo en canoa por el rio Blanco que es muy profundo, bastante encajonado y mucho mas ancho que el rio de San-Miguel, pues tiene cuando ménos ciento cincuenta varas de banda á banda. Aunque con poca diferencia su aspecto parece el mismo, su corriente es algo mas tortuosa, y se va aumentando con el tributo de los arroyuelos que bajan de los bañados vecinos. Sus orillas se ven guarnecidas bien construido los Baures un número de canoas, suficiente para llevar á cabo esta espedicion, se encaminaron al indicado lugar, donde encontraron algunos centenares de indios, resto de la nacion tapacura, sometida por los Jesuitas en Concepcion de Chiquitos; y llevando consigo de grado ó por fuerza doscientos individuos, los juntaron con noventa y cinco familias de Concepcion de Moxos, las que componian un total de trecientos catorce Baures, creando con esta poblacion mixta el pueblecillo del Cármen. Este fué construido primeramente cerca de las orillas del rio Blanco, como doce leguas al sudeste del lugar que actualmente ocupa; pero por la insalubridad del sitio, lo transfirieron en el año de 1801 al punto donde hasta el presente existe.
Los Tapacuras se avinieron fácilmente á las costumbres de las misiones, y bien pronto se les vio tan sumisos á todas sus reglas como los mismos Baures.
La poblacion del Cármen se componia, en la época de su fundacion, de quinientos quince habitantes; pero habiendo las fiebres intermitentes impedido su acrecimiento, en 1801 era casi la misma á pesar de que se contaban diez y siete indígenas que pasaban de setenta años[1]. En 1815 habia llegado al número de seicientos sesenta y seis habitantes; en 1822, al de setecientos sesenta y ocho; y en 1830, al de novecientos treinta y dos. Este aumento es muy poco proporcionado á la fecundidad de las indias que paren casi todos los años; pero las tres cuartas partes de los hijos mueren generalmente á los ocho dias de su nacimiento. Esta poblacion se componia, en el citado año de 1830, de los indígenas siguientes
Quitemocas ó Chapacuras. 340
Muchojeones. 230
Baures. 362
——-
932
Los Quitemocas, Chapacuras, ó Tapacuras han conservando su lenguage primitivo, aunque hacen uso del idioma baúres que se ha generalizado en todas las misiones del este de Moxos: los Muchojeones hablan un dialecto algo diferente del de los Baures. Todos estos naturales son bondadosos en estremo.
[Nota 1: Es de notar que estos diez y siete individuos pertenecen todos, al sexo masculino: las mugeres viven mucho ménos, y es rarísima la que llega á la edad de sesenta años.]
La poblacion del Cármen es la mas atrasada de toda la provincia por lo tocante á la industria fabril; sus tegidos son muy ordinarios. El cacao tampoco rinde los abundantísimos productos que debiera, por la mucha negligencia con que se cultiva. En los bosques vecinos se recoge grande cantidad de exelente vainilla.
En 1830, las haciendas del Estado se componian de tres mil seicientos animales vacunos, y de tres mil docientos noventa y dos caballos. Todas las llanuras situadas al sud del Cármen y en la orilla del rio de San-Miguel, se hallan tambien pobladas de ganados enteramente salvages, y se calcula que su número debe pasar de diez mil.
Grandes vias de comunicacion entre la provincia de Moxos y las provincias vecinas.
Actualmente la provincia de Moxos comunica; con la de Chiquitos por el rio de San-Miguel; con Yuracáres y Cochabamba por el rio Chaparé, y tambien por el camino practicado por mí bajando el rio Securi; con Santa-Cruz de la Sierra por los rios Grande y Piray. Voy á dar aquí una indicacion de estos diversos vehículos de comunicacion.
Camine de Guarayos á Moxos por el rio de San-Miguel.
Siete ó ocho dias se emplean para ir del pais de los Guarayos al Cármen de Moxos; bajando en canoa, como sesenta leguas hácia el norueste, por el rio de San-Miguel, cuyos bordes en la proximidad de Guarayos presentan un aspecto sumamente variado. Sobre sus mismos ribazos se descubren algunas vírgenes selvas, entre cuyo follage de diversos tintes sobresalen los penachos de los agigantados mambúes ó cañas tacuaras, contrastando con la hoja elegantemente recortada de los lambaibas, ó con el verde oscuro de la palmas motacúes. Frecuentemente se descubren árboles inclinados sobre las aguas, y cuyos gajos cayendo perpendicularmente han llegado á tomar raices, y formado grutas naturales de una apariencia deliciosa. En la primavera casi no hay árbol que no contenga un nido hecho con suma prolijidad[1]; y muy á menudo se presentan algunos totalmente cubiertos de bolsitas pendientes de las ramas.
[Nota 1: Los nidos del Furnarius rufus son los mas notables.]
El campo, enteramente llano y parejo, se halla cubierto de mantillo negruzco, tierra vegetal muy fértil, de la que no se ha hecho uso todavía, á pesar de ser eficacísima para la agricultura. En la segunda jornada de navegacion se descubre sobre la ribera derecha una pequeña colina de piedra arenisca de una edad geológica antigua; pasada esta colina, continúa la llanura poblada siempre de arbolados. Aunque el rio es angosto, su álveo, que por todas partes se halla bien encajonado, es bastante profundo para prestarse en todo tiempo á la navegacion de las grandes barcas, ó de los buques de vapor. Sus orillas guarnecidas primeramente, empezando desde Trinidad, de vistosos mambúes, se van poblando poco á poco de árboles variados, que en cierto modo desaparecen á la quinta jornada cerca de la confluencia del Huacari. Este rio, conocido entre los habitantes de Moxos bajo la denominacion de rio Negro, por el color de sus aguas, baja de una grande laguna situada entre la Ascension y Trinidad de Guarayos, y corre en seguida paralelo á la corriente del San-Miguel, distando algunas leguas el uno del otro. El Huacari recibe en su tránsito, que es de grado y medio poco mas ó ménos, una infinidad de arroyuelos que bajan del este.
El viagero que llega á poner su planta sobre un suelo casi enteramente virgen, prueba una satisfacion de que nunca podrán tener idea los que no han salido de los lugares habitados. Los animales selváticos, agenos todavía del temor que debiera inspirarles la presencia del hombre, léjos de ponerse en salvo cuando le ven por la primera vez, parecen mas bien salir á su encuentro como atraidos por la curiosidad: así es que en aquellos lugares, por donde quiera que pasa el viagero, descubre las manadas errantes de javalíes, de ciervos, de gran-bestias, á par de las tropas de monos de diversas especies[1], que andan retozando alegres sobre los árboles, y se detienen un momento llenos de admiracion, para brincar y hacer en seguida las muecas y contorciones mas estrañas y risibles; miéntras que en todos los bosques resuena constantemente la algazara de los pájaros de variados tamaños y colores.
[Nota 1: Entre ellas el Callithrix entomophagus, de Orb.]
A medida que se adelanta camino, los ribazos del San-Miguel van disminuyendo de elevacion, y los bosques de ámbas riberas, que tenian en su principio de una á dos leguas de ancho, se van estrechando poco á poco hasta llegar á guarnecer solamente las orillas del rio, rematando por último, sobre la ribera derecha, en un punto donde se abre una llanura espaciosa y totalmente anegada: este lugar es el puerto del Cármen, distante siete leguas de la mision, á la que en tiempo de seca se va á caballo, atravesando la distancia que separa los rios Blanco y de San-Miguel; pero en la estacion lluviosa se hace este camino cruzando primeramente en canoa por un bañado, del tiro de una legua, hasta llegar á un boscage que se estiende en paralelo con el rio de San-Miguel. Apartándose de este boscage, se entra en otro bañado que tiene como tres leguas de ancho, y por el cual se anda á caballo, aunque en ciertos parages suele llegar el agua hasta los encuentros del animal: este bañado termina en el rio de San-Francisco, que es menester pasar en canoa: en seguida se atraviesa una pradera, luego un bosque, mas allá del cual hay una hacienda para la cria de caballos. El resto del camino desde este punto hasta la mision del Cármen se halla poblado de palmeras carondais y de otros vegetales.
Camino de Moxos á Yuracáres por el rio Chaparé.
Partiendo del puerto de Loreto se anda primeramente una legua, atravesando en canoa por un bañado que conduce al rio Mamoré, cuyos ribazos, muy elevados en tiempo de seca, están guarnecidos de bosques espaciosos. Al fin de la primera jornada se hace alto en un banco de arena, ó si se quiere en los bosques de la orilla.
Al siguiente dia, el Mamoré se muestra ménos ancho pero mucho mas encajonado: á las pocas horas de marcha se llega á la confluencia del rio Sara[1], que es simplemente, como he tenido yo mismo la ocasion de verificarlo, una continuacion de los rios Grande y del Piray reunidos, los cuales tienen sus cabeceras en los departamentos de Chuquisaca, de Cochabamba y de Santa-Cruz. Cuando se viaja con destino á Santa-Cruz de la Sierra, se toma el rio Sara; pero encaminándose á Cochabamba se continúa siempre por el Mamoré que es mucho mas caudaloso, y que conserva todavía, mas arriba de su confluencia, su anchura magestuosa y sus ondas cristalinas. El rio Sara corre entre tanto llevando sus aguas rogizas constantemente turbias.
[Nota 1: En los mapas de Brué, del año de 1825, se halla marcado este rio como si se formara del rio de San Miguel de Chiquitos.]
A la mitad de la tercera jornada se llega á la confluencia del rio Chaparé; dejando entónces el Mamoré se sigue por la nueva corriente, que es mucho mas angosta; pero cuyas riberas, en vez de hallarse guarnecidas de esos boscages modernos que crecen sobre los terromonteros, están pobladas de selvas tan antiguas como el mundo. El álveo del Chaparé, mas firme que el del Mamoré, es tambien profundo y bastante bien encajonado; sus aguas se mantienen siempre cristalinas, y toman el tinte verde sombrío de los árboles tan variados que las guarnecen. Sobre la ribera izquierda se presenta luego la embocadura de un rio al que los indios han dado el nombre de Santa-Rosa: se cree que este rio, cuya corriente apacible tiene un viso negruzco, baje de una laguna que está situada á seis leguas de aquel punto, sobre una magnífica llanura, donde moraban, á la llegada de los Jesuitas, las tribus moxos con las que se ha formado la mision de San-Xavier.
Al cuarto dia de camino, las selvas de las orillas del Chaparé se van encumbrando cada vez mas, componiéndose enteramente de árboles antiquísimos, hasta que apénas llega ya á descubrirse la pequeña parte de cielo correspondiente al profundo surco abierto por el rio en medio de aquel oceano de perenne verdor. De tiempo en tiempo distraen la atencion del viagero, que transita maravillado por aquella imponente soledad, los agudos chillidos de los monos de diversas especies, y la confusa algazara de la multitud de pájaros de variado plumaje: empero, el tránsito por este lugar suele ser sumamente incómodo, pues rara vez deja de llover en él con abundancia. Los cueros de vaca, que forman los toldos bajo de los cuales se guarecen los viageros, llegan á corromperse de tal manera con la accion continua de la humedad y de aquel aire tan caliente y constantemente encerrado, que exhalan un mal olor insoportable; casi otro tanto sucede con la carne salada (única provision de boca que se lleva en estas espediciones) la que se altera hasta ponerse inservible.
En el espacio que se recorre al quinto dia, se distinguen dos especies de palmas[1], desconocidas en Moxos. Por la tarde, empiezan á mostrarse en lo vago del horizonte las cimas de la Cordillera, que bien pronto desaparecen detras de los inmensos bosques, despues de haber consolado al pobre viagero cambiando la monotonía del paisage.
[Nota 1: Las Geonoma Brongniartiana y Macrostachia.]
Al séptimo dia, el aspecto uniforme y grandioso de este lugar, por en medio del cual se sigue vogando lentamente, se embellece mas y mas, á medida que se adelanta camino, y la vegetacion aparece mucho mas variada: entretanto, apénas descienden de tiempo en tiempo algunos rayos de sol por entre las densas nubes que constantemente encapotan el aire, descargando á menudo torrentes de lluvia; circunstancia que, unida al excesivo calor de aquella zona, determina esa maravillosa actividad con que se desarrollan todas las plantas, llenas de vigor y lozanía.
En esta misma jornada el bosque ostenta el hermoso follage de un gran número de palmas de nuevas y diferentes especies, entre las cuales se distinguen la palma viña y la de vinte pes. El rio se manifiesta entretanto mas angosto, y ya se advierten sobre sus orillas algunas otras plantas, como las cañas y los lisos, cuyas hojas blanquizcas resaltan sobre el fondo oscuro del sombrío boscage.
Al llegar la noche del octavo dia de navegacion, se advierten ya sobre la playa los primeros guijarros: esta circunstancia suele regocijar en estremo á los indios moxeños, no solamente por que ella es un anuncio de la proximidad del pais de los Yuracarees, sino tambien por la novedad que les causa la vista de un objeto enteramente desconocido para ellos; pues como ya dije, no se encuentra en la provincia de Moxos el mas mínimo pedernal; por cuya razon siendo los guijarros un verdadero hallazgo, los recogen, sea para sacar fuego, sea por mera curiosidad, con la misma importancia con que recogerian piedras preciosas. Toda vez que un objeto nuevo hiere nuestros sentidos, esperimentamos al punto una satisfaccion, un contento inesplicables: así los naturales de Moxos se extasian contemplando los pedregales, como un habitante de las montañas se anima á la vista de los hermosos arbolados, como un Cruceño siente un gozo desconocido en presencia de las rocas. En esta misma jornada las playas se ensanchan, las montañas parecen aproximarse mas y mas, y las riberas se manifiestan cubiertas enteramente, tan pronto de vejucos matizados de flores ya amarillas ya moradas, tan pronto de innumerables palmeras, de vainilla y de otras plantas aromáticas, tan pronto de esos árboles desconocidos, cuyas copas, totalmente despojadas de follage, no contienen sino flores purpurinas las mas vistosas. Todos los lugares por donde se transita en esta jornada, ofrecen á la admiracion del viagero un conjunto grandioso de maravillas. Entretanto, solo á la mañana siguiente se avista la confluencia de los rios Coni y de San-Mateo, de cuya reunion se forma el rio Chaparé: la corriente de este es rápida en este punto y ya acarrea piedras de algun volúmen. El rio de San-Mateo corre con estrépito sobre un lecho pedregoso y por entre magníficos boscages; mas para ir á Yuracáres se sube el rio Coni que es ménos considerable y sobre todo poco profundo. Barcos de vapor de todos tamaños pueden navegar sin obstáculo por el Chaparé, basta la embocadura de los dos rios que le dan orígen. Cuando se entable la navegacion de aquellos rios, y el tráfico directo del comercio de esas regiones con la Europa, este punto, que está al abrigo de las inundaciones, podrá servir ventajosamente para el establecimiento de un puerto, donde se embarcarán los frutos procedentes de las montañas situadas al nordeste de Cochabamba, y de Valle-Grande.
La subida por el rio Coni es bastante trabajosa, porque hay que luchar contra una corriente á veces rapidísima, y salvar muy á menudo algunas cachuelas cubiertas de guijarros: entre tanto el espectáculo que presentan las orillas es siempre el mismo, imponente á la par que risueño. Finalmente, á los once dias de marcha se hace alto sobre la ribera izquierda, y echando pié á tierra se caminan tres leguas por entre el bosque mas hermoso del mundo, siguiendo el rumbo de un estrecho sendero que conduce al pueblecillo de la Ascension de Isiboro, perteneciente al pais de los Yuracarees.
Camino de Yuracáres á Moxos, por el rio Securi.
Cuando en el año de 1832 me propuse abrir una nueva via de comunicacion entre el pais de los Yuracarees y la provincia de Moxos, emprendí mi viage por el siguiente itenerario. Bajé primeramente al rio Moleto, donde me embarqué en una canoa que habia yo mandado construir para el efecto. Las aguas de este rio estaban muy bajas, y á cada paso tropezábamos ademas con las cachuelas de que está lleno; por cuya razon empleamos tres dias para llegar á la confluencia del rio Icho que solo dista tres leguas. Metidos casi siempre en el agua para arrastrar la canoa y enteramente descalzos, durante el dia nos veiamos atormentados por las picaduras ponzoñosas de los jejenes á los que reemplazaban por la noche enjambres de mosquitos mas encarnizados todavía. Mis compañeros de viage se quejaban con mucha razon, y solamente el ejemplo de mi resignacion y mi constante cooperacion á sus trabajos podian darles el ánimo suficiente para seguir adelante. En este intervalo, el rio Moleto recibe por la parte de oriente las aguas del Ipuchi, y por la de occidente las de los rios Solotosama y Eñesama[1], que corren por entre colinas bajas, mas prominentes hácia el oeste. Estas colinas no son otra cosa que las últimas faldas de la Cordillera.
[Nota 1: El nombre de este rio se compone de dos palabras del idioma yuracáres: de eñe (nombre del pescado conocido en otras partes bajo el nombre de sábalo) y de sama, que significa rio: es decir, rio de los sábalos.]
En la confluencia de los dos rios que forman el rio Securi, las aguas se ensanchan y su hondura es mayor; sin embargo, para poder navegar en grandes barcas, es menester que sean estas de poco fondo. Encontramos en este punto algunos indios ocupados en la pesca, y que se determinaron á seguirnos: bien pronto aconsejándonos hacer alto, nos mostraron detras de unas zarzales de la ribera izquierda un sendero que no hubiéramos podido descubrir desde el rio. Encaminándonos por él, encontramos en medio de un bosque, á un cuarto de legua de distancia, unas cuantas casas que tenian un piso alto, construccion propia para el lugar que me pareció muy húmedo. Con la esperanza de conseguir algunos plátanos y raices de mandioca, únicas provisiones que se encuentran en aquellos lugares salvages, me instalé desde luego en una de esas casas, recientemente abandonadas por sus habitantes, quienes se habian transferido diez leguas al oeste, huyendo de una enfermedad que segun ellos existia en el lugarejo. Al siguiente dia, á poco mas de las once, viendo que aun no volvian los comisionados que habian salido en busca de víveres, resolví regresar al rio para embarcarme y proseguir mi viage; pero no tardaron mis tres indios en llegar tras de mi con algunas provisiones. Inmediatamente nos pusimos en marcha, dejando el pais de los Yuracarees y vogando resueltamente hácia regiones desconocidas.
En el espacio de una legua tuvimos que salvar algunos encalladeros, y despues de haber dejado atras un islote guarnecido de árboles, encontramos el rio ya franco y totalmente desembarazado. Entónces llegué á conocer que seria muy fácil la navegacion de esta corriente, aun para las embarcaciones de vapor. Este punto, cuyos terrenos son los mas feraces que pudieran encontrarse, me ha parecido muy conveniente para el establecimiento de un puerto cuando lleguen á entablerse las comunicaciones comerciales con la provincia de Moxos. El rio es abundantísimo en pescados: cada vez que echábamos nuestros anzuelos, sin pérdida de tiempo sacábamos de á pares enormes pescados, entre los que se distinguian principalmente los pertenecientes á la familia de los siluroides, y tambien los numerosos pacus, pez de los mas esquisitos de América[1]. Al dia siguiente, despues de haber evitado algunos hacinamientos de troncos que obstruian el paso en algunos parages, el rio fué ensanchándose poco á poco, y su profundidad llegó á ser mayor: los jejenes desaparecieron, las palmas viñas eran mas raras, hasta que fueron reemplazadas por las palmas motacúes. Cada banco de arena se veia cubierto de rayadores, de gaviotas y de caprimulgus, que anidan en las playas, depositando simplemente sus huevos sobre la arena.
[Nota 1: En este parage del rio saqué un pescado que tenia dos varas de largo. Este animal, conocido en el Brasil bajo el nombre de pirarara, es un siluroide muy largo, que tiene la cola roja, el vientre amarillo y la parte de encima de un color pardo negruzco.]
Las jornadas se sucedian lentamente por las frecuentes paradas que hacian mis remeros, los que á pesar del ascendiente que yo habia llegado á tomar sobre ellos, saltaban muchas veces á tierra, sin querer obedecerme, para perseguir por entre los bosques, ya las bandadas de pavas del monte, ya los javalíes, ya una tropa de grandes marimonos, que agenos de conocer el daño parecian salir á nuestro encuentro brincando alegremente por sobre los árboles, hasta que una tardía y dolorosa esperiencia les enseñaba á desconfiar del hombre.
Entretanto, las riberas se veian constantemente animadas por toda especie de animales selváticos, que salian de los bosques á retozar sobre la playa ó sobre los árboles de los ribazos. Muy á menudo un gran-bestia, sorprendido de improviso con nuestra llegada, se ponia precipitadamente en fuga; otras veces un carpincho, deslizándose con presteza de la barranca, se escondia en el agua; mas léjos, un ciervo dormido, despertando de pronto, echaba á correr por entre el bosque volviendo de tiempo en tiempo la cabeza para examinarnos de nuevo. De vez en cuando oiamos tambien á la distancia el bramido del tigre.
Al cabo de algunas jornadas de marcha por la corriente profunda, pero poco rápida del rio Securi, llegamos á la confluencia del rio que los Yuracarees llaman Yaniyuta, el cual, bajando del este, viene á dar mas ensanche al Securi. La abundancia de víveres que habia reinado hasta entónces, gracias á la buena pesca y á la caza, nos fué abandonando poco á poco; pues la selva iba siendo cada vez mas desierta, y por otra parte, la pólvora que yo llevaba alterada sin duda por la humedad, se habia puesto inservible; por manera que bien pronto la falta de caza nos redujo al pescado sin sal por todo alimento, y mas tarde á unas pocas espigas de maiz que nos proporcionaron los Yuracarees, y á los palmitos que pudieron derribar mis indios.
Lo largo del camino y la monotonía de esta navegacion empezaban ya á desalentarme cuando el 8 de agosto, á eso de las once de la mañana, llegamos por fin á la confluencia de un rio que baja del oeste, y es mucho mas considerable que el Securi. Los Yuracarees le dan el nombre de Isiboro, y segun el decir de los que me acompañaban, esta caudalosa corriente, formada de los rios Isiboro, Samucebeté y Chipiriri, recibe todas las aguas del vertiente oriental de la cadena del Iterama ó del Paracti, comprendidas entre el rio San-Mateo, y el rio Yaniyuta, por delante del cual habiamos pasado tres dias ántes. Viendo pues que el rio Securi tomba ya un ensanche igual al que habia yo notado en el punto de su confluencia con el Mamoré, recobré el ánimo, esperando llegar bien pronto á encontrarme con este rio.
Al siguiente dia se deslizaba tranquilamente nuestra canoa por entre islas guarnecidas de bosques, cuando se presentó derrepente, posada sobre un árbol del ribazo, la mas hermosa, la mas corpulenta, la mas noble de todas las aves de rapiña, una verdadera harpía[1], que levantaba su bello copete, mirándonos detenidamente sin parecer inquietarse de nuestra presencia. No pudiendo hacer uso de mi escopeta por falta de buena pólvora, dejé á la destreza de mis Yuracarees, que saltaron inmediatamente á tierra, la gloria de capturar aquel soberbio animal. Uno de ellos le asertó desde luego un flechazo: á pesar de este golpe, echóse á volar el pájaro; pero embarazado con la flecha que llevaba clavada, (la cual tenia como dos varas de largo) cayó bien pronto dentro del bosque á donde la siguieron mis cazadores. Me regocijaba ya con la idea de poder llevar á Francia esta rara presa, cuando vi regresar á mis indios trayendo el pájaro con la cola y las alas enteramente desplumadas, y el cuerpo casi pelado. Los Yuracarees estiman en mucho las plumas de este pájaro; ya para empenar sus flechas, ya para adornarse en los dias de gala[2]; así es que sin perder tiempo se habian apoderado de ellas, dejando burladas mis esperanzas. Despues de haberlos reñido asperamente por esta conducta, ordené que me tragesen al animal, que creiamos muerto; y sentado en la canoa lo coloqué delante de mí. Aturdido solamente por los golpes que habia recibido en la cabeza, volvió en sí poco á poco sin que nos apercibiésemos de ello, y cuando yo ménos lo pensaba, se arrojó sobre mí, haciéndome de un solo golpe ocho heridas con sus enormes garras, una de las cuales, de mas de tres pulgadas de largo, me atravesó el brazo de parte á parte, entre el cubitus y el radius, desgarrándome uno de los tendones. A los gritos que dí, acudieron mis compañeros de viage, y lograron con muchísimo trabajo quitarme de encima al furioso animal. Bañado en sangre y sin medicamentos para curar mis heridas, mi estado no dejaba de ser peligroso. Entretanto, continuamente espuesto al calor del dia ó á la nociva humedad de la noche, la fiebre se apoderó bien pronto de mí. Por otra parte el temor de que me atacase un pasmo, y la duda de si quedaria estropeado por causa de la adherencia de la piel al tendon, aumentaban sobremanera mis sufrimientos. Gracias á la Providencia el solo mal positivo que me resultó de todo esto, fué la imposibilidad de servirme de mi brazo durante algun tiempo.
[Nota 1: El Falco destructor. Esta especie es de un tamaño casi doble que el de la águila real de Europa. Véase la lám. 13.]
[Nota 2: Empenan sus flechas con las grandes: las pequeñas se las ponen á modo de peluquín empolvado.]
En la noche de ese mismo dia llegamos á la confluencia del rio Sinuta, último tributario occidental del Securi. Saliendo de este punto, hicimos todavía dos jornadas mas, y mis inquietudes ya tocaban á su colmo, cuando se presentó por fin el rio Mamoré, desplegando á nuestra vista toda su grandeza. Inmediatamente dí al olvido mis padecimientos, pues me encontraba en Moxos, blanco de mis afanes, y al dia siguiente, despues de haber remado toda la noche vogando rio abajo, desembarcamos en Trinidad, capital de la provincia.
Habiendo hecho el plano de este itinerario, resultó claramente, como yo lo esperaba, que el nuevo tránsito practicado por mí era mucho mas corto, y no tan peligroso como el de Palta-Cueva.
Camino de Moxos á Santa-Cruz de la Sierra por el rio Grande y el rio Piray.
Para encaminarse de Loreto, último punto habitado de la provincia de Moxos, hácia Santa-Cruz de la Sierra, es necesario hacer primero, lo mismo que para ir á Cochabamba, un tránsito de tres dias hasta la confluencia de los rios Sara y Mamoré. Se sigue luego por el primero de estos rios, que no es otro que el rio Grande cuyo numbre cambia momentáneamente en la confluencia del rio Piray hasta el punto de su reunion con el Mamoré. Sus aguas rogizas forman un contraste con las cristalinas de este último: por lo demas, las riberas del rio Sara presentan, aunque con ménos terrenos bajos, absolutamente el mismo aspecto; pues se hallan cubiertas de igual modo que las del Mamoré, de bosques muy variados por la diversidad de árboles de que se componen, y entre los que sobresalen las palmas motacúes. Solo en la estacion de seca se ven á descubierto los altos ribazos de esta corriente; entretanto, la línea del nivel á que alcanzan las inundaciones, queda siempre marcada sobre los troncos de los árboles inmediatos, como á una vara de altura desde su pié.
Al fin de la quinta jornada, se presenta la confluencia del riachuelo, llamado Maravo, que baja por la izquierda, de las llanuras inundadas. En la mañana de la sesta jornada se pasa la confluencia del rio Ibabo, cuyas fuentes se encuentran en Tasajos, en Pampa-Grande y en Vilca, puntos de las montañas de la provincia de Valle-Grande. Esta corriente formada de los rios Surutú y Yapacani, toma el nombre de Ibabo cuando baja á serpentear por la llanura, siendo navegable hasta el pié de las montañas. Al cabo de una jornada de navegacion por el rio Sara, se llega á la confluencia del rio Piray. En tiempo de los Jesuitas se subia por el rio Sara ó rio Grande hasta el lugarejo de Payla, situado al este de Santa-Cruz; pero este camino, que obligaba á los viageros á dar una vuelta considerable, siendo al mismo tiempo no poco peligroso en tiempo de crecientes por causa de las avenidas que ocultan enteramente el álveo del rio, ha sido abandonado, harán como cincuenta años, para dirigirse mas bien por el Piray, el cual, aunque mucho mas angosto que el rio Grande, es ménos propenso á las crecientes devastadoras; razon por la que se le prefiere aun á pesar de los saltos que suele tener en tiempo de seca. Es probable que cuando las endebles canoas sean reemplazadas por barcos de vapor, se volverá á tomar el rio Grande, abandonando el Piray, ménos conviente para la navegacion de grandes embarcaciones.
En los dias séptimo y octavo del viage se sube el Piray, con muchísimo trabajo si la estacion es de seca: el álveo de este rio, bastante profundo desde luego, se halla de trecho en trecho obstruido por árboles que las corrientes amontonan, ó por espigones permanentes en el fondo del rio, contra los que tropiezan á menudo las canoas; lo que ocasiona no pocos desastres. Sobre el espacio que se recorre en estas dos jornadas se ven ademas algunos puentes construidos por los salvages Sirionos[1], que moran en las selvas circunvecinas, sin jamas inquietar á los naturales de Moxos. Hasta llegar á la undécima jornada se tienen que salvar sucesivamente muchas cachuelas, formadas por una especie de saltos de arcilla amarilleja endurecida; esto obliga á perder un tiempo considerable por la necesidad que hay de descargar las canoas, para hacerlas subir por en medio de la corriente, tirándolas con sogas. Al ejecutar esta maniobra, algunos de los indios que tienen precision de caminar por entre el agua, suelen ser gravemente heridos por el punzante aguijon de las rayas armadas[2]. Tienen estos pescados en la cola, como las pastinacas de las costas marítimas de Francia, una lanceta de cuatro pulgadas, muy filosa, y guarnecida de dientes retorcidos para adentro con los que desgarran las carnes, causando dolores agudísimos y muchas veces ataques de tétano: por desgracia estos accidentes son muy comunes, sobre todo en las cabeceras de los rios. En tiempo de crecientes, cinco ó seis varas de agua cubren estos puntos salientes, y se pasa entónces por encima de ellos sin que se les eche de ver.
[Nota 1: Véase la lám. 12.]
[Nota 2: Véase la lám. 14, fig. 1.]
A la duodécima jornada, los bosques de las riberas del Piray cesan de pronto, y son reemplazados por unos pantanos á donde vienen á perderse dos riachuelos, el de Palacios y el Palometas, que nacen en la llanura de Santa-Cruz de la Sierra. Estos pantanos ó bañados anuncian que ya no dista mucho el término del viage.
Al décimocuarto dia se pasan de seguida, una tras otra, cuatro cachuelas, no léjos de las cuales se presenta el puerto situado sobre la ribera izquierda, y que no tiene mas habitacion que un espacioso rancho techado con hojas de palma: desde este puerto, separado del lugarejo de los Cuatro-Ojos por un hondo pantano que tiene como una legua de largo, hay que andar todavía treinta leguas para llegar á Santa-Cruz de la Sierra. En la estacion lluviosa se emplean solamente diez dias para hacer este camino, subiendo por el Piray; y seis dias, yendo rio abajo desde Cuatro-Ojos hasta Loreto.
Si comparativamente á lo que dije en la primera época de la historia de Moxos ántes de la llegada de los Españoles, trato de saber en lo que han venido á parar las naciones primitivas de aquellas comarcas, hallaré los resultados siguientes.
La nacion de los Moxos ocupa todavía los lugares que ántes habitaba, con la sola diferencia de encontrarse reunidos en las misiones de la provincia de la manera que sigue.
Muchojeones del Cármen. 230
Baures del Cármen de Moxos. 362
" de Concepcion de Moxos. 3,126
" de San-Joaquin de Moxos. 690
" todavía salvages. 1,000
———
5,178
Moxos de Loreto de Moxos. 2,145
" de Trinidad. 2,604
" de San Xavier. 1,515
" de San Ignacio. 1,948
———
8,212
———
Total. 13,620
Se ve pues por esta esposicion que si la cuasi totalidad de los Moxos se halla sometida al cristianismo, todavía existen algunos en el estado salvage: estos (de lo cuales un pequeño número perteneció á las misiones, en tiempo de los Jesuitas) viven divididos en familias establecidas no léjos del rio Guaporé, y al este de las misiones de Concepcion y del Cármen, sin comunicarse jamas con sus compatriotas convertidos. Se ve tambien el número relativo de las diferentes tribus de los Moxos, Baures y Muchojeones, y puede calcularse la importancia que debe tener, en el seno de un pais anegado, una nacion cuyos habitantes aun pasan de trece mil, hablando todos ellos el dialecto moxo.
Acostumbrados á la obediencia, los Moxos tienen un carácter bondadoso, sociable, alegre, y mas que todo paciente; pero así como están siempre en disposicion de reír por la menor fruslería cuando se hallan entregados á sí mismos, de igual modo la servidumbre los ha hecho tímidos y taciturnos en presencia de los superiores.
Estos naturales tienen una aficion particular por el dibujo, la que no deja de estar acompañada de bastante habilidad: sus pinturas representan animales y plantas regularmente copiadas. Escultores, torneros , carpinteros, tejedores prácticos, fabrican infinidad de objetos curiosos que se llevan para vender en algunas ciudades del Perú. Muchos de entre ellos han aprendido el español y saben escribirlo muy correctamente: en una palabra, la nacion de los Moxos es quizas la mas susceptible de civilizacion. Entre todos los indios de la provincia, los Moxos son en la actualidad, no solamente los católicos mas decididos, sino que llevan el fanatismo á tanto, que todos los años, en la semana santa, se les ve regar las plazas públicas con la sangre que se sacan á fuerza de azotes. Son igualmente supersticiosos en sumo grado.
La nacion de los Itonamas se encuentra totalmente sometida, y no queda un solo salvage. En 1830 se contaban:
En Magdalena. 2,831
En San-Ramon. 1,984
Total. 4,815
Estos indios, de cuyo carácter he hablado ya mas de una vez en los capítulos anteriores, conservan todavía sus inclinaciones y costumbres primitivas, que la religion católica no ha podido desarraigar. Los tegidos que ellos fabrican son los mejores de la provincia. La lengua itonama está siempre en uso en ámbas misiones.
La nacion de los Canichanas, enteramente cristiana, forma hoy en dia la mision de San-Pedro. El número de su poblacion alcanzaba en 1830 á mil novecientos treinta y nueve individuos[1].
[Nota 1: Segun el P. Eguiluz, en 1694 este número era de cuatro á cinco mil. Es de creer que los misioneros hayan exagerado considerablemente la poblacion de cada una de sus misiones, ó que todas las naciones hayan disminuido desde entónces por lo ménos de una mitad.]
Estos naturales han conservado hasta hoy, en el seno mismo de las misiones, muchas de sus antiguas costumbres, y son todavía el terror de las otras naciones, cuyos campos devastan robándoles todos sus frutos, sin que se atrevan estas á aventurar una sola queja por el miedo estramado que les tienen. Los Canichanas son bruscos, y jamas usan de cortesía con los estrangeros. Actualmente su poblacion es la ménos industriosa de la provincia, y la sola que se alimenta con la carne del caiman, para cuya caza se vale de mil ardides.
Profesando el catolicismo, no han podido desprenderse de una infinidad de supersticiones de su condicion salvage: son por otra parte muy malos cristianos. El lenguage de que hacen uso es el mismo de su estado primitivo.
La nacion de los Movimos ha sido reunida por los Jesuitas en la mision de Santa-Ana: no queda de ella un solo salvage. Segun el padrón del año de 1830, su poblacion ascendia á mil docientos treinta y ocho individuos. Estos indios se egercitan en la caza, la pesca, la navegacion y la agricultura. Su industria, poco mas ó ménos igual á la de los Moxos, aun no ha llegado al mismo grado de adelanto, á escepcion solamente de los tegidos.
Rastro ninguno queda ya hoy en dia de su religion primitiva; no obstante, suelen manifestar de vez en cuando que no han olvidado todas las supersticiones de que estaban imbuidos ántes de su conversion. Su idioma nacional no ha cambiado.
La nacion de los Cayuvavas, convertida totalmente al cristianismo, se halla reunida al presente en la mision de Exaltacion. En 1830 el total de su poblacion llegaba á dosmil sesenta individuos[1].
[Nota 1: El P. Eguiluz calculaba en 1793 que su poblacion no debia bajar de tres mil almas.]
Francos y leales los Cayuvavas, se hacen querer de todos los que se relacionan con ellos. En toda la provincia no hay otros que conozcan la navegacion mejor que estos indios, remeros hábiles y pilotos los mas esperimentados en el rio Mamoré. Respecto de su industria, en nada se dejan aventajar por los Moxos, siendo quizas superiores á estos en el ramo de agricultura.
La nacion de los Itenes aun permanece en el estado salvage, ocupando el mismo territorio que ántes de la entrada de los Jesuitas, á cuyo celo religioso jamas quisieron someterse, y ménos todavía al yugo de los Españoles, prefiriendo verse mas bien diezmados; por manera que son hoy en dia lo mismo que eran en tiempos anteriores al descubrimiento. Por los informes que he recogido de algunos Itenes, prisioneros en Exaltacion, el número de individuos de esta nacion debe ser de mil á mil docientos.
Los Ites ó Itenes son conocidos en la provincia bajo el nombre de Guarayos, denominacion aplicada tan pronto á los Guaraníes, tan pronto á los Chapacuras, y que del mismo modo que la de Guaycurúes, aplicada á todas las naciones del Chaco y á muchos pueblos del Brasil, ha servido vulgarmente entre los Españoles para designar á los indígenas todavía salvages de aquellas comarcas.
La nacion de los Pacaguaras habita hasta hoy en la confluencia de los rios Mamoré y Beni. Por repetidas veces se habia logrado conducirlos á Exaltacion para efectuar su conversion al cristianismo; mas habiéndose visto siempre engañados han vuelto á su asilo primitivo, á excepcion de unos doce que no quisieron abandonar la mision. Su número no pasa de mil. Estos naturales se han manifestado siempre dispuestos á servir á los Españoles y Portugueses, sin jamas tomar parte en los disturbios de entrámbas naciones. Es muy estraño ciertamente que hallándose dispuestos á someterse sin resistencia á las reglas de conducta que se les quiera imponer, permanezcan hasta el presente en el mismo estado que en tiempos anteriores.
Una parte de la nacion de los Chapacuras abrazó el cristianismo en tiempo de los Jesuitas, incorporándose, bajo el nombre de Chapacuras, á la mision del Cármen de Moxos, y bajo el de Quitemocas á la de Concepcion de Chiquitos. Pocos son los individuos, todavía salvages, que se encuentran en los lugares primitivamente ocupados por esta nacion, cuyo número es bastante limitado: en el Cármen de Moxos hay trecientos cuarenta; en Concepcion de Chiquitos, como setecientos; y, si debe darse fé al decir de los naturales, el número de individuos todavía salvages alcanza á trecientos. Resulta pues que el total de la nacion entera es de mil trecientos cincuenta individuos.
Los Chapacuras son bondadosos en estremo, al mismo tiempo que muy sociables y mas que todo hospitalarios para con los estrangeros. Obedientes hasta el servilismo se han sometido fácilmente á la conversion, observando con humildad todas las reglas de las misiones. Estos indios hablan la lengua chapacura, su idioma primitivo; y comparativamente á las otras naciones de Moxos son muy mediocres remeros.
La nacion de los Maropas que consta de mil y un individuos, todos cristianos, compone la mision de Reyes. Esta nacion ha modificado en cierto modo algunas de sus primitivas costumbres, y á mi modo de ver, semejante resultado es debido al régimen de uniformidad, establecido por los Jesuitas en las misiones de Moxos. A las instituciones de estos misioneros deben tambien los Maropas las ventajas industriales de que gozan, y la sustitucion de canoas á esas balsas de que se servian en otro tiempo para la navegacion. Se observan igualmente algunas modificaciones en su manera de vestir.
Los Sirionos, amantes de su independencia primitiva, prefieren el estado salvage, y jamas han querido comunicarse con los cristianos, los que toda vez que se han aproximado á estas tribus, ha sido con las armas en la mano. Se cree que el número de individuos que componen esta nacion, alcanza solamente á mil. El sitio que ocupan hoy en dia es el mismo que ántes de la conquista. Estos altivos salvages, á quienes se les hace la guerra por Bibosi, provincia de Santa-Cruz de la Sierra, nunca malogran la ocasion de atacar al descuido las canoas de Moxos, matando á los remeros para apoderarse de las hachas y demás herramientas que llevan estos consigo.
Recapitulando todos los elementos de la poblacion actual de Moxos, se obtienen los siguientes resultados.
+————————————————————————————————————+ |NOMBRES | NOMBRES DE LAS NACIONES Y NUMERO | | TOTAL | | DE LAS | DE HABITANTES DE CADA MISION | | DE LOS | |MISIONES |===================================| | HABITANTES | | |MOXOS|CAYU-|CHA- |PACA-|ITE-|SIRIO-|BOLIVIA-| POR MISION. | | | |VAVAS|PACU-|GUA- |NES | NOS | NOS |———+————| | | | |RAS |RAS | | |BLANCOS | 1830 | 1831 | |—————-+——-+——-+——-+——-+——+———+————+———+————| |Trinidad | 2604| | | | | | 8 | 2612 | 2645 | |Loreto | 2145| | | | | | 6 | 2156 | 2014 | |San-Xavier | 1515| | | | | | 4 | 1519 | 1389 | |San-Ignacio| 1948| | | | | | 4 | 1830 | 1948 | |Concepcion | 2426| | | | | | 5 | 2431 | 3033 | |San-Joaquin| 690| | | | | | 3 | 693 | 690 | |El Cármen | 592| | 340 | | | | 3 | 935 | 897 | |Exaltacion | | 2060| | 12 | 3| | 5 | 2075 | 3073 | |Indios | | | | | | | | | | | salvages | 1000| | | 1000|1200| 1000 | | 4200 | | | |——-+——-+——-+——-+——+———| | | | | |12920| 2060| 340 |1,012|1203| 1000 | | | | | |—————————————————-| | | | | |===================================| | | | | |ITONAMAS|CANICHANAS|MOVIMAS|MAROPAS| | | | |—————-+————+—————+———-+———-| | | | |Magdalena | 2831 | | | | 5 | 2836 | 2669 | |San-Ramon | 1984 | | | | 3 | 1987 | 1893 | |San-Pedro | | 1939 | | | 4 | 1943 | 1576 | |Santa-Ana | | | 1238 | | 4 | 1242 | 1156 | |Reyes | | | | 1001 | 3 | 1004 | 900 | | |————+—————+———-+———-+————+———+————| | | 4815 | 1939 | 1238 | 1001 | 57 |27513 |23883[1]| +————————————————————————————————————+
[Nota 1: El número de blancos y de indios salvages no está comprendido en este total.]
En resúmen, se ve por la planilla precedente que en el año de 1830 encerraba la provincia de Moxos.
Bolivianos blancos descendientes de Españoles. 57
Bolivianos indígenos cristianos. 23,313[1]
Bolivianos indígenos todavía salvages. 4,200
[Nota 1: Segun Viedma, Informe, etc., en 1788 la poblacion de Moxos se componia de veintidos mil almas; de lo cual se deduce que su aumento ha sido casi nulo.]
Movimiento de la poblacion y estadística de la raza americana.
Jamas habian podido obtenerse hasta el presente datos precisos sobre la poblacion puramente americana: ni siquiera una sola de las partes conocidas del nuevo mundo habia ofrecido circunstancias favorables, necesarias para la reunion de los elementos de un buen trabajo sobre la materia. Para hacer debidamente un estudio útil sobre la estadística de los indígenas, era menester que todas las naciones se presentasen por separado y sin mezcla de razas, dependiendo de un gobierno cualquiera, que facilitase la consecucion de datos positivos. Ningun punto me ofrecia á este respecto tantas garantías como las antiguas misiones de los Jesuitas, comprendidas en las provincias de Chiquitos y de Moxos, en donde una poblacion puramente americana se halla sometida á la república; he querido por lo tanto hacer de estas dos provincias el centro de mis observaciones especiales sobre los movimientos de la poblacion, así como sobre todo lo concerniente á la estadística de los aborígenes. Ayudado en mis investigaciones por los curas y gobernadores, creo poder presentar como evidentes los datos que siguen; pues los he tomado con toda exactitud de los registros de cada parroquia. Los empleados actuales mantienen la policía demasiado escrupulosa que instituyeron los Jesuitas, observándola tambien los indios cutre ellos mismos, por manera que no hay allí quien ignore el número y otras circunstancias de todos los que nacen ó mueren.
Los resultados que presento, sin estar basados sobre una poblacion bastante numerosa para fijar definitivamente la opinion sobre el objeto á que se refieren, suministran observaciones interesantes para la estadística comparativa de los lugares; y el antropologista que las consulte, podrá saber quizas con su ayuda, si entre los hombres de razas diferentes y casi salvages, las cosas se pasan del mismo modo, ó sujetas á las mismas leyes que en el seno de las sociedades civilizadas.
Los elementos numéricos de la poblacion cristiana de la provincia de Moxos, sin hacer especial mencion de las diferentes naciones indígenas, daban en 1831 los resultados siguientes.
+——————+———————————+———————————+———+ |NOMBRES |SEXO MASCULINO |SEXO FEMENINO |TOTAL | | |——-+——-+—-+———+——-+——-+—-+———+———| |de las |de 14|Casa |Viu| |de 12|Casa |Viu| |de la | | |años |dos |dos|TOTAL |años |das |das|TOTAL |POBLA | |MISIONES. |para | | | |para | | | |CION | | |abajo| | | |abajo| | | | | |——————+——-+——-+—-+———+——-+——-+—-+———+———| |Loreto | 453| 494| 81| 1,028| 471| 494| 21| 986| 2,014| |Trinidad. | 672| 658| 51| 1,384| 597| 658| 6| 1,261| 2,645| |San-Xavier. | 292| 371| 5| 668| 315| 371| 35| 721| 1,389| |San-Pedro. | 328| 420| 56| 804| 329| 420| 23| 772| 1,576| |San-Ignacio.| 414| 514| 37| 965| 381| 514| 88| 983| 1,948| |Santa-Ana. | 255| 300| 16| 571| 268| 300| 17| 585| 1,156| |Reyes. | 192| 266| 2| 460| 120| 266| 54| 440| 900| |Exaltacion. | 461| 473| 19| 953| 583| 473| 64| 1,120| 2,073| |San-Ramon. | 550| 443| 65| 1,058| 373| 443| 19| 835| 1,893| |San-Joaquin.| 137| 194| 5| 336| 147| 194| 13| 354| 690| |Magdalena. | 672| 658| 54| 1,384| 621| 658| 6| 1,285| 2,669| |Concepcion. | 606| 682| 37| 1,325| 882| 682|144| 1,708| 3,033| |Cármen. | 165| 235| 3| 403| 216| 235| 43| 494| 897| |——————+——-+——-+—-+———+——-+——-+—-+———+———| | TOTALES.|5,197|5,708|434|11,339|5,303|5,708|533|11,544|22,833| +——————+——-+——-+—-+———+——-+——-+—-+———+———+
Antes de establecer comparacion alguna, debo explicar la circunstancia de no haber individuos solteros que pasen, de catorce años entre los hombres, y de doce entre las mugeres. Esta singularidad proviene de la costumbre establecida desde el tiempo de los Jesuitas, de casar regularmente á las muchachas á la edad de diez años, y á los jóvenes á la de trece. Llevan los indios á tal estremo semejante costumbre, que he conocido en Moxos un viudo de doce años y una viuda de diez: es pues muy raro encontrar, en cualquiera de estas misiones, individuos solteros ó viudos que pasen de tal edad.
Por la planilla anterior vemos que existen las siguientes relaciones entre los individuos casados y solteros, comparados con el total de la poblacion.
+—————-+—————-+————————————-+ |INDIVIDUOS |INDIVIDUOS |ESCESO | |SOLTEROS. |CASADOS |en favor de los casados. | |—————-+—————-+————————————-| | 10,500 | 12,383 | 1,883 | +—————-+—————-+————————————-+
Si sobre una poblacion total de veintidos mil ochocientas ochenta y tres almas, el escedente en favor de los casados llega á mil ochocientos ochenta y tres individuos, puede esplicarse este hecho por la circunstancia de que en la provincia de Moxos muere mayor número de varones ántes de llegar á los quince años, como puede verse por la planilla de fallecimientos; esto obliga probablemente á muchas jóvenes á retardar su matrimonio, é impide tambien á las viudas el volver á casarse.
Movimiento de la poblacion durante los años de 1828, 1829 y 1850.
+——-+———+————————-+————————-+————-+ | | | NACIMIENTOS. | FALLECIMIENTOS. |AUMENTO | | | |————————-+————————-+————-| |AÑOS.|MATRI |MASCU|FEME |TOTAL|MASCU|FEME |TOTAL|DE LA | | |MONIOS|LINOS|NINOS| |LINOS|NINOS| |POBLACION| |——-+———+——-+——-+——-+——-+——-+——-+————-| |1828 | | 767| 805|1,572| 590| 500|1,090| 482 | |1829 | | 807| 733|l,540| 574| 501|1,075| 465 | |1850 | 551 | 807| 784|1,591| 562| 560|1,122| 469 | | | |2,381|2,322|4,703|1,726|1,561|3,287| 1,416 | +——-+———+——-+——-+——-+——-+——-+——-+————-+
Esta planilla, que demuestra comparativamente el movimiento de la poblacion durante los años de 1828, 1829 y 1830, es tanto mas importante, cuanto que presenta los resultados obtenidos sobre una poblacion, de la que ningún miembro puede ser incapaz de contribuir al aumento de la sociedad; primeramente, por la circunstancia de hallarse bajo la zona tórrida y en unos lugares donde se encuentran reunidos casi todos los medios mas eficaces para la reproduccion de la especie; en segundo lugar, por cuanto los curas y administradores cuidan de que no haya, á escepcion de los ancianos, una sola persona que deje de vivir en consorcio[1].
[Nota 1: Existe tambien una costumbre singular, instituida por los Jesuitas, que es la de despertar á todos los habitantes una hora ántes de la misa, pero sin forzarlos á dejar la cama. Esta costumbre puede favorecer al sistema indicado.]
La relacion de los elementos anuales de la poblacion es muy curiosa, y no lo seria ménos la pariedad de estos elementos con aquellos que existen en las ciudades europeas, donde, en ciertas esferas de la sociedad, la falta de comodidades, la desigualdad de fortunas y mil otros motivos, impidiendo casarse á muchos individuos de ámbos sexos, dan lugar á un sin número de nacimientos ilegítimos; mientras que en las provincias de Moxos y de Chiquitos, casándose todos los individuos desde que tienen la suficiente edad, no se encuentran hijos naturales.
En razon de la causa misma que acabo de esponer, el número anual de matrimonios, comparado con la poblacion, ofrece resultados bien diferentes á los de las poblaciones europeas. En 1830 hubo en la provincia de Moxos quinientos cincuenta y un matrimonios, que si se comparan con la poblacion de veintidos mil habitantes, darán por resultado
Un matrimonio por cada 41,—053 habitantes.
El Annuaire du Bureau des longitudes para el año de 1835, demuestra (pág. 108), segun las conclusiones del señor Mathieu, que el número de matrimonios celebrados en Francia, comparado con la poblacion de este reino, da por resultado
Un matrimonio por cada 131,—6 habitantes.
ó mas de tres veces el número de habitantes por matrimonios de la provincia de Moxos.
En la isla de Cuba, segun las observaciones del señor de la Sagra, consignadas en su importante obra estadística (Historia económico-política y estadística de la Isla de Cuba, pág. 24) en 1827 se ha registrado un matrimonio por cada ciento noventa y cuatro individuos. Semejante diferencia de resultados proviene evidentemente de las condiciones del estado social.
Estos números son tal vez lo sumo que puede obtenerse de una poblacion cualquiera.
Si comfrontamos ahora el número anual de los matrimonios con los nacimientos, verémos que en 1830, por ejemplo, se han registrado quinientos cincuenta y un matrimonios y mil quinientos noventa y un nacimientos, lo que determina
Hijos por cada matrimonio, 2.—090
El señor Mathieu (loc. cit., pág. 108), dice que hay en Francia
Hijos legítimos por cada matrimonio, 3,777
Número superior á lo que existe en la provincia de Moxos; empero la diferencia parecerá mucho mayor por poco que se trate de compararla con el estado que presenta el señor Benoiston en su Notice sur l'intensité de la fecondité en Europe, etc., An. des cie. nat. (Dic. de 1826, pág. 5.)
En Portugal, hijos por cada matrimonio 5—14 En Bohemia 5—27 En Savoya 5—65
Sin dejar de creer que un calor moderado puede ser favorable para la fecundacion en el matrimonio, como tuve ocasion de notarlo en la frontera del Paraguay, y sin desentenderme de las influencias perturbadoras, me hallo bien distante de ver confirmada en la provincia de Moxos la observacion del señor Benoiston, que la fecundidad es mayor en los paises cálidos.
La fecundacion matrimonial en esta provincia, es pues inferior á la mediana observada en Europa; pero hay muchas causas que esplican este hecho. Primeramente el que la mayor parte de individuos de ámbos sexos se casan mucho ántes de ser aptos para la reproduccion, lo que puede ejercer una influencia negativa sobre la fecundidad de las mugeres. En segundo lugar, en un pueblo donde no existe la desigualdad de condiciones no hay amas de leche que se encarguen de criar los hijos agenos; así es que las mismas madres les dan el pecho; y como los alimentos del pais son bastante groseros, tienen estas que seguir criando por mas de tres años, en cuyo intervalo no se comunican los esposos por temor de que un nuevo embarazo obligue á la madre á destetar su criatura. De todo lo cual resulta que rara vez llega á tener una muger en toda su vida mas de cinco ó seis hijos, número que tampoco es ordinario.
El señor Quetelet ha señalado la primera de estas causas como conducente á la esterilidad ó á la procreacion de hijos que tienen ménos probabilidad de vivir (Sur l'homme, etc., t. I, pág. 65.). La segunda causa es muy evidente en el pais de que me ocupo. Por último, todas las mugeres de Moxos ni son absolutamente estériles, ni tampoco muy fecundas.
Los nacimientos, comparados con la poblacion, presentan poco mas ó ménos los mismos términos que los matrimonios. Para dar una prueba de ello pondré en cotejo los resultados obtenidos en Francia con los que ofrece la provincia de Moxos.
+———————————————————————-+ | | | | 1 NACIMIENTO | | AÑOS. |NACIMIENTOS.|POBLACION.|por HABITANTES | |———-+——————+—————+———————-| | 1828 | 1,572 | 22,883 | 14,050 | | 1829 | 1,540 | 22,883 | 14,070 | | 1850 | 1,591 | 22,883 | 14,045 | |———————————————-+———————-| | Términos medios … | 14,055 | +———————————————————————-+
El señor Mathieu sienta que hay en Francia (loc. cit., pág. 108).
Un nacimiento por cada 32—4 habitantes.
Número doble mayor que el hallado por mí en la provincia de Moxos como término medio.
Segun el señor Quetelet (loc. cit., pág. 84.) hay
En Prusia, un nacimiento por cada 25—1 habitantes.
En Bélgica, 50—0.
El señor de la Sagra dice, en la pág. 21 de su Historia económico-política y estadística de la Isla de Cuba, que la proporcion de los nacimientos en este pais es de
Uno por cada 25, entre los blancos.
22, entre los individuos de color, libres.
22, entre los esclavos.
Todo lo cual está muy distante de ser comparable con lo que presenta
Moxos.
Así pues, aunque la fecundacion en los matrimonios sea un poco menor que en Europa, la fecundidad de la poblacion es relativamente doble mayor: resulta esto de que cada individuo concurre á ello necesariamente, no habiendo uno solo que sea inútil como en Europa, donde la insuficiencia de medios de subsistir y algunas otras causas se oponen al matrimonio de todos los individuos. La poblacion de Moxos se acreceria pues rápidamente si los medios de conservacion fuesen proporcionados al número de nacimientos.
El número de nacimientos, comparado con el de los fallecimientos, está muy léjos de presentar siempre resultados satisfactorios; esto es una consecuencia de lo que acabo de esponer. Se ve seguir á la poblacion una progresion bastante rápida durante algunos años consecutivos; pero una peste de viruelas ó alguna fiebre eruptiva destruyen en pocos meses semejantes adelantos. El estado siguiente demostrará estas grandes variaciones.
+—————————————————————————————————+ | | NUMERO | NUMERO | FALLECIMIENTOS | | AÑOS. | de los | de los | por cada 100 | | | NACIMIENTOS.| FALLECIMIENTOS.| NACIMIENTOS. | |—————————+——————-+————————+————————| | | | | | | / 1828 | 1,572 | 1,090 | 69—034 | | Años | | | | | | < 1829 | 1,540 | 1,075 | 69—064 | |regulares | | | | | | \ 1830 | 1,591 | 1,122 | 70—052 | | | | | Término medio de los tres años regulares. | 69—084 | | | | | | | | | | Año / | | | | | < 1831 | 1,385 | 2,798 | 202—02 | |anómalo \ | | | | +—————————————————————————————————+
El señor Mathieu (loc. cit., pág. 108), da por resultado, en Francia
Para cada nacimiento, 0—82 fallecimientos.
Número seguramente mayor que el de los años regulares de Moxos.
El señor de la Sagra (loc. cit., pág. 22) sienta que hay en Cuba.
Un fallecimiento para 1—8 de nacimiento.
Se ve por la anterior planilla, que los años regulares de 1828, 1829 y 1830 han dado, comparativamente á lo que sucede en Francia, una hermosa proporcion; pero las pestes de 1831 destruyeron en gran parte el acrecimiento anual de Moxos; y como estas pestes son por desgracia muy frecuentes, la poblacion, segun mis observaciones, ha disminuido en vez de aumentar, aun desde la época de la espulsion de los Jesuitas (1767). Esta poblacion, que reune en sí todas las ventajas posibles en cuanto á los medios naturales de prosperidad, se halla pues privada por otra parte, de recursos para sanar la enfermedades, y de todos los preservativos que pudieran emplearse contra las pestes.
Los fallecimientos, comparados con el número de habitantes, dan los siguientes resultados.
+————————————————————————————+ | | | | FALLECIMIENTO | | AÑOS. |FALLECIMIENTOS. |POBLACION. | por | | | | | HABITANTES. | |—————-+————————+—————-+———————-| | 1828 | 1,090 | 22,883 | 29—099 | | 1829 | 1,075 | 22,883 | 21—028 | | 1830 | 1,112 | 22,883 | 20—039 | |————————————————————+———————-| | Término medio de los tres años … | 20—086 | +————————————————————————————+
El señor Mathieu demuestra que hay en Francia (loc. cit., pág. 108).
Un fallecimiento por cada 39—0 habitantes.
El señor Quetelet (loc. cit., pág. 84) sienta que hay
En Inglaterra, un fallecimiento por cada 49—0 habitantes.
En Prusia. 36—2
Está reconocido, hace mucho tiempo, que tanto en Europa como en otras partes, los lugares pantanosos aumentan el número de fallecimientos, conforme á la poblacion (Véanse las juiciosas investigaciones del señor Villermé, Annales d'Hygiène; y del señor Quetelet, loc. cit., t. I, pág. 150). Es muy notable encontrar una escepcion á este hecho en la provincia de Moxos comparada con la de Chiquitos.
El señor de la Sagra ha notado en la isla de Cuba (loc. cit., pág. 22).
Un fallecimiento por cada 40—8 entre los blancos; — 27—9 entre los individuos de color, libres; — 35—9 entre los esclavos.
Lo cual, aunque inferior al término medio de los resultados obtenidos en Francia, es superior al que presenta la provincia de que trato, situada en un punto cuya temperatura es poco mas ó ménos igual á la de la citada isla.
Si por una parte se ve que el número de los nacimientos, comparado con el número de la poblacion, da resultados estraordinarios, pero siempre en relacion directa con las costumbres locales y los medios de reproduccion; vemos tambien por otra, que la mortandad comparada con la poblacion, presenta términos bien inferiores á los que en Europa se obtienen; lo cual debe atribuirse á la falta de socorros medicales, y de recursos que suministra la civilizacion para reprimir en cierto modo las causas del despoblamiento.
Los fallecimientos masculinos, comparados con los femeninos, se encuentran en las proporciones siguientes.
+———-+—————————————+————————-+ | | FALLECIMIENTOS | FALLECIMIENTOS | | AÑOS. |—————————————| FEMENINOS | | | MASCULINOS. | FEMENINOS. | para cada | | | | | 100 masculinos. | |———-+——————-+——————+————————-| | 1828 | 590 | 500 | 84-074 | | 1829 | 574 | 505 | 87-028 | | 1830 | 562 | 560 | 99-061 | |—————————————————+————————-| |Término medio de los tres años …| 90-044 | +—————————————————+————————-+
El señor Mathieu ha encontrado en Francia las proporciones siguientes entre los
Fallecimientos masculinos 55.
Fallecimientos femeninos 54-066.
Las proporciones observadas en Europa son pues bien diferentes de las obtenidas en la provincia de Moxos: pudiera á irse este hecho al trabajo fabril de los Moxeños, y tambien á la circunstancia de estar mas espuestos á las fiebres intermitentes, ó á los muchos accidentes inseparables de su manera de vivir, casi siempre navegando por los rios, ó atravesando á remo las llanuras inundadas.
Nacimientos masculinos comparados con los femeninos.
+————-+—————————————+——————+ | | NACIMIENTOS | VARONES | | AÑOS. |—————————————| por CADA | | | MASCULINOS. | FEMENINOS. |100 MUGERES | |————-+——————-+——————+——————| | 1828 | 767 | 805 | 95-28 | | 1829 | 807 | 755 | 110-10 | | 1830 | 807 | 784 | 102-93 | | 1831 | 695 | 690 | 100-72 | |——————————————————+——————| |Término medio de los cuatro años …| 102-12 | +——————————————————+——————+
Segun los trabajos publicados por el señor Quetelet, en su interesante obra (Sur l' homme et le développement de ses facultés, etc., París, 1835, t. I, pág. 45), se observan las siguientes proporciones;
En Rusia 108-91
En Francia 106-55
En Suecia 104-62
Segun esto, siendo el término medio en Europa de 106-00, es considerablemente mayor que el resultante en la planilla que acabo de presentar.
En la Havana se ha obtenido, segun el señor de la Sagra, (loc. cit., pág. 28) en el periodo de cinco años un término general de 1-0288 varones por cada muger; lo cual, aunque inferior á los resultados obtenidos en Europa, es siempre mayor que lo obtenido por mí en la provincia de Moxos.
No fijándose mas que en los resultados generales, el término medio seria en Moxos solamente de 102-12 varones por cada 100 mugeres; y si es permitido adelantar un juicio sobre estos números, se sacaria por conclusion que en las zonas muy cálidas el número de varones, relativamente al de las mugeres, es menor que en los paises templados y aun en los frios.
Existe un hecho que puede tener una grande influencia sobre el número comparativo de los nacimientos masculinos y femeninos; y es que haciéndose los matrimonios en una edad muy temprana para ámbos sexos, y la diferencia de esta entre los consortes siendo apénas de dos ó tres años, la muger es siempre núbil, por lo ménos este número de años ántes que el varón haya llegado á la pubertad, aunque sea sobre la latitud de que nos ocupamos: por consiguiente, la muger en su primer estado de preñez, se halla mucho mas formada que el hombre; y aun es evidente que debe haber llegado al completo de su crecimiento, cuando el hombre está bien léjos todavía de alcanzar al suyo.
Si trato de indagar la influencia que pueden tener las estaciones sobre los nacimientos, encuentro el resultado en la siguiente planilla.
Estado comparativo de los nacimientos, por mes, de la provincia de Moxos, en los años de 1828, 1829 y 1837.
+—————+——————+——————+——————+———————-+ | | | | | CANTIDADES | | MESES. | 1828. | 1829. | 1830. | reunidas de | | | | | |los tres meses.| | |——————+——————+——————+———————-| | |Mas|Fem| Tot|Mas|Fem| Tot|Mas|Fem| Tot|Mas |Fem | Tot | |—————+—-+—-+——+—-+—-+——+—-+—-+——+——+——+——-| |Enero. | 50| 55| 105| 62| 62| 124| 46| 51| 97 | 158| 168| 326 | |Febrero. | 49| 39| 88| 55| 42| 97| 44| 56| 100| 148| 137| 285 | |Marzo. | 72| 55| 127| 66| 52| 118| 67| 53| 120| 205| 160| 365 | |Abril. | 60| 66| 126| 64| 69| 133| 72| 81| 153| 196| 216| 412 | |Mayo. | 81| 94| 175| 79| 71| 150| 59| 65| 124| 219| 230| 449 | |Junio. | 64| 66| 130| 68| 50| 118| 63| 66| 129| 195| 182| 377 | |Julio. | 69| 70| 139| 93| 79| 172| 76| 67| 143| 238| 216| 454 | |Agosto. | 70| 63| 133| 67| 55| 122| 91| 76| 167| 228| 194| 422 | |Setiembre.| 69| 91| 160| 81| 88| 169| 90| 79| 169| 240| 258| 498 | |Octubre. | 67| 74| 141| 59| 63| 192| 71| 68| 139| 197| 205| 402 | |Noviembre.| 61| 63| 124| 63| 61| 124| 65| 65| 130| 189| 189| 378 | |Diciembre.| 55| 69| 124| 50| 41| 91| 63| 57| 120| 168| 167| 335 | |—————+—-+—-+——+—-+—-+——+—-+—-+——+——+——+——-| | |767|805|1572|807|733|1540|807|784|1591|2381|2322|4703 | +—————+——————+——————+——————+———————-+
Para averiguar cuales son las causas que pueden influir sobre el número de los nacimientos, segun las estaciones, voy á presentar el máximo de cada año de los mencionados.
+—————-+——————————+——————————+ | AÑOS. | MESES del MÁXIMO | MESES del MÍNIMO | | | DE LOS NACIMIENTOS | DE LOS NACIMIENTOS | |—————-+——————————+——————————| | | Mayo 175 | Febrero 88 | | 1828 | Setiembre 160 | Enero 150 | | | Octubre 141 | Diciembre 124 | |—————-+——————————+——————————| | | Julio 172 | Diciembre 91 | | 1829 | Setiembre 169 | Febrero 97 | | | Mayo 150 | Marzo 118 | |—————-+——————————+——————————| | | Setiembre 169 | Enero 97 | | 1830 | Agosto 167 | Febrero 100 | | | Abril 153 | Diciembre 120 | |—————-+——————————+——————————| |Resúmen de | Setiembre 498 | Febrero 285 | | los tres | Julio 454 | Enero. 326 | | años. | Mayo 459 | Diciembre 345 | +—————-+——————————+——————————+
Aunque la temperatura sea relativamente poco variable en el pais de que me ocupo, siéntese en él sin embargo muy vivamente la influencia de las estaciones, que depende del estado meteorológico del lugar. Una de ellas, la estacion de seca, empieza en el otoño, es decir, en el mes de abril y acaba en la primavera, en setiembre: la naturaleza cambia de aspecto; los árboles echan hojas nuevas y flores muy vistosas; una vegetacion la mas activa se ostenta por todas partes sobre aquel suelo poco ántes amortiguado por la sequedad del invierno y al que las lluvias vuelven á fecundar. Cómo pues no ha de sentir el hombre los poderosos efectos de ese instante en que la naturaleza entera sale de su estéril adormecimiento, recobrando una vida nueva? Si buscamos una prueba de esta accion de las estaciones sobre el número de hijos que nacen nueve meses despues, la hallarémos bien terminante, y verémos por el estado precedente, que en Moxos, durante los tres años indicados, los resultados máximos pertenecen á los meses intermedios entre mayo y octubre, es decir, que los hijos han sido concebidos de agosto á noviembre; ó desde la primavera, que es cuando principian las lluvias, hasta el momento en que llegan estas á ser tan abundantes que inundan el pais. El término medio de estos tres años, sobre los que ejercitamos nuestras observaciones, da por resultado máximo, setiembre, julio y mayo, que corresponden, para las concepciones, á enero, noviembre y setiembre (primavera y verano).
La mas ó ménos cantidad ó abundancia de alimentos no parece ejercer siempre una influencia directa sobre el número de nacimientos; pues vemos que los resultados mínimos corresponden á la estacion de las cosechas (febrero, marzo y abril).
La época del resultado máximo en Bélgica, segun el señor Quetelet, (loc. cit., t. II, pág. 319) es en el mes de febrero; así pues, las concepciones deben realizarse en aquel pais por los meses de mayo y junio, precisamente en la primavera, lo mismo que en Moxos.
Por lo tanto, los resultados obtenidos por mi son diferentes de los obtenidos en la Havana por el señor de la Sagra, quien nos dice (loc. cit., pág. 35) que los meses de frio han sido mas favorables para las concepciones que aquellos en que reina un escesivo calor; circunstancia que bien pudiera emanar de causes locales.
La esplicacion que acabo de dar relativamente á los resultados máximos, concuerda en cierto modo con lo que pudiera yo decir respecto de los mínimos; sin embargo, puedo indicar todavía algunas causas especiales. No debe atribuirse influencia alguna á la abundancia de alimentos; pues que el resultado máximo de las concepciones tiene precisamente lugar en la época de las sementeras, y en el momento mas distante de las cosechas; miéntras que los mínimos se verifican siempre por diciembre, enero y febrero, que corresponden, para las concepciones, á los meses de abril, mayo y junio, subsiguientes á las cosechas.
Hay allí entre tanto, á mi modo de ver, dos influencias distintas: la una tal vez resultante del temperamento; pues que las concepciones se han operado en los meses mas frios del año, período en el cual se levantan de las inmensas superficies desecadas emanaciones pútridas: mas ¿no pudieran considerarse tambien como una causa influyente esos ayunos austeros, esas rígidas penitencias que las creencias religiosas llevadas hasta el fanatismo imponen todos los años, por el tiempo de la cuaresma, á los moradores de esta provincia; al propio tiempo que la coincidencia de la época en que todos los indios parten de sus misiones respectivas para conducir á la capital los productos anuales? Siendo poco sensible el cambio de temperatura, me inclino á creer que la cuaresma, y mas que todo las enfermedades que suceden á esta, combinadas con la ausencia de cierto número de hombres, sean las causas positivas de la disminucion en el número de habitantes.
El señor Quetelet dice que en Bélgica el resultado mínimo de los nacimientos tiene lugar en el mes de julio; lo cual correspondiendo, para las concepciones, al principio de los frios del invierno, concuerda tambien con mis observaciones en los lugares que se encuentran bajo la zona tórrida.
El señor Villermé (Annales d'Hygiène, enero de 1831) ha observado que las emanaciones de los pantanos ejercian cierta influencia sobre el número de las concepciones. Esta observacion concuerda igualmente con lo que acontece, en la provincia de Moxos.
Falta averiguar si el estado siguiente, que es un resúmen de mis conocimientos locales, me dará alguna esplicacion sobre la época anual de los resultados máximo y mínimo de los fallecimientos.
+—————-+————————-+————————-+——+ | 1828 | MASCULINOS. | FEMENINOS. | | | |————————-+————————-| | | MESES | [A]|[B]|[C]| [D]| [A]|[B]|[C]| [D]| [E]| |—————-+——+—-+—-+——+——+—-+—-+——+——| |Enero. | 33| 7| 6| 46| 31| 9| 3| 43| 89| |Febrero. | 37| 6| 8| 51| 22| 5| 3| 30| 81| |Marzo. | 44| 6| 8| 58| 34| 7| 4| 45| 103| |Abril. | 35| 10| 4| 49| 31| 9| 8| 48| 97| |Mayo. | 39| 6| 7| 52| 34| 6| 2| 42| 94| |Junio. | 51| 22| 8| 81| 43| 12| 10| 65| 146| |Julio. | 34| 12| 11| 57| 37| 7| 6| 50| 107| |Agosto. | 33| 8| 6| 47| 20| 5| 4| 29| 76| |Setiembre. | 34| 1| 4| 39| 24| 12| 10| 46| 85| |Octubre. | 15| 2| 4| 21| 23| 12| 7| 42| 63| |Noviembre | 30| 13| 7| 50| 10| 9| 1| 20| 70| |Diciembre. | 18| 14| 7| 39| 25| 6| 9| 40| 79| |—————-+——+—-+—-+——+——+—-+—-+——+——| |1828 Total | 403|107| 80| 590| 334| 99| 67| 500|1090| +—————-+————————-+————————-+——+
+—————-+————————-+————————-+——+ | 1829 | MASCULINOS. | FEMENINOS. | | | |————————-+————————-| | | MESES | [A]|[B]|[C]| [D]| [A]|[B]|[C]| [D]| [E]| |—————-+——+—-+—-+——+——+—-+—-+——+——| |Enero. | 24| 8| 5| 37| 24| 12| 5| 41| 78| |Febrero. | 37| 11| 6| 54| 28| 9| 4| 41| 95| |Marzo. | 31| 5| 11| 47| 25| 14| 5| 44| 91| |Abril. | 39| 8| 4| 51| 26| 8| 5| 39| 90| |Mayo. | 36| 13| 3| 52| 22| 10| 3| 35| 87| |Junio. | 49| 9| 7| 65| 34| 12| 10| 56| 121| |Julio. | 35| 11| 4| 50| 36| 15| 2| 53| 103| |Agosto. | 21| 5| 6| 32| 19| 8| 10| 37| 69| |Setiembre. | 35| 17| 2| 54| 21| 10| 7| 38| 92| |Octubre. | 29| 16| 2| 47| 31| 6| 4| 41| 88| |Noviembre | 36| 11| 4| 51| 36| 8| 6| 50| 101| |Diciembre. | 23| 3| 8| 34| 19| 5| 2| 26| 60| |—————-+——+—-+—-+——+——+—-+—-+——+——| |1829 Total | 395|117| 62| 574| 321|117| 63| 501|1075| +—————-+————————-+————————-+——+
+—————-+————————-+————————-+——+ | 1830 | MASCULINOS. | FEMENINOS. | | | |————————-+————————-| | | MESES | [A]|[B]|[C]| [D]| [A]|[B]|[C]| [D]| [E]| |—————-+——+—-+—-+——+——+—-+—-+——+——| |Enero. | 25| 4| 2| 31| 14| 17| "| 31| 62| |Febrero. | 31| 5| 6| 42| 23| 10| 3| 36| 78| |Marzo. | 34| 8| 2| 44| 31| 7| 1| 39| 83| |Abril. | 29| 13| 2| 44| 36| 8| 6| 50| 94| |Mayo. | 41| 15| 1| 57| 32| 17| 5| 54| 111| |Junio. | 32| 9| 2| 43| 33| 12| 4| 49| 92| |Julio. | 29| 11| 1| 41| 35| 12| 2| 49| 90| |Agosto. | 47| 6| 2| 55| 38| 6| 7| 51| 106| |Setiembre. | 39| 8| 4| 51| 31| 13| 4| 48| 99| |Octubre. | 40| 13| 3| 56| 30| 15| 1| 46| 102| |Noviembre | 40| 10| 4| 54| 42| 12| 2| 56| 110| |Diciembre. | 30| 9| 5| 44| 39| 8| 4| 51| 95| |—————-+——+—-+—-+——+——+—-+—-+——+——| |1830 Total | 417|111| 34| 562| 384|137| 39| 560|1122| +—————-+————————-+————————-+——+
+—————-+————————-+————————-+——+ | 1828 CANTIDADES REUNIDAS DE LOS TRES AÑOS | | 1829 +—————————————————-+ | | 1830 | MASCULINOS. | FEMENINOS. | | | |————————-+————————-| | | MESES | [A]|[B]|[C]| [D]| [A]|[B]|[C]| [D]| [E]| |—————-+——+—-+—-+——+——+—-+—-+——+——| |Enero. | 82| 19| 13| 114| 69| 38| 8| 115| 229| |Febrero. | 105| 22| 20| 147| 73| 24| 10| 107| 254| |Marzo. | 109| 19| 21| 149| 90| 28| 10| 128| 277| |Abril. | 103| 31| 10| 144| 93| 25| 19| 137| 281| |Mayo. | 116| 34| 11| 161| 88| 33| 10| 131| 292| |Junio. | 132| 40| 17| 189| 110| 36| 24| 170| 359| |Julio. | 98| 34| 16| 148| 108| 34| 10| 152| 300| |Agosto. | 101| 19| 14| 134| 77| 19| 21| 117| 251| |Setiembre. | 108| 26| 10| 144| 76| 35| 21| 132| 276| |Octubre. | 84| 31| 9| 124| 84| 33| 12| 129| 253| |Noviembre | 106| 34| 15| 155| 88| 29| 9| 126| 281| |Diciembre. | 71| 26| 20| 117| 83| 19| 15| 117| 234| |—————-+——+—-+—-+——+——+—-+—-+——+——| | Total |1215|335|176|1726|1039|353|169|1561|3287| +—————-+————————-+————————-+——+
[Nota A: De 15 años para abajo.]
[Nota B: De 15 á 50 años.]
[Nota C: De 50 años para arriba.]
[Nota D: Total.]
[Nota E: Total del mes.]
No habiendo encontrado épocas bien distintas, de los fallecimientos segun las edades y los sexos, me limito á presentar aquí, sin distincion entre los resultados máximo y mínimo, los totales estraidos del estado precedente.
+————————————————————————-+ | | FALLECIMIENTOS. | | AÑOS. |———————————————————-| | |RESULTADO MÁXIMO. | RESULTADO MÍNIMO. | |————-|———————————————————-| | |Junio 146 | Octubre 63 | | 1828 |Julio 107 | Noviembre 70 | | |Marzo 183 | Agosto 76 | |————-|———————————————————-| | |Junio 121 | Diciembre 60 | | 1829 |Julio 103 | Agosto 69 | | |Noviembre 101 | Enero 78 | |————-|———————————————————-| | |Mayo 111 | Enero 62 | | 1830 |Noviembre 110 | Febrero 78 | | |Agosto 106 | Marzo 85 | |————-|———————————————————-| | Resúmen |Junio 559 | Enero 229 | | de los |Julio 300 | Diciembre 234 | |tres años|Mayo 292 | Agosto. 251 | +————————————————————————-+
En la provincia de Moxos, los resultados máximos de los fallecimientos han tenido siempre lugar durante los meses de mayo, junio y julio; es decir, en el período de los tres meses mas secos y frios del año, época subsecuente á aquella en que las aguas que cubren la provincia se evaporan dejando superficies inmensas llenas de pantanos y de charcos estancados y fétidos. Bien pudiera por lo tanto atribuirse el resultado máximo de los fallecimientos, durante la estacion de seca; 1° á los vientos del invierno, naturalmente frios para unos hombres acostumbrados á un temperamento tan caluroso y que andan siempre casi desnudos; 2° á las enfermedades (fiebres intermitentes) que determinan los miasmas mortíferos de que se halla entónces recargado el aire.
Es ciertamente curioso que el resultado máximo de los fallecimientos se produzca en Europa, de igual modo que bajo la zona tórrida, en la estacion mas fria del año. (Véase la obra ya citada del señor Quetelet, t. II, pág. 310 y t. I, pág. 188.) Así pues, haciendo abstraccion de las influencias locales que acabo de indicar, acontece en Europa, respecto de los fallecimientos, lo mismo que se observa en América.
En Moxos, la época del resultado mínimo de los fallecimientos concuerda con el momento en que abundan las lluvias; es decir, con el período en el cual las faenas del navegante son ménos penosas, siendo mas cortas las comunicaciones, y en el que cesan tambien las exhalaciones pútridas de los lugares pantanosos.
Salubridad de la provincia.
Si como corolario de lo que acabo de decir relativamente al movimiento de la poblacion y á los fallecimientos, se quiere echar una rápida ojeada sobre la salubridad de la provincia, veremos que su dilatada superficie es mucho mas sana de lo que pudiera suponerse en vista de la gran cantidad de pantanos que por el tiempo de seca exhalan todos los años vapores corrompidos: y efectivamente, no se conoce en la provincia una sola enfermedad especial; y el número de personas atacadas por las fiebres intermitentes, en los meses de marzo y abril, es ciertamente muy reducido, sobre todo en las orillas del Mamoré. Estas fiebres no presentan jamas un carácter maligno y son mucho ménos intensas que en las provincias de Mizqué y de Valle Grande.
Algunas veces el esceso de humedad suele causar disenterias. Esta enfermedad, en otro tiempo muy temida por los indígenas, es hoy en dia mucho ménos frecuente, y pasa fácilmente con los refrescos.
La estraordinaria mortandad que se advierte en Moxos proviene de dos accidentes; ó del frio, tan pernicioso para las criaturas; ó de alguna de las muchas fiebres eruptivas, como las viruelas, el sarampion y la escarlatina que hacen sus estragos entre las personas de todas edades. Todos los indígenas atacados por la fiebres de invasion, sintiendo interiormente un calor que los abrasa, creen hallar algun alivio con ir á tomar un baño; de donde resulta desde luego una repercusion hácia el interior, que ocasiona la muerte. Entre tanto, para hacer cesar semejante mortandad bastaria que los curas y administradores ejerciesen una vigilancia activa.
Una gran parte de las criaturas mueren á los diez dias de haber visto la luz, ya por la falta de cuidados, ya por la accion demasiado fria de los vientos del sud. Las mugeres entregadas sin descanso á las faenas que les imponen los administradores, sea por su propia cuenta, sea por cuenta del gobierno, se ven obligadas á desatender á sus reciennacidos, que mueren por los sufrimientos á que los espone su edad y esta especie de abandono.
Administracion de la provincia.
Hasta 1842, la provincia estubo regida por gobernadores subordinados al prefecto de Santa-Cruz, y que ejercian sus funciones tan despóticamente como se le antojaba. Un gobernador tiene bajo sus órdenes, en la capital, un administrador general que hace las veces de secretario, y en cada poblacion, un administrador particular investido de ciertos poderes de que abusa con tanto mas descaro cuanto que se encuentra apartado de los que pudieran reprender su conducta, no haciendo caso de las órdenes que les transmiten los superiores. Son ellos los jueces y árbitros de los indígenas á quienes hacen castigar algunas veces sin escuchar mas voz que la de sus caprichos. Bajo las órdenes de cada uno de estos administradores hay un cacique indígena y varios otros gefes subalternos que existian en tiempo de los Jesuitas, no habiéndose alterado á este respecto, como ya lo dije, las instituciones de aquellos religiosos.
Tiene la provincia de Moxos un vicario general, nombrado por el obispo de Santa-Cruz; y hay en cada mision uno ó dos curas encargados del gobierno espiritual. Muy á menudo suelen hallarse estos en rivalidad de poderes con los administradores, lo que origina mil disturbios y disputas que escandalizan y sirven de mal ejemplo á las misiones.
Costumbres, usos y estado moral de la provincia.
Si bajo la administracion de los curas se viéron obligados los indios de Concepcion[1] á hacer oficio de caballos, tirando del carruage en que iba el cura de esta mision ; si mas tarde los gobernadores españoles no se sentaban á la mesa sin mandar venir una tropa de músicos que los divirtiesen durante la comida, ó no se dejaban ver de sus súbditos sino sentados bajo un dosel; aun se tributan hoy en dia muchos de estos honores exagerados á los mandatarios de la provincia.
[Nota 1: Segun el testo del Informe de Don Lazaro de Rivera, del 2 de julio de 1787, que tengo en mi poder.]
Cuando el gobernador de la provincia va de viage, los administradores y curas de las misiones hacen adornar con flores las canoas, colocando en ellas un tambor para anunciar la alta categoría del viagero. Así que este avista el puerto suenan las cajas, y los curas y administradores, seguidos de los principales magistrados de la mision, se adelantan á su encuentro. Monta el gobernador á caballo, y se encamina al pueblo con toda esta comitiva, á la que precede un indio que toca la caja yendo á todo galope. Al aproximarse á la mision repican las campanas para dar aviso de la llegada del gefe de la provincia, y salen entónces los jueces y demas empleados á recibirlo con acompañamiento de músicos. Conducido triunfalmente hasta el colegio, se van presentando á él sucesivamente todas las autoridades indígenas, cuyas harengas le son traducidas por un intérprete. En seguida vienen á ofrecerle flores las jóvenes indias. Miéntras dura la comida no cesa la música un solo instante; y cuando llega la noche se organiza un baile en el que muchas veces hacen bailar por fuerza á los indios jóvenes y á las muchachas. Las tambores anuncian con un redoble la llegada de los bailarines que entran por parejas, al compas de la marcha ejecutada por la música que los precede: atravesando luego toda la sala con mesurado andar y afectando una gravedad imperturbable, desfilan por delante del gobernador, y despues de haberlo saludado van sucesivamente á colocarse en línea para bailar la contradanza española. En Trinidad y en Loreto las mugeres bailan descalzas y llevan un vestido de zaraza, ó simplemente el tipoi, de esta misma tela, ceñido á la cintura; su cabello va sostenido por un peine colocado en la parte superior de la cabeza. Los danzarines, mancebos por lo regular de catorce años, visten pantalon y camisa, y llevan un gorro blanco ni mas ni ménos como las mugeres de Normandía. Despues de haber ejecutado su contradanza con mucha seriedad, saludan otra vez al gobernador y toman todos asiento. Los negociantes y los otros blancos que se encuentran por acaso en la mision, suelen tomar parte en estas diversiones, cortejando á las bailarinas, las que se animan un poco cuando llega el ponche, y no se hacen ya de rogar para ejecutar las diversas danzas usadas en Santa-Cruz.
Los Bolivianos blancos que viajan en la provincia van en canoas hechas de un solo tronco ahuecado: estas embarcaciones que tienen generalmente de nueve á doce varas de largo, sobre una ó dos de ancho, son muy bajas de bordo en el medio y rara vez, estando cargadas, sobrepasan de dos ó tres pulgadas á la superficie de las ondas; por manera que al menor choque contra algun árbol flotante, entra en ellas el agua con abundancia. Las canoas de un tamaño regular admiten generalmente cuatro ó cinco baules, y á lo mas tres pasageros que se ponen á cubierto del sol ó de las intemperies bajo un toldo de cuero donde apénas se puede estar sentado. El número de remeros varia segun el largo de la embarcacion; para dirigirla, se mantienen de pié en la parte trasera el capitan de la canoa y su ayudante; otros dos indios van sentados en el estremo opuesto, cuidando de prevenir y evitar los embarazos. Los remeros, colocados en medio de á dos en dos, no dejan de mano en todo el dia los grandes y anchos remos de que se sirven para impulsar la pequeña barca. Todos estos indios principian la jornada dándose un baño, y al rayar el el dia están ya en marcha: hacen alto á cosa de las ocho para almorzar, y ántes de pasar adelante toman un segundo baño. Al medio dia se detienen otra vez por una hora para comer, y navegan en seguida hasta la noche. Cuando el viagero es un personage de distincion, envian los administradores una canoa cargada de comestibles, en la que se prepara la comida á las horas de regla, sin perder tiempo en detensiones. En todo el tránsito desempeñan los indios sus tareas con el mayor celo posible, y no es dado hacerse una idea de los prolijos cuidados con que atienden á los viageros, estando siempre alertas para adivinar y prevenir sus menores deseos.
Cuando se tiene que subir un rio, generalmente se andan de ocho á diez leguas por dia; y cuando se voga rio abajo suele doblarse esta distancia; mas esto depende de la mayor ó menor rápidez de la corriente, variable en cada rio, y tambien de los remeros, cuya destreza y actividad no en todas partes son de igual grado. Cada nacion tiene su manera particular de remar: los Itonamas van sentados y reman con mucha precipitation; los Cayuvavas, tambien sentados, reman pausadamente pero con fuerza, en tanto que los Baures se mantienen de pié como para dar mayor impulsion á los remos. De todas estas naciones los Cayuvavas son los remeros mas afamados, y tratan de conservar su reputacion, esforzándose por sobrepujar en celeridad á todas las embarcaciones estrangeras que encuentran sobre su paso. Tienen la costumbre estos naturales de bañarse tres veces al dia cuando van de viage; para practicarlo, se detienen de pronto, se arrojan al agua, zambullen y vuelven, á vestir su camisa de cortezas, continuando en seguida la marcha. Toda vez que los Moxos entran á bañarse, enseñan sus espaldas cubiertas de cicatrices que parecen quemaduras, y que no son sino el resultado de las flagelaciones de la semana santa. Entre ellos mismos se manifiestan ufanos de llevar sobre sus cuerpos semejantes señales, mofándose con cierta ironía de aquellos que no las tienen.
Cuando el tiempo es hermoso, el calor que reina á eso del medio dia en el estrecho callegon formado por los árboles coposos y antiquísimos, que guarnecen las orillas de los rios, jamas llega á ser templado por la mas leve y pasagera brisa; el viagero echando entónces de ménos el aire vivificador de la pasada mañana, desea la noche con impaciencia; pero tan luego como esta envuelve la tierra, densos vapores se levantan del rio, y se encuentra uno tan mojado por la mañana como si hubiese llovido de recio toda la noche. Cuando en el curso del dia llueve sin que haya tempestad, salen de los bosques millares de mosquitos, y refugiándose en las canoas, torturan á los pobres viageros que demasiado sufren por las noches semejante molestia. Si el tiempo se pone sumamente malo, construyen los indios á toda prisa una choza de cañas, bajo la cual se ponen los viageros á cubierto contra los torrentes de lluvia; si esta continúa, construyen tambien para ellos cabañas espaciosas; de modo que en pocos instantes se transforma el campamento en una aldehuela donde permanecen muchos dias hasta que se apacigua el viento. Las fuertes oleadas que promueven los vientos en los grandes rios no son, como ya lo hemos dicho, los únicos peligros á que está espuesto el viagero que transita por aquellos lugares. Las barrancas arenosas suelen desplomarse derrepente sobre las aguas, arrastrando en su caida alguno de los árboles gigantescos que se alzan en las orillas, y cuyas enormes raices llevan tras sí una inmensa mole de terreno. Si todos estos escombros caen por casualidad sobre la frágil embarcacion, la hacen desaparecer completamente; pero cuando esto no suceda, bastarian para hacerla zozobrar las olas de proyeccion, que tales derrumbamientos exitan en el seno de las ondas.
Algunas veces, subiendo los rios en la estacion lluviosa, se aventuran los indios á pasar por en medio de los brazos que forman las islas, y en los que la corriente se manifiesta ménos rápida; empero, estos brazos suelen hallarse obstruidos en sus remates por gruesos troncos que han amontonado las aguas; si los remeros tratando de salvar el paso se meten por los pequeños estrechos donde la corriente es muy impetuosa, se enreda la canoa entre las ramas, y se llena de agua en un momento: justamente alarmados se echan desde luego al rio, y ya nadando, ya soliviándose sobre las ramas, sostienen la embarcacion sin que se hunda, hasta que llegan en su ausilio las demas canoas. Es en tales ocasiones cuando los superticiosos Cayuvavas echan por tierra una espiga de maiz en accion de gracias á la suprema Providencia por haberlos libertado del peligro.
Si estos viages son penosos para los Españoles, lo son aun mucho mas para los pobres indios, continuamente espuestos á las intemperies, y obligados muchas veces á pasar la noche en las llanuras anegadas, suspendidos sobre el agua en sus hamacas.
Innumerables trozos de vegetacion, ocultos bajo las aguas, hacen zozobrar á menudo las canoas: detiénense entónces los indios sobre algun banco de arena para poner á secar las mercancía. Muy rara vez llega algun indio á perecer en estos trances; pues todos ellos nadan como si las ondas fuesen su elemento natural. Pero hay otros peligros á que está espuesta su vida en estos viages: citaré como uno de los principales el encuentro con los tigres. Cuando descubren sobre las playas los rastros de esta fiera, levantan inmediatamente su campamento, yendo á buscar mas léjos la no muy completa seguridad; y si en medio de la noche oyen sus bramidos, van á recoger inmediatamente toda la leña que pueden, y encienden grande fogatas; pero esto no siempre los pone á cubierto contra los funestos accidentes, sobre todo cuando la espedicion ne se compone mas que de indios. Un administrador de Magdalena habia enviado en cierta ocasion unos cuantos indios, para que fuesen á recoger en los bosques los gajos de un árbol, cuya ceniza suministra una potasa escelente para la fábrica del jabon. Muchas dias habia que estos indios, enteramente desprovistos de armas, se hallaban acampados y contraidos á su trabajo, cuando de improviso se presentó una noche en medio de ellos un tigre hambriento, y arrojándose sobre un indio que yacia dormido en su hamaca, se lo llevaba para devorarlo léjos de allí; empero, asustado con la grita tumultuosa de los otros indios que despertaron á los quejidos de la víctima, echó á correr, dejando en tierra al pobre indio con la cabeza hecha pedazos y con muy pocos instantes de vida. Este hecho es como un reproche á esa medida absurda, que, so pretesto de evitar las pendencias con los blancos, prohibe[1] llevar armas á unos hombres constantemente espuestos á los mayores peligros en medio de esos desiertos, cuyo imperio pertenece todavía á los animales feroces. Es de notar que el tigre jamas enviste á las personas cuya cabeza no alcanza á ver, y no hay un solo ejemplo de que algun viagero, estando bien escondido bajo su mosquitero, haya perecido víctima de su voracidad.
[Nota 1: Esta prohibicion data desde la sublevacion de los indígenas de
San-Pedro, cuya relacion puede verse en la pág. 196.]
Las riberas del Mamoré, de ordinario sumamente silenciosas, ven pasar una vez al año infinidad de canoas reunidas que se dirigen de Moxos á Santa-Cruz, y dando eco á la grita tumultuosa y alegre de los navegantes, cobran una animacion que bien puede llamarse deliciosa. Hizo la casualidad que yo me hallase tambien de viage en el momento de una de estas espediciones. Copiaré aquí el punto de mi diario que á este pasage se refiere.
«… Mas de cuarenta canoas se aprestaban á partir á la vez del puerto de Loreto, componiendo una verdadera flota. Los curas y negociantes que iban incorporados á la espedicion, quisieron que yo me encargarse de conducir la marcha, viajando en compañía; y como podia practicarlo tanto mejor, cuanto que mis remeros eran los mas hábiles, acepté desde luego el honor que se me conferia. Al fin de la jornada hicimos alto para pasar la noche sobre un espacioso banco de arena, no léjos de un bosque. Entónces me fué dado gozar de un halagüeño punto de vista, mientras llegaban las canoas poco á poco y sucesivamente, saludadas por los gritos triunfales ó de mofa de los que se hablan anticipado. Todos los indios se dispersaron luego dentro del bosque, y volvieron trayendo leña, algunas cañas con que armaron camas para los viageros, y gruesas estacas que clavaron simétricamente en tierra para suspender, por grupos separados, las hamacas pertenecientes á los remeros de cada canoa: en el centro de estos grupos se encendió una fogata; y en la parle de afuera brillaban ya de trecho en trecho otros fuegos donde se preparaba la cena.»
«Nuestro campamento, que reunia mas de seiscientas personas, presentaba el aspecto mas curioso que pudiera imaginarse. Hablábanse en él casi todas las lenguas de la provincia, sin confundirse unas con otras las diferentes naciones. Todos los blancos nos habiamos congregado en el centro, en tanto que, aquí y acullá, los Baures, los Itonamas, los Movimas, los Cayuvavas, los Canichanas y los Moxos formando diversos grupos, platicaban en sus respectivos dialectos. La playa poco ántes solitaria era el transuto del teatro mas animado. Cada grupo de hamacas blanquecinas, colgadas en derredor de una hoguera encendida, contrastaba con los mosquiteros de los viageros y con la hilera de piraguas que se estendia magestuosamente á lo largo de la orilla[1]: sentados todos sobre la arena cenamos luego en comunidad, suscitando mil alegres conversaciones, á que la estrañeza de los diferentes lenguages daba mas originalidad. Cada individuo, apartándose de Moxos, se hallaba ya escento de temores y dejaba ir libremente su lengua; las indiscreciones de los unos daban pié á las recriminaciones de los otros; así es que me fueron revelados en aquella noche todos los secretos sobre la conducta privada de los empleados, y supe mas cosas en una sola hora, que en algunos meses de permanencia en la provincia.»
[Nota 1: Véase la lám. 11.]
«Acabada la cena, todos los indios se reunieron como de costumbre para orar en comunidad. Estos cánticos religiosos que tantas veces me habian sorprendido agradablemente en medio de aquellas soledades, resonaron á mi oído en aquel momento con tal discordancia, que tuve que retirarme á un lado; y no podia resultar ménos de la confusion de aquellas entonaciones en diferentes dialectos, que se producian todas á la vez en el silencio de la noche. Los indios, sin cubrirse con otra ropa que sus tipois, se acuestan en sus hamacas, y pasan la noche espuestos á las picaduras de los encarnizados mosquitos, y sobre todo al fuerte rocio que cae en las regiones calurosas sobre las orillas de los rios. Apénas raya el dia, se levantan y despues de haber descolgado sus hamacas, entonan en coro y con el mayor recogimiento la súplica de la mañana.»
Cuando se viaja con un séquito compuesto de una sola nacion, y que se hace alto en el bosque de las riberas, estas preces de la noche suelen tener un encanto inexplicable. No puedo prescindir de traer al caso la espresion consignada en mi diario, de las sensaciones que la solemnidad de un acto semejante imprimió una vez en mi espíritu. «La noche era ciertamente una de las mas oscuras, y su lobreguez aun parecia mayor bajo la bóveda formada por el tupido follage. Brillaban de distancia en distancia los fuegos de los indios acampados, esparciendo una claridad incierta sobre los objetos que nos rodeaban y dando un colorido mágico al silvestre recinto. A cosa de las ocho mis setenta indios entonaron en coro sus cánticos religiosos, que en el silencio de la noche y en aquellos lugares tomaron un carácter de tanta magestad que me sentí profundamente conmovido; jamas me habian parecido tan sencillos á la par que imponentes: su duracion fué demasiado corta para mi arrobamiento, y largo tiempo despues que habian cesado, aun buscaba mi oido sus místicos acordes. Apoderóse de mi espíritu una dulce melancolía que se armoniaba con la vaguedad de mi pensamiento y sobre todo con el respeto que me inspiraba la belleza virginal de aquellos lugares. Muy en breve mis compañeros de viage se entregaron al reposo; los fuegos se apagaron; creció la oscuridad, y el silencio magestuoso de la selva era apénas interrumpido por el susurro de las hojas levemente agitadas en la copa de los árboles, ó por el murmullo de las aguas. Solo yo habia quedado despierto sin poder olvidar las felices impresiones de esta velada, cuyo recuerdo ha venido mas de una vez en lo sucesivo á deleitar nuevamente mi espíritu.»
El trage que usan los indios moxeños para viajar, se compone solamente de una camisa muy larga y sin mangas, hecha de la corteza del bibosi que abunda, como ya se dijo, en las riberas del Mamoré, principalmente mas abajo de Exaltacion: la corteza de una especie de moral, que se encuentra sobre las orillas de todos los rios vecinos al pais de los Yuracarees, sirve tambien para lo mismo. Cuando transitan los indios por tales parages, siempre se detienen para proveerse de camisas, haciendo resonar todo un bosque por algunos instantes con el menudeo de los hachazos y con el ruido que hacen los árboles al caer á los forzudos golpes. Elígense de preferencia aquellos mas nuevos y ménos nudosos, cortando primeramente un pedazo para reconocer su calidad. Una vez puesto en tierra el árbol escogido, se le arrancan los gajos, señalando luego sobre el tronco el largo de cada camisa por medio de una incision circular: despues de haber practicado una abertura longitudinal, se introduce por debajo de la corteza un palo pequeño, bien liso y afilado, para desprenderla de la parte leñosa sin desgarrarla. Terminada esta operacion, resulta un corte de camisa, cuyas estremidades es menester doblar para afuera con el objeto de separ la parte esterior, áspera y dura, de la interior, blanca y compacta. Sin embargo, falta todavía el trabajo de la preparacion, nada costoso por cierto, y al que se procede de la manera siguiente. Cada indio trae consigo del bosque un trozo de árbol sobre el cual coloca, en la orilla del rio, la corteza que debe prepar; y provisto de un mazo cuadrado, estriado trasversalmente, golpea sobre ella fuertemente, tan pronto con una mano tan pronto con la otra, para desprender unas de otras todas las fibras: despues de haberla maceado por ámbos lados, la estira, lavándola en seguida en el rio: vuelve luego á macearla todavía por algunos instantes, y finalmente la estiende como una pieza de lienzo, no faltando mas, para que la camisa pueda llenar su oficio, sino coserla por los lados y practicar una abertura para hacer pasar la cabeza.
Hay en el pais de los Yuracarees una planta llamada itira, de la que se sirven los Moxos para teñir de un morado escelente estas camisas. Cuando las cortezas se encuentran ya preparadas, las doblan de un modo particular, para empaparlas luego en aquella tintura, resultando de la disposicion de los dobleces, cuadros cuasi perfectamente iguales. Todos los navegantes indígenos que bajan de aquel pais llevan esta camisa morada, y de léjos se creeria ver en ellos un coro de obispos.
Si en estas correrías llegan á encontrarse dos canoas de la misma nacion, dividen los indios entre sí, con un desprendimiento fraternal, todo cuanto poseen: verdad es que todos ellos se consideran como miembros de una sola familia cuando son oriundos de la misma nacion.
Los infelices indios gozan en Moxos de mucha ménos libertad que en Chiquitos, no teniendo un solo dia del que puedan disponer á su antojo; pues los dias de reposo, como los domingos y otros de festividad, están enteramente consagrados á las prácticas religiosas. El resto del año se les supone ocupados en beneficio del Estado, cuando no hacen realmente sino trabajar sin descanso en provecho de los empleados; guardando estos, en las exigencias del trabajo, todavía ménos consideraciones con las mugeres, que se resienten de ello, esterilizándose desde temprano. Jamas se ha visto mayor esclavitud y despotismo bajo un gobierno liberal. Es de advertir que ántes de 1832 los gefes de la república ignoraban completamente lo que sucedia en las provincias apartadas del centro, consideradas en cierto modo como posesiones particulares de los empleados, á cuyos intereses cuadraba mucho el poco celo manifestado por los supremos gobernantes.
Cada quince dias se distribuye una cantidad de algodon en pepitas, dando á cada india un copo de veinte onzas que á la vuelta de quince dias debe esta presentar hilado. La entrega se efectua del modo siguiente. Colócase el cacique en la puerta del colegio con unas balanzas para verificar si la madeja de hilo, que depone cada india al entrar, tiene el peso exigido de cuatro onzas. A medida que van pasando instálanse las indias bajo los corredores para devanar el hilo: terminada esta operacion, las vuelven á llamar por lista á fin de verificar nuevamente el peso y tambien la finura, dando de chicotazos á la que lo presenta demasiado grueso. Recibe luego cada india, en cambio de su ovillo de hilo, un pedazo de jabon fabricado en la misma mision. En Chiquitos ya no se castiga á las mugeres desde el tiempo en que administró esta provincia el gobernador Don Marcelino de la Peña. En Moxos la codicia de los empleados ha perpetuado y aun multiplicado los rigurosos castigos impuestos á los indígenas, y por la menor falta ó por el mero antojo de un administrador, de un cura ó de un cacique, cuando no los atan á un poste los hacen tenderse de barriga para azotarlos. Hay ejemplos de indios que han sido castigados por haberse distraido y no saludado al cacique.
Como los ganados abundan en Moxos, cada quince dias, en el dia sábado, se hace una distribucion de carne. Se matan regularmente desde quince hasta veinte animales, segun la poblacion de las distintas misiones. Para proceder á esta distribucion, instituida por los Jesuitas, conducen los pastores al matadero el número de animales que es menester; y despues de haberlos degollado, hacen tantas porciones cuantas son las familias, colocando luego en hileras, sobre piebles tendidas por tierra, todas estas porciones. El cacique por un lado y los alferes por otro dan la voz á los intérpretes para que llamen por secciones, primeramente á todas las mugeres casadas, en seguida á las viudas, luego á las solteras y á los niños, que llegan á tomar su racion pasando por entre dos hileras de fiscales armados de un chicote para mantener el órden, el cual es estrictamente observado.
Divierte mucho en estas ocasiones el ver la familiaridad de los gallinasos, estos parásitos del hombre civilizado y del salvage, que se acercan con una audacia increible como si reclamasen tambien su parte, mezclándose con los indios y disputando muchas veces con ellos la pocesion de un pedazo de carne. Uno de estos pájaros, que era el mas atrevido de la banda, y muy conocido por algunas señales, particularmente por que cojeaba, asistia siempre á las distribuciones de Concepcion. Apénas comparecia por el aire, saludábanlo con gritos de alegría todos los indios, para quienes era ya un objeto de diversion; así es que jamas se le hácia el menor daño. Este bien venido huesped no habia faltado una sola vez en el espacio de diez años consecutivos, y estaba ya tan consentido que se llevaba la carne hasta de los canastos de los indios.
El dia en que celebran la fiesta de la mision, se les dobla á los indios la racion ordinaria: los administradores gozan entretanto del privilegio de tener carne fresca cada dos dias. Todo este consumo reunido al estraordinario que se hace para la provision de las canoas, cuando viajan personas de alguna categoría, presenta en cada mision un total poco mas ó ménos de quinientas á novecientas cabezas por año.
En la mision de Baúres y en la del Cármen, todavía se observa una costumbre, ya enteramente olvidada en las otras misiones. Cuando llega algun viagero de distincion, todos los indígenas van á visitarlo el dia domingo despues de la misa, llevándo cada cual un presente, que consiste en cacao, vainilla, pieles de mono, patos, gallinas, ó en cualquier otra cosa que pueda llamar la atencion del forastero, quien á su turno tiene que corresponder con otros regalos; mas si la fama abulta sus liberalidades, el pueblo entero se agolpa á sus puertas, y es menester valerse de un fiscal para poner fin á tal asalto de majaderías.
Las mugeres usan el tipoi[1] sin ningún adorno, pero de un tejido bastante fino; algunas lo suelen llevar pintorreado de negro. Los indios se visten lo mismo que las mugeres para asistir el domingo á los oficios religiosos: unos y otros dejan sueltas sus cabelleras que están empapadas en un aceite, cuyo olor, difundiéndose por toda la iglesia, incomoda á los estrangeros. Uniformados de tal manera hombres y mugeres, difícil es distinguir los sexos, sobros todo siendo estos indios enteramente lampiños. El trage ordinario que usan los jornaleros, se reduce á la camisa de corteza del bibosi, de que no ha mucho hice mencion.
[Nota 1: Véase la lám. 10.]
En las misiones de Moxos, se emplea mucho mas tiempo que en Chiquitos para las prácticas religiosas. Los jóvenes van mañana y tarde á la iglesia, á instruirse sobre la religion: á los ocho de la noche se reza siempre el rosario en comunidad. Segun la costumbre establecida por los Jesuitas, sacan el dia sábado en procesion á la virgen María, y dan una vuelta por la plaza precedidos por un coro de danzantes adornados con plumas, y cuyo aspecto grave forma un singular contraste con sus ridículos atavíos[1].
[Nota 1: Esta costumbre de bailar delante de las procesiones, con la cabeza cubierta de plumas, es general en todo el Perú, y tambien sobre los altos llanos de los Andes.]
Es en la semana santa sobre todo cuando se puede tener una idea mas completa de la exageracion á que han llegado en Moxos los actos esteriores de la religion católica. El domingo de ramos todas las iglesias se encuentran dispuestas para los ejercicios de la semana, y adornadas con varios grupos de estatuas pintadas, representando las escenas de la pasion. La flagelacion, la coronacion de espinas, la via sacra y finalmente la crucifixion, representadas por estos grupos, ocupan el medio de la iglesia; mas, como los Españoles han exagerado siempre todo lo que es ostensible en materias de religion, apénas se descubren formas humanas entre la multiplicidad de llagas y entre la sangre de que se ven cubiertas las imágenes del Redentor.
Despues de las vísperas, una tropa de indios, vestidos como volatines con los colores mas vistosos recorren toda la mision haciendo de judíos que van en busca de Jesus. Divídense para ello en varios grupos, y por donde quiera que pasan, se prosterna el pueblo delante de ellos. Por la noche vuelve á reunirse la tropa y se pone en marcha, acompañada de la música mas triste. Los sonidos lúgubres de las cajas destampladas, y los tonos plañideros de las flautas y de otro instrumento que produce ciertos sonidos de trémolo, forman un acorde musical tristísimo. Este instrumento, que se sopla de una manera particular y que solo se emplea en esta circunstancia, se compone de un tubo largo, cuya estremidad está cubierta por una grande calabaza.
Llegado el miércoles santo, guardan todos los habitantes el ayuno mas riguroso, es decir, que se abstienen absolutamente de tomar un solo bocado; esto es á lo que llaman ayunar al traspaso.
El viérnes santo se agolpan todos á la iglesia para oir el sermon de la agonía que empieza ántes de las tres de la tarde: en el momento de sonar esta hora, llega el cura al punto en que espira el divino Salvador; la iglesia resuena entónces con los golpes de pecho mezclados á los ayes de dolor y á los arrebato de la desesperacion se dan contra el suelo, se tuercen los brazos, se arrancan los cabellos, se hieren el rostro ó se sacan sangre á fuerza de azotes. Por la noche sale la procesion llevando en andas los diferentes grupos de estatuas, y lodos todos los habitantes, sin distincion de edad ni de sexo, van con las espaldas desnudas dándose recios azotes con unas correas de cuero llenas de nudos: segun las penitencias que se les ha prescrito, algunos indios se azotan con disciplinas guarnecidas de pedazos de vidrio ó de clavos aguzados y en forma de gancho, que penetran en las carnes y que es menester arrancar con esfuerzos, haciendo correr la sangre en abundancia. Detras de la procesion, que da una vuelta muy pausada en torno de la plaza, marcha una multitud de penitentes; los unos arrastrando con sumo trabajo enormes y pesados leños por medio de sogas atadas á la cintura, y las que propósito están cubiertas de gruesos nudos que se meten en las carnes; los otros, andan de rodillas, llevando al mismo tiempo sobre los hombros gruesas vigas á las que van amarrados sus brazos abiertos en cruz. Muchos de ellos, en consecuencia de la pérdida de su sangre y de la total abstinencia de alimento, se quedan desmayados sobre el sitio. Los indios de San-Xavier y los de Trinidad son los mas fanáticos de toda la provincia: en esta última mision, un indio anciano se presta voluntariamente para representar á Jesus, y el jueves santo sale atado á una columna, y escoltado por una tropa de judíos armados de lanzas, de azotes y de otros instrumentos de suplicio, con que es torturado sin misericordia en las cuatro esquinas de la plaza. Don Matias Carrasco, gobernador que fué de la provincia, habla en estos términos, en su Descripcion sinóptica de Moxos, pág. 20. «En la época de la cuaresma hacen estos naturales penitencias públicas, y es tanto lo que se azotan, mortifican y maceran, que los mismos faquires de la India quedarian admirados. Las estaciones del jueves santo sigue un anciano que sacan de nazareno desnudo y amarrado á una columna escoltado de un piquete de judíos armados de lanzas, chicotes y otros instrumentes, que le aporrean, escarnian y lo azotan con mano feral.»
Sorprende ciertamente tanta exaltacion religiosa entre los indios de la nacion de los Moxos al paso que en las otras naciones de la provincia se advierte mucho ménos fanatismo. En las misiones de Chiquitos, fundadas igualmente por las Jesuitas, la ceremonias de la semana santa se hacen con la misma simplicidad que en Santa-Cruz; y aun en las otras misiones de la provincia de Moxos, jamas han llegado á tanto semejantes escesos. La antigua religion de los Moxos pudiera tal vez esplicar esta circunstancia. Unos hombres que en su estado salvage hacian voto de castidad y se imponian el mas riguroso ayuno para obtener el cargo de sacerdotes del tigre; unos hombres á quienes la supersticion impulsaba hasta el bárbaro estremo de inmolar á sus hijos y mugeres, debian naturalmente ser fanáticos bajo el régimen de un culto exagerado: debian serlo mucho mas todavía, obedeciendo á unos eclesiásticos interesados en aumentar los abusos para tener sobre ellos mayor ascendiente que los mismos administradores, y para gobernarlos despóticamente por el temor de las rígidas penitencias que les imponian bajo los pretextos mas pueriles. Por desgracia son muy comunes hoy en dia semejantes abusos, y rara vez se encuentra un hombre de conciencia y de buen juicio entre aquellos que ocupan los empleos públicos de la provincia, donde por lo regular, el espíritu de especulacion se antepone al deseo de mejorar la posicion social de los indígenas. El sábado santo, el silencio mas profundo reina en las misiones. Todo cambia de aspecto el domingo de pascua: cada familia saca la chicha fabricada de antemano para celebrar el regocijo de aquel dia: se reparte doble racion de carne á todos los indios, que ántes de la misa, pálidos y estenuados por tanto ayuno y penitencia parecen unos esqueletos ambulantes, arrastrándose apénas en vez de caminar. Acabados los oficios, una alegría sin límites reemplaza á tantas escenas de dudo, y ya no se oyen por todas partes sino risa y voces de contento; empero, tal es el efecto que produce la cincha sobre unos estómagos debilitados por la prolongada abstinencia, que por la noche casi no queda un solo indio sin haber perdido la cabeza. Los funestos resultados de estos abusos de todo género, deben tener indispensablemente una grande influencia sobre la salud de los habitantes; muchos de ellos permanecen largo tiempo enfermos en consecuencia de las penitencias de la semana santa y de los escesos del dia de pascua.
La actual poblacion indígena de la provincia aun se divide en diez naciones diferentes, que han conservado sus respectivos idiomas. La nacion de los Moxos, con sus tribus adherentes (los Baures) no por ser la mas numerosa ha llegado á dar su idioma á la provincia, como han dado el suyo los Chiquitos en la provincia vecina, que lleva tambien su nombre. Los Jesuitas trataron, sin embargo, de confundir las naciones para reducir los dialectos; pero no habiéndolo consiguido, cada nacion conserva todavía su lenguage; de lo cual tambien resulta que á escepcion del cura, del administrador y de algunos indígenas intérpretes, nadie habla el castellano. Los curas y administradores se comunican con los indios por medio de intérpretes, á ménos que los primeros no se sirvan, para los deberes religiosos, de ciertos formularios que dejaron los Jesuitas, en los que las preguntas y respuestas se hacen en las lenguas indígenas.
Un autor[1] ha dicho: «Reducidos los Moxeños hace dos siglos á una vida comun y monacal, sujetos todos á un gobierno, con unos mismos párrocos, una misma religion, casi con iguales hábitos y costumbres, es muy estraño que no se hubiesen identificado en su lenguage. Los esclavos han hablado siempre como sus amos; y los pueblos conquistados, perdiendo su idioma han aprendido el de sus conquistadores…. Casi toda la Europa y la América forman el testimonio de esta verdad, y solamente los Moxeños hacen una escepcion y presentan un fenómeno muy raro en esta parte.»
[Nota 1: Descripcion sinóptica de Moxos.]
El autor sienta en este punto un principio falso, sin embargo de tener á la vista, en su mismo pais, numerosos ejemplos que destruyen su sofisma. Si los pueblos, como él cree, toman siempre el idioma de los conquistadores, cómo es que en el espacio de tres siglos, no han podido los Españoles estirpar las lenguas primitivas que hasta el presente se hablan en algunos puntos de América? Porqué, despues de la conquista y á pesar de una dependencia de trecientos años, los habitantes de Cochabamba, de Chuquisaca y de Potosí, hablan siempre la lengua quichua; así como los indígenas de La-Paz, de Oruro y de los altos llanos el dialecto aymará?—Sucede con las lenguas lo que con la civilizacion: es el número lo que determina su tardía ó mas pronta propagacion. En Chiquitos los dialectos de la minoría han sido reemplazados por la lengua de la nacion mas numerosa; mas para que sucediese otro tanto en Moxos, habria sido menester que una de las naciones se hubiese desparramado mucho mas que las otras, confundiéndose en cierto modo con todas ellas. En general, para que un idioma se pierda, es indispensable que sea doble mayor el número de los individuos que hablan aquel con que se halla mezclado, y que trascurran ademas algunos siglos. La provincia de Moxos no se encuentra en semejante caso respecto del castellano; pues apénas hay en ella de treinta á cincuenta personas que hablen este idioma europeo, entre mas de veintidos mil indígenas que se sirven hasta el presente de varios dialectos americanos.
Debe igualmente equivocarse el mencionado autor en creer que los Jesuitas hayan empleado este medio por que—«era de temer en efecto que pueblos salvages y feroces entendiéndose y comunicándose mutuamente, conociesen sus cadenas, y las rompiesen muy presto:»—al contrario, enseñaron el español estos religiosos en cada una de sus misiones, de lo que dan testimonio los documentos de aquella época; y no solamente esto, sino de que trataron de generalizar una de las lenguas indígenas, como lo practicaron en la provincia de Chiquitos estinguiendo los diversos dialectos que se hablaban en ella. Si no pudieron hacer otro tanto en Moxos no ha sido pues por falta de voluntad y de reiterados esfuerzos.
Halléme por acaso en Trinidad en una de las ocasiones en que bajan á esta capital todos los administradores de la provincia, conduciendo los productos anuales de sus respectivas misiones. Esta reunion fortuita de indígenas de todas las naciones del pais fué la única oportunidad que se me presentó para poder comparar de hecho los rasgos y demás circunstancias físicas que caracterizan á las diferentes naciones establecidas en el territorio de Moxos. El cobarde Itonama parecia mas enjuto al lado del robusto y feroz Canichana, al paso que el Cayuvava se distinguia por su fisonomía dulce y por su grave porte, hasta entre los Moxos y Baures que tienen los mismos rasgos. El lenguage tan diverso de estos indígenas, naturales todos ellos de un territorio bastante limitado, presenta un fenómeno singular y misterioso. ¿Cómo esplicar en efecto el que unos hombres, habitando una misma llanura cruzada en todos sentidos por caudalosas corrientes, vehículos naturales de comunicacion, hayan podido aislarse tan completamente los unos de los otros, para que hablen unos idiomas, no solamente distintos, sino agenos de la mas pequeña analogía hasta en sus palabras? Si esta raza proviene, como es de creer, de las antiguas emigraciones que vinieron de diversos puntos del continente, cómo es que no se encuentran en sus variados dialectos algunas palabras que nazcan de las lenguas mas generalizadas en otra parte? Semejantes reflexiones me han ocupado muy á menudo al oir producirse á la vez los distintos idiomas de estas naciones; el dialecto, duro y lleno de sonidos compuestos de consonantes, que hablan los Movimas, y el lenguage dulce y armonioso de los Baures. Por lo demas, los vocabularios que yo mismo he redactado de cada una de estas lenguas, me han ayudado á conocer mejor sus grandísimas diferencias.
Hay actualmente en cada mision un maestro de escuela que enseña á leer y escribir el castellano; pero bien se calcula cuanto deben ser ineficaces sus esfuerzos, entre gentes que hablan un idioma distinto. Encuéntranse, sin embargo, algunos intérpretes que hablan el castellano con bastante facilidad y aun con cierta correccion, y entre ellos uno que otro que sabe escribirlo.
En general son aptos los indígenas de Moxos para toda clase de adelantos, y tienen muchísima habilidad para imitar las obras manuales, siendo por otra parte muy capaces de alcanzar á la mas alta perfeccion moral. Hoy en dia son poco próvidos; pero las relaciones comerciales y el contacto de la civilizacion no tardarán en hacerles conocer que deben serlo, forzándolos á dar este primer paso hácia la vida social. Todos ellos son por lo demas, activos, industriosos, de costumbres pacíficas, y sumamente dóciles cuando se les trata con bondad.
Muchas personas, no queriendo ó no pudiendo estudiar los idiomas y las costumbres de los Americanos, se han contentado con adoptar, sin discutirlas siquiera, las ideas erróneas y sistemáticas de ciertos escritores. Cuando sepultaban los Españoles, por la mita, millares de indígenas en el seno de la tierra para el laboreo de las minas, despoblando el suelo del nuevo mundo por enriquecer á la península, era menester que de algun modo justificasen este acto de inhumanidad y de avaricia, demasiado ventajoso á la metrópoli para que fuese jamas abolido. En ese entónces publicó Diego de Avalos y Figueroa su Miscelánea austral[1], en la que consideraba á los pobres Americanos como á verdaderos brutos. Antonio Ulloa copia y exagera en sus Noticias americanas[2], siempre con igual objeto, las mismas ideas, y presenta á los indígenas, como unos seres del todo irracionales, moviéndose y ejecutando las cosas maquinalmente. Dos autores europeos del siglo pasado, sin estar al cabo de los motivos que tenia el autor de las Noticias americanas para hablar tan poco lisongeramente de los naturales de América, adoptaron sin exámen sus mentirosos asertos. Pauw (Recherches sur les Américains) y Robertson (Histoire de l'Amérique) no solamente copiaron al pié de la letra las ideas de Don Antonio Ulloa, sirio que las exageraron aun, hasta el estremo de hacer de los Americanos unos entes, tan nulos en lo moral como en lo físico. Si tales ideas han prevalecido en el viejo continente, entre los llamados filosofos sistemáticos, poco solícitos en indagar por si mismos la verdad, debe parecer ciertamente mucho mas estraño verlas caer de la pluma de un Americano, protector el mas celoso de la libertad individual de los habitantes de Moxos. Para juzgar con la debida cordura sobre el estado de un pueblo, es menester vivir con él y seguirlo constante en todos sus pasos, familiarizándose para mayor acierto con sus costumbres y hasta con su lenguage. Esto es por desgracia lo que no ha practicado el autor á que me refiero, dando una prueba de ello en la demasiada facilidad con que adopta el parecer injusto de Robertson.
[Nota 1: Impresa por la primera vez en Lima, 1602.]
[Nota 2: Impresas en Madrid, 1772.]
No solamente se hallan dotados los indígenas de talento natural, sino que se reconocerá en sus lenguas, si se quiere tener el trabajo de estudiarlas, un grado de perfecion, nada inferior á la esfera de sus conocimientos actuales.
Estos indios, escelentes padres de familia, soportan todos los ultrages que se les quiere hacer, y cediendo á la autoridad despótica de los mandatarios que los rigen, se prestan muchas veces á ejercer actos inmorales, no sin escandalizarse y sentir amargamente la triste necesidad á que se ven sujetos. Son por lo regular sumamente sóbrios, pero gustan de reunirse entre ellos para buscar la alegría, bebiendo con algun esceso la chicha de yuca ó de maiz. Reina siempre la mejor armonía en el interior de las familias, que son sumamente hospitalarias para con los estrangeros; poro se han visto ya tantísimas veces correspondidas con procederes inicuos, que hoy en dia desconfian de ellos con sobrada razon. Las mugeres, generalmente bonitas, tienen casi siempre la sonrisa en los labios.
Las viviendas de los indios forman cuerpos de edificio cuadrilongos, llamados cuarteles, donde se alojan muchas familias en cuartos separados por simples tabiques. El maiz, la yuca, los plátanos, los sapallos, algunas frutas silvestres y un poco de pescado componen los alimentos ordinarios de estos naturales, á mas de la racion de carne que se les da cada quince dias. Los hombres se ocupan alternativamente, ó en conducir á los viageros y trasportar de un punto á otro los productos de las misiones, ó en hacer tegidos y labrar los campos del Estado. Las mugeres hilan, tegen las hamacas, preparan el cacao, el algodon y el tamarindo, sin perder de vista sus quehaceres domésticos. Si no tuviesen que temer constantemente estas infelices los castigos y el azote de sus directores, gozarian, á pesar de lo mucho que se les hace trabajar, de una vida mas blanda y llevadera que la de las mugeres de la clase artesana en la Europa civilizada.
En resúmen, los habitantes de Moxos se encuentran regidos hoy en dia, por lo que respecta á la parte religiosa, del minino modo que en tiempo de los Jesuitas; mas por lo tocante al trabajo, léjos de mejorar su condicion, se han aumentado los gravámenes. Todo su tiempo se emplea en servicio del Estado, y apénas tienen quince dias de soltura por año para sembrar y recoger sus frutos, teniendo ademas que procurarse ellos mismos sus vestimentas y otros objetos que les son necesarios, y de que no tenian que ocuparse bajo el gobierno de los Jesuitas. Su existencia es pues al presente la mas menesterosa, y la relajacion ha penetrado en sus costumbres.
Productos industriales.
Los ganados introducidos por los Jesuitas en la provincia de Moxos se han multiplicado considerablemente. En 1830 presentó el administrador general el estado siguiente, muy inferior á la existencia positiva.
+——————————————————————————————————-+ | 1830 | GANADO VACUNO | GANADO CABALLAR | | | | | |MISIONES | Vacas Bueyes Terneros Total|Yeguas Caballos Potros Total| |—————-+——————————————+——————————————| |Loreto | 28050 570 6337 34957| 6161 835 1373 8369 | |Trinidad | 9335 132 2258 11725| 119 69 30 218 | |San-Xavier | 4359 161 591 5111| 95 13 15 123 | |San-Pedro | 5018 69 830 5917| 229 29 27 285 | |San-Ignacio| 2844 57 493 3394| 45 5 15 65 | |Santa-Ana | 10605 96 710 11411| 2995 612 198 3805 | |Exaltacion | 8788 111 2207 11106| 263 177 86 526 | |Reyes | 6957 94 671 7722| 844 304 251 1399 | |San-Ramon | 7000 100 1200 8300| 900 303 200 1403 | |San-Joaquin| 3043 94 671 3808| 206 59 70 335 | |Magdalena | 7040 49 596 7685| 2676 391 153 3220 | |Concepcion | 7491 91 1760 9342| 1814 220 295 2329 | |Cármen | 3201 79 392 3672| 2705 193 394 3292 | |—————-+——————————————+——————————————| | Totales |103731 1703 18716 124150| 19052 3210 3107 25369 | | | | | |En 1825 | 75714 1461 5549 83724| 17722 2159 1061 21242 | +——————————————————————————————————-+
+————————————————————————-+ | 1830 | | |MISIONES | MULAS BURROS CARNEROS CABRAS CERDOS | |—————-+——————————————————-| |Loreto | 34 631 154 10 | |Trinidad | 1 4 | |San-Xavier | 7 77 143 29 | |San-Pedro | 2 4 28 24 | |San-Ignacio| 4 60 29 | |Santa-Ana | | |Exaltacion | 111 24 | |Reyes | 1 5 23 | |San-Ramon | 16 | |San-Joaquin| 29 | |Magdalena | 7 2 24 4 | |Concepcion | | |Cármen | | |—————-+——————————————————-| | Totales | 8 52 774 465 188 | | | | |En 1825 | 61 51 389 212 114 | +————————————————————————-+
Del estado comparativo de 1825 hasta 1830 resulta un aumento considerable en la cantidad de ganados, y por lo tanto un progreso positivo que ha hecho la provincia de Moxos en este ramo; sin embargo de no estar comprendidas, en estas cantidades, como diez mil cabezas de ganados salvages que pueblan las llanuras del Cármen, y otras tantas, poco mas ó ménos, que se pudieran contar en los desiertos vecinos á la mision de Reyes.
Los ramos de beneficiacion agrícola, cuyos productos concurren á aumentar las entradas del crario, son los que siguen.
Los algodonales, que se cultivan en cada mision solamente por cuenta y provecho del Estado. Con la práctica de un método particular de cultura, introducido por los Jesuitas, se ha llegado á obtener un algodon, suave como la seda, lustroso y sumamente fino. En lugar de plantar el algodonal, y de dejarlo crecer naturalmente, como se hace en el Perú, todos los años se renuevan los tallos de la plantas cortándolos á raiz de la tierra; resulta de este proceder que las vainas producidas por los gajos del año, contienen un algodon de escelente calidad. Las mugeres recogen, despepitan, é hilan luego con husos todo el algodon para teger en seguida las hamacas. Los hombres se sirven de bastidores para los tegidos cuya ejecucion les está destinada; estos tegidos consisten en lienzo, cotonia, listadillo, manteles sin costuras, medios manteles, paños de mano, pañuelos de pescuezo, ponchos, sábanas, sobre-mesas, servilletas, cortes de vestidos, medias, etc. Las sobre-mesas llevan por adorno dibujos hechos á la pluma y coloreados con pincel. Estos dibujos, sin embargo de hallarse bien distantes de tener la regularidad del estampado, dan mas valor al artículo por el trabajo de mano, que no deja de ser prolijo : el gusto de ellos es enteramente de principios del siglo pasado, pues basta ahora se copian los diseños de la invencion de los Jesuitas. Como todos estos tegidos son de la propiedad esclusiva del Estado, se ha prohibido absolutamente á los indígenas el hacer su comercio. Entre tanto, los administradores y los curas atienden principalmente á este ramo productivo, por ser el mas considerable de la provincia; y puede asegurarse que sus productos son doble mayores de lo que se indica en los estados anuales; pues como dejo dicho en varios puntos, casi todos los empleados reservan para sí una parte de las rentas del Estado en perjuicio de los infelices indios.
El cacao es el artículo comercial que se beneficia con mas provecho despues del algodon. Cada mision tiene sus plantaciones; y como los cacahuales no crecen sino á la sombra, plantan primero, en los terrenos destinados á su cultivo, una huerta de plátanos: cuando estos han llegado á cierta altura, siembran al pié de cada uno el cacao, que no tarda en brotar, y crece luego con tanto mas prontitud cuanto que se halla protegido por la sombra del plátano, dando frutos á los cinco años de su plantacion. En Guarayos donde la tierra es mas fértil, los cacahuales producen frutos á los tres años. La flor en vez de mostrarse en el remate de las ramas, como en las plantas ordinarias, brota del tronco y de los gajos mas gruesos[1], dando luego un fruto cuya pulpa es gustosísima al paladar. Las mugeros están encargadas de recogerlo para descascararlo y ponerlo á secar; y mas tarde, despues de tostado y molido, lo convierten en pasta. La arroba de cacao, preparado de este modo, vale doce pesos, y seis cuando se vende en pepitas. A mas de los cacahuales del Estado, cultivan los indios para sí algunos plantíos, pero en cantidad muy exigua. Las riveras del rio Ivari producen tambien cacahuales silvestres que rinden abundantes cosechas.
[Nota 1: Véase la lám. 2.]
Los indígenas recorren de tiempo en tiempo los numerosos bosques con el objeto de recoger la cera de abejas (del género melipona), que abunda en aquellas comarcas. Despues de preparada la materia primera con solo esponerla al aire, resulta una cera bastante fina, que despide un aroma muy agradable cuando se echa en el fuego una pequeña cantidad. En 1830 se recogieron veintisiete arrobas.
El tamarindo plantado en las misiones rinde una cosecha abundante, que se lleva á las montañas donde lo emplean como un remedio. En 1830 se cosecharon cincuenta y siete arrobas, vendias luego á razon de diez y ocho pesos por arroba.
La vainilla se cria silvestre en medio de los bosques, á donde van los indios á recogerla algunas veces. En 1828 se vendieron por cuenta del Estado ocho libras al precio de seis pesos la libra.
La caña de azúcar, que da ricos productos, no se beneficia sino para el consumo de los empleados.
El café se cultiva en algunas misiones. En 1830 se recogieron cuarenta y seis arrobas vendidas á seis pesos por arroba.
La grasa de los ganados que se matan anualmente para abastecer á las misiones de la provincia, es tambien un artículo productivo de esportacion. La cantidad espedida en 1830, fué de mil ciento setenta y tres arrobas; y vendióse cada una al precio de tres pesos.
Se estraen de los bosques varias clases de aceite: 1° el aceite de las almendras que produce un árbol gigantesco; este aceite se vende á ocho pesos la libra; 2° el aceite llamado María, de igual precio que el anterior; 3° el aceite de copaiba, que se esporta á razon de seis pesos la libra.
Tambien se curten los cueros para la esportacion. En 1830 se vendieron trecientas cincuenta y tres suelas enteras, á un peso cada una.
El tabaco, que se cosecha algunas veces, produjo en 1828 cuatrocientas libras vendidas al precio de un real por libra.
Fabrícanse ademas infinidad de pequeños objetos de madera con embutidos de nácar, etc., cuyo producto jamas se registra en estos estados, siendo como un privilegio de los empleados el disponer de ellos para regalarlos á sus protectores.
Los estados siguientes, presentan en resúmen, los productos obtenidos en 1830, segun cuenta dada por el gobernador al ministerio de hacienda.
+————————————————————————————————————-+ |Nombres | ARTÍCULOS TEGIDOS DE ALGODON | |de las |——————————————————————————————-| |misiones | [A] [B] [C] [D] [E] [F] [G] [H] [I] [J] [K] [L] [M] [N] [O]| | |vara var vara var núm núm núm núm núm núm núm núm núm núm núm| |—————-+——————————————————————————————-| |Trinidad | 300 6 30 | |Loreto | 43 | |San-Xavier | 200 100 100 12 24 | |San-Pedro | 616 52 52 2 2 6 48 5| |San-Ignacio| 79 40 40 54 11 11 | |Santa-Ana | 97 50 40 | |Exaltacion |1200 106 50 24 100 | |Reyes | 71 | |San-Ramon |1741 62 | |San-Joaquin| 644 25 | |Magdalena |2127 414 20 1 21 84 | |Concepcion | 482 104 732 128 15 2 17 32 23 54 33 16| |Cármen | 483 9 9 31 61 | | |—— —- —— —- —- —- —- —- —- —- —- —- —- —- —-| | Totales |8685 362 1192 178 46 3 40 89 63 152 23 582 11 104 21| +————————————————————————————————————-+
[Nota A: Lienzo á 6 rs. vara]
[Nota B: Cotonia á 6 rs. vara]
[Nota C: Listadillo á 7 rs. vara]
[Nota D: Macana á 7 rs. vara]
[Nota E: Manteles á 26 ps.]
[Nota F: Manteles á 12 ps.]
[Nota G: Cortes de vestido á 7 ps.]
[Nota H: Manteles ]
[Nota I: Servilletas á 6 rs.]
[Nota J: Paños de mano á 6 ps.]
[Nota K: Pañuelosde pescuezoá á 3 ps.]
[Nota L: Ponchos á 6 ps.]
[Nota M: Sábanas á 10 ps.]
[Nota N: Sobremesas. ]
[Nota O: Medias á 6 rs.]
+—————————————————————————————-+
| NOMBRES |
| DE LAS [A] [B] [C] [D] [E] [F] [G] [H]|
| MISIONES arr lib arr lib arr arr lib arr lib arr arr lib|
|—————-+———-+———-+—-+———-+———-+—-+—-+—-|
|Trinidad | | | | 16 3| 5 9| | | |
|Loreto | 5 4| 60 |360| | 90 | | | |
|San-Xavier | | | | | 93 4| | | |
|San-Pedro | | | | | 50 | | | |
|San-Ignacio| 2 12| 16 | 80| |198 7| | | |
|Santa-Ana | | 36 |135| | 35 | | 3| |
|Exaltacion | 44 | 44 20 |120| 12 |100 | 24| | 4|
|Reyes | | 12 | 95| | 5 | | 5| |
|San-Ramon | 3 | | | | 50 | | 8| |
|San-Joaquin| | | | | 28 | | | |
|Magdalena | | 8 | 20| 10 |105 | 5| | |
|Concepcion | 3 | 10 | 40| 40 | 80 | | | |
|Cármen | | 32 |125| | 25 5| | | |
|—————-+———-+———-+—-+———-+———-+—-+—-+—-|
| Totales. |57 16|218 20|955| 67 9|873 19| 29| 16| 4|
+—————————————————————————————-+
[Nota A: TAMARINDO á 18 ps. arroba.]
[Nota B: GRASA á 3 ps. arroba.]
[Nota C: SEBO á 2 ps. arroba.]
[Nota D: CACAO EN GRANO á 6 ps. arroba.]
[Nota E: CHOCOLATE EN PASTA á 12 ps. 4 rs. arroba.]
[Nota F: CERA blanca á 25 ps. arroba.]
[Nota G: CERA amarilla á 12 ps.]
[Nota H: ACEITE DE ALMENDRAS á 8 ps. libra. ]
+—————————————————————————————-+
| NOMBRES VALOR |
| DE LAS de TODOS los |
| MISIONES [I] [J] [K] [L] PRODUCTOS REUNIDOS.|
|—————-+———-+———-+—-+———-+—————————-|
| |lib |lib on.|núm| | pesos. reales. |
|Trinidad | | | | | 456 5-1/2 |
|Loreto | | | 49| | 1779 7 |
|San-Xavier | | 3 4| | | 1757 3-1/2 |
|San-Pedro | | | 30| | 196 2 |
|San-Ignacio| 13| 1 5| | 2 | 2895 4 |
|Santa-Ana | | | 30| 9 20| 1250 6-1/2 |
|Exaltacion | | |104| | 4858 5-1/2 |
|Reyes | 1 5| | 50| 20 | 1378 4 |
|San-Ramon | | | | | 1696 4 |
|San-Joaquin| | | 30| | 670 |
|Magdalena | | | 50| 15 | 2970 7-1/2 |
|Concepcion | | | 30| | 4488 4 |
|Cármen | | | | | 1399 2-1/2 |
|—————-+———-+———-+—-+———-+—————————-|
| Totales. | 2 2| 4 9|373| 46 20| 26845 |
+—————————————————————————————-+
[Nota I: ACEITE DE COPAIBO á 6 ps. libra.]
[Nota J: ACEITE MARÍA á 8 ps. libra.]
[Nota K: SUELAS]
[Nota L: CAFÉ á 6 ps. arroba.]
Esta planilla demuestra la desigualdad que existe en la distribucion de los trabajos, y da á conocer que no siempre están los productos en conformidad con la poblacion respectiva de las misiones. Por lo demas, la cantidad de productos bien puede ser doble mayor, sin aumentar por esto las rentas del Estado, siendo evidente que los empleados sacan siempre, de cualquier esceso resultante, un provecho particular en detrimento de aquellas.
Las planillas que siguen presentan los productos comparativos de la provincia en los años de 1823 y en los siguientes hasta el de 1830, inclusive.
+—————————————————————————————-+ | | ARTÍCULOS TEJIDOS DE ALGODON. | | |——————————————————————————-| |AÑOS.|LIENZO |COTONIA |LISTADILLO|MACANA|MANTELES|MANTELES| |——-+————+————+—————+———+————+————| | | varas. | varas. | varas. |varas | núm. | núm. | | 1825|1046 1/2|2009 1/4| 2933 | 410 | 11 | 7 | | 1826|6274 1/2|1125 | 1315 3/4 | 336 | 26 | 12 | | 1827|2922 | 620 | 65 | 149 | 18 | 1 | | 1828|6392 1/2|1008 | 670 | 162 | 12 | 5 | | 1829|7709 1/4| 371 1/4| 816 1/2 | 605 | 40 | " | | 1830|8683 1/2| 362 | 1198 1/2 | 378 | 28 | 3 | +—————————————————————————————-+
+————————————————————————————————-+ | | ARTÍCULOS TEJIDOS DE ALGODON. | | |—————————————————————————————-| | |PAÑOS DE|PAÑUELOS DE| | | | | |AÑOS.| MANO. | PESCUEZO. |PONCHOS|SABANAS|SOBREMESAS|SERVILLETAS| |——-+————+—————-+———-+———-+—————+—————-| | | núm. | núm. | núm. | núm. | núm. | núm. | | 1825| 80 | 33 | 124 | 27 | 30 | 69 | | 1826| 190 | " | 183 | 6 | 39 | 47 | | 1827| 896 | " | 629 | 98 | 18 | " | | 1828| 680 | " | 678 | 75 | 27 | 127 | | 1829| 179 | " | 240 | 57 | " | 183 | | 1830| 152 | 23 | 582 | 11 | 104 | 63 | +————————————————————————————————-+
+——————————————————————————+ | | ARTÍCULOS TEJIDOS DE ALGODON. | | |———————————————————————| | |CORTES DE| |CORDONCILLO|ESPALDAS|HAMACAS| |AÑOS.| VESTIDO |MEDIAS.| á 1 ps. | á 1 ps.|á 1 ps.| |——-+————-+———-+—————-+————+———-| | | núm. | par. | var. | | | | 1825| 57 | 30 | 144 | 1 | 2 | | 1826| 27 | 12 | " | " | 3 | | 1827| 48 | 10 | " | " | " | | 1828| 45 | 1 | " | " | " | | 1829| 35 | 6 | " | " | " | | 1830| 40 | 21 | " | " | " | +——————————————————————————+
+————————————————————————————————————-+ |AÑOS|VAIN-|CACAO EN|CACAO EN|TAMA- |GRASA | SEBO | CERA |CERA |CERA | | |ILLA |PASTA |GRANO |RINDO | | | FINA |AMARILLA|FUERTE| |——+——-+————+————+———+———+———-+———+————+———| | |lib o| ar. lib|ar. lib.|arrob.|arrob.| arrob.|arrob.| arroba.|arrob.| |1825| | 25 9 |367 | 25 19| 11 | 123 1| 4 |24 1 | | |1826| | 37 5 |359 3 | 1 15| 66 22| 215 |12 |15 12 | | |1827| | 6 19 |351 | 37 10|192 11| 396 |92 1/2| |22 22| |1828| 8 6| |898 |140 1|306 8| 915 16|35 2 | 8 10 | 5 | |1829| 6 | |453 15 |159 12|293 22|1049 |36 9 |10 | 9 | |1830| | 67 9 |875 19 | 57 16|218 20| 955 |29 |11 | 5 | +————————————————————————————————————-+
+————————————————————————————————————-+ |AÑOS|ACEITE DE|ACEITE|ACEITE DE|SUELAS| CAFÉ |PALILLO|TABACO |VALORES | | |ALMENDRAS|MARÍA |COPAIBO | | |á 3 ps | |PRODUCIDOS| |——+————-+———+————-+———+———-+———-+———-+—————| | | libras. | lib. | lib. | núm.| arrob.| lib. |libras.| | |1825| 1 19-1/2| 2 2 | 2 13 | 222 |20 13| 1 |844 |24531 6 | |1826| 2 6 | | | 252 |24 1/2| |593 |23701 4.5 | |1827|16 | | 3 | 285 | 9 12| 1 3 |723 |49721 5 | |1828| 1 8 | | 2 5 | 521 |27 2| |400 |26932 | |1829| | | | 269 |16 | | |19905 4.5 | |1830| 4 | 4 9 | 1 18 | 373 |46 90| | |26845 | +————————————————————————————————————-+
A pesar de la grande intermision que se advierte en las rentas de la provincia durante el transcurso de estos seis años, existe una mejora progresiva. Entre tanto, no debe darse crédito á las sumas inscriptas en los recaudos; pues no son ellas sino la tasa convencional del precio á que se apropian los empleados las diferentes mercancias en pago de sus sueldos, y de ninguna manera el valor real que estas producen cuando son adjudicadas á otros compradores. Despues que cada empleado ha tomado una parte de los efectos en cobro de su sueldo, el sobrante se espide para Santa-Cruz, donde se vende por cuenta del gobierno; quien á título de socorros da en cambio, cada año, cuatrocientos panes de sal, docientas frezadas de lana, dos mil libras de hierro, trecientas de acero, cuatrocientos cuchillos, algunas resmas de papel, un saco de harina y setenta libras de vino para los oficios de las iglesias. Bien se calcula cuan insuficientes deben ser tales porciones para una poblacion de veintitres mil almas.
A mas de las plantas productivas para el Estado, cultivan los habitantes de Moxos para el consumo de la provincia, todas aquellas que son propias de las regiones cálidas, como el arroz, el maiz, el maní, los porotos, los sapallos, la mandioca, los camotes, los papayos, los ananáes, el naranjo y los plátanos.
Productos naturales.
La provincia de Moxos, en razon de la elevacion de su temperatura, ofrece todas las producciones naturales de los paises cálidos del centro de la América. Sus bosques están poblados de diversas especies de monos cuyas pieles son verdaderamente magníficas; de números ciervos que se prestan á la caza con mucho provecho; de gran-bestias, abundantes sobre todo al este de la provincia, y cuyo cuero, muy conveniente por su duracion y flexibilidad para los arneses de los coches, seria de mucha importancia en el comercio. Los pericoligeros son tambien notables por su piel, de la que se sacarian grandísimos provechos.
La caza en general no puede ser mas abundante. Los bosques contienen millares de pájaros, lo mismo que las llanuras, donde para darles caza se les persigne á pié ó en canoa, segun las estaciones.
Siendo tantísimos los rios y lagos, el pescado abunda de tal manera, que bastaria él solo para satisfacer una gran parte de las necesidades de los habitantes de Moxos, si conociesen estos un método cualquiera para hacer una pesca regular. Los rios están llenos de conchas que contienen un nácar tan lustroso y brillante como el de las madre-perlas de las Islas Oceánicas y de Panamá.
Las maderas de carpintería y ebanistería son numerosas y variadas, así como las palmeras que guarnecen las orillas de todos los rios, y entre las que se distingue el totai, recurso principal de los indígenas en los tiempos de penuria. Las hojas de las palmas, motacú, sumuque, totai y cucis, sirven para techar las casas de los indios ó para teger sombreros y otros objetos. El tronco del carondai se emplea en la construccion de techos sólidos, dándole para ello el corte y forma convenientes. La palma denominada chonta, es utilísima por la dureza de su medera negra y hermosa: otras muchas palmeras, entre las que señalarémos el marayahu, dan frutos jugosos y agradables, como dan tambien el motacú, totai y cucis sus escelentes aceites de coco. El corazon de todos estos árboles puede suministrar ademas un alimento sano y gustoso.
Hay infinidad de árboles y de plantas que destilan resinas y aceites diversos, aplicables á la industria: los indígenas para teñir los objetos de amarillo, rojo y negro, se valen de algunos simples que les son particularmente conocidos. El añil se cria por todas partes en los terrenos á donde no alcanzan las inundaciones. El copaibo es muy comun, así como el salsáfras, el guayacan ó palo santo, etc.
Comercio.
Siendo el comercio actual de la provincia, como ya lo dije, casi esclusivamante una atribucion lucrativa del Estado, apénas se determian á bajar una vez por año á su mercado, algunos especuladores de corto capital, ya sea por via de Cochabamba, ya sea por la de Santa-Cruz; pero mas frecuentemente por este último punto, que es el mas ventajoso para los mercaderes por la mejor acogida que se les da.
Los comerciantes que desean entrar á la provincia con efectos de venta, mandan pedir canoas, que se les envian inmediatamente á Cuatro-Ojos, puerto de Santa-Cruz, ó á Yuracáres, puerto de Cochahamba. Los derechos impuestos á estos comerciantes son de dos hasta diez por ciento: deben pagar ademas por su alojamiento y manutencion en mesa redonda, un real diario: cuando se sirven de las canoas para pasar á otros puntos, el jornal asignado á cada remero es de tres reales. Todo esto se paga en mercancias al precio corriente admitido en la plaza, el cual es tres veces mayor que el verdadero y racional; un pan de sal, por ejemplo, representa dos pesos, una frezada, cuatro, etc., etc.
Los efectos mas vendibles son; el hierro; el acero; las frezadas de lana; las herramientas de agricultura, como hachas, machetes, palas, etc.; la sal; los géneros de algodon; el hilo de lana de varios colores; las chaquiras ó cuentas, principalmente las amarillas; los rosarios; las medallas de plata ó la plata sellada que los indígenas se cuelgan al cuello en vez de medallas; los cuchillos de cabo de palo; las tigeras ordinarias; los pañuelos de algodon de colores muy vivos, etc., etc.
Segun el sistema actual, los empleados se empeñan en neutralizar el ingreso de mercancias por Cochabamba, con el objeto de reservar á Santa-Cruz solamente el comercio con Moxos; limitándose este, hasta el presente, á las simples permutas sobre valores supuestos; pues aun no ha entrado á circular el dinero en las plazas de la provincia. Cuando los negociantes quieren acopiar algunos frutos, se encaminan directamente á la capital en la época en que bajan á ella de costumbre los administradores, conduciendo los productos anuales de sus respectivas misiones. Todos estos empleados venden entónces las mercancias que han recibido en pago de sus sueldos, miéntras que los indios efectuan tambien algunas negociaciones, dando sus cosechas de cacao en cambio de diversos artículos cuyo valor positivo es para ellos totalmente desconocido: en tales actos emplean toda su astucia los comerciantes para engañar á los indios, quienes por su parte toman mil precauciones para no ser engañados; contienda muy desigual ciertamente. Para medir porciones de cacao sírvense los indígenas de una calabaza pequeña, llamada herepo; medida equivalente poco mas ó ménos á dos libras de pepita: ántes de proceder á la permuta, cada efecto estrangero se estima en tantos herepos. Mediante este tráfico, el número de arrobas de cacao que se esporta cada año, es cuando ménos de cinco mil.
Los otros productos que se benifician hoy en dia, consisten; en cueros de vaca ó de animales selváticos, artículo de poco valor hasta el presente; en cera, añil, vainilla, azúcar, café; en maderas de ebanistería; en palo de teñir; en aceites de coco y de copaibo; en diversas resinas, de copal, incienso, etc., etc.
Actualmente solo se comercia en Moxos con el departamento de Cochabamba, y mas particularmente con el de Santa-Cruz, cuyos prefectos han prohibido casi siempre las comunicaciones y relaciones comerciales con la provincia de Chiquitos.
El comercio con Santa-Cruz de la Sierra, que á decir verdad es el único regular y activo, se practica subiendo, ya por el rio Piray hasta el puerto de los Cuatro-Ojos, ya por el rio Grande hasta Payla ó Bibosi, que dista como ciento cincuenta leguas de la mision de Loreto. El primero de estos rios tiene algunas cachuelas, difíciles de salvar en tiempo de seca, pero que desaparecen en la estacion lluviosa: el secundo alarga demasiado la distancia por sus muchos rodeos.
El comercio con el departamento de Cochabamba es casi nulo, y jamas se ha pensado hasta el presente en lo fácil que seria entablar algun comercio con los Brasileros del fuerte de Beira, ó con los del Pará bajando por el rio de Madeiras.
Sin embargo, en las actuales circunstancias los saltos y numerosas cascadas de este rio presentan grandes dificultades para su franca navegacion, de la que daré aquí una ligera reseña á fin de que puedan apreciarse hasta cierto punto semejantes dificultades. Mas abajo de la confluencia del Mamoré y del Guaporé, es dable navegar por el espacio de algunos dias sin hallar el menor embarazo, partiendo del punto ya indicado en el camino que se lleva para ir de San-Joaquin á Exaltacion por el vehículo de estos rios. Hácia el decimo grado se encuentra el punto de reunion del Iténes con el Mamoré[1], y no léjos de allí una isla, especie de roca bastante elevada y espaciosa donde se puede construir un fuerte. Desde este punto hasta la embocadura del rio de Madeiras se cuentan docientas sesenta leguas; en las sesenta primeras se tropieza con doce cascadas ó cachuelas.
[Nota 1: Aquí se reconoce cuan erróneos son los mapas de Brué, pues se ve en ellos prolongarse el giro del rio Beni hasta el Yucavali. Yo he sido el primero en rectificar tal error en 1834.]
1ª La primera cascada, que lleva el nombre de Madeira, se encuentra un poco mas abajo de la isla mencionada, y está formada de tres saltos ó gradas que abrazan media legua de largo. Para salvarla es menester descargar las canoas, é irlas tirando con sogas por el espacio de seicientas varas.
2ª Media legua mas abajo se tropieza con la de la Misericordia. El trabajo que cuesta al navegante el pasage de esta cascada, así como los riesgos á que lo espone, dependen de la altura del rio.
3ª Otra media legua mas adelante, se presenta la cachuela de Ribeirao, formada de cinco saltos que ocupan el espacio de legua y tercia. Para pasarla, descargan los viageros sus canoas, trasportando las mercancias sobre los hombros por un tiro de tres mil varas, al mismo tiempo que remolcan la embarcacion aligerada, ó la arrastran por tierra.
4ª Cuatro leguas mas abajo se encuentra la cascada de Figueira, formada de islotes y de rocas que no se pueden salvar sino á impulsos de un grande trabajo y de mucha maña.
5ª Preséntase luego la de Pederneiras doce leguas mas adelante, punto en donde el rio está lleno de peñascos que se manifiestan á flor de agua, poniendo al navegante en la necesidad de descargar la embarcacion para remolcarla, miéntras se llevan las mercancias por tierra, andando un trecho de cuatrocientas ochenta varas.
6ª Tres leguas mas léjos se tropieza con la cachuela de Paredao, donde se estrecha el rio y corre rápidamente por entre rocas; pero por corto trecho.
7ª Seis leguas despues, se encuentra la de los Tres hermanos, formada por algunos saltos de poca importancia que abrazan un cuarto de legua, sin ser de grande estorbo para la navegacion.
8ª Ocho leguas mas abajo se presenta la cachuela de Giran, donde siendo muy angosto el rio y estando encajonado entre dos cerros, corre con tal rápidez que es menester descargar las canoas, sacarlas á tierra y arrastrarlas por una distancia de cien varas. Compónese esta cachuela de cinco saltos muy cortos.
9ª Sigue luego la cachuela del Infierno, distante legua y media de la anterior: esta cachuela, que tiene como una legua de largo, se compone de un cierto número de remolinos, sumamente peligrosos, y cuyo tránsito exige mucho tino y grandísimo trabajo.
10ª Seis leguas despues se presenta la cachuela de los Morrinhos, denominada así por la circunstancia de estar situados á poco trecho de allí, sobre la ribera occidental, tres pequeños morros cubiertos de zarzaparrilla.
11ª Cuatro leguas mas adelante, se encuentra la cachuela de Theotonio, que es un resalto de rocas de veintiseis piés de altura, en donde las aguas repartiéndose en cuatro brazos muy anchos, pasan con suma rápidez por entre las hendiduras de la roca. Sobre la ribera oriental, en frente de este soberbio dique se ve un conjunto de peñascos, cuyo remate occidental estando cerrado, hace que se reunan en un estrecho las aguas de los tres canales, entre la estremidad de las rocas y la ribera izquierda del rio. Hay pues que sacar indispensablemente á tierra las embarcaciones y arrastrarlas con muchísimo trabajo por un trecho de quinientas varas.
12ª A poco mas de una legua se tropieza con la cachuela de San-Antonio, donde pasan las aguas divididas en tres canales formados por dos islotes de rocas. Es menester descargar las canoas para poder salvar este paso. Esta cachuela, la primera que se presenta á los viageros que navegan rio arriba, está situada bajo los 8 grados 48 minutos de latitud sud.
Empléanse por lo regular tres meses en subir desde esta cascada hasta el Guaporé. Desdo la cachuela de San-Antonio hasta la embocadura del rio de Madeiras se cuentan mas de treinta islas, que tienen generalmente tres leguas de largo, y se hallan pobladas de árboles los mas hermosos : hay ademas una infinidad de islas de menor tamaño; la mas grande, entre estas, es la llamada de las Minas, que se estiende como dos leguas y media á lo largo y cuyo ancho es poco mas ó ménos de una legua: esta isla se encuentra situada diez y siete leguas mas abajo de la embocadura del rio de Marmellos.
Las aguas del rio de Madeiras y del rio negro forman el rio Marañon, que tiene una legua de ancho en los puntos donde no hay islas, pues abraza dos y á veces mas en aquellos donde las hay. Sesenta leguas mas abajo del rio de Madeiras, yendo en derechura, ó noventa, siguiendo las sinuosidades, viene á reunirse al Marañon el famoso rio de Tapajoz; y sesenta leguas mas abajo de este último, el rio Xingú, tambien muy caudaloso, y que baja de la provincia de Cuyaba.
El Marañon ó Amazonas sigue luego ensanchándose progresivamente hasta arrojarse en el mar.
Mejoras administrativas y morales de que la provincia es susceptible.
Siendo ahora la provincia de Moxos cabeza de un departamento, es probable que prosperará sin interrupcion bajo todos respectos y en todos los ramos; particularmente si cuida siempre el gobierno de encomendar su prefectura á hombres instruidos y capaces de hacerla marchar de frente, introduciendo en ella desde luego, y á la vez, todas las mejoras posibles.
Es ante todo indispensable reformar los abusos religiosos que he señalado; pero es menester obrar á este respecto con el mayor tino, y tomando las mayores precauciones á fin de no hacer pasar á los indígenas de un estremo al otro; de sus creencias fanáticas á una irreligion completa. Todas las reformas de esta especie no deben introducirse sino muy poco á poco, sin valerse de reglamentos absolutos, y haciendo que la transicion sea insensible hasta lo sumo. El medio mas eficaz seria de colocar en estas misiones eclesiásticos instruidos, que hiciesen sobresalir la sana y bien entendida moral del catolicismo en las creencias religiosas de los Moxeños, aboliendo sucesivamente las penitencias exageradas y los castigos sangrientos, indignos y agenos ya del ilustrado siglo en que vivimos. Entre tanto, no dejaria de ser perjudicial, á mi modo de ver, que la administracion civil se mezclase ostensiblemente en la ejecucion de estas reformas, pues seria de temer que llegando los Moxos á despojarse de ese fondo de religion que los mantiene en el buen camino, se corrompiesen del todo. Por último, la ejecucion de semejante reforma es sumamente difícil, y requiere todo el tino, toda la sabiduría de un gobierno ilustrado, que deberá conducir el carro de las mejoras con la mayor mesura y precaucion posibles.
La reforma administrativa no exige ménos tacto y prudencia. Un pueblo que ha vivido, durante casi dos centurias, acostumbrado al mas humilde servilismo, y á no poseer cosa alguna en propiedad, no puede pasar de un golpe á la independencia completa sin esponerse á mayores males que los que se trata de remediar. Seria pues menester colocar al mismo tiempo, en cada mision, un hombre capaz de enseñar con el debido cuidado á estos infantes de la civilizacion á dar los primeros pasos hácia la libertad de accion, hácia la propiedad individual, y sobre todo, hácia las relaciones sociales que determina esta mutacion de cosas. Entretanto, es evidente que si el comercio en toda su actividad no viene á impulsar á los Moxeños, á estimularlos al trabajo para adelantar su industria, haciéndoles conocer al mismo tiempo ciertas necesidades que todavía ignoran, siendo demasiado sóbrios por naturaleza, y muy poco ambiciosos, abandonarian ciertamente toda ocupacion lucrativa tan luego como se viesen libres; y resultaria de este hecho, en vez de la civilizacion quizas su mayor entorpecimiento. Hay que considerar ademas una circunstancia importantísima; y es que los habitantes de Moxos no son otra cosa que simples artesanos, y que esta clase de individuos, aun en la misma Europa, no puede hacer progreso alguno sino bajo la direccion de hombres instruidos y capaces de entablar toda género de mejoras. Es necesario que un pueblo se vea ya en un alto grado de civilizacion para sugetarse al trabajo fabril; así es que los Moxeños, viéndose libres ántes de que se estableciesen manufacturas en la provincia para ocupar los brazos, acabarian, lo repito, por perder lo poco que saben hoy en dia, al mismo tiempo que sus hábitos industriales. Esta es una de las mas altas cuestiones de economía política que el gobierno sabrá probablemente apreciar como es debido, tomando medidas que redunden en provecho del interes general de los habitantes, al paso que tiendan al adelanto del pais.
Volviendo siempre al mismo tema, insisto y creo que las frecuentes relaciones determinadas por el comercio, así como el continuo contacto de las naturales de Moxos con hombres que les sean superiores por la educacion, las costumbres y la industria, pueden solamente operar entre ellos poco á poco una reforma natural y positiva; en tanto que, toda medida fuera de tiempo, traeria quizas resultados bien funestos. Urge pues ante todo fomentar el comercio, aboliendo ciertas imposiciones para facilitarlo; y entónces, los Moxos, conociendo lo que valen, y lo que pueden hacer para procurarse el bienestar, se civilizarán y marcharán hácia un estado social próspero y estable.
Para ayudarlos en esta marcha progresiva, es indispensable establecer, como ya lo ha practicado el actual gobierno, escuelas en donde se enseñe, no solamente la lengua castellana, sino tambien las matemáticas y el dibujo, con el objeto de hacer que marchen juntas, la instruccion moral, industrial y comercial. Para estimularlos al estudio seria preciso, allí mas que en ninguna otra parte, distribuir como una recompensa honrosa premios proporcionados al talento y á la índole de los individuos, toda vez que hubiese algunos que se distinguiesen por cualquier clase de méritos. Es necesario no perder de vista que los Moxeños son unas criaturas grandes, y que se conseguirá de ellos todo cuanto se quiera, con tal que la voluntad de bien obrar sea oportunamente recompensada de algun modo.
Una de las medidas indispensables para la mejora de esta provincia, es muy particularmente la que tenga por objeto el evitar la mortandad de las criaturas, y la peste de viruelas que ataca á los adultos. Semejantes males diezman la poblacion, cuando deberia acrecerse considerablemente por las condiciones tan favorables bajo las que se encuentra colocada. Es pues de absoluta necesidad dar asiento en cada canton á un facultativo pagado por el gobierno y encargado de administrar los preservativos de sanidad correspondientes.
Los curas, á quienes su ministerio pone mas en contacto con el pueblo, deberian tomar á su cargo el propagar la vacuna, y en las epidemias, vigilar constantemente las acciones de los indios á fin de impedir que salgan estos de sus casas para ir á bañarse, como lo hacen siempre, comprando con la vida un pasagero alivio. Podria encomendarse tambien á los curas, el cuidado de tomar las mayores precauciones para preservar á las criaturas recien nacidas de la accion del viento sud, tan pernicioso en esta provincia como en la de Caupolican.
Siendo un deber natural de toda sociedad prestarse con algun sacrificio para tomar medidas conducentes á su mejora y bienestar, nada mas justo que el empleo de todos los medios que para llevarlas á efecto fueren menester; aun cuando esto exigiere la imposicion de fuertes contribuciones, pues que de otro modo muy difícil seria hacer frente á los numerosos gastos. Empero, poco gravosas serán estas contribuciones si se reparten en una proporcion la mas equitativa, y con la mesura y el discernimiento convenientes.
A medida que un pais adelanta en civilizacion, crecen tambien por grados sus imposiciones; mas estando entónces juiciosamente penetrado el contribuyente de los motivos que determinan astos nuevos gravámenes, se aviene á soportarlos con tanta mas solicitud, cuanto que disfruta el mismo de la parte que por ello le cabe en la suma de beneficios sociales.
Mejoras agrícola, industrial y comercial de que la provincia es susceptible.
La provincia de Moxos tiene en sí todos los elementos de mejora, aplicables á los ramos de agricultura, de industria y de comercio. Citaré entre estos, aquellos que pueden recibir principalmente una impulsion nueva y mas productiva.
El objeto principal, indispensable por cierto para la cria de ganados, para la agricultura, y aun para la salubridad, seria la construccion de pequeños canales, tan fáciles de abrirse en una tierra en estremo blanda. Estos canales, sirviendo para el pronto derrame de los bañados, harian que se agrandase considerablemente la superficie beneficiable. Para aumentar las tierras bastaria practicar de trecho en trecho algunas sangrías, segun lo juzgasen conveniente los ingenieros, en vista de la nivelacion. Esta medida es acaso una de las mas urgentes, pues que contribuiria á duplicar los recursos y á disminuir la mortandad de los habitantes.
En casi toda la América meridional, las haciendas están muy atrasadas respecto de las medidas de fomento para la cria de ganados. Los animales viven abandonados y andan errantes, sin que jamas se les procure algun seguro bienestar. En Moxos, en los parages intermedios entre los rios, los terrenos están enteramente desprovistos de agua durante las secas, y los ganados se resienten muchas veces del sufrimiento que esta circunstancia les acarrea; miéntras que en las estaciones lluviosas, se ven forzados á buscar un abrigo sobre los pocos y estrechos puntos no invadidos por las aguas, viviendo allí comprimidos y casi faltos de alimento; así es que se les ve bajar trabajosamente á los bañados para pacer una parte del dia, y volver despues al estrecho rodeo donde no tienen espacio bastante para echarse y rumiar cómodamente. Grande es pues la mortandad de los ganados en ámbas estaciones; cosa que muy fácilmente se evitaria estableciendo depósitos de agua en algunos puntos, y canales de desagüe en muchos otros. En aquellos lugares todavía no ha entrado el arte á dar ayuda á la naturaleza, por cuya razon no se sacan de Moxos ni aun la mitad de los beneficios que puede producir esta tierra virgen y privilegiada. La ejecucion de las mejoras que acabo de indicar, multiplicaria pues considerablemente el ganado vacuno, que componiéndose hoy en dia de mas de ciento veinte mil cabezas, procrearia en cada año una mitad mas de su número. Las grasas y los cueros darian entónces una renta muy crecida á los particulares y al erario.
Aunque la cria de caballos seria mas apropiada, por varias razones, á la provincia de Chiquitos, es menester no perderla totalmente de vista en la provincia de que nos ocupamos: por el contrario, habiendo ya en ella mas de veinticinco mil caballos, seria muy conveniente cuidar de su mejora y aumento; lo que se conseguirá mas fácilmente, cuando se dilaten los terrenos de pastoreo con el establecimiento de los canales de desagüe. Estos animales criados en las llanuras pantanosas, fortificarán sus vasos tan luego como se les traslade sobre las montañas, donde el suelo pedregoso modificará sin duda alguna sus hábitos.
Lo que digo de los caballos es tambien aplicable á la cria de mulas, industria aun no conocida, y que debiera introducirse sin pérdida de tiempo, á fin de economizar las sumas de dinero que todos los años hace salir de Bolivia la introduccion de estos útiles cuadrúpedos, traidos de Salta, Tucuman, Santiago del Estero, etc.
En 1830 habia ya en Moxos como setecientas setenta y cuatro ovejas: por poco que se cuidase del fomento y propagacion de este ganado, se obtendria muy pronto lana suficiente para proveer á los telares; y entónces, no solamente se abasteceria por sí misma la provincia de frezadas de lana, que les llevan los comerciantes, sino que fabricaria, en vez de géneros de algodon, tegidos de lana mucho mas ventajosos para su comercio.
En un pais, cuyo territorio es inmenso, pudiera criarse mayor número de cerdos con solo dejarlos pacer en los alrededores de las haciendas, de modo que sin ocuparse mucho de ellos, se multiplicasen para dar abasto de provisiones á los navegantes en las espediciones apartadas, salando al efecto su carne, como en Europa se practica para el consumo de las tripulaciones de la marina de guerra y de la marina mercante.
La cera de las abejas daria tambien resultados no poco lucrativos; sin embargo de que, para tener un escelente alumbrado, bastaria entablar en la provincia una fábrica de bugías, aprovechando el sebo que se desperdicia anualmente en los mataderos.
El añil de diversas especies, crece naturalmente en los parajes ménos anegados, sin que se piense en utilizarlo de algun modo. Esta planta abunda particularmente en el pais de los Yuracarees, y su calidad es superior.
El cultivo de la vainilla, que se cria silvestre en el interior de los bosques, seria sumamente ventajoso para el comercio con la Europa, donde se hace un inmenso consumo á pesar de su crecido costo. Lo mismo digo de los otros árboles que suministran drogas y especias muy estimadas, tales como la canela, el clavo, la nuez moscada, el gengibre, etc.
Las plantaciones renovadas del tamarindo, rendirian con poquísimo trabajo cosechas abundantes, al mismo tiempo que formarian hermosas alamedas en las cercanías de los lugares poblados.
El cacao que ya se cria silvestre en los bosques vecinos á Trinidad, deberia plantarse, puesto que nada cuesta, en todos los bosquecillos que se encuentran á cada paso en el territorio de la provincia; preparando de este modo, para el porvenir, rentas naturales al igual de las de Caupolican.
El café es tambien susceptible de una nueva impulsion, y centuplicaria sus productos con un método de cultura bien ordenado. Otro tanto sucederia con el maiz, el arroz, etc. La provincia de Moxos convendria finalmente para el cultivo de toda especie de plantas tropicales.
La caña-dulce brotaria, sobre todo en esas llanuras anegadas, con un vigor prodigioso y rendiria productos considerables; y cuando las comunicaciones entre Moxos y los departamentos de Cochabamba y de La-Paz se hiciesen mas fáciles y frecuentes, habria mercados seguros y ventajosos para el despacho de los azúcares, de que hoy en dia carecen estas ciudades, haciendo traer del Cuzco la mayor parte de los necesarios para su consumo, sin poder evitar que se sustraiga en cambio el numerario de Bolivia para enriquecer al Perú.
Jamas se han empleado las maderas de Moxos sino en los pequeños trabajos de ebanistería que hacen los indígenas con incrustaciones de nácar; y bien pudiera sacarse de ellas un partido ventajoso remitiéndolas á Europa, ó llevándolas á los departamentos de las montañas; pues á mas de ser abundantísimas son de la mejor calidad.
La goma elástica, que crece naturalmente en las selvas, constituye hoy en dia un ramo importante del comercio del Pará. Seria pues menester, no solamente utilizar las plantas silvestres, sino tambien hacer plantaciones en grande para sacar todo el provecho posible de este artículo de suma valía.
Infinidad de otros vegetales, conocidos por su virtud para teñir, deberian beneficiarse, haciendo de ellos un ramo importante del comercio interior y esterior.
Las palmas motacú y cucis darian al comercio abundante cantidad de aceites, sin mas trabajo que recoger anualmente los cocos caidos del árbol, y estraer la sustancia por medio de máquinas análogas á las que en Europa se emplean para la estracion del aceite de nuez. De este modo se aprovecharian esos frutos que se pierden todos los años, y su aceite serviria; ya para sustituir en las mesas, despues de clarificado, al de aceitunas; ya para el alumbrado, alimentando las lámparas hechas á propósito, y cuyo uso es actualmente general en Europa; ya para el empleo que puede hacerse de él en la industria y en las manufacturas.
Estimulando á los indios al trabajo, podria igualmente cosecharse mucho aceite de almendras, que hoy en dia se pierde por falta de brazos que recojan estos frutos.
El copaibo daria mayores productos si su cosecha presentase algun beneficio á los indígenas, quienes lo recogen tan solo para ofrecerlo á los administradores, ó para el gobierno.
Hay muchos vegetales que dan por medio de la incineracion una escelente potasa, empleada para la fábrica del jabon; podria hacerse de ellos igualmente un ramo comercial muy importante.
Si no hubiera yo conocido la ley de prohibicion vigente bajo el régimen español, habria tenido motivo para admirarme que los Jesuitas, de suyo tan industriosos, no hubiesen beneficiado el ramo de industria mas importante del pais, y que debe en el porvenir operar un cambio prodigioso en el órden de cosas: hablo del hierro, el móvil principal, la vida, diré así, de la civilizacion de un pueblo.
En los alrededores de San-Ramon, en los de San-Joaquin, y sobre el sitio mismo de esta última mision, el suelo se halla por todas partes cubierto de hierro hidratado en pepitas, cuyo laboreo seria tanto mas fácil, cuanto que la projimidad del rio Machupo presenta el mejor lavadero que pudiera desearse. Toda la operacion consistiria en estraer el mineral á cielo abierto, efectuando el lave en el mismo sitio, y estableciendo en seguida, para su fundicion, fraguas catalanas ó otras en que se hiciese uso del carbon de leña de los inmensos bosques de aquel sucio tan feraz: de manera que la provincia no solamente se proveyese del hierro necesario para su industria, sino que diese abasto á las ciudades del interior, que reciben de Europa este renglón importantísimo, empleando en su adquisicion, cada año, sumas considerables.
Volviendo la vista á esa multitud de rios que cruzan en todos sentidos el territorio de esta provincia, una existencia nueva y maravillosa se presenta á la nacion, siempre que sin el ausilio de las manufacturas europeas, el hierro beneficiado suministre el material primero para la construccion de las máquinas de vapor, aplicables á la industria y principalmente á la navegacion de toda la region superior del Amazonas. Moxos seria entónces la provincia mas importante de Bolivia; y no cabe la menor duda que el bienestar producido por las minas de hierro, desdeñadas hasta el presente, así como el empuje dado por él á la civilizacion, serian duraderos, y superiores mil veces á las ventajas de esa riqueza proverbial de las minas de oro y plata de La-Paz, de Tipoani, de Chayanta, de Oruro y aun del famoso Potosí; no siendo menester entretanto, para realizar esta mudanza, sino la asistencia de un ingeniero práctico en este genero de laboreos, muy comun en los Pireneos orientales y en todo el este de la Francia.
Nunca inculcaria yo demasiado sobre este punto; por consiguiente, séame permitido repetir que el gobierno boliviano debe atender ante todo á esta cuestion de la mayor importancia para su porvenir industrial y comercial. En tanto que los hierros sean importados de Europa, no habrá jamas prosperidad alguna en el pais; pues la falta de estos metales de primera necesidad, hasta es un obstáculo para el adelanto de la agricultura y de la industria fabril. La medida mas urgente en el actual estado de cosas es el establecimiento de fraguas en la provincia de Moxos. Para llevar á cabo como conviene semejante empresa, es indispensable hacer venir de Europa, por los rios Amazonas y Madeira, á mas de los ingenieros y operarios habituados á esta clase de laboreos, los utensilios correspondientes, como yunques, martillos, fraguas, y principalmente una máquina fuelle de vapor. De este modo, y sin el inconveniente del tránsito por las cordilleras, se conseguirán todos los objetos que son de primera necesidad para beneficiar cuanto se quiera.
Si la república de Bolivia desea marchar á la par de las naciones industriosas, debe, al mismo tiempo que trata de hacerse de hombres y de utensilios necesarios para el establecimiento de una fragua, crear un taller de fundiciones donde puedan fabricarse infinidad de herramientas, y todo cuanto se requiere para constituir un taller de mecánica, destinado á suministrar los elementos y resortes de todas las máquinas movidas por el vapor: solo así llegarán á facilitarse la empresa de navegacion y demas adelantos industriales.
Calculo que para la adquisicion de los instrumentos necesarios, y de todo el material correspondiente al establecimiento de estos dos talleres, no habria que gastar arriba de treinta mil pesos; esto es, limitando el número de máquinas á las mas útiles, y tambien á las de ménos fuerza, por presentar mayores facilidades para el trasporte, cuyo costo debe ser mas moderado al mismo tiempo. Una vez establecidos con la fragua estos dos talleres, se puedan ir construyendo poco á poco y sucesivamente máquinas de fuerza mayor, así como todos los instrumentos para tornear y labrar el hierro.
Si por la poca desigualdad de nivel que presentan sus llanuras, la provincia de Moxos no puede encontrar en los raudales de su centro, tantos motores naturales para las fábricas como tiene la de Chiquitos, los hallaria indudablemente, no ménos numerosos, si la industria se apoderase de esta inmensa multitud de arroyos y de torrentes que bajan de la cordillera al pais de los Yuracarees. Por lo demas, la abundancia de aguas y de leña vendria á ser siempre, por medio del vapor, el elemento de una grande prosperidad industrial, tan luego como se reemplazasen los imperfectos telares empleados en Moxos por máquinas europeas. La aplicacion del vapor á la industria fabril, dejó en su principio muchos brazos inútiles en Europa, cuya poblacion es inmensa relativamente á su territorio; pero en Moxos, donde por el contrario la poblacion es nada para la superficie de sus terrenos, conviene con mucha mas razon hacer uso de medios que centupliquen los productos, sin haber menester de un crecido número de hombres.
En medio de dar á la provincia la impulsion comercial de que es susceptible, seria de aumentar su industria con la introduccion de los nuevos ramos que acabo de indicar, abriendo al propio tiempo comunicaciones con Chiquitos, Santa-Cruz, Cochabamba, el Brasil y sobre todo con la Europa por las corrientes tributarias del Amazonas.
Para restablecer las comunicaciones, cerradas hoy en dia, entre Chiquitos y Moxos, no habria mas que hacer, sino subir por el rio de San-Miguel[1] y el rio Blanco hasta cerca de San-Xavier y de Concepcion de Chiquitos. Podria entónces traerse de Chiquitos la sal, abundante en esta provincia, y de que carece la de Moxos.
[Nota 1: Véase la pág. 268.]
Las actuales comunicaciones con Santa-Cruz sirven para la conduccion de los artículos de recepturías, citados en las planillas precedentes[2], y los que con alguna mas industria llegarian á centuplicarse. Para hacer ménos penoso este camino, es indispensable sustituir á las canoas, de que actualmente se sirven los traficantes, barcas ligeras y de bordes mas levantados; mandando construir ademas, en los puertos de Cuatro-Ojos y de Bibosi, calzadas seguras para atravesar en todo tiempo esos inmensos pantanos donde casi siempre se averian los efectos, no habiéndose hecho cosa alguna hasta el presente para la mejora de caminos.
[Nota 2: Véanse las págs. 363 y 364.]
La dificultad que presentan las comunicaciones, han anulado hasta cierto punto el comercio de Moxos con la ciudad de Cochabamba, en menoscabo de las grandísimas ventajas que se reportarian llevando directamente sus productos al centro de la república. La navegacion actual por el rio Chaparé[1] es larga y penosa, y mucho tambien el riesgo que presenta la travesía de la cordillera de Palta-Cueva. Con la mira de allanar semejantes dificultades abrí yo por Tiquipaya y por el rio Securi[2], la nueva via de comunicacion ya mencionada en diferentes puntos, y á la que solo falta para su mejora la construccion de un camino para las mulas, que puede efectuarse sin mayores gastos con la cooperacion de los indios de Moxos, interesados en el establecimiento de esta via destinada á dar un valor efectivo á las producciones de su agricultura y de su industria. Por otra parte, la apertura de esta comunicacion contribuiria tambien á civilizar á los indios yuracarees, y determinaria otras muchas mejoras, proporcionando recursos que faltan hoy en dia en todo el largo de este tránsito de cien leguas. Cochabamba, no produciendo otros frutos que los de paises templados, carece totalmente de los que se recogen en Moxos; esta circunstancia da todavía mayor incremento á la conveniencia de hacer directamente el comercio con esta ciudad, sin pasar por la de Santa-Cruz como se practica en la actualidad, triplicando inútilmente la distancia. Soy pues de parecer que sin destruir el comercio de Santa-Cruz, en verdad muy importante, deberia el gobierno boliviano ocuparse tambien del de Cochabamba, mas capaz, por el carácter emprendedor de sus habitantes, de estimular á los Moxos, y de darles sobre todo una idea ménos equivocada de las relaciones comerciales, tal cual se practican en los otros paises.
[Nota 1: Véase la pág. 271.]
[Nota 2: Véase la pág. 277.]
La navegacion del rio Iténes ó Guaporé hará que se comunique la provincia con Mato-Grosso y Cuyaba, cuando ámbos paises, el Brasil y Bolivia, olvidando las antiguas rivalidades entre Españoles y Portugueses, se avengan para entablar el comercio interior de sus vastas posesiones respectivas.
La rivalidad y las contiendas, que no han cesado de existir entre las naciones portuguesa y española sobre los límites de sus posesiones respectivas en América, han hecho que los Españoles se fijasen siempre léjos de las fronteras. No ocupándose sino de las minas, y menospreciando la industria y el comercio, la España ha mirado con negligencia en todos tiempos esas fuentes de prosperidad futura que tenia entre sus manos. Los Portugueses, léjos de imitar esta conducta, se han valido de semejantes disposiciones para constituirse dueños de todos los grandes vehículos de comunicacion, construyendo fuertes para ser los absolutos señores de la navegacion interior: así es que despues de varios tratados, y particularmente del celebrado en 1777, edificaron el fuerte de Coimbra sobre el rio Paraguay, y el fuerte del Príncipe de Beira sobre el rio Iténes ó Guaporé á fin de apropiarse el comercio del Amazonas y del Pará. Cuando se vuelve la vista á la América del Norte, y se considera el territorio de los Estados-Unidos cruzado en todos sentidos por ferrocarriles y surcado por barcos de vapor, no es posible dejar de manifestarse sorprendido del grande atraso en que están las naciones de la América del Sud, sin dar un solo paso para entrar en la senda del progreso. Esperemos pues que las viejas ideas de los colonos portugueses, cediendo bien pronto su preponderancia, entre los Brasileros, á intenciones y miras vastas, y que tiendan á dar mayor vida al comercio y á propagar la civilizacion en aquellos paises salvages, determinarán, de par con los esfuerzos de la república de Bolivia, la navegacion de todos esos rios que se verán surcados por los naturales de dos naciones, tan dignas ámbas de marchar de frente en la via de las mejoras generales.
En cuanto al comercio, no habiendo aun entrado el dinero á circular en la provincia de Moxos, los primeros negociantes europeos que lleguen allí, efectuarán cambios tanto mas ventajosos, cuanto que los especuladores actuales realizan inmensos beneficios con la permuta por mercancias europeas que han pasado ya por diez manos.
Existen, como se ha visto no há mucho, doce cascadas ó cachuelas en el rio de Madeiras. Si en la actualidad se emplean tres meses, con embarciones á la vela y á remo, para recorrer la distancia que ellas abrazan, no cabe la menor duda que muchas de estas dificultades desaparecerian navegando en pequeños buques de vapor, sobre todo en tiempo de crecientes, momento en que por todas partes suben las aguas de tres hasta cinco varas mas de altura, sobre su nivel ordinario. Se podria entretanto navegar cómodamente todo el año si fuese dable, ó por mejor decir si se intentase abrir, con los socorros del arte, canales laterales á las cachuelas, encerrando las aguas por medio de esclusas. De este modo la navegacion se haria directamente desde Europa, atravesando el Atlántico y subiendo inmediatamente por el Amazonas y el rio de Madeiras hasta la provincia de Moxos. A decir verdad, nada mas fácil y ménos costoso que la construccion de estas esclusas, siendo tanta la abundancia de maderas escelentes, que por todas partes suministran los bosques contiguos á los rios. Empero, para llevar á efecto esta empresa de navegacion, seria menester ante todo que el Brasil tuviese á bien convenir en ello.
Entre tanto, una medida bastante sencilla pudiera facilitar toda clase de trabajos. Tengo indicado que la nacion de los Pacaguaras habita la confluencia de los rios Beni y Mamoré, bajo el décimo grado de latitud sud: he dicho ademas que frecuentes veces se han dejado conducir estos naturales á Exaltacion, donde muchos de ellos han abrazado el cristianismo incorporándose á la mision: bien pues, uno de los primeros pasos que, á mi juicio, debieran darse, es de mandar religiosos instruidos para convertir á estos indios, y fundar con ellos una nueva mision sobre el punto de la confluencia que pertenece á Bolivia. El fin de semejante medida no seria solamente de civilizar un pueblo todavía salvage, sino tambien de proporcionarse recursos inmensos; pues si actualmente los Pacaguaras se prestan con la mejor buena voluntad á servir á los Brasileros en sus navegaciones, es de creer que ayudarian de igual modo á los Bolivianos, y aun con mas deferencia todavía, desde que se considerasen ellos mismos ciudadanos de Bolivia. Los Pacaguaras son ademas muy prácticos en la navegacion del rio Beni, segun me lo han asegurado algunos de ellos; y hasta para esto serian utilísimos, sirviendo de pilotos en los ensayos que deberán hacerse cuando se quiera poner en planta esta navegacion.
Ya se concibe que no es posible apreciar, sin haberlas visto, las dificultades de todo género que pueden resultar del reconocimiento exacto del rio de Madeiras. Con la mira de prestar á su pais tan señalado servicio, el señor don Antonio Acosta se preparaba á partir de Inglaterra para ir á verificar este reconocimiento, difícil y sumamente penoso, pero indispensable para el engradecimiento de Bolivia, y al que no hubieran dejado de aplaudir con la mas viva satisfaccion los demas pueblos americanos y las adelantadas naciones de la Europa. Yo no dudo que, dirigida esta empresa por una persona tan capaz de valorar las cosas y, mas que todo, apasionada por la gloria de su patria, hubiese tenido los ventajosos resultados que se esperaban. En todo caso, esta espedicion habria sido digna del siglo de progresos en que vivimos[1].
[Nota 1: Este proyecto fué abandonado para hacer la espedicion por el rio de La Plata y el rio Pilcomayo; empresa cuya ejecucion tambien se halla suspensa por el momento.]
Los últimos tributarios del Amazonas se confunden, por decirlo así, con los primeros del rio de la Plata: en la estacion lluviosa se puede pasar en pequeñas barcas de una vertiente á la otra, y bastaria abrir un canal de cuatro mil ochocientas varas, por en medio de un bañado, para completar un canal natural que empezase en la embocadura del rio de las Amazonas y terminase en la entrada del rio de la Plata, despues de haber recorrido treinta y cuatro grados de latitud, ó poco mas ó ménos mil docientas leguas de largo, atravesando todo el centro de la América meridional[1].
[Nota 1: Debo á la amabilísima condescendencia del señor Ferdinand Denis, á quien es deudora la geografía de trabajos muy importantes sobre el Brasil, la comunicacion de un mapa manuscrito, obra de los ingenieros encargados de fijar los límites entre las posesiones americanas de Portugal y de España. Esta mapa, intitulado Carta limitrofe do paiz de Mato-Grosso e Cuyaba, 1782 á 1790, contiene la nota que sigue, relativa al nacimiento del rio Paraguay y del Guaporé: Istmo de 2400 brazas entre ó rio da Prata e as Amazonas onde ó governador Luis Pinto de Souza, no anno de 1772 mando passar huma embarcação de carga, de seis remos por banda, comonicando, ó mar de Equinoxial como do paralelo de 36 graos de latitude austral, por un canal mais de 00 legoas, formada pela naturaleza.]
Este documento me hace esperar que si á pesar de todas las probabilidades favorables á la empresa de navegacion por el rio de Madeiras, las dificultades que se presenten fuesen insuperables, le quedarian siempre á Bolivia vehículos de navegacion muy fáciles para comunicarse con la Europa: tales son el rio de la Plata y el rio del Paraguay.
Las mayores distancias habiendo llegado á ser ya de ninguna consideracion desde que se navega en buques de vapor, fácilmente se entablaria un tráfico comercial desde Europa hasta Moxos por el rio de la Plata, practicando para ello en las cabeceras de los rios, Barbados y del Paraguay, la apertura del canal indicado.
Una vez allanados todos estos obstáculos, por cualquier lado que se entre, sea por el rio del Paraguay ó por el rio de Madeiras, un inmenso laberinto de rios navegables se presenta sobre aquella superficie, donde pueden navegar buques de alto bordo y barcos de vapor de la mayor dimension posible, fomentando por todas partes las relaciones comerciales.
1° Por el rio Beni se pueden ir á buscar hasta el pié de las montañas, las ricas producciones de las provincias de Caupolican, de Muñecas, de La-Paz, de Yungas y de Sicasica: por manera que la cascarilla y todos los demas productos de la cordillera embarcándose sin demora, saldrian por este vasto rio y se pondrian directamente en los mercados de Europa, ahorrando centenares de leguas de transporte con mulas hasta los puertos del grande Oceano, y la larga y peligrosa navegacion del cabo de Hornos. Entónces La-Paz y las otras ciudades del centro de Bolivia se verian tambien, en cierto modo ménos distantes de la Francia para sus comunicaciones, que lo que actualmente están para comunicarse con la república de Chile.
2° Por el rio Iténes ó Guaporé se subiria hasta Chiquitos, entrando en los rios Verde, Serre, Blanco, Itonama y de San-Miguel, para ir á estraer los ricos frutos de esta vasta provincia, que darian una pingüe utilidad. Navegando por el rio Barbados se va hoy en dia hasta muy arriba de Mato-Grosso; y por el canal proyectado se bajaria al Plata para encaminarse á los paises de ultramar.
3° Por el rio Mamoré se puede guiar hácia todos lados, ya subiendo por el rio Grande y el rio Piray hasta muy cerca de Santa-Cruz de la Sierra, ya por los rios Mamoré, Chimoré, Chaparé, Securi, Isiboro, Tijamuchi, Aperé, Yacuma, Iruyani y sus tributarios (es decir, sobre todo el largo de la cordillera oriental, desde Santa-Cruz de la Sierra, siguiendo el pais de los Yuracarees, hasta andar seis grados hácia el norueste) para ir á buscar los numerosos productos comerciales de las provincias de Valle-Grande, de Mizqué y de Cochabamba.
En resúmen; los rios Beni, Guaporé y Mamoré ofrecen, sobre el espacio de algunos miles de leguas, grandes facilidades para que puedan navegar en sus aguas buques de vapor de todas dimensiones; miéntras que la provincia, por sus minas de hierro y por sus innumerables bosques, se halla en posesion de los recursos que son de primera necesidad para mantener en un pié de progreso toda empresa de navegacion. Es pues muy probable, por cuanto queda dicho, que la provincia de Moxos venga á ser con el tiempo una plaza central de operaciones comerciales, practicadas sobre una escala vastísima, y destinadas á utilizar los productos de tanta valía, que en la actualidad se desechan y pierden en ese suelo privilegiado del centro de la América.
En un siglo en que ya no hay dificultades que no allane el genio de los hombres de industria y de saber; en un siglo en que las sabias medidas de los gobiernos y las grandes asociaciones han hecho tantísimo por el bien general y por la grandeza de los pueblos, es de esperar que se presentará al cabo una nacion europea, guiada por su propio interes y celosa por los adelantos de la civilizacion, á prestar su apoyo á la república de Bolivia, dando principio á esta grande metamórfosis, y haciendo de un pais, hoy en dia casi desierto, el foco de operaciones comerciales é industriales las mas ventajosas.
[Ilustración: lám. 1.]
[Ilustración: lám. 2.]
[Ilustración: lám. 3.]
[Ilustración: lám. 4.]
[Ilustración: lám. 5.]
[Ilustración: lám. 6.]
[Ilustración: lám. 7.]
[Ilustración: lám. 8.]
[Ilustración: lám. 9.]
[Ilustración: lám. 10.]
[Ilustración: lám. 11.]
[Ilustración: lám. 12.]
[Ilustración: lám. 13.]
[Ilustración: lám. 14.]
Orden de la publicacion
Circunscripcion y estension
Límites
Montañas
Geologia
Rios
Lagos
Temperatura y clima
Fisonomía animal y vegetal
Primera época, ántes de la llegada de los Españoles
Segunda época, desde la llegada de los Españoles hasta nuestros dias
Division política
Suches
Pelechuco
Pata
Moxos
Apolo-Bamba
Santa-Cruz de Valle-Ameno
Aten
San-José de Chupiamonas
Tumupaza
Isiamias
Cavinas
Poblacion de la provincia
Insalubridad de la provincia
Productos naturales
Productos industriales
Comercio
Mejoras agrícola industrial y comercial de que la provincia es susceptible
Circunscripcion y estension
Montañas
Rios
Tributarios del Guaporé ó Iténes
Tributarios del Mamoré
Tributarios del Rio Beni
Lagos
Geologia
Temperatura y clima
Fisonomía animal
Primera época, ántes de la llegada de los Españoles
Nacion de los Moxos
Itonamas
Canichanas
Nacion de los Movimas
Nacion Cayuvava
Nacion de los Itenes
Nacion de Pacaguaras
Nacion de los Chapacuras
Nacion de los Maropas
Tribu de los Sirionos de la nacion Guaraní
Segunda época, desde la llegada de los Españoles hasta la entrada de los
Jesuitas (de 1,562 á 1657)
Tercera época, desde la entrada de los Jesuitas hasta su espulsion (de 1667 á 1767)
Cuarta época, desde la espulsion de los Jesuitas hasta 1832
Division política
Trinidad
Camino de Trinidad á San Xavier
Caminos de Trinidad á Loreto
Loreto
San Francisco Xavier
Camino de San Xavier á San Pedro
San Ignacio
San Pedro
Camino de San Pedro á San Ramon
Camino de San Pedro á Santa Ana
Santa Ana
Camino de Santa Ana á Exaltacion
Camino de Santa Ana á Reyes
Reyes
Exaltacion de la Cruz
San Ramon
Camino de San Ramon á Magdalena
Camino de San Ramon á San Joaquin
San Joaquin
Caminos de San Joaquin á Exaltacion
Fuerte del Príncipe de Boira
Santa Magdalena
Camino de Magdalena á Concepcion
Purísima Concepcion de Baúres
Camino de Concepcion al Cármen
Nuestra Señora del Cármen
Grandes vias de comunicacion entre la provincia de Moxos y las provincias vecinas
Camino de Guarayos á Moxos por el rio de san Miguel
Camino de Moxos á Yuracáres por el rio Chaparé
Camino de Yuracáres á Moxos por el rio Securi
Camino de Moxos á Santa-Cruz de la Sierra por el rio
Grande y el rio Piray
Movimiento de la poblacion y estatística de la raza americana
Movimientos de la poblacion durante los años de 1828, 1829 y 1830
Salubridad de la provincia
Administracion de la provincia
Costumbres, usos y estado moral de la provincia
Productos industriales
Productos naturales
Comercio
Mejoras administrativas y morales de que la provincia es susceptible
Mejoras agrícola, industrial y comercial de que la provincia es susceptible