Title: Rimas
Author: Bartolomé Mitre
Release date: February 26, 2011 [eBook #35407]
Language: Spanish
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Nota del transcriptor: La ortografía del original fue conservada. |
DE
BARTOLOMÉ MITRE
CON
UN PREFACIO DEL AUTOR
SEGUNDA EDICION, CORREGIDA Y AUMENTADA
BUENOS AIRES
Carlos Caravalle, Editor
Imprenta y Librerías de Mayo, Moreno 337 y Potosí 189
1876
INDICE |
Puedan estos cantos encontrar un alma sensible que goce en sus acordes, despertando en ella risueñas fantasías ó elevándola á nobles sentimientos, aunque en seguida mueran! No aspirando á conmover á la posteridad lejana, deben resonar y apagarse al mismo tiempo. La inspiracion de un momento les dió vida, por eso huyen mezclados á la ligera danza de las horas.
Schiller.
Hace treinta años que el ilustre poeta D. Estéban Echeverría consignó estas palabras en un libro dedicado á la jóven generacion de sus dias: «El señor Mitre, artillero científico, soldado en Cagancha y en el sitio de Montevideo, ha adquirido, aunque muy jóven, títulos bastantes como pensador y poeta. Su musa se distingue de los contemporáneos por la franqueza varonil de sus movimientos, y por cierto temple de voz marcial que nos recuerda la entonacion robusta de Calímaco y Tirteo. Se ocupa actualmente de trabajos históricos que le granjearán, sin duda, nuevos lauros.»
Precisamente en la época en que las líneas que acaban de leerse se publicaban, (año de 1846) la musa del señor Mitre enmudecía, pues, como él lo ha dicho en su conocida Carta-Prefacio, casi todas las poesías líricas que forman su coleccion fueron escritas por él á la edad de veinte años.
Estas poesías, reunidas por la primera vez en un volúmen, se publicaron en Buenos Aires en 1854, precisamente por la imprenta en que hoy se da esta nueva edicion, siendo su editor el mismo que firma esta advertencia.
Aunque se hizo un tiraje bastante copioso para la época, la edicion se agotó muy luego, al punto que á los pocos meses nos fué imposible atender á la demanda creciente de la obra. La demanda, lejos de disminuir ha ido creciendo cada vez mas, como hemos podido cerciorarnos por nosotros mismos en el comercio de libros de que hace veinte años que nos ocupamos, obteniendo precios subidos, que no ha alcanzado entre nosotros ningun libro, los pocos ejemplares que por casualidad se ofrecen en venta.
Esta circunstancia nos ha determinado á hacer de las Rimas de don Bartolomé Mitre una edicion mas completa y correcta que la anterior, á la vez que mas lujosa, satisfaciendo así la demanda del público y enriqueciendo con ella la Biblioteca de Escritores Argentinos que hemos emprendido y de que llevamos publicados ya algunos volúmenes.
Para el efecto, hemos obtenido la colaboracion de un joven literato, quien teniendo á la vista un ejemplar de la edicion de 1854 anotado por el mismo autor, se ha prestado gustoso á dirijir este trabajo, encargándose de su clasificacion y correccion.
A esto se deberá poder incluir en este tomo varias composiciones que no tuvieron cabida en la primera edicion, y que publicadas anónimas andaban dispersas en los diarios; así como el poder presentar algunas otras con toda correccion en su forma definitiva.
Aun cuando el señor Mitre no ha hecho profesion de poeta, como él mismo lo ha dicho, y dejó de escribir versos muy temprano, como todos sus contemporáneos, Mármol, Gutierrez, Dominguez, Rivera Indarte, Irigoyen, Thompson, Balcarce, Cuenca y otros para quienes la lira fué mas bien un arma de combate que un instrumento artístico, precisamente por esto su obra poética es una página de nuestra historia revolucionaria, siéndolo á la vez de la literatura nacional.
Para hacer resaltar este carácter especial de sus poesías, han sido clasificadas bajo un órden metódico, dividiéndolas en cinco libros y agrupándolas por séries segun sus afinidades.
El «Libro Primero», comprende sus poesías patrióticas, escritas casi todas durante la gloriosa lucha de la libertad contra la tiranía, en la que el autor manejó al mismo tiempo la lira y la espada. Entre ellas el Canto á la derrota del Quebracho, la Muerte de Zacarias Alvarez, la Elegía á Lavalle, El Grito de Alarma en 1841 y su composicion Al 25 de Mayo en 1844, durante el sitio de Montevideo, son verdaderas páginas históricas llenas de vida, en que las heróicas pasiones de sus contemporáneos acompañan el canto varonil del poeta. Los Recuerdos de Buenos Aires, en que el proscripto rememora sus bellezas, sus glorias y sus desgracias, el Himno á los Mártires de la Libertad y su popularísima cancion del Inválido, pertenecen tambien á esta série, y tanto ellas como las anteriores justifican el juicio aventajado que á su respecto hizo Echeverría en 1846.
El «Libro Segundo», contiene bajo el epígrafe de Armonías de la Pampa, algunas composiciones, que segun el mismo autor lo ha dicho en una nota puesta al pié de una de ellas, pertenecen á un género esencialmente nacional, que puede llamarse nuevo, así por los asuntos como por el estilo, segun la teoría que él mismo ha desenvuelto sobre este tema. A este género pertenece Santos Vega, El Caballo del Gaucho y El Pato. Por razon del escenario y aun del asunto, hemos creido deber incluir entre ellas la Revolucion del Sud y El Ombú en medio de la Pampa, bien que la primera corresponda mas á las poesías patrióticas y la segunda á las de diverso género reunidas en otro libro.
El «Libro Tercero», comprende bajo la denominacion de POESÍAS DIVERSAS, los asuntos morales, sentimentales, fantásticos ó de caprichosa y fugitiva inspiracion, que corresponden á varios géneros y asuntos. Señalaremos entre ellas la que se titula En la Tumba de un Poeta, El Valz, La Despedida, La Agonía del Poeta, La Desesperacion, las Noches de Diciembre y los Dos Pensamientos, en que no obstante sus variados tonos, predomina un tinte melancólico que les da un aire de familia.
El «Libro Cuarto», bajo el rubro de Poesías Familiares, comprende las composiciones inspiradas por los afectos íntimos del hogar y de la amistad espansiva, descollando entre todas ellas la que lleva por título A mi hija Delfina.
Por último, en el «Libro Quinto» están coleccionadas todas las imitaciones y traducciones poéticas del autor. Entre ellas sobresalen El Cementerio de Campaña de Grey, El Salmo de la Vida de Longfelow y El Apóstol de Beranger, que así por la celebridad universal de los testos, como por la manera magistral con que están manejados, jueces muy competentes estiman como los trabajos mas notables que encierra este libro.
Tal es la edicion que presentamos y que viene á agregar un volúmen mas á nuestra Biblioteca de Escritores Argentinos, de la cual forma parte integrante, habiendo por consiguiente adoptado el mismo formato y papel de los ya publicados, continuando nuestro propósito.
C. C.
Buenos Aires, Marzo 1º de 1854.
Recuerdo que en uno de los mas bellos capítulos de sus Impresiones de Viage, me llamó «poeta por vocacion».
Hoy, al tiempo de publicar mis poesías, se me ocurre retribuir á Vd. aquella fineza, colocando esta carta al frente de su primera edicion. En el mismo capítulo en que me hacía el agradable cumplimiento que he citado, decía Vd., hablando del sitio de Montevideo, de que yo era soldado en aquella época:—«En medio de este caos de intereses, respirando la atmósfera cargada de humo, y encerradas en un horizonte que á cada punto tiene aparejadas tormentas que de una hora á otra pueden descargar sobre sus cabezas, las musas argentinas, cualquiera que sea la ribera donde les sea permitido entregarse á sus sueños, lo divinizan todo, hasta la desesperacion y el desencanto. Me parece que una causa profunda hace al pueblo español por todas partes poeta: inteligencias caidas, como aquellos nobles de otro tiempo descendidos á la plebe, con organizaciones é instintos desenvueltos; mentes elevadas y ociosas que se remueven y agitan én su nada, revelando su elevada condicion por entre los harapos que las cubren. El español, inhábil para el comercio, que esplotan á sus ojos, naves, hombres y caudales de otras naciones, negado para la industria, la maquinaria y las artes; destituido de luces para hacer andar la ciencias, ó mantenerlas siquiera, rechazado por la vida moderna para que no está preparado, el español se encierra en sí mismo y hace versos; monólogo sublime á veces, estéril siempre, que le hace sentirse ser inteligente y capaz si pudiera, de accion y de vida, por las transformaciones que hace esperimentar á la naturaleza que engalana en su gabinete, como lo haria el norte-americano con el hacha de los campos, aquel poeta práctico que hace una pastoral de un desierto inculto, é inventa pueblos y maravillas de la civilizacion, cuando del bosque asoma su cabeza á la márgen del rio aun no ocupado. ¡Yo os disculpo, poetas argentinos! Vuestras endechas protestarán por mucho tiempo contra la suerte de vuestra patria. Haced versos y poblad el rio de seres fantásticos, ya que las naves no vienen á turbar el terso espejo de sus aguas. Y mientras otros fecundan la tierra, y cruzan á vuestros ojos con sus naves cargadas el almo rio, cantad vosotros como la cigarra; contad sílabas, mientras los recien venidos cuentan patacones; pintad las bellezas del rio que otros navegan; describid las florestas y campiñas, los sotos y bosquecillos de vuestra patria; mientras el teodolito y el grafómetro, prosáicos en demasía, describen á su modo y para otros fines, los accidentes del terreno.—¡Qué de riquezas de inteligencia, y cuánta fecundidad de imaginacion perdidas! ¡Cuántos progresos para la industria, y qué saltos daria la ciencia si esta fuerza de voluntad, si aquel trabajo de horas de contraccion intensa en que el espíritu del poeta está exaltado hasta hacerle chispear los ojos, clavado en su asiento, encendido su cerebro y agitándose todas sus fibras, se empleara en encontrar una aplicacion de las fuerzas físicas para producir un resultado útil!»
La diatriva es un poco fuerte, y aunque algo merecida, hace tiempo que le guardo rencor por la parte que me toca como soldado raso en la falange de poetas del Rio de la Plata, que ha divinizado hasta la desesperacion y el desencanto. Monólogo estéril, mentes decaidas, hombres incapaces para la accion, inhábiles para el trabajo, derrochadores de la inteligencia, tales son los calificativos que prodiga á la poesía y á los poetas, deplorando que la fuerza creadora aplicada á ensanchar los límites del mundo inmaterial no se hubiese aplicado esclusivamente á hacer alguna nueva conquista sobre el mundo material. Para confusion de sus detractores y para honor de la poesía, ha tenido que valerse de su propio lenguaje al atacarla, como esos caudillos de la montonera, que al mismo tiempo que procuraban desacreditar la táctica europea, se servian para contrarrestarla de sus propias maniobras mal aprendidas y peor enseñadas.
Ya veo, que si le diesen á organizar el mundo, desterraría como Platon, á los poetas de su república, sin embargo de que Vd., lo mismo que aquel grande hombre, tiene mas de poeta que de filósofo, y solo le falta para complementar su inteligencia privilegiada, iluminar la parte tenebrosa de su mente con la luz resplandeciente de la poesia.
Tal es el objeto que me propongo en esta carta, y creo que lo conseguiré, haciendo resonar en el fondo de su conciencia aquella voz misteriosa que gritó á San Pablo, perseguidor de los cristianos:—«Saulo, ¿por qué me persigues?»
Habiendo V. estudiado filosofía sin maestro, como yo, debe haber leido á Herder, Bouterweck, Richter, Jouffroi, Schlegel, Burke, Winckelman y tantos otros, y por consecuencia debe saber lo que es estética, palabra derivada del griego, que, si hemos de dar crédito á los que comprenden este idioma, significa sensacion, sentido, facultad de sentir; y por medio de la cual se designa la parte de aquella ciencia que esplica y analiza la teoría de lo bello, de lo agradable y lo sublime. Asunto es este que ha inspirado á Kant uno de sus libros mas serios y bien pensados, libro que obligó á los espíritus mas austeros á dar carta de ciudadanía en los dominios filosóficos á la ciencia de la estética, que ya Baumgarten habia bautizado con el nombre alambicado de «Filosofía de las Gracias y de las Musas».
Sabiendo todo esto, debe saber tambien que la estética divide el imperio de las artes en dos; artes de espacio, y artes de tiempo, es decir, artes que se ven ó que se palpan, ó artes que se oyen ó se sienten. A las primeras corresponden la pintura, la escultura y la arquitectura; y á las segundas, la música y la poesía, division con la cual yo no estoy del todo conforme, por las razones que paso á esponer.
Yo considero la poesía como un arte sintético, ó lo que es lo mismo, un arte que obra sobre la imaginacion y sobre los sentidos á la vez, por la doble combinacion de las formas materiales é inmateriales del espacio y del tiempo. Así ha observado Sismondi con mucha propiedad que «la poesía es una feliz combinacion de dos de las mas bellas artes: música por los sonidos y pintura por las imágenes.» Esto se comprueba con la profunda observacion hecha por todos los críticos de que, los mas grandes poetas son precisamente aquellos cuyas ideas poéticas son susceptibles de representarse por medio de la pintura, como se vé leyendo con atencion las obras del Dante ó de Milton; habiendo el primero inspirado á Miguel Angel los famosos frescos, cuyos dibujos ornados por la mano del Giotto, habrá podido ver en la biblioteca del Vaticano; y habiendo sido propuesto el segundo como modelo á los pintores por uno de los grandes prosadores de nuestra época, por Guizot. D'Ampere, un espíritu no menos sério, ni menos profundo ha dicho á este respecto: «La grande escultura griega, tal como se muestra en la Niobe de Florencia ó en las estátuas del Partenon, es la poesía homérica traducida en mármol. El Dante dibuja sus figuras á la manera enérjica, atrevida y grandiosa de Miguel Angel; y el fresco del Juicio final es un canto del Dante.»
No puede negarse que la línea, el colorido y la palabra tiene sus límites, y que á la pintura y á la escultura les está vedado lo que es permitido á la poesía, pero esto no destruye la regla general de que, para escitar la admiracion, la pintura necesita ser poética, así como la poesía necesita ser pintoresca. La razon de esto es muy clara: la idea que escapa á la pintura, es decir, la idea que no es pintoresca ó que no tiene cierto movimiento dramático, se presenta confusamente á la imaginacion.
Toda esta disertacion metafísica—que vá á hacerme pasar la plaza de pedante—no tiene mas objeto que crearme un punto de apoyo para repetir lo que se ha dicho tantas veces, que «algo le falta al hombre que es insensible á los encantos de la música ó de la pintura» y que por consecuencia le falta todo al que no es susceptible de comprender todas las bellezas de la poesía, que condensa á la vez la imágen y la armonía.
Y á propósito, ya que hablamos de música, ¿sabe V. quien fué el inventor de la lira? Segun dice Apoliodoro, (aun cuando los descubrimientos de Champollion parecen desmentirlo, pues solo se ha encontrado el arpa en los monumentos egipcios) su inventor fué Hermes Trimegisto, secretario de Osiris, quien habiendo encontrado en las riberas del Nilo una tortuga muerta, cuyos nérvios resecos por los rayos del sol se habian convertido en cuerdas sonoras, tomó de aquí la idea del instrumento que hoy simboliza la poesía y al son del cual bailaba el hierofanta egipcio, espresando simbólicamente las revoluciones de los astros y el órden aparente del universo. A esta escuela musical perteneció Moises, y ella dió orígen al arpa hebráica, á los salmos de David, á los cantares de Salomon y á las lamentaciones de Jeremías.—Algun tiempo despues, inventó Hiagnis la flauta frigia, que acompañó los primeros himnos que se cantaron en honor de Baco y de Pan. Estos dos instrumentos (poniendo, si se quiere, el arpa en vez de la lira) tomados de la naturaleza, compusieron la primera orquesta de los tiempos primitivos, y de la lira ó arpa egipcia y de la flauta frigia, ha nacido ese lenguaje universal que cuenta hoy mas de ochenta sonidos, y que segun me lo aseguró un dia el gran pianista Hertz, puede dar mas de cien sonidos distintos en el piano; mientras que los idiomas mas ricos de nuestros dias no pueden dar ni la mitad. ¿Cómo esplica Vd. este misterio? Es que la música, mas filosófica que los filósofos, y menos desdeñosa que los hombres de letras, ha recojido en su seno todas las modulaciones de todos los idiomas antiguos y modernos del norte y del mediodia, con las cuales se ha enriquecido, en la misma proporcion en que se ha empobrecido el idioma hablado, por el radicalismo exagerado de hombres que á título de espíritus sérios y positivos, pretenden desalojar á la armonía poética del último atrincheramiento en que se defiende aun con heroismo, rechazando los ataques violentos de los prosistas iconoclastas, cuyo bello ideal es un lenguaje sin símbolos y sin música, y para quienes la estructura del verso no es una forma tomada de la naturaleza misma, como la lira egipcia, (ó griega segun otros) sinó una combinacion feliz del capricho humano—«un ingenioso contrasentido», como decía Newton. Por eso el verso se le presenta á Vd. como la prision del pensamiento; por eso vé en él un obstáculo mas bien que un punto de apoyo; por eso, en fin, cree que una idea pierde en profundidad todo cuanto gana en sonoridad; y esto esplica, ya que no disculpa, su juicio desventajoso sobre la poesía.
Si Vd. hubiese hecho un estudio detenido de las leyes de la versificacion, si se hubiera propuesto darse cuenta de la razon del yambo, del dáctilo, del troquéo y del espondéo, habría visto que todo su mecanismo reposa sobre la combinacion de las sílabas agudas y graves caracterizadas por los acentos; y que el movimiento del verso, su número y sus pausas, obedecen á reglas constantes que tienen su orígen en la naturaleza de los idiomas, y en la organizacion humana, siendo la rima y la cantidad de sílabas, lo mas secundario que hay en la estructura del verso. Así vemos que el francés, que es el único idioma moderno que no haya adoptado para su versificacion la prosodia poética inventada por los provenzales,—de que hablaremos mas adelante—es en manos de sus mas grandes poetas, un instrumento pobre é insonoro, por no contar con mas recursos métricos que con los que le presta el número de sílabas y la repeticion de la rima, lo que hace que los franceses hayan llegado hasta el grado de negar que exista una armonía poética fuera de estas dos condiciones materiales. Por eso la lengua francesa es la lengua mas prosáica del mundo, segun lo han reconocido sus grandes hablistas, y entre ellos Cárlos Nodier y Michelet; lo cual esplica porque la Francia no haya producido un gran poeta, digno de rivalizar con Homero, con Virgilio, con el Dante, con Byron, con Goethe, con Camoens ó con Calderon, y la razon porque no lo producirá jamás. Aquí tiene Vd. demostrado hasta la evidencia la importancia de la forma métrica, y la influencia que ella ha ejercido y ejerce en el desenvolvimiento del entendimiento humano.
No estrañe que entre en estos detalles minuciosos sobre la cadencia poética en sus relaciones con la música y con la naturaleza humana, desde que ellos me sirven tan eficazmente al objeto que me he propuesto en esta carta. Ademas, como lo ha dicho Sismondi, «la estructura del verso, esta parte en cierto modo mecánica de la poesía, está ligada por acordes misteriosos y secretos, con nuestras sensaciones, con nuestras emociones, con todo aquello que habla á nuestro corazon y á nuestra imaginacion, y seria conocer muy mal el lenguaje divino de los poetas, considerarla solamente como una traba impuesta al pensamiento. Los versos no conmueven nuestras almas, no cautivan nuestras pasiones, sinó porque tienen algo de mas íntimo que la prosa, algo que se apodera de todo nuestro ser, encontrando mas directamente el camino del espíritu y de los sentidos, y trayéndonos impresiones mas completas que las que el lenguaje por sí solo y desprovisto de estos accesorios puede despertar.» Y mas adelante agrega: «La rima es una especie de llamamiento al recuerdo y á la esperanza, ella despierta una sensacion pasada y hace desear una nueva, realza la importancia de los sonidos, y dá en cierto modo una especie de colorido á las palabras.»
Nada de estraño sería que los poetas elogiasen su lenguaje, pero cuando los mas eminentes prosistas proclaman su superioridad, preciso es reconocer que hay en él algo de verdaderamente sublime, y que por lo menos, no se le debe juzgar sin haberle estudiado antes.
Si del lenguaje poético, considerado en sus relaciones con la música y con la organizacion humana, la mente se eleva hasta la contemplacion de la idea abstracta, y penetra en los dominios de la psicología, se verá que, siendo la poesía á la prosa, lo que el drama lírico es al drama recitado, ella no es otra cosa que el lenguaje á toda orquesta, la palabra que se acompaña con la música del ritmo y de la rima, que se impregna de ella, que la asimila á su ser, que funde en un todo compacto la idea y la armonía al fuego inestinguible de la inspiracion que arde en la cabeza del poeta. Así es como la poesía, á la manera de una onda sonora, penetra en lo mas hondo de la imaginacion y de la conciencia, apoderándose al mismo tiempo de los sentidos, despertando suavemente las emociones perezosas que dormitan, haciendo sentir al hombre la unidad de su ser, formando en el fondo del alma un acorde sublime, y dominando con su canto las emociones disonantes del corazon humano.
Suprimid la poesía, y las relaciones del hombre con la naturaleza quedan interrumpidas, mientras que nuestras facultades, funcionando aisladamente como en sueños, jamás producirán ese acorde sublime que es el resultado de la imágen, del sonido, del movimiento y de la abstraccion; que son las cuatro grandes manifestaciones de la vida, los cuatro principios constitutivos de las bellas artes, los cuatro elementos de cuya combinacion se forman todos los productos intelectuales, y que la poesía es la única que condensa y reduce á una sola fórmula.
La poesía es el puente misterioso que une al hombre físico con el hombre moral, y que pone en contacto todas sus facultades; por eso decia Schiller:—«Para filosofar, basta la mitad del hombre mientras que la otra mitad puede descansar: pero las musas lo absorben todo.» Para ser poeta, se necesita sentir y pensar á un mismo tiempo, y poner en ejercicio el poder de abstraccion á la vez que la imaginacion, porque lo que no conmueve y convence, no merece el nombre de poesía. Las ciencias y las artes no tienen alas para volar mas allá de las fronteras del mundo material, ni ojos para objetos que se hallen fuera del alcance del telescopio. La poesía ademas de tener alas y de tener ojos para recorrer el universo y contemplar en él cuanto hay de grande y de bello, puede lanzarse á los espacios infinitos de la creacion, penetrar en los dominios del mundo inmaterial, poner al hombre en relacion con Dios, y establecer entre el cielo y la tierra aquella cadena de oro, que segun los antiguos, ligaba á la criatura con su Criador.
Esto es la poesía, esto es el arte divino, del cual ha dicho Vd. que solo tiene sacerdotes entre los hombres incapaces de accion, esto es lo que Vd. ha llamado «monólogo sublime á veces, estéril siempre».
Una república prosáica, tal cual Vd. parece desearla, tendria mucha semejanza con aquella pálida mansion de los héroes de la antigüedad, que el Dante nos describe en su Infierno: imágen debilitada de la vida, en que las sombras vagan sin esperanzas de un bien mejor, llorando la pérdida de una felicidad que nunca conocieron. Sería un cuerpo sin alma; sería la bella estátua de Prometeo sin el fuego sagrado que la dió vida y movimiento. Desheredados de la poesía, ¿qué voz simpática responderia á las armonías secretas del corazon? ¿qué potencia sobrenatural nos elevaria á la contemplacion de lo infinito? ¿qué relámpago iluminaria con sus resplandores pasageros las profundidades de nuestro ser? ¿por qué medio se dirigirian los instintos, una vez quebrado el instrumento usual con que se forma y desarrolla el sentimiento y la inteligencia de lo bello? Preguntas son estas que pondrian en bárbaros aprietos al legislador en teoría de esa soñada república platónica.
No sé por qué me parece encontrar cierta analogía entre su idea y las asociaciones de las abejas, de las hormigas y de los castores. Hé aquí tres repúblicas que realizan el bello ideal de los positivistas, y que llenan todas las condiciones pedidas por Vd.: repúblicas de matemáticos, de ingenieros, de químicos y de industriales, que pasan la vida cavando la tierra, edificando y destilando, «aplicando al trabajo todas las fuerzas físicas sin «malgastar sus fuerzas intelectuales en ornamentaciones inútiles, ni en monólogos sublimes, pero estériles»; y deshojando las flores para arrojar sus perfumes en el gran alambique de la fábrica comunista! Hé aquí su bello ideal: el hombre menos la idea del progreso, menos la aspiracion á lo infinito, menos la condicion de la perfectibilidad; porque, desengáñese, sin la poesía bajo alguna de sus formas, el progreso, la abstraccion y la perfectibilidad son imposibles. Así se vé que los castores, las hormigas y las abejas fabrican sus casas, hacen sus provisiones, trazan sus exágonos y destilan la miel lo mismo hoy que al principio del mundo, lo mismo mañana que hoy, sin dar un paso adelante. ¿Por qué? Porque les falta la poesía que satisface á la aspiracion de lo mejor, de lo ideal, que es el resorte poderoso de la perfectibilidad humana. Su aspiracion prosáica me trae á la memoria en este momento los versos de un poeta español del siglo pasado:
Dura resolucion desesperada
Labrarse un molde en qué vaciar la vida,
Sin que se altere de la estampa nada.
Los espartanos pretendieron tambien estirpar la poesía del corazon, y lograron fabricar un molde artificial para dar una nueva forma á la naturaleza humana, ¿y qué consiguieron? destruir el libre albedrío, arrebatar á la inteligencia el atributo mas bello de la divinidad, despojar á la humanidad de sus amables virtudes, sin estirpar sin embargo esa poesía colectiva, á despecho del mismo pueblo que la rechazaba, que, como lo ha observado Tocqueville, es el signo característico de la poesía democrática. La república de Esparta no es, por otra parte, sino un engendro de la imaginacion poética de Licurgo, que concibió una asociacion en su cabeza, la formuló en un poema que llamó leyes, y fanatizado por su idea, como Saint-Simon y Fourrier en nuestros dias, dió su vida á trueque de ver realizada su teoría, hija mas bien de la fantasía que de la observacion de la naturaleza humana.
Apesar de tantas precauciones, la música y la poesía tenian un culto secreto en el corazon de aquellos austeros ciudadanos, dispuestos á morir por sus santas leyes; y la prueba de esto es, que allí fué donde se añadió una cuerda mas á la lira, lo que le valió un destierro perpétuo al inventor, bajo el pretesto de que tales armonías convidaban al pueblo á la molicie.
La lira se encargó de su venganza.
Años despues, los de Esparta en guerra con los Mesenianos, pidieron auxilio á Atenas. Esta República les envió por contingente un poeta armado de una lira. El poeta se llamaba Tirteo. Sus himnos guerreros encendieron el entusiasmo en todos los corazones y templaron la fibra viril del pueblo abatido por la derrota, que voló con decision á la batalla. Rotos los escuadrones de Esparta, los dispersos oyeron á su espalda la voz robusta de Tirteo, que se acompañaba con la lira encordada por los Espartanos, y volviendo caras, conquistaron de nuevo el lauro de la victoria, probando á sus enemigos que la poesía lejos de convidar á la molicie sabe exaltar lo que hay de mas noble y de mas sublime en el corazon humano. Por esto, el mismo Licurgo se vió obligado á confesar que el triunfo de Lacedemonia se debia á Tirteo. Los Lacedemonios, salvados por la poesía, que en vano habian procurado proscribir, dieron á Tirteo el título de ciudadano, y promulgaron una ley para que en adelante sus poesías fuesen recitadas á los ejércitos de la república, reunidos en torno de la tienda de campaña de sus Generales.
A Vd., á quien veo muy propenso á seguir el ejemplo del éforo espartano, puesto que, segun Vd., la poesía es hija de la impotencia y la pereza, bueno es predicarle con estos ejemplos elocuentes que echan por tierra todas sus teorías, que con la mayor seriedad llama cosas prácticas. Y ya que andamos viajando por la antigua Grecia no abandonaremos este pais encantador, cuyos laureles nos quitan el sueño, sin haber hecho otra escursion por su historia. En una carta que nada tiene de geográfica, son permitidos estos paseos caprichosos, en que la imaginacion gusta estraviarse por los senderos floridos que se abren ante sus pasos, aunque ignore á donde van á parar.
La palabra poesía deriva del griego, y si hemos de dar crédito á los filólogos, significa crear, componer, fabricar, hacer, construir, en fin, es una verdadera palabra enciclopédica, que representa dignamente á la potencia creadora por escelencia, que á la manera del Creador sobre el barro, sopla sobre una idea invisible, le dá forma y vida, y la inmortaliza por los siglos de los siglos, sin el auxilio de la reproduccion.
Marmontel pretende que allí donde esa palabra tuvo su orígen fué donde nació la poesía. La historia desmiente esta hipótesis: la poesía nació con el hombre, y el idioma rítmico fué el primero que vibró en su lábio balbuciente, como el gorjeo es el primer sonido que sale de la garganta de las aves. Si el hombre no fuese perfectible habria hablado eternamente en verso, como el pájaro que por no ser susceptible de aprender á hablar, se ha quedado con su lenguaje primitivo, sin poder alcanzar hasta la prosa, que es, como lo observa Michelet, la última forma en que se concreta el pensamiento humano. ¿Y quién nos dice que porque el pájaro no pronuncie palabras como el hombre no hay poesía en su canto? Qué otra cosa es la poesía sino la queja tierna ó dolorida, la vibración armónica de cada organizacion, las emociones ó las ideas íntimas que se convierten en sonidos al pasar por los lábios como el viento al pasar por las arpas eólicas? En este punto estoy de acuerdo con Calderon, que dice que el pájaro es poeta, susceptible de pensar y de sentir, y por lo tanto de hacerse comprender en el lenguaje que le es peculiar. Cito los versos en que así lo da á entender, porque son admirables y dignos de un gran poeta:
Y con acento suave
Se queja una simple ave,
Y en amorosa prision
Así aliviarse pretende;
Que al fin la queja se entiende
Si se ignora la cancion.
Pero dejando aparte esta profunda cuestion fisio-ornitológica; de lo que no hay duda es, que el verso precedió á la prosa, y sus mas antiguos monumentos así lo atestiguan. Esto se prueba con la historia de los tiempos primitivos.
El Ejipto, cuna de la civilizacion del mundo, donde estudiaron la música Moises y Pytágoras, tuvo en su orígen cantos para todos los trabajos, calculados para reglar el movimiento de los trabajadores por médio del ritmo, pues sus habitantes como grandes observadores de la naturaleza habian descubierto ya el fenómeno fisiológico que se ha esplicado en nuestros dias, de como la música y las canciones hacen sobrellevar por mas largo tiempo la fatiga con menos cansancio del hombre. Este pueblo, que tenia sin duda el órgano de la simetría, y que sujetaba al ritmo hasta los trabajos de campo, las ceremonias religiosas y las revoluciones de los astros, no puede haber hablado en sus primeros tiempos otro lenguaje que el métrico; y aunque ni los Árabes ni los Griegos hagan mencion de sus poetas, esto no prueba que su modo de hablar dejase de ser cadencioso, como el de todos los pueblos primitivos pues de esto á lo que propiamente se llama poesía hay una gran distancia.
Los primeros civilizadores de la Grecia fueron músicos y poetas. Los sacerdotes, los sábios los médicos los filósofos y los matemáticos, fueron los primeros poetas griegos.
Anfion, por el poder irresistible de las armonías de su lira, segun cuenta la fábula, puso en movimiento las piedras y levantó los muros de la ciudad de Tebas.
Orfeo, que hizo parte de la espedicion de los Argonautas, cuyo viage es tan cierto como el de Colon, domesticó á las fieras con los blandos sonidos de su lira, segun cuenta la misma fábula. Aun cuando pueda ponerse en duda este milagro y el de Anfion, ahí están sus Himnos de Iniciacion para comprobar que antes de que hubiese prosa hubo un poeta. Ahí están para mayor abundamiento los mitos y las poesías Índicas, anteriores á las leyendas y á los himnos de Orfeo.
Homero y Hesiodo, su contemporáneo, que ennoblecieron el dialecto jónico, reasumieron en sus poemas toda la civilizacion de un mundo, concretaron todo un ciclo histórico, y ensanchando los límites del corazon y de la intelijencia, pusieron al hombre en relacion con todos los objetos de la naturaleza de que estaba rodeado.
Solo ochocientos años despues de Orfeo, y cuatrocientos años despues de Homero y Hesiodo, apareció por primera vez la prosa en Grecia, en el año 600 (antes de J. C.) Segun algunos eruditos, el honor de esta invencion corresponde á un indio llamado Bidpai; segun otros, á un esclavo frigio llamado Lokman, que no falta quien diga que es el mismo Esopo. Plinio sostiene que la gloria de la prosa corresponde al filósofo Pherecydes, y á Cadmo de Mileto la de la historia. Otros piensan con Strabon que deba darse la prioridad á Cadmo. Ambas opiniones encontradas convienen empero en un punto, y es, que tanto la prosa de Cadmo como la de Pherecydes, su contemporáneo, eran todavia una imitacion del lenguaje poético, consistiendo toda su innovacion en romper la medida del verso.
Pytágoras, la cabeza mas matemática que haya producido el mundo, sin escluir la de Pascal, continuó pensando en verso, y en verso continuó hablando á sus discípulos, que en sus Versos Dorados nos han transmitido las lecciones de aquel gran maestro y de su inmortal escuela.
Hasta la época de Platon no se acreditó la prosa entre los filósofos griegos.
Los latinos no conocieron la prosa sino 307 años despues de la fundacion de Roma, en que con motivo de una arenga pronunciada ante el Senado por Apio Caecus, para exitarlo á que no hiciera alianza con Pyrro, se introdujo el uso de este lenguage en la vida civil.
Los Arabes no escribieron en prosa hasta el siglo VI de nuestra era, es decir, bajo la dominacion de Mahoma; y en Irlanda no se hizo uso de ella hasta el siglo XII.
Basta lo dicho para demostrar que la poesía precedió á la prosa, y que esta no es otra cosa en realidad, que el verso roto y descompuesto ajustado á otra cadencia mas grave y menos vibrante.
Aquí tiene Vd. como al descomponer los versos y ensartarlos unos tras otros, no ha hecho otra cosa que plagiar á los primitivos prosadores, repitiendo sin sospecharlo, uno de los pasos mas gigantescos que haya dado el lenguage universal, cual es la transicion del verso á la prosa.
Pero lo que en los antiguos era un progreso, en Vd. es un retroceso; y para demostrarle claramente esto que parecerá una paradoja, necesito entrar en algunos detalles técnicos sobre la versificacion.
En las edades primitivas era mas fácil hacer verso que prosa, porque el lenguage métrico era para el hombre lo que el canto para el pájaro, en razon de que, fundándose los idiomas primitivos sobre sonidos imitativos, eran mas sonoros, mas armoniosos, mas ricos en su pronunciacion, y todas sus palabras, á la manera de esas tres notas musicales que de cualquier modo que se combinen producen una melodía, de cualquier modo que se mezclasen, siempre daban por resultado un verso. Eran tambien, si así puede decirse, mas pintorescos, pues como lo observa un crítico español, "los sonidos prolongados mas bien que articulados, de que están llenas las lenguas salvages, parecen mas propios para conmover la imaginacion pintando, que para hablar al entendimiento definiendo." En tales idiomas, todo el artificio del verso—si es que artificio habia—consistia en la medida de las partes y en los tiempos de la pronunciacion. La inspiracion era todo: el verbo no se habia encerrado todavia—segun la espresion de Nodier—en el tubo de una pluma. Como entre los antiguos la música y la poesía estaban identificadas, pues segun dice Strabon, "hablar y cantar era lo mismo en otro tiempo", el ritmo gobernaba á la melodía. Cada sílaba tenia un sonido y una duracion determinada, y la division de las sílabas en largas y breves, habia asimilado completamente el ritmo poético al ritmo musical. Así es que en Grecia, el descubrimiento de un nuevo metro daba por resultado inmediato la invencion de una nueva música, y las escuelas musicales que conocemos con los nombres de dórica, lidia, frigia, jónica, y eólica, no estaban fundadas sino en la diversidad de metros, siendo los sonidos radicales exactamente los mismos. Cada verso estaba dividido en cierto número de compases, á que damos todavia el nombre de pies, y cuya pronunciacion, alternada dentro de tiempos iguales, producía la cadencia que venia á herir el oido periódicamente, cualquiera que fuese la diversidad de los sonidos. El movimiento alternado de las sílabas largas y breves ó vice-versa, y la combinacion armoniosa de los pies ó compases, era lo que producía la diversidad de metros, la cual fué prodijiosa entre los Griegos y Romanos. Debido sin duda á ese sentimiento de la armonía que se desarrollaba con el hombre, y que dejaba libre la imaginacion para remontar su vuelo, es que las edades primitivas hayan producido poetas tan sublimes como Homero y como Job, poetas que no serán igualados jamás, á menos que la humanidad no vuelva á encontrar la rica prosodia de los primeros tiempos.
Hoy sucede todo lo contrario. Es mas fácil hablar y pensar en prosa, que cantar en verso, habiéndose multiplicado las dificultades de la versificacion, así por la complicacion del nuevo sistema métrico cuanto por las abstracciones de que las lenguas modernas se han impregnado, al absorver tantas ideas nuevas y complexas como han surgido de la mente humana. La rica prosodia de los idiomas onomatopéyicos ha desaparecido en los idiomas modernos, y con ellos el ritmo y la cadencia de la versificacion primitiva, falta que ha sido necesario suplir con la invencion del actual sistema métrico, cuyos recursos armónicos consisten en períodos musicales, marcados por consonantes ó asonantes, acentos y apoyaturas, arte completamente desconocido de los antiguos, por que esto era totalmente inútil, desde que el ritmo suplía ventajosamente la rima. Los provenzales fueron los primeros que se apercibieron de la dificultad de distinguir las sílabas en largas y breves, como lo hacían los antiguos, y los que á imitacion de los Arabes (á lo que parece) sacando partido de una lengua enérgicamente acentuada, combinaron hábilmente las acentuaciones haciéndolas alternar con las sílabas no acentuadas, y añadiendo el ornamento de la rima produjeron en su conjunto un movimiento análogo al del verso antiguo, aunque por otra parte cada sílaba dejó de tener su valor musical, como sucedía anteriormente. Tal es la teoría de la cesura que divide el verso en dos partes de un movimiento uniforme ó acompasado, dando al oído un ligero descanso que rompa la monotonía, de lo que proviene que versos de un mismo número de sílabas difieran tan notablemente entre sí. La colocacion respectiva de los acentos y apoyaturas decide del movimiento del verso: así es que, hay varias clases de versos endecasílabos, cada uno de los cuales representa en realidad un metro distinto, fenómeno de que no se han apercibido todos los poetas españoles.
Tales son las leyes de la versificacion moderna, á las cuales se han sometido las lenguas del mediodia de la Europa, á escepcion de la francesa, como lo observé antes. En esta última, el esfuerzo de la pronunciacion está repartido igualmente entre todas las sílabas, sin que el acento marque el sonido capital de cada palabra, de lo que proviene el martilleo monótono de sus versos, martilleo que Víctor Hugo ha pretendido corregir por el corte del alejandrino, asimilándolo en cierto modo á la prosa, que es lo mismo que los españoles—y entre ellos Moratin y Jovellanos—han hecho con el verso blanco. Hablando de esto, dice el autor de La Literatura del Mediodia de la Europa:—"En nuestra poesía moderna, las sílabas no son consideradas por lo que respecta á su duracion solamente, sino tambien en cuanto á sus acordes; y esas vocales, ya ligeras, ya sensibles ó sonoras, no pasan desapercibidas cuando la rima las hace esperar y determina su situacion. ¿Qué seria de la poesía provenzal si no buscásemos en ella mas que el pensamiento, tal cual puede reflejarlo una prosa lánguida? Habia en ella algo mas que el simple sentido de las palabras, cuando el trovador armonizaba su bello lenguage con los sones melodiosos de su arpa; cuando la inspiracion guerrera le suministraba rimas enérgicas, nerviosas y resonantes; cuando espresaba la embriaguez del amor por medio de sonidos tristes y voluptuosos. La prosodia, del mismo modo que la rima, se acordaba con las emociones de su alma, mucho mejor que el sentido de las palabras; la acentuacion repetida y precipitada, que golpeaba cada segunda sílaba en los versos yámbicos, parecia corresponder á las pulsaciones de su corazon, y al movimiento del alma. Así fué como por medio de esta sensibilidad esquisita de las impresiones musicales, y de esta organizacion delicadísima, inventaron los trovadores un arte de que ellos mismos no podian darse cuenta, y como, con el auxilio de una nueva armonía, lograron comunicar esa emocion del alma, que todos los poetas han buscado, y que no pueden encontrar sinó siguiendo las huellas de esos inventores de nuestra prosodia."
La rima y el acento: hé aquí, pues, los dos pilares en que se columpia suavemente el verso, hé aquí las dos condiciones que lo caracterizan; hé aquí las dos líneas pronunciadas que lo separan del verso antiguo, y la causa de que sea tan difícil hablar y pensar en verso en nuestros dias. Esta dificultad es tal vez la causa de que el mundo, despues de la aparicion de la prosa, y despues de la extincion de los idiomas muertos, haya producido un número tan limitado de grandes poetas, todos los cuales han quedado siempre muy abajo del original, incluso Virgilio, que es un reflejo de la poesía primitiva. Pero estas nuevas dificultades impuestas al lenguage poético, si por una parte han disminuido el número de los que pueden hablar en verso, por otra parte han servido eficazmente á su adelanto, dándole ese resorte poderoso que hace que el pensamiento se escape con mas potencia á medida que mas se reconcentra. La rima, que Madama Staël, llama "el eco del pensamiento," ha contribuido no poco á templar la poesía, que de otro modo sería un lenguage lánguido y descolorido, y asi se observa estudiando las obras de los grandes poetas, que huyen con cuidado de emplear consonantes vulgares para espresar pensamientos sublimes, y que muchas veces la rebusca de un consonante original, imprime á la idea una novedad inesperada, abriendo á la imaginacion nuevos horizontes, que de otro modo la inteligencia no habria entrevisto.
Los que crean ver en esos accesorios de la poesía, las ornamentaciones plásticas de un arte en decadencia, se equivocan sobremanera; desde que, como se vé, esos accesorios de la poesía son parte integrante de ella, como los nervios del cuerpo humano. La fuente de la poesía no se ha agotado aun, bien que los poetas de estos tiempos no vayan á beber la inspiracion en las ondas de Helicona, y la lira del clásico Apolo es un instrumento que está muy lejos de haber dado todas sus armonías. Como lo observa D'Ampere:—"todo en este mundo tiene su colocacion, y la poesía conservará eternamente la suya. Siempre habrá una necesidad de ideas, una aspiracion hácia un mundo superior, que cada dia será mas difícil satisfacer, y á la cual no podrán jamas bastar ni las altas abstracciones del pensamiento, ni los curiosos resultados de la ciencia, ni los descubrimientos de la historia. Despues de todo lo que se ha hecho, hay todavia muchos abismos que esplorar en la imaginacion y en el corazon del hombre. Hay que pintar todavia los nuevos sentimientos que desenvuelve el progreso de los siglos; y hasta las grandes ideas de la ciencia, las vistas elevadas de la filosofía, de la historia, tienen su poesía, y esta poesía, está por crearse. Existe para la humanidad un océano de entusiasmo que está muy lejos de agotarse." Renuncie pues, á su insensato empeño de romper ese instrumento, cuya escala no tiene término, cuyas notas son infinitas, y que todavia no ha recorrido la millonésima parte del diapason de las pasiones. Lejos de eso, si á mí me fuera dado, no solo procuraria retemplarlo, sino que daria mucho por poder rehacer los libros poéticos de las antiguas religiones, que Vd. sabe leemos hoy en prosa, por haberse perdido la prosodia de los idiomas primitivos, sin embargo de que el perfume de su exquisita poesía, trasciende al través de las edades.
Pero observo que el sendero florido que seguíamos nos ha llevado á la frontera del antiguo Egipto. Volvamos hácia atrás en busca de nuestra querida Grecia, que todavía no he agotado el tema, y en ella hemos de volver á encontrar al Egipto. Hablábamos de Homero.
Para Vd., la epopeya de Homero es un monólogo estéril y sublime. Pues bien, ese monólogo estéril y sublime es el resúmen de la cosmogonía y de la filosofía sacerdotal del Egipto, cuna de la civilizacion del mundo. Así dice el erudito don Agustin Duran, que «Hesiodo y Homero, creadores de la epopeya Griega, formaron sus poemas, redactando con sus fábulas todo el sistema político, filosófico y religioso que constituye el espíritu de los pueblos progresivos, bajo cuyos auspicios marcha aun la sociedad europea.» No es de estrañar que en vista de una obra tan vasta y tan sublime, muchos hayan dudado de la existencia de Homero—entre ellos Vico, en su Scienza Nuova—acreditando la hipótesis de que la Iliada y la Odisea se componen de una série de cantos populares, que transmitidos de siglo en siglo por la tradicion oral, adicionándose con nuevos cantos al pasar por cada generacion, llegaron á formar esos dos libros inmortales, cuyo verdadero autor es todo el pueblo griego. Cuando hablemos del Romancero español verá que la hipótesis no carece de fundamento racional, pero por ahora, sea que Homero haya existido ó no, para el fin que me propongo es lo mismo, puesto que con este ejemplo le demuestro hasta la última evidencia, que no solo el lenguaje poético sino la poesía mas sublime, fué la primera manifestacion de la inteligencia humana, el primer molde en que se vació el verbo hecho hombre para redimirnos del cautiverio de la ignorancia.
Si esto no le bastase para convencerse de la verdad de mi tésis, oiga á los génios investigadores que han compulsado los monumentos escritos de la antigüedad, y le dirán que el Veda enigmático de los Bracmas, las tradiciones pérsicas de los Güebros, el Zend Avesta de Zoroastro, los libros de Osiris, el Koran, y el Edda de los Escandinavos, fueron escritos, «en un lenguaje métrico y sentencioso», así como el Génesis y los demás libros poéticos de la Biblia; y que los Frigios y los Licios, en la estremidad occidental del globo, lo mismo que los Túrdulos y Turdetanos en el mediodia de la Europa—segun lo dice Strabon y lo repite Humboldt—redactaron en verso sus leyes, á las cuales asignaban una antigüedad de seis mil años.
¿Cómo, pues, habla con tan poco respeto de la poesía que hizo surgir la luz de la inteligencia, el mundo moral de las ideas, del caos sin forma ni color de las masas inertes de nuestro ser material?
¡Arrodíllate, pecador, y pide la absolucion de tu blasfemia, á los piés de esa madre misericordiosa, que se llama poesía, y de cuyo seno mana la leche y la miel con que alimentas tu alma!
Pero no, antes de vestir la cándida túnica de los neófitos, volvamos á la Grecia por la última vez, y estudiemos el mágico poder de la poesía en uno de sus mas grandes pueblos y de sus mas grandes hombres: Atenas y Solon.
Los atenienses, despues de haber sido batidos por los de Megara—ciudad dórica—decretaron la pena de muerte contra todo el que hiciera una mocion para retornar á Salamina. Algunos años despues, un poeta hizo llorar al pueblo con el relato de las desgracias de Jonia, y el poeta fué multado por el tribunal, imitando en esto la crueldad de Esparta al desterrar al que encordó la lira.
Solon, comprendiendo todo el partido que podia sacarse de la poesía para imprimir al pueblo un movimiento eléctrico y sublime, haciéndose el insensato, infringió el decreto sobre Salamina, entonando en la plaza pública un cántico guerrero, por medio del cual, el futuro legislador, cual otro Tirteo, logró encender el entusiasmo popular. El pueblo pidió á gritos el ataque de Salamina, y Solon haciéndose general en gefe, y cambiando la lira por la espada, tomó á Salamina á la cabeza de quinientos hombres.
Al dejar para siempre las playas de la Grecia, yo le impongo por todo castigo, que coloque ese lauro militar sobre las sienes de la poesía, para que otra vez se mida un poco, antes de calificar de estéril á la que tantos hechos gloriosos, tantas acciones generosas, tantas ideas sublimes y tantos sentimientos nobles ha sabido producir.
No es este y el de Tirteo, el único lauro guerrero que la poesía puede revindicar para sí.
Dando un salto al través de los siglos, trasladémonos á la risueña Italia, que Vd. ha visitado con religioso respeto, segun nos cuenta en sus Viages.
Si es que ha leido la historia del mediodia de la Europa, debe acordarse que el emperador Luis II, cautivo del duque de Benevento, debió su libertad á una cancion compuesta por sus soldados. Esta cancion, que es el monumento mas antiguo de la baja latinidad, reunió en torno de la bandera caida del monarca á sus antiguos soldados dispersos por toda la Italia, que marchando valientemente contra Adelghiso, duque de Benevento, lograron rescatar de su cautiverio al ilustre prisionero.
Sin la poesía, la humanidad contaría esta accion generosa de menos en el catálogo de los grandes hechos que la honran y dignifican.
¿Quién ignora la influencia que la poesía tuvo en la batalla de Hastings? La historia nos cuenta que próximos á chocarse los ejércitos de Haroldo y de Guillermo el Conquistador, un caballero normando, dando espuelas á su caballo, entonó entre los dos ejércitos el célebre canto carlovingiano, que conocemos desde aquella época con el título de «Cancion de Rolando», y que es la mas sublime epopeya de la edad media. El poeta, presentando el ejemplo de paladin de Roncesvalles, y evocando los gloriosos nombres de Carlo Magno, de Oliverio y de Turpin, logró inflamar el entusiasmo de los normandos, escitándolos á vencer ó morir, y por eso vencieron, repitiendo en coro la «Cancion de Rolando». Dán testimonio de esto el poeta Wacé, y los historiadores Guillermo de Malmesbury, Mateo de Paris, Ralph Hyden, Alberico y Mateo de Westminster.
La influencia de la poesía no fué menos decisiva en la revolucion de los Paises Bajos. Es sabido que el alma de esa revolucion fué el famoso Marnix de Saint-Aldegonde, político, escritor, orador, teólogo, renombrado diplomático y uno de los célebres hombres de guerra de sus dias. Pues bien; cuando el duque de Alba ocupó los Paises Bajos en 1569, degolló 18,000 hombres y proscribió 100,000. El príncipe de Orange, á la cabeza de 24,000 hombres, no pudo triunfar del terror, y fué vencido sin combatir. Es entonces que Marnix escribe en el destierro el canto nacional, que se ha perpetuado hasta nuestros dias, con el título de Wilhelmus Lied (Cancion de Guillermo). Con esas estrofas en los labios, se sublevó un pueblo en masa, se levantó el entusiasmo guerrero y religioso, se triunfó del terror, y se inauguró una nacion que combatió sin tregua cien años por su independencia, entonando el himno varonil, que, como dice Edgar Quinet, «es una meseniana bíblica, que dió su ritmo á la revolucion, y por el cual los escritores del siglo XVI llamaron á Marnix nuevo Tirteo, alterum quasi Tirteum». Este gran poeta, profeta de la nacion Neerlandesa, es el mismo de quien ha dicho el austero Bayle, que cada verso de sus canciones valía por un libro; el mismo que redactó la constitucion de las Provincias Unidas y tradujo en verso la Biblia, que es la fuente de la lengua holandesa, siendo otra rara coincidencia, que tambien sea un poeta el criador de un idioma, cuya raiz y genealogía es necesario buscar en la poesía.—Dan testimonio de todo esto las crónicas y memorias de la época.
Pero ¿para qué ir tan lejos? No hemos sido testigos del poder mágico de la Marsellesa en nuestros días? ¡Cuántas victorias, cuántos valientes de menos contaría el pueblo francés, sin ese canto bélico que ha dado la vuelta al mundo!
Hasta los tiranos y los conquistadores han reconocido el poder irresistible de la poesía, persiguiendo con mas encarnizamiento á los poetas que á los soldados en armas. Testigo de ello es Eduardo I, conquistador del pais de Gales, el cual hizo degollar á todos los Bardos de la comarca para consolidar su conquista, porque temia con razon que, mientras hubiese un arpa pulsada por ellos, mientras sus inspirados himnos resonasen en aquellas agrestes montañas, el recuerdo de la antigua libertad no moriría en sus habitantes, y que las armas serian impotentes para vencerla. Muertos los Bardos, la conquista se consolidó. Esta es la catástrofe que Thomas Grey ha cantado en versos inmortales.
No quiero abusar de mi superioridad en este punto, y guardándome otras muchas citas históricas que mantengo de reserva en mi cartera, me contentaré con recordarle otro ejemplo del mismo género. ¿Quién sublevó el espíritu teutónico del nacionalismo germánico contra la intervencion napoleónica en Alemania? ¿Quién, sino la falange de poetas, á cuya cabeza se puso Koerner, el intrépido Tirteo del siglo XIX, que murió atravesado de una bala al frente de su Regimiento de Cazadores, entonando el himno marcial con que habia reclutado sus soldados? ¡Niegue ahora el poder de la poesía!
Si prescindiendo de la parte rítmica de la poesía, y no contando para nada los progresos que ha hecho hacer á la civilizacion en el sentido de la filosofía y de la cosmogonía, pasamos igualmente por alto la influencia irresistible que ejerce sobre los móviles que impulsan al hombre al sacrificio generoso de la vida, y descendemos á considerar la poesía como instrumento de adelantos filológicos, vamos á ver que sin el auxilio de la poesía, los idiomas modernos serian los mas bárbaros del mundo!
Ya le he demostrado que la prosa fué hija de la poesía. Ahora voy á demostrarle que la prosa ha hecho progresos alumbrada por la antorcha de la poesía, que ha sido para ella la columna de fuego que la ha conducido hasta la tierra de promision.
Dejemos á un lado los idiomas de la antigüedad, y las lenguas teutónicas, y estudiemos tan solo los cuatro principales idiomas que fluyeron como cuatro raudales del seno del latin, en el momento en que de la descomposicion del mundo romano surgian los elementos de una nueva civilizacion.
El italiano era un dialecto vulgar cuando el Dante se sirvió de él para escribir su Divina Comedia, que á la par de la mas grandiosa epopeya de los tiempos modernos, es la fuente del idioma mas puro, y mas armonioso de la raza latina. El Petrarca ornamentó, dió elasticidad y clasificó en cierto modo la lengua dignificada por el Dante, cambiando hasta cierto punto su esencia, como lo dice Sismondi, y legando á su patria un idioma digno de rivalizar con los de Grecia y Roma. Los poétas que le han sucedido, dieron la última mano á la obra iniciada por los padres de la poesía italiana.
Queda establecido que el idioma italiano es hijo de la poesía, y esta creacion bastaría por sí sola para inmortalizar á su progenitor, y desmentir las imputaciones de esterilidad que se le hacen.
¿Cuál es el orígen del francés moderno? Por supuesto que la fuente original es el latin, que por espacio de cinco siglos estuvo depositando en el fondo de las poblaciones, los materiales de los nuevos idiomas que debian reemplazarlo, y que hasta hoy son conocidos con el nombre de lenguaje romance, y del cual dice Sismondi que «circunstancias accidentales, mas bien que diversidad de razas, han dado orígen á la diferencia que se nota entre el portugués, el español, el provenzal, el francés y el italiano, cuyo fondo comun es el latin.» Las Galias, despues de haber perdido su idioma indígena (el celta) el cual ha llegado hasta nuestros dias refugiado en la antigua Armórica, se hallaron—en el espacio que media entre el V y X siglo—divididos por los idiomas franko, theotesco ó tudesco y el latin, y en una multitud de gergas y dialectos, que al fin se reconcentran en dos grandes fracciones: el roman provenzal ó lengua de oc (si), y el roman-wallon ó lengua de Oil ó de Oui (si).
Estos dos idiomas se repartieron la Francia. Al Mediodia el provenzal, que pasó los Pirineos é invadió la Navarra, dando orígen al catalan; y al Norte el roman-wallon, que modificado por los Normandos, dió orígen al francés actual, y fué el mismo que Guillermo el Conquistador llevó á Inglaterra, y que bajo el reinado de Hugo Capeto se hizo la lengua nacional.
El provenzal, que en el siglo X produjo millares de poetas, dando á luz una literatura original que[Pg XL.] en nada se parece á la griega ni á la latina, fué por el espacio de tres siglos la lengua de la poesía y del canto en Europa, así como hoy lo es el italiano. Hoy es una lengua muerta y solo se conoce por los cantos de sus trovadores.
El roman-wallon, que tambien fué en su orígen un dialecto poético, aunque mas áspero y seco que el provenzal, produjo los troveros ó trouveres, que no deben de confundirse con los trovadores ó trouvadours, que son provenzales. Son los troveros los que primero compusieron los fabliaux, y los lais de amor.
A ellos tambien debe la Europa los romances caballerescos y las representaciones dramáticas; y gracias á la poesía, la lengua francesa, tan pobre como es, ha llegado á ser un idioma universal, el idioma de la prosa por excelencia, pasando de las manos de Corneille y de Racine á las de Pascal, que es el que tiene la gloria de haber fijado esta lengua, complementada por Voltaire, Montesquieu, Buffon y Rousseau.
El portugués dejó de ser gerga, y es hoy considerado como idioma, gracias á las Lusiadas de Camoens, que inmortalizando á su patria con sus cantos, inmortalizó á la vez la lengua materna, fijándola en versos de bronce, para probar á las edades venideras que el lenguaje que la poesía adopta por suyo, por vulgar y pobre que sea, se sublima, se complementa y se hace eterno con su solo contacto.
El español, que es el antiguo romance, y que se llamó así para distinguirlo del romano ó latino, vino al mundo bajo los auspicios de la poesía, y por medio de ella se generalizó, se perfec[Pg XLI.]cionó, y se perpetuó de generacion en generacion, hasta llegar á ser la lengua de Cervantes y de Solis. El monumento mas antiguo del romance castellano, es el poema del Cid, que en este momento tengo ante mis ojos. Un poema fué, pues, el núcleo de la lengua castellana que hoy hablamos, y aunque no se conozcan las demas composiciones anteriores al siglo XII, en que este poema fué compuesto, debe suponerse que fueron en verso, pues solo por medio de la cadencia métrica podrían trasmitirse de generacion en generacion, sin corromperse, los libros fiados á la tradicion oral, no habiéndose inventado todavía el uso del papel, siendo el pergamino carísimo, y habiendo cesado de venir el papirus de Egipto con motivo de la invasion de los Arabes.
Así, pues, la poesía desempeñó entonces el mismo oficio que hoy está encomendado á la imprenta. Ella fué la que se encargó de gravar en la mente las producciones del idioma vulgar, dando á la memoria puntos naturales de apoyo en el corte simétrico del verso y en la repeticion periódica de la rima, de tal modo que, cuando una generacion perdía un verso la siguiente lo echaba al momento de menos.
Al poema del Cid siguió la traduccion del Fuero Juzgo, y el código de las Partidas, cuyo autor, el célebre D. Alonso el Sabio, fué como Solon, poeta al mismo tiempo que legislador. Sus cántigas y sus coplas de arte mayor, verdaderas joyas poéticas, contribuyeron inmensamente á pulir el tosco lenguaje de aquella época de barbárie.
Despues vino el Romancero, esa magnífica epopeya caballeresca, escrita por millares de au[Pg XLII.]tores, en el curso de varios siglos, y cuya unidad de accion y de lenguaje ha venido á demostrar prácticamente que la Iliada de Homero pudo haber sido compuesta del mismo modo por la agregacion sucesiva de los cantos de diversos autores y edades. El Romancero es el arca santa del idioma castellano, es su verdadera gramática y su verdadero diccionario. Sin los cantos del Romancero, es decir, sin la poesía, la España hablaria catalan, árabe, gallego ó teothesco, y el mundo no poseería este idioma abundante y sonoro, que segun Cárlos V, parece hecho para hablar con Dios. Los progresos sucesivos del castellano fueron obra esclusiva de sus poetas, que lo pulieron y ornaron, imprimiéndole esos giros elípticos, valientes y atrevidos que lo caracterizan, que llevan en sí el sello de la inspiracion poética. Puede decirse que Calderon y Lope de Vega han hecho mas por el idioma castellano que toda la Academia Española desde su fundacion.
¿Qué me dice ahora del monólogo estéril y sublime de esta musa, que despues de obrar tantos prodijios, vuelca su urna y derrama de su seno cuatro idiomas inmortalizados por la poesía, y que han sido por espacio de cuatro siglos, los agentes poderosos de la civilizacion moderna?
Mucho podria decirse sobre la influencia de la poesía en el desarrollo de las lenguas vivas de orígen teutónico, especialmente sobre el inglés, que debe á Shakespeare mucho de lo que vale; pero me limitaré á apuntarle, que el solo Milton introdujo en el lenguaje vulgar mas de seiscientas palabras nuevas; y que el aleman debe á sus poetas, especialmente á Lessing, á Goethe y á Schiller, la asombrosa flexibilidad que lo hace[Pg XLIII.] tan propio para espresar las ideas mas abstractas y vaporosas, dándoles forma y color por un proceder completamente poético.
No estrañará, pues, que á despecho de la oposición de hombres como V., la poesía haya conquistado una alta posicion, y que, en cada dia que se pasa, estienda y afirme mas su imperio sobre la imaginacion y sobre las conciencias, invadiendo audazmente los dominios psicológicos. En este sentido, la poesía ha hecho y hace mas por la mejora y por el conocimiento íntimo del hombre, que cuantos estudios filosóficos se han emprendido. «El hombre y sus enfermedades invisibles, lo que es y lo que debe ser», tal es la interminable espiral en que asciende la poesía moderna, marchando en torno de un eje sin encontrarse jamás sus estremos. Así se vé, que por lo que respecta al hombre íntimo, la poesía inicia, la filosofía esplica y la prosa vulgariza, y que por esta triple operacion llega á formar parte del fondo del gran tesoro del sentido comun, lo que al principio se presentó como una brillante paradoja. Y en esta carrera precipitada de las ideas, mientras que la filosofía se entretiene en esplicar, y la prosa en vulgarizar, la poesía sigue su marcha ascendente hácia la region de luz, marcando con una columna de oro el gran paso dado por la humanidad, y dejando muy atrás á sus auxiliares en la labor constante del progreso.
Bajo este punto de vista, la poesía, puede considerarse hoy como un método de enseñanza superior, que coadyuva eficazmente al progreso moral en el sentido de la Inglaterra y de los Estados-Unidos, los pueblos mas progresistas del mundo,[Pg XLIV.] y los dos que con mas tenacidad y valentía han perseguido el ideal en el terreno del esperimento. Estas dos naciones trabajan hace mucho tiempo por mejorar la condicion social por medio de la mejora parcial de los individuos, á la inversa de los alemanes, que pretenden regenerar á la humanidad entera por medio de esos ensalmos universales, que se llaman sistemas filosóficos; y á la inversa tambien de los franceses, que hace sesenta años se agitan en el círculo vicioso de las revoluciones, buscando instituciones adecuadas al hombre, antes de haber formado los instintos del hombre, ó lo que es lo mismo, el hombre adecuado á las instituciones. La cuestion capital en Inglaterra y en los Estados-Unidos, es la que se relaciona con las almas y las conciencias. Así los vé V. contraer todas sus facultades á la propagacion de las sociedades morales que mejoran las costumbres, al desarrollo de la libertad de pensar, á la difusion de la instruccion primaria, que mejora la condicion del hombre, derramando con profusion por el universo todo la palabra poética del antiguo y nuevo Testamento. Por eso ha dicho un escritor norte-americano:—«Tenemos ya bastante ciencia popular; lo que falta á nuestros hijos son libros capaces de formar sus instintos.» Este es el rol que desempeñan en la mejora del género humano los libros de poesía, que como se ha dicho, son los que forman la conciencia de un mundo mejor. Si ellos nos faltan, ¿con qué los reemplazaremos?
Dejando á un lado la poesía, y pasando á los poetas, tengo que decirle cosas que le parecerán un poco paradójicas, y que sin embargo no son[Pg XLV.] menos positivas, ni menos prácticas, que las anteriores.
Vdes., los hombres prácticos, sérios y positivos, tienen una manera muy singular de juzgar de la capacidad de los demas hombres, y la llamo singular, por no darle el nombre de absurda. Cuando un hombre sabe cuanto hay que saber en este mundo, ó al menos tanto cuanto puede aprender un hombre, y á mas la poesía, dicen Vds. ¡es un poeta! Y con esto queda condenado. De manera que para que un hombre sea completo, es necesario que ignore la poesía, es decir, que desconozca al hombre moral; que no tenga el sentimiento de lo bello; que carezca de las facultades perceptivas de la armonía; que no haya leido ni á Homero, ni á Horacio, ni á Schiller, ni á Shakespeare, ni á Lope de Vega, ni á Lamartine, ni á Dante; que no conozca la historia literaria de los pueblos antiguos ó modernos; que no le ande sobrando la imaginacion, y que sea incapaz de crear séres de la nada en el silencio de la inspiracion. Faltándole todos estos requisitos, es decir, siendo un ser incompleto, puede contar por seguro cualquiera que responda á tales condiciones negativas, que será proclamado como hombre positivo por el Areópago de los hombres sérios. Pero si sabe todo lo que ese hombre puede saber, mas la poesía, que supone otra multitud de conocimientos, puede contarse por seguro que será declarado sin apelacion, espíritu superficial. ¿Es sério este modo de juzgar?
¿Sabe Vd. lo que Napoleon decía del poeta Corneille? Pues bien, decía que á haber vivido en su tiempo le habria nombrado su primer minis[Pg XLVI.]tro. Napoleon, que fué un gran poeta á la manera de Alejandro, era digno de comprender cuánta ciencia política había en el creador de esos grandes caracteres de la antigüedad, en cuya boca ha puesto palabras que han inmortalizado á su autor, y que prueban que quien tan profundamente conocía á los hombres bien pudo atinar con el mejor modo de dirigirlos.
¿Tiene Vd. conocimiento que haya existido en alguna época un hombre mas sábio que Homero, si hemos de juzgarle por sus obras? Astrónomo, geógrafo, erudito, filósofo, político, habla de la guerra con la precision de Xenofonte, describe los detalles culinarios como Careme en nuestros dias, conoce perfectamente la mineralogía, y habla por la boca de Nestor y de Ulises con mas buen sentido que nuestros titulados hombres de Estado. Debido á esto hace treinta siglos que preside á los destinos de la poesía, y que domina en todas las bellas artes. ¿Qué le falta á los ojos de los hombres sérios para ser un hombre completo? No ser poeta, es decir, no haber escrito el libro mas sublime que haya producido el ingenio humano, y por el cual el mundo quemaría diez bibliotecas como la de Alejandría. ¿Esto es sério?
¿Qué dice Vd. de Shakespeare? ¿Quién ha penetrado mas hondamente que él en los arcanos del corazon humano? ¿Quién con mas sabiduría y mas profundidad que él ha sabido crear esos tipos inmortales, que personifican las pasiones de tal modo, que á no haber surgido de su mente, el hombre no se conocería á sí mismo? Shakespeare, puede decirse, que, no solo nada de lo que tenia relacion con el hombre le era indiferente,[Pg XLVII.] sino que sabia todo cuanto al hombre concernia. ¡Lástima que fuese poeta! dirá Vd., y que en vez de escribir dramas no haya empleado su fuerza de voluntad en buscar alguna aplicacion útil de las fuerzas físicas, en vez de estasiarse en un monólogo estéril y sublime! ¿Esto es sério?
Podría seguir bosquejando otra porcion de cuadros del mismo género, por medio de rápidos perfiles, pero la multiplicidad de ellos no probaria mas que los nombres de Homero, de Corneille y de Shakespeare, á quienes tendríamos que clasificar de hombres incompletos, si hubiésemos de juzgar con el criterio de los hombres positivos, que cuando les presentan un libro de poesía preguntan ¿y esto qué prueba? Esos tres génios prueban, por lo menos, el poder del hombre; y no es poco probar, pues sin ellos no sabríamos de lo que somos capaces. Las ciencias y las artes nos han revelado ó hecho presentir todo aquello que podemos percibir ó alcanzar por medio de los sentidos, menos los límites del entendimiento, que, como dice Leibnitz, es lo único que no entra por los sentidos. Lo primero está fuera del hombre, corresponde á una vida esterior que no es la suya. Lo segundo pertenece al hombre mismo, y, como lo dice Leroux, es la espresion de su propia vida, ó mas bien, su propia vida que se realiza, comunicándose á los demas, y esforzándose en eternizarse.
Preveo de antemano la objeccion.
Puede decírseme que por muy completo que sea un poeta, la preponderancia de la imaginacion produce en sus facultades un desequilibrio que lo hace poco apto para los negocios prácticos de la[Pg XLVIII.] vida. Esta es una vulgaridad desmentida por los hechos. Para poner de manifiesto lo contrario, bastará decir que si algun dia hubiese de escribirse el código del buen sentido práctico, es á los libros de los poetas adonde irian á beberse sus principios. El ser poeta no impidió á Solon ser el primer legislador de la antigüedad. El poeta Esopo representa la moral del sentido comun. Tito, no por hacer versos dejó de ser un gran político y un gran guerrero. Salomon, apesar de ser un gran poeta, es el tipo de la sabiduría gobernando. Ciceron, que era poeta, hablando en prosa, ha escrito hermosos versos que han llegado hasta nosotros. Augusto, el político mas sagaz de la antigüedad, hacia versos, y en versos lloró la muerte de Virgilio, para salvar de la destruccion á la Eneida. César y Bruto, la víctima y el matador, tambien hicieron versos, que depositaron en bibliotecas públicas. Poetas tan débiles como Ciceron, pero mas felices que él, pocas personas supieron que los hacían. Machiavelo, que, á haber vivido en este siglo se reiría de Talleyrand y de Metternich, era poeta. Cervantes, el buen sentido hablando, era poeta, y Sancho Panza, el sentido comun personificado, es una creacion eminentemente poética. Un político célebre, reconocido por uno de los primeros oradores del mundo, el Lord Chattam, empezó por hacer versos, como puede verse en Villemain. D. Alonso el Sabio, el hombre mas práctico de su tiempo, fué tambien poeta. Poeta fué tambien el marques de Villena, eminente hombre de Estado de su época. El Dante bebió todas sus inspiraciones del conocimiento práctico que tenia[Pg XLIX.] de la vida y de los negocios públicos de su pais. L'Hopital, «representante de la conciencia humana,» como le llamó Sainte Beuve, hacia versos. Halley, el mas grande astrónomo de la Gran Bretaña, amó y cultivó la poesía, y en hermosos versos que brillan como astros al frente de los Principios de Newton, celebró las sublimes ideas de su predecesor, hermanando el cálculo con la inspiracion. Grocio, el severo publicista, es contado entre los poetas de su nacion, y legó á Milton el gérmen de su inmortal poema. Milton, que ha escrito panfletos políticos, fué un hábil Ministro de Relaciones Exteriores, antes de ser el autor del Paraiso perdido. El célebre Bolinbroke fué poeta, y de poetas se rodeó y aconsejó en la época en que la Inglaterra pesaba con todo su poder en la balanza de los destinos del mundo.
Montesquieu, que tenia todas las calidades brillantes de poeta, y que se estasiaba en leer á Ovidio, Montesquieu, el que encontró las tablas perdidas de los derechos del hombre, tambien ha escrito poesías. Beaumarchais, el autor del Barbero de Sevilla, fué un hábil negociante y un diplomático sagaz. Pocos hombres han poseido en tan alto grado la ciencia del mundo y el conocimiento del corazon humano, como el poeta Molière, cuyas obras valen por doscientos tratados de moral. Voltaire, el representante del buen sentido de la humanidad, fué un poeta, y como tal será admirado en el futuro, cuando nadie lea sus obras en prosa. Federico II, á pesar de ser un mal versificador, rindió también culto á las musas, y sus composiciones poéticas, escritas en la víspera de sus grandes batallas, han sido reco[Pg L.]gidas por la historia y adoptadas por la literatura. Canning, el hábil Ministro que salvó la Inglaterra, fué un poeta. Beranger, otro representante del buen sentido universal, es uno de los primeros poetas del siglo. Madama Stael, una de las cabezas mas fuertes de nuestros dias, era una cabeza eminentemente poética. Rossi, el profundo economista, el político sesudo, uno de los primeros jurisconsultos del siglo, empezó su carrera literaria traduciendo en verso italiano los poemas de Byron, por lo que ha merecido los elogios del severo historiador Mignet. El mismo Lamartine, á quien por su calidad de poeta se le han negado las facultades del hombre político, tuvo (con todas sus deficiencias) la idea de la República cuando todos vacilaban; pacificó la Europa con un manifiesto, y en tres meses de gobierno hizo mas y se mostró mas hábil que el hábil Luis Felipe auxiliado por Thiers y por Guizot, en el espacio de diez y ocho años. Entre nosotros, Florencio Varela, el hombre de tacto político, el hombre de recto juicio y de tino práctico, era tambien poeta. De manera, que si los poetas pueden revindicar para sí la ciencia práctica y el buen sentido que por la vulgaridad se les niega, los hombres positivos que se enorgullecen de su ignorancia poética, deben convenir, en vista de estos ejemplos, que son incompetentes para juzgar aquello de que no entienden, ó no son capaces de sentir.
Alejandro, Tácito, Sócrates, Platon, Herodoto, Napoleon, Tito-Livio, Colon, Bolívar, han sido poetas á su manera, y si no escribieron poemas, fué porque dieron otra direccion á las fuerzas[Pg LI.] poéticas de que podian disponer. El primero, las aplicó á las grandes conquistas civilizadoras; el segundo, á las pinturas dramáticas que lo han inmortalizado. Sócrates y Platon presintieron, por intuicion poética, las sublimes verdades del progreso moral. Herodoto es el verdadero rival de Homero, y Tito-Livio eclipsa muchas veces á Virgilio. Para comprender la idea poética que hizo á Colon descubrir el Nuevo Mundo, es necesario leer su Diario de Viaje, publicado por Navarrete, en el cual se ve al visionario, al espíritu entusiasta, mirando con los ojos del alma la tierra prometida de que se reian los espíritus positivos. Además, es bien sabido que Colon hizo realmente versos, habiéndose salvado algunos de los que le inspiró la musa cristiana en su Libro de las Profecías. Bolívar, que carecía del genio metódico de la guerra y de las calidades sólidas del político, derramó toda la poesía que rebosaba en su alma en bríndis, proclamas, discursos, boletines y acciones grandiosas dignas de la epopeya; procurando en esto marchar tras la huella de Napoleon, poeta en accion, cuyo genio militar se dilataba en presencia de las Pirámides ó evocando los recuerdos de la antigua Roma: y que se dormia bajo su tienda militar leyendo á Corneille ó á Ossian, como Alejandro leyendo á Homero, y derramando lágrimas de dolor á la idea de que no tendría un poeta semejante que cantase sus hazañas.
¿Sabe Vd. cuál es el reproche que los ingleses hacen á Roberto Peel, el primer hombre de Estado de nuestros dias? Pues bien, le reprochan no haber sido poeta. No se sonría: lea la biografía de Peel, escrita por D'Israeli, el gefe del partido[Pg LII.] tory, y se convencerá de que hablo formalmente. Todos convienen en que este reproche es merecido. Roberto Peel era un gran organizador, pero carecía de esa facultad poética que se llama creadora, sea que ella se aplique á la composicion de un poema, ó á los negocios de la administracion ó de la política. Nada de lo que Peel ha hecho ha sido creado por él, y aun la misma reforma comercial que ha ilustrado su nombre, á la cual se opuso largo tiempo, fué, como se sabe, idea original de Cobden, caudillo audaz de la Liga de Manchester. Sus reformas sobre la Irlanda le fueron sugeridas por O'Connel, el gran poeta de los meetings al aire libre, á cuya palabra poética debe su redencion un pueblo que lo aclama su libertador. Si Peel hubiese poseido la potencia creadora, es decir, si hubiese podido merecer el nombre de poeta que se le niega, habria sido el mas eminente hombre práctico de nuestros dias, habria equilibrado la gloria de Napoleon y completado el binomio de los grandes hombres en el siglo XIX, y hoy se diria: Napoleon + Peel. No se dice por qué faltó al segundo término la potestad creadora, que es el patrimonio de los génios poéticos, sea que hagan ó no versos. Así, pues, en los negocios prácticos de la vida las calidades poéticas, lejos de ser un inconveniente, constituyen una ventaja real y positiva, siempre que la imaginacion no predomine de tal modo, que sofoque todas las demas facultades del entendimiento.
Ahora estudiemos al poeta por el lado de la seriedad. Generalmente se le considera como un hombre frívolo, que pasa su vida contando sílabas[Pg LIII.] en vez de contar patacones, y que malgasta todo su talento en producir ficciones, en vez de llevar á cabo realidades. Distingamos. Hay dos especies de poetas: unos que se llaman objetivos y otros que llamaremos sugestivos. Los primeros son los que se asimilan todas las ideas poéticas de los demas identificándolas con las suyas propias, y que sin agotar su propia sustancia, las vuelven modificadas y digeridas como si esclusivamente les pertenecieran. Estas naturalezas artísticas pero frias, no se gastan jamás y producen siempre, y á ellas corresponden Voltaire y Goethe, que debieron á esta circunstancia el poder alcanzar una ancianidad serena. Los poetas por temperamento, para quienes la poesía es una vocacion, son como las lámparas: alumbran gastando en sus poemas el aceite de la vida, derramando en sus obras su propia sustancia y apagándose muy temprano, como Byron ó como Schiller. Considerada bajo este punto de vista, hay pocas ocupaciones mas serias que la del poeta, que en cada sílaba, en cada verso, en cada estrofa, gasta tal vez un minuto, una hora, un dia de su existencia, viviendo en un solo momento lo que otros en un año. Todo cuanto el poeta describe ó pinta lo ha visto, lo ha sentido, y existe desparramado en toda la creacion, aunque los ojos del vulgo no puedan percibir su armonioso conjunto. Los tipos inmortales creados por Rafael, no han existido ni existirán jamás; ¿son por esto una mentira? ¡Oh, no! ellos son la idealizacion de la realidad, ó como se ha definido el ideal, "la espresion mas alta de la verdad." Tal es la poesía; y el poeta, su inspirado intérprete, y cuando de pié sobre la trípode[Pg LIV.] del genio fatídico repite las palabras misteriosas que susurran en su alma, se asemeja á la síbila de la antigüedad, que solo entonaba el canto profético en medio de dolorosas convulsiones.
En vista de todo esto, podremos decir que tanto la prosa como la poesía, son dos manifestaciones de la palabra, son las dos formas de que se reviste el pensamiento, y que si la una es el fruto, la otra es la flor; que sin flor no puede haber fruto, y que por lo tanto, enredarse mas en esta cuestion seria lo mismo que disputar sobre si tiene mas importancia la base que la cúspide de la pirámide, ó cual fué primero: el huevo ó la gallina.
Por lo que, pongo aquí el punto final á mi disertacion.
He terminado, pues, y sin embargo, apenas he desflorado el vasto campo de mi tésis. Podrian escribirse sobre ella muchos volúmenes, gastando tantas plumas de diamante, cuantas yo he gastado de acero en esta carta. Dejo á otros esa agradable tarea. A mí me falta tiempo para ser literato, así como me ha faltado para ser poeta, si es que hubiese podido serlo.
Hubo un tiempo en que fuí poeta por vocacion, como Vd. me ha llamado en sus Viages, y cuando me acuerdo de esto, me digo á mí mismo, penetrado de una profunda melancolía: ¡Y yo tambien viví en Arcadia!
Las poesías que va á leer, fueron escritas casi todas ellas á la edad de veinte años. Entonces soñaba con la inmortalidad, y los laureles de Homero me quitaban el sueño. Pronto comprendí que ni podia aspirar á vivir en la memoria de mas de una generacion como poeta, ni[Pg LV.] nuestra sociedad estaba bastante madura para producir un poeta laureado. Sin embargo, ese poco de poesía que Dios habia depositado en mi alma, lo he derramado á lo largo del camino de mi vida, consagrándolo unas veces á mi patria, otras á mis amigos, otras á las afecciones puras y serenas del hogar, porque el que cuenta por seguro que sus versos no llegarán á la posteridad, debe ser generoso con su pequeño tesoro.
Tal es el orígen de las pocas composiciones que he escrito despues de los veinte años. Hoy, hace tanto tiempo que no hago versos, que creo que me he olvidado de pulsar la lira, hablando en estilo metafórico de mal gusto. Por eso amo las páginas que siguen, las cuales reflejan algunos de esos dolores intensos y de esos momentos solemnes de la última revolucion contra el tirano de nuestra patria, tiranía que, para honor de nuestro culto, no ha contado un solo poeta entre sus filas. La tiranía se levantó, imperó veinte años en nuestro pais haciendo rodar cabezas, y cayó al fin postrada por sus propios escesos, sin que un solo poeta le quemara un grano de incienso, lo que prueba que la poesía ha sido considerada entre nosotros como un verdadero sacerdocio, mientras que la prosa se prostituia torpemente. Por este solo rasgo serian acreedores nuestros poetas á la corona cívica, aun cuando no fuesen dignos de ceñir sus sienes con el lauro literario de los grandes génios. En la antigua Roma, el despotismo de Augusto tuvo por auxiliares la musa de Horacio, de Virgilio y de Ovidio; y la bárbara tiranía de Neron tuvo por aduladores á Séneca y á Lucano, no[Pg LVI.]tables poetas de la decadencia latina. Entre nosotros, la tiranía de Rosas apenas ha merecido algunas coplas vulgares, porque la poesía que tiene el sentimiento de lo bello, huye de la fealdad moral, á la par que se apasiona por la virtud y la justicia, que es un reflejo de la belleza ideal sobre la tierra. Por eso los poetas del Rio de la Plata han derramado en sus versos, su amor á la libertad y su ódio por la tiranía, guiados siempre por ese sentimiento de lo bello, que hace comprender cuánto hay de sublime y de hermoso en la libertad y en la justicia.
Tengo otra razon mas para odiar á Rosas, y la publicacion de estas Rimas es mi venganza. Odio á Rosas, no solo porque ha sido el verdugo de los Argentinos, sino porque á causa de él he tenido que vestir las armas, correr los campos, hacerme hombre político y lanzarme á la carrera tempestuosa de las revoluciones sin poder seguir mi vocacion literaria. Hoy mismo, en medio de las embriagantes agitaciones de la vida pública, no puedo menos de arrojar una mirada retrospectiva sobre los dias que han pasado, y contemplar con envidia la suerte de los que pueden gozar de horas serenas entregados en brazos de la musa meditabunda. Cuando esto me pasa, se me viene á la memoria un cuento que en otro tiempo me hizo reir, y que hoy me hace suspirar, tal es la profunda verdad que encierra. Oiga el cuento, por fin de carta. Un pobre pastor, hablando consigo mismo, se decia:—¡Ah! si yo fuera rey!....—Y bien, qué harias? preguntóle uno que le oia, sin él advertirlo.—¿Qué ha[Pg LVII.]ria? dijo el pastor, ¡cuidaria mis ovejas á caballo! Digo lo mismo. Si fuese rey haria versos. Y sin embargo, es probable que en el resto de mi vida no haga una docena de versos:
Bartolomé Mitre.
———
Corramos al combate, á la venganza
Y el que niegue su pecho á la esperanza
Hunda en el polvo la cobarde frente.
QUINTANA.
Cuando tremolen patrios pabellones
Anunciando del pueblo la victoria,
Entone el vate bélicas canciones
Y cante los guerreros y la gloria;
Mas si la patria yace en agonía
Rompa el canto á la fúnebre elegía.
Cuando en liza ó al pié de la muralla
Derrotados se miren los valientes,
Cuando vea que el plomo y la metralla
Ha postrado patriotas eminentes,
Arda su pecho en fuego sacrosanto
Y entone de la guerra el noble canto.
Cuando un laurel los déspotas levanten
Y en medio de los brindis de la orgía
El triunfo impío en su insolencia canten,
Fulmine su tremenda profecía,
Y anuncie con su voz aterradora
De libertad la celestial aurora.
Sí, que del vate la mision sagrada
Es inflamar del bravo el ardimiento,
Dar nuevo temple á la fulmínea espada
Con el soplo encendido de su aliento,
Y al fúnebre clamor de la derrota,
Alzar del libre la bandera rota.
Para probar los pueblos de la tierra,
Para templar las almas de los bravos,
En medio del estruendo de la guerra
Dios suele coronar á los esclavos,
Mas luego con su mano poderosa
Los hunde de la noche en la honda fosa.
En la derrota el pueblo valeroso
Templa su brazo y su robusta lanza,
Para volver despues mas ardoroso
Y entre el polvo, la sangre y la matanza,
Y entre el humo que envuelve la pelea
Desafiar el cañon que centellea.
Cancha-Rayada viera con denuedo
A los héroes de Mayo caer vencidos,
Pero sin dar cabida al torpe miedo
Alzaron sus pendones abatidos,
Al cielo sus espadas elevaron
Y en sus hombros la patria sustentaron.
Imitemos nosotros su alto ejemplo:
El pendon de la patria enarbolando
Marchemos de la gloria al sacro templo
«O muerte ó libertad» todos clamando;
Y apoyando la planta en los escombros
La libertad alcemos en los hombros.
Aquel cobarde que del triunfo dude,
Quien al tirano eternizado crea,
El que á los gritos del honor no acude
Y do el pendon de libertad flamea,
Ese es un vil de corazon cobarde
Do el entusiasmo de la patria no arde.
¿Y quién no abriga fuego sacrosanto
Y vuela con ardor á la batalla?
¿A quién detiene ni el amor, ni el llanto,
Ni el silbo de la bala y la metralla?
¿Quién por la patria perecer no jura
De Varela en la yerta sepultura?
Los atrevidos cantos de la guerra
Resuenen en la losa del soldado,
Y de flores cubramos esa tierra
Donde cayó sin vida, ensangrentado,
Y de la patria el estandarte santo
Sea de paz y proteccion su manto.
No débil llanto su cabeza inunde!
Que una corona del laurel sagrado
Su frente polvorosa orne y circunde,
Y empuñando su hierro ensangrentado,
La juventud que á combatir se apresta
Muestre la enseña de la patria enhiesta.
El funeral del martir generoso
Le corresponde al pueblo redimido,
Cuando libre del yugo vergonzoso
La pira encienda en el altar ungido,
Y cuando puedan respirar sus almas
Y sus manos alzar cívicas palmas.
Vamos á conquistarle noble tumba
En la tierra natal purificada,
Para que aquel que en esta lid sucumba
Pueda dormir en tierra libertada,
Y no sean sus huesos quebrantados
Por tiranos ni siervos pisoteados.
Duerme en tanto en el campo de batalla
Mientras su patria gime en servidumbre;
Mientras la fé del corazon desmaya
Y el hierro se carcome con la herrumbre;
Cuando el tirano al vernos en derrota
Con su lauro la espalda nos azota!
¿Quién es el vil que ríe, canta y danza
Cuando el lamento de la patria suena,
A sus hijos llamando á la venganza?
Y si el cañon de la batalla truena,
Quién el torpe que el miedo no sacude
Y al grito ronco del honor no acude?
Juventud de mi patria, los laureles
Se conquistan peleando con bravura,
Y la lira, la pluma ó los cinceles
No eternizan jamás progenie impura:
Los genios á los fuertes divinizan
Y á los cobardes con su planta pisan.
Vuestros padres, titanes todos fueron,
Que desplegando al viento sus banderas
Contra un poder gigante combatieron,
Y encima de las altas cordilleras
Lanzaron sobre el leon de las Españas
Del pueblo irresistible las montañas.
Y vosotros, qué sois? flojos pigmeos
Sin brazos, sin espada, sin creencia,
Temblando ante el tirano como reos
Sofocando la voz de la conciencia...!
Y bebereis oprobio eternamente
Sin levantar la deslustrada frente!
Mas así no será, que de Varela
Todos van á clamar sobre la tumba,
Que es un cobarde el que á pelear no vuela,
Su canto de victoria ya retumba
Y en medio de las huéstes debeladas
Resuena el estridor de las espadas.
En esa triste y yerma sepultura
Entonad los cantares de la gloria,
Ensalzad el martirio y la bravura
Y volad en seguida á la victoria
A recoger laureles inmortales,
Cantando con denuedo: «Oid mortales!»
Imitad su constancia y bizarría
Y el alto ejemplo que su vida abona,
Que de la Patria en el hermoso dia
El pueblo os ceñirá sacra corona,
Y vuestra muerte con guerrera pompa
Publicará la fama con su trompa.
Empuñad una lanza vibradora,
Abandonad el ócio y la molicie,
Arrimad una mano protectora
Antes que nuestra patria se desquicie
Y arrastre en su caida soberana,
La libertad, la gloria americana.
———
¡Oh patria! oh Buenos Aires! oh sueño de mi vida!
Como inmortal recuerdo reinas en mi memoria
Recorriendo los dias de dicha promisoria
Que en tu seno amoroso, Buenos Aires, pasé.
Recuerdo la ribera do á meditar yo iba
Y el árbol perfumado que sombra me prestaba,
Recuerdo los momentos en que se deslizaba
Mi vida por un lago sereno de placer.
¡Oh patria, oh Buenos Aires! tú ocupas hoy la mente
De miles de proscriptos por tierras estrangeras,
De grandes ciudadanos á los que el ser tu dieras
Y vagan desterrados del suelo de su amor;
Y tu eres para ellos el sueño de su vida,
Eres la blanca estrella que guia al peregrino,
Y en noche tempestuosa le enseña su camino
Como astro de los mares que alumbra al viajador.
Pasaron ¡ay! pasaron las puras alegrias,
Y errante y solitario por playas estrangeras
Poeta peregrino, con quejas lastimeras,
Al pais de mis recuerdos dirijo esta cancion.
En vez de ornar con flores las cuerdas de mi lira,
Pensando en Buenos Aires las riego con mi llanto,
Y encuentro entre esas gotas amargas de quebranto
En los recuerdos nobles viril consolacion.
¡Oh patria! Aunque de lodo te cubran la cabeza
Yo siempre con orgullo pronunciaré tu nombre,
Diré que con tus hechos ganaste un gran renombre
Que oscurecer no pueden mil siglos de baldon.
¡Ah! vuélvante la espalda degenerados hijos:
Yo inclinaré mi frente ante tu altar caído,
Y besaré la orla del manto carcomido,
Llorando tus desdichas, cantando tu esplendor.
En vano en los albores de una existencia estéril
Abandoné tus playas; no te olvidé por eso,
Como al dejar la bella que nos brindó su beso
Dá mas placer al alma pensar en él despues.
Atravesando mares y recorriendo campos,
La pluma manejando con la ñudosa lanza,
Vivificado siempre por íntima esperanza
Jamás he sacudido tu polvo de mis piés.
Si leo algun escrito que nombra á Buenos Aires
Sus páginas exalan magnético perfume,
Y todas las palabras mi mente las asume
Como el rocío puro que cae sobre la flor;
Y entonces se presentan á mi memoria triste
Tus torres, tus jardines, tus calles animadas,
Tu cielo hermoso y puro, tus brisas perfumadas,
Tu rio, tu horizonte, tu hermoso bicolor.
¿Dó están aquellas plazas llenas de movimiento,
Sus altas catedrales, sus grupos bulliciosos,
Sus verdes arboledas, sus alazanes briosos,
Que ofrecen á la vista contínua variedad?
¿Qué es del perfume suave del polvo de la patria,
De aquel aroma puro de sus lozanas flores,
De sus flotantes nubes de vívidos colores,
De la dulzura grata de su agua de cristal?
Tus magas misteriosas contemplo entusiasmado
El rayo de la luna bañando su alba frente,
Con blancas vestiduras cruzar rápidamente,
Cual cruza por los aires celeste aparicion.
Mi mente acalorada poblando los espacios
Admira la aérea forma que tienen las porteñas,
Sus ojos que derraman miradas halagüeñas,
Sus lábios que destilan el bálsamo de amor.
Y veo en mis ensueños tus bailes voluptuosos,
Salones que perfuman las ninfas Argentinas,
Y grupos en que brillan sonrisas peregrinas—
Cual no las ha fijado de Fidias el cincel.—
Y siento entre los giros del valz, que corre, vuela,
La brisa que producen las alas del ambiente
Cargadas con efluvios que envuelven dulcemente
Mi corazon y mi alma, mi espíritu y mi ser.
¡El valz! silfos alados sin duda lo inventaron
Al ver entretegida la madreselva airosa
En torno de la encina que altiva y vigorosa
Se viste con sus galas cuando sus brazos dá!
Así te me presentas ciudad fuerte y hermosa
Pendientes de tus brazos tus hijas hechiceras,
Como guirnaldas ténues que adornan las palmeras,
Y al recibir su apoyo le dan su emanacion.
No suenan en mi oido las dulces vidalitas
Que en medio de la noche modula el tucumano,
Ni los sentidos Tristes que repite el riojano,
Ni el alegre cielito que el porteño hace oir;
Cantares de mi patria, al abrir yo mis ojos
Susurrabais suaves á la par de mi cuna,
Y vuestro éco inefable en las noches de luna
Es música del alma que el alma sabe oir.
A veces, paseando de noche por las calles
De la dulce guitarra el éco me encantaba,
Cuando el amante tierno un Triste modulaba
Al pié de los balcones del ángel de su amor.
Mientras, tal vez la niña oyendo las canciones
Que desde la ventana le enviaba su querido,
Entre cendales albos el plácido sonido
Llenaba su alma y mente de plácida ilusion.
No veo el rio hermoso, de mástiles cubierto
Como un espeso bosque de gigantescos pinos,
Ni aquel conjunto bello de buques Argentinos
Que ostentan sus pendones bañados por el sol;
No veo el alta torre del templo magestuoso
Cuyo círculo cubre la gloria con sus alas,
Al verle acribillado de las rugientes balas
Que el cañon Argentino lanzara á Whittelok.
No veo aquellos muros que consagró la gloria
Cuando asilado en ellos ejército estrangero,
El pueblo omnipotente con ademan severo
Hizo rendir la espada del bravo Berresford;
No veo el foro inmenso do fueron nuestros padres
A usar de los derechos que Dios les concedia,
Ni el balconage rústico donde el Cabildo un dia
La gran soberanía del pueblo proclamó.
No veo la tribuna do ardientes oradores,
El pan de la palabra caliente derramaban,
Y desde lo alto de ella terribles fulminaban,
Rayos á los tiranos con santa indignacion;
No veo el pueblo inmenso la catedral llenando,
Oyendo los sonidos del órgano, suaves,
Ni entre nubes de incienso cruzando por las naves
Leopardos, quinas, leones, mirar con emocion.
¡Oh patria! como esclava suspiras en cadenas,
Cubiertas de cadalzos tus calles enlutadas,
Marchitos tus laureles, tus glorias mancilladas,
Ajada tu bandera de gloria y esplendor;
Tu seno profanado por déspota cobarde
Que duerme resguardado de míseros esclavos,
Que en su calvario triste remachan férreos clavos
Al pueblo generoso que en Mayo se elevó.
Pero ¡ay! de tí, apartado y errante por el mundo,
Hijo desheredado de tu cariño inmenso,
De la estranjera playa te quemo el puro incienso
Que á tí tan solo, oh madre! me es dado tributar.
No solo en llanto estéril he de inundar la tierra:
Mis vacilantes manos arrimaré á tus aras;
Si derrumbadas bajan.... entre reliquias caras
Feliz si entre su polvo, me puedo sepultar!
———
Los gritos de los bravos,
El ¡ay! de los esclavos,
Y el trueno del cañon;
Del plomo los rugidos,
Del sable los crugidos,
Y el golpe del tambor.
Del potro las carreras,
Los vivas y los mueras,
Y el toque del clarin,
Cual trueno tramontano
Que asorda todo el llano
Retumba en el confin.
Y en medio á las legiones
Penachos y pendones
Se miran tremolar;
Y en la humareda envueltos,
Como cabellos sueltos
Del sol se ven flotar.
Los bravos se adelantan,
Y el polvo que levantan
Con ímpetu veloz,
Sus rostros ennegrece,
Y entre él desaparece
La enseña del honor.
El Escuadron de Maza
Sin casco ni coraza
Se avanza con valor,
Y su entusiasmo brilla
Como en verde cuchilla
Los reflejos del sol.
Y con marcial fiereza
Se mira á su cabeza
Zacarias marchar:
Alma grande y altiva
Que renunció la oliva
Del pacífico hogar.
Y voló á la batalla,
Y la acerada malla
Y el plomo despreció,
Y al frente de sus bravos
De Rosas los esclavos
Valiente acuchilló.
Potentes escuadrones
Al pié de los cañones,
Su lanza dispersó,
Y en medio á sus fusiles
Y bayonetas viles
Su caballo dejó.[1]
Al frente de su tropa
Zacarías galopa
Y hace el suelo crugir,
Y la potente lanza
Blandida con pujanza
Se mira relucir.
Magnífica tremola
La bella banderola
Del ínclito campeon,
Y en medio á la pelea
La moharra centellea
Como una exalacion.
Escúchase un redoble:
La infantería inmoble
Sus armas descargó.
Y al ver sus bayonetas
«Á la carga, cornetas!»
Zacarías gritó.
Y todos enristraron
Y en pos de él se arrojaron
Sus lanzas á estrellar.
¿El plomo y la metralla,
El foso y la alta valla
Su furia detendrá?
Proteja Dios al fuerte
Que va á retar la muerte
Cargando con valor!
Y si caer le toca,
Caiga como una roca
Con ímpetu y fragor.
Y en la veloz carrera
Flameaba la bandera
Del ínclito Escuadron,
Y al ver la artillería
Su gefe le decía:
«Soldados, al cañon!»
Mas ¡ay! bala traidora
De pronto silvadora
Su pecho traspasó;
Y con ferrea pujanza
Apretando la lanza
Moribundo cayó.
Alzando la cabeza
Repite con firmeza:
«Avance el Escuadron!
«Este es mi adios postrero...
«Yo por la patria muero...
«Soldados, al cañon!»
Ningun soldado gime,
Pero dolor sublime
Las frentes inundó;
Mas él del hondo seno
Lanzaba voz de trueno:
«Soldados, al cañon!»
Y el Escuadron valiente
A la batalla ardiente
Con furia se lanzó,
Y en la garganta estrecha
Y encima de la mecha
Su gefe le miró.
Y su bandera viendo
Él esclamó muriendo:
«¡Oh de mi Patria sol!»
Y su cabeza noble
Como gigante roble
Al polvo descendió.
Murió como un valiente
De su Escuadron al frente
Cargando con valor,
En un túmulo inmenso
Y en medio del incienso
Del taco del cañon.
No cánticos pagados...
Sus voces sus soldados
Alzaron en loor;
No funerales fuegos...
Ardientes lanzafuegos
Brillaron en su honor.
No triste terciopelo,
Ni lágrimas de hielo,
Ni orgullo y vanidad;
Banderas le envolvieron,
Y ¡vivas! le siguieron
A la mansion de paz.
———
Cascadas del Niagára y Tequendama
Donde el agua de un mundo se derrama
Para apagar de América la sed!
Amazonas, Ontario, bello Plata,
Donde la vírgen pura se retrata
En la márgen bañándose los pies!
Pampas inmensas, selvas olorosas,
Del Andes cordilleras orgullosas
Que corona la ardiente cruz del Sud!
Perfumaos como nube de incensario,
Armonizaos cual himno del santuario
Para decir de Mayo al Sol: Salud!
Salve, página inmensa de la historia,
Divino resplandor de la memoria,
Fuente de perennal inspiracion!
En tus alas de fuego me sublimas,
Y al entusiasmo sacro en que me animas
Calientas mi cabeza y corazon.
Hoguera abrasadora del gran Mayo,
Do se incendió terrible como el rayo
El fuego de un pensar generador;
Que el corazon templó cual hierro fuerte,
Y dió existencia á la materia inerte,
Como el soplo divino del Creador.
Al vivífico rayo de tu lumbre
Se estremeció la inmensa muchedumbre
Y el polvo del esclavo sacudió;
Allí surgió la dignidad humana
En la nacion potente y soberana
Que el soplo democrático animó.
Allí, genios pujantes, inspirados,
Formularon derechos conculcados
En solo una palabra: ¡Libertad!
Y Dios vertió con generosa mano
Perfumes sobre el mundo Americano,
Y le dijo: «Naciones, levantad!»
La inspiracion del alta inteligencia,
El calor de la intrépida elocuencia
En el astro de Mayo concentró;
Y del ardiente labio de Moreno
Se desprendió de su palabra el trueno
Y el programa de Mayo formuló.
«Derribemos su trono al despotismo,
«Abramos ancha via al patriotismo,
«Alcemos los fanales de la Ley;
«Rompamos su barrera á la ignorancia,
«Alumbremos la mente de la infancia,
«Y ennoblezcamos á la humana grey!»
Esta palabra el entusiasmo inflama,
Prende en los corazones noble llama,
Que como chispa eléctrica cundió:
Y cual hierve entre escollos la marea,
Hirvió entre las cabezas una idea
Que dió vida á la gran revolucion.
Revolucion sin lanzas ni fusiles,
Un alto pensamiento fué su Aquiles,
Y la razon su escudo tutelar;
Revolucion fundada en la justicia,
Que tuvo los principios por milicia,
Y por columna ardiente la verdad.
Revolucion con cauda de cometa,
Que atravesó el espacio, cual saeta
Despedida del arco del Señor;
Parto de mil ideas generosas
Que volaron en chispas luminosas
Por todo el continente de Colon.
Solo una vez brillaron sus espadas:
Para romper cadenas execradas,
Y sostener las tablas de la Ley;
Para postrar esclavos y tiranos,
Para afirmar los vínculos de hermanos,
Y atarlos con cadenas de laurel.
Tuvo ejércitos, grandes generales,
Que pasearon gloriosas y triunfales
Sus banderas, del pueblo paladion;
Y de los Andes en la blanca cima,
En Chile hermoso y opulenta Lima
Postraron al ibérico leon.
Legisladores de alta inteligencia
Que encendieron la luz de la esperiencia
Para legar un pacto al porvenir,
De Independencia el acta formularon
Y entre rayos y truenos proclamaron
Decálogo del nuevo Sinaí.
Sol de Mayo, que entonces refulgente
Suspendido por Dios en el oriente
Alumbraste la gran Revolucion,
Al fecundar su universal semilla
Hoy te doblan humildes la rodilla
Los nietos de esa audaz generacion.
Mira el árbol sembrado por sus manos,
Que enarbola sus gajos soberanos
Sombreando el Sud, el Norte y Ecuador;
A cuyo pié la Libertad divina
Vagando por el mundo peregrina
La tienda americana levantó.
En vano las segures cortadoras
En su tronco se hundieron destructoras
Sin conseguir sus ramas marchitar;
Y aunque hollado por hondas cicatrices
Estiende poderoso sus raices
La América abarcando cual titan.
Contempla al Norte, en trece fajas bellas
Como flamea el pabellon de estrellas
Simbolizando libertad y union;
Y en la torre de su alto Capitolio
La democracia antigua en su gran solio
Con mas justicia y con mejor razon.
De allí voló de Mayo la simiente,
De allí de Libertad el soplo ardiente
Que la mente del pueblo calentó;
Como se esparcen jugos y colores
En el fecundo polen de las flores,
Que la brisa en sus alas derramó.
Contempla al pueblo libre que en el Istmo
Defendió con intrépido heroismo
El suelo que dos mundos ha de atar;
Al formarle parece que Dios quiso
Dar á su Americano paraíso
Vínculo de eternal fraternidad.
Al Sud, siete Repúblicas hermanas
Enarbolan banderas soberanas
En vez del estandarte colonial,
Y al soplo tempestuoso de la guerra
Fortalecen sus astas en la tierra
Como árbol que sacude el vendabal.
Las Repúblicas hijas de Bolívar
Beben en copa de oro miel y acíbar
Caminando á un hermoso porvenir,
Y Chile cual fanal del marinero
Nos muestra mas seguro derrotero
Porque debe la América seguir.
¿Y qué es de la República que un dia
Hizo surgir de entre la noche fria
De esclavitud, un mundo colosal;
La que dando patrióticas lecciones
Fundó en el Continente tres Naciones
Sobre el polvo del trono colonial?
De aquella que con brazos vigorosos
Derribó los guerreros orgullosos
Del Brasil, de la Iberia y Albión;
La que abatió la cima de los Andes,
Y dió á la historia de los hombres grandes
Páginas inmortales de esplendor?
La que envuelta en el manto de la gloria
Sobre el carro triunfal de la victoria
Se coronó la frente de laurel;
Y en vez del negro trono de los reyes
Supo elevar el ara de las leyes
Y derramó sobre ella mirra y miel?
La que libre, feliz y soberana
Bebia la virtud republicana
En el soplo viril del huracan;
La que en alas del rápido pampero
Parecía decir al mundo entero:
«Adonde vá mi viento el brazo vá.»
La que Atenas del mundo Americano
Distribuyó con generosa mano
De ilustracion y de verdad el pan,
Y en la mente sin luz de la criatura
Encerraba la ardiente levadura
Que con la edad debia fermentar?
Ahí la teneis en lo alto de un calvario,
Envuelta por el fúnebre sudario
Que le arrojó la torpe esclavitud;
Reina con el cabello pisoteado,
Laurel al que la lluvia no ha regado
Y se marchita en flor de juventud.
Su sociedad sin leyes, desquiciada,
Y bajo férrea mano nivelada,
Tiembla ante la cuchilla del terror;
Los nombres de patriotas eminentes,
No gravados en bronces relucientes
Sino en tablas de ingrata proscripcion.
Los principios de Mayo conculcados,
Los derechos del hombre pisoteados,
Sin que pueda decir: «yo tengo un pan»;
Un pueblo destinado al sacrificio
Sobre el horrendo tajo del suplicio
Que sangre pura destilando está.
Al deshonor sus hijas entregadas,
Las madres en los templos azotadas
Coronadas del moño de irrision,
Arrastrando cual mulas torpe carro
Donde llevan un ídolo de barro
Que colocan al lado del Señor!!
La tribuna de Agüero y de Dorrego,
Cuya palabra descendió cual riego
En medio de la barra popular,
Hoy la ocupan estúpidos sectarios
Donde leen un papel sin comentarios
En defensa del crímen y maldad.
La bandera que guiaba al combatiente
Despojada del sol resplandeciente,
Y ennegrecido su divino azul;
Desterrado el honor de su milicia,
Derrumbado el altar de la justicia,
Sus poetas sin patria ni laud.
En todo impreso del demonio el sello:
El robo, la injusticia y el degüello
Sancionados en ley y religion;
Coágulo de los vicios mas inmundos
Que emponzoñara el aire de mil mundos
Si no se contuviese su espansion.
El genio que preside esta anarquía
Entre el vapor espeso de la orgía
Desparrama en su aliento corrupcion:
Aborto abominable del infierno,
Ó maldicion tremenda del Eterno
Porque el lazo rompimos de la union.
Salvage que en sus raptos de demencia
Volcó la hermosa antorcha de la ciencia
Para encender con ella su fogon,
Donde quemó del pueblo los derechos,
Y el bello libro de los grandes hechos...
Mas ¡ah! su cifra está en el corazon.
Entonces en demanda tuya, ¡oh Mayo!
Armamos nuestra diestra con tu rayo
Para acorrer la patria en su orfandad,
Dando al viento de nuevo los colores
Que engalanó en los nítidos albores
De nuestra patria el sol de libertad.
Pero la diestra que mi patria azota
La revolcó en el campo de la rota,
Y vió abatido su inmortal pendon;
Los cruzados de Mayo sucumbieron
Y á las playas de Oriente se acojieron
Cual la paloma que huye del halcon.
Hijo del pabellon del Argentino
Su bandera dió sombra al peregrino
Como el palmero al pobre viajador;
Pero el feroz tirano, en torvo ceño,
Los despertó de su ajitado sueño
En la tierra de lenta proscripcion.
Al mirar levantarse agigantado
Un pueblo por las leyes gobernado,
Vió su trono sangriento bambolear;
Ante la ley retrocedió el salvage
Y sus hordas hambrientas de pillage
Bajo rojo pendon hizo juntar.
Y dijo:—«Al otro lado de este rio
«Se levanta con fuerte poderío
«El odiado pendon de libertad;
«Corred allí, mis bravos federales,
«Y quemad esos libros infernales
«En que se habla de Patria y de Igualdad.
«A la carga! á degüello! mis sicarios,
«Que mueran los salvages unitarios
«Por mi mazhorca á filo de puñal;
«Despedazad sus cráneos con la bola
«Y arrastrad de los potros á la cola
«Sus cabezas en medio de un cardal!
«Que vista en pocos dias triste luto
«Y que me pague en llanto su tributo
«La que llaman República Oriental:
«Atádmela á la cincha con un lazo
«Que dando espuela y rienda á mi picazo
«La vereis por las pampas arrastrar.
«Predicad que á los pies de mi caballo
«He borrado los códigos que en Mayo
«Una turba de locos escribió,
«Y he formado en la palma de mi mano
«Un famoso sistema americano
«Para reinar sobre las leyes, yo!»
La mesnada de torpes asesinos
Que deshonran el nombre de Argentinos
Volaron cual hambriento gavilan,
Y al barbárico son de un clamoréo
Llegan ante la gran Montevideo,
Donde los libres en su puesto están.
Llegan, y se detienen asombrados
Ante los fuertes muros, levantados
Del pueblo por la mano colosal:
Y en el Cerrito de eternal memoria
Donde Rondó se coronó de gloria
El invasor levanta su real.
No ya cual otro tiempo, en las almenas
Van á trozar las bárbaras cadenas
De tres siglos de oprobio y opresion:
Renegando las glorias de esos dias
Vienen á traer satánicas orgías,
Vienen á traer degüello y proscripcion.
Por las orillas fértiles del Plata
La gavilla de Rosas se dilata
Amenazando hundir la Libertad:
Montevideo grande, fiel, sublime,
Bajo el enorme peso que la oprime
Alza tranquila el último fanal.
Oponiendo su espada á la venganza
Guarda el arca de la última esperanza
Como el pueblo elejido de Jehová;
Y en ella cual depósito sagrado
Se encierra el porvenir ilimitado
Que en los tiempos su luz proyectará.
En ella, como en surcos misteriosos
Fructifican los gérmenes hermosos
Que fecunda la sangre y el sudor,
Y dia y noche la ciudad invicta
Guardando con amor su arca bendita
Vela al pié del sagrado pabellon.
En vano viejos pueblos enervados
Escriben por el miedo dominados
«El oro! el oro es de la tierra Dios;»
Que ella dice con hechos elocuentes:
«En los pueblos viriles y valientes
«El Dios, es de la patria el santo amor.»
Funde cañones, arma ciudadanos,
Y al niño, á la muger y los ancianos
Les infunde su aliento varonil;
Amasa con su sangre su muralla
Bajo el fuego de la hórrida metralla
Y el mortífero plomo del fusil.
La pólvora y la sangre siempre humea,
De sol á sol su ejército aun pelea,
Y uno á uno sus hijos vé caer;
Pero ella mas heróica y mas constante
Los envuelve en su manto rutilante
Y les ciñe coronas de laurel.
Al que infame, cobarde y miserable
Deserta su defensa inimitable
Le estampa el sello ardiente del traidor,
Y teje siempre-viva y mustio lirio
Para ceñir coronas de martirio
Al que le dé su vida en oblacion.
Y sus hijas tambien, con patriotismo,
Bendan al que cayó con heroismo
Defendiendo su hogar y castidad;
Y comprendiendo su mision inmensa
Se entregan de la patria á la defensa
Ofreciendo sus hijos en su altar.
Oh, mil veces, mil veces venturosa
La juventud que en lucha tan hermosa
Puede toda su sangre derramar;
La que serena ante el embate rudo
De los tiranos, cae en el escudo
Del mártir de una causa universal.
Estos tus hijos son, los que á tus dogmas
Hoy tributan sus cánticos y aromas
Su brazo y su poder intelectual:
Que acaudillan de Mayo aquellos hombres
Cuyos gloriosos é inmortales nombres
Son nuestro patrimonio nacional.
Cada viejo de Mayo es flor divina
De la corona cívica Argentina
Y la corona cívica Oriental;
Y si el viento arrebata alguna hoja
Tu luz seca las gotas de congoja
De nuestra patria en la divina faz.
Detente, oh Sol, y mira ese caido:—
Fué un guerrero de nombre esclarecido
Que en holocausto tuyo se ofreció,
Y hasta lanzar sus postrimer aliento
Á tí te consagró su pensamiento,
Y al ver tu faz contento sucumbió.
Grande, entre los gigantes de aquel Mayo
Que robaron á Dios su ardiente rayo
Para decir al pueblo: Fiat Lux,
Hoy miró su postrer aniversario,
Sirviéndole de espléndido sudario
De la ciudad el estandarte azul.
Tuvo seis hijos, del amor el fruto,
Que presentó á la Patria por tributo
Cuando miró su estátua bambolear,
Y á la cabeza de su prole hermosa
Desenvainó su espada victoriosa
Para poner á raya la maldad.
Y en cien combates de eternal memoria,
Do la ciudad se coronó de gloria
Relampagueó su acero vencedor,
Y el entusiasmo puro en que en él ardía
Á sus valientes hijos infundía
Entre el silvo del plomo matador.
Hermosa cual su vida, fué su muerte:
Con el aliento varonil del fuerte
Peleando por la patria sucumbió.
En hombros de su ejército esforzado,
De balazos el pecho acribillado
El campo de batalla abandonó.
Estendido en el lecho de agonía
Reconcentró de su alma la energía
Para poderte contemplar ¡oh Sol!
Y á veces repetia el fuerte anciano:
«Pueda mirar el astro soberano
«Que el dia de la América alumbró!»
El cielo oyó su ruego. Esta mañana
Cuando tocaba á vuelo la campana
Y tronaba la salva del cañon,
Sintió fuego patriótico en el alma
Y cual hojas al tronco de la palma
Su valerosa prole le rodeó.
Sobre su calva é inspirada frente
Relucía la chispa refulgente
Que fijó con su dedo el Hacedor:
Abrió sus ojos á la luz süave,
Y arrojó una mirada dulce y grave
A sus retoños, que en amor regó.
Los estrechó con paternal terneza,
Y elevando exaltada su cabeza
En las nubes de Oriente la fijó:
Cayeron de rodillas ante el lecho
El corazon en lágrimas deshecho
Y así les dió postrera bendicion:
«Benditos seais, para salvar la Patria
«Y fecundar de Mayo la simiente,
«Para adornar con palma refulgente
«De nuestra patria el pabellon triunfal.
«Benditos seais, para morir por ella,
«Entre el ardor de la feral batalla,
«Para oponer incontrastable valla
«En la tribuna al despotismo audaz.
«Benditos seais, para rasgar el pecho
«Del torpe Rosas, con robusta mano,
«Y dar al pueblo en que nació Belgrano
«De libertad y gloria la señal.
«El mundo entero aplaudirá ese golpe,
«La humanidad consagrará loores,
«Y el cincel de los grandes escultores
«Os armará del salvador puñal.
«Himnos sin cuento os rendiran los vates,
«Párvulos tiernos, santas bendiciones,
«Casta doncella, puras emociones,
«Y admiracion la noble ancianidad.
«El pueblo grato os ceñirá de lauros,
«Enjugareis de una nacion el lloro,
«Que vuestro nombre escribirá con oro
«En las fajas del Lávaro triunfal.
«Grandes sereis por mil generaciones,
«Y vuestra gloria inundará este suelo,
«Y vuestro padre desde el alto cielo
«Os enviará su bendicion de paz.
«Benditos seais, para salvar la Patria
«Y dar al mundo ese inmortal ejemplo
«Volar de gloria al sacrosanto templo
«Y de Mayo las aras levantar.»
Dijo el anciano, y el gran sol de Mayo
Vertió sobre su frente un puro rayo
Que en misteriosa auréola la ciñó.
Le contempló con ojo entusiasmado
Diciendo: «¡Patria mia!».... y apagado
Quedó su inteligente resplandor!
Así de Libertad sucumbe el hijo:
Sobre la Patria el pensamiento fijo,
Abrazando las gradas de su altar;
Como Castelli y cual Beron de Astrada,
Como Lavalle de alma no domada,
Muere para vivir, vida inmortal.
Con mártires de grandes corazones
Se alzan y regeneran las naciones
Y su sangre es la ofrenda que les dan:
Mártir fué el Redentor, y de un madero
Do lo enclavó el impio, al mundo entero
Regeneró con su mision de paz.
Bebiendo el entusiasmo de sus hechos
Buscaremos del hombre los derechos
Á la radiante luz de la verdad;
En el templo de Mayo elevaremos
Hostia de paz y allí profesaremos
Su doctrina de amor y de hermandad.
Profética la mente ve otros dias
En que se oirán sublimes armonías
Bajo el domo que habremos de elevar
No habrá tiranos, ni sangrienta guerra,
Tierra de promisión será esta tierra,
Norma de la aflijida humanidad.
¡Oh Mayo! de tu espíritu invisible
Penetrarás un mundo indivisible,
Como la luz la vasta la inmensidad:
Y al relucir tu sol del alto cielo
Se elevará sonoro desde el suelo
Un coro de alabanza universal.
Coro
«Gran lámpara del templo soberano,
«Vasta concretacion del ser humano,
«Condensacion de la inmortal verdad;
«Fuente perenne de fecunda idea
«Que en los espacios, nuevos mundos crea,
«Antorcha de la inmensa eternidad.
«Inagotable manantial de vida
«Que fecunda la savia bendecida
«Del árbol de la sacra libertad;
«Árbol que ostenta flores inmortales
«Teñidas de colores celestiales,
«Con que perfuma Dios la humanidad.
«Cosmopolita cifra que concreta
«Las utopias doradas del poeta
«Y el ideal del genio pensador;
«Efluvio poderoso de otros mundos,
«Que haces brotar los gérmenes fecundos
«En el limbo del surco de labor.
«Del gran dia celeste monumento,
«Donde arde su divino pensamiento
«Como el fuego sagrado en el altar:
«Tú alumbrarás del mundo las edades
«En medio de las negras tempestades
«Para impedir al mundo naufragar.
«Númen del libre, signo de victoria,
«Luz de los pueblos, astro de la gloria,
«Que das al genio noble inspiracion:
«Tú, la divina imágen que soñaron,
«Los hombres que tus luces invocaron,
«Realizas con tu sola emanacion.
«Tú guardas de los hombres el tesoro
«Y en tus altares, de las urnas de oro
«Derramas democrático raudal;
«Tú bañas con tu linfa á las naciones,
«Y viertes en sedientos corazones
«De la justicia universal maná.
«Bajo la ígnica cruz del cristianismo
«Que corona tu domo, el despotismo
«Yace herido del rayo popular,
«Y la divina imágen que soñaron
«Los hombres que tu basa levantaron
«Le oprime con su planta de titan.»
Es mi barco mi tesoro,
Es mi Dios la libertad.
Espronceda.
Es una linda goleta
Ligera como la brisa,
Que en el Plata se desliza
Cual fantástica vision.
Ruge el viento enfurecido
En la blanquecina vela,
Mientras ligero revuela
Del corsario el pabellon.
Sentado un hombre en la popa
El ancho rio admirando
Meditabundo fumando,
Entre una nube se vé:
Es su frente ancha y altiva,
Es tostado su semblante,
Es su mirar penetrante
Y su brazo de temer.
Entre sus manos robustas
Una guitarra se mira,
Que blandamente suspira
Como querella de amor,
Y mientras ruge en los cables
El pampero embravecido,
De su guitarra al sonido
Entona aquesta cancion.
CANCION
"Es mi goleta el cisne de este rio
Que tiende el ala cuando brilla el sol:
Es en el puerto libre como el viento
Y en altos mares libre como yo.
A mi querida la llaman
La goleta «Libertad,»
Porque asila al hombre libre
Y hace fuego á la maldad.
Y de todos tiranos los pendones
Se abaten al rugir de sus cañones.
Ha navegado hasta la vieja Europa
Enarbolando el argentino sol,
Y en su crucero, al pabellon de Iberia
Con sus rayos ardientes eclipsó:
Y al divisarse sus velas
De Cádiz en la ciudad,
Decían los gaditanos:
«Allí viene la «Libertad!»
Y flotaba el pendon Americano
Desafiando las balas del tirano.
Cubierto el puente de caliente sangre
Izando al tope flámula de honor
Ha visto la bandera de un Imperio
Sepultarse entre el humo del cañon.
Y al pasar por su costado
Brown que el combate ordenaba
Con su bocina de mando
A los bravos saludaba.
En el Juncal, donde con pecho fuerte
Clamaban todos: «Libertad ó muerte!»
Ora corsario de los hombres libres
Se vé mi enseña por do quier flotar,
Y el marinero en medio de la noche
Suele decir: «Ahí vá la «Libertad!»
Soy el amigo del pueblo,
Ante nadie me arrodillo,
Ni á los esclavos halago,
Ni á los déspotas me humillo.
Vivo en el mar, desprecio los tiranos,
Nunca con ellos enlacé mis manos.
Cuando cruzando el Rio de la Plata
Veo flamear de Rosas el color,
De alerta el grito doy á mis marinos
Empuñando la barra del timon.
Y cuando al frente aparecen
Grito á mis valientes ¡fuego!
Por no tomar esas presas
A las llamas las entrego.
Que allí mi Libertad tan solo impera:
Bajo sus fuegos rinden su bandera.
Mi divisa es:—«Valor é Independencia.»
Mi ley:—«Aborrecer al opresor.»
Mi religion:—«La libertad del mundo.»
Mi patria:—«El continente de Colon.»
Y sin tener mas tesoro
Que mi barco y mi puñal,
Primero daré la vida
Que rendir la Libertad.
Que ese pendon que brilla con la luna
Jamás se abate ante bandera alguna.»
El marinero que en la cofa estaba
Gritó al Corsario que tambien velaba,
«Un barco viene.»
El se levanta magestuoso y mudo,
Y de los vientos al silvido rudo
Todo previene.
Era francés el buque que venia,
Y allá en su mástil ondear se via
De Julio el pabellon.
Viva la Francia! gritan muchas veces;
Vivan los libres! gritan los franceses
De noble corazon.
Sigue el buque francés su derrotero
Impelido del soplo del Pampero
Por el piélago azul.
En tanto que el Corsario navegaba
Y al divisar sus velas esclamaba
«A los libres, salud.»
Un negro bergantin pasó á lo lejos,
Y de la mústia luna á los reflejos,
Dijo, al ver su pendon:
«Mirad, se llama de la mar señora
«Esa bandera que enlutada llora
«En el templo de Dios.
«Hoy de la Francia muéstrase celosa
«Porque cree que fuerte y poderosa
«Nos podrá sojuzgar.
«Islas quiere la Francia? Ya el Britano
«Ha robado en el mundo Americano
«Malvinas y Roatan.
«Quiere nuestras ciudades? los pedazos
«De la bandera inglesa, que á balazos
«Supimos conquistar,
«Y son de gloria nuestra herencia rica,
«Levantados en lo alto de una pica
«A la Europa dirán:
«Que en todo el continente Americano
«Ni el francés, ni el inglés, ni el castellano
«Su mano asentará.
«A ver! que alguno la conquista intente
«Y de todo un ejército insolente
«Los cráneos mostrará.»
Dijo el Corsario, y en su altiva frente
Relámpago de luz cruzó luciente
Como una exalacion.
Volvió á la popa, y se acostó en su asiento,
Y en medio de la música del viento
Tranquilo se durmió.
——
La aurora aparece con dulce sonrisa
Y llena de aromas la atmósfera está,
Hermosa goleta que impele la brisa
Surcando va el agua del gran Paraná.
En tanto el Corsario la costa admirando
Saluda aquel rio de gracia inmortal,
Y en alto levanta, su sien desnudando,
Tres fajas de blanco y azul celestial.
Y dice las islas y el bosque mirando:—
«Lavalle y sus bravos aquí me hallarán,
«Y el rio en mi barco, veloces pasando,
«Mi vida y mi barco por suyo tendrán!»
De pronto en el llano se ven mil guerreros,
Bandera Argentina se mira lucir,
Y al pié resplandecen los fuertes aceros
Que van sus valientes con gloria á esgrimir.
«Salud, hombres libres, la patria os espera,
«Guerreros antiguos y nuevos, salud.»
Gritóles, y todos al ver su bandera
Bajaron sus lanzas diciendo: «Salud.»
Mejor se triunfa muriendo que matando.
INTRODUCCION
En la region andina que libertó Bolívar
Reposa la cabeza del mártir esforzado,
Que en sus membrudos hombros potente ha sustentado
La inmensa pesadumbre de gran revolucion.
Robusto como el pino que bate la tormenta
Sus ramas han crujido con ímpetu violento,
Y hoy yace por el suelo tendido y sin aliento...
Tendido y sin aliento, pero domado nó!
Donde un mortal sucumbe, un héroe se levanta,
Sus formas luminosas se animan lentamente....
Relámpagos y nubes coronan su alta frente
A par de los gigantes que doman la creacion:
Los Andes, atrevidas pirámides del mundo
Vestidas por la pompa severa del invierno;
Inmensos pedestales que levantó el Eterno
De pedestal le sirven y de eternal panteon.
Cual página mas grande para inscribir su nombre
Que esas gigantes moles que mundos equilibran,
En cuyas canas frentes los huracanes vibran
Como arpas misteriosas que pulsa el vendabal?
Atleta americano lanzóse de su cumbre
Por conquistar á hierro la libertad de un mundo,
Y de su altivo paso se vé surco profundo
Que el tiempo despeñado se para á contemplar.
Su vida fué un invierno, sañudo, interminable:
Envuelto por el hielo, luchando brazo á brazo,
Y el fuego de la patria guardando en su regazo
Para encender la antorcha de gloria y libertad.
Por eso para libro de sus heróicos hechos
Los Andes han abierto su inmensurable seno,
Como para la tumba del inmortal Moreno
Bastar pudo tan solo la inmensidad del mar.
EL CENTINELA
Trémula brilla en la celeste esfera
La blanca antorcha que sucede al dia,
Y de la noche la mortaja fria
Sus anchos pliegues tiende en derredor.
Soberbia en tanto entre la espesa bruma
Se vé la cumbre de los altos Andes,
Donde un gran pueblo con alientos grandes
La alta bandera de igualdad clavó.
Sordo fragor en sus entrañas ruge
Al despeñarse el agua del torrente,
Cual si arrastrase en rápida corriente
De un mundo el esqueleto colosal.
Y allá en su cima los eternos hielos
Brillan como el almete de un guerrero,
Cuando cubierto de fulmineo acero
Se vé atrevido su creston ondear.
Y en ancho mar de blanquecina nieve
Solo una forma humana se elevaba:
La de un fiel centinela que velaba
Apoyada la mano en su fusil.
Blancos cabellos su cabeza orlaban,
Hondos surcos cruzaban su semblante,
Y su mirada firme y penetrante
Revelaba un aliento varonil.
Era una sombra de las grandes huestes
Que de Mendoza al Ecuador partieron,
Y que del grande San Martin siguieron
Por entre abismos la pisada audaz;
Era un guardian de la ignorada tumba
De los caidos sin legar su nombre,
Que esperaba á los héroes de renombre
Para dar á otro mundo la señal.
Asi velaba en medio de dos mundos
Los vivos y los muertos custodiando,
Cuando un rumor los ámbitos llenando
La montaña en su base conmovió.
¿Quién vive? preguntó, y tristes voces
«Quien murió por la Patria,» contestaron,
Y cuarenta adalides avanzaron
Alzando un desgarrado pabellon.
Negros los rostros y la frente roja,
La mano herida y como sierra el sable
Llevaba aquella hueste formidable,
Fugitiva del campo del honor.
Envueltos en banderas argentinas
Conducian los restos de un soldado,
Y brillaba en su cráneo descarnado
La aureola que al mártir coronó.
El centinela comprendió que á un héroe
Aquellos huesos frios sustentaron:
Sus lágrimas ardientes resbalaron
Y su fusil al hombro levantó.
¿Quién es el héroe? preguntó, y un jóven
De veinte Mayos é inspirada frente,
Doblando la rodilla reverente
En discurso elocuente respondió:
DISCURSO
«Su nombre está escrito del pueblo en el seno,
De sus altas glorias el mundo está lleno,
Su frente circuye laurel inmortal;
Atleta de Mayo, venció los esclavos,
De un pueblo de siervos rompiendo los clavos
Bañó su cabeza con óleo de paz.
«Los Andes le vieron alzarse á su cumbre,
Y allí derramando magnética lumbre
De América el mundo con ella alumbró;
Le vieron soberbio venciendo á los Reyes,
Llevando el programa de glorias y leyes
Grabado en el sable que grillos trozó.
«Con lanza enristrada cruzó como rayo
Llevando la enseña del pueblo de Mayo
Del Plata á los Andes y ardiente Ecuador;
Y reales diademas, y tronos y cetros
Se hicieron pedazos, cual viejos espectros,
Crujiendo á las plantas del gran lidiador.»
——
El centinela alzó la noble frente
Que súbito relámpago cruzó;
Y atónito, el fusil resplandeciente
Ante los huesos frios presentó.
——
«Alzóse en su patria soberbio tirano,
De libres la senda mostrónos su mano
Y heróico el primero por ella cruzó.
Y justos principios alzando en su espada
Llevó el estandarte de santa cruzada
Que en rota y victoria seis veces se vió.
«Pero él en su espada, con nervio pujante
La patria y sus glorias sostuvo constante,
Y nunca cobarde su espalda dobló:
Miró su bandera de polvo cubierta,
Miró de la lucha la arena desierta,
Y entonces su frente soberbia rindió.
«Su grande destino la muerte ha cortado!
La causa camina, pero ¡ay! está helado
El soplo de fuego que vida le dió!
Así en otros tiempos en circo estendido
El fuerte guerrero yacia caido
Y el carro que hollaba seguir triunfador!»
——
El centinela atento le escuchaba
Y el corazon guerrero arder sintió,
Y aquel fusil que al frente presentaba
Rendido hasta sus plantas abatió.
——
«Envueltos sus restos por patria bandera
Encuentren al menos en tierra estrangera
La tumba que al mártir su patria negó.
Sus fieles soldados cavando su fosa
Cubrirán de tierra con mano piadosa
La frente laureada que el mundo admiró.
«Al pié de su tumba que calle la envidia!
Su espíritu noble preside á la lidia
Que aun arde en nosotros su llama inmortal.
Apóstol y mártir su pueblo le nombra,
Y grande y serena su pálida sombra
De dulce esperanza levanta el fanal.
«Un dia los hijos del pueblo argentino
Orlando sus sienes con lauro divino,
Darán á sus manes sagrada ovacion,
Y entonces nosotros los Andes cruzando
Vereis que volvemos en triunfo llevando
Los huesos proscriptos del grande campeon.»
——
El centinela contempló aquel muerto
Que un huracan del mundo arrebató,
Y arrodillado sobre el suelo yerto
Humilde ante su gloria se postró.
EPILOGO
Como una chispa de la luz divina
Se vé brillar en la region andina
La estrella matinal;
Y una mano invisible, misteriosa,
Levanta de la noche silenciosa
El fúnebre cendal.
Y descubre un cadáver coronado,
De lágrimas y espinas incrustado
Su lauro triunfador:
Y en su presencia el ángel del aurora
Levanta con su voz consoladora
El himno del dolor.
HIMNO
Lavalle, tu cabeza
De penas fué calvario,
Y vaso lacrimario
Tu grande corazon:
Y los cautivos pueblos
Vertieron en tu seno
El llanto de amor lleno
Que el pueblo derramó.
Luchando cuerpo á cuerpo
Caiste en noble guerra,
Sobre la misma tierra,
Que tu sudor regó.
Y el corazon del mártir
Que atesoraba el llanto
Un génio sacrosanto
Del cuerpo arrebató.
Alzóse hasta las cumbres
Del alto Chimborazo,
Y allí con fuerte brazo
Tu corazon clavó;
Y cual en noble túmulo
Brilla la urna de oro,
La urna de nuestro lloro
Allí vierte esplendor.
Torrente de dolores
Por Dios atesorado,
Cual dictamo sagrado
Que destiló el amor!
¡Oh corazon que fuiste
El cáliz de amarguras,
A las espadas duras
Dá el templo del honor!
Acérquese allí el jóven
Y beba fortaleza,
Allí busquen firmeza
Los brazos sin vigor;
Allí vaya ese pueblo
Que dobla su garganta,
Y beba la ira santa
Que hiera al opresor.
Allí vaya la vírgen
A derramar sus flores,
Para jurar amores
Al que combata al vil;
Acérquese allí el niño
Y en su dolor templado
Levante el grito osado
De lucha varonil.
Y diga á los que duermen
En el polvo sangriento:
«Dad otra vez al viento
«De Mayo el pabellon;
«Y vencidos cien veces,
«Otras tantas deshechos,
»Oponed duros pechos
«A la dura opresion.»
Sí, que la voz del niño
Oráculo es del cielo
Para anunciar consuelo
A un pueblo en horfandad,
Y sus puras palabras
Al tiempo de verterlas
Se convierten en perlas
En la urna funeral.
I
Cuando las huestes de Rosas
Pisaron de Oriente el suelo,
Al toque de la corneta
Seis mil bravos acudieron:
A su cabeza se vió
Al héroe antiguo de Haedo,
Acaudillando los bravos
Que de la patria en el seno
Heróicos se levantaron
En sosten de sus derechos.
Todo Oriental que abrigaba
De la libertad el fuego,
Bajo el pendon de la gloria
Iba á desnudar su acero,
Lleno de noble energía,
Y de patriotismo lleno.
II
Campon tranquilo vivía
Bajo del paterno techo:
Ciñóse al punto su espada,
Montó un veloz parejero,
Y voló do le llamaban
De la corneta los ecos.
Ni le detuvo el peligro,
Ni el triste llanto materno,
Ni del amor las dulzuras,
Ni del dolor los lamentos:
Solo escuchó al patriotismo
Que atesoraba en su pecho.
III
A la orilla de un arroyo
Se vén veinte coraceros
Dispersados en guerrilla
Sobre caballos lijeros;
Se ven al frente asomar
Bajo los talas y seibos
Que baña Santa Lucía
Míl y quinientos guerreros;
Y el denodado Campon
Mandando los coraceros
Con firmeza les repite:
«Antes que rendirse... ¡fuégo!»
Lanzando grito salvaje
Viene la tropa de siervos,
Como una nube de polvo
O una bandada de cuervos.
Campon, cual muro de bronce
El choque espera sereno,
Y á sus valientes soldados
Manda hacer continuo fuego,
Y cuando balas no tuvo
Dijo la espada blandiendo:
«La carabina á la espalda
«Sable en mano, coraceros!»
IV
Santander con su Escuadron
Se lanza en el entrevero;
Cuadra, ¡A la carga! ¡á la carga!
Repite con voz de trueno:
Sigue Blanco con sus bravos
Montados en moros negros.
Por su valor y su arrojo
Es conocido el primero,
Y se distingue el segundo
Por su semblante sereno:
La calva frente de Blanco
Es de su alma fiel espejo,
Pues se retratan en ella
La honradez y el ardimiento.
Trescientos hombres le siguen
Cargando al son de degüello,
En proteccion de los bravos
Que lidiando como héroes,
Mas que hombres de hueso y carne
Parecen hombres de hierro!
Ni les intimida el número,
Ni el morir les causa miedo;
Con sables hechos pedazos
Sus ojos despiden fuego,
Está abollado el morrion
Y sangre vierten sus miembros,
Ruge el plomo en sus cabezas
Y retiembla el pavimento;
Pero ellos imperturbables
En medio del entrevero,
Sueltan la rienda al caballo,
Descargan golpes tremendos;
Y ante su diestra valiente
Llenos de susto los siervos,
Bajan la mústia cabeza,
Abren un ancho sendero;
Y allí donde el clarin
Resuenan los tristes ecos
Llenos de sangre y de polvo
Júntanse los coraceros.
Blanco, que fué rechazado
En el encuentro primero,
Al frente del enemigo
Organiza los dispersos,
Hace tocar á la carga
Y otra vez los lleva al fuego.
V
Campon y Alberdi entretanto
De los esclavos en medio,
Abandonados se miran
Del hombre, no de su aliento.
De su alarido de guerra
Retumba el éco á lo lejos;
Al galopar sus corceles
Con fragor retumba el suelo;
Sobre sus negras corazas
Rechina el fúlgido acero,
Los sables cubren la luz
Sobre sus cráneos sangrientos.
Heróicamente lidiaron,
Cien heridas recibieron,
Y clamando—¡Libertad!
Al suelo cayeron muertos.
Y la divina corona
Que la Patria dá al guerrero,
Sobre sus frentes marchitas
Se vió caer desde el cielo.
Blanco á la carga conduce
A sus valientes de nuevo,
Pero al querer batallar
Todos se miran envueltos,
Y cual las hojas de otoño
Por la campaña dispersos.
En vano el buen coronel
Levanta su voz de trueno,
Abandonado y sin gente
Solo le ampara su acero.
VI
En la inmediata cuchilla
Un relámpago de fuego
Brilló, rugiendo con furia
Del cañon el ronco trueno.
Nuñez avanza atrevido
Con setecientos guerreros,
Blandiendo lanza potente,
Montando un tordillo negro.
Es imponente su marcha,
Y por su rostro moreno
El entusiasmo asomaba
Como en la noche un reflejo.
Al marchar de sus campeones,
Al relumbrar de sus hierros,
Y al tremolar su estandarte
Los enemigos huyeron.
Los libres en vez de rostros
Espaldas tan solo vieron.
VII
Cuando los viles esclavos
Riendas al caballo dieron,
De cadáveres y de armas
El campo quedó cubierto,
En expiacion de los libres
Que con honor sucumbieron.
Cuarenta bravos perdimos
En este glorioso encuentro,
Y al otro dia al pasar
Aquel campo de los muertos
Nuestros soldados decian:
«Tanta sangre vengaremos,
«Por cada gota de sangre
«Un arroyo verteremos.»
VIII
En los campos de Cagancha
En medio al humo y al fuego,
El escuadron de Campon
Admiró por su denuedo.
El ala izquierda ocupaba,
Y en el furibundo encuentro
El campo quedó sembrado
De hombres y caballos muertos.
Quedó en medio á la cuchilla
De sangre un ancho reguero:
¿Quién lo hizo? el escuadron
Que por vengar sus guerreros,
Pasó legiones de esclavos
A los filos de su acero.
INVOCACION
Llegad en torno mio,
Venid, sombras nocturnas,
Y alzad con poderío
Las cinerarias urnas,
Cubiertas con el lirio
Que consagró el martirio:
Alzad, sombras, alzad!
Bañadlas con el llanto
Del pueblo que suspira,
Y el ardoroso canto
Que se alce con mi lira,
Por todo el hemisferio
Libre del cautiverio.
Llevad, sombras, llevad!
CORO
De América las vírgenes
Con mano temblorosa,
La cabellera frígida,
Sangrienta y polvorosa
De las heróicas víctimas,
Con flores ceñirán.
Entre perfumes célicos
Y grata melodía
De cánticos suavísimos,
Hasta la tumba fria
Entre aureolas fúlgidas
Los héroes bajarán.
Sobre la huesa húmeda
Donde su lauro brilla,
Los pueblos redimidos
Doblando la rodilla,
Al trono del Altísimo
Plegarias alzarán.
El Bardo de la América
Invocará sus manes,
Y al son de la arpa armónica
Que pulsan los titanes,
Sobre su frente pálida
La inspiracion caerá.
POETA
La tumba del valiente
No pide débil llanto,
Sino del vate ardiente
El estridente canto,
Que imite en su armonía,
Vibrante vocería
Del campo del honor.
Qué importan á los bravos
La pompa de los templos
Que compran los esclavos!
Les bastan sus ejemplos,
Su inmarcesible gloria,
Su tumba, su victoria,
Sus lauros, su valor!
Cual rinde su alta frente
El sol al Océano,
Como el audaz torrente
Que baja al ancho llano,
Debe ser la caida
Del que rinde la vida
Del pueblo en el altar.
Cantemos á los muertos
En la feral pelea,
Que sus despojos yertos
De América presea,
Valen mas que la pompa
Que celebra la trompa
Del poeta servil.
Indómitos guerreros
Ante el altar caidos,
Blandiendo los aceros
De sangre reteñidos,
Venid, llegó la hora:
La América hoy valora
Vuestra mision viril.
Llegad, nubes de incienso
Bañando vuestras frentes,
Oireis el himno inmenso
Que pueblos reverentes
Cantan en el osario,
No al génio sanguinario,
Ni al Régulo opresor.
Generaciones nuevas
Ricas de independencia,
Tras dolorosas pruebas
Por fecundar tu herencia,
Se acercan á las aras
Que con tu sombra amparas
Del Plata al Ecuador.
Oh brazos tan robustos
Que á un mundo estremecieron,
Y en dias mas augustos
Sus aras contuvieron,
Poderosos se eleven
Y á la mansion me lleven
De sacra inspiracion!
CORO
Sus lívidos cadáveres
Veranse entre humo denso,
Del pueblo, del incienso,
Y entre la pompa nítida
Del templo de Israel.
Relucirán las lámparas
Ante el sombrío coro,
Y al órgano sonoro
Se mezclarán melódicas
Las arpas de Sion.
Resonará en la bóveda
El cántico suave,
Y en medio á el ancha nave
Se elevará en el túmulo
La gloria y libertad.
Y el inspirado vate,
Envuelto por el manto
Del entusiasmo santo,
Exclamará profético:
«Tu nombre vivirá.»
POETA
La libertad se encumbra
Sobre sangrienta pira,
Y con su antorcha alumbra
Las cuerdas de la lira,
Que el vate pulsa altivo
Al son del éco divo
Del férvido huracan.
Su luz, los nombres dora
De la urna funeraria,
Donde enlutada llora
La musa solitaria,
Los mártires valientes
Cuyas soberbias frentes
Humeando sangre estan.
Miradlos sobre el suelo
Que hollamos con la planta,
Mirad: en raudo velo
Su espíritu levanta
La célica bandera,
Que ondear hace altanera
La ráfaga veloz.
Cayeron cual jigantes
En medio de la gloria:
Sus páginas brillantes
Abrió la inmensa historia,
Y en letras de granito
Su triunfo ha sido inscrito
Con fúlgido esplendor.
Ese pendon miraron
Yaciendo moribundos,
Del suelo se aferraron
Con brazos tremebundos,
Cual si al morir peleando
La tierra asi abrazando
Quisieran defender.
Sublime abrazo inmenso
Rodeado por las balas,
En medio al humo denso;
Bajo las negras alas
De la terrible muerte
Y con la sien inerte
Ceñida de laurel!
Y al abrazar la tierra
Con ánimo esforzado,
Su alarido de guerra
Por el viento llevado
Resonó en los hogares,
Y en los undosos mares,
Cual voz de redencion.
Y hoy sus huesos dispersos,
En la estéril llanura,
Blanqueados por los cierzos,
Se estiman mas que el oro
Y forman el tesoro
Del mundo de Colon.
Si existe una creencia
Y un pabellon triunfante,
Si es libre la conciencia,
Si en libro de diamante
Se esculpen altos hechos,
Debémoslo á los pechos
Que el hierro atravesó.
A los varones fuertes
Que la espada blandieron,
Que arrostrando mil muertes
En el campo cayeron
Del noble sacrificio,
Bajo el marcial auspicio
Del alto galardon.
De todo un pueblo el luto,
De todo un mundo el llanto,
Es mísero tributo
Para su polvo santo,
En que renacen palmas,
Y en que resurgen almas
Al soplo del creador.
No necesitan urnas
Ni estátuas levantadas,
Porque las horas diurnas
De estrellas coronadas
Guardan el monumento,
Que cubre el firmamento
Del hemisferio austral.
CORO
De la tierra sangrienta
Se elevarán los muertos,
Y con rayos inciertos
La luna amarillenta,
El esqueleto pálido
Trémula alumbrará.
De luces coronada
La sombra de los fuertes,
En túmulos inertes
Relucirá animada,
Cual la vision fantástica
Del Cristo Salvador.
Las fúlgidas espadas,
Las bélicas banderas,
Trotones y cimeras,
Y lanzas destrozadas,
Cual súbito relámpago
Fulmíneas brillarán.
Se elevarán ardientes
Atléticas legiones
Al pié de sus pendones,
Cuando el Omnipotente
Les diga como á Lázaro:
«Del polvo levantad.»
POETA
Cuando la densa bruma
Los valles enlutaba,
Cuando la blanca espuma
Los mares circundaba,
Cual mágicos concentos
Nacian los acentos
Del arpa de Ossian.
Al eco melodioso
La bruma relucía,
Y en carro vaporoso
Celeste aparecía
Poblando la colina,
La sombra de Malvina,
De Morven y Fingal.
¿Y el Bardo arrebatado
Que invoca realidades,
No ha de poder osado
Anticipar edades
Del tiempo en la penumbra,
Cuando su mente alumbra
Inspiracion mas fiel?
¿La losa de la tumba
Levantará mi lira?—
Oid: el viento zumba,
El Hacedor me inspira,
Siento su soplo ardiente
Que en alas del ambiente
El polvo hace tremer.
¡Campeones inmortales!
Alzad la noble frente,
Que adornan las señales
De la metralla ardiente,
Alzaos del frio lecho,
Con voces en el pecho,
Latiendo el corazon.
Rasgad con mano fuerte
La fúnebre mortaja
Con que os vistió la muerte,
Y oireis la sorda caja
Que toca ¡á bayoneta!
La voz de la corneta,
Y el trueno del cañon.
La luna brilla hermosa
Cual lámpara divina
Rielando misteriosa;
En la region Andina
Su genio se levanta,
Y en torno se quebranta
La tierra con fragor.
Los cascos resplandecen
Cual rápido meteoro,
Las plumas que se mecen
Entre celajes de oro
Anuncian mil campeones,
Y en medio á las lejiones
Se eleva un pabellon.
Mil ecos fragorosos
Producen los aceros,
Los potros ardorosos
Relinchan altaneros,
Y en masas apiñadas
De sombras laureadas
Se forma una legion.
Descance con mi plectro
Mi cítara de acero,
Desfile cada espectro
Con ademan severo,
Al son de los clarines
Que llenan los confines
Con son atronador!
¡Silencio! los tambores
Ya la señal han dado,
Y rayo de fulgores
El campo ha iluminado.
¡Gloria á los inmortales
Que pisan los umbrales
De un mundo superior!
Mirad, ya no es del alma
Fantasma vaporoso,
Vestidos con la palma
Del mártir generoso,
Despues de su caida
Renacen á la vida
De glorias perennal!
CORO
De América las lágrimas
Bañando los cabellos
De los gigantes mártires,
Cual nítidos destellos,
Una corona bélica
A sus virtudes cívicas
Y á su valor serán.
En las eternas páginas
Del libro de los hombres,
Como inmortal espíritu
Revivirán sus nombres,
Y las coronas pálidas
De las edades áridas
De gloria teñirán.
El santo tabernáculo
De la igualdad preciosa
Protegerán impávidos
Con su égida gloriosa,
Guardando el testo bíblico
Del inmortal decálogo
Que á un mundo redimió.
Aéreo coro de ángeles
Entonará mil cánticos
Como la brisa plácidos;
La libertad en tanto,
Como vision espléndida,
Tendiendo el ala rápida
Se elevará hasta Dios.
POETA
Del tiempo la corriente
Bramando se derrumba,
Como la voz rugiente
Del huracan retumba,
Y en rápida carrera
La humanidad lijera
Se hunde en la eternidad.
Despeñados los siglos
Cruzan los hemisferios,
Como inmensos vestiglos
Se abaten los imperios,
Y en medio á la ruina
Encúmbrase divina
La santa Libertad.
Como en el Andes brama
El huracan tremendo,
Cuando veloz derrama
El trueno ronco estruendo,
Y en tanto el polo cruje,
Resisten al empuje
Sus quicios de cristal;
Así del tiempo el vuelo
Que abate las barreras,
Estiende por el suelo
Sus ondas altaneras,
Chocando resonantes
El muro de diamantes
Del alma libertad.
Y ella con faz serena
Sus furias dominando,
Desde la escelsa almena
Los cielos contemplando,
Mira nacer la aurora
Que al mundo es precursora
De paz y de igualdad.
Y su sagrada enseña
Al viento desplegando,
A tiranos domeña
Pueblos emancipando,
Y concita á sus bravos
Rompan de los esclavos
La argolla y el cordel.
Y por eso los nombres
De redentores fuertes
Alientan á los hombres,
Y cuando caen inertes
Las almas se electrizan,
Y gratas divinizan
Su nombre y su laurel.
Vuestros restos divinos
Son nítidas lumbreras,
Que alumbran los caminos
De edades venideras,
Por donde ardientemente
La juventud valiente
Se lanza al porvenir,
Son cual la luz bendita
De la columna ardiente
Del pueblo Israelita;
La estrella reluciente
Cuyos reflejos vagos,
A los tres Reyes Magos
Condujo hasta el Señor.
Vendrán horas serenas
Que vuelen en pedazos
Las últimas cadenas
Que amarran nuestros brazos,
Alzando los escudos
Que con brazos membrudos
Vuestro aliento elevó.
En ellos sostendremos
Al génio Americano,
Y altivos hundiremos
A todo vil tirano
Que con su torpe planta
A la corona santa
Manche de libertad.
Y de Colon la sombra
El ámbito cruzando
Sobre celeste alfombra,
Se elevará clamando:
«La aurora de Dios brilla!
«Tiranos, de rodilla!
«Naciones, levantad.»
I
Pueblos, batid vuestro pendon glorioso
Del Atacama al Cabo tempestuoso
Donde se estrella el mar;
Que en este dia la nacion Chilena
Lo hizo flamear sobre la antigua almena
De independencia al grito popular.
II
Guerreros, por la sangre consagrados,
De inmarcesibles lauros coronados
En el campo de honor;
Despertad del cañon al estampido,
Que hoy rememora un pueblo agradecido
Que os debe de su gloria el esplendor.
III
Niños, alzad las inocentes palmas
Y ardan en entusiasmo vuestras almas
Honrando á la virtud,
Que niños cual vosotros vuestros padres
Descendieron del seno de sus madres
Para destruir la dura esclavitud.
IV
Vírgenes puras, como el sol hermosas,
Que os coronais con perfumadas rosas
La frente virginal;
Cubrid con ellas los sepulcros yertos
De los valientes por la patria muertos
Que duermen sobre almohada terrenal.
V
Sacerdotes del Dios crucificado,
Quemad sobre el altar inmaculado
Inciensos al Señor,
Y suba entre la nube de humo denso
La sublime oracion de un pueblo inmenso
Que ensalza de la patria al Redentor.
VI
Legisladores de alta inteligencia,
Que alumbrasteis del pueblo la conciencia
Clamando: Fiat lux!
Si los campeones dieron altos hechos,
Vosotros proclamasteis los derechos
De la igualdad, que predicó Jesus.
VII
Ancianos, cuya mano temblorosa
Nos indica la ruta misteriosa
Que debemos seguir;
Bendecid con amor á vuestros hijos,
Para que sigan con los ojos fijos
La estrella que los lleve al porvenir.
VIII
Jóvenes, de la patria la riqueza,
El porvenir está en vuestra cabeza,
Bella es vuestra mision:
Es coronar el noble monumento,
Que simboliza el grande pensamiento
Que inauguró la tierra de Colon.
IX
Sombras de las falanges militares
Que alzaron los escudos tutelares
Al pié del patrio altar;
Dejad caer el casco rutilante
Dejad caer el hierro fulminante
Y vuestra obra venid á contemplar.
X
Naves, alzad las flámulas hermosas
Envueltas por las nubes magestuosas
Del humo del cañon,
Conmemorando los gloriosos dias
En que Chile botó á las ondas frias
En leño audaz su invicto pabellon.
XI
Campos feraces do la mies ondea,
Selvas en donde el pájaro gorjea,
Rios que vais al mar:
Un himno alzad con voz estrepitosa,
Que os fecundó la sangre jenerosa
Que enrojeció las gradas de su altar.
XII
Andes, en cuya frente encanecida
La historia americana está esculpida
En cifra colosal;
Tú que levantas la cabeza al cielo,
Pídele á Dios la lluvia del consuelo
Y á la América baña en su raudal.
———
Tú que en las nubes tienes alto nido,
Tiende tu vuelo, condor atrevido,
Que sustentas de Chile el paladion;
Sigue del sol la luminosa huella,
Y trae cual Prometeo una centella
Para incendiar con ella á la nacion.
Para incendiarla en alto patriotismo,
Para animar la antorcha del civismo
Para encender del pueblo la virtud;
Para templar los tibios corazones,
Para quemar los últimos girones
Del manto de la torpe esclavitud.
Estiende, estiende el ala vigorosa,
Cual la vela que en noche procelosa
Alza la nave en negra tempestad;
Vuela á traer la vívida centella
Que en ochocientos diez, fulgente y bella,
La antorcha reanimó de libertad.
Tú sabes ya el camino, ave altanera,
Fuiste de nuestros padres mensajera
Para pedir á Dios chispa inmortal
Y dar fuego de alarma los cañones,
Y derretir los ferreos eslabones
De la innoble cadena colonial.
Tú los viste lanzarse á la pelea,
Blandir la espada, sacudir la tea,
Vencer, y caer en la pujante accion
Mientras que tú, cruzando las esferas
Dabas aire de Chile á las banderas,
Y fuego del patriota al corazon.
Tú los viste en la noche tempestuosa
Guiados por tu pupila luminosa,
Cual por la estrella el navegante audaz,
Escalar de los Andes las montañas,
Esculpiendo en su cima las hazañas
Que realizaron con vigor tenaz.
Allí tambien reverberó tu lumbre
Cuando bajó rodando de la cumbre
Desmelenado el iracundo leon,
A par que retumbaba en la eminencia
El grito atronador de independencia
Que repetia el mundo de Colon.
Desde entonces tu llama se ha apagado,
El corazon del pueblo se ha enfriado,
Y ha muerto el fuego patrio en el altar,
Fuego necesitamos: danos fuego,
Que nuestros ojos abundante riego
De libertad al árbol dieron ya.
Haz por los hijos lo que en otros dias
Hiciste por sus padres, cuando hendias
Las esferas con ímpetu veloz,
Para traer la centella salvadora
Que de ese sol, que el universo adora,
Brotó, y en tus pupilas puso Dios.
Las alas tiende y sube hasta los cielos,
Cual si fueras á traer á tus hijuelos
El alimento que la vida dá;
Y mientras bajas desde el alta esfera
Nuestra voz de Setiembre á la bandera
Con himno popular saludará.
Y cuando venga la centella ardiente
Que del cobarde el corazon caliente
Y nos llene de aliento varonil;
Danos sombra propicia con tus alas,
Mientras que en el espíritu que exalas
Impregnamos la túnica viril.
Despues condúcenos á la victoria,
Traza con luz la senda de la gloria
Que nos lleve sin sangre á la igualdad;
Toma luego en tu pico oliva y palma
Y arrancando una chispa á nuestra alma
Vuélvesela á ese sol de libertad.
———
Doblemos la rodilla: ya luce en el oriente
El sol, que en otros dias con brillo refulgente
Inauguró del pueblo la estátua colosal.
Miradle en este templo que alzó la providencia:
Sobre el altar se eleva, fijando la creencia
Que llena nuestras almas de espíritu inmortal.
Chile es el templo inmenso: los Andes sus altares,
Sus flores el incienso, sus cedros los pilares,
Sus aves la armonía, su cielo el pabellon;
Valparaiso el pórtico que sobre el mar se inclina,
Y el sol que nos alumbra, la lámpara divina.
Do arde sagrado fuego de eterna religion.
Mirad cual lo saludan del muro los cañones,
Cual alzan los guerreros sus ínclitos pendones,
En que la estrella luce cual signo de hermandad;
Mirad como se riza del mar la blanca espuma,
Cual se disipa en torno la misteriosa bruma,
Y cual se tiñen de oro los Andes, ¡contemplad!
Oid como resuenan los ¡vivas! nacionales,
Cual desde el alta torre sus glorias inmortales
Publica la campana con lenguas de metal;
Oid como retumban los bélicos tambores,
Los cantos de la infancia, del pueblo los clamores,
Que llenan todo el templo cual coro universal.
Doblemos la rodilla, y en nuestros labios vibre,
Una oracion solemne digna de un pueblo libre,
Que en alas de los ángeles remonte hasta el Señor;
Doblemos la rodilla, y alzando el pensamiento,
En un amor unidos y un mismo sentimiento,
Roguemos al abrigo de un manto protector.
Roguemos por la suerte del mundo Americano,
Porque sus nobles hijos con palmas en la mano
En nombre de un principio se abracen con amor;
Roguemos porque caigan los réprobos caudillos,
Que en el altar sagrado dan filo á los cuchillos,
Para apagar, matando, de libertad el clamor.
Roguemos, porque nunca naufrague la creencia,
Para que tenga un culto la excelsa inteligencia
Que dice á la barbarie:—«¡De aquí no pasarás!»
Roguemos porque todos escriban en sus pechos
Con sangre de sus venas, sus leyes y derechos,
¡Que nunca borrar pueda la tiranía audaz!
Pidamos para el campo las mieses abundosas,
El pan para los pobres, virtud á las hermosas,
Y para el pueblo todo, la luz de la razon;
Y ante la tumba fria do yacen nuestros padres,
Que de laurel eterno cubrieron nuestras madres,
Pidamos para todos de paz la bendicion!
Este es el ruego digno de un pueblo generoso,
El único que al sólio del Todo-Poderoso
En alas de los ángeles la brisa llevará;
Roguemos, que templados por el sublime ruego,
El alma encandecida del entusiasmo al fuego
A otras generaciones su ardor trasmitirán.
Doblemos la rodilla: ya luce en el Oriente
El sol que á nuestros padres encandenció la mente
Para vaciar en ella de Chile la nacion;
¡Silencio! en nuestros lábios como en el arpa vibre
Una oracion solemne digna de un pueblo libre
Que pida para todos Amor y Redencion.
———
Por las fieras hambrientas perseguido
Cruza indómito potro las llanuras,
Y amarrado con fuertes ligaduras
En sus hombros Mazzepa va tendido.
Por la carrera al fin desfallecido
El bruto cae sobre las breñas duras,
Y libre de sus recias ataduras
Mazzepa se levanta rey ungido.
Asi América gime entre cordeles
Al rudo potro colonial atada,
Seguida por la jauría de lebreles;
Y exánime, y sangrienta y lacerada
Corre, cae, se levanta y de laureles,
Resplandece su frente coronada.
———
Herido por un dardo en la pelea
Epaminondas cae sobre su escudo,
Abierto el pecho por el dardo agudo
Que mata el cuerpo, pero no la idea.
Y al ver triunfal que su pendon flamea
Afloja de la muerte el fiero nudo
Y dice á Tebas: «Madre, te saludo!
«Quedan mis hijas: Leuctra y Mantinea!»
Tambien dos hijas bellas nos dejaron
Los que el libre pendon dieron al viento,
Y á su sombra su espíritu entregaron;
Hijas son de su esfuerzo y su ardimiento:
La Independencia que ellos proclamaron,
La libertad que dió su pensamiento.
———
No mirais aquel mendigo
De aquella iglesia á la puerta,
Cuya miseria despierta
Simpática compasion;
Y que á todos los que pasan
Tendiendo mano transida,
Pide con voz dolorida
Una limosna por Dios!
Es un mártir de la patria,
Un soldado valeroso
Del estandarte glorioso
Que el hemisferio cruzó;
Soldado que en otro tiempo
Hizo temblar al guerrero
Y que hoy pide al pasagero:
Una limosna por Dios!
Ved: en su manga derecha
Se perciben dos galones,
Y de Maipo los cordones
Que la patria le donó:
Cabo inválido, sin brazo,
Solo le resta en la tierra
Pedir despues de la guerra
Una limosna por Dios!
A la puerta de la iglesia
Rememora sus hazañas,
Y las gloriosas campañas
Que en otros siguió;
Y mostrando con orgullo
De su frente un ancha herida,
Pide con voz dolorida
Una limosna por Dios!
«Fuí soldado de los Andes,
«En Maipo Cabo me hicieron,
«Y las balas deshicieron
«Mi brazo en Ituzaingó:
«Entonces mi voz se oia
«En medio del fuego recio,
«Y hoy me arrojan con desprecio
«Una limosna por Dios!
«De frente! A la bayoneta!
«El coronel nos gritaba,
«Y sin miedo nos llevaba
«A la boca del cañon.
«Al brazo el arma llevaba,
«Metralla y bala llovia,
«Y entonces yo no pedia
«Una limosna por Dios!
«Cuantas veces en los Andes
«Al venir la madrugada,
«En medio de una nevada
«Mi bigote emblanqueció.
«Hoy la nieve de los años
«Mi cabello ha encanecido,
«Y estiendo la mano y pido
«Una limosna por Dios!
«Dónde están mis camaradas
«Del Cerrito y Ayacucho,
«Que mordian el cartucho
«Con indomable valor?
«Dónde están? tal vez ahora
«Duermen en la tumba helada,
«Ó piden con voz quebrada
«Una limosna por Dios!
«Como ellos yo moriré,
«Y en la tierra de mi fosa
«¿Qué alma verterá piadosa
«Una gota de dolor?
«Y cuando en algun camino
«Bajo los años sucumba
«¿Quién dará para mi tumba
«Una limosna por Dios!»
Cesa, cesa en tus lamentos
Cabo lleno de laureles,
Que hay olvidos mas crueles
Que los que llora tu voz:
La República Argentina
Bajo el yugo de un tirano
Pide al mundo americano
Una limosna por Dios!
1838
Profético metal, los ciudadanos
Que de agüero y comento son exentos
A tu voz bailarán por estos llanos,
En tanto que tu voz y tus acentos
Oyen descoloridos los tiranos
Y te atienden los reyes macilentos.
QUEVEDO.
(Polimnia—Musa II.)
I
¡Oh, Campana! de mi Patria
Eres símbolo de gloria:
O heraldo de la victoria,
O intérprete del dolor;
Eres corona de bronce
En los aires suspendida,
Que los fastos de la vida
Publicas con tu clamor.
Tú concretas nuestra historia:
Has dado la voz de alerta,
Golpeando de puerta en puerta
Con tu metálica voz;
Has anunciado las paces
Adornada con la oliva,
Y envuelta con palma altiva
La guerra cruenta y feroz.
Has sido la grave orquesta
De los cánticos triunfales,
Y en los tristes funerales,
Melancólico pregon;
Y colgado de tus cuerdas
Un pueblo de audacia lleno,
Ha hecho brotar de seno
La voz de revolucion.
Y tus ecos tempestuosos
Por el aire resonaron
Cuando en Mayo saludaron
El sol de la redencion,
Cuyo vivífico rayo
Como un martillo de oro
Te dió el acento sonoro
De la estátua de Memnon.
Has publicado cien veces
Por el mundo americano,
Las victorias de Belgrano,
De San Martin y Alvear;
Has proclamado á los pueblos
En medio de la matanza,
Y alentado su esperanza
Los triunfos al publicar.
En las contiendas civiles
Esclava de las facciones,
Te ha arrancado tristes sones
La espada del vencedor,
Y dominando el murmullo
Del pueblo desenfrenado,
Ante el mundo has protestado
Con dolorido clamor.
Y cuando por un tirano
El pueblo se vió oprimido,
Tú articulaste un gemido
Con tu lengua de metal,
Y otra vez sobre tu torre
Sonaras estrepitosa,
Cuando mires victoriosa
La bandera azul flotar.
Eres la voz del destino
Que presides á las horas,
Que con sus alas sonoras
Te golpean sin cesar,
Y tú, su vuelo marcando,
Generosa en demasía,
Devuelves una armonía
Por el golpe que te dan.
II
Al pueblo siempre anuncia la campana
Lo que ha sido, lo que es, lo que será:
Cuando á su trono se alza soberana
La virtud que combate á la maldad;
Y cuando los tiranos en su cuello
Han posado su planta ignominiosa
¡Ay! entonces resuena dolorosa
Cual llorando perdida libertad.
¡Ah! de mi patria saludó el bautismo
Cuando subiendo al rango de Nacion,
Sobre su frente el oleo del civismo
Dios derramó cual sacra bendicion.
Mas hoy llora, cual llora por los muertos,
Porque no tiene pueblo soberano,
Y es el despojo de feroz tirano
La que en sus puños desgarró un leon!
Pero ella ha de sonar en algun dia
En la torre de la alta Catedral,
Para mi Patria anuncio de alegría;
Para el tirano un eco funeral.
Y se alzarán los cánticos sagrados
Como cuando cayeron los leones,
Y cuando cien Británicos pendones
En su techumbre el pueblo hizo colgar.
Y entre incienso, plegarias y armonía,
Entre gritos de Patria y Libertad,
Descenderá la horrenda tiranía,
Se elevará radiante la Igualdad:
No existirán divisas de partidos,
Será el color azul, de los hermanos,
Que para combatir á los tiranos
Se abraza con amor la sociedad.
Envuelto en un pendon ensangrentado
En el pendon azul de la Nacion,
Conducirán el cuerpo de un soldado
Tendido en la cureña de un cañon,
Y al pié de la pirámide de Mayo
El cadáver del mártir colocando,
De laureles su frente coronando
Le votarán espléndida ovacion!
¡Muera yo así en mi Patria redimida
Dejándola con gloria y libertad!
¡Muera yo así cantando en mi caida
El himno de la Paz y la Igualdad!
¡Pueda llegar hasta el hermoso dia,
En que suba mi Patria á su alto asiento,
Y ábranse con estruendo en el momento
Las puertas de la negra eternidad!
1839
Le traite se fait justice
Il se chasse de nos rangs
Ah! que son nom retentise
Maudit par nos veterans!
Barthelemi.
Prendiendo fuego á un templo portentoso
Erostrato su nombre eternizó;
Vendiendo Judas á Jesus piadoso
Su fama en el Madero se esculpió.
Entregando al verdugo dos cabezas
Te has hecho en nuestros fastos inmortal,
Que si no tienes que contar proezas,
Tienes una traicion ¡vil Sandoval!
¡Vil Sandoval! tu nombre será eterno,
Como un remordimiento le has de oir,
Y hasta tocar el linde del infierno
La maldicion de Dios te ha de seguir.
Siete veces traidor, tú, miserable,
De la historia en el libro vivirás,
Como en jardín ameno y deleitable
Vive entre flores el reptil audaz.
Tú te has hecho justicia con tu crimen:
Mi noble patria batirá las manos,
Al ver que en tí sacuden sucio limen
Los libres que combaten á tiranos.
Signe por esa huella ensangrentada
Que el verdugo señala con su planta,
Y encontrarás al fin de la jornada
Un buen cordel que oprima tu garganta.
Y mientras tu amo el látigo sangriento
Hace sobre tu espalda resonar,
Yo empuñaré el azote del tormento
Para tu nombre infame flajelar.
Tu nombre dije! En qué gloriosas lides
Entre la voz del plomo resonó?
Entre qué renombrados adalides
Tu acero vencedor relampagueó?
Mas no en batallas se probó tu aliento:
En pulperías fueron tus campañas,
Armado con un naipe mas mugriento
Que el corazon que abrigan tus entrañas.
Pérfido el vaso de licor tendiendo
Y bajo el poncho armando la cuchilla,
Y á tus contrarios por la espalda hiriendo,
Seguido por vandálica gavilla;
Tendido entre las patas del caballo,
En vez de sangre revolcado en vino:
Tales son tus proezas, vil lacayo;
Tales tus hechos son, vil asesino.
Escoria de la fragua de los vicios,
Tahur, ladron, borracho y asesino!
Tu eterno compañero es el suplicio;
Traicionar á los libres, tu destino.
Ojos de gato, lengua de serpiente,
Garras de tigre, boca de lagarto!
Satan sin duda con un beso ardiente
Selló tu rostro en la hora de tu parto.
Y al contemplarte mísero gusano
En medio de una gloria colosal
Dijiste tú:—«Ya no pondré mi mano,
«Adonde alcance con su pié triunfal:»
Y envidiando el laurel de la derrota,
Y de los libres la postrera gloria,
Fuiste á vender cual miserable ilota,
Los hijos de la patria y la memoria.
Sí, que la inmensa gloria de los bravos
No era para tus hombros sin pujanza:
Debes cargar cadenas entre esclavos,
No de los libres la quebrada lanza.
Los libres solos su bandera alzando
Con doble esfuerzo treparán los Andes,
Y entre Argentinos el aliento dando
Los buenos solo llamaránse grandes.
Tú, Sandoval, tan ínclita guirnalda
Con tus manos inmundas no ajarás,
Porque ese hierro que marcó tu espalda
Te ha impreso ya su cicatriz tenaz.
No azul pendon te prestará su sombra
Sino la planta del señor feroz,
Que haciéndote servir como de alfombra
Te lanzará iracundo, torpe coz.
El lodo cubra tu cabeza infame,
Tu cuello dobla al récio bofeton,
De tu señor el pié sangriento lame,
Y de tu labio mane corrupcion!
Sicario vil entre sicarios seas,
Sucios insectos cubran tus heridas,
Arrastrado cual vívora te veas,
Y Dios te dé para sufrir, mil vidas!
Sangre bebas en vez de linfa pura,
Sangre tan solo bebas por do quier,
Y al entrar en el lecho, sangre impura
De la almohada veas tú correr!
El mas cobarde escúpate á la cara,
Tu nombre sea voz de deshonor,
Mientras mi musa con candente vara
Fija en tu frente el nombre de TRAIDOR!
La maldicion del mundo eternamente
En tu oido resuene noche y dia,
Y las furias con látigo crujiente
Te precipiten á la tumba fria!
Que por las furias siempre perseguido
Llegues á la mansion de Satanás,
Y al darte abrazo estrecho, estremecido,
Dedos ardientes sientas por detrás.
Y que te brinde copa reluciente,
Y al apurarla lleno de embriaguez,
En la lengua te pique una serpiente,
Que surja enfurecida de la hez.
Luego te traiga naipes caldeados,
Y te obligue con ellos á jugar,
Y sientas por tus dedos abrasados
Tu negra sangre á chorros destilar.
Y levantando un coro de clamores
Los demonios, al son de ronca trompa,
Te arrojen donde yacen los traidores,
Con infernal y con grotesca pompa!
1841
———
Alzaos del polvo inerte
Vencidos, no domados,
Cerniendo la melena
Como soberbio leon;
Alzaos, y ante los bustos
De hermanos degollados,
Levante un pueblo libre
Su alejado pabellon.
Si conservais alientos
Y sangre en vuestras venas,
El aire que os circunda
De fuego llenaré,
Y la dorada copa
Que el entusiasmo inspira,
Al silvo de las balas
Tranquilo os brindaré.
Mas si temblais cobardes,
En vez de altivos cantos
Viriles maldiciones
Levantará mi voz;
Y en vez de alzar la copa
Del génio de la patria,
Os lanzaré mi lira
Con ímpetu feroz.
Oid, que del poeta
Las voces son augustas,
Ya entonen la agonía
O el cántico triunfal
A su eco se levantan
Los pueblos oprimidos,
Y en pechos maldecidos
Esconden el puñal.
A su eco se alza el pueblo
Rompiendo sus cadenas,
Con brazos vigorosos
Mas duros que el metal,
Y si en la dura lucha
Dan vuelta las espaldas,
Vuelven, si dá la lira
De alarma la señal.
Un dia fué en la Grecia
Que en medio á la derrota
Los cantos de Tirteo
Se oyeron resonar,
Y revolviendo al punto
Los escuadrones rotos,
El lauro de victoria
Supieron rescatar.
Será que ya en el mundo
No exista el entusiasmo,
Ni acorran á la patria
Los hombres de esta edad?
¡Oh, no! los corazones
Sacudan ese pasmo,
Y asiendo de la espada
Gritemos: «¡Libertad!»
La libertad no ha muerto,
Y en la sangrienta arena
Donde se vé postrada
Su aliento no rindió:
De heridas traspasada,
Y en rojo humor teñida,
En sus convulsas manos
Nuestro laurel salvó.
Secad el triste lloro
Que baña las mejillas
Al sol de la esperanza
Que miro ya lucir,
Los pueblos no se salvan
Con infecundo llanto,
Sinó queriendo altivos
Ser libres ó morir.
Agrúpense los libres
Al pié de la bandera,
Que las legiones rotas
Aun hacen tremolar,
Y firmes, denodados,
Velando en la trinchera,
Como la sombra al cuerpo
La sigan sin cesar.
Al que á su puesto falte,
Al que la muerte tema,
Al que cobarde tiemble
¡Oprobios veces mil!
Los cascos de los potros
Que doman los valientes
Pisen esas cabezas
Sin nervio varonil.
Verán á los bandidos
Sus puertas derribando,
Violadas en su lecho
Las prendas de su amor,
Y en medio á la algazara
De torpes asesinos
Los cráneos de sus hijos
Colmados de licor!
Honor á los valientes
Que vibren el acero
Confiando en nuestra causa
Con grande corazon;
Y firmes como roca
La espada levantando,
De esclavos y tiranos
Detengan la invasion!
Honor al que en las filas
Peleando como bueno,
Consagre á sus hermanos
La vida en oblacion!
La palma del martirio
Circundará su frente,
Que de los hombres libres
Tendrá la bendicion!
El fuego y el acero
Llevamos en las manos,
Lidiemos con denuedo,
Caigamos con valor,
Y antes que ver la patria
Revuelta por el fango,
En pálidas cenizas
Salvemos el honor.
Luchad como valientes,
Porque do quier que vayais,
Como á traidores viles
El mundo escupirá;
Luchad, que defendemos
El último baluarte,
Donde salvar podremos
La gloria y el hogar.
¡Al arma! Al arma! Al arma!
Y el grito repetido
Haga vibrar las almas
Con súbita emocion,
Y en torno de la hoguera
Que brilla moribunda,
Encienda sus antorchas
Del pueblo la legion.
Arriba, ciudadanos,
Dando de ¡alarma! el grito
Alzad vuestra bandera,
Rodead el patrio altar,
Antes que el nuevo Atila
Pisando vuestras sienes
Os haga á latigazos
Del polvo levantar.
De frente, infantería!
La boca en el cartucho,
La cara al enemigo,
La mano en el fusil,
Soldados, adelante,
Rompamos esas filas:
Quien caiga será grande,
Quien huya será vil!
Valientes escuadrones
Que en ardorosos potros
Oís con lanza en ristre
Los ecos del clarin,
En cargas redobladas
Romped esas legiones,
Que alzan bandera roja
Del campo en el confin!
Tranquilos artilleros,
Al pié de la cureña,
Ardiente lanza-fuego
Tended sobre el cañon;
Y entre humo y entre sangre,
Y en nubes de metralla
Vomite cada bronce
Muertes y destruccion!
Prudentes timoneros
Que con membrudos brazos
Luchais contra las olas
Que agita el huracan,
Poned la proa al viento
Con ánimo esforzado,
Fijando el gobernalle
Con mano de tiran!
Alzad, de alarma al grito,
Vencidos, no domados,
Cerniendo la melena
Como soberbio leon;
Alzad y ante los bustos
De hermanos degollados,
Levante un pueblo libre
Su ajado pabellon.
Coro
Libertad, sube á tu trono
De la gloria en el broquel,
Agitando nobles palmas,
Coronada de laurel.
Estrofa
Como la flor hermosa
De cáliz recojido,
Que se abre al estallido
Del rayo destructor,
La Patria, al ronco estruendo
Del rayo de la guerra,
En Mayo dió á la tierra
Su aroma y esplendor.
Coro
Libertad, sube á tu trono
De la gloria en el broquel,
Agitando nobles palmas,
Coronada de laurel.
Estrofa
Esclava Buenos Aires
Gemía en desconsuelo,
Cuando brilló en el cielo
De libertad el sol,
Y entre flotantes nubes
El astro colocando,
Dijo, su sien orlando:
«¡Mirad mi pabellon!»
Coro
Libertad, sube á tu trono
De la gloria en el broquel,
Agitando nobles palmas,
Coronada de laurel.
Estrofa
Dando de alarma el grito
Con eco poderoso,
El pueblo generoso
La espada desnudó;
Y destrozó cadenas,
Y derribó coronas,
Y en las opuestas zonas
Laureles conquistó.
Coro
Libertad, sube á tu trono
De la gloria en el broquel,
Agitando nobles palmas,
Coronada de laurel.
Estrofa
Los héroes con su sangre
Sellaron la victoria,
Cayendo con su gloria
Bajo el sagrado altar,
Y el pueblo agradecido
Sus nombres rememora,
Que el sol de Mayo dora
En la urna tumular.
Coro
Libertad, sube á tu trono
De la gloria en el broquel,
Agitando nobles palmas,
Coronada de laurel.
Estrofa
Alzando verdes palmas
Tejidas con el lirio,
La gloria y el martirio
Reciba su ovacion;
Y alzando patrios himnos
Que vuelen por los aires,
Levante Buenos Aires
Su invicto pabellon.
Coro
Libertad, sube á tu trono
De la gloria en el broquel,
Agitando nobles palmas,
Coronada de laurel.
———
———
Cual rústico campanario
Que en la campaña desierta
Indica al hombre la puerta
Del melancólico osario
Que ampara su vecindad;
Ahí estás, ombú gigante
A la orilla del camino,
Anunciando al peregrino
Que bajo el tronco pujante
Duerme por siempre un mortal.
La tempestad te acaricia
Con sus alas tenebrosas,
Y en tus entrañas hojosas
Te da con grata delicia
Ardientes besos de amor;
Y con atléticos brazos
Junto á tu tronco la aferras,
Y entre tus ramas encierras
Con titánicos abrazos
Su estrepitoso clamor.
Y tú á su voz amorosa
Enamorado palpitas,
Tu cabellera lujosa
En el seno precipitas
De la recia tempestad;
Y te envuelve con su manto
Que el relámpago colora,
Tu frente que el rayo dora
Te la riega con el llanto
De la mústia soledad.
Y celosa de la tierra
Que te nutre con su seno,
Ruge como ronco trueno,
Tus raices desentierra
Con delirante furor.
Cuando te siente postrado
Entre tus ramas suspira,
Y cual armónica lira
Lanza tu tronco humillado
Ecos de tierno dolor.
Al lucir el alba pura,
En la Pampa ya no brillas,
Y tus hojas amarillas
Rodando por la llanura
Van á perderse en el mar.
Los cisnes de la rivera
Que visten plumas de nieve,
Meciéndose en la onda leve
Siguen tu traza lijera
Por las ondas de cristal!
Eres la verde guirnalda
De la cabaña pajiza,
Que vas marchando de prisa
Con el pasado á tu espalda
Y á tu frente el porvenir.
Donde huye la tribu errante
Y clava el hombre su planta,
Tu cabeza se levanta
Cual la de inmenso gigante
Que está diciendo: «hasta aquí.»
Tú señalas las barreras
Que dividen al desierto,
Y oyes el vago concierto
Que alzan las auras ligeras
De la Pampa en el umbral.
Eres lo último que muere
De la morada del hombre,
Y sin registrar un nombre
Estás diciendo al viajero
Que allí descansa un mortal.
Deten tu paso y escucha
El gemido del hermano,
El rugido del tirano,
El estridor de la lucha...
¡De la lucha fraternal!
El alarido de guerra
A tus espaldas retumba,
La libertad se derrumba,
De horror palpita la tierra
Que en sangre teñida está.
¡Ah! prosigue tu camino
Por la pampa solitaria:
La tiranía es precaria
Y con esplendor divino
Se alzará la Libertad.
Sí, prosigue tu carrera,
Por la llanura estendida,
Y alza en tu cima florida
Del porvenir la bandera
Y del hombre la Igualdad.
Mas ¿qué miras? La campaña
Que á lo lejos se dilata,
El arroyuelo de plata,
El cielo que nada empaña,
O el inmenso pajonal?
No, tú miras á lo lejos
Al trasponer aquel monte
En el lejano horizonte,
Como en mágicos espejos
Lo que es y lo que será.
Miras la pampa argentina
De ciudades matizada,
Y por mil naves surcada
La laguna cristalina
Que hoy cubre verde juncal;
Miras la pobre cabaña
Que en palacio se transforma,
Y que al tomar nueva forma
Una nueva luz la baña
Con resplandor sin igual.
Míras al indio tostado,
Que lanzando un alarido
Vá huyendo despavorido
Por el llano dilatado
En pavoroso tropel;
Y tras él, el tigre fiero
Que abandona su dominio
Hoy teatro del exterminio,
Que ocupa un pueblo altanero
Y que transforma en vergel.
No pases mas adelante
Que mas lejos, abatido,
Marchito y descolorido
Verás al ombú gigante
Hoy de la pradera rey:
Y en su lugar la corona
Verás alzarse del pino,
Que unido al hierro y al lino
Sirve al hombre en toda zona
Para dar al mundo ley.
Ese destino te espera
Arbol cuya vista asombra
Que al caminante das sombra,
Sin dar al rancho madera,
Ni al fuego una astilla dar;
Recorrerás el desierto
Cual mensajero de vida,
Y tu mision concluida
Caerás cual cadáver yerto
Bajo el pino secular.
Cantando me han de enterrar
Cantando me he de ir al cielo.
Santos Vega.
Santos Vega, tus cantares
No te dieron fama y gloria,
Mas viven en la memoria
De la turba popular;
Y sin tinta ni papel
Que los salve del olvido
De padre á hijo han venido
Por la tradicion oral.
Bardo inculto de la pampa,
Como el pájaro canoro
Tu canto rudo y sonoro
Diste á la brisa fugaz;
Y tus cantos se repiten
En el bosque y en el llano,
Por el gaucho Americano,
Por el indio montaráz.
¿Qué te importa si en el mundo
Tu fama no se pregona?
Tú ya tienes la corona
Del poeta popular.
Y es mas bello, que en el bronce,
En el mármol ó granito,
Haber sus obras escrito
En la memoria tenaz.
¡Qué te importa! si has vivido
Cantando cual la cigarra,
Al son de humilde guitarra
Bajo el ombú colosal!
Si tus ojos se han nublado
Entre mil aclamaciones,
Si tus cielos y canciones
En el pueblo vivirán!
Cantando de pago en pago,
Y venciendo payadores,
Entre todos los cantores
Fuiste aclamado el mejor;
Pero al fin caiste vencido
En un duelo de armonías,
Despues de payar dos dias;
Y moriste de dolor.[3]
Como el antiguo guerrero
Caído sobre su escudo,
Sobre tu instrumento mudo
Entregaste tu alma á Dios;
Y es fama, que al mismo tiempo
Que tu vida se apagaba,
La bordona reventaba
Produciendo triste son.
No te hicieron tus paisanos
Un entierro magestuoso,
Ni sepulcro esplendoroso
Tu cadáver recibió;
Pero un Pago te condujo
A la tumba silenciosa,
Y lloraron en tu fosa
Niños y hombres con dolor.
Y los gauchos al volverse
A llorar entre sus ranchos,
Espantaron los caranchos
Que llegaban á escarbar:
Y se apearon del caballo,
Y con ademan contrito,
Rezó cada uno el bendito
Y volvieron á montar.
De noche bajo de un árbol
Dicen que brilla una bela,
Y es tu ánima que vela,
Santos Vega el Payador!
¡Ah! levanta de la tumba!
Muestra tu tostada frente,
Canta un cielo derrepente[4]
O una décima de amor!
Cuando á lo lejos divisan
Tu sepulcro triste y frio,
Oyen del vecino rio
Tu guitarra suspirar;
Y creen escuchar tu voz
En las verdes espadañas,
Que se mecen cual las cañas
Al soplo del vendabal.
Y hasta creen que las aves
Dicen al tomar su vuelo:
«Cantando me he de ir al cielo;
«Cantando me han de enterrar!»
Y te ven junto al fogon,
Sin que nada te arrebate,
Saboreando amargo mate
Veinte y cuatro horas payar.
Tu alma puebla los desiertos,
Y del Sud en la campaña
Al lado de una cabaña
Se eleva fúnebre cruz;
Esa cruz, bajo de un tala
Solitario, abandonado,
Es un símbolo adorado
En los campos del Tuyú.
Allí duerme Santos Vega:
De las hojas al arrullo
Imitar quiere el murmullo
De una fúnebre cancion.
No hay pendiente de sus gajos
Enlutada y mústia lira,
Donde la brisa suspira
Como un acento de amor.
Pero las ramas del tala
Son mil arpas sin modelo,
Que formó Dios en el cielo
Y arrojó á la soledad;
Si el pampero brama airado
Y estremece al firmamento,
Forma místico concento
El árbol y el vendaval.
Esa música espontánea
Que produce la natura,
Cual tus cantos, sin cultura,
Y ruda como tu voz,
Tal vez en noche callada,
De blanco cráneo en los huecos,
Produce los tristes ecos
Que oye el pueblo con pavor.
¡Duerme! duerme Santos Vega,
Que mientras en el desierto
Se oiga ese vago concierto,
Tu nombre será inmortal;
Y lo ha de escuchar el gaucho
Tendido en su duro lecho,
Mientras en pajizo techo
Cante el gallo matinal.
Duerme mientras se despierte
Del alba con el lucero
El vigilante tropero
Que repita tu cantar,
Y que de bosque en laguna,
En el repunte ó la hierra,
Se alce por toda esta tierra
Como un coro popular.
Y mientras el gaucho errante
Al cruzar por la pradera,
Se detenga en su carrera
Y baje del alazan;
Y ponga el poncho en el suelo
A guisa de pobre alfombra,
Y rece bajo esa sombra,
¡Santos Vega, duerme en paz!
Clara, bella y perfumada,
Era una tarde serena,
De esas tardes en que el cielo
Todas sus galas ostenta,
En que la brisa y la flor
Nos hablan con voz secreta,
En que las bellas suspiran,
En que medita el poeta,
En que el infame se esconde,
Y en que el pueblo se recrea.
Y matizando la alfombra
De una estendida pradera
Se vé una alegre cuadrilla
Con sus vestidos de fiesta,
Porque cien gauchos reunidos
Las pascuas de Dios celebran.
En las ancas del caballo
Cada cual lleva su bella,
El que ufano con su carga
Bate el suelo con sobérbia,
Mientras que el viento levanta
La nevada pañoleta,
Que acaricia las mejillas
Del ginete á quien estrecha
Tal vez por no resbalar...
Quizá de puro coqueta.
No llevan collares de oro,
Ni carabanas de perlas,
Ni relucientes sombreros,
Ni corbatines de seda:
Humildes son los vestidos
Que las mujeres ostentan;
Y bajo pieles curtidas
Y de ponchos de bayeta
Aquel rústico gauchage
Alma independiente alberga.
Como el tosco ñandubay
Bajo su áspera corteza
Roba á la vista del hombre
Del corazon la belleza.
II
Encima de una loma
Se ven á las muchachas
Haciendo con donaire
Pañuelos agitar;
Y en tanto en la llanura
En círculo formados,
Se ven de los ginetes
Los ponchos ondear.
Sus ojos resplandecen
Radiantes de alegria,
Que templa con sus sombras,
Del rostro la altivez,
Con juegos herculáneos
Festejaran el dia,
Que el pueblo hasta jugando
Respira robustez.
Diríanse campeones
Que esperan la pelea
Que anuncie con estruendo
Las lenguas del clarin:
La inercia los consume
Mas si el cañon humea
Con varonil corage
Buscan glorioso fin.
Tal vez unas carreras
Esperan á porfia
Para cubrir de palmas
Al potro mas veloz...
Mas no, todos desean
Robustecer el alma,
Por eso ¡El Pato! El Pato!
Repiten á una voz.
¡El Pato! juego fuerte
Del hombre de la pampa,
Que marca las costumbres
De un pueblo varonil.
Para crispar los nervios,
Para tender los músculos,
Como el convulso jóven,
En el dolor febril.
Las fiestas populares
De un pueblo de valientes
Semejan á las rudas
Caricias del leon,
Porque el pampero raudo
Batiendo en esas frentes
Parece que inocula
Vigor al corazon.
Ya todos se aprestaban
A comenzar la pugna,
Asiendo de las garras
Con fuerza de titan:
Los piés en los estribos
Apoyan con pujanza,
Y esperan afanosos
Del gefe la señal.
Las madres, las esposas
Contemplan aquel grupo
Pendientes del latido
Del brazo muscular;
Mas derrepente vése
Que las manijas sueltan,
Y se oye entre el corrillo
Sordo rumor vagar.
¿Quién desarmó la fuerza
De los cincuenta brazos,
Que un pino gigantesco
Podrían sacudir?
Dos hombres que se acercan
Al medio de la liza,
Y muestran ser campeones
Que quieren combatir.
III
El uno es Diego Zamora
Apellidado el «valiente»,
Cuya daga vencedora
A sus contrarios devora
Y es el terror de la gente.
Su mirada es decidida
Y negra su cabellera;
Y una sonrisa atrevida
Del labio está suspendida
Revelando una alma fiera.
Lleva un facon en la falda,
Lleva un poncho balandran
Terciado por media espalda,
Y del campo la esmeralda
Huella en un potro alazan.
El otro es Pedro de Obando,
Compañero de fatigas
De Zamora, y peleando
Anda con él desafiando
Las partidas enemigas.
Estriba con bizarría,
Y la espuela nazarena
Suspira en dulce armonía,
Como grillos que á porfía
Lloran del preso la pena.
Guapos el Pago los llama,
Y el alcalde salteadores,
Pero pública la fama
Que no la avaricia inflama
Su pecho en vivos ardores.
Ligados por nudo fuerte
Los dos siguen un camino:
Hermanos de vida y muerte
Aceptan la misma suerte
Bajo el yugo del destino.
IV
Adelantóse Zamora
Y sugetando la rienda
Pidió parte en la contienda
Con altanera atencion.
Todos á una voz gritaron
«Que entre Zamora y Obando».
Y entonces el pato tomando
Zamora con él salió.
Picaron todos de espuelas
Galopando á rienda suelta
Queriendo tomar la vuelta
Del ginete vencedor;
Mas en vano corren, vuelan,
Gritan, pegan, forcejean,
Y resudan, y espolean,
Y le siguen con furor.
Hasta que al fin un ginete
Lo alcanza, y con mano fija
Asiendo de la manija
Hizo el caballo cejar,
Pero Zamora con furia
Lo lleva de una pechada,
Dejando en tierra estampada
De su triunfo la señal.
Pero tres nuevos atlétas
Dispútanle su presea,
Y él en tremenda pelea
La disputa á todos tres.
Forcejean, y tendidos
Furiosos luchan en vano
Por quebrantar una mano
Que hierro parece ser.
Crugen, se estiran los miembros,
Se hinchan de sangre las venas,
Y enronquecidos apenas
Pueden el aire lanzar;
Mas él firme en sus estribos
Como animado centauro,
Disputa á todos el lauro
En combate desigual.
Llegan tres mas, y Zamora
Con la presteza del rayo,
Dando riendas al caballo
Las manijas les quitó:
Dos de ellos fueron al suelo
En pos del tremendo empuje,
Y el que queda firme ruje
De vergüenza y de furor.
V
Y corriendo
Desbandados,
Y empapados
En sudor,
A Zamora
Todos siguen,
Y persiguen
Con furor.
Ya lo alcanzan
O despuntan,
Ya se juntan
En redor,
Cual las hojas
De una planta
Que levanta
El ventarron.
Cual relámpago
Flamígero,
El alígero
Alazan,
Los zanjones
Que encontraba
Los salvaba
Sin parar.
Y por último
Rendidos
Alaridos
Dan de paz,
Y las gorras
Que se quitan
Las agitan
En señal.
VI
Zamora entonces levantando en alto
El pato, cual si fuese una bandera,
Detiene del caballo la carrera
Y le hace el freno con furor tascar,
Y así parado en medio de la pampa
Con su ademan á todos desafia;
Mas viendo que ninguno se movia
Dirige á todos la señal de paz.
Torció las riendas del sobérbio bruto
Y á trote largo adelantóse al rato
Llevando al lado el disputado pato
Que á gruesas gotas de sudor ganó;
Y al acercarse ante el vencido corro
Se desciñó del rostro su barbijo,
Y estas palabras atrevidas dijo
Que la turba entre aplausos recibió.
«Si hay quien dispute que gané la palma
«Átese al punto á la cintura un lazo,
«Que yo tan solo con mi izquierdo brazo
«Ginete, y pingo, y pato arrastraré.»
Nadie admitió su formidable reto:
Tan solo Obando en ademan airado
Sacó del anca un lazo que arrollado
Una serpiente parecia ser.
Por la presilla lo fijó en su cuerpo
Y por la argolla se lo dió á su amigo
Quien se admiraba hallar un enemigo
En el hermano que le diera Dios;
Pero impulsado por feroz orgullo
Asió del lazo en la siniestra mano,
Y á gran galope atravesando el llano
Tirante el lazo entre los dos quedó.
Cual hosco toro que en lazada envuelto
Se niega altivo á obedecer la fuerza,
Y rebramando con furor se esfuerza,
Y aspa y pezuña quiere allí clavar,
Tal Pedro Obando con poder resiste
Al férreo brazo de que está pendiente,
Mientras el lazo entre los dos, crugiente,
Se vé como una lámpara oscilar.
Silencio horrible por do quiera reina:
Enmudeció el frenético alarido,
Y solo se oye el fúnebre crujido
Del lazo palpitante entre los dos;
Mas derrepente resonó un gemido
Dos espirales al formar el lazo,
Y cada cual llevando su pedazo
Envuelto en él al polvo descendió[5].
Mi caballo era mi vida,
Mi bien, mi único tesoro.
Juan M. Gutierrez.
Mi caballo era ligero
Como la luz del lucero
Que corre al amanecer;
Cuando al galope partia
Al instante se veia
En los espacios perder.
Sus ojos eran estrellas,
Sus patas unas centellas,
Que daban chispas y luz:
Cuanto su ojo divisaba
En su carrera alcanzaba,
Fuese tigre ó avestruz.
Cuando tendia mi brazo
Para revolear el lazo
Sobre algun toro feroz,
Si el toro nos embestia,
Al fiero animal tendia
De una pechada veloz.
En la guardia de frontera
Paraba oreja agorera
Del indio al sordo tropel,
Y con relincho sonoro
Daba el alerta mi moro
Como centinela fiel.
En medio de la pelea,
Donde el coraje campea,
Se lanzaba con ardor;
Y su estridente bufido
Cual del clarin el sonido
Daba al ginete valor.
A mi lado ha envejecido,
Y hoy está cual yo rendido
Por la fatiga y la edad;
Pero es mi sombra en verano,
Y mi brújula en el llano,
Mi amigo en la soledad.
Ya no vamos de carrera
Por la estendida pradera,
Pues somos viejos los dos.
¡Oh mi moro! quiera el cielo
Caigamos juntos al suelo
Al decir al mundo A dios!
«El cuello atado á la servil cadena
«Del tirano postrándose á los piés,
«Buenos Aires esclava y miserable
«Ya no es el pueblo de ochocientos diez.»
Oh Patria! así decian, y entre tanto
Tú oias esas voces con desden,
Esperando mostrar con grandes hechos
Que eras el pueblo de ochocientos diez.
La vista al suelo con dolor bajabas,
Pero en tu corazon habia fé,
Y ardiente por tus venas aun corria
La sangre pura de ochocientos diez.
Y derrepente, cual gigante inmenso
A quien dormido ataran al cordel,
Despertaste rompiendo tus cadenas
Como en el dia de ochocientos diez.
Quien alza el grito? preguntó el tirano,
Y trueno sordo retumbó á sus piés,
Y la corneta contestó en la Pampa:
«Yo soy el pueblo de ochocientos diez!»
Fuiste vencida, cara patria mia,
Tus legiones sufrieron un revés,
Pero nadie dirá que no caiste
Como los héroes de ochocientos diez.
No lo dirán... ¡cobardes!.. las espaldas
Muestre lanceadas argentino infiel;
Nobles heridas muestren en el pecho
Los descendientes de ochocientos diez.
En sus lanzas filosas levantaron
Los sicarios del déspota cruel,
Del inmortal Castelli la cabeza,
Del hijo noble de ochocientos diez.
De la sangre del mártir de la Patria
De cada gota un héroe ha de nacer,
Sangre fecunda, como fué fecunda
La de los muertos de ochocientos diez.
Tus nobles hijos al mirar su busto
Del polvo alzaron la humillada sien,
Y levantaron con robustos hombros
El ara santa de ochocientos diez.
«Venganza al pueblo!» prorrumpieron todos
«Palmas al mártir que murió con fé!
«Gloria al que caiga en medio del combate!
«Gloria á los hijos de ochocientos diez!»
Se vió agitar del mártir la cabeza,
Y su ojo frio se volvió á encender,
Y desatado el labio á la palabra,
Clamó: «Sois hijos de ochocientos diez!»
———
En la llanura de la inmensa Pampa,
Do de América el génio, firme estampa
Su huella colosal;
Do el Pampero con alas de gigante
La nube azota y la ola que espumante
Alza la tempestad.
Levanta erguida el gaucho su cabeza,
Cual soberbio pendon que el viento besa
Desplegado á la luz,
Cuya negra melena al aire flota,
En la tostada frente á la que azota
El ábrego del sud.
El gaucho! noble tipo Americano,
Que desdeña doblar ante un tirano
Su indómita cerviz,
Que despreciando halagos femeniles
Conserva los alientos juveniles
De una raza viril.
Entregado en su estancia al pastoreo
No escucha el importuno clamoreo
Que eleva la ciudad,
Sino cuando la patria acongojada
Le demanda el apoyo de su espada
Para su ley guardar.
Así, cuando la horrenda tiranía
De Rosas se afirmó, en su agonía
La Patria le llamó:
Y al escuchar su voz, se alzó cual rayo
Del lado del hogar, montó á caballo
Y la lanza empuñó.
«A las armas, valientes! Al combate!
«A quien cobarde el corazon no late
«Al toque de reunion!
«A sus puestos, guerreros Argentinos!
«Venid cantando vuestros patrios himnos
«Al trueno del cañon!»
Así dijo Castelli, y mil valientes
Al toque del clarin, vuelan ardientes
La patria á libertar:
No es Castelli caudillo de alta hazaña:
Hombre del pueblo, vive en la cabaña
De la mansion rural;
Pero la hermosa causa que proclama
Millares de hombres á su lado llama,
Que no saben quien es.
Vuelan á las banderas de la gloria,
Y en su frente presagios de victoria
Creeríanse leer.
Castelli los convoca á la pelea
Al pié del pabellon que al aire ondea,
Y que en Mayo nació;
Y en su serena faz resplandecia
El entusiasmo santo en que él ardia
Cuando «Igualdad!» gritó.
De guerreros cubierta la llanura,
Y la bandera azul cual siempre pura
Se miró relucir;
Y á la sombra del símbolo divino
Pronunció juramento el argentino
De ser libre ó morir.
Castelli desnudó su fuerte espada,
Y á los cielos la vista levantada
Sereno meditó:
Cruzó su frente signo misterioso,
Y á los libertadores dijo ansioso
Con alta inspiracion:—
«Compatriotas! se acerca el fausto dia,
«De ventura, de paz y de alegria,
«De vivir ó morir:
«Despues que revolquemos en la tierra
«Al tirano feroz, no habrá mas guerra
«Y se podrá vivir.
«Soldados! un antiguo veterano
«Que esta bandera sustentó en su mano,
«Os convoca á la lid.
«Insensibles sereis á su llamado,
«Y al gemido doliente y prolongado
«De la Patria infeliz?
«Como serlo! Ya el bravo miliciano
«Monta á caballo, y con el sable en mano
«Se apresta á combatir!
«Ya el pueblo entero se alza como un hombre,
«Invocando de Patria el santo nombre
«Con éco varonil!
«A las armas valientes argentinos,
«Venid á decidir vuestros destinos
«Con grande corazon.
«Paisanos á las armas! derroquemos
«Al infame tirano á quien debemos
«Llanto y desolacion.
«De lo alto del pirámide sagrado
«Libertad! por tres veces ha clamado
«El arcángel de Dios.
«En su cumbre despues de esta cruzada
«La bandera argentina laureada
«Pondremos con honor!»[6]
Viva la Patria! Viva!
Guerra al tirano! guerra!
Por todo el llano y sierra
Se siente retumbar.
Tres mil libertadores
Por la cruz de su espada
A la Patria adorada
Juraron libertar.
Castelli, Rico y Olmos
Al frente de sus bravos
A los torpes esclavos
Prometen humillar.
Y en alto los aceros
Al combate! gritaron,
Y al combate volaron
Al son de himno triunfal.
En su entusiasmo de héroes,
En sus nobles facciones,
Conoceis los campeones
De Salta y de Maipú?
Son ellos, que atrevidos
Con grande fé en el alma
Adornarán con palma
El estandarte azul;
Ó morirán como héroes
Legando un alto ejemplo,
Que brillará en el templo
De la inmortalidad.
Honor para la Patria
Si rompen sus cadenas!
Honor si de sus venas
La sangre solo dan!
———
Mirad la extensa laguna
De Chascomús: magestuosa
Sobre la pampa reposa
Bajo esa bóveda azul.
Allí fué que en otros tiempos
Sobre el indio fugitivo,
Llegó el español altivo
Y alzó la gigante cruz.
Quién atronando su orilla
Con acento furibundo,
Turba el silencio profundo
Que reina en la soledad?
Por una parte, un gran pueblo
Que sus derechos reclama;
Por otra, turba que infama
Á Dios y la humanidad.
Hoy la víctima y verdugo
Se han mirado frente á frente,
Y van en batalla ardiente
A deslindar la cuestion.
¡Oh señor, tú que los orbes
Sustentas entre tus manos,
Dispénsale á mis hermanos
Tu divina proteccion!
Toca el clarin á la carga
Y cargando á los esclavos
Se arroja el pueblo de bravos
Con alientos de titan.
Viva la Patria! Victoria!
Muera el tirano! clamando,
Van las legiones segando
Á sable, lanza y puñal.
Mas ¡ay! sus nobles cabezas
Se doblan ensangrentadas,
Y se miran pisoteadas
Por la meznada feroz.
¡Será, gran Dios, que tu diestra
Mi patria infeliz azota,
Y que su bandera rota
Sea alfombra al opresor!
Mas no, del fuerte Castelli
En medio de la pelea
El azul penacho ondea
De los sicarios terror.
Recorriendo va á galope
Las legiones desbandadas
Gritando: «Tenéis espadas;
«Venid, morid con honor.»
Sereno á su lado marcha
Crammer, valiente soldado,
Hijo de un pueblo esforzado,
Y de grande corazon.
Los cobardes no se ponen
Al alcance de la lanza,
Porque siembra la matanza
Como el rayo destructor.
Tambien cayó su cabeza,
Mas al descender marchita
Tembló la turba precita,
Y despavorida huyó:
Los esclavos van cobardes
Cruzando por los desiertos,
Y los libres quedan muertos
Sobre el campo del honor.
Gloria y honor y laureles
Al que muere batallando,
Y que sus ojos cerrando
Aun exclama: Libertad!
Gloria eterna á los que alzaron
La bandera de esperanza,
Y elevaron en su lanza
Los dogmas de la Igualdad.
Nada importa una derrota:
No hay que plegar su bandera!
El tigre del Plata muera!
O ser libres ó morir!
Argentinos, á caballo,
Y mil veces mas, vencidos,
Otras mil veces reunidos,
Volvamos á combatir.
———
Por los llanos inmensos de la pampa
Vaga Castelli triste y silencioso,
Y en su semblante pálido y ansioso
Está grabado el sello del dolor:
Fiel adalid de un pueblo generoso
Cayó con él en medio del combate,
Mas la derrota que al cobarde abate
No ha destemplado el varonil valor.
Lleva la mano al puño de su espada,
Y en la patria cautiva, piensa el bravo:
No vé sino al tirano y al esclavo,
Al verdugo y la víctima infeliz.
A espectáculo tal, cae de rodillas
Con la vista clavada al firmamento,
Y prorumpiendo en dolorido acento:
«Oh Patria mia, mísera de tí!»
Oyese entonces en el vecino bosque
El fuego de las armas estridente,
Y apretando la espada fuertemente
Con ademan resuelto se erguió;
Y vió venir á él, husmeando sangre,
Los feroces lebreles del tirano,
Como á la hambrienta jauría que en el llano
A su víctima acosa con furor.
«Muere salvaje!» rugen los bandidos,
Y él les contesta:—«Moriré peleando;
«Si no triunfé en el campo batallando,
«Con mi muerte, de todos triunfaré.»
Y á Dios encomendando su alma fuerte
Traba con todos vigorosa lucha,
Y circundando, con tezon relucha,
Repitiendo:—«Peleando moriré.»
Al suelo cayó al fin apuñaleado,
Como gigante mole desprendida,
Grande como en su vida en su caida
Murió abrazando el Argentino altar,
Y los cobardes tigres carniceros
Cortaron su cabeza noble y santa,
Y profanaron con inmunda planta
El cadáver del héroe popular.
Y su busto sangriento y palpitante
Pusieron por escarnio en la picota;
Y su sangre que cae gota por gota
Marcando está las horas del dolor.
El pueblo le contempla con asombro
Y de su labio cárdeno y helado
Parece que esperase atribulado
El grito de Esperanza y Redencion.
Clavada está en un palo su cabeza
Cual pendon que concita á la venganza,
Como faro que alienta la esperanza
Para un tiempo de paz y libertad;
Que si hoy como trofeo al despotismo
Se mira torpemente escarnecida,
Un dia llegará en que bendecida
La circunde aureola celestial.
Héroe del Sud, tus pálidas cenizas
Por la pampa se encuentran dispersadas,
Pero de todo un pueblo veneradas
Tienen sepulcro en cada corazon;
En la inmortal memoria de tu pueblo
Que nunca el heroismo ha renegado,
Tu nombre como en bronce está grabado,
Tiene tu noble espíritu mansion.
———
Los rotos escuadrones
Salvados del cuchillo,
Buscando otro caudillo
Volviéronse á reunir;
Y en el Tuyú cercados,
Con varonil fiereza
Juraron con firmeza
Libertad ó morir.
El vencedor sobérbio
Cubierto de humor rojo
En su brutal enojo
Esto llegó á decir:
«Rendireis vuestras armas
«Y sereis mis esclavos.»
Y responden los bravos:
Libertad ó morir!
Olmos y Rico dicen
A todos sus guerreros:
«Valientes compañeros,
«Ya vamos á partir;
«El fuego de la Patria
«En el alma llevemos
«Y por ella juremos
«Libertad ó morir.
«Para salvar las armas
«Dejamos este suelo;
«Buscando con anhelo
«Campo en que combatir:
«Y sea nuestro grito
«Al dejar esta playa,
«Y al entrar en batalla
«Libertad ó morir.»
«Busquemos otro campo!»
Mil voces contestaron.....
¿Pensais que derramaron
Un llanto femenil?
En mísero abandono
Sus hogares dejaban,
Y tan solo esclamaban:
«Libertad ó morir!»
Antes que como infames
Doblegar la cabeza,
Supieron con firmeza
Sus cabezas erguir.
Y dejaron la Patria
Y á las naves subieron,
Y otra vez repitieron:
Libertad ó morir.
«Adios, Patria, decian
«Llenos de fé ardiente,
«Pronto el tambor batiente
«Nos llamará á la lid;
«Que si tus caras playas
«Hemos abandonado,
«Es porque hemos jurado
«Libertad ó morir.»
———
Por las llanuras del Sud
Yacen do quier esparcidas
Las semillas bendecidas
Del árbol de libertad.
Con la sangre del martirio
Ha sido ese árbol regado:
Si sus ramas han cortado
El tronco intacto quedó.
Cuando en los campos del Sud
Clave su pendon la gloria,
Y el arcángel de victoria
Bata su palma inmortal,
Con potente lozanía
Brotarán esos raigones,
Y gigantes dimensiones
El árbol adquirirá.
Le valz bondit dans son sphérique empire.
Alfred de Vigni.
Del valse los acordes
Cual aves voladoras,
Batiendo alas sonoras
El aire hacen vibrar;
Y á sus alegres notas
Los grupos se estremecen,
Como los vientos mecen
Las flores de un rosal.
Ya la armonia
Con freno de oro,
Gobierna el coro
Puesta de pié:
Su alada planta
Traza ligera
Mágica esfera
Que nadie ve.
Unamos
El brazo
Con lazo
Tenaz,
El pecho
Sintiendo
Latiendo
A compas.
Y en rápidos
Giros
Suspiros
De amor,
La brisa
Se lleve
Con leve
Rumor!
Ya cruzan las parejas
Y alegres se suceden,
Y todos se preceden
Girando sin cesar,
Como se balancean
Las matinales brumas,
Ó cándidas espumas
Del agitado mar.
Oh, valz, imágen
De la armonia!
Tú de alegria
Sabes llenar,
El alma triste
De los dolientes
Que en tus corrientes
Pueden flotar.
Tú eres la imágen de nuestra vida,
Cuando con giros precipitados
Por tus cadenas aprisionados
A tus cautivos miras correr.
Así del hombre giran las horas
Encadenadas por el destino,
Y en torno suyo cual torbellino
Pasan.... mas nunca se ven volver!
Cada giro presenta un aspecto
Como faro que brilla y se eclípsa:
Ya es un rostro con grata sonrisa,
Ya una frente que anubla el dolor.
Así el hombre mezclado á la danza
De las horas con paso ligero,
Mira el rostro radiante ó severo
Que entristece ó que llena de amor.
Mas veo que mi alma su vuelo levanta!
Reclina en mis hombros tu cándida sien,
Que el círculo breve que ocupe tu planta
Será mi universo, mi mágico Edén.
Yo quiero cautivo vivir en tus brazos,
Yo quiero á tu ritmo mi paso arreglar,
Y unido á tu vida con mágicos lazos
Mirando tu rostro por siempre valsar!
———
Todos se alejan de mí
Como de un hombre maldito,
Que lleva en su frente escrito
Signo de reprobacion.
Corazon!
Triste estás y solitario,
Como vaso funerario
En túmulo de expiacion.
¡Oh mundo! á la playa estéril
Me lanzaste de tu seno,
Cual deposita en el cieno
Su hirviente espuma la mar;
Y al trazar
Mi oscuro nombre en la arena
Tu planta allí me condena
A ver mi nombre borrar.
Peregrino en tus hogares
Viviendo en perpétua guerra
Llena de espinas la tierra
Bajo mi planta sentí...
Ay de mí!
A la fuente de la vida
Por el mundo bendecida
Solo llanto y sangre dí!
Una llama celestial
Ardió una vez en mi pecho,
Velando junto á mi lecho
Un ángel consolador...
Era amor
Que los dolores suaviza!
Mas se convirtió en ceniza
Aquel sueño encantador!
Pedí consuelo al saber,
Y sus ardientes misterios
Eran horribles cauterios
A mi atormentada sien;
Y al vaiven
De las olas de la duda
Mi inteligencia, desnuda
Quedó de esperanza y bien.
Con la sonrisa en el labio
Y con la miel en el alma
Un dia tuve de calma
Al presentir la amistad.
Falsedad!
Sus manos estaban frias,
Yertas quedaron las mias
Y volví á la soledad.
Culto á la patria rendí,
Y por conquistar un nombre
Que lustre diese á mi nombre
Combatí por su pendon.
Ilusion!
Alcancé lauro bastardo,
Y una corona de cardo
Fué todo mi galardon.
Azoten mi sien tus alas!
Que tus cordeles me amarren,
Que tus uñas me desgarren
Sombrío genio del mal!
Que un fanal
Alza otro genio divino,
Alumbrándome el camino
Que cruza el alma inmortal!
I
Poeta, que cual sombra fugitiva
Cruzaste por el valle mundanal,
Duerme, mientras un hombre á tu sepulcro
Llega á entonar un himno funeral.
¡Leve te sea el polvo! mis acentos
No vengan tu reposo á perturbar.....
Que ensalzando tu genio y tus virtudes
Alta leccion al pueblo quiero dar.
Que aunque yaces helado en ese lecho,
Aun vive aquí tu espíritu inmortal,
Como un perfume que la vida impregna
Y pasa de una edad hasta otra edad.
Y la musa que vela en tu sepulcro
En medio de la negra tempestad,
Aun hace estremecer tu dulce lira
Agitando sus alas al pasar.
II
Como una flor purísima y hermosa
Nacida en estancado cenegal,
Así vivias tú, genio sublime,
En medio de este páramo glacial;
Y cual se eleva del pantano infecto
De su perfume grata suavidad,
Así tu acento se elevaba puro
A la mansion de la eternal bondad.
¡Pobre poeta! Ni un hermano tierno
Llegó tu mano cándida á estrechar,
Mientras que en tu volcánica cabeza
Germinaba la idea fraternal,
Que debian los hombres agruparse
En torno de un pendon universal,
Y ayudándose todos como hermanos
Conquistar la anhelada libertad.
Hoy sobre el yerto polvo que te cubre
Nadie su llanto viene á derramar,
Porque proscripto por feroz tirano
Moriste lejos del pais natal...
Y al estrangero muerto en el destierro
Nadie llega su ofrenda á tributar.
Jamás escelso circundó tu frente
El lauro hermoso que la patria dá,
Y que en la sien augusta del poeta
Semeja una aureola celestial.
La corona de espinas del martirio
Ensangrentó tu macilenta faz,
Como á Jesus clavado en el madero
Porque dijo: «vivimos para amar».
Ignoto y melancólico pasaste
Para volar al cielo á descansar;
Porque el genio es un pobre jornalero
Que fecunda la tierra con afan,
Y la hace producir sabrosos frutos
Que no es dado á sus labios el gustar.
¿Quién como tú sembró, noble poeta,
Esa semilla fértil y vivaz,
Que en los hermosos dias venideros
Ha de regenerar la humanidad?
Republicano de alma incontrastable
Cantaste á la divina libertad,
Con una voz tonante y poderosa
Que los tronos podia hacer temblar,
Y estremecer las masas populares
Cual las furiosas olas de la mar,
Y despertar el alta inteligencia
Que al cielo remontaba en vuelo audaz,
Mientras tranquilo el mundo contemplando,
Como estátua sobre alto pedestal,
Podias con los ojos del espíritu
Ver los hombres y dias de otra edad!
Y te arrojó la patria de su seno
Porque rendiste culto á la verdad!
No la patria, los monstruos que su cuello
Oprimieron con planta criminal.
Errante por el mundo con tu lira
Fuiste sus infortunios á cantar.
Ora en las ruinas de la antigua Roma
Do se asienta la inercia y liviandad,
Evocando la sombra de los Gracos
En las tumbas te vieron meditar:
Que impelida del soplo democrático
Midió el mundo con paso colosal,
Pero cayó sin fuerzas cuando airada
Su escudo le quitó la libertad,
Que deserta las glorias de los pueblos
Si la virtud su apoyo no le dá.
Saludaste las playas de la Grecia
Libre del torpe yugo musulman;
Que un pueblo si desplega su bandera
Guiado de omnipotente voluntad,
Ó muere cual Leonidas en Termópilas,
Ó triunfa cual la Grecia en nuestra edad.
En las montañas de la fresca Helvecia
En la voz del torrente y huracan,
Creiste sentir el silvo de la flecha
Con que á su patria, Tell, dió libertad;
Que la naturaleza habla á los hombres
Para los grandes hechos recordar.
Bajo el arco grandioso de la Estrella,
De estéril gloria monumento audaz,
Pensaste en los principios fecundantes
Que al mundo reveló la libertad,
Y en la palabra que batia en brecha
Cuatro tablas que alzó la vanidad.
Desde ellas el coloso de este siglo
La libertad del hombre quiso ahogar,
Pero tendiendo su ala abrasadora
De su labio brotó la tempestad,
Y lo estrelló en la roca solitaria
Que es á la vez su túmulo y altar.[7]
En el solar de nuestra madre patria
Te miraron su historia interrogar:
Do quier hallar la religion y gloria,
Sin encontrar jamas la libertad:
Flor que ostenta del iris los colores
Sin el perfume que la rosa dá.
Te vieron de Albion en los umbrales
Esa fábrica altiva contemplar,
Donde se quema incienso á la justicia
Y se ensancha la esfera intelectual...
Pero al llegar al interior del templo
Y doblar la rodilla ante el altar,
Viste el becerro de oro entronizado
Y minado en su base el pedestal,
Que no es cimiento sólido de un pueblo
La opulencia sin pública moral.
Pero al volver los ojos á tu patria
Era tu pecho de esperanza un mar,
Que al través de la niebla de los siglos
El porvenir quería iluminar,
Mirándola ceñida con la oliva
Brindar al mundo el néctar de la paz,
Derramando el bautismo de la ciencia
Y alzando las virtudes del hogar,
Ensalzando del hombre los derechos,
Y tributando culto á la verdad.
Las creaciones fecundas de los genios
De su frente mirabas irradiar,
Y veias en su zona luminosa
A la espada civil sobre el altar;
Mudo el cañon, que en los presentes dias
Al mas potente la justicia dá,
Y alumbrando este cuadro de ventura
Del cristianismo el fúlgido fanal.
Dulce era entonces el mirar la patria,
Que era tu canto de la fé raudal,
Y daba aliento al corazon cobarde
Para esperar los dias que vendrán!
Tú nunca renegaste la esperanza
Y á su manto te asiste con afan:
Ella fué tu constante lazarillo
En medio de la densa oscuridad,
Y siguiendo su huella luminosa
Decias:—«Yo te veo ¡oh libertad!
«Fija en el horizonte nebuloso
«Como el astro del polo en alta mar:
«Te veo por el orbe peregrina
«Vestida con el rústico sayal,
«Pero el báculo fiel de la esperanza
«Me indica que tú vas á descansar
«En las hermosas playas de mi patria,
«Mas hermosas el dia que entre palmas
«Te reciban con cántico triunfal.»
Si, poeta, algun dia nuestra patria
Los himnos de la union entonará
Y entonces en la plaza y la tribuna
De un gran pueblo la voz se escuchará,
Y sus nobles instintos dirigidos
Nos darán la comun felicidad;
Porque libre, pacífico y virtuoso
Residirá su fuerza en la moral.
Esperemos los dias venideros:
El rocío la flor fecundará,
El sol relucirá tras negra noche,
Y el cielo nos dará la libertad!
Un himno fué tu vida, que la muerte
Hizo en tus dulces labios espirar,
Como espira el sonido de una cuerda
Que la tension obliga á reventar.
Moriste, y en tu lecho de agonía
Perdió la patria un lauro divinal
Con que adornar su hermosa cabellera
En los benditos dias de la paz;
Perdió el pueblo la luz que lo guiaría
En medio de la negra tempestad,
Y lo llevase al linde del camino
Que el dedo del Señor marcando está.
Mas el mundo, poeta no veia
De tu génio la excelsa potestad:
Como luz encerrada en vaso opaco
Que llena el interior de claridad,
Sin que perciba el ojo indiferente
La misteriosa lumbre que allí está,
Así resplandecia tu alma pura
Bajo el opaco cráneo del mortal.
Y por eso tu estátua no erigieron,
De pié, sobre marmóreo pedestal,
Ni entonaron el himno funerario
Los poetas en coro universal...
Mas qué importan las pompas de la tierra
Que no mira en su necia vanidad,
Que mientras honra la corteza fria
El alma noble en el empíreo está!
En tu fosa los hombres colocaron
Pobre inscripcion en tabla sepulcral:—
«Aquí yacen los restos»... mas abajo:—
«Que murió de veinte años á la edad!»
¡Veinte años! cuando el pié aun vacilante
Ponías de la vida en el umbral,
Cuando para tomar aliento nuevo
Te sentaste un momento á reposar...
Y reposaste en ese frio lecho
En que se acuesta el mísero mortal,
Con la cabeza de la fé en la almohada
Y en brazos de la inmensa eternidad.
Oh tú, que en esa mente generosa
Abrigaste una utopia celestial,
Antes que ver los infortunios nuestros
En tu lecho de tierra duerme en paz!
III
Era una chispa de la luz divina
Que en una noche descendió del cielo
Para alumbrar tu mente peregrina,
Y que al brillar la estrella matutina
Se oscureció en el suelo.
Era una nota del celeste coro
En los espacios del Señor perdida,
Que al encontrar tu corazon sonoro
Lo hizo vibrar, como á la urna de oro
Por el acero herida.
Era una gota de divina esencia
Por un ángel en tu alma derramada,
Emanacion de la alta providencia
Que impregnando tu rígida conciencia
Dejóla perfumada.
Se oscureció la luz pura y radiante,
Se apagó la suavísima armonía,
Se evaporó el perfume penetrante...
Todo se encierra tíbio y palpitante
Bajo esa tumba fria.
IV
Descansa de tu fatiga
En esa tierra enemiga,
Trovador;
Descansa, cual virgen pura
En sus sueños de ventura
Y de amor.
Descansa en esa almohada
Con la frente coronada
De laurel;
Y no te importe que el hombre
No haya gravado tu nombre
Con cincel.
Porque un dorado letrero
Se compra por el dinero
Con baldon;
Mas no se compra la gloria,
Ni en el templo de la historia
La mansion.
Tú has dejado tus canciones
Que á nuevas generaciones
Pasarán,
Y que ante el génio postrados
Nuestros hijos estasiados
Leerán.
Tus páginas inspiradas
Relucirán salpicadas
De dolor,
Sin que se estrellen tus ecos
En cráneos y pechos huecos
Sin amor.
Que si este mundo inclemente
Puso en tu pálida frente:
¡Maldicion!
Al dejar el frio suelo
Estampara en ella el cielo
¡Bendicion!
Poeta, mi lira gime,
Pero ni un canto sublime
Viene á mí,
Que solo, el genio divino,
Que arrastra cual torbellino,
Te dió á tí.
Cubre mi frente sombría
Capúz de melancolía,
Funeral,
Y trae hasta mí el viento
De la campana el acento
Sepulcral.
Pronto en el negro horizonte
De nubes inmenso monte
Se alazará:
El Señor que las concita
El relámpago vomita
¡Hosaná!
V
Yo sobre la cruz pondré
Una purísima flor,
Y por tí derramaré
En una gota de fé
La esencia de mi dolor.
Del crepúsculo á la luz
En la tumba funeraria,
Al pié de cristiana cruz,
Levantaré la plegaria
Que hizo en el clavo Jesus.
Yo quisiera con mi lloro
Este sepulcro regar,
Poeta que tanto adoro,
Sin que de tu sueño de oro
Te pudiese despertar.
La muerte es sueño profundo
Descanso del viajador:
Cuando yace moribundo,
Durmiéndose en este mundo
Despierta en otro mejor.
En el albor de la vida
Es muy hermoso vivir,
Porque su senda florida
Nos dá la imágen querida
Del puerto á que hemos de ir.
Pero esas horas benditas
Pasan con velocidad,
Y envueltas en negras cuitas
Nos quedan rosas marchitas
Que arrastra la tempestad.
Y con su manto de hielo
La eternidad nos envuelve,
Y en ancho mar de consuelo
Se sacia el ardiente anhelo
Que la existencia revuelve.
La muerte es un don bendito,
Porque el Maestro celestial
Solo castigó el delito
De aquel Judio maldito
Con una vida eternal.
VI
Como antes de la victoria
Suele caer el guerrero,
Tú caiste, jornalero,
Sin concluir tu mision;
Y como aquel, que tranquilo
Sobre sus armas espira,
Caiste sobre tu lira
Con noble resignacion.
Pero tu nombre no ha muerto:
Él vivirá en la memoria,
Y será eterna la gloria
Del poeta popular;
Que en el corazon del pueblo
Cuando algun poeta gime,
Su canto noble y sublime
Siempre se oye resonar.
Y sus ecos se difunden,
Y se escuchan con encanto,
Llenando al pueblo de espanto
O haciéndole conmover:
Que el vate en su inspiracion
Nuestros sentidos sujeta,
Y con su brazo de atleta
Postra y alza nuestro ser.
Cual vorágine furiosa
Todo arrastra en su carrera,
Cual las pajas de la hera
Que arrebata el huracan;
Y del genio poseido,
Rie, llora, nos encanta,
Y atrevido nos levanta
En sus hombros de titan.
Tus cantos serán oidos
En el pueblo americano,
Como el nombre de Belgrano,
De Bolívar, San Martin,
Como se oyó en otros dias
La corneta atronadora,
Y la armonía sonora
De Chacabuco y Junin.
VII
Ayer el almendro cargado de flores
Estaba, mas vino furioso huracan,
Y hoy roto y marchito, sin flores, sin hojas,
Se ofrece á los rayos del gran luminar.
Ayer á mi patria miré que gozaba
Los bienes preciosos de paz é igualdad,
Y hoy veo que esclava, y en sangre revuelta
Se ofrece á los rayos del gran luminar.
Ayer un tirano con saña decia:—
«¡Yo soy el que mando, y esclavos serán!»
Y hoy roto en pedazos su trono sangriento
Se ofrece á los rayos del gran luminar.
Ayer un guerrero cubierto de gloria
Hollaba altanero su carro triunfal...
Mirad ese polvo... su humilde sepulcro,
Se ofrece á los rayos del gran luminar.
Ayer un poeta cantaba inspirado,
Mas vino la muerte con soplo letal,
Y hoy frio y vacío su cráneo potente
Se ofrece á los rayos del gran luminar.
VIII
En este lecho de silvestre grama
No te vendrá á turbar ningun mortal,
Ni el eco torpe que al tirano aclama,
Ni el rumor de la orgía mundanal.
Alguna vez al apagarse el dia
Oirás sonar mi fúnebre laud,
Y arrodillado ante tu fosa fria,
Decir al polvo del dolor ¡Salud!
¡Nunca te turbe el grito del hermano
Que cae herido del furor tenaz,
Y al abatir sobre esta cruz mi mano
Puedas, poeta, dormitar en paz!
I
Espíritu invisible, que enajenas
Las potencias del alma, y con cadenas
Atas la voluntad:
Tú que gobiernas la imantada barra
Cuando el manto del cielo se desgarra:
Ven á ensayar aquí tu potestad.
II
Y tú, mujer, bañada en mi creencia,
Recibe en tu alma su impalpable esencia
Cual vaso de eleccion:
Sé tú de la verdad sacerdotiza,
Y ciñe como nueva pitonisa
La aurëola que dá la inspiracion.
III
Duerme, mas no por siempre inanimado.
El sueño por mis manos derramado,
Angel de castidad;
Como la flor que en noches del estío
Se adormece con gotas de rocío,
Y se despierta al ver la claridad.
IV
Reclínate en el ala misteriosa
Del imantado sueño, niña hermosa,
Para soñar de amor;
Que la mujer que sueña es como el ave,
Que oculta su cabeza en ala suave
Blanca como los velos del pudor.
V
Permite que á tus ojos ponga venda,
Y que en el fondo de tu mente encienda
La antorcha de la fé,
Para que pueda ver tu inteligencia
Los mundos que se ocultan á la ciencia,
Y lo que el hombre al despertar no ve.
VI
Tu cuerpo cercaré de espesas nieblas,
Para que tu alma brille en las tinieblas
Cual faro celestial;
Y se estiendan las alas de tu alma,
Para volar á la region de calma
Donde se olvida el mundo terrenal.
VII
Vuela á ese mundo do el error no existe,
Do la verdad magnética se viste
Con casta desnudez:
Y cuando el manto de la fé te cubra,
Dínos lo que tu vista allá descubra,
Y desde lo alto de ese mundo ves.
VIII
Duerme en un lecho de azuladas nubes
Para ir á despertar entre querubes
En la region de luz,
Cual ave peregrina que se ausenta
Donde la noche el negro trono asienta
Para buscar regiones sin capuz.
IX
Duerme de ignotas flores coronada
Entre el aura por Dios magnetizada
Cual ángel infantil,
Para entreabrir tu vista adormecida
Al soplo embalsamado de la vida,
Que refresque tu cuerpo juvenil.
X
Mas allá de ese sueño hay otra vida,
Que como flor á todos escondida
Te dá tu emanacion:
Nueva tierra de América ignorada,
Que en alas de la brisa perfumada
Anuncia su existencia á otro Colon.
———
«Cuando sus alas opacas
Cual la noche oscura y fria,
Apagando mi alegría
Tiende el sombrío dolor;
Yo me siento consolado
Al contemplar tu belleza,
Y disipa mi tristeza
Una lágrima de amor.
«Como una estrella brillando
En la bóveda del cielo
Llena el alma de consuelo
Y de amor el corazon,
Así en medio de la noche
Admiro tus bellos ojos,
Y disipa mis enojos
Una lágrima de amor.
«Esos ojos que derraman
Amores y poesía
Consuelan el alma mia,
Mitigan mi cruel dolor.
De esos astros de mi cielo
Sobre mi frente marchita
Caiga una gota bendita,
Una lágrima de amor.»
De su guitarra al compás
Esto un poeta cantaba,
Y bajo un balcon estaba
Del objeto de su amor:
Caer sintió sobre su frente
Una gota suave y pura,
Una gota de ternura,
Una lágrima de amor.
That live to weep, and sing their fall.
Grey, oda X.
Yertos están sus labios generosos
Sellados por la muerte y la quietud;
Mudos están sus ecos dolorosos.
Mudo tambien su armónico laud.
Mústios están los ojos que abatia
Al contemplar un libro amarillento,
Buscando en él como en la fuente fria
Saciar su sed el viajador sediento.
Marchita está su frente luminosa
Sellada por el genio del dolor,
Pero aun brilla la chispa misteriosa
Que estampó con su dedo el Hacedor.
Y en vano bramarán las tempestades
En alas del furioso vendabal,
Ha de arder al través de las edades
La llama de su genio celestial.
———
Llorad, llorad en torno de la fosa
Del bardo fiel que su mision llenó,
Y que las plantas de su Patria hermosa
Con versos aromáticos bañó.
Llore tambien el mísero mendigo,
Y el desvalido en miserable lecho,
Cayó sin vida el que con voz de amigo
Defendiera su pan y su derecho.
Llorad, llorad, poetas orientales,
Al que cantó las penas del Esclavo,
Al que en la Cruz, con versos celestiales
Cantó, pendiente del sangriento clavo;
Que como Job sobre la piedra dura
Inflamado de espíritu inmortal,
Brillaba su alma transparente y pura
Tendido sobre inmundo lodazal.
———
Pasagero en el valle de la vida
Clavó su tienda en medio del desierto,
Y en busca de una linfa apetecida
Cruzó animoso el arenal incierto.
Y al percibir en su cabeza ardiente
Del genio de la muerte helada brisa,
En su rostro de luz resplandeciente
Brilló inefable y plácida sonrisa.
Y era porque su mente se adormia
Sobre la almohada de la eterna fé,
Y era que el desterrado sonreia
Al estampar sobre su patria el pié.
Y al apagarse en su fulgor naciente
La purísima aurora de su edad,
Brilló sobre su tumba, refulgente,
La aurora de la inmensa eternidad.
———
Envuelto por el humo del combate
Su canto fué de paz y bendicion,
Y de la lucha entre el feral embate
Puro permaneció su corazon.
El genio le ciñó con sus espinas,
Su herencia fué una lágrima de hiel,
Pero de sus creaciones peregrinas,
Brotan torrentes de armonía y miel.
Descendió como un mártir á la arena
Atleta de la Paz y la Igualdad:
Destrozando del hombre la cadena
Dió consuelo á la triste humanidad.
Con la osadía del apóstol fuerte
De la verdad la antorcha reanimó,
Y al caer en el abismo de la muerte
Encendida á su borde la dejó.
———
Muda el alma de asombro en tu presencia
Cuando vibraba el arco palpitante,
Con eco penetrante
Sintió la cuerda armónica llorar.
Una lágrima tibia brotó de ella
Que se mezcló á tus blandas armonías,
Y en dobles simpatías
Vibró al compas el arco y corazon.
Al eco misterioso de los bosques
Uniste al trino puro de las aves,
Y en melodías suaves
Brotó tu inspiracion como raudal.
El ángel de las santas armonías
Cubrió tu frente con sus alas de oro,
Y en tu violin sonoro
De Paganini el alma suspiró.
El pueblo que en silencio te escuchaba
Ante tu genio doblegó la frente,
Y escuchó reverente
De tu arco la inmortal revelacion;
Que si al pisar la corte de los Reyes
Una joya te dió de sus coronas,
De América en las zonas
Al pueblo soberano diste ley.
I
Triste es cruzar el mundo peregrino
Para encontrar en medio del camino
Una flor que nos llene de embriaguez,
Y continuar su marcha fatigosa
Dejando atras aquella flor hermosa
Que ya no encontraremos otra vez.
Así al cruzar el valle de la vida
Te miré y admiré flor bendecida,
Caida de la corona de mi Dios,
Y seria feliz al contemplarte
Si no tuviese pronto que dejarte
Y decirte por siempre: ¡Adios! Adios!
II
Mas si el dejarte es triste y doloroso
Recordarte será muy deleitoso
Si una dulce memoria he de llevar;
Porque el recuerdo es la perenne esencia
Que perfuma del hombre la existencia
Y en el tiempo pasado hace gozar.
Y por eso en la copa de amargura
Que en este trance el seco labio apura,
Encuentro algunas gotas de dulzor,
É inclinando ante tí la frente mústia
Comprendo que aun en medio de la angustia
Hay consuelo en decirte: ¡Adios! Adios!
III
Como árbol que dió sombra en el desierto,
Cual la estrella guiadora en viage incierto,
Como las horas de la verde edad,
Como agua clara al viajador sediento,
Cual pan sabroso para el labio hambriento,
Así recordaré yo tu beldad.
Como la lumbre en noches del invierno,
Como el recuerdo de un afecto tierno,
Como el acento de la amada voz,
Así, tú serás grata á la memoria
Del que al darte una ofrenda transitoria
Te dice entristecido: ¡Adios! Adios!
IV
Las personas que viven siempre unidas
Suelen á veces contemplar caidas
Las hojas del amor y del placer;
Hojas que de la espléndida guirnalda,
Bajan de la belleza hasta la falda,
Y el viento del dolor viene á barrer.
Mas nunca lloran su ilusion perdida
Los que se van en medio de la vida
Para encontrarse en brazos de su Dios,
Porque siempre se miran en la mente
Como cuando esclamaron tristemente
Al dejarte por siempre: ¡Adios! Adios!
V
Solo puede dejarte mi cariño
Esta guirnalda que á tu frente ciño
Adornada con flores de amistad;
Flores del alma que brotaron bellas
Al calor de esos ojos que destellas
Iluminando el alma en su mirar.
¡Adios! Adios! no quede ya perdido
Entre la negra noche del olvido,
Y que el recuerdo sea de los dos;
Y cristaliza en tu alma aquesta gota
Que tibia y pura de mis ojos brota
Al decirte por siempre: ¡Adios! Adios!
———
Es el Queguay[8] un rio trasparente
Cual urna de purísimo cristal,
Cuyo fondo se ve puro y tranquilo
Como el fondo de tu alma angelical.
Quieta es la superficie de sus aguas
Si el viento no la agita con furor,
Como tu frente es cándida y serena
Si no la agita el soplo del amor.
En el lecho pedroso do descansa
Se deslizan sus aguas con quietud,
Como tus horas corren no sentidas
Por el sendero fiel de la virtud.
Los sauces que coronan sus riveras
Hunden su verde copa en el Queguay,
Cual tu frente en mi seno cariñoso
Blando se inclina envuelto con un ¡ay!
Los ubajais[9] ocultan en sus ramas
Pájaros bellos, raros en matiz,
Como tu mente abriga mil ideas
Que hace brotar la inspiracion feliz.
Del Uruguay[10] dos gigantescos brazos
Oprimen su cintura en derredor,
Como tu talle esbelto y delicado
Circuye en torno el brazo del amor.
Esconde la rivera entre sus guijas
Las perlas con el nacar y el coral,[11]
Como atesora tu alma rica y bella
De angélicas virtudes un caudal.
La brisa de la noche entre sus hojas
Hace brotar suspiros de dolor,
Cual de tus labios ecos misteriosos
El delirante beso del amor.
La selva umbría que lo guarda en torno
Impide ver sus ondas de cristal,
Cual del pudor el velo misterioso
Sombrea tu semblante sin igual.
La blanca aurora rompe el denso velo
Que sobre sus espaldas se ve ondear,
Cual tú, graciosa, al despertar apartas
El pelo de oro que robó tu faz.
En sus ondas azules se reflejan
Del cielo la bonanza y tempestad,
Cual tus ojos azules reproducen
De otros ojos la sombra y claridad.
Sus linfas puras entre fango nacen
Mas cristalinas caminar se ven,
Cual tú nacida de la tierra impura,
Pura te miro caminar tambien.
———
Adios, mujer nacida para inspirar amores,
Nacida como nacen en el jardin las flores,
Para esparcir en torno su misterioso olor;
¡Adios! palabra amarga que sale de mi seno,
Y que mis labios quema como letal veneno,
Cuando en mis ojos brilla la gota del dolor.
Adios, mas no por siempre: un mundo hay mas hermoso,
Y cuando al seno vueles del Todo-Poderoso
Volverte á ver espero tan bella como aquí;
Pero si en el inmenso celeste paraiso
A tí no te encontrase, mi celestial hechizo,
Los celestiales goces tristes serán sin tí.
Adios, vuelvo á decirte, adios ángel divino,
A quien pusiera el cielo delante mi camino
Para calmar mis horas de doloroso afan;
Desde el momento mismo que pude contemplarte,
Mi corazon ardiente tan solo supo amarte,
Como en la vida se ama, solo una vez no mas.
Adios, sueño querido, que me halagó un instante
Cuando soñé demente que un corazon amante
Latia sobre el mio con férvido afanar,
Adios, visiones vagas que atormentais mi pecho
¡Oh no volvais ya nunca á visitar mi lecho,
Que aunque soñar es dulce, muy triste es despertar!
Adios, adios por siempre, celestes fantasías
Que al corazon tranquilo, y en mas serenos días,
Brindaron halagüeñas, dichoso porvenir,
Pasad engañadoras visiones peregrinas:
En vez de frescas rosas tan solo piso espinas,
Y el sol de mi esperanza no veo ya lucir.
¡Adios!... mas no es posible dar un adios eterno
A tu divina imágen y á tu recuerdo tierno,
Que mi inmortal memoria no olvidará jamas;
Delante de mis ojos siempre estarás presente,
Y en mi alma, y en mi pecho y en mi abrasada mente
Tu imágen deliciosa se gravará tenaz.
Yo sentiré en la brisa tu perfumado aliento,
Tu voz consoladora traerá á mi oido el viento,
Y te veré en las nubes cruzar como vision;
Yo sentiré tus pasos en medio á las tinieblas,
Y al ver cubrirse el aire de transparentes nieblas,
Tus blancas vestiduras veré yo en mi ilusion.
Oh, si el destino crudo de tí no me apartara,
Si de los patrios lares ¡ay Dios! no me arrojara,
Mi porvenir entero se cifraría en tí!
Porque al mirar tu rostro tan cándido y divino
Veo que mi destino se liga á tu destino;
Veo que para amarte tan solo yo nací.
Entonces tú serías la refulgente estrella,
Que iluminases pura la fatigosa huella
Que el hombre en este mundo tiene que atravesar;
Entonces tú serías el sol de mi existencia,
Entonces estasiado de amor en tu presencia
De amor entre tus brazos quisiera yo espirar.
Entonces por tus gracias celestes inspirado
La lira del poeta pulsára entusiasmado
Y á tí te dedicára mis cánticos de amor.
Oh, tú me inspirarias canciones inmortales,
Y al oirlas estasiados, del orbe los mortales,
Tu nombre repitieran con alta admiracion.
Entonces fuera grande, por tu esplendor guiado;
Con el laurel del genio me viera coronado
Para arrojar coronas de glorias á tus piés...
Qué digo de coronas de gloria en mi delirio?
Yo siento la corona del perennal martirio
Clavando sus espinas en mi marchita sien.
Adios, de nuevo os digo, sueños encantadores,
Dejad en mis oidos de susurrar amores,
Que aunque soñar es dulce, muy triste es despertar:
Posaos sobre la almohada de la mujer que adoro,
Llevadle algunas gotas de mi amoroso lloro,
Para que en medio al sueño me pueda recordar!
———
En medio de la noche
Al contemplar tu estrella,
En su fulgente huella
Mi alma te busca á tí;
Y pienso que al mirarla
Brillando placentera
En celeste esfera,
Te acordarás de mí.
Ausente de tu lado
Mirando ese astro bello
Creeré ver un destello
Emanacion de tí;
Y esclamaré con ansia:—
Tal vez la hermosa mia
En medio á la alegría
Se olvidará de mí!
Cuando de tí me aleje
Y á los combates vaya,
En medio á la batalla
Me acordaré de tí,
Y esperaré la noche
Para calmar mi anhelo,
Interrogando al cielo:—
¿Se acordará de mí?
¡Adios! nunca me olvides,
Y que tu estrella amiga
Siempre á tu mente diga
Que estoy pensando en tí:
Y si en el campo caigo
Por la metralla muerto,
Mira ese rayo incierto
Y acuérdate de mí.
———
La belleza se ciñe la corona
Que entretege el amor y la amistad,
Arrancando una flor á cada zona,
Tomando un pensamiento á cada edad.
Y la contempla el mundo entusiasmado,
Coronada, de pié sobre el altar,
Sobre el altar de joyas incrustado,
Cubierto de jazmines y azahar.
Por eso guardo mi modesta ofrenda
Que es la silvestre y solitaria flor,
Que á tu corona, de las gracias prenda,
Dar no puede fragancia ni esplendor.
Yo que no tengo cortesano genio
Nada quiero decir ante tu altar,
Cuando otros mil las flores de su ingenio
Á tus plantas vendrán á derramar.
Nunca con alabanzas fementidas
Incensaré las luces de tu faz,
Solo palabras tiernas y sentidas
En vez de incienso mentidor tendrás.
No en la trípode de oro del poeta
Belleza celestial te cantaré,
Pero tendrás mi admiracion secreta,
Y poseerás del corazon la fé.
No te diré si es bella tu cabeza,
Ni si tienes de Fidias el perfil,
Ni si tu frente, cielo de pureza,
Está cubierto con estrellas mil.
No te diré si tu alma resplandece
Como diamante en urna de cristal,
Ni si tu seno blando se estremece
Como la niebla al soplo matinal.
No te diré si el labio que enamora
En sus palabras desparrama miel,
Ni si al caer, cual perlas del aurora,
Hacen brotar las flores del vergel.
No te diré si tus hermosos ojos
Son dos astros que Dios dejó caer,
Para alumbrar los púdicos sonrojos
Que tus mejillas suelen encender.
No te diré si tus cabellos rubios
Que circundan tu frente cual capuz,
Llamas son de magnéticos efluvios
Que de tu mente vuelan á la luz.
No te diré si tus airosos brazos
Los gajos son de madreselva en flor
Si se entreabren para dar abrazos
Y al pino añoso visten con amor.
Solo diré:—«Jamas á tu cabeza
Falte la eterna flor de la virtud,
Ni la sonrisa falte á tu belleza,
Ni al corazon le falte su quietud.»
———
En el libro inmortal de nuestra historia
Busco un nombre que guarda mi memoria
Y tu filial amor,
Y al encontrar la página enlutada
La veo al mismo tiempo señalada
Por una fresca y perfumada flor.
———
Si faltase una hoja á tu corona
Y colocarla fuese dado á mí,
Sea ese lauro que á tus sienes falta
La admiracion que te consagro á tí.
———
Quiero hacer tu retrato, mujer bella
Mirando de tu rostro la hermosura,
Que irradia en torno suyo la luz pura
Como desde los cielos una estrella...
Mas no tengo un pincel con que pintarte,
Que el cielo me ha negado el don precioso
Que al lienzo dá trasunto primoroso,
La inspiracion uniendo con el arte.
Y el mas hábil pintor nada podría
No teniendo del iris los colores,
Y los varios matices de las flores,
Que en tu persona brillan á porfía.
Cómo pintar tu rostro de azucena
Sin combinar los cándidos jazmines
Al brillo de la nieve en los confines
Alumbrada por luz blanca y serena?
¿Cómo pintar tu rubia cabellera
Que en ondas de oro baja de tu frente,
Sin las hebras de luz del sol ardiente
Cuando espléndido brilla en alta esfera?
Sin el sereno azul del firmamento
¿Cómo pintar de tu ojo la dulzura,
Y esa mirada cariñosa y pura
Que hace olvidar al hombre su tormento?
Sin las rojizas nubes de occidente
¿Cómo dar vida á tus purpúreos labios,
Que hacen borrar del mundo las agravios
Cuando al hablar se entreabren dulcemente?
¡Oh, jamas! del artista la paleta
Esas tintas tendrá para pintarte!
Y si alguno pudiera retratarte
Seria en su entusiasmo algun poeta!
Ven á mis manos, armoniosa lira:
Quiero cantar la gracia y la belleza,
Que el entusiasmo que arde en mi cabeza
Manda que cante á la beldad que inspira.
———
No encuentro nombre que darle
Y mi ardiente fantasía
No tiene la poesía
Que esa imágen tiene en sí.
Cantaré sus perfecciones
Mucho mas bellas al verlas,
Mas si quereis comprenderlas
A contemplarlas venid.
¿La conoceis? es un ángel
Bajado del alto cielo,
Para verter el consuelo
Del hombre en el corazon:
Es una cosa sin nombre
Como una luz misteriosa,
Como vision vaporosa,
Como un acento de amor.
Es blanca como la luna,
Es pura como una estrella,
Es tan cándida y tan bella
Cual la primer luz del sol,
Como esa luz que se mezcla
A los tintes de la aurora,
Y el verde campo colora
Con espléndido arrebol.
Es una cosa sin nombre
Entrevista en un ensueño,
En que se mira el diseño
Y no se puede esplicar,
Ó cual los ecos sin nombre
Que en mágica melodía
De la noche en la armonía
El alma suele escuchar.
Es una cosa sin nombre
Cual las quejas del amante,
Cuando suspira anhelante
De la música al compas;
Como el perfume que exhala
El cáliz de una flor pura,
Que inspira amor y ventura,
Y alivia el dolor tenaz.
Como el sol en el ocaso
Cuando moribundo arde,
Cual la estrella de la tarde
En la calma celestial;
Como el canto de las aves
En la enramada florida,
Ó cual sílfide vestida
De vaporoso cendal.
Es una cosa sin nombre
Como esas blancas visiones,
Que en largas meditaciones
Pasan con vuelo fugaz;
Ó como el blando murmullo
Que se oye en la selva umbría,
Cuando de la noche fria
Sopla la brisa fugaz.
Sol, estrella, luna, flor,
Aurora, sílfide, brisa,
Que alumbra con su sonrisa
Y alumbra con su mirar,
Es original sin tipo
Que encierra en sí al universo,
Y que no es dado, ni al verso,
Ni al pincel el retratar!
———
La lira cae de mi cansada mano,
Y me siento vencido en tu presencia:
Perdóname si quise en mi demencia
Tu candorosa imágen retratar.
No es dado á los pinceles ni á la lira
Ofrecer de tus gracias una idea,
Y todo aquel que tus encantos vea
Admirarlos podrá, mas no copiar.
No vivirás en mármoles, ni en lienzos,
No robarán tus formas los cinceles,
Ni colores darás á los pinceles
Para causar al mundo admiracion,
Por eso yo, tu rostro contemplando,
Hice un bosquejo en vez de tu retrato,
Mas me consuela el pensamiento grato
Que tu retrato está en mi corazon.
———
En esas noches serenas
De Diciembre delicioso,
Cuando entregada al reposo
La tierra parece estar,
Y cuando la blanca luna
Cruza el ancho firmamento,
Absorto en mi pensamiento
Yo me complazco en vagar.
Miro brillar en el cielo
Las estrellas encendidas,
Letras de luz esparcidas
Por la mano del Creador,
Que en inefables palabras
Revelan nuestro destino,
Y señalan el camino
Del audaz navegador.
Miro la onda agitada,
Que corona leve espuma
Y entre misteriosa bruma
Melancólica gemir;
Y en la playa solitaria
Estenderse blandamente,
Y bajo otra ola rugiente
Desfallecida morir.
Miro del árbol sombrío
Como se ajita el ramaje,
Mientras el verde follaje
A compas se oye vibrar.
Como si un aéreo coro
En él tuviese su nido,
Para recrear el oido
Con misterioso cantar.
Miro cruzar por el aire
Mil fantasmas vagarosas,
Cual las sombras vaporosas
Que en sueños vemos pasar,
Y por la mente, alumbrada
Con el reflejo del alma,
Las miro en plácida calma
Lijeras atravesar.
Entonces mi alma estasiada
Se desprende de este suelo,
Y se remonta hasta el cielo
A contemplar la creacion;
Y desplegando sus alas
Como el águila altanera,
Vuela de esfera en esfera
En rápida sucesion.
Si por acaso una voz
Dulce, tierna y melodiosa,
Una cancion armoniosa
A lo lejos hace oir,
La música me figuro
De la danza de las horas,
Que con sus plantas sonoras
Hacen el aire crujir.
Si á la vez, la mansa brisa
Que á los jazmines halaga
Y entre su copa se embriaga,
Viene mi rostro á besar,
Creo que alguna sílfide
Que cruza por el ambiente
Toca mi pálida frente
Con sus alas al pasar.
Y si una mujer hermosa
De blanca tela vestida,
Ante mi vista abstraida
Pasa como aparicion,
En éxtasis arrobado
Bajo influjo de un hechizo,
Creo que del paraiso
La puerta abre una vision.
Pero el aire de la noche
Mis pensamientos enfria,
Y apaga cual lluvia fria
De la mente el resplandor:
Que así el vapor de la tierra
Se desprende en forma leve,
Y luego en forma de nieve
Debilita su calor.
———
Como una estrella fugaz
Que luce en la noche umbría,
Brilló un instante María
En el valle del dolor:
Era una vírgen, tan pura
Cual de la tarde la brisa,
Cuya mágica sonrisa
Reflejo era del amor.
Se marchitó como rosa
Que su perfume derrama,
Como fosfórica llama
Un solo instante vivió;
Porque faltaba á su alma
El aire puro del cielo,
Y tomando raudo vuelo
Otra atmósfera buscó.
Un dia que en un jardin
Ivamos juntando flores
(Emblemas de los amores
Que en la tierra puso Dios)
Un pensamiento la di,
Y ella me dió un pensamiento,
Y animada de contento
Formó un ramo de los dos.
Aquellos dos pensamientos
Su vida simbolizaban,
Ó quizá identificaban
Su vida, su alma y su ser,
Porque apenas en su pecho
Hallaron tibia guarida,
Pálida y desfallecida
Bajó la marchita sien.
Sobre el lecho de agonía
Cayó, como flor tronchada
Por el viento deshojada,
Y su frescura perdió;
Y cual se exhala el perfume
Del cáliz de lirio hermoso,
De su cuerpo primoroso
Su alma angélica voló.
Antes de cerrar sus ojos
Y dar el último aliento,
Con blando y lloroso acento
A su lado me llamó:
Su bello rostro cubría
La palidez de la muerte,
Y con mano casi inerte
Dos pensamientos me dió.
Y me dijo:—«Dulce amigo,
«Solo en el mundo te dejo:
«Del valle triste me alejo,
«Y no te veré ya mas,
«Y hasta que llegue el instante
«De oir de Dios los acentos,
«Guarda esos dos pensamientos,
«Y no me olvides jamas!»
Esos pensamientos mústios
Dados de muerte en el lecho,
Yo los conservo en mi pecho
Como sacro talisman,
Porque se hallan impregnados
Del espíritu invisible
Del alma pura y sensible,
Que calma mi triste afan.
Yo que profeso en el alma
La religion de la muerte,
Sobre su sepulcro inerte,
Llanto y flores derramé,
Y entre las fúnebres flores
Lágrimas puse á millares,
Y entre blancos azahares
Pensamientos coloqué.
Y al pié del mústio sepulcro
De la cándida María,
Mis ojos vieron un dia
Dos pensamientos brotar,
Y luego ví el huracan
Llegar con vuelo violento,
Deshojar un pensamiento...
Y uno tan solo dejar.
———
La mies se corona de espigas doradas,
Y el cielo se esmalta con nubes de azul,
Las flores se envuelven con hojas variadas,
Y en gajos flexibles el verde abedul.
Se ciñe el guerrero con palma triunfante,
El rey con diadema circunda la sien,
La falsa coqueta prefiere un diamante,
Que á par de ella, muchas prefieren tambien.
Se ciñen los montes coronas de hielo,
De blancas espumas las olas del mar,
De fresco rocío las plantas del suelo,
De llamas rojizas la esfera solar.
Mas hay una bella que dulce y modesta
Ni flores, ni nubes, ni llamas buscó,
Y en vez de la joya que adorno le presta,
Con diáfano velo su frente ciñó.
———
Si fuese al combate, colgára en mi lanza
Con lauros de triunfo su leve crespon,
Y altivo, animado de doble esperanza
Seria de guerra mi sacro pendon.
Si fuese marino, colgára ese velo
Por vela á mi buque, por toldo á su iman,
Y en calma mirando los astros del cielo
Las iras burlára del negro huracan.
Si fuese poeta, mi armónica lira
Podria al amparo del ténue cendal,
Y al son de la brisa que mansa suspira
Le diera inspirado su acorde final.
Si fuese viajero deseara una palma
Que sombra tranquila me diese á su pié,
Como esa que el velo, con plácida calma,
Derrama en la frente que el ojo entrevé.
———
Feliz el que pueda del cándido velo
Alzar el estremo que cubre la sien,
Porque ese, olvidando las penas del suelo,
La luz habrá visto del mágico Eden.
Feliz el que pueda con él envolverse
Y dar estasiado su espíritu á Dios,
Y ver á la tierra de vista perderse,
Cual ave que asciende con ala veloz.
Feliz el que pueda colgar á su estremo
La escelsa corona de rosa y laurel,
Cual símbolo hermoso del genio supremo
Que indique á la reina de todo el verjel.
Feliz el que pueda mezclar sus despojos
Al polvo impalpable que el viento alzará,
Cuando esa belleza con llanto en los ojos
Desgarre ese velo que sombra le dá.
———
Mas esto es muy triste, tal vez distraido
Su frente he podido de nieblas cubrir,
Y al velo que lleva solo es permitido
Con nubes lijeras su frente circuir.
Él es como nube que cruza su frente,
Cual cruza los cielos la bruma fugaz,
Realzando en el fondo su rostro esplendente
Que adornan matices del iris de paz.
Yo soy como un ciego que canta á la puerta
Deseando al que me oye placeres y amor,
Deseando que nunca se mire cubierta
La gaza, con perlas que borde el dolor.
¡Mas no soy tan ciego! pues miro en el cielo
Brillar las estrellas con tibio fulgor,
Y luego eclipsarse si entreabre su velo
Mostrando dos ojos que irradian amor.
¡Oh juicio divinal!
Cuando mas ardía el fuego
Echaste el agua.
Manrique.
Genio, inspiracion divina,
Fuego devora mi mente,
Y siento en el alma ardiente
Una llama circular...
Mas ¡qué importa! si á la tumba
Pronto caerá el genio mio,
Como el torrente bravío
Que vá á morir en el mar!
Ya del carro de la vida
Los corceles fatigados
Caen al suelo postrados
Con anheloso estertor;
Y ya el genio de la muerte
Gira en torno á mi cabeza,
Cual ave que de su presa
Va volando en derredor.
Como el náufrago se abraza
De las astillas flotantes,
De las horas vacilantes
Me abrazo con ansiedad;
Pero en vano, que la urna
De mis años, agotada,
Sobre el abismo inclinada
Se vé, de la eternidad.
Qué importa morir, si solo,
He vivido en este mundo,
Donde corre un aire inmundo
Que no puedo respirar:
Si mis lágrimas cayeron
Confundidas en el cieno,
Sin bañar el tibio seno
Del amor á la amistad!
Qué importa morir, si nunca
Los hombres me han comprendido,
Si ninguno me ha tendido
Una mano fraternal:
Si cual la flor del desierto
Que en soledad se consume,
He dado al viento un perfume
Que nunca sintió el mortal!
Mis ecos se han confundido
Con la música lejana,
Que se alza cada mañana
Del seno de la creacion;
Y entre el canto de las aves,
Y el aroma de las flores,
Del valle de los dolores
Han subido á otra mansion.
Como las nubes de mirra
Que perfuman el sagrario,
Y brotan del incensario
De las brazas al calor,
Al fuego del entusiasmo
De mi cabeza han brotado
Los cantos, que he consagrado
A la Patria y al Señor.
Jamas prodigué alabanzas
A un miserable tirano,
Ni del pueblo soberano
Las banderas deserté:
Fija la vista en el cielo,
Nutrido de amor intenso,
A Dios y al Pueblo el incienso
Del corazon consagré.
La libertad fué la musa
De los cielos mensagera,
Que llenó mi alma severa
Con su espíritu inmortal;
Y en las negras tempestades
Seguí con paso valiente,
Su antorcha resplandeciente
Y su faro celestial.
Oh, Dios, inspírame un himno,
Ó una fúnebre elejia!
Que baje á la tumba fria
Cantando á la libertad!
Permite que adorne un lauro
Mi cadáver macilento,
Y que no muera mi acento
Cual voz en la soledad!
¡Pero ya es tarde! la mano
Que marca la última hora,
Se levanta aterradora
Y vuelca el reló fatal;
Y las cuerdas de mi lira,
Como nervios doloridos
Producen tristes sonidos
Una á una al reventar.
En vano aplico el oido:
Enmudece la memoria,
Y á mis cánticos de gloria
No responde el porvenir;
Que al descender al abismo
La corteza de mi alma,
No se verá ni una palma
Sobre la frente lucir!
Oh musa, vuelve otra vez
A tu celeste morada,
Que el abismo de la nada
Pronto me va á devorar;
Pero antes, rompe las flechas
De mi carcax no vacio:
Mi brazo perdió su brio,
Y el arco se va á quebrar!
No te hicieron los cielos tan hermosa
Sinó para ser madre y ser esposa.
Olmedo.
Blanca flor que embalsamas mi existencia
De tus perfumes con la grata esencia;
Música cuya suave melodía
Estremece de amor el alma mía;
Rayo de luz que caes sobre mi frente
Disipando las sombras de la mente;
Lágrima de los ojos desprendida
Del serafin que guarda nuestra vida;
Linfa donde apagué mi sed ardiente.
Como el viagero en agua trasparente;
Pichon que bajo el ala adormecido
Desafias las lluvias en tu nido;
Hija mia, entre sueños virginales,
Envuelta por los brazos maternales,
Y en esa fuente del materno seno
Bebe un raudal que de virtudes lleno
En cada gota verterá en tu mente
De nobles pensamientos la simiente,
Que dormirán hasta que en torvo ceño
El tiempo venga á perturbar el sueño;
Y puros sentimientos, ángel mio,
Que jerminando cual la flor de estio,
Derramarán en tu alma ese perfume
Que la virtud de la niñez asume;
Y beberás un bálsamo del cielo
Para espresar dolores en el suelo,
Para exhalar mil gotas cristalinas
Como su aroma blancas clavelinas:
Porque el llanto es la flor que brota hermosa
En el alma sensible y candorosa,
Y el rostro donde nunca ha resbalado
Es arenal que el cielo no ha regado.
Asi cual de la espléndida natura
El llanto es la espresion de la criatura:
El cielo llora gotas de rocio
En las serenas noches del estio,
Y al ausentarse, lánguida la aurora
Entre luces y sombras tambien llora:
Pero todo desciende suavemente
De la misericordia á el ancha frente:
Fertiliza el rocío los eriales,
Y el aurora los lirios virginales,
Y caen las dulces lágrimas del niño
En un seno purísimo de armiño.
Y mas tarde entre manos cariñosas
Que se ahuecan sensibles y piadosas,
Cual urna sencillísima de cobre
Donde se guarda el óbolo del pobre.
Oh tú, que de tu vida en la mañana
Te meces en el valle tan lozana:
Que sea tu cabeza bendecida
Sobre la dura almohada de la vida;
Que recorras tu plácida alborada
Por angélicas voces arrullada;
Que el viento de la dicha infle tu vela
Mientras la luna del placer riela;
Y que si acaso un dia, negro velo
Míras estender sobre tu cielo,
Veas llegar á tu arca placentera
La paloma de dichas mensagera
Para anunciarte en tu hombro reclinada:
«La tempestad se vé ya apaciguada,
«La luz del sol de nuevo te ilumina
«Y las flores esmaltan la colina;
«Tersa se vé la frente de tu rio
«Y no hay en él ni un áspero bajío:
«Mucho vagaste niña por los mares:
«Al fin reposarás entre tus lares,
«En la ribera nítida y risueña
«Que allá en el horizonte se diseña,
«Do encallará tu barca suavemente
«Como del manso arroyo la corriente.»
Ora, hija mia, lejos de huracanes
Duerme agena de míseros afanes
Mientras tu madre tu cabeza pura
Bautiza con sus gotas de ternura,
Las que tu padre enjuga blandamente
Al deponer un ósculo en tu frente,
Dejando en esas lágrimas escrita
Una dulce palabra:—«¡Eres bendita!»
———
Iris de paz y ventura,
Sueño de toda mi vida,
Que naciste para mí
Como el sol tras noche fria!
¡Ah! cuando tus bellos ojos
Entreabriste adormecida
Sentí que en esa mirada
Me llenabas de delicias;
Como el ciego que cobrando
Loco de gozo la vista
Quiere abrazar á la luz
Pensando que lo acaricia.
Si tú entendieras mis sueños,
Mis esperanzas perdidas,
En esos labios de rosa
Con besos te contaría
Que antes de venir al mundo
En mi mente eras nacida...
¡Oh, si tú me comprendieras
Cuántas cosas te diria!
Entonces supieras tú
Que era muy triste mi vida,
Antes de ver á tu madre
Que la convirtió en delicias;
Entonces fué que la llama
Brotó de tibias cenizas,
Entonces fué que mi pecho
De nuevo se abrió á la dicha,
Y desde entonces serenos
Se deslizaron mis dias,
Entre esperanzas risueñas
Que el futuro embellecian,
Y gratas conversaciones
Llenas de amor y alegría
Que terminaban diciendo:
«¡Ah, no tener una hija!»
Oh, cuantas veces paseando.
En una tarde tranquila,
Al sentarnos cavilosos
Del ancho mar á la orilla
Con el baston, en la arena
Mil caractéres ponia:
Ya una palabra aislada
Signo de melancolía;
Ya una linea caprichosa
Cual la idea fugitiva:
Ya una letra mutilada
Cual del infeliz la vida.
Y sin pensar de repente,
Si estas lineas recorria
Encontraba escrito en ellas:
«¡Ay, no tener una hija!»
Muchas veces junto al fuego
En las noches invernizas
Cruzaban breves las horas
Mirando al fuego que ardia,
Siguiendo su oscilacion
Y viendo brotar sus chispas,
Que en sus fantásticos giros
Todo el hogar recorrian,
Hasta caer soñolientas
Entre pálidas cenizas;
Y entonces en los carbones
Que á trecho en trecho lucian,
Como dos ojos ardientes
Sobre frente encanecida,
Nos parecia leer:
«¡Oh, no tener una hija!»
Naciste tú, y has colmado
La copa de nuestra dicha:
Ya no en fantásticos sueños
Nuestra mente se fatiga:
Fijos delante tu rostro
Con nuestra vista en tu vista,
Bebemos miel deliciosa
En tu inefable sonrisa;
Y pensamos en tu suerte
Cuando vengan otros dias,
Cuando corazon y mente
Con doble peso te aflijan,
Haciendo inclinar tu frente
Como una rosa marchita;
Cuando á los piés de tu cama
Colocada de rodillas
Alabes á tu Criador
En tus plegarias de niña;
Cuando pidas á tus padres
Que amorosos te bendigan,
Dándote un beso en la frente
Para ir á dormir tranquila;
Cuando indagues cavilosa
En mi frente encanecida
Los hondos surcos que marquen
El tránsito de la vida;
Cuando recorran tus ojos
Estas paternales líneas,
Que si eres feliz leerás
Con angélica sonrisa,
Y si sufres, se verán
Por tu llanto humedecidas;
Cuando en un mar proceloso
Pueda servirte de guia,
Llevándote ángel hermoso
Hasta el puerto de la dicha,
Como te llevo en mis brazos
Hasta la cuna tranquila.
Abre esos ojos azules
Do la ternura se anida,
Oye mis tiernas palabras
Y luego duerme, hija mia.
———
¿Vés de tu madre la húmeda pupila
Que fija en tí, cual mágica sibila
Parece que interroga el porvenir?
Si, le interroga, y pide que el destino
Matizando de flores tu camino
Embalsame de dichas tu vivir.
Hoy que yaces envuelta en la inocencia
Y no puede abarcar tu inteligencia
Lo que es la maternal contemplacion.
Entenderás la voz del sentimiento
Que inoculada en mi amoroso aliento
Descenderá á tu puro corazon.
No te señalaré de las estrellas
Ni el claro sol, las rutilantes huellas,
Para elevar tu mente al Hacedor:
No obligaré á que dobles la rodilla
Al que arrojó en el mundo la semilla
Del árbol que se eleva á su Criador.
No te diré si el vicio desbocado,
Cual torrente del monte desatado,
Quiere hacer las virtudes zozobrar;
Oh, no sabrás si alzada la cabeza
Enarbola bandera la impureza
De la familia en el derruido altar.
Nunca tu padre manchará tu frente,
Donde brilla la luz del inocente
Como en los rios nubes de zafir;
Por mostrarte la crápula del vicio,
Jamas te acercaré del precipicio
Que vértigo derrama en el vivir.
Me inclinaré sobre tu boca pura
Y te daré consejos de ternura
En el ignoto idioma del amor;
Y mis palabras bajarán á tu alma
Cual en noches de estío, en grata calma
Se inocula el rocío entre la flor.
Inefables consejos ignorados,
Sin traduccion, como ecos tribulados
Del aura de la noche en el jardin;
Nadie entiende sus quejas doloridas
Pero al nacer la aurora, entretegidas
Se ven brotar do quier rosas sin fin.
Nadie comprenderá ahora mi acento:
Mas llegará, hija mia, algun momento
Que se verán las rosas jerminar,
Y alzando ufanas sus cabezas rojas
El viento murmurando entre sus hojas
Se bañará en lo que hizo fecundar.
Algun dia serás lozana rosa
Cuando mi frente pálida y rugosa
Se incline en tu perfume á refrescar;
Cuando el labio marchito de dolores
Quiera gozar el aura de las flores
Sintiéndote, ángel bello, respirar.
Dios te colme de santas bendiciones
Apretando los duros eslabones
Que separan del vicio á la virtud,
Y tierna madre, enamorada esposa,
Mire brotar pimpollos de mi rosa
Para aliviar mi ingrata senectud.
El genio de la paz y la armonía
Cubriendo tu cabeza noche y dia
Te guarde del aliento del dolor;
Y el ángel puedas ser de tu familia
Que en las eternas noches de vigilia
Dés amparo á las prendas de tu amor.
Y de los niños fiados á tus manos
Salgan fuertes y buenos ciudadanos
Formados en el halda maternal,
Donde aprendan á odiar la tiranía
Y á combatir con ínclita porfía
Por los santos principios de igualdad.
¡Oh, la mision de la mujer es santa!
Ella la flor de las virtudes planta
Del niño en el fecundo corazon,
Y cuando vé á la patria que agoniza
Desprende de su seno á el ancha liza
De patriotas audaz generacion.
Así en Mayo nacieron los campeones
Que rompieron los duros eslabones
Que nos forjó la torpe iniquidad,
Y con la leche encima de los labios,
Fuertes guerreros, gobernantes sabios
Contempló con asombro aquella edad.
Y hoy en la lucha santa que emprendimos
Niños sobre la arena descendimos
Para arrimar el hombro al patrio altar,
Y al darnos nuestra madre abrazo estrecho
Nos pone sollozando sobre el pecho
Los colores de Salta y Tucuman.
De la virtud modesta de los lares
Guarda el fuego sagrado en tus altares,
De la familia cándida vestal;
Que ese fuego que el casto hogar calienta
Es la luz que nos guia en la tormenta
De la vida, cual místico fanal.
———
En los ardientes climas tropicales
Con el rocío de una sola noche,
La perfumada flor abre su broche
Y al sol y al aire entrega su beldad.
Así en mi corazon, de amor fecundo,
Ha brotado en un dia una flor pura,
Y esa flor de rarísima hermosura
Es por tí mi simpática amistad.
———
Por qué llorais, esposos, la prematura muerte
De las criaturas bellas, frutos de vuestro amor,
Cuando al morir cambiaron perecedera suerte
Por la que goza el ángel en torno del Señor.
Llorais porque sus rubias cabezas inclinaron
Sobre la fria almohada del lecho sepulcral,
Y cual mortales tristes al sueño se entregaron,
Y ángeles despertaron del coro celestial?
¡Oh! no sabeis sin duda que la alta Providencia
Para su dicha eterna tal vez lo quiso así,
Para salvar del mundo su cándida inocencia
Que atropellar pudiera del vicio el frenesí.
Fueron tres flores bellas en un rosal brotadas
Que al ostentar ufanas su grato rosicler,
Cruzaron por el cielo nubes encapotadas
Y el viento tempestuoso las arrancó al nacer.
Fueron tres gotas de agua lloradas por la noche
En el virgíneo cáliz de la fragante flor,
Y que al brillar el dia, cuando entreabrió su broche,
Se evaporaron todas al matinal calor.
Fueron tres mariposas de alas tornasoladas,
Que al encontrar amargas las flores del jardin,
Al cielo se elevaron, buscando atribuladas
Las flores con que ciñe su frente el serafin.
Fueron tres chispas ténues de la divina hoguera
Que vuestros corazones de casto amor llenó,
Chispas que remontaron á la celeste esfera,
Y que en estrellas fijas el cielo convirtió.
Por qué llorais entonces, cuando en las noches bellas
Podeis hasta los cielos vuestra mirada alzar,
Y contemplar brillando las tres blancas estrellas
En que á las tres Marías Dios quiso transformar.
Esas estrellas puras son vuestras tres Marías:
Flores de una mañana que no tuvo su ayer,
Mariposas que huyeron de las regiones frias,
Gotas de agua perdidas del cielo al descender.
Felices esos seres, que nunca conocieron
La punzadora espina que labra el corazon,
Y el inocente labio jamas humedecieron
En la dorada copa que mana corrupcion.
Felices esos seres, que nunca calentaron
Las engañosas manos de la amistad infiel,
Que nunca las miserias del mundo presenciaron
Ni el dictamo sagrado vieron trocarse en hiel.
Oh, no lloreis, esposos: mejor es su destino;
Su vida es mas tranquila y exenta de dolor;
Sentadas en las gradas del trono diamantino
En torno de sí vierten mas suave resplandor.
Tú, padre, que navegas en borrascosa vida,
Eleva á Dios tus manos porque á su lado esten,
Como al audaz marino que en nave combatida
Recuerda que sus hijos espuestos no se ven.
Tú, madre, que has sentido las santas alegrías
De ver brotar la vida del seno maternal,
Espera: aun no ha pasado la aurora de tus dias
Y ha de brillar un dia de gozo sin igual.
En las calladas noches alzad la vista al cielo,
Mirad á vuestras hijas resplandecer allí,
Y sentireis el alma bañada de un consuelo
Que para el alma enferma nunca se encuentra aquí.
———
Que á cada hoja del álbum de tu vida
Que desdoble la mano del destino,
Al seguir los inviernos su camino
Las primaveras queden en tu sien;
Y así, que en cada año que transcurra
Añadas una flor á tu guirnalda,
Y que cruzando prados de esmeralda
Llegues hasta las puertas del Eden.
———
Hoy que el placer corona tu cabeza,
Quiero estrechar tu mano con terneza
Y darte el parabien:
Porque en los dias de contento ó duda
La mano del amigo nos ayuda
A soportar nuestro placer tambien.
Hoy un hijo ha nacido en tu familia,
Como tras larga noche de vigilia
Se vé brillar el sol;
Y su sonrisa pura cual la aurora
Todo el hogar doméstico colora
Tiñendo los semblantes de arrebol.
Bendigo á Dios, que desde el alto cielo
Al ver tu corazon envuelto en duelo,
Un niño hizo nacer,
Para que despertando á la alegría
Sacase de mi lira una armonía
Con sus dedos de leche y rosicler.
Bendice á Dios tambien, triste en el mundo
Has sido presa del dolor profundo
Que roe el corazon,
Hasta que un ángel que bajó del cielo
Te dió en su labio plácido consuelo,
Y te abrigó en sus alas con uncion.
De su frente nacieron tres estrellas,
Como ella puras, cual su rostro bellas,
Que volaron á Dios
En alas de la brisa rumorosa,
Que repitió la queja dolorosa
Que brotó el alma rota de los dos.
Hoy en vez de una estrella fugitiva
Ves brillar una flor nitida y viva
De perfume inmortal,
Que no ha de marchitar el cierzo helado
Si del materno seno enamorado
Tiendes sobre ella el cándido cendal.
No conozco aun á tu hijo, mas soy padre,
Y al través de los ojos de su madre
Le miré con amor,
Como al través de un rayo luminoso
Desprendido de un cielo magestuoso
Suele verse á lo lejos una flor.
Mas conociendo tu alma generosa
Y el corazon sencillo de tu esposa,
Tu hijo conozco ya,
Porque la flor lozana y perfumada
Por la mano divina destilada
Siempre una esencia embriagadora dá.
Conociendo la flor, siento su esencia,
Que apesar, caro amigo, de la ausencia,
La brisa trae á mí,
La brisa del recuerdo y del cariño
Enviada por el hálito de un niño,
Que hoy me refresca y que te baña á tí.
Que nunca á tu vivir falte ese aliento,
Que siempre de tu esposa el blando acento
Mitigue tu dolor;
Que nunca falten flores á tu almohada,
Ni miel en tu colmena perfumada,
Ni en el hogar el hijo de tu amor.
———
Por qué sobre el torrente de la vida,
Como una flor del árbol suspendida
Te inclinas á llorar?
Madre y esposa, veo en tus miradas,
Que buscas en sus olas agitadas
Al hijo que en su fondo viste ahogar.
———
Te diré donde está: bajo una losa
Su blando cuerpo trémulo reposa,
Tibio aun con tu calor.
¡Blanca flor que cayó de tu guirnalda
Y que al bajar á la maternal falda
Llevó marchita el viento del dolor!
———
¿Quiéres sentir su espíritu invisible?
En el hogar doméstico apacible,
Nido de la quietud,
Sentirás un perfume penetrante,
Ese es de tu hijo el corazon amante
Impregnado en tu amor y tu virtud.
———
Asi sucede en la colmena rota
Cuando el invierno asolador agota
La balsámica miel:
Siempre queda el perfume, y mas nutrida
Llega á encontrarla estacion florida
Rica con los productos del vergel.
———
Mira ese cielo. ¿Ves aquella estrella,
Que entre las otras fúlgida descuella
Del mar en el confin?
Ese es tu hijo tambien. ¡Chispa divina,
Que brotó de tu mente peregrina,
Y en sus alas llevóse un serafin!
———
¿Por qué llorar? Feliz tú, que amorosa
Aun puedes suspirar sobre una losa,
Tibia con tu calor,
Y aun puedes aspirar el suave aroma
Del alma de tu hijo, que ora asoma
En el cielo cual astro de tu amor.
———
Ven á mis brazos, niña encantadora,
Y mírenme tus ojos con dulzura,
Que me retratan la mirada pura
De una hija, á quien recuerdo sin cesar.
Tú tambien eres mi hija en el cariño
Pues lo eres de una amiga cariñosa,
Y de tu padre el alma generosa
Unida está á la mia en amistad.
Ven á mis brazos, ven, para adormirte
Te arrullaré con versos de cariño,
Y en tu frente mas pura que el armiño
Un castísimo beso imprimiré;
Porque los niños son, Leonor querida,
Para el hombre una gota de consuelo,
Para que el poeta inspiracion del cielo
Que en la pureza y la virtud dan fé.
———
En el seno de tu madre
Tu frente oculta, ángel mio,
Cual la gota de rocío
En el cáliz de la flor,
Y mientras el mundo torpe
No empañe de tu cabeza
El sello de la pureza,
Duerme tranquila, Leonor.
Flor delicada y hermosa
En el jardin de la vida,
Hoy te miras protegida
Por el maternal amor.
¡Ay! antes que por los cierzos
Te mire despedazada,
En esa blanda almohada
Duerme tranquila, Leonor.
En esa edad infantil
Exenta de sinsabores,
Es tu camino de flores,
Tu vida sueño de amor;
Pero antes de penetrar
A otro camino de abrojos,
Cerrando tus bellos ojos
Duerme tranquila, Leonor.
Paloma de la inocencia
Tan cándida como bella,
Tan pura como una estrella
De la mañana en su albor,
Si quieres vivir feliz
No dejes tu blando nido,
Mientras te canto al oido
Duerme tranquila, Leonor.
Pimpollo apenas abierto,
Algun dia serás rosa,
Que derramará pomposa
Su perfume embriagador...
Pero ¡ay! entonces tal vez
Te oprimirán las congojas!...
Antes que esparsas tus hojas
Duerme tranquila, Leonor.
Tal vez el mundo te brinde
La copa de los amores,
Y en ella en vez de dulzores
Bebas amargo dolor;
Tal vez serias dichosa,
Mas mi cariño te dice
Que hoy cual nunca eres felice...
Duerme tranquila, Leonor.
———
Triste es la vida, sí, bella criatura,
Pero tambien en ella hay gratas flores,
Que llenan con suavísimos olores
El sendero, que lleva á la virtud;
Hay tambien sus delicias inefables
En llenar los deberes de la esposa,
La mision de la madre cariñosa,
Y aliviar la cansada senectud.
Que la mujer es ángel de la tierra
Que Dios creó para hermosear el mundo,
Para que en medio del dolor profundo
Dé al corazon el bálsamo de paz.
Tú no comprendes hoy estas palabras
Mientras duermes tu sueño de inocencia,
Mas cuando brille en tí la inteligencia
Mis versos con amor estudiarás.
———
A dónde fuiste, blanca flor, caida
Del árbol de esperanza de la vida
A ese abismo sin fin;
Cual de la palma al borde de un torrente
Hoja que arrastra rápida corriente,
Y la lleva á regiones sin confin?
Al borde de ese abismo te lloramos,
Y con vista anhelosa te buscamos
Sin poderte encontrar,
Como busca con ansia el marinero
Al que cayó del alto mastelero
Y se perdió en las ondas de la mar.
Y tus padres te llaman con ternura,
Y en esa piedra silenciosa y dura
Se estrella su dolor,
Como el llanto que el párpado humedece
Se retira, se oculta y desaparece
Al encontrar un mundo sin amor.
Ya de tu rostro no verán, Eliza,
Resplandecer la plácida sonrisa,
Como el rayo de luz
Cuando brilla la estrella vespertina,
Que halaga dulcemente y que ilumina
Cuando la noche tiende su capuz.
Tu lecho se halla solitario y frio,
Tu asiento acostumbrado está vacio
En el paterno hogar,
Como el nido de cándida paloma
Que al mirarse con alas, vuelo toma
Y al cielo sube para no tornar.
Por qué cambiaste la materna almohada
De amor y de inocencia perfumada
Por esa terrenal,
Cual virgen consagrada á los altares
Que deja la guirnalda de azahares
Para dormir en losa sepulcral?
Tú dejaste el mundo, virgen pura,
Porque al probar del mundo la amargura
Lloró tu corazon,
Y en su llanto se ahogó, como esas flores
Que al derramar suavísimos olores
Se ahogan con su propia emanacion.
———
Dios abriendo sus manos desde el cielo
Distribuye sus dones generosos:
Al árbol dá los frutos deliciosos,
Y al valle ameno la fragante flor.
Y la mujer, cual ángel de la tierra,
Reina de la creacion que ha embellecido,
Lleva en sí como vaso bendecido
Los gérmenes fecundos del amor.
Tú, Catalina, eres el dulce fruto
De una mujer, que cual lozana planta,
En su corona fresca flor levanta,
Mientras el fruto de sus ramas dá;
Eres la prenda del cariño tierno
De un noble amigo, que con blando anhelo,
Guarda esa planta del rigor del cielo
Cuidándola con amoroso afan.
Por tí, por ellos hoy mi voz levanto
Para cantar la aurora de tu vida,
Cual ave que entre rosas escondida
Canta á la rosa que abre su boton;
Abre el oído, hermosa miniatura,
Para escuchar mis blandas armonías,
Antes que de la tierra las orgías,
El eco te conturbe el corazon.
Salve, blanca paloma de inocencia,
Que por primera vez tiendes el ala,
Y cuyo pico, que pureza exhala,
De la vida en el cáliz vá á beber;
Vuela, tiende tu cuello blandamente,
Para que no se agite la onda pura,
Que levantando la hez de la amargura
Te ofrecerá veneno en vez de miel.
Bebe una gota al borde de ese cáliz,
Una gota no mas, y en raudo vuelo,
Como si fueras á buscar tu cielo
Vuelve á asilarte al seno maternal,
Porque sinó de la pasion al soplo
Desbordará un torrente enfurecido,
Que arrastrará á las playas del olvido
Tu vida y tu inocencia angelical.
Vuela y vuelve á dormir tranquilamente
De la esperanza en la divina almohada,
Por el amor materno perfumada,
Vuela y vuelve paloma á reposar;
Y ojalá que al abrir tus ojos bellos,
Por la razon fulgente iluminados,
De lágrimas no se hallen empañados,
Ni puedan estas páginas borrar.
———
Mi médico, suaviza mis dolores
Hablándome de ciencia y poesía,
Como Platon el ático lo haría
Perteneciendo al gremio de doctores.
Tú en los remedios que haces, viertes flores
Que impregna la amistosa simpatía,
Y de tu mano brota noche y dia
Bálsamo aliviador de sinsabores.
Me hallo como el viagero que ha colgado
Su hamaca entre dos árboles floridos;
Que envuelto en un ambiente perfumado
Le acarician sus gajos estendidos;
Y que al fin se aletarga blandamente
Y hojas y flores caen sobre su frente.
———
Es el álbum un libro misterioso
Donde todos deponen suaves flores:
Allí ofrece el amante sus amores,
Y el amigo su sincera oblacion;
Allí están los recuerdos del hermano,
Del padre, del amigo y del esposo,
Y el crugir de sus hojas, armonioso,
Es un eco del tierno corazon.
Es el álbum un ara consagrada
Al candor, la virtud y la belleza,
Donde ella, reclinando su cabeza,
Melancólica piensa en lo que fué:
Allí llega el poeta y el artista
Para quemar su incienso á la hermosura,
Para ofrecerla alguna rosa pura
Que ella en su seno secará tal vez.
Allí tambien se acerca el peregrino,
Para doblar humilde la rodilla
Ante la hermosa, en cuyas sienes brilla
La corona que adorna á la virtud;
Y cuya frente cándida y serena,
Como el disco argentado de la luna,
Que se refleja en plácidas lagunas,
Del corazon refleja la quietud.
Yo el peregrino soy que arrodillado
Ante el altar modesto de tus lares,
Culto rindo á los genios tutelares
De la mansion tranquila del placer;
Y al contemplarte á tí bajo su amparo
Admiro en tí la madre cariñosa,
Y las virtudes de la casta esposa,
Flores que brota el alma de mujer.
Yo soy el peregrino que cruzando
Del Andes la region encanecida,
Admiré entre las nieves escondida
Una flor de bellísimo color:
Aquella flor en medio del desierto
Me hizo olvidar de la aridez del suelo,
Y encontré en el camino algun consuelo
Recordando lo suave de su olor.
Tú eres la flor que he visto en este valle,
Y cuando de él me aleje mi destino
Recordaré en el áspero camino
Tus virtudes, tu gracia y candidez;
Y este recuerdo en tu álbum estampado
Es la huella fugaz del pasagero,
Que al pasar á la sombra del palmero
Su cifra misteriosa grava al pié.
———
Todos dicen, Señora:—«Álbum sin versos
Es arpa no encordada todavía,
Donde duerme tranquila la armonía
Esperando la suave vibracion;
Y que si el vate arroja una palabra
En el mar de sus hojas incoloras,
Se estremecen sus páginas sonoras
Cual árbol que sacude el aquilon.»
¡Oh! no es cierto! sin duda quien tal dijo,
Jamas tu álbum purísimo ha tenido,
Porque entonces habria allí leido
Lo que en sus hojas blancas yo leí:
Lo que se lée en las ondas de los rios
Cuando la blanca luna los colora;
Lo que se lée en las nubes del aurora
Entre celajes de oro y de carmin.
¿Qué podré yo decir, que ya no diga
Esta página blanca de azucena?
Aquí se vé lucir pura y serena
Tu frente que selló la castidad;
Aquí se leen tus albos pensamientos
Y la inefable candidez de tu alma,
Y una elocuente imágen de la calma
En la apacible vida del hogar.
Aquí toda tu vida está en compendio
Donde dice con cifra misteriosa:
Bella argentina, madre cariñosa,
Esposa tierna... ¿qué mas quieres, dí?
Yo te juro que todo cuanto he dicho
Diciendo está tu libro en su pureza,
Y en su nivea blancura hay mas belleza
Que la que el númen puede darte á tí.
Tampoco creas que el pensil mas bello
Pueda exalar mas inefable aroma,
Cuando el aurora en el oriente asoma
Y la tierra le ofrece su ovacion;
Que aquí, de las domésticas virtudes
Un misterioso olor llena el ambiente,
Que baña al peregrino blandamente
Si se acerca á tu umbral con emocion.
Todo lo dice un libro inmaculado
Para espresar una existencia pura,
Y esa misma elocuencia, la natura
Manifiesta en el agua y en la flor;
Pero si algo deseas, jóven bella,
Que en este álbum purísimo te diga,
Diré:—El cielo tu existir bendiga
Bajo el ala azulada del amor.
Puedas volver al seno de tu patria
En brazos del esposo que te adora,
Y esa prole que el alma te enamora
Le dé dias de gloria y esplendor.
Mi voto es tal, y el corazon me dice
Que si mi patria fuese tu familia,
Pasaria su noche de vigilia
Y brillaria de esperanza el sol.
DEVOLVIÉNDOLE UN LIBRO DEL QUE UNA MANO QUERIDA HABIA ARRANCADO UNOS VERSOS DEL AUTOR, Y QUE FUERON REEMPLAZADOS POR LOS SIGUIENTES:
———
Los tristes ecos que á mi humilde lira
En otros dias arrancó el dolor,
Hoy lo destroza con su bella mano
El ángel puro que me dió su amor.
Así el guardian que vela sobre el hombre
Si vé en su frente el polvo sombrear,
Tendiendo el ala, cual la seda blanda,
Quiere la mancha de su sien borrar.
Aquellos versos fueron líneas truncas
Que en arenas movibles escribí,
Al borde del torrente de la vida,
Y que borradas por un soplo ví.
Mas, nada importa que mis pobres versos
En este libro vuestro ya no estén,
Cuando otros astros de esplendor eterno
Entre sus hojas relucir se ven;
Y si del cielo el estrellado manto
Ligera nube empaña su esplendor,
La faz hermosa de los astros luce
Si un viento leve limpia ese vapor.
Pero diréisme que un lunar es bello,
Y en blanco seno fúnebre crespon,
O en negros rizos un jazmin nevado
Que en su contraste forma la ilusion.
Pero no es bello el yuyo en los jardines,
Ni negra sangre en grato rosicler,
Ni las gotas de lodo salpicado
Sobre túnica blanca de mujer.
Al reemplazar mis versos con mis versos
Pienso que los dedico á la amistad,
Y si en el cambio poco se adelanta
En algo apreciareis la voluntad:
Fueron los unos quejas de mi alma
Que en horas solitarias exhalé,
Al ensayar las cuerdas de la lira,
Y entrar al mundo con incierto pié;
Y estos no tienen místicos perfumes
Del balsámico aliento del Señor,
Ni del artista los ligeros tintes,
Ni el trazo fuerte del pensar creador.
Son el aroma de las flores secas,
Ecos errantes de cancion fugaz,
Gotas amargas á la vez que dulces
Con que el destino humedeció mi faz.
No me pidais los versos arrancados
Que arrebató en su soplo el huracan,
Y que marchitos cual la flor de otoño,
Mústios y tristes por el suelo van.
Ya no se pueden levantar del suelo,
Pues son cual hojas de papel fugaz,
Que aun despues de quemadas tienen forma,
Y si se tocan son polvo y no mas.
Así se pasan los serenos dias
Y uno por uno bajan de la sien,
Y al levantarlos de la tierra fria,
Polvo y ceniza son ellos tambien.
———
Yo te diera una flor de los jardines
Para adornar tu blanca cabellera
Si su vida no fuese tan ligera
Que nace, brilla y muere con un sol;
Y darte quiero cosa mas durable
Que no marchite el viento del olvido,
Y que apesar del tiempo transcurrido
Guarde siempre su aroma y su color.
Como hay una que llaman flor del aire,
Hay otra que se llama flor del alma,
Que á veces brota en apacible calma,
O al soplo de la recia tempestad:
Nacida en horas quietas y serenas
Hoy te ofresco una flor del alma mia,
Bañada en el raudal de simpatía
Que la vieja amistad hace brotar.
Toma esa flor humilde é inodora,
Y si quieres que viva eternamente
Báñala con el rayo de occidente
Que en tus sienes aun vierte resplandor;
Refrésquela el recuerdo de otros años,
Reanímela benévola sonrisa,
Y que de dos edades una brisa
Le preste su perfume y su frescor.
Mas antes de hacer esto, mira el caliz
De la flor que te ofresco, y escondida
Hallarás una lágrima vertida,
Que en la aurora cayó sobre el vergel:
Vierte otra gota en tu sereno ocaso,
Que dos gotas de llanto derramadas
Son amargas, si se hallan separadas,
Y juntas son dos lágrimas de miel.
Tu eres la estrella que mis pasos guias
En el camino del desierto mundo,
Y de tu lumbre el esplendor divino
Siempre me alhaga.
Echeverria.
La corona de fuego
Del astro, rey del dia,
Entre la onda fria
Del mar, se sumerjió;
Y la apacible noche,
Su frente plateada
De estrellas coronada,
Serena levantó.
Alza tu vista al cielo
Y admira ese diamante,
Que brilla rutilante
Sobre tu blanca sien:
Amiga, esa es la estrella
Que unida á mi destino,
Siempre alumbró el camino
Que me condujo al bien.
Ella es la precursora
De las felicidades,
Que en mústias soledades
Me viene á consolar;
La que al venir yo al mundo
Lució en el firmamento,
Cual si el divino aliento
La hiciera allí brotar.
Cuando perdí la senda
Que á tí me conducia,
Yo ví nube sombría
Turbar su claridad;
Pero brilló risueña
Cuando te hallé amorosa,
Y en tu cabeza hermosa
Vertió su claridad.
Cuando al cruzar los mares
Se ha entristecido mi alma,
Me ha inoculado calma
Su rayo celestial;
Y si las tempestades
Mi nave han combatido,
Al punto se ha encendido
Cual místico fanal.
Lejano de mi patria,
Errante, desterrado,
Su luz me ha acompañado
Do quiera que yo fuí,
Como un reflejo ténue
Del Argentino suelo,
Que plácido consuelo,
Derrama desde allí.
Tu ser identifica
Con esa blanca estrella,
Porque de tu alma bella
Parece el resplandor;
Y así, la luz suave
Que irradia tu semblante,
Cual lámpara brillante
Presidirá al amor.
Su blanquecino rayo
Emanacion del cielo,
Como plateado velo
Te envuelve al derredor,
Y de tu frente en torno
Te forma una diadema,
Cual luminoso emblema
De un ángel del Señor.
Pidamos á los cielos
Que unidas nuestras almas
Entre cerúleas palmas
Se eleven hasta Dios;
Y que esa blanca estrella
Que es de otros mundos viso,
Sea en el paraiso
La tumba de los dos!
———
———
Oh! no me digas que la «vida es sueño»
Triste salmista en tu cantar amargo,
Porque el alma no vive en el letargo
Que es de la muerte pálido diseño.
La vida es real y su destino es sério,
Y no es su fin en el sepulcro hundirse;
Que «ser polvo y en polvo convertirse»
No es del alma el divino ministerio.
Ni es del hombre la senda ó el destino
El reposo, el dolor ni la alegria,
Sino la accion, para que cada dia
Avance una jornada en su camino.
Que la ciencia es muy larga, el tiempo estrecho,
Y el corazon mas varonil y fuerte,
Bate el fúnebre paso de la muerte
Cual velado tambor dentro del pecho.
En el vivac del mundo, alza tu escudo!
En el campo de accion, arma tu diestra!
Sé un héroe de la vida en la palestra,
Y no el rebaño que se arrea mudo!
Del porvenir los pasos son inciertos:
Vive y obra sin tregua en el presente,
Tu corazon en tí, Dios en tu mente!
Deja al pasado sepultar sus muertos!
Los héroes que en tu mente divinizas
Te muestran que la vida es noble y bella,
Y ellos te enseñan á estampar la huella
Del tiempo en las arenas movedizas.
Tal vez algun hermano fatigado
Náufrago de los mares de la vida,
Recobre aliento en su alma dolorida
Al encontrar tu paso señalado.
De pié, en accion, con varonil pujanza!
Y el corazon dispuesto á todo evento,
Sigamos de la vida el movimiento
Guiados por el Trabajo y la Esperanza.
———
Resuena el bronce al apagarse el dia,
Muge el rebaño en torno del vallado,
Y el labrador regresa á su alqueria
Dejándome de sombras circundado.
Ya se borra el paisage entre las nieblas:
Callada está la atmósfera tranquila:
El insecto murmura en las tinieblas,
Y se oye el éco de lejana esquila.
Allí en la torre que vistió la yedra
Su luz derrama la naciente luna,
Y el buho errante de una en otra piedra
Con su queja las ruinas importuna.
Aquí á la sombra de olmos y de abetos
En tumbas que la grama festonea,
Duermen en tierra, ya por siempre quietos,
Los rústicos abuelos de la aldea.
Ya no irá á despertarlos en su lecho
La brisa matinal embalsamada,
Ni oirán cantar en su pajizo techo
El gallo anunciador de la alborada.
Ya no recibirán junto á su hoguera
De la esposa solícitos cuidados,
Ni sus hijos despues de larga espera
En sus rodillas se verán sentados.
Ellos la mies ante su hoz rindieron,
Y el surco abrieron en la dura gleba,
Ellos al bosque secular vencieron
Y á par del buey se ataron á la esteva.
De la ambicion insana preservados
Su vida oscura fué, sus penas leves...
Mas no por esto sean despreciados
Del pobre los anales simples, breves!
Del orgullo la pompa deleznable,
La opulencia, el poder y la belleza,
A todo llega su hora inevitable:
De la gloria el camino va á la huesa.
Sobérbios de la tierra! nada importa
Que estas tumbas no ostenten un trofeo,
Ni que en templo que mármoles soporta
No se eleve en su honor un clamoreo.
¿El sepulcro y el busto cincelado
Puede acaso dar vida al polvo inerte?
Resuena acaso el canto levantado
En los oidos sordos de la muerte?
Cabezas que animó fuego sagrado,
Manos dignas del cetro y de la lira,
Yacen talvez en túmulo ignorado
En este campo que ninguno admira.
No leyeron el libro portentoso
Que enriquece del tiempo la corriente:
La pobreza con soplo silencioso
Congeló de sus génios el torrente.
Así la mar en su insondable seno
Guarda la perla honor de una corona;
Así la flor lejos del prado ameno
Da su fragancia en solitaria zona.
Tal vez aquí hay un Hampden sin historia
Que afrontó de su campo á los tiranos,
O algun Milton sin cantos y sin gloria,
Ó un Cromwell puro, con incruentas manos.
No dominó su voz en el Senado,
Ni fué su lote ruinas y despojos,
Ni leyeron su fin predestinado
De una nacion en los inquietos ojos.
Pero si el crímen no marcó sus pasos,
Si al sólio entre matanzas no se alzaron,
Ellos al mundo con impíos brazos
De la piedad las puertas no cerraron.
No negaron su oido á la conciencia,
Ni el pudor sofocaron torpemente,
Ni tributaron culto á la opulencia
Con inciensos quemados en la mente.
Lejos de la contienda fratricida
Sus deseos jamas se descarriaron,
Y á lo largo del valle de la vida
Una quieta existencia atravesaron.
Sus huesos protegidos del insulto
Descansan bajo rudos monumentos,
Y un epitafio pide en verso inculto
Un suspiro al viagero, unos momentos.
Es su edad y su nombre aquí esculpido
Una elegía para el tosco aldeano,
Y un texto por el tiempo carcomido
Conforta al moralista comarcano.
¿Por qué el despojo de este ser inquieto
No se resigna al misterioso olvido,
Y el mundo deja con pavor secreto
Mirando atras con ojo amortecido?
Es porque el alma en nuestro ser revive
Guardando el ojo una piadosa gota,
Que hasta en la tumba la natura vive
Y el fuego estinto de cenizas brota.
Oh tu! que cantas la honradez sin gloria
En estas líneas que inspiró la muerte,
Tal vez alguno guarde tu memoria,
Y quiera un dia averiguar tu suerte.
Feliz entonces si un pastor anciano
Pueda decir:—«La estrella matutina
«Le vió mil veces recorrer el llano,
«Sorprendiéndole el sol en la colina.
«Allí, á la sombra de la encina añosa
«Pasaba el abrasado mediodia,
«Y allí, sentado en su raiz nudosa
«El rumor del arroyo le embebia.
«Al cruzar por el bosque silencioso
«En sus ojos las lágrimas brillaban,
«Murmurando con tono lastimoso
«Voces que amor ó pena revelaban.
«Un dia no le ví sobre el collado,
«Ni sentado de su árbol á la sombra,
«Ni en el bosque, ni arroyo sosegado,
«Ni entre el brezal que la pradera alfombra.
«En fúnebre ataud al otro dia
«Le ví llevar al campo de los muertos:
«Llega, y leerás en esa losa fria
«El epitafio de sus huesos yertos:»
EPITAFIO
Yace envuelta en el polvo la cabeza
De un jóven que vivió desconocido:
Puso en su frente el sello la tristeza
Y el estudio su tinte indefinido.
En su alma la bondad tuvo un abrigo,
Dió á la miseria simpatía y lloro,
Colmó Dios su ambicion con un amigo,
Y así partió su amor y su tesoro.
Sus virtudes no pongas en balanza
En la mansion solemne del terror:
Yace en brazos de trémula esperanza,
A los piés de su Padre y su Señor!
———
¿Á dónde vas?—Voy á salvar al mundo
Propagando de Dios la ley de amor.
—Apóstol, tu labor será infecundo,
Ven al festin, y enjuga tu sudor.
—No, no: yo voy á emancipar el mundo
De Dios, siguiendo santa ley de amor.
¿Á dónde vas?—Á predicar al hombre
La justicia, la paz, la caridad!
—No corras ¡ay! en pos de un vano nombre
Que jamas se convierte en realidad.
—No, no: yo voy á predicar al hombre
La justicia, la paz, la caridad!
¿Á dónde vas?—Á las humanas almas
Voy á enseñar la senda de los cielos.
—Busca otro triunfo entre gloriosas palmas
Consagrando á la musa tus desvelos.
—No, no: yo voy á las humanas almas
A enseñar el camino de los cielos.
¿Á dónde vas?—Á alzar en las campañas
Templos al Dios que cria la gramilla.
—Huye del precipicio en las montañas,
Teme de bandoleros la gavilla.
—No, no: yo voy á alzar en las campañas
Templos al que bendice la gramilla.
¿Á dónde vas?—En medio á las ciudades
Voy á purificar los corazones.
—Deten, que si al impío no persuades
La rabia exaltarás de las pasiones.
—No, no: yo voy en medio á las ciudades
Á curar los viciados corazones.
¿Á dónde vas?—Buscando al aflijido
Para decirle: Solo Dios es fuerte!
—¡Ah! teme al poderoso envanecido,
Y que el esclavo contra tí despierte!
—No, no: yo voy buscando al afligido
Para decirle: Solo Dios es fuerte!
¿Á dónde vas?—Á recorrer la tierra
Confortando creyentes que flaquean.
—¡Qué! la edad, las fatigas y la guerra
No han domado tus sienes que blanquean?
—No, no: yo voy á recorrer la tierra,
Y á confortar creyentes que flaquean.
¿Á dónde vas?—Á quebrantar los yugos
Con que oprimen al pueblo los tiranos.
—¡Tiembla! te entregarán á los verdugos,
Y el pueblo inerme batirá las manos.
—No, no: yo voy á quebrantar los yugos,
Con que oprimen al pueblo los tiranos.
¿Á dónde vas?—Á confesar mi culto
En presencia del Juez y sus lictores.
—Se perderá tu voz en el tumulto
Que alzarán los serviles oradores.
—No, no: yo voy á predicar mi culto
En presencia del juez y sus lictores.
¿Á dónde vas?—Voy á entregar mi cuello
Sobre el cadalso donde Dios me aguarda.
—Dí una palabra y de tu gracia el sello
Pondrá la mano que las leyes guarda.
—No, no: yo voy á doblegar mi cuello
Sobre el cadalso donde Dios me aguarda.
¿Á dónde vas?—Entre ángeles divinos
Á descansar en brazos de mi Dios.
—Tú nos conviertes; sigue tu destino!
En tu sepulcro llorarán! ¡Á Dios!
—Sí! sí: yo voy entre ángeles divinos
Á descansar en brazos de mi Dios!
———
Al principio, el amor es un espejo,
Do la coqueta busca su reflejo
Llena de vanidad:
Mas tarde al corazon dá grata calma
É inoculando la virtud en el alma
La impregna en castidad:
Y luego es un abismo en que la mano
Un borde de que asirse busca en vano,
Y resbalan los piés:
Como sucede al niño, que inocente,
Se contempla y se baña en una fuente,
Y se ahoga despues!
———
Hay un hilo misterioso
Tan unido al de mi vida,
Como liana entretegida
De grueso tronco al redor;
Nunca el hacha del destino
Conseguirá separarlos,
Que á los dos ha de cortarlos
Ó conservar á los dos.
Hay un ser en cuyo rostro
Mis ojos se han detenido,
Y en su mirada han bebido
Felicidad y placer;
Este ser, durante el dia
Me encanta con su belleza,
Y cuando la noche empieza
Viene á encantarme tambien.
Hay una voz armoniosa
Cuyos mágicos acentos
Despiertan los sentimientos
Que guarda mi corazon;
Y no quisiera escuchar
De serafines un coro,
Si esa voz que tanto adoro
No se uniera con su voz.
Hay un rostro celestial,
Que si el rubor lo colora
El corazon enamora,
Y espresa el mas puro amor;
Pero en cada despedida
Palidece su semblante,
Y mas que su lábio amante
Me dice su turbacion.
Hay un seno todo mio
Donde reclino mi frente,
Cuando el dolor inclemente
Viene mi pecho á turbar;
Hay lábios que solo se abren
Á mis lábios con encanto,
Y ojos que vierten un llanto
Que al mio se vá á mezclar.
Hay dos puros corazones
Tan estrechamente unidos,
Que de los dos los latidos
Se responden á la par:
Unos mismos sentimientos
Á los dos á un tiempo agitan,
Y si á un tiempo no palpitan
Cesarán de palpitar.
Hay dos almas que se buscan
Y que en un amor se encienden,
Ellas tan bien se comprenden,
Que al llegarse á separar...
¡Separarse! No es posible!
Que si lo estuvieron antes
Esas dos almas amantes
Hoy forman una no mas.
———
¡Adios, adios! si el ruego del que adora
Llega al oido que mi voz implora,
Tu nombre subirá al trono de Dios,
Y en alas de los ángeles llevado
Mientras al cielo suba atribulado,
Murmuraré en la tierra ¡adios, adios!
Los ojos secos y sin voz los lábios
No recuerdo del mundo los agravios,
Que agravios nunca ha habido entre los dos;
Pero al tenderte cariñosa mano
Acuérdate que te he adorado en vano
Para decirte al fin ¡adios, adios!
———
La paz hermosa descendió á la tierra
Sembrando su camino de oro y flores
Apagando del genio de la guerra
Con su aliento los rayos destructores.
«¡Ah! dijo ella en el valor iguales
«Hijos todos del mundo americano,
«Pueblos, formad una Santa-Alianza
«Y presentaos la mano.
«¡Infelices! el odio va á mataros:
«Sufris penoso y agitado sueño:
«Abandonais el bien para amarraros
«En el carro triunfal de vuestro dueño.
«Inmenso es vuestro hogar, y en él hay sitio
«Para el rico y el pobre y el anciano.
«Pueblos, formad una Santa-Alianza
«Y presentaos la mano.
«Dais fuego del vecino á la techumbre
«Y el aquilon lo lleva á vuestro lado,
«Y al resplandor de la siniestra lumbre
«La reja cae del brazo mutilado.
«En el límite estrecho que os separa
«Nada está puro del licor humano.
«Pueblos, formad una Santa-Alianza
«Y presentaos la mano.
«En las ciudades do el incendio brama
«El cacique con látigo sangriento,
«Abusando del triunfo que le infama
«Marca y cuenta los hombres ciento á ciento.
«Débil rebaño que se inclina inerme
«Á un yugo ó deshonroso ó inhumano!
«Pueblos, formad una Santa-Alianza
«Y presentaos la mano.
«Enmudezca la trompa fratricida
«Y cure la piedad vuestros dolores,
«Sin prodigar vuestra preciosa vida
«Ni á torpes demagogos ni á opresores.
«De los meteoros conjurad la influencia:
«Disiparánse como el humo vano.
«Pueblos, formad una Santa-Alianza
«Y presentaos la mano.
«Si, libre en fin, América respire,
«Sobre el pasado caiga espeso velo,
«Y al son de dulce lira que suspire
«Quemad inciensos, fecundad el suelo;
«Y la riqueza guiando á la esperanza
«Recojerá los frutos del verano.
«Pueblos, formad una Santa-Alianza
«Y presentaos la mano.»
Así dijo la vírgen adorada
Y la tierra de amor se estremeció,
Y de brillantes flores esmaltada
Como en la primavera se miró.
¡Ah! que se olvide el nombre de estrangero,
Que el estrangero sea nuestro hermano.
Pueblos, formemos una Santa-Alianza
Y enlacemos la mano.
———
Cuando la reina, su soberbia frente
Quiere adornar con joya refulgente,
De precio sin igual,
Le dice al pescador:—«Baja á los mares,
Y róbale á sus genios tutelares
La perla de sus urnas de cristal.»
Y el pescador con ánimo sereno
Del mar se precipita al hondo seno...
¡Al sepulcro talvez!
Y por las frias ondas arrastrado
Arranca su tesoro al mar airado,
Que lleva de su reina ante los piés.
Yo soy el pescador, amiga mia,
Tú eres la reina, que si acaso un dia
Pidieses á mi ardor
Una joya de adorno á tu belleza,
Como esclavo, en el mar de mi cabeza
Fuera á buscar la perla del amor.
———
Si fuese rey, te diera mi corona,
Y mi imperio desde una á la otra zona,
Del mar undoso las flotantes quillas,
Mis vasallos postrados de rodillas,
Por obtener de tí, mujer amada,
Tan solo una mirada!
Si fuese Dios, te diera los espacios,
Y las nubes de grana y de topacios,
Esos astros que pueblan los confines,
Y el coro de celestes serafines,
El mar, la luz, del cielo el embeleso,
Tan solo por un beso!
———
Voga, voga con ánimo valiente
Empuñando el timon con firme mano,
Y no te arredre ese murmullo vano
Del vulgo necio y del motin rugiente.
Marcha, marcha derecho al Occidente:
Allí de un nuevo mundo está el arcano,
Que adivinó tu genio soberano,
Y que ves con los ojos de la mente.
Fíate en Dios cuando los mares sondas,
Que si no existen mundos ignorados,
Han de surgir del seno de las ondas:
Naturaleza y genio son aliados,
Y todo cuanto el genio ha prometido
Naturaleza siempre lo ha cumplido.
I
En un tiempo la pobre campesina
Erraba por las pampas peregrina,
Y era su prole, bendicion del cielo,
Una calamidad, un desconsuelo,
Que las puertas del rico le cerraba,
Cuando sus puertas, trémula pisaba.
El avaro veia en la familia
Solo bocas hambrientas de vigilia,
Y guardaba su estancia y su riqueza
Con un gaucho y un perro en la maleza.
II
Oh tú, que con profética mirada
Trajiste á esta comarca desolada,
El hermoso rebaño, cuyo seno
De noble sangre y de riquezas lleno,
Vertió á raudales la simiente rica
Que nuestra innoble raza purifica!
Haley te precedió con valentía,
Pero víctima fué de su osadía.
Su rebaño no bien aclimatado,
Fué por ardiente fuego devorado:
Al resplandor de rojas llamaradas
Se alzan las vacas, y huyen espantadas,
Y el toro mujidor, despavorido,
Huye y deja al ternero desvalido.
Pero la oveja del incendio al brillo,
No abandona á su débil corderillo,
Y en el círculo ardiente y chispeante
Busca á sus compañeras anhelante!
Y la majada muere en la llanura,
Víctima de su union y su ternura!
¡Ay! no se vé en el herial humeante
Sino el rebaño unido y espirante,
Y un pastor que entre ruinas se lamenta
Cuando los muertos de su campo cuenta!
Así arrastra su cruz en este mundo
El promotor de todo bien fecundo:
Que no alcanzamos nunca un adelanto
Que no reguemos con amargo llanto.
III
¡Oh Rivadavia! tu alma generosa
Hoy preside esta fiesta deliciosa,
Y tu nombre querido, en dulce coro
Brota del corazon, húmedo en lloro!
Cuán hermosa es tu gloria! Es preferible
Al cruento lauro del adalid terrible!
Seres virtuosos honran tu memoria,
Y sus virtudes son tu eterna gloria:
El nuevo habitador de la llanura
El bienestar te debe y la ventura,
Y el sudor enjugando de su frente
Lleva al labio la copa alegremente,
Y la madre despues del esquileo
A sus hijos enseña el deletreo.
De tu existencia un mínimo segundo
Produjo un beneficio tan fecundo!
De tu carrera un punto imperceptible
Regeneró este pueblo perfectible!
¡Oh, bien mereces ser llamado sabio,
Que en tu alabanza se desate el labio,
Que tu sepulcro en lágrimas bañemos,
Y que tu noble imágen perpetuemos!
———
Si te dijese: «¡te amo!» ¿qué dirías
«Mujer hermosa de azulados ojos?»—
Quizá encendida contra mí en enojos
Con tu crudo rigor me matarías.
Si te dijese:—«En tí tan solo pienso,
«Ángel hermoso de cabellos de oro!»—
Al ver brotar de la pasion el lloro
¿Rechazarías mi amoroso incienso?
Si dijese:—«Tu imágen solo veo;
«Vírgen pura, de rostro de azucena!»—
Con esa voz que el alma me enajena
Me dirías risueña:—«No lo creo.»
Si dijese: «Por tí tan solo vivo!
«Esbelta ninfa, la del talle airoso!»—
Tal vez volviendo tu semblante hermoso
Me contestáras con acento esquivo.
Si dijese:—«Feliz el que tú adores,
«Graciosa niña, de amorosa boca!»—
Abriendo el labio que al amor provoca
Me llenarias de ásperos rigores.
Y te amo mas que á las hermosas flores
Cuyo grato perfume nos embriaga,
Mas que á la brisa que la frente halaga
Del estío en los cálidos rigores.
Yo te amo, por tu gracia y gentileza,
Por tus ojos azules como el cielo,
Por tus cabellos que cual aureo velo,
Tiendes sobre tu angélica cabeza.
Mas, te amo en mi interior, sin esperanza,
Como á vírgen en ara colocada,
En donde la criatura arrodillada
De sus pecados el perdon alcanza.
Si es una ofensa amarte en el secreto,
Yo rogaré á tu bondad inmensa,
Que como Dios perdona toda ofensa
Perdones un amor puro y discreto.
Culpa es de Dios que te hizo tan hermosa
Si yo te adoro con pasion ardiente,
Culpa es de Dios si en mi abrasada mente
Vive solo tu imágen amorosa.
Culpa es de Dios de mi alma el estravío...
Mas dije mal, la culpa es de tus ojos,
En los cuales, brillando entre sonrojos,
Amor no busco por no hallar desvío.
Por eso te amo como á blanca estrella
Que resplandece en el inmenso cielo,
Y que sin alcanzarla desde el suelo,
La contemplase siempre pura y bella.
———
¡Voy á morir! Ya todo me lo anuncia:
Madre adorada, patria mia ¡Adios!
Ultimo nombre que mi voz pronuncia,
¿Quién te adoró en el mundo mas que yo?
Yo te dí las primicias de mi lira
Y al entregar el alma á su Criador,
Tu nombre ¡oh patria! con mi acento espira!
Por tanto amor una lágrima ¡Adios!
Cuando los reyes en su triunfo impío
Tu cuerpo hollaban con su carro atroz,
Hijo constante en tu dolor sombrío,
Yo te brindaba el bálsamo de amor.
Mas grande que en el triunfo en tu caida
Tu sacrificio el cielo consagró:
Tu sangre ha sido el riego de la vida
Que fecundó la libertad ¡Adios!
En mi sepulcro encomendarte quiero
Las prendas que aquí deja el corazon:
Algo debes ¡oh patria! al jornalero
Que en tus mieses jamas se alimentó.
Para que á todos llegue mi plegaria
Cuando percibo ya la luz de Dios,
Aun sostengo mi piedra funeraria...
El brazo cae... la piedra cae... ¡Adios!
———
NOTA 1ª—PÁGINA 13
CANTO Á LA DERROTA DEL QUEBRACHO
Esta composicion, escrita bajo la impresion que causó en Montevideo la noticia de aquel desastre, se publicó por la primera vez en una Corona Fúnebre dedicada á la memoria de Rufino Varela, á cuya formacion contribuyeron todos los poetas argentinos que han consagrado sus cantos á la libertad. Don Juan María Gutierrez, que escribió la interesante biografía que precede á esa coleccion, dijo con este motivo:
Sobre la tumba sangrienta
Que abrió el plomo del tirano,
Donde reposa un hermano
Que me dió la sociedad,
Derramaron ya las flores
De poética armonía,
Vates de la patria mia,
Bardos de la libertad.
La composicion que hoy se publica difiere algun tanto de la primitiva, pues ha sido limada por su autor al tiempo de correjir las pruebas, que sin agregarle ninguna estrofa nueva ha suprimido de ella muchas que no correspondian á la entonacion general del canto, lo que le ha hecho conocer la verdad de aquella observacion de Alfieri en sus Memorias, cuando hablando de los tres años que empleó en correjir las pruebas de sus obras poéticas, dice que sin esta última correccion todo el trabajo de su vida habria sido perdido, «tan cierto es, añade, que el colorido y la lima forman una parte esencial de toda poesía.» El título tambien ha sido variado.
2ª—PÁGINA 10
La pluma manejando con la ñudosa lanza
«N'hua mao sempre á espada, n'outra á penna.
CAMOENS—Lusiadas.
3ª—PÁGINA 12
No veo el alta torre del magestuoso templo,
Cuyo círculo cubre la gloria con sus alas,
Porque está acribillada de las rujientes balas
Que el cañon argentino lanzára á Wicteloke.
Las torres de la iglesia de Santo Domingo, donde se refugió la columna del coronel Pack que fué hecha prisionera en la segunda invasion de los ingleses, y que conserva todavia las cicatrices de las balas de cañon disparadas desde la fortaleza.
4ª—PÁGINA 12
No veo aquellos muros que consagró la historia,
Cuando asilado en ellos ejército estrangero
El pueblo omnipotente, con ademan severo,
Hizo rendir la espada del bravo Berresford.
La Fortaleza de Buenos Aires, antigua morada de los Vireyes. En la primera invasion de los ingleses, Berresford, atacado por todas partes por el pueblo, tuvo que encerrarse dentro de sus muros con todo su ejército, resuelto á hacer resistencia, ó por lo menos con el objeto de obtener una capitulacion honrosa; pero al aspecto del pueblo armado que se disponia á marchar al asalto, arrió la bandera inglesa y se rindió á discrecion entregando su espada, terminando así la célebre jornada de la Reconquista, en que los argentinos se midieron por la primera vez con la primera potencia del mundo.
5ª—PÁGINA 12
No veo el foro inmenso, do fueron nuestros padres
A usar de los derechos que Dios les concedia.
La plaza de la Victoria, donde hoy se levanta la pirámide de Mayo, en conmemoracion de haberse reunido en ella el pueblo de Buenos Aires, dando así el primer paso en el sendero del sistema representativo é iniciando con ella la emancipacion total del continente americano.
6ª—PÁGINA 12
Ni el balconaje rústico donde el cabildo un dia,
La alta soberanía del pueblo proclamó.
La galeria desde donde anunció el Cabildo la instalacion de la primera Junta Revolucionaria, nombrada á peticion del pueblo el 25 de Mayo de 1810.
7ª—PÁGINA 12
Leopardos, quinas, leones mirar con emocion.
Alusion á las banderas inglesas, brasileras y españolas conquistadas por la República Argentina en sus guerras con estas tres naciones; las cuales existen en los templos de Santo Domingo, La Merced y la Catedral y solo se desplegan en las grandes festividades cívicas.
8ª—PÁGINA 12
¡Oh, Patria! como esclava suspiras en cadenas.
Esta composicion fué escrita en Mayo de 1838.
9ª—PÁGINA 16
El escuadron de Maza
Sin casco ni coraza
Se avanza con valor.
Tal era el nombre del escuadron que mandaba Zacarías Álvarez el dia de su muerte. Este nombre le habia sido dado por el general Lavalle en memoria del infortunado coronel don Ramon Maza, fusilado por Rosas en el momento en que preparaba una revolucion contra él, en Buenos Aires.
10—PÁGINA 16
Y en medio á sus fusiles
Y bayonetas viles
Su caballo dejó.
En el parte de la batalla de don Cristóbal se leen las siguientes palabras:—«El valiente coronel don Zacarías Álvarez dejó su caballo muerto sobre las bayonetas enemigas.» Cito de memoria.
11—PÁGINA 21
Cascadas del Niágara y Tequendama.
Considerando la Revolucion Americana como una cadena sucesiva de Revoluciones, que deben confundirse con un centro comun—de la libertad en la república—he creido deber vincular en este canto el presente y el porvenir de los dos grandes continentes, cuyas cataratas evoco. Su posicion geográfica parece estar indicando en el istmo de Panamá el lazo eterno que los debió ligar.
12—PÁGINA 23
Parto de mil ideas generosas
Que volaron en chispas luminosas
Por todo el continente de Colon.
La Revolucion del 25 de Mayo de 1810, no fué la primera de América, como algunos lo creen. Antes de ella, el 25 de Mayo de 1809, habia estallado en la Paz y Chuquisaca una Revolucion; pero habiendo sido sofocada, sus corifeos se hallaban presos en Buenos Aires, cuando en la plaza que hoy decora un sencillo monumento el pueblo se presentó como una entidad. A la revolucion de Mayo, ejecutada sin bayonetas ni violencias, presidió una solidez de ideas, que prestándole vigor desde sus primeros pasos, le dió lugar á establecer un inmenso sistema de propaganda, que antes de seis meses, por los esfuerzos directos de sus agentes y de sus armas, se estendió á Chile y el Perú. La revolucion de Mayo nunca fué sofocada: todas las demas lo fueron, y en medio de los mayores contrastes de la guerra de la Independencia no hubo una sola República, que no respirase libre de congoja, al mirar de pié á las Provincias Unidas del Rio de la Plata. La revolucion de Mayo no es, pues, la primera por su órden cronológico, sinó por su objeto, por su poder, por sus resultados y su influencia en los destinos de la América toda, en cuya balanza puso su inteligencia, su oro, su sangre y su espada, y hasta su porvenir.
13—PÁGINA 24
Contempla al Norte en trece fajas bellas
Como flamea el pabellon de estrellas
Símbolo de las glorias de la Union.
Al recordar á Mayo debíamos este tributo á la revolucion Norte-Americana, que fué el heraldo de la de Sud-América; y un recuerdo al primer pueblo del mundo que reconoció nuestra independencia, y que revindica en nuestros dias el honor de las instituciones republicanas.
14—PÁGINA 24
Como se esparcen jugos y colores
En el pólen fecundo de las flores.
Aunque el fenómeno de la fecundacion de las flores ha sido siempre un objeto comun de comparaciones poéticas, debo en conciencia hacer mencion de la de M. Delavigne en sus «Trois jours de Christophe Colomb» por referirse á la revolucion Norte-Americana.
Tell un jeune palmier, pour feconder ses sœurs
Fleurit et livre aux vents ses parfums voyageurs.
15—PÁGINA 22
«Derribemos su trono al despotismo
«Abramos ancha via al patriotismo,
«Alzemos los fanales de la ley,
«Rompamos su barrera á la ignorancia
«Alumbremos la mente de la infancia
«Y ennoblezcamos el humano ser.»
Moreno fué en efecto el apóstol político de la Revolucion de Mayo, y estas palabras que ponemos en su boca no son una suposicion gratuita, sino literalmente las que pronunció en la mañana del mismo dia 25 al saber que habia sido nombrado Secretario de la Junta:—«La variacion presente, dijo él, no debe limitarse á suplantar los funcionarios públicos é imitar su corrupcion é indolencia. Es necesario destruir los abusos de la administracion; desplegar una actividad que hasta ahora no se ha conocido, promover el remedio de los males que aflijen al estado; excitar y dirigir el espíritu público, educar al pueblo, destruir los enemigos y dar nueva vida á las provincias. Es preciso emprender un nuevo camino, en que lejos de hallarse alguna senda, sea necesario practicarla por entre los obstáculos, que el despotismo, la venalidad y las preocupaciones han amontonado despues de siglos ante la felicidad de este continente. (Vida y Memorias del Dr. Moreno.»)—Sin embargo, Rosas y los que como él se empeñan en oscurecer las glorias de la patria, en las que ninguna parte han tenido, se han atrevido á negar impúdicamente la existencia del grande pensamiento que presidió á la revolucion de Mayo. Las palabras de Moreno desmienten esta calumnia, y ellas forman el verdadero y único programa del 25 de Mayo de 1810.
16—PÁGINA 26
La que Atenas del mundo Americano, etc.
Antes que yo la ha llamado así un escritor célebre por su amor á la libertad y ardientes simpatias por las Repúblicas de Sud-América: el Abate de Prad.
17—PÁGINA 26
La tribuna de Agüero y de Dorrego.
Al nombrar dos célebres oradores Argentinos no he querido en ningun modo establecer la supremacia suya sobre los demas. He tenido en vista al elegirlos, el tomar el nombre del orador mas popular que ha tenido cada uno de los partidos en la arena parlamentaria y manifestar en este amalgama, que la herencia que nosotros hemos recojido es la de la patria y no la de los partidos.
18—PÁGINA 26
Hoy la ocupan estúpidos sectarios
Donde leen un papel sin comentarios
En defensa del crimen y maldad
«La tiranía es un libro sin comentarios que tienen sus fanáticos.» (NORVINS—Historia de Napoleon.)
19—PÁGINA 27
Ó maldicion terrible del Eterno
Por qué el lazo rompimos de la union.
No hay uno solo de los jóvenes poetas que hoy escriben, que no haya bebido alguna inspiracion en el Canto del Cisne que don Juan Cruz Varela dedicó á Mayo poco antes de morir. Por mi parte, al escribir estos versos he tenido muy presente la siguiente estrofa, que pertenece á ese canto:
¡Oh Dios! no supimos vivir como hermanos!
De la cara patria, nuestras mismas manos
Osaron el pecho sagrado romper,
Y por castigarnos, al cielo le plugo
Hacer que marchemos uncidos al yugo
Que oscuro tirano nos quiso imponer.
20—PÁGINA 30
En vano viejos pueblos enervados
Escriben por el miedo dominados
«¡El oro! ¡El oro! es de la tierra Dios.»
Que ella dice con hechos elocuentes:
«En los pueblos viriles y valientes
«El Dios es de la patria el santo amor.»
La idea de estos versos me fué sugerida por un valiente apóstrofe de la composicion del Sr. D. Luis Dominguez en el Certámen de Mayo de 1844, y añadí posteriormente esta estrofa, porque no debia pasarse en silencio la inmensa gloria que cabe al pueblo Oriental de haber sostenido una guerra sin dinero. El conde Darú dice en su Historia de Venecia: «La máxima que el dinero es el nervio de la guerra, verdadera bajo algunos aspectos en administracion, no ha podido acreditarse sino en pueblos incapaces de esfuerzos generosos: cuando se aspira á la independencia, á la gloria y al poder, es necesario saberlo conquistar por sí mismo.»
21—PÁGINA 30
Y sus hijas tambien con patriotismo,
Bendan al que cayó con heroismo.
Las damas Orientalas y Argentinas fundaron á su costa un hospital de sangre, en que fueron asistidos personalmente por ellas, mas de dos mil heridos del sitio de Montevideo.
22—PÁGINA 33
El mundo entero aplaudia ese golpe.
No necesito confesar que he tenido muy presente la bellísima imprecacion del Sr. D. José Rivera Indarte, en su elocuente y erúdito discurso: «Es accion Santa Matar á Rosas»—Con este motivo transcribiré en este lugar mi opinion sobre la doctrina del tiranicidio, predicada por Rivera Indarte. Hé aquí lo que dije al escribir su biografía: «Sin aceptar el tiranicidio como doctrina absoluta, sin creer que un puñal pueda operar una revolucion social, y sin participar del entusiasmo poco reflexivo que ha colocado una corona sobre las sienes de Bruto matador de Julio César ¿quién es aquel que llamaria bárbaro y criminal al brazo levantado contra Rosas? ¿Quién aquel que reputaria inmoral la accion de acabar con una existencia manchada por el crímen, de paralizar una mano apta tan solo para el degüello, y de librar á la sociedad ultrajada de un verdugo que ha conculcado las leyes humanas y divinas?—No han faltado sin embargo enemigos de Rosas que hayan calificado de inmoral, la predicacion de acabar con la vida de Rosas, elevada al rango de teoría política y de medio lícito de guerra. Nosotros sin desconocer que como doctrina y como medio de guerra puede ser funesta y corruptora, aplicada á un hombre cuyo proceso ha sido formado por la conciencia universal, y considerando su desarrollo como la piedra destinada á dar filo al puñal tiranicida, no nos sentimos con fuerzas para reprobar una accion que aplaudiríamos si hubiera tenido lugar, como aplaudimos á Carlota Corday, la vengadora de la virtud, aunque su heróico sacrificio haya sido estéril para la libertad de su patria.»
Todas estas notas, hasta el número 22 fueron escritas en 1844, y la publicacion en el mismo año, con la composicion á que le refieren en un libro que lleva por título Cantos de Mayo.
23—PÁGINA 34
Mueren para vivir vida inmortal.
«Cuyos nombres viven en el libro de la vida, inmortales en la memoria de los mortales. (El Inca Garcilaso.—Comentarios del Perú.»)
24—PÁGINA 37
EL CORSARIO
Como lo indica el epígrafe de esta composicion ella es una variacion sobre el conocido tema de la Cancion del Pirata de Espronceda. La originalidad consiste en haber dado una forma dramática á la actualidad en que se publicó el periódico político con el título de Corsario, del cual esa poesía fué el prospecto. Las alusiones contra los ingleses en favor de la Francia, muestran que ella fué escrita en 1839, época en que la primera nacion era hostil á la causa de libertad, mientras que la segunda era nuestra aliada.
25—PÁGINA 43
ELEGÍA AL GENERAL LAVALLE
Esta elegía, así como algunas otras que se registran en las páginas de las Rimas, debieron formar parte de una coleccion que con el título de Elegías Argentinas pensé publicar en mis primeros años, y de los cuales he quemado la mayor parte. En ellas me proponía sacar la Elegía del carril en que se arrastraba, dándole la forma y el movimiento dramático, que es el que mas poderosamente hiere la imaginacion y conmueve el alma. Esto mismo es lo que ha hecho Delavigne en algunas de sus Mesenianas. Tal fué mi objetivo: dudo de haberlo alcanzado.
De esta elegía se hizo en Montevideo una edicion suelta, en que figuraba el nombre de Melchor Pacheco y Obes, quien apesar de no haber tomado parte en su confeccion (como habia convenido con el autor) quiso sin embargo asociarse como Oriental á esta manifestacion de dolor y simpatía, cuando los poderes públicos de su patria negaban al general Lavalle hasta la justicia póstuma.
Esta composicion se ofrece hoy correjida en su forma definitiva.
26—PÁGINA 44
Cual página mas grande para escribir su nombre
Que esas gigantes moles que mundos equilibran.
Olmedo dice en el Canto á Junin, hablando de los Andes:
«El mundo con su peso equilibrando.»
27—PÁGINA 44
Como á la inmensa tumba del inmortal Moreno
Bastar pudo tan solo la inmensidad del mar.
Don Mariano Moreno. Todos saben que habiendo muerto durante la navegacion su cadáver fué arrojado al mar.
28—PÁGINA 47
Así en otros tiempos en circo estendido
El fuerte guerrero yacia caido
Y el carro que hollaba seguir triunfador.
Sin poder determinar de dónde, recuerdo haber tomado el fondo de esta imágen de un escritor contemporáneo.—Creo que de Nodier.
29—PÁGINA 50
Y sus puras palabras
Al tiempo de verterlas,
Se convierten en perlas
En la urna funeral.
Es una creencia popular en el Oriente que las lágrimas de los niños se convierten en perlas al caer en el mar.
80—PÁGINA 51
JOSÉ CAMPON
El 19 de Octubre de 1839, hallándose acampado el ejército de la República Oriental sobre el Arroyo del Sauce, frente al paso de Seferino (Santa Lucía Chico) una division enemiga de mil quinientos hombres trató de forzar el paso del Sauce. Veinte hombres que lo ocupaban lo sostuvieron valientemente, hasta que envueltos por el número tuvieron que abandonarlo. El oficial que los mandaba se llamaba don José Campon, capitan del primer escuadron de Tiradores de la Libertad que era la Escolta del Presidente General en Gefe. Habiendo recibido Campon por dos veces la órden de sostener el paso á todo trance, mandó decir al gefe de la avanzada, que lo era el coronel Santander, estas notables palabras: «Dígale usted al coronel que los enemigos son mas de mil, que si quiere que me haga matar con mi gente, que me haré matar.» No habia aun concluido de pronunciar estas palabras cuando el paso fué forzado y arrollada toda su fuerza. Santander cargó en proteccion de Campon y fué derrotado; en seguida el coronel Blanco, gefe de vanguardia cargó con el Escuadron núm. 7 de Milicias y el de tiradores de la libertad, los que despues de tres cargas fueron arrollados, dejando en el campo treinta y nueve muertos, entre ellos, al capitan Campon y al subteniente Alberdi. El coronel Nuñez se avanzó entonces con su division y al amago de la carga se retiraron los enemigos.
Tal es el episodio sobre el cual está fundado este romance histórico, género poco cultivado por nuestros poetas, sin embargo de ser uno de los mas adecuados para popularizar los recuerdos de la historia primitiva, y para cantar los grandes hechos y los sangrientos combates de la lucha de la independencia y de la guerra civil.
31—PÁGINA 80
Pidamos para el campo las mieses abundosas,
El pan para los pobres, virtud á las hermosas,
Y para el pueblo todo la luz de la razon.
———
«Dad á nuestros campos mieses abundosas,
«Aunque niegues su brillo á los metales;
«Dad naves á los puertos,
«Pueblos á los desiertos,
«A las armas victoria,
«Alas al génio y á las musas gloria.»
OLMEDO—Canto á Junín.
32—PÁGINA 83
Corre, cae, se levanta y de laureles
Resplandece su frente coronada.
———
«Enfin le terme arrive.... il cour, il vole, il tombe,
«Et se relève roi!
VICTOR HUGO—Mazzepa.
LA CAMPANA
Cuando escribí esta composicion en 1837, época en que se publicó en el Iniciador de Montevideo, no conocia aun el magnífico canto de Schiller que lleva el mismo título. Posteriormente lo he leido, y él me ha inspirado algunas adiciones que he colocado en su lugar al tiempo de darlo el último golpe de lima y la última poda, quedando definitivamente como se publica hoy.
34—PÁGINA 92
Y colgado de tus cuerdas
Un pueblo de audacia lleno
Ha hecho brotar de tu seno
La voz de revolucion.
«La rebelion suspendida á las cuerdas de la campana, la hace gemir en los aires, y convierte un instrumento de paz en instrumento de violencia.»
SCHILLER—La Campana.
35—PÁGINA 92
Cuyo vivífico rayo
Como un martillo de oro,
Te dió el acento sonoro
De la estátua de Mennon.
Es bien conocida la poética tradicion que cuenta que, el primer rayo del sol naciente, que heria la estátua de Mennon, la hacia producir un sonido armónico. Lamartine se ha servido alguna vez de esta comparacion, pero sin desenvolver la imágen.
36—PÁGINA 94
Muera yo así en mi patria redimida,
Dejándola con gloria y libertad!
Estos versos se publicaron en 1838.
37—PÁGINA 98
Y que te brinde copa reluciente
Y al apurarla llena de embriaguez,
En la lengua te pique una serpiente
Que se alce enfurecida de la hez.
Al hablar de las torturas del infierno, era imposible no traer á la memoria los admirables versos del Dante en el Canto XXV de su poema, en que describe el suplicio de los ladrones, pintando á las culebras, devorando á aquellos, cambiando de forma y transformándose recíproca y sucesivamente unos y otros, ya en culebras ya en hombres, oprimidos por los anillos de los reptiles.
38—PÁGINA 98
Y levantando un coro de clamores
Los demonios al son de ronca trompa etc.
———
«Chiama gli abitatori dell'ombre eterne
«Il rauco suon della tartarea tromba.
(TASSO—Gierusalene Liberata.)
39—PÁGINA 98
Sangre bebas en vez de linfa pura
Sangre tan solo veas por do quier,
Y al entrar en el lecho, sangre impura
De la almohada veas tú correr!
———
«En tanto á sus verdugos
«Persiga en triste sueño,
«El Prado Madrileño,
«Espectro aterrador:
«Sangrienta el agua beban,
«Sangriento el cielo miren,
«Y en sangre al cabo espiren
«Por hierro vengador.»
NICASIO GALLEGOS
40—PÁGINA 107
Los nombres rememora,
Que el sol de Mayo dora
En la urna tumular.
———
«La gloire, aube toujours nouvelle,
«Fait luire leur memoire et redore leurs noms.»
VÍCTOR HUGO.
41—PÁGINA 117
Á SANTOS VEGA
Esta composicion pertenece á un género, que puede llamarse nuevo, no tanto por el asunto cuanto por el estilo. Las costumbres primitivas y originales de la Pampa han tenido entre nosotros muchos cantores, pero casi todos ellos se han limitado á copiarlas; en vez de poetizarlas, poniendo en juego sus pasiones modificadas por la vida del desierto, y sacando partido de sus tradiciones y aun de sus preocupaciones. Así es que, para hacer hablar á los gauchos, los poetas han empleado todos los modismos gauchos, han aceptado todos sus barbarismos, elevando al rango de poesía una jerga, muy enérgica, muy pintorezca y muy graciosa, para los que conocen las costumbres de nuestros campesinos, pero que por sí solo no constituye lo que propiamente puede llamarse poesía. La poesía, no es la copia servil, sino la interpretacion poética de la naturaleza moral y material, tanto en la pintura de un paisaje, como en el desarrollo lógico de una pasion ó de una situacion dada. Así como en pintura ó en estatuaria, la verdad artística no es la verdad material, puesto que no es el mejor retrato el que mas exactamente copia los defectos, así tambien la verdad poética es muy distinta de la realidad, es decir, que sin ser precisamente el trasunto de la vida de todos los dias, es sin embargo hasta cierto punto su idealizacion, que sin perder de vista el original, lo ilumina con los colores de la imaginacion, agrupa en torno suyo los elementos que no se encuentran reunidos en un solo individuo, y que no obstante existen dispersos, y que reunidos forman lo que se llama un tipo. Así es como he comprendido siempre la poesía, y así la han comprendido todos los grandes maestros, si estudiamos con atencion sus obras. La elegía á Santos Vega no es sinó la aplicacion ingénua de esta teoría: en ella he procurado elevarme un poco sobre la vida real, sin olvidar el colorido local y sin dejar de mantenerme á la altura de la inteligencia del pueblo. Por lo demas, ella se funda en la tradición popular que ha hecho de Santos Vega una especie de mito; que vive en la memoria de todos, envuelto en las nubes prestigiosas del misterio.
42—PÁGINA 119
De noche bajo de un árbol
Aparece triste bela.
Tal es el nombre que los gauchos dan á los fuegos fátuos que se levantan de los sepulcros, y que suponen ser el alma en pena de los muertos.
42—PÁGINA 121
Y lo ha de escuchar el gaucho
Tendido en su duro lecho,
Mientras en pajizo techo
Cante el gallo matinal.
Reminiscencia de un pensamiento de Thomas Grey, que aunque lejana, tuve presente al escribir estos versos.
44—PÁGINA 123
EL PATO
Esta composicion pertenece tambien al género gaucho, tal como lo habia concebido en la época en que me ocupaba en escribir poesías. Es un cuadro de costumbres bajo una forma dramática, en el cual evitando la monotonía del género descriptivo, he procurado desenvolver una accion sencilla en torno del juego que forma el verdadero asunto. El juego del pato no existe ya en nuestras costumbres: es una reminiscencia lejana. Prohibido bajo penas severas, á consecuencia de las desgracias á que daba orígen, el pueblo lo ha ido dejando poco á poco, pero sin olvidarlo del todo. En su orígen este juego homérico, que tiene mucha semejanza con algunos de los que Ercilla describe en la Araucana, se efectuaba retobando un pato dentro de una fuerte piel, á la cual se adaptaban varias manijas de cuero tambien. De estas manijas se asían los ginetes para disputarse la presea del combate, que generalmente tenia por arena toda la Pampa, pues el que lograba arrebatar el pato procuraba ponerse en salvo, y la persecucion que con este motivo se hacia, era la parte mas interesante del juego. Posteriormente se ha dado el nombre de pato á todo ejercicio en que, dos ginetes asidos de las manos ó ligados por medio de un lazo atado á la cintura, procuran derribarse de sus respectivos caballos. Después de haber descripto el pato primitivo, creí que el cuadro no quedaría completo, sino presentaba al mismo tiempo una pintura del modo de jugarlo por medio del lazo, y tal es el objeto de la lucha que tiene lugar entre Obando y Zamora.
45—PÁGINA 139
¡Compatriotas! se acerca el fausto dia
De ventura, de paz y de alegría, etc.
La proclama que se pone en boca de Castelli, es la traduccion casi literal de la que él dirigió á los pueblos, en el momento de levantar el estandarte de la Revolucion del Sud.
46—PÁGINA 144
Sereno marcha á su lado
Crammer, valiente soldado,
Hijo de un pueblo esforzado
Y de grande corazon.
Crammer, que era el segundo de Castelli, murió en la batalla de Chascomús. Nacido en Alemania, se habia distinguido en la guerra de la Independencia y en la batalla de Chacabuco, mandaba un batallon de infantería con el cual contribuyó al éxito de la victoria.
47—PÁGINA 147
Por los llanos inmensos de la Pampa
Vaga Castelli triste y silencioso.
Segun algunos, Castelli murió insensato, como el Rey Lear, sintiendo las angustias de un corazon magnánimo devastado por el infortunio. Esta situacion sublime, poetizada por Shakespeare, hubiera podido esplotarse en este poema, apagando en el héroe de la revolucion del sud la luz de la razon, poniendo en su boca palabras delirantes de patria y libertad, pero dejando intacto su corazon para sentir. Tal será sin duda la situacion que adopte el poeta futuro que cante ese hecho digno de la epopeya, aun cuando no fué coronado por la victoria. Por lo que á mí respecta, cantor de circunstancias, teniendo en vista producir un poema patriótico para conmover con él á mis contemporáneos, he preferido la situacion mas vulgar, y por consecuencia la menos poética, á trueque de llegar mas directamente al objeto que me proponia, que era exaltar el sentimiento grandioso del sacrificio deliberado.
48—PÁGINA 148
Al suelo cayó al fin apuñaleado
Como gigante mole desprendida.
En la Parisina de Byron se encuentra un verso parecido, que el poeta español don Enrique Vedia y Goossens, ha traducido del modo siguiente:
Como gigante estátua derribada
De base levantada.
49—PÁGINA 167
Como un perfume que la vida impregna
Y pasa de una edad hasta otra edad.
Pensamiento de Fr. Calletano Rodriguez en la oracion fúnebre á Belgrano, hablando de la gloria.
50—PÁGINA 168
Porque el genio es un pobre jornalero
Que fecunda la tierra con afan.
«Milicia es la vida del hombre y sus dias son como los dias del jornalero sobre la tierra.» (Antiguo Testamento. Libro de Job.)
51—PÁGINA 170
Y en la palabra que batía en brecha
Cuatro tablas que alzó la vanidad.
Alusion á las célebres palabras de Mirabeau en los Estados Generales.
52—PÁGINA 170
Flor que ostenta del iris los colores
Sin el perfume que la rosa dá.
———
«Flor inodora,
«Que alhaga dulcemente los sentidos
«Y que insensible el corazon no adora.»
QUINTANA.
53—PÁGINA 170
Y lo estrelló en la roca solitaria
Que es á la vez su túmulo y altar.
La isla de Santa Elena. Estos versos fueron escritos en 1837, cuando aun no se habian trasladado á Francia las cenizas de Napoleon.
54—PÁGINA 172
Como luz encerrada en un vaso opaco
Que llena el interior de claridad,
Sin que perciba el ojo indiferente
La misteriosa lumbre que allí está.
Imágen tomada de la sagrada Escritura.
55—PÁGINA 173
Con la cabeza de la fé en la almohada,
Y en brazos de la inmensa eternidad.
Camilo Desmoulins dijo, con motivo de la abolicion de la religion cristiana en Francia que «era privar de la almohada la esperanza de una vida mejor á los que se dormian en brazos de la eternidad.» (THIERS—Revolucion Francesa.)
56—PÁGINA 176
La muerte es un don bendito.
———
«Oh! gli uomini non hanno
«Inventato la morte: ella saria
«Rabiosa, insoportabile; dal cielo
«Ella ne viene, e l'acompagna il cielo
«Con tal conforto, che né dar né torre
«Gli uomini ponno.»
MANZONI—Carmagnola.
57—PÁGINA 181
PLEGARIA
Una parte de esta composicion está fundada sobre pensamientos escritos en prosa por don Juan B. Alberdi, de los cuales los versos que se han leido son una traduccion poética. Como podrán observarlo los que hayan estudiado los fenómenos de lo que se llama del magnetismo animal, las ideas y las imágenes se hallan estrictamente ajustadas á la verdad científica, y á las teorías mas ó menos dudosas de sus tratadistas.
58—PÁGINA 188
Llore tambien el mísero mendigo
Y el desvalido en miserable lecho,
Cayó sin vida el que con voz de amigo
Defendiera su pan y su derecho.
Alusion á la composicion de Berro que lleva por título El Mendigo, y á la circunstancia de ocupar el empleo de defensor de pobres y menores al tiempo de morir.
59—PÁGINA 188
Al que cantó las penas del Esclavo.
El Esclavo fué la primera composicion poética que Berro dió á luz, y por la cual conquistó en un solo dia el merecido nombre de poeta. Es tambien la mas bella de todas cuantas componen la coleccion que de sus obras formó don Andres Lamas, haciéndolas preceder de un interesante discurso preliminar. En ella se encuentran estos hermosos y sentidos versos:
Destruye con tu soplo
Que abate las naciones,
Las bárbaras prisiones
Del hombre de color!
60—PÁGINA 201
Pero si en el inmenso celeste paraíso
Á tí no te encontrase mi celestial hechizo,
Mas bien entre las llamas quisiera estar que allí.
Pensamiento de una cancion corsa.
61—PÁGINA 217
NOCHES DE DICIEMBRE
Esta composicion fué inserta en la página 362 del tomo 3º de las «Obras completas de don Estéban Echeverría» como perteneciente á este autor. A este respecto dice su biógrafo el Sr. D. Juan María Gutierrez en el vol. IV. pág. LXVIII lo que sigue, apropósito de algunas líneas escritas por el autor en honor de la memoria de Echeverría:—«El General Mitre ha escrito estos recuerdos con el cariño del amigo y la gratitud del discípulo. Los primeros trabajos literarios se revisten de la influencia del maestro, y ha acertado á veces á imitarle tan de cerca en las composiciones lijeras, que aprovechamos esta ocasion para devolverle la propiedad de la poesía titulada—«Noches de Diciembre»—que por inadvertencia atribuimos á Echeverría. Se halla estendida y mejorada por su verdadero autor en la pág. 270 de las «Rimas de Bartolomé Mitre.—Buenos Aires, 1854.»
62—PÁGINA 217
Miro en el cielo brillar
Las estrellas encendidas,
Letras de luz esparcidas
Por la mano del Creador.
———
«Letras de luz, misterios encendidos»
QUEVEDO.
63—PÁGINA 222
Aquellos dos pensamientos
Su vida simbolizaban,
O quizá identificaban
Su vida, su alma y su ser.
Hay en estos cuatro versos una reminiscencia de la Pasionaria de Zorrilla, que podrán advertir desde luego los que hayan leido esa interesante leyenda.
64—PÁGINA 229
Mas ¡qué importa! si la tumba
Pronto ahogará el genio mio,
Como el torrente bravío
Que va á morir en el mar.
———
«Nuestras vidas son los rios
«Que van á dar en la mar,
«Que es el morir:
«Allí van los señoríos,
«Derechos á se acabar
«Y consumir.»
JORGE MANRIQUE.
65—PÁGINA 230
Como el náufrago se abraza
De las astillas flotantes,
De las horas vacilantes
Me abrazo con ansiedad.
———
«Les insensés en vain s'attacheront aux heures,
«Comme aux débris épars d'un vaisseau submergé.»
VÍCTOR HUGO.
66—PÁGINA 232
Oh, musa, vuelve otra vez
A tu celeste morada.
«Ó Muse, qui daigna me soutenir dans une carrière aussi longue que
perilleuse, retourne maintenant aux celestes demeures.»
CHATEAUBRIAND—Martyrs.
67—PÁGINA 232
Pero antes, rompe las flechas
De mi carcax no vacío:
Mi brazo no tiene brío
Y el arco se vá á quebrar.
———
«Mourir sans vider mon carquois!»
ANDRÉ CHENIER.
68—PÁGINA 251
Al seguir los inviernos su camino
Las primaveras queden en tu sien.
«Aquellos veinte años habian pasado, dejando tan solo las primaveras sobre su frente... (Chateaubriand—Memorias de Ultra-Tumba.»)
69—PÁGINA 257
Por qué sobre el torrente de la vida,
Como una flor del árbol suspendida
«Te inclinas á llorar?
———
«Sur le fleuve du temps mollement endormie,
«Laisse les flots suivre leur cours.»
VÍCTOR HUGO.
70—PÁGINA 255
Que nunca falten flores á tu almohada,
Ni miel á tu colmena perfumada,
Ni en el hogar el hijo de tu amor.
———
«Seigneur! préservez moi, préservez ceux que j'aime,
«Frères, parents, amis, et mes ennemis même
«Dans le mal triomphants,
«De jamais voir, Seigneur! l'été sans fleurs nouvelles,
«La cage sans oiseaux, la ruche sans abeilles,
«La maison sans enfants.»
VÍCTOR HUGO.
71—PÁGINA 287
EL CEMENTERIO DE CAMPAÑA
De esta elegía ha dicho Lord Byron, que su autor seria el primer poeta inglés, sino hubiese escrito otra cosa. Traducida á todos los idiomas vivos, su celebridad ha ido creciendo con el tiempo. En español conozco cinco traducciones, que no son sino pálidos reflejos del original ó amplificaciones del texto, adoleciendo todas ellas del defecto capital de ser por demas compendiosas ó arrostrarse demasiado sin ser completamente fieles. Habiendo hecho un estudio especial de esta composicion, me ensayé muy temprano en su traduccion por consejo del Dr. D. Florencio Varela. Hoy con mas meditacion he vuelto á rehacer mi trabajo, separándome tanto de mi antigua version, cuanto de las demas traducciones conocidas. Siguiendo el precepto de Chateaubriand, he querido hacer una version casi literal, ciñéndome al mismo número de versos del original, adoptando metro análogo por su gravedad, reproduciendo su movimiento, repitiendo sus sonidos por otros aproximados, dando á los pensamientos su concision, y al estilo la noble sencillez que lo caracteriza, procurando así acercarme en cuanto me ha sido posible á la fuente primitiva de que brotó esta sublime poesía. ¡Feliz aquel que consiga inocularla en su lengua materna!
72—PÁGINA 291
Yace en brazos de trémula esperanza
«Paventosse speme.»—PETRARCA
78—PÁGINA 293
EL APÓSTOL DE BERANGER
Dedicado á Lamennais
Las «Palabras de un Creyente» de Lamennais, ha sido el libro de cabecera de una generacion, que ha contribuido á darle su temple moral. Especie de Evangelio popular, que conteniendo todos los principios del decálogo democrático, encierra en sí el ideal de todos los tiempos unido á las aspiraciones generosas de la época moderna, sus páginas han sido por mucho tiempo el encanto del jóven, el alimento del libre pensador y el consuelo del aflijido, á la vez que han impregnado con el perfume de una poesía austera el corazon de los hombres capaces de apasionarse por todo lo que es bello y bueno.
El libro ha hecho su tiempo, su forma ha envejecido, sus vejetaciones exhuberantes y parásitas se han marchitado, su filosofía que no es una novedad es del dominio del sentido comun de la humanidad, y la razon emancipada necesita hoy pasto mas fuerte y horizontes mas dilatados que los que puede ofrecer su lectura.
La embriaguez sagrada, á que contribuia la efervescencia de la savia juvenil de los lectores, ha pasado. El díctamo consolador que destilaban sus páginas no tiene ya la misma virtud: sin embargo, el rastro luminoso de la idea que le dió vida, la vibracion de aquella palabra reveladora, no se ha borrado del todo de la mente y la perciben aun los sentidos.
Es que Lamennais formó una escuela política y religiosa, cuyos discípulos le contemplan todavia como una especie de apóstol inspirado, que ha predicado al mundo la santa doctrina de la libertad, de la igualdad, de la fraternidad y de la perfectibilidad humana, deducida de la ley de amor que formaba el fondo de sus creencias.
Poeta y filósofo, religioso y libre pensador, hombre de concepcion y capaz de accion y sacrificio, Lamennais tiene algo de San Pablo cuyo nombre llevaba, y muchos de los hombres de todas las edades y de todas las creencias unidas por el doble vínculo del sentimiento y de la idea, y mancomunados por el culto de las verdades eternas que forman el patrimonio del género humano.
Esta noble y simpática figura era digna de inspirar á la musa popular del gran cancionero del siglo XIX, amigo y admirador de Lamennais, y que como él profesaba la religion de la libertad del pueblo y tributaba culto á la verdad.
Beranger, sintetisando los principales rasgos de su carácter moral y de su apostolado intelectual, ha colocado sobre su cabeza inspirada la auréola fulgurante de la poesía, imitando el conocido capítulo del libro de Lamennais que tiene por epígrafe: «¿Á dónde vás, jóven soldado?—Voy á combatir por mi creencia.»
Cuando las canciones póstumas de Beranger (entre las que se halla esta composicion) llegaron á mis manos, acababa de dar la batalla de Cepeda.
Ocupábame entonces en redactar El Informe sobre la Constitucion Nacional, y á la vez que adelantaba esta obra, dediqué algunas horas á traducir en verso varias de las canciones que mas me habian impresionado. Una de ellas Apóstol, que entonces se publicó anónimo en los diarios, por temor de desacreditar mi trabajo constitucional, y que hoy puedo firmar á la luz del dia cuando la doble tarea ha sido cumplida.
Esta cancion leida en momentos solemnes en que muchas creencias flaqueaban, traducida en medio de estudios sérios que debian influir en los destinos de un pueblo, é interpretada con el auxilio de las «Palabras de un Creyente» que traían á la memoria las esperanzas de la primera edad, no dejó de contribuir en algo á robustecer mi fé en la doctrina de la verdad, y el triunfo definitivo de los buenos principios. Por eso la anoto con estas fugaces reminiscencias, como una prueba de que la verdadera poesía puede nutrir la mente, retemplar el alma é inocular aliento viril en medio de la lucha y del trabajo de todos los dias.
74—PÁGINA 300
Hay dos puros corazones
Tan estrechamente unidos,
Que de los dos los latidos
Se responden á la par.
Antes de esta imitacion de Byron, habia aparecido una traduccion de don Juan María Gutierrez, de la cual el autor tomó el siguiente giro poético:
Se hallan dos corazones
Tan fuertemente unidos,
Que unos y otros latidos
Se escuchan á la par.
Aunque Byron conocía el idioma español, como lo prueba la traduccion del romance sobre la toma de Alhama, no parece que haya tomado la idea fundamental de su composicion de los siguientes versos de Calderon en el Pintor de su Deshonra, que transcribimos aquí como una feliz coincidencia entre dos grandes genios poéticos.
Las dos fuimos
Tan amigas, que pudieron
Juzgar nuestros corazones
Regidos de un movimiento,
Que habia en un cuerpo dos almas,
Ó estaba un alma en dos cuerpos.
75—PÁGINA 318
Por eso te amo como á blanca estrella
Que resplandece en el inmenso cielo,
Y que sin alcanzarla desde el suelo
La contemplase siempre pura y bella.
———
«Qui souffre, vers de terre amoureux d'une étoile;
«Et qui se meurt en bas quand vous brillez en haut.»
VÍCTOR HUGO.
76—PÁGINA 317
AMOR SECRETO
Recuerdo que cuando escribí esta composicion ahora muchos años, el plan me fué sugerido por la lectura de unas estrofas que desde entonces no he vuelto á leer, y que adoptando la ingeniosa idea de hacer una declaracion de amor, protestando que no se tenia tal intencion, procuré vestirla con imágenes y pensamientos originales. He olvidado el nombre del autor. Don Juan María Gutierrez ha hecho de aquella composicion una imitacion que bajo el título de No lo diré se publicó en el Iniciador de Montevideo. Al escribir la mia tuve presente algunas de sus mas bellas estrofas.
PÁG. | ||
ADVERTENCIA DEL EDITOR | III | |
PREFACIO DEL AUTOR | VII | |
LIBRO PRIMERO—POESÍAS PATRIÓTICAS | ||
I | —A la derrota del Quebracho | 3 |
II | —Recuerdos de Buenos Aires | 9 |
III | —La muerte de Zacarías Álvarez | 15 |
IV | —Al sol del 25 de Mayo de 1844 | 21 |
V | —El Corsario | 37 |
VI | —Elegía al General Lavalle | 43 |
VII | —José Campon | 51 |
VIII | —Himno á los mártires de la libertad americana | 57 |
IX | —Invocacion | 71 |
X | —El Cóndor de Chile | 75 |
XI | —La oracion de Setiembre | 79 |
XII | —A la América | 83 |
XIII | —A los mártires de la Independencia | 85 |
XIV | —El Inválido | 87 |
XV | —La Campana | 91 |
XVI | —Sátira á Sandoval | 95 |
XVII | —Grito de alarma en 1841 | 99 |
XVIII | —Himno | 105 |
LIBRO SEGUNDO—ARMONÍAS DE LA PAMPA | ||
I | —A un Ombú en medio de la Pampa | 111 |
II | —A Santos Vega, Payador Argentino | 117 |
III | —El Pato. Cuadro de costumbres | 123 |
IV | —El caballo del gaucho | 133 |
V | —La Revolucion del Sud | 135 |
VI | —El alzamiento | 137 |
VII | —Chascomús | 148 |
VIII | —Castelli | 147 |
IX | —Los emigrados | 151 |
X | —Epílogo | 155 |
LIBRO TERCERO—POESIAS DIVERSAS | ||
I | —El Valz | 159 |
II | —Desesperacion. Cancion | 163 |
III | —En la tumba de un poeta (fragmento) | 167 |
IV | —Plegaria para adormecer á una sonámbula | 181 |
V | —Una lágrima de amor. Cancion | 185 |
VI | —A la muerte de Adolfo Berro | 187 |
VII | —Al violinista Camilo Sivori | 191 |
VIII | —¡Adios por siempre! | 193 |
IX | —¡Como tú! (A la orilla del Queguay) | 197 |
X | —Despedida | 201 |
XI | —Tu Estrella. Cancion | 205 |
XII | —Nada diré | 207 |
XIII | —En el Álbum de la hija de un compañero | 209 |
XIV | —En una corona de laurel | 211 |
XV | —Un retrato sin nombre | 213 |
XVI | —Noches de Diciembre | 217 |
XVII | —Dos Pensamientos | 221 |
XVIII | —El Velo | 225 |
XIX | —La agonía del poeta | 229 |
LIBRO CUARTO—POESÍAS FAMILIARES | ||
I | —A mi hija Delfina | 235 |
II | —A un amigo de 24 horas | 245 |
III | —Las Tres Marías | 247 |
IV | —En un álbum | 251 |
V | —Al primogénito de un amigo | 253 |
VI | —¿Por qué llorar? | 257 |
VII | —A la niña Leonor | 259 |
VIII | —A Eliza en la tumba | 263 |
IX | —A Catalina | 265 |
X | —A un amigo (y á un médico) | 267 |
XI | —Lo que es el Álbum | 269 |
XII | —¿Qué podré decir? | 271 |
XIII | —A un amigo devolviendo un libro | 273 |
XIV | —Una flor del alma | 277 |
XV | —Mi Estrella | 279 |
LIBRO QUINTO—IMITACIONES Y TRADUCCIONES | ||
I | —El Salmo de la vida | 285 |
II | —El Cementerio de campaña | 287 |
III | —El Apóstol de Beranger | 293 |
IV | —Lo que es amor | 297 |
V | —Vivo en ella | 299 |
VI | —Adios | 301 |
VII | —La Santa Alianza | 303 |
VIII | —El pescador de perlas | 307 |
IX | —A una mujer | 309 |
X | —A Colon | 311 |
XI | —El Utopista Rivadavia | 313 |
XII | —Amor secreto | 317 |
XIII | —Adios. La última cancion de Beranger | 319 |
NOTAS | 323 | |
ERRATAS NOTABLES |
PÁG. | LÍNEAS | DONDE DICE | LÉASE |
47 | 1ª | espada | espalda |
80 | 36 | transmitiría | transmitirá |
92 | 11 | de seno | de tu seno |
98 | 6 | bebas | veas |
99 | 8 | alejado | ajado |
118 | 35 | en canto | en el canto |
» | 37 | era diablo | era el diablo |
205 | 7 | en celeste | en la celeste |
226 | 10 | podria | pondría |
227 | 1 | miras | mirases |
257 | 11 | maternal | materna |
259 | 15 | para que el | para el |
[1] Histórico. Véase el parte de la batalla de D. Cristóbal.
[2] Las armas de Chile están sustentadas por un condor y un huemul rampante, a la manera de las armas inglesas.
[3] Histórico. Santos Vega murió de dolor por haber sido vencido por un jóven, en el canto que los gauchos llaman de contrapunto: cuando la inspiracion del improvisador faltó á su mente, su vida se apagó. La tradicion popular dice que aquel cantor desconocido era diablo, pues solo él podia haber vencido á Santos Vega.
[4] Lo mismo que improvisado.
[5] Para la mejor inteligencia de este cuadro véase la nota correspondiente al final de la obra.
[6] Histórico. Véase la proclama de Castelli.
[7] Esto se escribia en 1838.
[8] Hermoso rio de la Banda Oriental, que corre sobre un lecho de piedra y cuyas aguas son de rara trasparencia.
[9] Arbol gigantesco que crece á la márgen del rio y en el cual las aves del bosque hacen su nido.
[10] Los magníficos bosques de este rio se estienden por ambas márgenes del Queguay, que derrama en él con sus aguas.
[11] Toda la rivera está sembrada de piedras preciosas, especialmente de ágatas de mérito que pueden tomarse á puñados.
[12] Véase la nota.